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BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

“Fray Bartolomé de Las Casas”, André Saint-Lu

Cronista de Indias. Se estima que nace en 1484 en Sevilla, y que en 1502


viaja a las indias como encomendero. Ya ordenado sacerdote, allí, a fines de 1511,
escucha un sermón de Antonio Montesinos (dominico) que proclamaba que los indios
eran hombres.
En 1512 se promulgaron las Leyes de Burgos.
La “toma de conciencia” de Las Casas, pudo haber sido en 1513 cuando
presencia como capellán la matanza de Caonao (en Cuba) o, como declara él mismo, en
1514 a raiz de una meditación inspirada por la biblia. En ese momento, regresa a España
a hablar con el rey: en principio, proponía cambiar el sistema de encomienda por un
sistema de “comunidades”, traer esclavos negros de África1 y cristianizar pacíficamente.
Esto, por supuesto, fracasó y en 1523 se da su “conversión” y entra a la orden de los
dominicos donde adquiere conocimientos jurídicos y teológicos.
1537: bula papal: “los indios son verdaderos hombres y no pueden ser
privados de su libertad”.
1542-43: “Leyes Nuevas”: supresión de la encomienda y la esclavitud y
otras formas de trabajo forzado, nueva reglamentación de las expediciones armadas::
Por supuesto, que todo esto es muy mal recibido en América y no se respeta.
En 1545 el Consejo de Indias rechaza la abolición de la encomienda.
OBRA:
Historia de las Indias: redactada durante gran parte de la vida de Las Casas.
Sobresalen dos figuras: Colón y Las Casas mismo. Tiene un marcado propósito
denunciador. Pone de manifiesto tres clases de “prudencia” de los indios: la monástica,
la económica y la política; declara que la única forma legítima y eficaz de llamarlos a la
verdadera fe es la vía pacífica. Condena las guerras y todos los modos de explotación.
La Brevísima relación de la Destrucción de las Indias lleva la fecha 1542. en
1546 se agregaron párrafos y en 1552 se dio a la imprenta. Está dedicada al príncipe
Felipe (luego Felipe II).
Estructuralmente, es una larga sucesión de matanzas y otras barbaries (a
pesar del título). Sigue, generalmente, un orden geográfico correpondiente también a la
cronología. En la introducción se desarrolla un argumento único que será clave en la
obra, este argumento se reduce a una absoluta oposición entre la bondad e inocencia de
los indios y la maldad y crueldad de los españoles (de quienes se dice, fueron
corrompidos por la avaricia: Las Casas también es humanitario en esto). El eje central
(textualmente hablando) es un párrafo en que se hace referencia a Cristo, que le dijo a
sus apóstoles “Yo os envío como ovejas entre lobos”: Las Casas hace correponder la
figura de las ovejas a los indios y la figura del lobo (y de tigres) a los españoles.
Frente a tanta inhumanidad la cuestión que se plantea es la de la veracidad y
exactitud. Las Casas no inventa (varios documentos de otras procedencias confirman
expresamente la realidad de esos hechos), aunque hay sistemáticas exageraciones en las
cantidades o insistencia continua en los rasgos más horribles, pero esto no son más que
rasgos estilísticos destinados a reforzar el impacto de la denuncia.

“Estudio preliminar de la Brevísima…”: André Saint-Lu

La Brevísima relación en el contexto del combte lascasiano:


1
Un vivo bárbaro.
En 1522 ingresa a la Orden dominicana donde comienza a adquirir
conocimientos jurídicos y teológicos, y comienza a idear entonces su Historia de las
Indias. Su voluntad siempre fue denunciadora y reformadora, en 1531, frente al Consejo
de las Indias reitera los desmanes y atrocidades que se cometen en las Indias, y cita aquí
las palabras (y su argumento) del evangelio que luego retomará en la Brevísima: lo
anteriormente mencionado de las ovejas y los lobos.
A partir de 1540, vuelve a España y comienza una serie de actividades de
gran amplitud durante 4 años: además de informar verbalmente siempre que se le
presentara la ocasión, al emperador y sus consejeros, redacta una serie de memoriales,
representaciones y peticiones; en uno de ellos, el Octavo remedio pide la supresión
absoluta de las encomiendas y que se declare a los indios súbditos y vasallos libres.
También manifiesta en sus escritos la próxima destrucción de España, de no
ponerse término a la calamidad de los repartimientos.
Escribe la Brevísima para hacer constar muy concretamente los desastres
ocasionados por las guerras de conquista. Este texto fue precedido por amplias
exposiciones orales, lo que supondría una primera redacción detallada en la Junta
vallisoletana, 1542.
Luego vuelve a América como obispo de Chiapas y finalmente regresa a
España definitivamente porque creía que desde ahí, podía obtener mejores resultados.
En 1552, cuando da a la imprenta la Brevísima relación (junto con el Octavo
remedio, el Tratado sobre los indios que se han hecho esclavos, y 5 textos doctrinales),
lo hace con la finalidad de que los religiosos que marchaban para América pudieran
llevarse ejemplares.
Análisis de la Brevísima Relación
El análisis de cualquier escrito lascasiano debe tener en cuenta la materia, la
estructura y el estilo.

En el título resalta un concepto omnipresente en la obra lascasiana: la


“destruición”. Este término, además, tiene una gran tradición en textos sagrados y
profanos. En la España medieval, se aplicaba con resonancias apocalípticas a la invasión
musulmana. Luego, la palabra “brevísima”, cuando en realidad el texto no es breve y es
muy detallado en varios de sus apartados, se justifica en las reiteradas oportunidades en
que el autor manifiesta que acciones, hechos, matanzas, etc, similares a las que narró,
pasaron incontables y que no se podrían escribir todas.

Argumento y prólogo, narrados en 1552, esclarecen la génesis y los motivos


por los cuales se publica. Además, son perfectos exponentes del genio y estilo
lascasianos.
El prólogo, dedicado al príncipe, comienza diciendo sobre la obligación de
los reyes de saber los males de los reinos para poder darles remedio; luego, plantea que
el autor siente la necesidad de presentar el memorial, para no ser reo, callando..
finalmente, encontramos la exposición de los motivos por los cuales se tomó la decisión
de darlo a la imprenta. Dentro de este enunciado resaltan las repetidas evocaciones
atestiguadas de los desmanes cometidos por los españoles y de los consiguientes
sufrimientos de los indios. Según Las Casas, silenciarlos sería volverse cómplice.

El cuerpo de la obra es una sucesión ininterrumpida de relatos o


descripciones de matanzas, destrucciones y demás barbaridades cometidas en las Indias.
Toda la dialéctica se reduce a una radical oposición entre la bondad de los indios y la
maldad de los españoles, entre la inocencia de las víctimas con la crueldad de los
verdugos, que queda plasmada con las imágenes de ovejas por un lado y lobos, leones y
tigres por otro, asimilándose esto a las crónicas medievales en las que las ovejas eran los
españoles y los lobos, los moros.
La presentación de los indios (características morales y físicas, usos sociales
y domésticos, facultades y dotes intelectuales) constituye toda una apología de ellos,
que los hace, según Las Casas, plenamente capaces para la fe y costumbres cristianas.
En su denuncia a los agravios, un recurso estilístico característico de Las
Casas es la acumulación de términos fuertes (también aparece la acumulación de
términos positivos para la descripción de los indios) como si quisiera agotar todas las
posibilidades del léxico. También señala las despoblaciones causadas por las guerras y
la servidumbre, denunciando también la codicia y ambición. Completando el cuadro de
violencia física y devastación material, también encontramos los no menos graves daños
y estragos de orden moral, cultural y espiritual.
La disparidad en la extensión de los apartados se debe a la desigual
documentación o experiencia personal en que se fundaba Las Casas.
Las fuentes son, además de la experiencia directa, las Cartas de Relación de
Cortés; cartas del conquistador de Guatemala, Alvarado, a su jefe, Cortés; una carta de
1541 al rey del obispo de Santa Marta; una relación del franciscano fray Marcos de Niza
sobre Perú; una parte de una carta de un conquistador de Nueva Granada que denuncia
las atrocidades del capitán español Belalcázar y de sus tenientes.
En el tratamiento y formas llama la atención, en primer lugar, el anonimato
que se mantiene, salvo una excepción, sobre los autores de los agravios. Es probable
que los nombres si se incluyeran en las relaciones orales, pero no lo hace en los escritos
quizá porque lo consideró más prudente.
En cuanto a la estructura narrativa de las escenas, más allá de las diversas
formas del relato, se imponen unos cuantos esquemas básicos. En cuanto a los capítulos,
para justificar la brevedad anunciada por el título, se dice que sólo se mencionarán
algunos casos significativos. Dentro de cada escena particular, reaparece
sistemáticamente la antítesis fundamental del díptico introductorio: ovejas-lobos,
bondad-maldad, así se resalta por yuxtaposición la barbarie destructora con la que se
retribuye la buena acogida de los indios. Este efecto de contraste es uno de los recursos
más destacados porque se trata del argumento fundamental del memorial.
Aunque no deja de abordar en alguna oportunidad la cuestión de la justicia y
la legalidad, no era el caso en este texto extenderse en estas cuestiones.
El sistema estilístico está dado por la elección de términos fuertes, la
adjetivación y la apretada acumulación de voces sinónimas. También encontramos
fórmulas superlativas para representar la felicidad o bondad de los indios tanto como
para representar las atrocidades de los españoles. Es notable la constante propensión por
la hipérbole en las cifras y estimaciones numéricas vertiginosas y en los “aumentos”
fundados en suposiciones o certidumbres íntimas del autor. Le dan fuerte patetismo al
texto las quejas y maldiciones de los indios expresadas en estilo directo y los párrafos
exclamativos. Pero no faltan las notaciones desprovistas de todo aparato estilístico,
resaltando entonces por sí sola la trágica elocuencia de los hechos. También se dan
fórmulas irónicas como el “piadoso capitán”.
Exámen crítico de la Brevísima Relación
Hasta tiempos recientes son escasas las publicaciones españolas, menudean,
en cambio, las extranjeras en las que saltan a la vista las intenciones antiespañolas de los
editores. Las Casas, con esta y otras obras aprovechadas por los adversarios de su país,
se ganó la reputación de responsable número uno de la famosa “Leyenda Negra” cuyas
secuelas quedan visibles en comentarios críticos aún hoy.
Sus textos han recibido respuestas refutadoras que, aún sin negar totlmente la
realidad de las violencias, contradicen al autor invirtiendo su visión antitética de indios
y españoles, como por ejemplo Apologías y Discursos del capitán Vargas Machuca.
Una nueva ola de ediciones corresponde a la época de las guerras de
independencia de los países americanos. Los hombres de los movimientos
independentistas exaltaban la figura de Las Casas como “apóstol de los indios”, por lo
cual, estas ediciones, tenían motivos políticos.
Luego, sobre la figura de Las Casas, en Vidas, Quintana no deja de censurar
la aspereza y las exageraciones de Las Casas; Menéndez y Pelayo lo culpa de fanático e
intolerante. Por su parte, Menéndez Pidal presenta una tesis donde plantea una
enfermedad mental de Las Casas.

Sostener que fray Bartolomé quiso perjudicar a su patris y compatriotas,


acudiendo para ello al procedimiento antitético de la exaltación de las Indias y de sus
naturales, equivale sencillamente a confundir los medios con los fines, ya que la
finalidad de la obra, como la de todos los escritos lascasianos, no podía ser otra que la
protección de los indios, y para proteger a los agraviados se hacía inevitable la denuncia
de los agravios y de sus autores.

Las Casas, ¿un profeta?: Marcel Bataillon

Las Casas fue adquiriendo ante los gobernantes una actitud que recuerda a la
de los profetas de Israel, por su dimensión trascendente y su estilo inspirado. El terreno
predilecto de Las Casas en su acción en pro de los indios es ante la Corte (y tiene éxito
ante ésta y ante el Consejo de Indias en la fase decisiva de las Leyes Nuevas).
Hay incomprensión con respecto al autor por no haber dedicado su vida a la
conversión paciente de algunos indios de alguna región, pero él fue mucho más político
que misionero.
En la época de la vocación de Las Casas era infinitamente más poderoso y
difundido que hoy en la cristiandad el sentimiento apocalíptico de la venida del Juicio
Final. Son un rasgo curioso los constantes demostrativos “éstas”, “está”, refiriéndose a
las Indias o a alguna de sus islas, así, parecía proyectarse el escritor en la mentalidad de
los lectores en “este” Nuevo Mundo. Esto se relaciona con el profetismo escatológico de
Las Casas al hablar de la destrucción de España por castigo divino. Entonces, por esto,
los misioneros, se sentían enviados pero también con una misión que estaba
directamente relacionada con el Fin del Mundo. Así esta misión es sentida, por quienes
les toca realizarla, superior. Según Bataillón, muchos aspectos típicos de Las Casas
pueden relacionarse con la conciencia de desempeñar una función de profeta enviado
por Dios, principalmente para reivindicar las divinas exigencias frente al rey, ya sea éste
opresor o cómplice.
Así, sus dos mayores dificultades en su tarea de convencer son, por un lado,
la situación mental del propio soberano, por otro, los testimonios de otros religiosos que
llevaban, como él, sus argumentos al rey y reclamaban encomienda perpetua.
Entonces, Las Casas aplica a la tragedia presente, con la mayor naturalidad,
las frases bíblicas.
“Es archirracional el método lascasiano de argumentar con el confesor del
rey, quitando credibilidad a los confesores de la encomienda, a quienes acusa de dejarse
sobornar ensalzando al insobornable franciscano Soto como a otro testigo de la verdad
de Dios. Junto con esto la certidumbre de haber sido él mismo “puesto por Dios” para
dar testimonio de su verdad es como una luz interior recibida desde arriba, y permite
decir que, hasta este punto por lo menos, se identifica con los profetas.
El crédito del que gozba Las Casas es explicado, por ejemplo, en el anónimo
de Yucay, diciendo que el demonio había engañado a Las Casas, precisamente por ser
buen religioso, y a través de él, al mundo entero.

“Lo profético como estilo en la Brevísima Relación de la Destrucción de


Indias de Bartolomé de las Casas”: Juan Durán Luzio.

Según Menéndez Pidal, Las Casas era paranoico, pero supone que la
Historia de Indias es producto de una rspuesta a un llamado superior. En la Brevísima,
en su empeño por desacreditarla, pasa por alto la misma postura que había advertido en
la Historia: que el libro pretende un tono y hasta una organización de profecía.
Las Casas recurre a las escrituras como a ningún otro texto para acendrar su
cristianismo, para apoyar sus alegatos, para justificar sus acusaciones.
Jeremías es el modelo más adecuado par las intenciones de Las Casas, ya
que en pasajes de Jeremías se ordena la palabra escrita para atestiguar acusaciones. Los
mandatos divinos (como en Jeremías) inspirarán en el historiador este “segundo” texto.
Pero no le quedó a Las Casas, como antes a Jeremías, más que contemplar el triunfo de
la desobediencia a la voz divina, el desacato a un Señor que amenazaba venganza. Al
presenciar esa irreverencia, Las Casas se atribuye el papel de historiador mensajero,
nuncio del castigo que por faltar a las normas cristianas tendría que recibir España.
De las cuatro profecías mayores, el Libro de Jeremías parece más próximo al
texto de Las Casas porque sus versículos desarrollan con especial fuerza la imagen más
efectiva de la prosa lascasiana: la de la soledad, la de las tierras baldías. En ambas obras
descuella el lamento por la tierra que fue saqueada, abandonada. No hay pasaje donde al
alabar la calidad del suelo olvide el cronista la abundancia de gente que lo habitaba.
Este procedimiento de oponer una pasado esplendoroso a un presente de soledad y dolor
muestra su clara voluntad de hacer resaltar contrastes al modo bíblico.
Ambos atestiguan el arrasamiento y ambos se quejan con lamento semejante
porque la causa del llanto del profeta viene a ser la misma que la de Las Casas. El
castigo sufrido por los americanos aparecía también en un versículo de Jeremías (“Los
fuertes morirán al filo de la espada; sus hijos y sus hijas morirán de hambre”): La tan
pesimista imposibilidad de huida estaba también anunciada. Lo mismo pasa con el
hecho del canibalismo. No hay desobediencia en el hombre de América y, sin embargo,
debe sufrir un castigo que en mucho se parecía al anunciado contra el pueblo rebelde de
Israel.
Los defectos que Jeremías denunciaba entre los judíos, Las Casas los
encuentra en los españoles: dice que su motivación es el oro.
Las Casas va delineando en su obra uno de los grandes temas de la época: la
necesidad de hacer entender a los cristianos que el cristianismo era una práctica, no una
simple denominación.
Así, también se aproxima la prosa lascasiana a la de los erasmistas españoles
(ej: la parte del becerro de oror).
Una de las imágenes más poderosas es aquella en que los naturales
americanos se muestran convencidos de que el dios de los conquistadores es el oro.
También (como ya se dijo antes) la referencia a las ovejas, a los malos
pastores que en vez de cuidar el rebaño lo conducen al matadero. Todas las acusaciones
contra la conquista expresadas por Las Casas no pueden menos que transformarse en
críticas contra el estado del cristianismo en España.
Por ello que al discutir la calidad moral de sus compatriotas Las Casas ataca
la empresa misma en que estaban empeñados y en la Brevísima Relación… enfila su
pluma contra uno de los temas recurrentes en la naciente historiografía indiana: el que
describía la conquista como una empresa de tinte heroico, legendario y hasta
providencial. En la Brevísima Relción la presencia de Dios se manifiesta
invariablemente como castigo contra los españoles.
El asunto todo de la esclavitud bien pudiera inspirarse en capítulos de
Jeremías que denuncian el quebrantamiento de la ley de servidumbre por parte de los
israelitas, que llegado el tiempo prometido no dan libertad a sus servidores, porque el
pueblo español también había faltado en el cumplimiento de los pactos establecidos para
tratar a los indios: cuando dice que los que regían las Indias no entendían aquello que
está en sus leyes, se refiere a las Leyes de Burgos (1512-1513) que establecía el
descanso y el tratamiento de semejante para los hombres del nuevo mundo.
Uno de los propósitos fundamentales de toda su gran obra fue la igualdad de
la naturaleza humana.

Carpeta
(Agrego datos que considero relevantes y que no aparecen, según recuerdo,
en los textos).

La relación es fruto de la experiencia en América.


Los dominicos fueron l primera congregación religiosa en América. El
sermón de uno de ellos, Antonio de Montesinos, es el que escucha B. de Las Casas.
Las Casas estaba influido por Erasmo de Rotterdame (pacifista), cuyo
discurso estaba basado en la armonía; había que respetar la esencia del otro, no
avasallarlo, hacerlo de manera pacífica. Entonces, se empieza a complejizar el discurso
colonial. Las Casas forma parte de la conquista espiritual.

Los conquistadores espirituales eran mendicantes: franciscanos y domínicos.


Los jesuitas son expulsados en el siglo XVIII cuando se descubre que están educando a
los hijos de los criollos. La misión era evangelizar y extirpar la idolatría.
Los sacerdotes describen rituales que si no estuvieran escritos en esas
crónicas se hubieran perdido.

Las Casas no aprendió lengua indígena, no evangelizó y se opuso a los


bautismos masivos. Sujeto moderno pero con marcas típicas del pensamiento medieval:
interpreta el descubrimiento de América como un hecho providencial y en ningún
momento cuestiona la validez de someter al vasallaje.

Según Bartolomé de Las Casas, la providencia eligió a los reyes de España


mediante Colón para que sean los representantes de Dios en América.

La leyenda negra es promovida por los paises enfrentados a España con


intereses económicos, no humanitarios.

En la Brevísima también se da el aspecto metonímico (la parte por el todo):


resume pero da cuenta de todo el horror.

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