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CICLO HIDROLÓGICO

1. DEFINICIÓN
El ciclo del agua es otro de los ciclos biogeoquímicos importantes que suceden en
nuestro planeta y que consiste en la circulación del agua entre los diferentes
compartimentos de la hidrósfera: océanos, ríos, mares, lagos, entre otros. En
tanto, como sucede con este tipo de ciclos se produce la intervención de
reacciones químicas y entonces el agua se traslada de un lugar a otro, o en su
defecto se modifica su estado físico.

En la tierra nos encontramos al agua en tres estados diversos: sólido (nieve y


hielo), líquido y gaseoso (vapor de agua).

Mientras tanto todas las aguas presentes en la tierra se encuentran en cambio


constante, por ejemplo, el agua que se haya en la superficie se evapora, la que
está en las nubes se precipita a la tierra, la lluvia también se filtra en la tierra,
aunque, es importante destacar que el agua total que hay en el planeta no se
modifica, o sea, se mantiene a pesar de las modificaciones indicadas. Entonces, a
la circulación y conservación de esa agua se la llama ciclo del agua o ciclo
hidrológico.

2. FASES DEL CICLO HIDROLÓGICO


Los principales procesos implicados en el ciclo del agua son:

 Evaporación: El agua se evapora en la superficie oceánica, sobre la


superficie terrestre y también por los organismos, en el fenómeno de la
transpiración en plantas y sudoración en animales. Los seres vivos,
especialmente las plantas, contribuyen con un 10 % al agua que se
incorpora a la atmósfera. En el mismo capítulo podemos situar la
sublimación, cuantitativamente muy poco importante, que ocurre en la
superficie helada de los glaciares o la banquisa.
 Condensación: El agua en forma de vapor sube y se condensa formando
las nubes, constituidas por agua en gotas minúsculas.
 Precipitación: Se produce cuando las gotas de agua, que forman las
nubes, se enfrían acelerándose la condensación y uniéndose las gotas de
agua para formar gotas mayores que terminan por precipitarse a la
superficie terrestre en razón a su mayor peso. La precipitación puede ser
sólida (nieve o granizo) o líquida (lluvia).
 Infiltración: Ocurre cuando el agua que alcanza el suelo, penetra a través
de sus poros y pasa a ser subterránea. La proporción de agua que se
infiltra y la que circula en superficie (escorrentía) depende de la
permeabilidad del sustrato, de la pendiente y de la cobertura vegetal. Parte
del agua infiltrada vuelve a la atmósfera por evaporación o, más aún, por la
transpiración de las plantas, que la extraen con raíces más o menos
extensas y profundas. Otra parte se incorpora a los acuíferos, niveles que
contienen agua estancada o circulante. Parte del agua subterránea alcanza
la superficie allí donde los acuíferos, por las circunstancias topográficas,
intersecan (es decir, cortan) la superficie del terreno.
 Escorrentía: Este término se refiere a los diversos medios por los que el
agua líquida se desliza cuesta abajo por la superficie del terreno. En los
climas no excepcionalmente secos, incluidos la mayoría de los llamados
desérticos, la escorrentía es el principal agente geológico de erosión y de
transporte de sedimentos.
 Circulación subterránea: Se produce a favor de la gravedad, como la
escorrentía superficial, de la que se puede considerar una versión. Se
presenta en dos modalidades:
 Primero, la que se da en la zona vadosa, especialmente en rocas
karstificadas, como son a menudo las calizas, y es una circulación siempre
pendiente abajo.
 Segundo, la que ocurre en los acuíferos en forma de agua intersticial que
llena los poros de una roca permeable, de la cual puede incluso remontar
por fenómenos en los que intervienen la presión y la capilaridad.
 Fusión: Este cambio de estado se produce cuando la nieve pasa a estado
líquido al producirse el deshielo.
 Solidificación: Al disminuir la temperatura en el interior de una nube por
debajo de 0 °C, el vapor de agua o el agua misma se congelan,
precipitándose en forma de nieve o granizo, siendo la principal diferencia
entre los dos conceptos que en el caso de la nieve se trata de una
solidificación del agua de la nube que se presenta por lo general a baja
altura. Al irse congelando la humedad y las pequeñas gotas de agua de la
nube, se forman copos de nieve, cristales de hielo polimórficos (es decir,
que adoptan numerosas formas visibles al microscopio), mientras que en el
caso del granizo, es el ascenso rápido de las gotas de agua que forman
una nube lo que da origen a la formación de hielo, el cual va formando el
granizo y aumentando de tamaño con ese ascenso. Y cuando sobre la
superficie del mar se produce una manga de agua (especie de tornado que
se produce sobre la superficie del mar cuando está muy caldeada por el
sol) este hielo se origina en el ascenso de agua por adherencia del vapor y
agua al núcleo congelado de las grandes gotas de agua. El proceso se
repite desde el inicio, consecutivamente por lo que nunca se termina, ni se
agota el agua.

3. BALANCE HÍDRICO
El balance hídrico tiene por objeto cuantificar los recursos y volúmenes de agua
del ciclo hidrológico de acuerdo con el axioma de Lavoisier: "nada se crea ni se
destruye, sólo se transforma". Este axioma en dinámica de fluidos se conoce como
la Ecuación Continuidad. También permite establecer relaciones entre las distintas
variables hidrológicas.

El establecimiento del balance hídrico en una cuenca o en una región determinada


permite obtener información sobre:

 El volumen anual de escurrimiento o excedentes.


 El período en el que se produce el excedente y por tanto la infiltración o
recarga del acuífero.
 Período en el que se produce un déficit de agua o sequía y el cálculo de
demanda de agua para riego en ese período.
El establecimiento de un balance supone la medición de flujos de agua (caudales)
y almacenamientos de la misma (niveles). Se pueden establecer balances de
forma general, incluyendo aguas superficiales y subterráneas y parciales de sólo
aguas superficiales, de un acuífero, del agua del suelo, etc. En cualquier caso, a la
hora de establecer el balance se examinarán las entradas y las salidas al sistema
analizado.

La propia idea de balance supone la medida independiente de los términos que


intervienen en la ecuación de balance. Como toda medida física, está sujeta a
error, que, en algunos casos es grande debido a diversas circunstancias. Por ello
ha de actuarse con gran prudencia a la hora de obtener datos del balance.

Por medio de las precipitaciones atmosféricas (P), llega agua a la superficie de la


Tierra. Parte de estas precipitaciones se evapora en contacto con el aire o es
absorbida por las plantas y después transpirada por las mismas, fenómenos que
denominaremos de forma general como evapotranspiración (E). El agua entonces
sigue dos caminos: una parte fluye por la superficie de la corteza terrestre y otra
parte se infiltra en el terreno. El agua de infiltración aún puede ser captada por el
suelo y las plantas, sufriendo entonces fenómenos de evapotranspiración o puede
circular hipodérmicamente junto con las aguas que circulan en superficie,
denominándose el conjunto aguas de escurrimiento (R). La parte de agua infiltrada
que alcanza una zona más profunda constituye la verdadera agua de infiltración (I)
que se junta con las aguas subterráneas alimentando el acuífero.

La Ecuación de Continuidad se basa en que la diferencia que se produce entre las


entradas y las salidas de agua se traduce en el agua que queda almacenada.

Entradas - Salidas = Variación del Almacenamiento

Aplicando estos conceptos, se expresa la precipitación como:

P=E+R+I+e

Siendo e el error cometido en las estimaciones o error de cierre, E la


evapotranpiración, R el escurrimiento e I la infiltración.
Para poder aplicar esta ecuación hay que tener en cuenta dos condiciones
importantes:

Ø Unidad hidrogeológica: es decir, que todas las aguas que se miden y


comparan pertenezcan al mismo acuífero.

Ø Período de tiempo: el período de medición deberá de ser de al menos un


año.

De modo más concreto podríamos reescribir la ecuación de forma que abarque


todas las fuentes y sumideros de la zona en estudio de la siguiente forma:

e = P + Qse + Qte - E - Qss - Qts - ΔS

Donde:

e = error de cierre

P = aportación pluviométrica

Qse = caudal superficial entrante

Qte = caudal subterráneo entrante

E = evapotranspiración real

Qss= caudal de superficie saliente

Qts = caudal subterráneo saliente

ΔS = variación del almacenamiento (final - inicial). En condiciones ideales de


medida debe ser igual al error de cierre.

La E se calcula mediante el balance hídrico o mediante fórmulas empíricas (de


Coutagne, de Turc, o de Makkink) o directamente mediante evapotranspirómetros.
En cada caso, según el mecanismo de recarga y descarga del acuífero en estudio
y del intervalo de tiempo seleccionado para plantear el balance, cada uno de los
términos de la ecuación podrá o no aparecer. Por ejemplo, si se trata de un
acuífero limitado totalmente por fronteras impermeables, los términos Qte y Qts no
aparecerán, ya que no existe entrada ni salida por flujo subterráneo.
Si se trata de un solo acuífero que no tiene descarga por evapotranspiración ni por
afloramientos, los términos Qss y E serán suprimidos de la ecuación. Por otra
parte, la ecuación de balance para un mismo acuífero podrá variar de un intervalo
de tiempo a otro. En todos los casos, es necesario tener una idea más o menos
clara del comportamiento del acuífero para plantear su ecuación de balance.

El área utilizada para efectuar el balance de agua subterránea depende de varios


factores: por una parte, lo ideal sería efectuar el balance para todo el acuífero
(valle, planicie) a fin de conocer su potencialidad total; sin embargo, esto no
siempre es posible, debido a que la aplicación del balance requiere del
conocimiento del comportamiento del acuífero observado en pozos los cuales no
siempre se encuentran distribuidos en toda el área, sino sólo en una porción de la
misma. Por consiguiente, en muchas ocasiones el área de balance tiene que
limitarse al área con datos disponibles.

El área de balance puede estar limitada por fronteras reales, geométricas e


hidrológicas, tales como afloramientos o masas de agua (mar, lagos, etc), y por
fronteras virtuales, imaginarias.

Para realizar un balance hídrico lo principal es la adquisición de datos, por lo cual


se requiere que ésta se haga de la forma más precisa posible.

Se deben recoger datos:

Ø Precipitación (P): Se mide por la altura que alcanzaría sobre una superficie
plana y horizontal, antes de sufrir pérdidas. Para determinarla se usan los
pluviómetros y la unidad de precipitación es el milímetro de altura (1 mm).

Ø Evapotranspiración (ET): Se determina mediante cálculos basados en la


temperatura y humedad de la atmósfera y del suelo.

Ø Escurrimiento superficial o directo (ED): Se determina por aforos de cursos


fluviales.
Ø Escurrimiento subterráneo o base (ES): Se calcula por diferencia, una vez
conocidos los demás términos del balance hídrico, o por cálculos y experiencias
basados en la porosidad y permeabilidad de diferentes rocas.

Para establecer el balance hídrico se necesitan los datos de:

 Las precipitaciones medias anuales (con una serie de 5-10 años) del
máximo de estaciones meteorológicas disponibles.
 La evapotranspiración potencial media anual (de la misma serie de años).
 La reserva de agua útil (RU) o el agua que puede almacenar el suelo y
utilizar las plantas. Depende de:
 el tipo de suelola capacidad de campo (Cc): grado de humedad de
una muestra que ha perdido toda su agua gravitacional.
 el punto de marchitez (Pm): grado de humedad de una muestra tal
que la fuerza o succión que ejercen las raíces sobre el agua ya no
les permite sacar más agua. Esto quiere decir que la fuerza de
succión de las raíces no supera a la fuerza con la que dicho suelo
retiene el agua.
 la profundidad de las raíces.
 la densidad aparente del suelo.

Estos datos se pueden obtener experimentalmente o mediante tablas conociendo


el tipo de suelo.

4. QUE ES SALINIZACIÓN
Acumulación excesiva de sales, cloruros, sulfatos, carbonatos, bicarbonatos y
nitratos de sodio, potasio, calcio y magnesio en aguas y suelos, provocando el
deterioro de esos recursos naturales.

Un curso de agua superficial (río, arroyo), al pasar por un área con terrenos
salinos, se puede cargar con cantidades mayores de sales dando lugar a la
salinización del mismo.

Ejemplo de este fenómeno es el proceso por el cual, debido a la explotación


intensa del agua subterránea, se salinizan acuíferos dulces en la costa de los
mares, aumentando el contenido en sulfatos y cloruros de sodio y magnesio, entre
otros y tornando el agua no apta para consumo humano.

También hay muchísimos casos de salinización de suelos en zonas de regadíos,


donde por evaporación de las aguas en la zona capilar del perfil dejan en el suelo
las sales que llevan disueltas.

Además en las áreas bajo riego, y con sistemas de baja eficiencia en la aplicación
de las láminas de agua, es frecuente la salinización del acuífero freático o libre.

5. LOS PRINCIPALES PROCESOS DEL CICLO DEL AGUA


Evaporación. El agua se evapora en la superficie oceánica, sobre el
terreno y también por los organismos, en el fenómeno de la transpiración.
Dado que no podemos distinguir claramente entre la cantidad de agua que
se evapora y la cantidad que es transpirada por los organismos, se suele
utilizar el término evapotranspiración. Los seres vivos, especialmente las
plantas, contribuyen con un 10% al agua que se incorpora a la atmósfera.
En el mismo capítulo podemos situar la sublimación, cuantitativamente muy
poco importante, que ocurre en la superficie helada de los glaciares o la
banquisa.
Precipitación. La atmósfera pierde agua por condensación (lluvia y rocío) o
sublimación inversa (nieve y escarcha) que pasan según el caso al terreno,
a la superficie del mar o a la banquisa. En el caso de la lluvia, la nieve y el
granizo (cuando las gotas de agua de la lluvia se congelan en el aire) la
gravedad determina la caída; mientras que en el rocío y la escarcha el
cambio de estado se produce directamente sobre las superficies que
cubren.
Infiltración. El fenómeno ocurre cuando el agua que alcanza el suelo
penetra a través de sus poros y pasa a ser subterránea. La proporción de
agua que se infiltra y la que circula en superficie (escorrentía) depende de
la permeabilidad del sustrato, de la pendiente (que la estorba) y de la
cobertura vegetal. Parte del agua infiltrada vuelve a la atmósfera por
evaporación o, más aún, por la transpiración de las plantas, que la extraen
con raíces más o menos extensas y profundas. Otra parte se incorpora a
los acuíferos, niveles que contienen agua estancada o circulante. Parte del
agua subterránea alcanza la superficie allí donde los acuíferos, por las
circunstancias topográficas, interceptan la superficie del terreno.
Escorrentía. Este término se refiere a los diversos medios por los que el
agua líquida se desliza cuesta abajo por la superficie del terreno. En los
climas no excepcionalmente secos, incluidos la mayoría de los llamados
desérticos, la escorrentía es el principal agente geológico de erosión y
transporte.
Circulación subterránea. Se produce a favor de la gravedad, como la
escorrentía superficial, de la que se puede considerar una versión. Se
presenta en dos modalidades: primero, la que se da en la zona vadosa,
especialmente en rocas karstificadas, como son a menudo las calizas, la
cual es una circulación siempre cuesta abajo; en segundo lugar, la que
ocurre en los acuíferos en forma de agua intersticial que llena los poros de
una roca permeable, la cual puede incluso remontar por fenómenos en los
que intervienen la presión y la capilaridad.

6. RELACIÓN ENTRE EL AGUA SUPERFICIAL Y SUBTERRÁNEA


Los manantiales
Un manantial puede definirse como un punto de la superficie del terreno que de
modo natural descarga a la superficie una cantidad determinada de agua,
procedente de un acuífero o embalse subterráneo. La descarga de estos acuíferos
no se efectúa únicamente mediante los manantiales sino que también puede
producirse mediante evaporación al estar en contacto la zona saturada con la
superficie del terreno. En ocasiones, la descarga del embalse subterráneo se
realiza mediante la evapotranspiración de las plantas cuyas raíces alcanzan la
zona saturada.

Los términos fuente y manantial son sinónimos, si bien el primero puede referirse
también a las captaciones subterráneas y el uso del segundo se reduce
exclusivamente a las surgencias naturales.

Clasificación de los manantiales

Existen numerosos tipos de clasificaciones según el aspecto que sea considerado:


El tipo de materiales geológicos que constituyen el acuífero, la estructura del
terreno, el régimen del caudal o según la composición química y la temperatura de
sus aguas.

 Manantiales de ladera: Se producen en el punto donde la superficie


inclinada del terreno intercepta o corta una capa permeable. Suelen
encontrarse en las proximidades de la zona de contacto entre las
formaciones permeables e impermeables. Estos manantiales no
proporcionan grandes caudales, dado el reducido tamaño del embalse
subterráneo que drenan.
 Manantiales de valle: Se producen en las depresiones o en los valles en
los que el límite superior de la zona saturada (nivel freático) alcanza la
superficie topográfica.
 Manantiales intermitentes: Son aquellos en los que su caudal pasa de ser
muy escaso o nulo a ser muy importante durante breve tiempo, debido a
que la descarga se hace a través de un sifón. Estos manantiales son
exclusivos de las formaciones calcáreas carstificadas.
 Manantiales de fractura: En las rocas ígneas y metamórficas la circulación
y el almacenamiento de agua se hace fundamentalmente a través de las
zonas fracturadas (fallas y diaclasas). Por lo general estos manantiales son
de pequeño caudal y se extinguen en verano cuando se descarga el agua
almacenada a lo largo del plano de fractura.

Relaciones entre las escorrentías superficial y subterránea

El agua de los manantiales va a parar, directa o indirectamente, a un curso


superficial. Los caudales que los ríos llevan proceden en gran medida de la
escorrentía de las aguas de lluvia y del deshielo de la nieve, pero también incluyen
las aguas que han circulado por el interior de las rocas del subsuelo sin llegar a
alcanzar la zona saturada de los acuíferos subterráneos.

Para estudiar la aportación de agua subterránea que puede realizar un acuífero a


un río, o al contrario, la recarga que un embalse subterráneo puede recibir de un
curso de agua superficial, es fundamental conocer el tipo de conexión hidráulica
que hay entre ambos. Este vendrá dado principalmente por dos factores:

En la figura (A) se representa el caso de un río drenante o efluente que recoge las
aguas de las grandes llanuras aluviales en las zonas con pluviometría abundante
o con recarga debida a la infiltración de los excedentes del regadío.
Ej. El río Tietar, el río Alagón, el río Guadiana, etc.

En la figura (B) se esquematiza el caso de un río infiltrante o influente que, no sólo


no recibe ninguna escorrentía subterránea sino que pierde por infiltración parte de
su caudal, debido a que el nivel del agua en el cauce es más alto que la superficie
saturada de los materiales permeables contiguos. Este esquema es típico de las
zonas áridas o semiáridas en las que la infiltración de agua a través de los cauces
de los ríos constituye la principal fuente de recarga de los acuíferos.

Ej. El río Nilo a su paso por el desierto de arenas permeables.

Modificaciones introducidas por la acción del hombre

Los embalses suponen una variación en el régimen natural de los caudales de un


río, quedando algunos tramos fluviales totalmente secos aguas abajo del embalse.
Esta disminución en los niveles de agua del río conduce a que la recarga
producida en los acuíferos conectados hidráulicamente al río pueda verse
sensiblemente afectada. Este efecto puede ser especialmente importante en
aquellos acuíferos de países áridos cuya recarga se debe fundamentalmente a la
infiltración de las aguas del río en los periodos de crecida.

La creación de embalses produce también una elevación de la superficie freática


en el área más próxima que puede tener importantes consecuencias agrícolas,
haciendo el terreno demasiado húmedo para algunos cultivos o incluso
anegándolo; en algunos casos, es posible que se mejoren las condiciones de
áreas que inicialmente eran demasiado secas.

Por último, cabe decir que la influencia de la variación de niveles de las aguas en
los embalses puede alcanzar grandes distancias, produciendo cambios en los
niveles de los pozos y de las fuentes situadas a varios kilómetros del embalse.

Cuando los ríos son infiltrantes, es decir cuando la zona saturada queda por
debajo de su cauce, la derivación de las aguas reguladas del río mediante canales
o tuberías, suele dar lugar a una disminución de la recarga natural de los
embalses subterráneos. Es decir, la construcción de canales también puede tener
efectos análogos a los embalses, cuando están sobre terrenos permeables y sus
aguas no se filtran por estar revestidos.

Por el contrario, cuando la superficie del agua del canal queda más baja que la
superficie del nivel freático, actúan a modo de drenes y hacen descender la zona
saturada, dejando en seco algunos pozos o perjudicando a determinados cultivos.

En algunos lugares donde la recarga hidrológica es escasa, debido a las fuertes


pendientes o a la baja permeabilidad del terreno, se ha propuesto aumentar los
recursos de los acuíferos mediante la construcción de pequeñas presas de tierra
que ayuden a la infiltración.

7. AGUAS SUBTERRÁNEAS
El agua subterránea representa una fracción importante de la masa de agua
presente en los continentes, y se aloja en los acuíferos bajo la superficie de la
Tierra. El volumen del agua subterránea es mucho más importante que la masa de
agua retenida en lagos o circulante, y aunque menor al de los mayores glaciares,
las masas más extensas pueden alcanzar un millón o más de kilómetros
cuadrados (como el Acuífero Guaraní). El agua del subsuelo es un recurso
importante y de este se abastece a una tercera parte de la población mundial,1
pero de difícil gestión, por su sensibilidad a la contaminación y a la
sobreexplotación. El agua subterránea es parte de la precipitación que se filtra a
través del suelo hasta llegar al material rocoso que está saturado de agua. El agua
subterránea se mueve lentamente hacia los niveles bajos, generalmente en
ángulos inclinados (debido a la gravedad) y eventualmente llegan a los arroyos,
los lagos y los océanos.

Es una creencia común que el agua subterránea llena cavidades y circula por
galerías. Sin embargo, no siempre es así, pues puede encontrarse ocupando los
intersticios (poros y grietas) del suelo, del sustrato rocoso o del sedimento sin
consolidar, los cuales la contienen como una esponja. La única excepción
significativa la ofrecen las rocas solubles, como las calizas y los yesos,
susceptibles de sufrir el proceso llamado karstificación, en el que el agua excava
simas, cavernas y otras vías de circulación, modelo que más se ajusta a la
creencia popular.

Un acuífero es aquella masa de rocas permeables que permite la circulación y el


almacenamiento del agua subterránea por sus poros o grietas. Las rocas almacén
pueden ser de materiales muy variados como gravas de río, limo, calizas muy
agrietadas, areniscas porosas poco cementadas, arenas de playa, formaciones
volcánicas, depósitos de dunas e incluso ciertos tipos de arcilla. El nivel superior
del agua subterránea se denomina nivel freático, y en el caso de un acuífero libre,
corresponde al nivel freático.

8. AGUAS SUPERFICIALES
Son aquellas que se encuentran sobre la superficie del planeta. Esta se produce
por la escorrentía generada a partir de las precipitaciones o por el afloramiento de
aguas subterráneas. Pueden presentarse en forma correntosa, como en el caso
de corrientes, ríos y arroyos, o quietas si se trata de lagos, reservorios, embalses,
lagunas, humedales, estuarios, océanos y mares.

Para propósitos regulatorios, suele definirse al agua superficial como toda agua
abierta a la atmósfera y sujeta a escorrentía superficial. Una vez producida, el
agua superficial sigue el camino que le ofrece menor resistencia. Una serie de
arroyos, riachuelos, corrientes y ríos llevan el agua desde áreas con pendiente
descendente hacia un curso de agua principal.

Una área de drenaje suele denominarse como cuenca de drenaje o cuenca


hidrográfica.

La calidad del agua está fuertemente influenciada por el punto de la cuenca en


que se desvía para su uso. La calidad de corrientes, ríos y arroyos, varía de
acuerdo a los caudales estacionales y puede cambiar significativamente a causa
de las precipitaciones y derrames accidentales. Los lagos, reservorios, embalses y
lagunas presentan en general, menor cantidad de sedimentos que los ríos, sin
embargo están sujetos a mayores impactos desde el punto de vista de actividad
microbiológica. Los cuerpos de agua quietos tales como lagos y reservorios,
envejecen en un período relativamente grande como resultado de procesos
naturales. Este proceso de envejecimiento está influenciado por la actividad
microbiológica que se encuentra relacionada directamente con los niveles de
nutrientes en el cuerpo de agua y puede verse acelerada por la actividad humana.

9. EXPLOTACIÓN DEL AGUA


Más de la mitad del agua dulce accesible y renovable es utilizada para proveer de
agua potable, cultivo de comestibles, y en la producción de energía y otros
productos. En Europa, casi la mitad de la extracción de agua es para el
enfriamiento del sector energético. El restante es extraído para la agricultura, el
su-ministro público de agua y la industria. Globalmente, las mayores cantidades de
usos del agua son para el sector agrícola y los regadíos.

En la actualidad los seres humanos se apropian de más de la mitad del agua


dulce accesible y renovable. Algunos ex-traen excesivamente agua, mientras
millones carecen de los servicios básicos de agua.

La población y crecimiento económico son los principales conductores que


incrementan las presiones en los recursos hídricos. Si las tendencias actuales
continúan, muchas regiones en el mundo tendrán que enfrentar la escasez de
agua en las próximas décadas.

En Europa, el 13% del agua dulce accesible y renovable es explotada cada año.

Mientras que esta cifra parece indicar que la sequía y escasez de agua puede ser
fácil manejo en Europa, la distribución desigual de recursos hídricos y la población
a través del continente conduce a una situación de escasez en algunas regiones,
especialmente al sur. Muchos países mediterráneos están enfrentando una
enorme tensión por el agua. Incluso dentro de las fronteras nacionales, la
situación puede ser extremadamente heterogénea. En España, por ejemplo, la
escasez de agua es muy común en el sur (Andalucía), mientras en algunas
regiones del norte el agua es abundante.

Para monitorear y evaluar las tendencias del peso por los recursos hídricos
europeos, la Agencia Europea para el Medio Ambiente está utilizando el índice de
explotación hídrica (WEI). Este es el porcentaje del total de agua dulce extraído
anualmente comparado al total de los recursos de agua renovable disponible. Un
WEI encima del 10% implica que el recurso hídrico esta bajo tensión. Más de 20%
indica una tensión severa y claramente un uso no-sustentable.

En 2005, Chipre, Bélgica y España tenían el WEI más alto de Europa (64%, 32% y
30%, respectivamente). En las pasadas dos décadas, el WEI decreció en 24
países europeos, el total de la extracción de agua bajo al 15% (principalmente en
los estados miembros al Este de Europa debido a la declinación económica). El
total de la extracción de agua solamente se incrementó en cinco países desde
1990 al 2007.

La presión por el agua en los países e islas del Mediterráneo es habitualmente a


causa de las infrecuentes lluvias con lar-gas variaciones a través del año y entre
años. En el caso de las islas, el aislamiento geográfico y la imposibilidad de
generar a mayor distancia recursos hídricos puede aumentar la presión por el
agua.

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