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ECONOMÍA DE MERCADO

FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, PEDRO

I. CONCEPTO
Economía de mercado se dice de aquellas sociedades en las que los agentes económicos se especializan en la producción
de bienes y servicios y satisfacen sus necesidades materiales a través de intercambios voluntarios de los mismos en el
mercado. Por lo tanto, en la economía de mercado, los recursos escasos se asignan a través de la toma de decisiones
descentralizada de la totalidad de hogares y empresas que en ella interactúan. La antítesis de la economía de mercado es la
denominada economía planificada, donde son las decisiones de las autoridades, frente a la del resto de agentes económicos,
las que ejercen una influencia fundamental sobre la asignación de los recursos.

II. CARACTERÍSTICAS DE LAS ECONOMÍAS DE MERCADO


Mercado es el lugar donde concurren oferentes y demandantes para intercambiar sus productos. El libre funcionamiento del
mercado constituye un buen mecanismo para asignar eficientemente los recursos escasos que se encuentran en el mismo.
Aunque pudiéramos pensar que este hecho, la toma de decisiones descentralizada por parte de millones de agentes
económicos, pudiera conducir al sistema hacia el caos, en realidad supone el mejor de los mecanismos conocido. De hecho,
la evidencia histórica nos demuestra que es el sistema menos malo, y que aquellas sociedades que han organizado su
actividad económica de esta manera, han logrado importantes avances en el bienestar económico de sus ciudadanos. El
padre de la economía, Adam Smith, ya advirtió este hecho en 1776 y lo plasmó en su libro "La Riqueza de las Naciones".
Smith habló por primera vez de la existencia en la economía de una "mano invisible", que guía a los oferentes y demandantes
en el mercado. Todos ellos actúan intentando maximizar su beneficio, y con ello consiguen un beneficio social, a través de un
mayor crecimiento económico. Cuatro son las características básicas de las economías de mercado: permiten coordinar gran
cantidad de decisiones, permiten hacerlo sin necesidad de una dirección consciente, afectan a la distribución de la riqueza y
afectan al ciclo del producto.
1. El mercado como coordinador de decisiones
En el mercado concurren millones de consumidores o demandantes y otros tantos oferentes o productores. El mercado, a
través del mecanismo de precios, permite coordinar todas las decisiones de los actores implicados en el proceso
de intercambio. Por ejemplo, si en la actualidad todo el mundo quisiera vivir en el centro de las grandes ciudades, esto
provocaría un gran crecimiento de los precios de los pisos en aquellas zonas, al mismo tiempo que caería en picado el precio
de las viviendas en el ámbito rural. Gracias al sistema de precios no hará falta que ninguna autoridad decida quién viviría en
la ciudad y quién no. Al abaratarse las casas en el campo, pues pocos quieren vivir allí, muchos agentes económicos variarán
su decisión y preferirán quedarse en el campo, compensándose de esta manera los excesos de demanda y de oferta.
2. El mercado como coordinador inconsciente de decisiones
En los sistemas de mercado los agentes económicos toman decisiones en respuesta a señales públicas, como los precios, y
no tienen por qué comprender cómo tiene lugar la coordinación para que el sistema funcione. De esta forma, oferentes y
demandantes reciben información a través del mecanismo de precios. En función de la misma, pueden escoger alternativas y
decidir en consecuencia, como por ejemplo, si producir más porque pueden obtener más ingresos, o todo lo contrario porque
el precio de los bienes que producen es muy bajo y no obtienen apenas beneficios.

3. El mercado como distribuidor de la renta


El funcionamiento del mercado determinará que aquellos agentes económicos cuya oferta de bienes y servicios sea reducida
con respecto a la demanda, obtengan elevados ingresos y viceversa. De esta manera, los agentes económicos podrán
cambiar sus decisiones cuando varíen las condiciones del mercado, y si sus rentas están bajando podrán optar, por ejemplo,
por cambiar de actividad a otra que les reporte mayores ingresos.

4. La economía de mercado y el proceso de destrucción creativa


Las economías de mercado se encuentran siempre evolucionando. Cuando una empresa lanza un producto, y es la única que
lo produce, obtiene importantes beneficios, que terminarán por desaparecer cuando se vayan incorporando nuevas empresas
que produzcan bienes similares o bien cuando otras industrias saquen al mercado productos sustitutivos. Al final, por tanto,
puede ocurrir que la empresa que tuvo éxito acabe desapareciendo y otra tome el relevo. Esto es lo que el economista
austríaco Joseph Schumpeter denominó proceso de "destrucción creativa".

III. ARGUMENTOS A FAVOR DE LAS ECONOMÍAS DE MERCADO


Tradicionalmente se utilizan dos tipos de argumentos para justificar la bondad del sistema de mercado frente a otros
alternativos. Estos argumentos son de dos tipos: intuitivos y formales.

1. Argumentos intuitivos a favor del libre mercado


Al coordinar de manera eficiente las decisiones económicas de miles de agentes, el mercado se convierte en el mejor sistema
económico posible. Que un solo agente planificador, el gobierno, pudiera anticipar y planear los ajustes necesarios en cada
momento para un correcto funcionamiento del mercado, resultaría prácticamente imposible. Además, si el gobierno actúa e
impide que los precios se ajusten siguiendo las condiciones de la oferta y de la demanda, la "mano invisible" de la que habló
Adam Smith no funcionará y se producirá un desajuste en la natural coordinación que tiene lugar en el libre mercado. Por otra
parte, mediante esta descentralización de las decisiones, se consigue reducir el poder de los organismos decisores (el
Gobierno), y por tanto que los agentes económicos se encuentren menos coaccionados. Este efecto no siempre se consigue,
pues pueden existir grandes empresas o corporaciones, que ejerzan un gran poder social. De cualquier forma, en ausencia
del mercado, sería el gobierno el encargado de la toma de decisiones, pudiendo actuar de manera coercitiva y arbitraria sobre
los ciudadanos. De hecho, el Nobel de economía Milton Friedman vinculó la existencia de libertad económica al
mantenimiento de la libertad política, si bien no todos los economistas están de acuerdo con esta afirmación.

Por último, la búsqueda del máximo beneficio por parte de las empresas y la competencia que surge entre las mismas,
supone un importante incentivo para el crecimiento económico. La empresa no puede mantenerse estática, sino que debe
innovar, si quiere continuar colocando sus productos en el mercado y no desaparecer porque otras empresas lo hagan mejor.
De esta manera, la competencia existente en las economías de mercado, se traduce en mejoras tecnológicas, ganancias en
eficiencia y mayor crecimiento económico, que beneficia al conjunto de la sociedad. De hecho, quizás este sea el principal
argumento que explique el fracaso de la mayoría de economías planificadas. En las mismas desapareció cualquier tipo de
incentivos a la innovación, ya que no existía competencia, provocando su decadencia y colapso.

2. Argumentos formales a favor de las economías de mercado


Según demuestra el modelo de competencia perfecta, en el libre mercado se produce una asignación de los recursos
eficiente. Esto significa que resulta imposible mejorar la situación de un agente económico sin empeorar la de otro. El análisis
formal sobre el funcionamiento de este tipo de economías se suele realizar utilizando curvas de oferta y demanda. El mismo
demuestra que en economías de mercado perfectamente competitivas se maximizan tanto el excedente de los consumidores
(disposición del consumidor a pagar menos cantidad de la que paga realmente) como el de los productores (cantidad que
percibe un productor menos el coste de producirlo), logrando con ello la eficiencia asignativa.
IV. LA ECONOMÍA DE MERCADO NO SIEMPRE FUNCIONA CORRECTAMENTE
Hasta el momento se ha descrito cómo la economía de mercado es el mejor sistema económico de todos los posibles (o por
lo menos el menos malo). Sin embargo, en ocasiones no funciona correctamente y no asigna por sí solo de manera eficiente
los recursos escasos disponibles en la economía. En otros casos, aunque sí que asigna eficientemente los recursos, no
consigue alcanzar otros objetivos sociales diferentes de los económicos. Ambos fallos de mercado justificarían la intervención
del sector público en la economía.

Así por ejemplo, cuando la actividad de un agente económico afecta al bienestar de otro, decimos que se ha producido una
externalidad. Si dicha externalidad es negativa, el sector público se ve obligado a actuar, para que quede restituido el
bienestar del afectado. Si una empresa vierte residuos a un río, perjudica el medio ambiente y a los ciudadanos que en él
viven. En este caso no sólo se justifica, sino que resulta obligada la intervención del gobierno, que deberá exigir a la empresa
que no contamine y/o que repare lo contaminado.

Otro fallo de mercado característico lo constituye la existencia de un alto grado de poder de mercado. Esto ocurre, cuando
existe un único oferente (monopolio) o un grupo reducido de productores (oligopolio), que pueden influir en el mecanismo de
determinación de precios. Esto reduciría de manera considerable el excedente del consumidor, por lo que se debería
intervenir para conseguir aumentarlo.

Las formas en las que puede intervenir el estado en economía son muy variadas, y van desde la regulación, quizás la más
común de todas, a la fiscalidad (el establecimiento de impuestos), pasando por políticas de gasto público (por ejemplo
establecimiento de subsidios de desempleo), o que el propio estado se convierta en productor de bienes o servicios públicos
que nunca serían ofertados por el sector privado (empresas públicas).

Por último, resulta necesario señalar que en la actualidad las economías no son totalmente de libre mercado o
completamente planificadas. En la mayor parte de los países existen economías que combinan elementos significativos de
ambos tipos de sistemas (son economías de tipo mixto).

Pedro Fernández Sánchez

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