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LA IMPLOSIÓN DE LA MODA EN LAS SERIES TELEVISIVAS: El CASO DE

MUJERES DESESPERADAS.

Rafael Gómez Alonso


Clara Muela Molina
(URJC)

Resumen
El artículo pretende desentrañar las claves de representación de la moda en las series televisivas.
Lenguaje, estrategias de seducción y puesta en escena configuran distintas formas de entender las
prácticas de ocio, consumo e identidad, que de una manera directa e indirecta pueden incidir en los
futuros comportamientos del espectador recreando procesos miméticos adaptados a sus condiciones de
vida.

Palabras clave
Televisión, moda, representación.

1. La moda a través de la ficción televisiva


La incidencia de los productos de ficción en la configuración del imaginario social
establece que los espectadores tiendan a imitar comportamientos que ven reflejados, a
mimetizar actitudes (por ejemplo se utilizan argots o frases hechas registradas en
películas o programas televisivos que han causado cierto impacto y que tienden a
repetirse), o incluso a vestirse como han visto representados a ciertos iconos en las
pantallas mediáticas. En este sentido la moda queda patente a través de los medios de
comunicación de manera directa a través de la publicidad o a través de los estereotipos
que representa en sus producciones, como es el caso de las series de ficción en donde se
establecen distintos tipos de identificación entre personajes y espectadores.
El lenguaje de la moda ha sido una constante en las producciones más representativas,
especialmente en las series estadounidenses, que reflejan los comportamientos y estilos
de vida contemporáneos. En la mayor parte de las lógicas narrativas de esos relatos
audiovisuales quedan expuestos ciertos modos de seducción en donde el lenguaje
corporal y expresivo, las actitudes, comportamientos y vestuario marcan la identidad
física y estilos de vida, pero no en todas se establece una cierta identidad entre el star
system mediático y el star system modelo.
Ya en algunas series clásicas como Los ángeles de Charlie, interpretada por Kate
Jackson, Farrah Fawcett-Majors y Jaclyn Smith, quedaban reflejadas las constantes
identitarias de modelos femeninas de su época a través de las aventuras e intrigas de tres
mujeres policías; tanto es así que llegaron a convertirse en iconos de las revistas del
corazón y auspiciaron una gran mitomanía. Otra popular producción de ficción, en
cierto modo similar a la anterior pero esta vez a través de la constitución de modelos

1
masculinos, fue el caso de Corrupción en Miami protagonizada por los actores Don
Johnson y Philip Michael Thomas en donde quedaba patente el lujo de dicha ciudad y
de sus habitantes estilizados por un estilo de vida que englobaba un universo que podría
ser interpretado como un sub-paraíso modélico de estilos de vida camuflados, eso sí, por
la corrupción.
En otros casos la actitud explícita y vacía del comportamiento de los personajes así
como la puesta en escena ha estado más cercana a un desfile de modelos y la ficción
argumentativa sólo se ha limitado a mimetizar las tramas aparecidas en la continuidad
de los episodios; es el caso de Los vigilantes de la playa en donde en diversas
secuencias, a modo de conjunto de planos vacíos de trama argumentativa1 y de excesiva
duración, simplemente puede percibirse la exhibición de cuerpos esbeltos; de hecho la
serie podría interpretarse en sí misma como un escaparate de modelos luciendo sus
cuerpos en la playa.
También de manera tangencial, la cuestion de la moda ha quedado reflejada no sólo en
la puesta en imagen de los protagonistas sino en su propio discurso a través de
planteamientos dialécticos en donde se argumenta el cómo sentirse bien, cuidarse,
establecer distintos tipos de relaciones y propiciar diferentes estilos de vida acordes con
las situaciones cotidianas, como es el caso de Sexo en Nueva York en donde a través de
la narración de la actriz Sarah Yessica Parker que actúa como eje vertebral del discurso
audiovisual y que encarna al personaje de Carrie, cuenta las vivencias y peripecias con
su grupo amigas (Charlotte, Miranda y Samantha) y sus relaciones esporádicas en su
vida diaria sin ningún tipo de prejuicios. Cada actriz representa un prototipo de mujer
(estereotipos): una rubia con mechas, otra morena, otra pelirroja y, finalmente, una rubia
platino, cada una con actitudes diferentes que permite que cualquier espectadora pueda
llegar a identificarse con alguna de ellas en algún determinado momento. En la serie
aparecen menciones directas al mundo de la moda; de hecho se percibe el lujo a través
del dinero que se gastan en ropa, son amigas de los dependientes de algunas casas de
vestidos de alta costura como Prada, están enganchadas a las revistas de moda como
Chanel y a través de los episodios se hacen guiños a distintos tipos de marca de ropa
configurándose como una de las señas de identidad de este éxito de ficción
norteamericano.
Tanto en las producciones ejemplificadas anteriormente como en muchas otras, la moda
queda patente en la forma de entender un estilo de vida, en las actitudes,
comportamientos y en las aficiones a determinadas prácticas de ocio y consumo
proyectando en el espectador televisivo distintos hábitos que luego tiende a mimetizar
en su vida cotidiana siempre y cuando pueda permitírselo, para el caso de objetos y
prendas de alto coste económico.
Como brecha final a este breve recorrido por algunas de las producciones en donde
quedan plasmados recursos e ideaciones en donde se percibe al personaje no sólo como
estrella mediática sino como modelo prototipo de canon estético similar al de las
revistas de moda, cabe citar el caso de la popular producción televisiva Mujeres
Desesperadas, creada por Marc Cherry, en el que vamos a centrar nuestro estudio. En
dicha serie se cuenta la historia de cuatro amigas y sus relaciones familiares, personales
y comunitarias. Las protagonistas son Susan Mayer, interpretada por la actriz Tery
Hatcher2, que asume el rol de mujer divorciada y busca el cariño en uno de los nuevos

2
vecinos (Mike Delfino) recién llegado al barrio; Lynette Scavo, interpretada por Felicity
Huffman3, madre de cuatro niños (reciente ama de casa), casada con un ex-compañero
de trabajo y que trata de que su marido sienta la misma pasión por ella que cuando
trabajaba en la oficina; Bree Van de Kamp, interpretada por Marcia Cross4, mujer
maniática por la perfección, que quiere dar celos a su marido cuando este le pide el
divorcio y una vez de que se ha enterado que ha optado por recurrir a mantener
relaciones con prostitutas; y Gabrielle Solis, interpretada por Eva Longoria5, que cobra
el papel de una modelo retirada por la alta economía de su marido (multimillonario
ejecutivo) al que engaña con el jardinero. Junto a ellas aparece otro icono femenino
atractivo en un papel secundario, es el caso de Edie Britt, interpretada por la actriz
Nicolette Sheridan, que asume el papel de mujer que utiliza cualquier estrategia
seductora para conseguir una relación con quien se proponga. El resto de elenco de
personajes está formado por los maridos, compañeros y vecinos que pueblan dicha
comunidad.
El nexo común de la serie que transcurre junto a las tramas personales de cada
protagonista gira en torno al descubrimiento del suicidio de una de sus vecinas y amigas
(Mary Alice), que a su vez asume la voz de narradora de la serie para introducir todo
tipo de datos y elementos de las personalidades del elenco de habitantes que pueblan el
barrio donde transcurren la mayor parte de las historias. En este sentido la voz de la
narradora es primordial para presentar intrigas y desvelar parte de las identidades que a
primera vista son imperceptibles en los iconos de estos personajes desesperados6.

2. Modelos desesperadas: representaciones y estereotipos.


Las actrices atraen la atención no sólo de los espectadores sino sobre ellas mismas y su
entorno; están preocupadas por seducir. La seducción incluye el sentirse bien con su
comunidad, estar a la altura de las circunstancias (denotando ciertos rasgos
protocolarios que a veces son atenuados de forma burlesca o cómica) para quedar
incluso por encima de sus compañeras con el objetivo de ser deseables.
En la serie se perciben dos mundos de acción: uno interior (doméstico o familiar) y otro
exterior (comunitario). En el mundo interior las actrices adoptan comportamientos
distintos o variables respecto al del exterior, y a través de esa ambivalencia se
constituyen los personajes con sus manías, sus vicios y aprensiones. Junto a estos rasgos
psicológicos conocemos como visten y cuales son sus estilos de vida y su lenguaje
(formas de hablar, tonos, comunicación verbal y no verbal, etc.). Todo ello forma parte
de la constitución de la moda como un proceso sociológico y cada personaje adopta una
postura como “modelo” o tendencia a seguir.
La presencia de lo femenino en la serie queda marcada desde el título hasta la voz de la
narradora, omnisciente y a su vez ausente7 desde los primeros minutos del primer
episodio en donde el espectador vislumbra su propio suicidio. Pero la puesta en imagen
queda marcada por las acciones desarrolladas por las protagonistas, y en este sentido el
papel masculino suele quedar relegado a un segundo lugar (exceptuando el caso del
personaje de Mike) ya que la seducción no sólo es un arma de atracción hacia lo
masculino sino hacia lo femenino, es decir, se establece un simulacro de competición

3
por ser la más atractiva de cara a los objetivos con su pareja aunque es necesario darlo a
conocer a sus “amigas-competidoras”
Las pautas de acción, comportamiento y puesta en escena codifican ciertas estrategias
de seducción que presentan y representan actitudes similares a las de los estereotipos de
belleza que aparecen en diversos discursos publicitarios en torno a los objetos y
complementos de moda. La pose, los juegos de miradas y su manera de vestir hacen
entrar al espectador en un universo similar al que se percibe en las revistas de belleza.
Los estereotipos configurados marcan sus propios territorios y líneas de actuación, sea
en espacios públicos o privados, en entornos familiares o sociales, para poder ejercer
determinadas estrategias de seducción y dejar patente los distintos tipos de situaciones
que pueden darse en diferentes estratos de clase social (oficinista, yuppie, ama de casa,
modelo), económica (aparecen representaciones de personajes millonarios, de clase
media, clase media-baja, humildes e incluso arruinados8), estética (con apariencias
modélicas e insinuadoras como el caso de Eddie, joviales atractivas como Gabrielle, con
cierta actitud desenfadada como Susan, clásicas como el caso de Bree, con tendencia al
abandono estético como Lynette, e incluso humildes como el caso de la señora Martha
Huber que asume el papel de cotilla del barrio), ética (liberales, conservadoras, sumisas,
dogmáticas, prejuiciosas), comportamentales y psicológicos (temperamental, seria,
dulce, agresiva, tranquila, intimista, explícita, agotada).
Una de las características esenciales de esta serie se basa en la mezcla de roles en
distintas situaciones que hace que un determinado personaje no obedezca a un rol
predeterminado de antemano, es decir, aunque cada individuo posee su propia
personalidad, a veces se aprecian cambios inesperados que alteran su percepción
adquirida. De esto modo se asiste a un “bricolage” de personalidades. Así por ejemplo,
los estados de ánimo o ciertos tipos de relación entre personajes permutan sus
constantes psicológicas tanto de manera positiva a negativa como viceversa, y esa es
una de las claves del éxito de su narración; son personajes redondos y activos que van
cambiando como cualquier persona en función de los acontecimientos.
A través de los diversos parámetros que caracterizan las actitudes de los personajes y
que podían exponerse mediante comparaciones de diferenciales semánticos (entre los
ejes de PARECER y SER), se obtienen diferentes tipos de criterios que sirven para
representar el conjunto de variables que se pueden percibir en cualquier enclave del
relato, y por ende de la sociedad contemporánea. Es por ello por lo que los espectadores
tienden a identificarse no sólo con los personajes que sienten más atracción por cierta
similitud ante ellos (de la que pueden, o no, ser conscientes) sino con la imagen que
proyectan sobre ellos en referencia a sus estilos de vida, sus modos de pensar, sus
actitudes y por sus formas de consumo (materiales y objetos domésticos, de ocio,
alimentos, etc.).
Las protagonistas quedan convertidas en iconos de belleza por su físico, que junto a las
tramas de seducción, saben o conocen facetas para estar atractivas, y de este modo
delimitar su propia identidad en el entorno en que conviven. Cada actriz obedece a unas
pautas personales que genera su propio estilo. Así por ejemplo, Susan se presenta como
un mujer alegre y con cierto aire de despiste y actitudes torpes, ingenua, que a veces
suele llegar al desequilibrio emocional e intenta utilizar cualquier treta para seducir a su
vecino Mike; Gabrielle, de vida aparentemente feliz, posee todo lo que quiere, pero

4
necesita ser atraída por alguien más que su marido (Carlos Solis) y utiliza su belleza
para mantener una relación con su jardinero, los habitantes de la comunidad perciben su
belleza y su objetivo es mantenerse jovial9 y ser deseada (de hecho no quiere quedarse
embarazada para no estropear su físico); Bree adopta un papel de mujer perfeccionista,
escrupulosa, dura, conservadora, autosuficiente y autoritaria aunque infeliz ya que no se
ve correspondida con la relación de su marido y es capaz de disfrazarse de prostituta
para intentar satisfacerle (de este modo el personaje puede llegar a adoptar una doble
identidad para forzar la atracción hacia su cuerpo); y Lynette asume un rol de mujer
cansada por el cambio de rol de ejecutiva a ama de casa en donde tiene que criar a sus
depravados hijos y en donde se percibe un desequilibrio emocional por no poder llegar a
ser lo que aparentemente busque su marido que apenas aparece por casa (su forma de
vida se aprecia en cómo apenas tiene tiempo para arreglarse y sus estrategias de
seducción se ven cada vez más limitadas y ridículas hacia su pareja)
En líneas generales, el proposito final de los personajes es establecer un simulacro de
identidad (OCULTAR) en donde la imagen externa esté por encima de su propia
personalidad, es decir, camuflar la verdadera identidad (SER), arropándose con
actitudes seductoras (PARECER) con tal de que su icono de belleza sea el móvil para
conseguir sus objetivos (HACER SABER). De tal modo que se pretende embellecer la
apariencia física para atraer la mirada de los “otros”, en tanto que esos “otros” están
formados tanto por los personajes de su alrededor como por los espectadores televisivos
que establecen sus proyecciones e identificaciones de estilo de manera particular.

3. Los iconos deseables


El culto al cuerpo forma parte del lenguaje que se quiere transmitir. Los instintos y
atributos de seducción (como es el caso de la coquetería) son las estrategias que utilizan
las protagonistas para conseguir sus objetivos a la vez que forman parte de las señas
identificativas de la posición, clase y género que adoptan los personajes. De hecho la
trama principal sobre la que gira la película (descubrimiento del secreto de un
determinado asesinato y su relación con el suicidio de la narradora) no es más que un
elemento secundario10 para la construcción del relato, mientras que lo que interesa es el
sistema de expectativas que generan las protagonistas sobre su vida diaria, tramas que,
por otra parte forman la lógica de cualquier telenovela con la singularidad de que en
este caso es tan importante el discurso como la puesta en escena que es en donde
verdaderamente se generan esos procesos de seducción.
Mediante la puesta en escena se observa como la mirada de los personajes confabula un
juego basado en la coquetería, adornada con cierto erotismo. Lo importante es ser
aceptado por el otro a través de insinuaciones como parte de su entorno, estableciéndose
de este modo una sociabilidad que, como indica el filósofo Georg Simmel, tiende a
percibirse como un juego travieso e irónico. Este proceso es muy similar al que adopta
la publicidad en la representación de sus modelos como se puede observar en cualquier
spot o valla publicitaria en donde determinados iconos insinúan de manera erótica la
compra de determinados productos.
La ropa (si bien los personajes no solo se arreglan para determinadas ocasiones sino que
en el interior de sus casas permanecen continuamente arreglados), adornos y otros

5
objetos (como pudiera ser un determinado vehículo) forman también parte del
entramado de atracción. En toda la narración se percibe la preocupación por como
seducir e incluso el propio hecho de las tácticas de seducción es motivo de algunos de
los diálogos entre los personajes.
En líneas generales y a modo de conclusión, la moda se representa a través de la ficción
televisiva popular como la conjunción entre la identidad psicológica y social, los modos
de hacer (comportamiento narrativo) y el físico o imagen externa que ofrece
determinado icono a través de su vestuario, consumo y lenguaje; y a través de la
información de todas las variables el espectador percibe una identidad global del
conjunto de personajes o hábitat que puebla dicha comunidad y una identidad particular
de cada individuo concreto. Si la comunidad que se le presenta le es afín o creíble al
receptor le resultará más fácil crear una proyección individual similar a la de los
personajes.

Bibliografía utilizada

Entwistle, J., El cuerpo y la moda, Barcelona, Paidós Contextos, 2002.


Escudero Chauvel, L., “El secreto como motor narrativo” en Telenovela. Ficción
popular y mutaciones culturales, VERÓN, E. y ESCUDERO, L. (comps.),
Barcelona, Gedisa, 1997, pp. 73-85.
Goodman, E., La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires,
Amorrortu, 1997.
Gómez Alonso, R. “Moda y modos en la representación audiovisual” en Primer
Congreso Internacional de Análisis Fílmico, Madrid, UCM (Ciclos de Otoño) /
Universidad de Castellón, [en prensa].
Lacalle, C. “Deconstruir la moda. El universo significativo de Vivienne Westwood”
Designis, nº 1 (2001), Barcelona, Gedisa.
Simmel, G. Cuestiones fundamentales de sociología, Barcelona, Gedisa, 2002.
V.V.A.A. Desperate Housewives: Behind closed doors, EEUU, Hyperion, 2005.

NOTAS

1
Lo que se conoce en el argot cinematográfico como “plano almohada”.
2
El icono de esta actriz ya estaba consolidado a través de la emisión de otras series en las que había
participado como el caso de Lois & Clark o en la saga televisiva de Superman.
3
Nominada a un Globo de Oro en 1999 por su papel en la comedia Sports Nights, y reconocida por su
trabajo en diversas películas cinematográficas, obras teatrales y series televisivas en el panorama
internacional, aunque para el espectador de la pantalla española es mayormente recordada por papeles
esporádicos en capítulos de series como Frasier o Expediente X.

6
4
La actriz era conocida con anterioridad por interpretar distintos papeles en otras series televisivas como
Cheers, Seinfeld o Melrose Place.
5
Elegida en el año 2005 por la revista Maximi como la actriz más sensual de la televisión, y por la revista
Variety como uno de los diez rostros de mayor atracción. Ya en el año 2003 también había sido elegida
por la publicación People’s; y durante el verano del año 2005 también se ha podido ver su rostro a través
de la campaña publicitaria de cosméticos L’Oréal París como prototipo de su producto capilar “Elvive
Liso Intenso”.
6
En uno de los episodios explican el porqué de su desesperación: Lynette por salir fuera de su hábitat,
Gabrielle por tener aquello que desea aunque no sepa que quiere, Bree porque quiere que la vida vuelva a
ser perfecta aunque nunca lo llegue a ser, y Susan por querer tener un futuro mejor si encuentra la forma
de escapar de su pasado.
7
En cierto modo hay un guiño a la película American Beauty tanto por su presentación como por su estilo
narrativo.
8
En los últimos episodios de la primera temporada de la serie se deja constancia de que el matrimonio de
Gabrielle con Carlos Solís está viviendo uno de sus peores momentos al verse arruinados
económicamente, pero incluso en este caso la presentación de la imagen es muy importante de cara a los
demás: la limpieza y el vestuario deben cuidarse antes que cualquier otra cosa incluso aunque algunos de
los vecinos sepan por la fase de precariedad que atraviesa la pareja. De tal modo que el icono de belleza
está por encima de cualquier problema económico o social que pueda aparecer.
9
La idea insistente de representarse como un icono jovial también queda patente en la serie Sexo en
Nueva York.
10
El director cinematográfico Alfred Hitchcock, muy proclive a utilizar este tipo de técnicas narrativas,
denominaba a este procedimiento como “macguffin”.

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