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DIRECCIÓN DE CAPACITACIÓN Y TALLER DE PREPARACIÓN PARA SOLICITANTES DE ADOPCIÓN

REGISTRO DE LA INFORMACIÓN 1° MÓDULO: MOTIVACIÓN Y EXPECTATIVAS PARA LA ADOPCIÓN

LECTURAS
TALLER DE PREPARACIÓN PARA
DIRECCIÓN GENERAL DE ADOPCIONES
SOLICITANTES DE ADOPCIÓN 1

2018

1° MÓDULO:
MOTIVACIÓN Y EXPECTATIVAS PARA LA ADOPCIÓN

MINISTERIO DE LA MUJER Y POBLACIONES


VULNERABLES – MIMP

2018
DIRECCIÓN DE CAPACITACIÓN Y TALLER DE PREPARACIÓN PARA SOLICITANTES DE ADOPCIÓN
REGISTRO DE LA INFORMACIÓN 1° MÓDULO: MOTIVACIÓN Y EXPECTATIVAS PARA LA ADOPCIÓN

1° Lectura:
LA MOTIVACIÓN PARA LA ADOPCIÓN1

La adopción es una medida legal de protección para niñas, niños y adolescentes (NNA)
declarados judicialmente en estado de abandono. Es una manera de garantizar su
derecho a vivir en familia, debidamente protegidos y amados con las mejores
condiciones de crianza y desarrollo.
2
La adopción se realiza mediante un proceso administrativo por el cual un niño o una niña
nacidos en una familia concreta se convierten en el hijo o la hija de otra familia,
perdiendo la vinculación jurídica con su familia biológica y convirtiéndose a todos los
efectos y para siempre en el hijo o la hija de su familia adoptiva.
La idea personal o familiar de adoptar sigue un proceso a través del cual se convierte en
un proyecto de adopción, ya que la decisión de adoptar se basa en un proyecto de
ampliación de la familia, aunque formada por una vía distinta a la habitual. “Es un
proyecto para toda la vida, tan permanente como el de la maternidad o la paternidad
biológica. Quienes adoptan contraen con los adoptados las mismas obligaciones y los
mismos compromisos que cualquier padre o cualquier madre tiene respecto a sus hijos
o hijas. Pero ser padre o madre adoptivo tiene algunas implicaciones adicionales que
hacen la adopción más compleja que la maternidad y la paternidad biológica, porque los
niños, las niñas y adolescentes adoptados tienen los mismos derechos y las mismas
necesidades que otros niños, niñas y adolescentes, pero tienen además algunos
derechos y algunas necesidades adicionales, relacionados con sus antecedentes, con su
historia previa y con su desarrollo tras la llegada a la familia adoptiva”2
Hablemos ahora de las niñas, niños y adolescentes en situación de adoptabilidad ( 3)

1 La DCRI ha elaborado este material en base al texto elaborado por Palacios, Jesús “La aventura de adoptar”. Guía
para Solicitantes de Adopción Internacional”. Universidad de Sevilla, octubre 2009. Edita y distribuye: Ministerio de
Sanidad y Política Social. Madrid, España.
2
Ibídem. Pág. 15.
3
Situación de adoptabilidad jurídica y psicosocial. La adoptabilidad jurídica, hace referencia a la sentencia de
abandono y consentida de la misma, dictada por un Juez que determina una situación de abandono; para que esto
ocurra, se realiza un proceso de investigación tutelar que compruebe la situación de desprotección familiar y que el
menor de edad no tenga familia ampliada que pueda hacerse cargo de él. El término consentida hace referencia a la
publicación de esta sentencia durante un tiempo determinado, luego del cual si no hay apelaciones, el juez declara
consentida la sentencia. La adoptabilidad psicosocial se refiere a las condiciones psicológicas y sociales de la niña,
niño o adolescente para ser promovido en adopción; es decir, que no cuente con familia ampliada que pueda hacerse
cargo de él, o que no haya desarrollado vínculo con dicha familia, si la tuviera, y que el niño, niña o adolescente
consienta en ser adoptado.
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Para que la adopción sea posible, una niña, niño o adolescente tienen que haber sido
considerado adoptable por medio de una declaración judicial de esta situación.
La declaración judicial “puede deberse a que un recién nacido haya sido abandonado,
[…] o que la declaración de desprotección familiar haya ocurrido tras haberse
comprobado que la niña, niño o adolescente estaban en situación de desamparo o de
otro tipo de maltrato y que sus padres no han asumido responsable y eficazmente […]
sus obligaciones parentales. Además, el estado de desprotección familiar implica que no 3
hay en el entorno de la niña, el niño o adolescente alternativas familiares adecuadas
para asumir su cuidado y educación […] o bien que esos contactos se consideran
indeseables y perjudiciales para el/la menor de edad, tanto en el momento presente
como en el futuro”4.
Las características de estas niñas, niños y adolescentes “existen en gran diversidad. Hay
niños, niñas, mayores, solos y con hermanos, sin serios problemas y con problemas
importantes (de salud, psicológicos, educativos…). En los casos en que hay problemas,
pueden o no ser evidentes en el momento de la adopción y pueden evolucionar de
manera diversa, siendo posible tanto adoptar a un niño o una niña con muchos
problemas de partida que luego evolucionan muy favorablemente, como adoptar a al-
guien sin serias dificultades iniciales pero con una evolución posterior más complicada”5.
La adopción implica aceptar al niño, niña y adolescente con todo lo que conozco o
desconozco de su historia, “porque por más información que se tenga y a veces no se
tiene, la evolución posterior de la niña, del niño o adolescente no está escrita en ningún
sitio. Se podrá argumentar, en parte con razón, que eso mismo ocurre en el caso de la
maternidad y paternidad biológica; sin embargo en este caso se tiene mucha
información sobre los antecedentes familiares, sobre el desarrollo del embarazo y el
parto, sobre las circunstancias en las que han pasado los primeros meses o los primeros
años del niño o la niña. Claramente, la incertidumbre existe, pero está más atenuada.
En el caso de la adopción,[…] la información sobre todos esos temas es más limitada o
es inexistente, lo que hace el pronóstico de futuro más incierto.
La evolución de la niña, niño o adolescente va a depender en grandísima medida de las
relaciones que sus adoptantes mantengan con ellos, de la estimulación y el cariño que
les den y de la forma en que les ayuden a resolver las dificultades que se les puedan
plantear. Pero puede también depender de los antecedentes de la niña, niño y
adolescente, de sus experiencias pasadas y de la huella que sobre él/ella dejaron.
Adoptar es aceptar esta incertidumbre e incorporar a una familia la historia vital de

4
Ibídem. Pág.19.
5
Ibídem. Pág.19, 20.
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aquellos a quienes se adopta, tanto la historia pasada como la que está por venir.
Adoptar es hacerse cargo de todo eso desde la muy especial responsabilidad que
significa ser padre o ser madre, que además se es para siempre”6.
[…] todas las personas adoptadas han tenido una separación de sus familias de origen;
todas ellas han pasado a vivir con una nueva familia; pueden tener conciencia de esa
separación por haber ocurrido a una edad en que ya se es consciente de las cosas, o
pueden adquirir esa conciencia más adelante, cuando comprendan que si ahora están 4
con esta familia es porque antes hubo otra con la que no pudieron continuar. Y tendrán
que incorporar el hecho de la adopción a su identidad, a la comprensión de sí mismas y,
con frecuencia, a su relación con otras personas. En distintos momentos a lo largo de su
vida, de forma seguramente inevitable, las personas adoptadas piensan en estas cosas,
se hacen preguntas para las que no siempre tienen respuesta y pueden experimentar
sentimientos de confusión que son completamente normales y que requerirán una
respuesta sensible por parte de los adoptantes […]
Existe a veces la idea de que los adoptados son huérfanos cuya vida empieza de nuevo
gracias a la adopción. Ninguna de esas dos ideas es correcta. Por un lado, toda niña, niño
o adolescente procede de una familia, la haya conocido o no, haya o no vivido con ella;
en prácticamente todos los casos, esa familia sigue existiendo en algún lugar. Por otro
lado, muchos adoptados/as han pasado algún tiempo con esa familia o con otras que
han venido después, y han tenido experiencias familiares probablemente muy
negativas, pues de otra forma no estarían en condiciones de ser adoptados. Además,
son mayoría los que han tenido experiencias en instituciones que la mayor parte de las
veces no responden a lo que una niña o un niño o adolescente necesitan. Esto significa
que todos los adoptados tienen una familia y una historia previa (como mínimo, en el
caso excepcional de los adoptados muy pequeñitos, tienen una historia genética, una
historia prenatal y, habitualmente, una historia institucional). Adoptar es hacerse cargo
de esa historia, respetarla y hacer todo lo posible por continuarla con una historia nueva
más dichosa y positiva. Pero siempre teniendo en cuenta que al cambiarla, la historia
previa nunca desaparece por completo, sino que de una u otra forma, con mayor o
menor intensidad, estará siempre presente […]
[…] puede ocurrir que la niña, el niño o adolescente adoptado haya sido separado de
algún familiar (por ejemplo, algún hermano o hermana) con el que quiere seguir
manteniendo contacto, contando con la opinión favorable al respecto de los
profesionales que han intervenido en la adopción. Esta circunstancia es un buen ejemplo
de lo que significa aceptar e integrar la historia previa del menor en su nueva familia,

6
Ibídem. Pág.20.
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pues los adoptantes tendrán que tomar decisiones respecto a esos contactos y ayudar
al niño o la niña en las vivencias que le susciten7.
“Adoptar es hacerse cargo de todas esas características, de toda esa historia, de todo
ese pasado, integrándolos en la vida familiar y en la relación con la niña o el niño o el/la
adolescente. Y adoptar es, por supuesto y sobre todo, pensar también en el futuro, en
construir para el niño o la niña o adolescente y para la familia toda una nueva historia,
una realidad más positiva y prometedora, unas relaciones marcadas por la protección, 5
el afecto, la estimulación y por la sensibilidad para estar pendiente de las necesidades
del adoptado o la adoptada, dándoles una respuesta satisfactoria”8
Los/as adoptantes
“Con mucha frecuencia, quienes desean adoptar se preguntan por qué es necesario
valorar su idoneidad, cuando a nadie se le valora para determinar si puede o no ser
padre o madre. La explicación es muy sencilla: en el caso de la maternidad o la
paternidad biológica, son los progenitores los que tienen la responsabilidad de tomar la
decisión sobre alguien que sencillamente no existe, que será su futuro hijo o hija. Las
cosas son muy diferentes en el caso de la adopción: existe un niño o una niña que está
bajo la responsabilidad de las autoridades que se encargan de la protección de la
infancia y que, dadas sus muy especiales circunstancias, ha sido considerado adoptable.
Como se ha analizado anteriormente, ese niño o esa niña tienen una cierta edad y una
historia previa de adversidad. Es obligación de esas autoridades tratar por todos los
medios de buscar para ese niño, niña o adolescente una familia que sea capaz no sólo
de integrar en ella a alguien con el que no tiene ninguna relación y que le es
completamente desconocido, sino también de hacerse cargo de sus posibles dificultades
y de reconvertir su anterior historia de adversidad en una nueva historia, positiva,
saludable y tan feliz como sea posible.
Para estos niños y niñas es crucial asegurarse que de ninguna manera se van a repetir
experiencias de negligencia, abandono, rechazo, maltrato, falta de estimulación y
carencia de amor. Por el contrario, lo que estos niños, niñas y adolescentes necesitan
son experiencias que vayan en sentido totalmente contrario y que les ayuden a superar
las posibles secuelas de la adversidad previa. Es evidente que no todas las personas
están en condiciones de ofrecer este ambiente familiar estable, positivo, reparador y
constructivo.
Lo que se busca a través de la valoración de idoneidad no son cualidades extraordinarias.
No hacen falta, por ejemplo, recursos económicos o de vivienda fuera de lo común, pero

7
Ibídem. Pág.21.
8
Ibídem. Pág.22.
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sí hay que asegurarse de que la familia va a disponer de los medios económicos y de las
condiciones de vivienda que se necesitan para incorporar a un nuevo miembro y atender
a sus necesidades materiales y educativas. No hace falta tampoco, por ejemplo, tener
una vida de pareja en la que jamás haya tensiones o conflictos, sino tratar de asegurarse
por todos los medios de que haya una estabilidad y una armonía familiar que eviten para
el niño o la niña la repetición de experiencias familiares traumáticas. Tampoco hacen
falta unas cualidades personales o educativas excepcionales, ni conocimientos
6
profesionales sobre la infancia y su educación, pero sí asegurarse al máximo de que
quienes se proponen adoptar vayan a poder hacerse cargo de un niño o una niña
desconocido, casi siempre con historias previas de cierta complejidad, así como que, con
tanto cariño como paciencia y perseverancia, vayan a ser capaces de encauzar su
crecimiento, su desarrollo y su educación de manera sana y positiva, con sensibilidad a
sus necesidades y con capacidad para responder a ellas [...]
La idoneidad de una persona o de una pareja para la adopción debe decidirse pensando
no sólo en los momentos iniciales tras la llegada del niño o la niña, sino teniendo
también presentes sus necesidades cuando llegue a la adolescencia o en los primeros
años de su juventud. Un niño o una niña pequeñitos necesitan que haya un adulto
disponible, atento, sensible, cuidadoso, constante y cariñoso. Muchas personas de muy
distintas edades pueden responder a esas necesidades. A medida que se van haciendo
mayores, las necesidades de chicos y chicas se multiplican, se hacen más diversas,
complejas y exigentes. Hacen falta buena dosis de flexibilidad y de energía para
responder a las idas y venidas, a las actividades y relaciones de diverso tipo, a las
tensiones que en la familia provocan los nuevos intereses, los horarios más complicados
o las conductas desafiantes que con tanta frecuencia se presentan en la adolescencia. Y,
desde luego, hace falta esperanza de vida suficiente como para hacerse cargo en la
infancia, la adolescencia y la juventud de un chico o una chica que ya ha vivido
experiencias muy significativas de pérdidas de su familia de origen y a quien hay que
tratar de evitar por todos los medios que vuelva a tenerlas con su familia adoptiva antes
de alcanzar su plena independencia.
Por otra parte, el que una persona o una pareja sean consideradas idóneos para la
adopción no significa que puedan serlo para cualquier tipo de adopción. Por su edad o
por sus características personales de distinto tipo, una persona puede ser adecuada para
hacerse cargo de un bebé, pero no de un niño mayor. Por el contrario, una pareja puede
ser idónea para una niña mayor, pero no para otra más pequeña; otra puede ser
adecuada para hacerse cargo de un solo niño, mientras que para otra podrá plantearse
la adopción de hermanos. Por ello, la valoración de idoneidad trata de determinar no
sólo si quienes se proponen adoptar parecen ofrecer las cualidades y características
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personales y familiares necesarias para la adopción, sino también para qué tipo de niños
o niñas, de qué edades y con qué características, parecen idóneos.
[…] recordemos que son los niños, las niñas y adolescentes que necesitan una familia
permanente quienes tienen el derecho a –y la necesidad de– ser adoptados. Los adultos
tenemos derecho a ofrecernos para la adopción y también a que se valoren
adecuadamente nuestras condiciones de vida, nuestras características y cualidades
personales y familiares de cara a la adopción. Esa valoración debe hacerse teniendo 7
presentes ante todo y por encima de todo las necesidades presentes y futuras de
quienes esperan ser adoptados. La valoración de idoneidad trata de determinar en qué
medida quienes se ofrecen para adoptar reúnen las características y capacidades
necesarias para responder a esas necesidades tanto a corto como a largo plazo”9.
Sobre la evaluación de aptitud para adoptar
Hemos creído más conveniente transcribir el testimonio de una pareja de padres
adoptivos de una niña de 11 años adoptada cuando tenía menos de un año:
“Después de varios años de experiencia como padres adoptivos, creemos que la
valoración de idoneidad debería ser más larga (…). Sobre todo deberían valorar si las
personas que desean adoptar se dan cuenta de las necesidades que tienen estos niños,
del trabajo tan largo y específico que requieren, de la necesidad tan fuerte que tienen de
saber sobre sus orígenes, de hablar de ello sabiendo cómo hacerlo, de no tener la idea
de un hijo perfecto y soñado y que empieza de cero como si el pasado no existiera… Todos
estos aspectos y otros muchos deberían ser ‘machacados’ en los cursos de preparación
y en la valoración de idoneidad”.
Como ya se ha mencionado en este documento, la adopción no se dirige a satisfacer las
necesidades de una pareja o persona sola que desea tener familia y que no ha podido
satisfacer esa necesidad por sus propios medios. La adopción es una medida de
protección para niños, niñas y adolescentes que no tienen una familia que les proteja, a
través de esta medida la Administración se esfuerza por garantizarles su derecho a vivir
en una familia con todo lo que ello implica.
“Algunas razones por las que una persona o una pareja pueden plantearse la adopción.
Para la mayor parte de los/as solicitantes, la idea de adoptar llega después de haber
intentado tener hijos biológicos y no haberlo conseguido, sea por problemas de
fertilidad, o sea por dificultades para llevar a buen término una gestación. En este caso,
se trata de personas o parejas sin hijos que desean, justamente, tener la experiencia de

9
Ibídem. Pág. 27 – 29
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la maternidad y la paternidad. […] en la actualidad también se plantean adoptar quienes


están en otras circunstancias. Por ejemplo, personas que no viven en pareja y que
desean ser madres o padres a través de la adopción. O personas que tienen ya algún hijo
biológico y que por razones médicas, o por preferencia personal- desean ampliar su
familia por la vía de la adopción. O personas que han adoptado y desean hacerlo de
nuevo.
Sean cuales sean las circunstancias personales y familiares en las que surge la idea de 8
adoptar, es importante reflexionar sobre las motivaciones para adoptar,
principalmente porque pueden condicionar el éxito o el fracaso de la adopción [...] la
experiencia muestra que la mayor parte de las motivaciones para la adopción son
adecuadas y positivas, pero también hay motivos – a veces expresados, otras veces
ocultos – que al cabo del tiempo terminan relacionándose con serias dificultades
posteriores.
Probablemente se puede decir sin temor a equivocarse que en todo deseo de
maternidad y paternidad se da una combinación de motivaciones generosas y
personales. Al fin y al cabo, ser madre o padre es dar (cariño, cuidados, protección,
estimulación), pero es también recibir (el sentimiento de ser madre o padre, la alegría
de ver sus avances y de recibir su cariño…). Las cosas no son muy diferentes en el caso
de la adopción, pues quien adopta está al mismo tiempo iniciando una aventura en la
que será mucho lo que tendrá que dar, pero en la que también será mucho lo que reciba.
En algunos proyectos de adopción hay una clara presencia de motivos que están mucho
más centrados en recibir que en dar, proyectos que están sobre todo centrados en las
necesidades adultas, poniendo en segundo plano o ignorando las de los niños. La
experiencia ha demostrado que cuando en la motivación para la adopción hay una
preponderancia de las necesidades adultas, el riesgo de que las cosas no vayan bien es
muy elevado.
Como todos los niños y niñas, los que son adoptados requieren mucha atención y
dedicación, reclaman mucho esfuerzo, entrega y sacrificios. Como todos los padres y
madres, quienes adoptan se verán muchas veces (en ocasiones, en el mismo día) renun-
ciando a proyectos y deseos personales para atender adecuadamente las necesidades
de sus hijos e hijas. Como ya se ha mostrado anteriormente, las necesidades de los
adoptados son las mismas que las de cualquier niño o niña, a las que hay que sumar
además algunas que son propias de su condición adoptiva. La atención a todas esas
necesidades producirá una gran ilusión y muchas satisfacciones, pero será también una
fuente importante de esfuerzos, tensiones y frustraciones. Ello exige dedicación,
entrega y capacidad para trabajar por metas a largo plazo aún a costa de las
consideraciones más inmediatas.
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El riesgo no está solo en pensar en uno mismo. Tampoco las necesidades del adoptado
forman parte esencial del proyecto de adopción, en otras circunstancias: tratar de
satisfacer a la pareja en un deseo de adoptar que no se comparte, intentar resolver a
través de la adopción una situación conflictiva en las relaciones de pareja, superar el
duelo de la infertilidad o la pérdida de un hijo previo, buscar un compañero de juegos a
un hijo único... Cuando se actúa movidos por este tipo de razones, se corre el serio riesgo
de unir el proyecto de adopción al fracaso. Un fracaso que arrastraría a todos –
9
adoptantes y adoptados– a nefastas consecuencias, especialmente dolorosas para un
niño(a) y/o adolescente que ya había tenido una experiencia familiar negativa de
separación de su familia y entorno de origen.
Puede ocurrir que quienes desean adoptar lo hacen tras la constatación de sus
problemas para concebir o para llevar adelante un embarazo[…] para la mayoría, esas
dificultades, suelen producir un impacto emocional negativo (tristeza, sentimiento de
falta de competencia personal, miedo al rechazo social…) que puede afectar a quien lo
padece y a sus relaciones de pareja. Al fin y al cabo, la infertilidad o los problemas para
la reproducción son una pérdida tanto física como psicológica [...] si bien esta situación
no es un obstáculo para la adopción, debe tenerse en cuenta que cuando surge de las
dificultades para la procreación, el proyecto de adopción no debe tratar de “borrar” el
deseo de la maternidad o paternidad biológica, sino que debe sustituirlo. La infertilidad
no se borra ni se olvida, sino que debe formar parte de la realidad personal de quien no
puede concebir hijos/as o tiene cualquier otra dificultad relacionada con la
reproducción. Una realidad que debe quedar aceptada e integrada antes de iniciar un
proyecto alternativo que nunca será como el original […] es necesario aceptar que el
nuevo proyecto será en muchas cosas diferente al anterior. Y, desde luego, que el niño
o la niña adoptado nunca será como lo hubiera sido el biológico, entre otras cosas
porque vendrá con una historia previa y con unas características personales sobre las
que no se ha tenido influencia ninguna.
[…] pensando en la realidad de muchos niños y niñas que crecen en condiciones de gran
adversidad (pobreza, por ejemplo), algunas personas se sienten conmovidas y se
plantean ofrecerles una familia que los saque de esas circunstancias indeseables. Sin
embargo no necesitan adoptarlos para aliviar sus circunstancias, existen vías para
ayudar a resolver estos problemas, o al menos aliviarlos de manera muy significativa.
Distintas entidades y organizaciones se dedican a ello y por su mediación es posible
ayudar de forma eficaz, logrando además que esa ayuda llegue no a un solo niño, sino a
poblaciones mucho más amplias y a varias generaciones de personas.
La adopción […] implica adquirir para toda la vida un compromiso de cariño, entrega y
dedicación, es un compromiso diario y permanente de maternidad y de paternidad. Un
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compromiso en el que inevitablemente, como en el caso de cualquier familia, habrá


momentos de dificultad y tensión que serían tal vez difíciles de aceptar por alguien que
considerara que gracias a la adopción ha “salvado” a quien luego viene a dar problemas
en vez de mostrarse agradecido. Sean o no adoptados, los hijos no llegan a la familia
para estar agradecidos, sino para perseguir sus propias metas y seguir su propio camino,
dando a sus padres a veces alegría y satisfacción, y otras preocupación y frustración,
reclamando siempre la atención, la dedicación y la entrega que todo hijo o hija requiere
10
de sus padres”10
Nosotros/as sólo queremos...
En el servicio de información que ofrece la Dirección General de Adopciones, es
frecuente escuchar a parejas que manifiestan su deseo de adoptar a un bebé lo más
pequeño posible, las razones que argumentan pueden ser: “… para criarlo a nuestra
manera para que se parezca a nosotros”; “necesitamos la experiencia de criar a un niño
desde el comienzo”; “porque los niños grandes están traumados”; “porque así lo
sentiremos nuestro”.
Escuchamos cantidad de requisitos que los padres y madres argumentan como
motivaciones. Todo esto se contrapone a la idea de considerar la adopción como
búsqueda de padre, madre y familia para un niño, niña o adolescente en situación de
desprotección familiar.
No olvidemos que un hijo o hija adoptados no es un premio consuelo del hijo biológico
no logrado. Querer adoptar a un niño, niña menor de un año no se ajusta a nuestra
realidad, en primer lugar porque desde que se recibe un bebé en un CAR hasta que sea
declarado judicialmente en abandono, transcurre casi un año. Segundo, ese tiempo
transcurrido es suficiente para considerarlo institucionalizado, por tanto, afectado por
las carencias que implica vivir en una institución. Tercero, la edad del niño, niña o
adolescente a adoptar debe ajustarse a la edad de los padres, pues se intenta ofrecer al
hijo o hija, los mejores padres que se ajusten a sus características de energía, apoyo
social y expectativa de vida. Es verdad que muchos padres pretenden un bebé pero esta
demanda responde más a sus necesidades de adultos que a las necesidades del niño o
niña a ser adoptado.
Respecto a los “traumas de los niños grandes” escribe Mirta Videla “Muchos de los
síntomas en los niños grandes, por los cuales los padres suelen consultarme, tales como
mojar la cama, robar monedas, agredir a compañeros del colegio o tener pesadillas, no

10
Ibídem. Pág. 33 -36.
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son taras heredadas sino comportamientos evolutivos comunes en respuesta a


circunstancias del contexto familiar”11.
Otra petición de los padres es “queremos que sea sanito”. Al llegar el hijo o hija
adoptados se tiene el temor sobre la mala salud del niño/a desarrollando fantasmas
respecto a “lo heredado o genético”, asumen que los cuerpecitos portan “genes” de
delincuencia, drogadicción o prostitución. Los niños o niñas pueden llegar a este u otro
camino distorsionado en sus vidas sean hijos biológicos o adoptados, pero no se debe a 11
ningún factor genético. Hace algunos años se decía que “lo bueno de la adopción es que
uno puede elegir…” Triste afirmación de quien pretende que un hijo o hija se maneje
como adquisición de un objeto.
Exceptuando los casos de niños y niñas con necesidades especiales o con problemas de
salud, ya diagnosticados; la mayoría de los niños y niñas adoptados se desarrollan bien,
como cualquier otro niño, cuando se observa “problemas” porque el niño tiene
problemas en los estudios, se chupa el dedo, los padres y madres están mucho más
dispuestas a responsabilizar a los genes que a asumir responsabilidades por la calidad
de la crianza y educación que les están dando, como esencial determinante del
comportamiento infantil.
Otro comentario, o más bien un lamento que hacen los futuros padres adoptivos es que
“habiendo tantos niños por adoptar ¿cómo ponemos tantos obstáculos para realizar una
adopción?”. Esto es un mito. Si bien hay muchos CAR (Centro de Atención Residencial)
y muchos niños, niñas y adolescentes en ellos, no todos son susceptibles de ser
adoptados, hay un número importante que aún mantiene vínculos con sus familias de
origen, ya que se encuentran allí debido a escasos recursos económicos de sus familia,
no siendo la pobreza un motivo para separar a un niño o niña de su familia.
En realidad hay un número mayor de familias en lista de espera que niños, niñas y
adolescentes en situación de adoptabilidad.
Otro es el caso, si hablamos de Adopciones Prioritarias, adopción mediante la cual se
promueve a niños, niñas y adolescentes que presentan las siguientes características o
condiciones: niños mayores de 9 años, adolescentes, grupo de hermanos; niños y niñas
con necesidades especiales y niños, niñas y adolescentes con problemas de salud.
El Registro Nacional de Adopción con prioridad que maneja la Dirección General de
Adopciones actualizado al mes de setiembre del 2016 y de acuerdo a los grupos de
referencia refleja los siguientes datos: En el grupo de mayores de 9 años se encuentran
11 niños y niñas; en el grupo de referencia de problemas de salud, se encuentran 26

11
Videla, Mirtha “¿Conseguir un niño o adoptar un hijo?”. Ediciones cinco. Buenos Aires. 1996. Pág. 80.
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niños y niñas; en el de necesidades especiales 155 niños, niñas y adolescentes; en el


grupo de hermanos se encuentran 118 niños, niñas y adolescentes; y en el grupo de
referencia de adolescentes hay 56.12
Recordemos que las adopciones prioritarias, son las que se dirigen a niños, niñas y
adolescentes que por sus características o condiciones se encuentran a la espera de
familias cuyas expectativas coincidan con las necesidades de dichos niños, niñas y
adolescentes. 12

Para reflexionar y contestar.

Veamos la historia de Carmen:


Carmen de 5 años y medio, es la única hija de un hombre soltero de 44 años, y la
segunda hija de una mujer separada de 33 años. La madre tiene otra hija de 16 años,
fruto de su anterior matrimonio.
La madre se dedica a la prostitución y tiene problemas con las drogas. En la
actualidad convive con otro hombre. El padre bebe en exceso y es una persona muy
agresiva.
Cuando Carmen tenía dos años, la madre dejó de convivir con el padre y se llevó
a la niña, dejándola al cuidado de una señora, a quien pagaba eventualmente por la
alimentación y cuidado de su hija. Durante los tres últimos años, Carmen ha vivido con
esta señora y apenas ha visto a sus padres y hermana.
Desde hace más o menos un año, el padre empieza a aparecer por la casa de la
señora, llevándose a la niña los fines de semana. Tras una de estas visitas, la niña
empieza a contar situaciones de abuso y maltratos por parte del padre. Esta situación es
denunciada por una vecina de la cuidadora, siendo la niña, ingresada en un CAR.
Carmen es una niña muy linda e inteligente, que presenta un desarrollo normal
para su edad. Es una niña bastante desconfiada con las personas, a veces rechaza las
muestras de afecto y otras veces las pide. Muestra también muchos miedos y temores
(por las noches tiene pesadillas y se hace pipí en la cama).

12
Página web del MIMP. http://www.mimp.gob.pe/files/direcciones/dga/estadisticas/9-Estadisticas-
DGA-a-2015-09-30-v1.pdf. Visto por última vez el 29 de octubre del 2015.
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Durante los tres meses que la pequeña lleva en el CAR, nunca ha hablado
espontáneamente de su familia o de la cuidadora, ni ha solicitado verlos. La familia
tampoco se ha interesado por ella13.
En relación a esta historia y entendiendo que detrás de cada niño, niña y adolescente
declarado en abandono existe una historia parecida. ¿Qué lo/a motivaría a usted a
adoptar una niña(o) o adolescente con una historia similar a la de Carmen?
13

1. ¿Sabía que la mayoría de niños(as) y adolescentes que son promovidos en


adopción, tienen una historia muy parecida a la de Carmen? ¿Qué opinión tiene
sobre ello?

2. ¿Estaría motivado(a) a adoptar a Carmen? ¿Por qué?

3. ¿Cree que su motivación para la adopción de una niña/o con una historia
parecida a la de Carmen es sostenible en el largo plazo? ¿Por qué?

3.- Las siguientes cartas, han sido escritas por dos adolescentes que se encuentran en
Centros de Atención Residencial hace algún tiempo y siguen a la espera de una familia
que los adopte, que les brinde el amor y los cuidados que tanto necesitan. En cada una
de estas cartas ¿qué sintió al leerla?; ¿cuáles considera que son sus necesidades, sus
temores?; ¿cuál cree que es su historia, sus antecedentes?

13
Consejería de Bienestar Social. Junta de Comunidades Castilla La Mancha. Volmae Psicólogos.
“Programa de Formación para la Adopción”. España.
DIRECCIÓN DE CAPACITACIÓN Y TALLER DE PREPARACIÓN PARA SOLICITANTES DE ADOPCIÓN
REGISTRO DE LA INFORMACIÓN 1° MÓDULO: MOTIVACIÓN Y EXPECTATIVAS PARA LA ADOPCIÓN

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DIRECCIÓN DE CAPACITACIÓN Y TALLER DE PREPARACIÓN PARA SOLICITANTES DE ADOPCIÓN
REGISTRO DE LA INFORMACIÓN 1° MÓDULO: MOTIVACIÓN Y EXPECTATIVAS PARA LA ADOPCIÓN

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DIRECCIÓN DE CAPACITACIÓN Y TALLER PARA FAMILIAS EN LISTA DE ESPERA
REGISTRO DE LA INFORMACIÓN 1° MÓDULO: LA ADOPCIÓN, PROCESO DE GESTACIÓN

Referencias bibliográficas
- Palacios, Jesús. Universidad de Sevilla. “La aventura de adoptar”. Guía para solicitantes de
adopción internacional. Edita y distribuye: Ministerio de Sanidad y Política Social. 2009
Madrid, España.
- Aston, E. y Capdevila, R."Aprendiendo a conocernos. Guía para iniciarse como padres
adoptivos". Ministerio de Asuntos Sociales, 1990. Madrid.
- Azópar P., Ximena y Calcagni G., Ximena. “Adopción: Realidad y Desafíos”. Editorial 16
TIBERIADES. 2000.
- Mirta Videla. “¿”Conseguir” un niño o adoptar un hijo?” Ediciones Cinco. 1996. Buenos
Aires.
- García Zúñiga, Rocío. Adopción Internacional: "El derecho de todo niño a tener una familia".
Diplomada en Trabajo Social. Miembro del Turno de Intervención de Adopciones
Internacionales (TIPAI). Web Porticolegal.com.
http://porticolegal.expansion.com/pa_articulo.php?ref=164. Visto por última vez el
01/12/15.

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