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CONCEPTO DE ADOLESCENCIA
En primer lugar hablemos de la definición de adolescencia y las características del proceso
adolescente. En nuestra sociedad occidental la adolescencia es entendida como un momento de
transición entre la infancia y la edad adulta. Es una etapa de quiebre, de metamorfosis, en la que se
van a producir grandes transformaciones, no solo en lo físico, sino también en lo psíquico y social.
En este camino de transición el adolescente se irá desprendiendo de los valores infantiles mientras
que se se acerca a los valores adultos.
Es bueno aclarar que como sociedad estamos viviendo una etapa de revisión y resignificación de
muchos paradigmas entre ellos del concepto tradicional de adolescencia. Ya no se considera al
adolescente como carente de algo, porque se entiende que cuando se le define de esta manera,
“implícitamente se le niega el reconocimiento como sujeto”. (Oliver i Ricart, 2006: 19). La visión
actual reconoce al adolescente como un individuo que está en un momento particular de desarrollo,
que tiene necesidades y subjetividades específicas determinadas por su edad.
Winnicott también nos llama la atención sobre la actitud de los adultos hacia los adolescentes.
Según él la adolescencia es un período de maduración, no es una enfermedad (aunque puede haber
enfermedad en la adolescencia). Es necesiario que podamos reflexionar en cuestiones teóricas y que
utilicemos la teoría para aprender a escuchar y para acompañar a los adolescentes en esta etapa de
su vida. (Winnicot, 1996).
Cada adolescente es único, por lo que no hay una, sino muchas adolescencias dependiendo de
cada individuo, de su sexo, situación familiar, historia personal, vínculos afectivos, etcétera. Aún
así, hay ciertas características que son claramente reconocibles en esta etapa de la vida. La
adolescencia es un período propicio para experimentar, explorar y buscar sentidos y valores.
Podemos decir que en esta búsqueda y construcción personal el adolescente habrá de desarrollar
ciertos trabajos psíquicos que veremos a continuación.
III) Del jugar al trabajar pasando por el aprender. El juego es una actividad muy importante
en la construcción de la identidad del sujeto. Dice Fernández que jugando aprendemos a ser quienes
somos y a transformar el mundo que nos rodea. El juego no es un medio de aprendizaje sino una
manera de aprenderse a uno mismo, de reconocerse autor. De hecho, el primer acto de autoría se da
cuando el bebé juega, y a través del juego crea un mundo a partir de lo que se le ofrece. Para que
haya aprendizaje es necesario crear con lo que el otro me da.
Uno de los trabajos psíquicos de la adolescencia es trasladar el placer del jugar al aprender y del
aprender al trabajar. Esta tarea consiste en producir la metamorfosis del juego infantil en el trabajo
adulto. El deseo inconsciente debe migrar de un campo al otro. La secuencia de transición que se da
es: jugar, aprender, trabajar. Y la institución educativa es un espacio ideal para propiciar esta
transición. El rol de los docentes es fundamental para generar un ambiente en el que el trabajo de
aprender se combine con el placer de jugar.
IV) De lo familiar a lo extrafamiliar. Este trabajo psíquico consiste en el proceso a través del
cual el adolescente comienza a desvincularse de sus padres. Según Freud, hasta que este trabajo no
se lleve a cabo el sujeto no podrá dejar de ser un niño y no podrá tomarse como miembro de la
comunidad social.
CONCLUSION
Adolescencia no es una enfermedad, adolescencia no es adolescer, adolescencia es una etapa
necesaria de la vida, de transición entre la niñez y la edad adulta, una etapa de transformaciones
físicas, psíquicas y sociales, en la que cada adolescente vivirá de una manera particular una
construcción personal y una búsqueda de sentidos y valores. Los adultos debemos escuchar y
acompañar a los adolescentes en esta etapa tan importante de la vida.
Los adolescentes habrán de transitar un camino de trabajos psíquicos en los que a medida que
construyen el conocimiento ellos mismos son construidos. La constitución de un nuevo nosotros, la
acomodación del pasado para proyectarse al futuro, la desvinculación de los padres, la
resignificación de los primeros aprendizajes y finalmente el traslado del placer y la alegría del jugar
al aprender y del aprender al trabajar.
Las conductas de riesgo en las que el adolescente puede caer por causa de una acumulación de
factores sociales, personales y familiares, sobre todo si no es contenido y apoyado por su familia.
Estas pueden ser minimizadas o neutralizadas por medio del juego y del deporte.
Son grandes los beneficios del juego en la construcción de la identidad del joven, enseñan
valores, modean el carácter, fomentan la cooperación, fortalecen los vínculos. Tanto en lo psíquico,
como en lo social, como en lo familiar, el juego es saludable y necesario. Padres, educadores,
tenemos que ser conscientes del valor de las actividades en las que se desarrolla el juego, debemos
permitirlas, fomentarlas, promoverlas, sobre todo pensar en canalizar la enorme energía y potencial
del adolescente en cosas útiles e importantes pero a la vez disfrutables y entretenidas.
BIBLIOGRAFÍA
Fernández, Alicia. (2005). Los trabajos psíquicos para “hacerse adolescente”. EPISBA: Buenos
Aires.
Winnicott, Donald. (1996). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Paidós: Buenos
Aires
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