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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo consiste en un ensayo acerca de la adolescencia con un enfoque especial en


el juego, las actividades lúdicas, los deportes y su incidencia en la construcción de la identidad del
joven. Partiremos de la suposición de que más que una actividad recreativa el juego tiene un valor
educativo y formativo en el desarrollo del sujeto. Tomaremos como marco teórico los aportes de
David Le Breton sobre las conductas de riesgo; de Donald Winnicott sobre la adolescencia; de
Alicia Fernández sobre los trabajos psíquicos del adolescente; de Quima Oliver i Ricart sobre el
concepto de adolescencia; y de Marta Vázquez Fernández sobre el juego y el deporte en el
adolescente. Además incluiremos un conjunto de entrevistas a adolescentes quienes darán su punto
de vista sobre la temática. El orden lógico que seguiremos para plantear el desarrollo será en primer
lugar, definir el concepto de adolescencia; segundo, señalar los trabajos psíquicos por los que
atraviesa el adolescente, de los cuales, uno tiene relación directa con el juego; tercero, tratar la
problemática de las conductas de riesgo; cuarto, demostrar la importancia que tiene el juego y el
deporte en la construcción de la identidad.

CONCEPTO DE ADOLESCENCIA
En primer lugar hablemos de la definición de adolescencia y las características del proceso
adolescente. En nuestra sociedad occidental la adolescencia es entendida como un momento de
transición entre la infancia y la edad adulta. Es una etapa de quiebre, de metamorfosis, en la que se
van a producir grandes transformaciones, no solo en lo físico, sino también en lo psíquico y social.
En este camino de transición el adolescente se irá desprendiendo de los valores infantiles mientras
que se se acerca a los valores adultos.
Es bueno aclarar que como sociedad estamos viviendo una etapa de revisión y resignificación de
muchos paradigmas entre ellos del concepto tradicional de adolescencia. Ya no se considera al
adolescente como carente de algo, porque se entiende que cuando se le define de esta manera,
“implícitamente se le niega el reconocimiento como sujeto”. (Oliver i Ricart, 2006: 19). La visión
actual reconoce al adolescente como un individuo que está en un momento particular de desarrollo,
que tiene necesidades y subjetividades específicas determinadas por su edad.
Winnicott también nos llama la atención sobre la actitud de los adultos hacia los adolescentes.
Según él la adolescencia es un período de maduración, no es una enfermedad (aunque puede haber
enfermedad en la adolescencia). Es necesiario que podamos reflexionar en cuestiones teóricas y que
utilicemos la teoría para aprender a escuchar y para acompañar a los adolescentes en esta etapa de
su vida. (Winnicot, 1996).
Cada adolescente es único, por lo que no hay una, sino muchas adolescencias dependiendo de
cada individuo, de su sexo, situación familiar, historia personal, vínculos afectivos, etcétera. Aún
así, hay ciertas características que son claramente reconocibles en esta etapa de la vida. La
adolescencia es un período propicio para experimentar, explorar y buscar sentidos y valores.
Podemos decir que en esta búsqueda y construcción personal el adolescente habrá de desarrollar
ciertos trabajos psíquicos que veremos a continuación.

TRABAJOS PSÍQUICOS DEL ADOLESCENTE


Cuando en psicoanálisis se habla de “trabajo psíquico” se refiere a la actividad creativa del
sujeto y al modo en que esa actividad participa en la construcción del propio sujeto. El enfoque no
está en el producto acabado sino en el proceso previo y en cómo este afecta al individuo. Como dice
Goncalves da Cruz: “El autor produce a la obra y el obrar produce al autor.” (Fernández, 2005). En
el caso de la adolescencia, el trabajo psíquico se entiende desde el punto de vista del aprendizaje
como una actividad, por lo tanto, lo más importante en este enfoque no es el conocimiento que se
construye sino el proceso de construcción que a la vez construye al sujeto.
La psicopedagoga Alicia Fernández sostiene que hay cinco trabajos psíquicos que debe realizar
el adolescente, de los que daremos una breve reseña a continuación.
I) Constitución del nosotros. Se van a dar cambios y reconstrucciones subjetivas en las que los
vínculos con los pares van a ser fundamentales. Cuando el sujeto es niño necesita la mirada de sus
padres para reconocerse, el pedido es: “mírame”. A partir de la pubertad, necesitará librarse de la
mirada de los padres (su espacio de intimidad) y requerirá la mirada de sus pares. A partir de la
pubertad el pedido a los padres ya no es “mírenme” sino “escúchenme”. En este trabajo psíquico el
adolescente construirá una nueva categoría subjetiva: el “nosotros”, diferente al “nosotros” cuando
era niño. En la infancia es un “nosotros” familiar, en la adolescencia es un “nosotros” los
adolescentes.
Winnicott tamibén habla de la importancia que cobra el amigo, de hecho la existencia de los
vínculos de amistad se pueden tomar como indicadores de salud psíquica, es señal de que el joven
está atravesando por este trabajo psíquico. A diferencia del vínculo familiar, que predomina en la
infancia, el vínculo con el amigo es elegido, es horizontal, es extrafamiliar y supone la posibilidad
de un grupo.
En el campo de la salud y la educación se les ha dado poca importancia a las teorías de grupos
como psicoanálisis, psicodrama, sociología, psicología institucional. Todo docente es un
coordinador grupal pero muchas veces no todos son conscientes del impacto que tienen en el grupo
y en el adolescente, con sus acciones y omisiones. En la formación de docentes se debiera trabajar
no solo el vínculo docente/alumno sino también el vínculo docente/grupo de alumnos.

II) Construirse un pasado para proyectarse a un futuro. El segundo trabajo consiste en


poner el pasado en memoria e historia para que pueda continuar existiendo psíquicamente. A través
de esta tarea reorganizadora el adolescente puede hacer de su infancia el “antes” que estará ligado a
su presente, y ese pasado será causa y fuente de su ser. Esto está entrelazado con el aprendizaje
porque no se puede aprender sin recordar, son dos acciones dependientes entre sí. Aprender
significa introducir lo nuevo en lo viejo, la novedad en lo existente.
Se observó en un instituto donde se trabaja con jóvenes que han vivido situaciones graves de
abandono o violencia, que muchas de ellas al salir volvían a repetir la situación de sometimiento y
maltrato. El problema es que estas jóvenes realizaban un corte profundo con el pasado de gran
sufrimiento que trataban de suprimir, por lo que cuando se pensaban a sí mismas en el futuro se les
aparecía un vacío. Además, los logros que ellas obtenían los atribuian al instituto que las albergaba,
no se reconocían autoras de sus cambios. Recaían porque no encontraban recursos para enfrentar y
no repetir sus historias.
Es muy importante que cada joven pueda encontrarse con su pasado y reconocerse con sus
propios recursos. Es por eso que son muy recomendables actividades que faciliten al adolescente la
conexión con su pasado, que le permitan reconstruirse y proyectarse al futuro.

III) Del jugar al trabajar pasando por el aprender. El juego es una actividad muy importante
en la construcción de la identidad del sujeto. Dice Fernández que jugando aprendemos a ser quienes
somos y a transformar el mundo que nos rodea. El juego no es un medio de aprendizaje sino una
manera de aprenderse a uno mismo, de reconocerse autor. De hecho, el primer acto de autoría se da
cuando el bebé juega, y a través del juego crea un mundo a partir de lo que se le ofrece. Para que
haya aprendizaje es necesario crear con lo que el otro me da.
Uno de los trabajos psíquicos de la adolescencia es trasladar el placer del jugar al aprender y del
aprender al trabajar. Esta tarea consiste en producir la metamorfosis del juego infantil en el trabajo
adulto. El deseo inconsciente debe migrar de un campo al otro. La secuencia de transición que se da
es: jugar, aprender, trabajar. Y la institución educativa es un espacio ideal para propiciar esta
transición. El rol de los docentes es fundamental para generar un ambiente en el que el trabajo de
aprender se combine con el placer de jugar.
IV) De lo familiar a lo extrafamiliar. Este trabajo psíquico consiste en el proceso a través del
cual el adolescente comienza a desvincularse de sus padres. Según Freud, hasta que este trabajo no
se lleve a cabo el sujeto no podrá dejar de ser un niño y no podrá tomarse como miembro de la
comunidad social.

V) Reconstrucción y resignificación de los aprendizajes. En este trabajo hay una


reconstrucción y resignificación de los primeros aprendizajes paradigmáticos durante la infancia. Si
bien esta reconstrucción se produce en un ambiente extrafamiliar, la familia, principalmente los
padres deberán acompañar, sostener y acoger al joven en este proceso. Si la familia existe, el
adolescente la usará intensamente.
Los aprendizajes paradigmáticos que deben ser reconstruidos son moldes relacionales; que se
requierió de un tiempo prolongado para realizarse; que sucedieron en un tiempo del que no se
guarda memoria consciente; y que se lograron en el ambiente familiar. Algunos de estos
aprendizajes son:
- El aprender a caminar. Así como el niño aprende que puede dirigirse por sí mismo, que no
depende de otro que lo lleve, el adolescente requiere aprender a andar solo para poder andar fuera
de su casa. Del mismo modo, los padres deben ser conscientes de que este aprendizaje es difícil y
que se necesita tiempo. Es necesario y saludable establecer límites. Decir “no” forma parte de la
responsabilidad del adulto de cuidar al joven.
- El aprender a comer solo. El momento del destete determina un nuevo modo de relacionarse
madre e hijo, pero también la posiblidad de un nuevo modo de relacionarse con el mundo. El
adolescente a través de este trabajo de reconstrucción encontrará nuevas maneras de relacionarse
con su familia y con el mundo.
Otro momento clave es la primera dentición en el que el bebé debe “ensayar” sus nuevos dientes
mordiendo todo lo que encuentra. Cuando muerde el pecho de la madre, ella no interpreta esta
acción como un acto de odio, por eso le pone límite con autoridad y afecto. Del mismo modo el
adolescente necesita “ensayar” su agresividad (que no hay que confundir con actos agresivos) y no
hay mejor lugar que en el ámbito familiar. Se deben proponer espacios de actividades que permitan
al adolescente canalizar su energía y desarrollar su autoría en cosas en las que se sienta importante.
Cuando esa agresividad saludable no se canaliza correctamente se convierte en actos violentos.
Por otro lado, los adultos a veces proponen actividades de desgaste, por ejemplo, mandando al
adolescente a hacer deporte para que “gaste energía”, desconociento que la agresividad saludable
tiene potencial de elaboración y transformación. Por lo tanto, más que de desgaste, debemos
promover actividades de desarrollo del potencial.
Estos dos los hemos comentado a modo de ejemplo para dar cuenta del trabajo que realiza el
adolescente en la construcción de su identidad. También hay otros aprendizajes paradigmáticos
como el aprender a hablar, a controlar esfínteres y el aprender que pensar no es lo mismo que decir,
que el adolescente habrá de reconstruir y resignificar, pero que por un motivo de extensión no
vamos a detenernos en ellos.

LAS CONDUCTAS DE RIESGO


Según David Le Breton varios factores se combinan para colaborar a que se produzcan ciertas
conductas de riesgo. Como prevención es fundamental el acompañamiento y la contención de los
padres como referentes. Una familia que lo haga sentir amado e incluido es fundamental para que el
adolescente pueda transitar por esta etapa de la manera menos conflictiva y dolorosa posible. A la
vez necesita padres que le establezcan límites, necesita referentes confiables en quienes pueda
encontrar seguridad.
En la actualidad se dificulta la transición hacia la edad adulta en parte por una crisis de
referentes de sentidos y valores. Dice Le Breton que ya no somos una sociedad de herederos. Es
notable la desintegración de los sistemas simbólicos, los valores difícilmente se transmitan a las
nuevas generaciones. El joven queda a la deriva para actuar como le parezca sin tradición o
autoridad como referencia. Advierte que el “juvenilismo” tampoco ayuda, esto es, mayores que
quieren verse jóvenes, que muchas veces dejan de ser referentes para los adolescentes. La crisis y
desintegración de los vínculos matrimoniales y familiares también inciden. Se puede observar que
las conductas de riesgo de la adolescencia se dan a menudo en familias disociativas o conflictivas,
donde reina la indiferencia otras veces libertad sin límites. Es mayor la probabilidad de desarrollar
dichas conductas en familias recompuestas o monoparentales, en las que la figura paterna está
ausente. Según estudios realizados, la calidad de vida de los adolescentes es más favorable si viven
con sus padres biológicos o adoptivos. Falta de compresión mutua, separación, divorcio, violencia
intrafamiliar, son factores que afectan al adolescente sobre todo en cuanto a encontrar su lugar entre
los demás. Cuando el joven no encuentra en su casa sentido y valor lo va a buscar en otro lado de
manera desordenada y difícil.
Las conductas de riesgo son causadas por el sufrimiento y del sentimiento de no ser
comprendido ni estimado por el entorno. Son acciones individuales o colectivas que ponen en
peligro la vida ya sea en lo físico o en lo moral. Son una especie de grito, de llamada de atención.
Así se producen, por ejemplo, los intentos de suicido, que por cierto, son mucho más numerosos
que los suicidios consumados, de lo que se deduce que el deseo de morir no es lo principal. Muchas
veces es una prueba de determinación personal, otras veces, una búsqueda de sentido. Las
estadísticas demuestran que es mayor el porcentaje en jóvenes de familias recompuestas (16,7%)
que de familias de jóvenes con sus padres biológicos (9,4%) que tienen intentos de suicidio.
Muchos de estos jóvenes han sido víctimas de maltrato, abuso o de relaciones sexuales no deseadas.
Otra conducta de riesgo es la violencia, generalmente vinculada a la falta de límites, a la
ausencia de la figura paterna o a la carencia de autoridad. El joven termina prefiriendo la “cultura de
la calle” en contacto con sus pares donde aprende los actos agresivos y la fuerza violenta. Este tipo
de individuo no tolera ninguna clase de límite, ninguna norma, manifiesta comportamientos
incivilizados ante cualquier hostilidad, pero experimenta una profunda inseguridad interior.
Muchas veces la conducta de riesgo, sobre todo las más extremas son un intento de darle sentido
y valor a la existencia. Muchas veces significan una búsqueda de identidad o de confirmación de sí
mismo a través del enfrentamiento cercano con la muerte. Son conductas ambivalentes, por un lado
para mostrar el vacío y sufrimiento, pero por otro lado para llamar la atención de las personas que
son importantes afectivamente para ellos.
Este comportamiento peligroso puede estar asociado a un sentimiento de ser especial o
indestructible, en el que el adolescente medita en las acciones pero no en las consecuencias.
Conductas de riesgo en las que se puede apreciar esta actitud de omnipotencia es en las carreras,
picadas, conducir o transitar por la vía pública de manera imprudente y arriesgada, tener relaciones
sexuales son protección, etcétera. También se combinan con el rechazo al consejo de los adultos.
Por otro lado estas condutas se asocian a la búsqueda de pertenencia y aprobación del grupo.
Muchas veces a quiene se encuentran en esta zona de peligro les resulta imposible negarse sin
perder la estima del resto del grupo.
Finalmente, las conductas de riesgo hay una fascinación por el vértigo que muchas veces les
termina costando muy caro. Esta búsqueda de vértigo deriva frecuentemente en consumo de drogas
y/o alcohol, en actividades delictivas, en juegos o desafíos peligrosos, en acciones imprudentes
como conducir a alta velocidad, sin elementos de seguridad, sin respetar las normas de tránsito. El
adolescente en situación de riesgo está en una búsqueda de sensaciones fuertes y vértigo que lo
lleva por un camino peligroso.
LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN LA ADOLESCENCIA
Ya hemos señalado algunas de las razones por las que el juego o el jugar, específicamente, es tan
importante en este etapa de desarrollo y construcción identitaria. Hablamos de uno de los trabajos
psíquicos de la adolescencia que consiste en trasladar el deseo y placer del juego al aprender y del
aprender al trabajar. El aprendizaje es significativo cuando el conocimiento se adquiere y se
construye de forma creativa. Y eso es posible cuando el adolescente se dispone a aprender con la
misma alegría y deseo que aplica al jugar. Es por esa razón que en el ámbito educativo, sobre todo
los docentes, debemos crear situaciones y proveer los recursos físicos y morales para facilitar el
desarrollo de un aprendizaje creativo en el que el adolescente se sienta autor y experimente el deseo
y el placer del juego aplicado al aprendizaje. De esta forma se están construyendo estructuras
subjetivas que luego habrán de permanecer en el sujeto cuando traslade el placer del juego en el
aprender al trabajar. Sin duda el juego es un factor determinante en la construcción de la identidad.
También hablamos de la agresividad saludable que surge en la adolescencia que se debe
canalizar hacia actividades productivas que desarrollen la creatividad y el sentimiento de autoría.
Perfectamente esta canalización se puede dar por el lado de los deportes, pero no como un simple
desgaste sino como un medio para desarrollar su potencial, como un incentivo a la autorealización y
superación.
El juego es una actividad necesaria en la adolescencia para el desarrollo personal. A través del
juego es posible aprender valores y lecciones para la vida de una forma divertida y creativa. Ciertas
capacidades y cualidades se desarrollan por medio de la acción de jugar. Como dijimos
anteriormente, el juego permite conocerse a sí mismo, además potencia la autoestima, alimenta la
imaginación y la creatividad. Cuando el joven juega se produce una evasión en la vida que es
necesaria y saludable para mantener el equilibrio emocional y afectivo. Por otro lado en el juego
está la dimensión social, amplía los vínculos, se adquieren valores como el trabajo en equipo, el
respeto, la aceptación de normas y la cooperación. Finalmente la acción de jugar puede servir para
reducir las conductas de riesgo.
Hay que señalar que en la adolescencia se producen cambios en cuanto a las preferencias y
actividades lúdicas. Los juegos de la niñez son dejados de lado porque ahora al adolescente les
parecen “infantiles”. En la edad de la tecnología hay una fuerte tendencia por los juegos
informáticos en medios electrónicos como el celular, la tablet, la PC o las consolas de video. Un
fenómeno tecnológico es el de los vínculos sociales que se crean en los juegos en línea. Se forman
comunidades en red en las que los adolescentes no solo interactúan con otros y realizan actividad
social, sino que además se abre una puerta enorme a la imaginación, la creatividad y al desarrollo de
estrategias. También en la adolescencia hay una preferencia por el deporte, que se convierte en algo
muy importante y a veces llega se convertirse en una obsesión. Para comprobarlo, además de la
palabra de los expertos recogimos algunos testimonios de adolescentes a los que les realizamos
preguntas acerca de juegos y deportes. Se trata de tres sujetos, de quienes no daremos nombres,
pero sí sus edades: 14, 13 y 11 años, los tres varones.
Los tres tienen predilección por el fútbol y los juegos de video. Dos de ellos contestaron que hay
ciertos juegos de la infancia que hace tiempo dejaron de practicar y que ahora realizan realizan otros
tipos de juegos. Uno contestó que tanto en la infancia como ahora el juego favorito es el fútbol.
Reconocieron la importancia que tienen los deportes en sus vidas. El más joven dejó ver que en la
institución educativa a la hora del recreo casi todos se divierten con juegos de video en la PC. Los
más grandes señalaron que juegan fútbol o básquet. También se les preguntó si sus docentes
proponían juegos o alguna actividad lúdica en el ámbito de la clase y dos respondieron que sí, sobre
todo juegos que utilizan como plataforma la informática. Con respecto a los juegos de video, dos
respondieron que la modalidad grupal online tiene un atractivo especial, que la interacción, las
situaciones en las que tienen que realizar misiones o tareas juntos y coordinados generan una
sensación que no se produce con los juegos de un solo jugador.
Una cosa es lo que ellos prefieren, pero si hablamos de los juegos o actividades lúdicas que son
recomendables para los adolescentes, sobre todo teniendo en cuenta la etapa de construcción y
desarrollo, los más adecuados son los que presentan retos y desafíos para la mente. Nos referimos a
juegos de mesa como damas o ajedrez; juegos de estrategia en los que no interviene el azar sino el
ingenio para descubrir la estrategia ganadora; juegos de lógica en los que hay que resolver
problemas lógicos; juegos para el cerebro en los que hay que construir cosas con ingenio, armar
puzzles bi y tridimensionales, resolver cubos Rubik, etc.; juegos de palabras como scrabble o
apalabrados donde se aplica estrategia, pensamiento lógico, conocimiento gramatical y mucha
creatividad. Pero no solo tienen que ser juegos educativos, también son recomendables juegos
simplemente de diversión, entrenenimiento o socialización como trivias, juegos para reír en familia
y con amigos, picionary, dígalo con mímica y cualquier tipo de juego tradicional de esos que se
transmiten de generación en generación vinculados a la cultura o las costumbres: juegos de cartas,
las bochas, el futbolito, el teléfono descompuesto y más.
Por otro lado, la actividad física y el deporte son muy importantes en la vida del adolescente.
Uno se podría preguntar si el deporte es un, así debe ser. El deporte no debe ser un trabajo o sólo
competición sino sobre todo, un juego. Es curioso que muchos deportes formales comenzaron
siendo juegos a los que les añadieron reglas y requisitos. Por supuesto el deporte debe ir
acompañado de educación, respeto y legalidad.
Finalmente, como en todo, los extremos pueden ser perjudiciales, y el juego si bien puede tener
un gran valor educativo y formativo, también, si no se emplea de la manera correcta puede presentar
aspectos negativos. Sobre todo los tecnológcos pueden causar adicción y pérdida de interés en otras
actividades más formativas, incluso pueden modificar su conducta en forma desfavorable. Por esta
razón los padres deben estar atentos y educar a los hijos en el buen uso del juego y de las nuevas
tecnologías. Tienen que estar alerta para actuar cuando noten excesiva dedicación al juego, una
respuesta emocional excesiva, reacciones agresivas, o cambios en las rutinas sociales, personales,
familiares y escolares

CONCLUSION
Adolescencia no es una enfermedad, adolescencia no es adolescer, adolescencia es una etapa
necesaria de la vida, de transición entre la niñez y la edad adulta, una etapa de transformaciones
físicas, psíquicas y sociales, en la que cada adolescente vivirá de una manera particular una
construcción personal y una búsqueda de sentidos y valores. Los adultos debemos escuchar y
acompañar a los adolescentes en esta etapa tan importante de la vida.
Los adolescentes habrán de transitar un camino de trabajos psíquicos en los que a medida que
construyen el conocimiento ellos mismos son construidos. La constitución de un nuevo nosotros, la
acomodación del pasado para proyectarse al futuro, la desvinculación de los padres, la
resignificación de los primeros aprendizajes y finalmente el traslado del placer y la alegría del jugar
al aprender y del aprender al trabajar.
Las conductas de riesgo en las que el adolescente puede caer por causa de una acumulación de
factores sociales, personales y familiares, sobre todo si no es contenido y apoyado por su familia.
Estas pueden ser minimizadas o neutralizadas por medio del juego y del deporte.
Son grandes los beneficios del juego en la construcción de la identidad del joven, enseñan
valores, modean el carácter, fomentan la cooperación, fortalecen los vínculos. Tanto en lo psíquico,
como en lo social, como en lo familiar, el juego es saludable y necesario. Padres, educadores,
tenemos que ser conscientes del valor de las actividades en las que se desarrolla el juego, debemos
permitirlas, fomentarlas, promoverlas, sobre todo pensar en canalizar la enorme energía y potencial
del adolescente en cosas útiles e importantes pero a la vez disfrutables y entretenidas.
BIBLIOGRAFÍA

Fernández, Alicia. (2005). Los trabajos psíquicos para “hacerse adolescente”. EPISBA: Buenos
Aires.

Le Breton, David. (2003). Cuerpo a cuerpo con el mundo. Trilice: Montevideo.

Oliver i Ricart, Quima. (2006). Adolescencia y participación. Unicef: Montevideo.

Vázquez Fernández, Marta. (2014). El juego en los adolescentes. Eyries: Valladolid.

Winnicott, Donald. (1996). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Paidós: Buenos
Aires
ENTREVISTAS A TRES ADOLESCENTES
¿Cuál es tu juego favorito en la actualidad?
A- El fútbol. (14 años)
B- El fútbol. (13 años)
C- Video juegos. (11 años)

¿Cuál era tu juego favorito cuando eras pequeño?


A- Andar en un “jeep”. (14 años)
B- El fútbol. (13 años)
C- Las olimpíadas familiares (competencias que jugaban en familia). (11 años)

¿Cuándo dejaste de practicar ese juego?


A- A los 8, cuando ya no entró más en el auto. (14 años)
B- Nunca lo dejó de practicar. (13 años)
C- A los 6. (11 años)

¿A qué juegan tus compañeros en los momentos de recreo?


A- Fútbol y básquet. (14 años)
B- Fútbol, la mancha, voley. (13 años)
C- Video juegos. (11 años)

¿Los docentes proponen juegos en clase?


A- Sólo en educación física. (14 años)
B- Sí, varios docentes, distintos tipos de juegos. Desde juegos de mesa, hasta juegos en
equipo. (13 años)
C- Juegos en plataforma informática. (11 años)

¿Qué importancia de das al deporte?


A- Mucha importancia, le gusta y le divierte. (14 años)
B- Es muy importante, no sólo porque es entretenido sino para mantenerse saludable. (13
años)
C- Muy importante, le gusta practicar y ver también. (11 años)

¿Qué piensas que es lo más interesante de los juegos grupales online?


A- No le gusta. (14 años)
B- Que es muy interesante interactuar con otros, trabajar en equipo, hacer misiones, resolver
problemas y ayudarse mutuamente. (13 años)
C- Encontrarse con amigos, es más divertido que jugar solo contra la máquina. (11 años)

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