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www.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx/
http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487899e.2017.25.11495
I. Introducción
Relaciones Laborales. Revista Crítica de Teoría y Práctica, año 30, núm. 12, diciembre de 2014, p. 32.
a flexibilidad externa). La idea de que el trabajador más valioso era aquel que
estaba siempre disponible comenzó a generalizarse en casi todos los sectores
de actividad.
El tiempo de trabajo y su duración constituye una de las condiciones bási-
cas de relación laboral. El contrato de trabajo no es más que la prestación de
un servicio durante un tiempo a cambio de una retribución. Salario y tiempo
son los pilares esenciales del trabajo, y constituyen sus condiciones básicas.
Esta esencialidad explica que el tiempo de trabajo y su tratamiento hayan
tenido una presencia constante en la regulación laboral tanto legal como con-
vencional. Las primeras regulaciones laborales de principio del siglo XX son
limitadoras de la jornada de trabajo como una forma de garantizar la seguri-
dad y la salud de los trabajadores de los riesgos derivados del cansancio. Y es
que ya a primeros de mayo de 1886 se produjeron los acontecimientos que
desembocaron en Chicago los tristes acontecimientos que marcarían para la
posteridad el 1 de mayo como día del trabajo; la cuestión de fondo giraba en
torno al tiempo de trabajo, bajo el lema “ocho horas para el trabajo, ocho
horas para el sueño y ocho horas para la casa”.3
Sin embargo, a principios de la década de los ochenta-noventa, como ya se
ha anunciado previamente, la disminución del tiempo de trabajo se estabiliza
y se produce un cambio trascendental; el tiempo de trabajo deja de ser una
pieza de la reivindicación de los trabajadores y pasa a ser planteado desde
las posiciones empresariales como mecanismo de flexibilidad. Por lo tanto,
junto a esa vertiente cuantitativa, existe también una vertiente cualitativa, que
tiende a ser más valorada en las últimas décadas.4 Desde el lado del empresario,
la disposición del tiempo de trabajo de sus trabajadores resulta relevante para
adaptar las horas de trabajo a las necesidades productivas de cada momento,
y por parte de los trabajadores es importante para conciliar la vida laboral, fa-
miliar y personal. Con relación a la vertiente cualitativa del tiempo de trabajo,
se ha llevado a cabo una flexibilización en un doble sentido. Por un lado, se ha
ampliado la autonomía unilateral del empresario a través de un repliegue de
3 Palomeque López, M. C. y Álvarez de la Rosa, M., Derecho del trabajo, Madrid, Centro de
laciones Laborales, núm. 1, julio 1999, p. 46; Rabanal Carbajo, P., “Aspectos de interés sobre
la distribución del tiempo de trabajo”, Actualidad Laboral, núm. 16, septiembre de 2006, t. 2,
pp. 1-23.
5 Trillo, F., “Tiempos de trabajo y de vida privada como desafío para la innovación em-
presarial”, Flexibilidad interna e innovación en la empresa, Landa Zaparín, J. P., Dykinson, 2014, pp.
309-330.
6 Por lo que respecta a la ordenación del tiempo de trabajo, las sucesivas regulaciones
poco a poco se han ido caracterizando por los rasgos de “desregulación, diversificación y
personalización”. Hubo que esperar hasta la Ley de Relaciones Laborales de 1976 para que
la semana pasara a ser la unidad cronológica de referencia. Con el ET de 1980, se mantuvo la
semana como módulo de referencia para la distribución de la jornada. Pero, además, se remitió
a la negociación colectiva la eventual distribución irregular de la jornada a lo largo del año. Otra
cosa es que determinados límites legales permitieran negociar en aquel momento una distribu-
ción irregular de la jornada en los términos en que hoy es posible. La reforma del ET de 1994,
por lo que aquí interesa, supuso, por un lado, la consideración legal del año como unidad crono-
lógica de referencia, sin perder la perspectiva semanal y, por otro, la ampliación de los márgenes
de una posible distribución irregular de la jornada, tanto en relación con el ámbito en el que se
podía pactar como en punto a los límites. El RDL 7/2011, dio prioridad aplicativa a los conve-
nios de empresa, entre otras, en materia de distribución del tiempo de trabajo (artículo 84.2 c)
ET/2011). Además, dio nueva redacción al artículo 85.3.i) ET para fijar como contenido míni-
mo de los convenios colectivos medidas para contribuir a la flexibilidad interna en la empresa,
en particular “un porcentaje máximo y mínimo de la jornada de trabajo que podrá distribuirse
de manera irregular a lo largo del año. salvo pacto en contrario este porcentaje será del 5%”.
Los dos Acuerdos para el Empleo y la Negociación Colectiva de 2010 y 2012 (AENC) abun-
daron en la gestión del tiempo de trabajo como medida de flexibilidad interna. En concreto,
el AENC 2012 distinguió flexibilidad ordinaria y extraordinaria temporal en materia de tiempo
de trabajo. finalmente la reforma laboral de 2012, en este punto, introdujo dos novedades: a) la
regulación de la distribución del tiempo de trabajo en un convenio colectivo de empresa, que se
puede negociar en cualquier momento de la vigencia de convenios colectivos de ámbito supe-
rior, siempre tiene prioridad aplicativa sobre los convenios sectoriales estatales, autonómico o de
ámbito inferior (artículo 84.2 ET); b) dejó de ser contenido mínimo de los convenios colectivos
el establecimiento de un porcentaje de jornada que podría ser distribuido de manera irregular
a lo largo del año (artículo 85.3 ET). A partir de esta reforma es la ley la que fija un porcentaje
de distribución irregular de la jornada a establecer por la empresa en defecto de pacto (artículo
34.2 ET); c) así, en defecto de pacto en convenio colectivo o acuerdo entre la empresa y los
representantes legales de los trabajadores, la empresa puede distribuir irregularmente la jornada
a lo largo del año en un 10% de la jornada de trabajo (artículo 34.2 ET); d) el trabajador debe
conocer con un preaviso de cinco días el día y la hora de la prestación de trabajo resultante de
la distribución de la jornada. Véase Valdés Dal-Ré, F., “La flexibilidad del tiempo de trabajo: un
viejo, inacabado y cambiante debate”, Relaciones Laborales, núm. 2, 1999, pp. 5 y 6, y Rodríguez
Pastor, G. E., “Hacia una organización más flexible del tiempo de trabajo”, Relaciones Laborales,
núm. 12, diciembre de 2014, p. 2.
8 Trillo Párraga, F., La construcción social y normativa del tiempo de trabajo: identidades y trayectorias
que la calificación de la distribución de una jornada como regular o irregular depende del nú-
mero de horas semanalmente prestadas, sin atender a la jornada diaria. Mientras que, en virtud
de la distribución regular de jornada, todas las semanas se trabajan como máximo cuarenta
horas. La distribución irregular lleva implícitas alteraciones al alza o a la baja sobre esas cuaren-
ta horas semanales, siempre que al cabo del año no se excedan las horas máximas de trabajo
Rivero Lamas, J., La flexibilidad laboral en España, Instituto Universitario de Relaciones Labora-
les, 1993, p. 167.
tos al permitir el disfrute de las vacaciones fuera del periodo anual (STSJ Andalucía (Sevilla),
del 8 de marzo de 1994 (AS 1994/1335), aunque las mismas parten de supuestos excepcionales
en garantía de su no pérdida, pero a ello se unen ciertos convenios colectivos que permiten el
disfrute de los festivos o permisos creados ex convenios colectivos una vez superado el año
en el que se deberían disfrutar, incluso el disfrute de descansos compensatorios de excesos de
jornada superado en el marco anual.
horas diarias”, Palomeque López, M. C. y Álvarez de la Rosa, M., Derecho del trabajo, 21a. ed.,
Ed. Universitaria Ramón Areces, 2013, p. 616.
13 “La distribución regular está sujeta a los límites derivados de los topes de trabajo efecti-
vo al día, que se establecen por razones de descanso del trabajador y que son 9 horas de trabajo
efectivo, del descanso de 12 horas entre jornadas y del descanso semanal”, Abiol Montesinos,
I. et al., Compendio de derecho del trabajo, Valencia, Tirant lo Blanch, 1999, p. 252.
14 Martín Valverde, A. y García Murcia, J., Tratado práctico de derecho del trabajo, Navarra,
15 Idem.
17 Mediante el recurso a las horas extraordinarias se permite al empresario alterar la cuan-
tía de la jornada en el contrato a tiempo completo. Por su parte, las horas complementarias
permiten al empresario aumentar las horas de trabajo inicialmente contratadas en el marco del
contrato a tiempo parcial.
18 Ballester Pastor, M. A., “La flexibilidad en la gestión del tiempo de trabajo: jornada y
distribución del tiempo de trabajo”, Revista de Derecho Social, núm. 62, 2013, pp. 53-92.
21 Si bien hay que apuntar que con anterioridad a la reforma laboral de 2010, el artículo
85.1, ET, atribuía a los convenios colectivos la capacidad de regular procedimientos extrajudicia-
les de solución de discrepancias que pudieran surgir durante los periodos de consulta previstos
en los artículos 40, 41, 47 y 51, ET.
sucesivas reformas laborales”, Relaciones Laborales, núm. 5, mayo de 2013, pp. 13-23.
V. La denominada “flexiseguridad”
Un informe que lleva por nombre Flexible working time arrangments and garder
equality (Flexibilidad en el horario laboral e igualdad de género), proporciona
una descripción completa de las prácticas actuales en los 27 Estados miem-
bros de la UE y en los países EEE-AELC (Islandia, Noruega, Liechtenstein y
Suiza). Se centra en la flexibilidad interna de empresas y organizaciones, tanto
en la duración de la jornada laboral (por ejemplo, a tiempo parcial) como en
su organización (por ejemplo, el horario laboral flexible u horario escalonado
y flexibilidad en la hora en la que empieza y termina la jornada de trabajo).
Las principales conclusiones del informe son las siguientes: en primer lugar,
aún existen amplias diferencias entre los Estados miembros en lo que con-
cierne a la flexibilidad del horario laboral. La flexibilidad en la duración de la
jornada laboral está más extendida en el norte y el oeste de Europa, mientras
que en Hungría, Lituania, la República Checa, Estonia, Bulgaria, Eslovaquia,
Eslovenia y Rumanía predomina la jornada laboral de cuarenta horas. Dina-
marca, Suecia, Alemania, Finlandia y Noruega reciben una buna puntuación
en términos de flexibilidad organizativa, ya que algo más de la mitad de los
asalariados disfruta de cierto grado de flexibilidad en su horario laboral. En
segundo lugar, se ha apreciado por el Informe que una mayor flexibilidad en el
horario laboral no siempre es positiva para la igualdad de género. Un horario
más individualizado ejerce efecto positivo en la tasa de empleo femenino y
puede ayudar a las trabajadoras a mantener el equilibrio entre su vida profe-
sional y personal. Sin embargo, el trabajo a tiempo parcial (mayoritariamente
femenino) aún se concentra en sectores mal pagados con escasas oportunida-
des de promoción y de formación en la mayor parte de los países. La cultura
organizativa también desempeña un papel importante. Mientras la flexibilidad
se considere una manera “femenina” de organizar la jornada laboral, es más
probable que los horarios flexibles confirmen diferencias entre los sexos en
vez de modificar la tendencia.25
En tercer lugar, las reformas introducidas demuestran que la flexibilidad de
la jornada laboral es una prioridad en varios países, aunque los temas especí-
ficos de cada país puedan variar. Algunos países, como la República Checa y
Lituania, se centran en la flexibilidad como instrumento para aumentar la tasa
de empleo (tanto en individuos como en horas). El trabajo a tiempo parcial
25 Informe: Flexible working time arrangements and gender equality (a comparative review of 30
European countries.
VII. Conclusiones
VIII. Bibliografía