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Los linchamientos en Guatemala:

Una perspectiva bíblica

Dr. Gary Williams


Profesor de Antiguo Testamento
Seminario Teológico Centroamericano

Los linchamientos en Guatemala han aumentado espantosamente en


los últimos años. Entre las causas más relevantes figuran la desconfianza
en el sistema de justicia, la falta de oposición a los linchamientos, el
pecado enraizado en el ser humano y la falta de convicción que el lin-
chamiento es un pecado grave. Varios principios bíblicos indican que los
cristianos deben condenar el fenómeno y esforzarse para detenerlo. Con
base en las Escrituras se puede formular recomendaciones acerca de este
problema tanto para la sociedad en general como para la Iglesia.

Lynchings in Guatemala have increased at an alarming rate in recent


years. Among the most important causes are distrust of the justice system,
lack of opposition to the lynchings, the sin rooted in every human being,
and the lack of conviction that lynching is a grave sin. Several biblical
principles indicate that Christians should condemn the practice and work
to halt it. Scripturally based recommendations can be formulated con-
cerning this problem both for society in general and for the Church.

INTRODUCCIÓN

En los últimos años centenares de personas han sido lincha-


dos por turbas enardecidas en Guatemala. Los análisis de este
problema generalmente se han hecho desde una perspectiva
filosófica o de las ciencias sociales. Han evaluado el fenómeno
partiendo de principios filosóficos como los derechos humanos,
el valor y la dignidad de la vida humana, y la meta de una so-
ciedad democrática caracterizada por la paz y la fraternidad.
Para dilucidar las causas de los linchamientos han acudido a la
sociología, la psicología y otras ciencias sociales.
Los pocos escritos religiosos sobre el fenómeno—
notablemente el análisis ofrecido por Vitalino Similox, de la
28 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

Conferencia de Iglesias Evangélicas de Guatemala (CIEDEG),1


y el comunicado de la Conferencia Episcopal de Guatemala
(CEG)2—han dado realce a los mismos conceptos filosóficos, y
Similox propone una serie de causas psicológicas, sociológicas,
económicas y políticas para explicar los linchamientos. Los dos
documentos mencionados, el primero más que el segundo,
también incluyen una dimensión teológica.
Todos estos análisis hacen aportes valiosos, pero no conoz-
co un acercamiento al problema desde la Biblia. El comunicado
de la CEG afirma que “el ‘No matarás’ es un mandamiento
actual, que todos debemos respetar”, pero no alude a ningún
otro texto bíblico, y no he detectado referencia a pasaje bíblico
alguno en el análisis de Similox.
Este artículo, entonces, busca introducir en la discusión so-
bre los linchamientos una contribución desde la Biblia. Tam-
bién hace recomendaciones sobre el papel de la Iglesia frente al
fenómeno.

DESCRIPCIÓN DE LOS LINCHAMIENTOS

Definición

Las definiciones normalmente especifican que el linchamiento


involucra una matanza.3 Sin embargo, para el estudio del fenó-
meno en Guatemala, son útiles los siguientes conceptos adop-
tados por La Misión de Verificación de las Naciones Unidas en
Guatemala (Minugua) como elementos de su definición prácti-
ca.

1
Vitalino Similox Salazar, “La problemática de los linchamientos desde
una perspectiva pastoral protestante” (Guatemala: CIEDEG, 14 de mayo de
1998).
2
Conferencia Episcopal de Guatemala, “Comunicado de la Conferencia
Episcopal de Guatemala: No a los linchamientos, a los robos y a la impuni-
dad” (Guatemala: CEG, 16 de agosto de 2000).
3
Coloj puntualiza: “Al no producirse la muerte del sujeto pasivo no hay
linchamiento, sino vapuleo…”. Francisco Coloj Mazate, “El linchamiento
como expresión de la ineficacia del sistema judicial guatemalteco” (tesis de
licenciatura, Universidad de San Carlos de Guatemala, marzo de 1998), pág.
36.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
29
MINUGUA, para sistematizar los hechos observados, ha registrado
como un sólo caso de linchamientos los hechos de violencia tumul-
tuaria contra las personas, independientemente de que se realice
contra una o más víctimas y que el resultado de los mismos conlleve
o no a su muerte, y de si ésta no se produce por el desistimiento de
los “linchadores” o porque fue impedido por autoridades u otras
personas. La Misión ha verificado casos de linchamientos donde no
se produjo la muerte de la o las víctimas, pero sí lesiones graves y
gravísimas, incluyendo secuelas permanentes.4

Implícito en esta explicación, y generalmente explícito en


las definiciones ofrecidas por los diccionarios, está el concepto
de que el linchamiento se lleva a cabo sin proceso legal. Este
elemento descalifica la opinión de que “en Guatemala el lin-
chamiento puede remontarse hasta las épocas precolombinas,
ya que las ‘ejecuciones’ públicas para castigar con la muerte a
los inconformes con las normas de obligatoria observancia,
también era [sic] común”,5 a menos que dichas ejecuciones se
hayan realizado sin proceso y tumultuariamente.

Algunas estadísticas

4
Minugua, Informe de verificación. Los linchamientos: un flagelo contra
la dignidad humana (Guatemala: Minugua, diciembre 2000), párr. 4. Para una
lista de otros informes de la Minugua y sus suplementos que comentan el
fenómeno de los linchamientos, ver Minugua, Suplemento al décimo informe
sobre derechos humanos de la Misión de Verificación de las Naciones Uni-
das en Guatemala: Situaciones sobre derechos humanos (Guatemala: Mi-
nugua, enero de 2000), párr. 50. A esta lista agréguese ahora no solamente el
informe citado al principio de esta nota, sino también el Undécimo informe
sobre derechos humanos de la Misión de Verificación de las Naciones Uni-
das en Guatemala (Guatemala: Minugua, septiembre 2000), párrs. 68-71. Los
informes de la Minugua están disponibles en http:\\www.minugua.guate.net.
5
Luis Felipe Polo, Carlos Caballero Velásquez y Bethzabé Chinchilla Es-
cobar, Una aproximación a la “barbarie” de los linchamientos en Guatemala
(Cuaderno de estudio 2; Guatemala: Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la Universidad Rafael Landívar, julio de 2000), pág. 4. Para unos antecedentes
históricos del reciente oleaje de linchamientos, ver Coloj, “El linchamiento”,
págs. 1-5.
30 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

La Minugua ha presentado un cuadro del número de lin-


chamientos, tentativas de linchamiento, muertos y heridos de
diversa consideración año por año desde 1996 hasta 2000.6
Según estos datos, desde un total de 35 linchamientos y tentati-
vas de linchamiento en 1996, el número se duplicó a 78 en
1997 y 67 en 1998, luego se disparó a 105 en 1999, y finalmen-
te se redujo a la mitad, a 52, en 2000. De manera similar, el
número de víctimas, entre fallecidas y heridas de diversa consi-
deración, subió de 47 en 1996 a 110 en 1997 y 127 en 1998, se
alzó a 236 en 1999, y descendió a 115 en 2000.7 En 1999 el
número de linchamientos “supone que prácticamente cada tres
días hubo un linchamiento o intento de linchamiento”.8
En cuanto a la distribución geográfica, un cuadro de lin-
chamientos por departamento presentado por la Minugua revela
que para el período 1996-2000 los departamentos de mayor
incidencia, en orden descendiente, fueron Quiché, Alta Vera-
paz, Guatemala, Huehuetenango, Sololá, San Marcos, Petén,
Chimaltenango, Totonicapán y Quetzaltenango. El número de
víctimas fue de 123 en el Quiché, dos veces más que en ningún
otro departamento salvo Alta Verapaz, donde hubo 113 vícti-
mas.9 Según datos de la Minugua, aparentemente para el perío-
do 1996-1999 (o tal vez no incluyan el año 1999), “el 64% [de
los linchamientos] se dieron en comunidades indígenas, el 27%
en ladinas y el 4% en comunidades mixtas. De esos mismos
casos, el 85% se dio en zonas rurales y el 15% en urbanas”.10
Entre enero y septiembre de 1999 el 66% de los linchamientos
sucedió en comunidades de mayoría indígena, el 13% en co-
munidades ladinas y el 21% en comunidades de componente

6
Minugua, Los linchamientos, párr. 5. El informe no define “tentativa de
linchamiento”. ¿Se referirá a hechos de violencia tumultuaria que no conducen
a la muerte de las víctimas (pero el párrafo 4 del mismo documento incluye
este tipo de acción en la definición de “linchamiento”), o tentativas que no
produjeron ni muertos ni heridos de consideración?
7
No he leído ni escuchado ninguna teoría para explicar la mengua en el
año 2000. ¿Realmente hubo menos linchamientos, o los datos abarcan sólo
una parte del año?
8
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 43.
9
Minugua, Los linchamientos, párr. 9.
10
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 42.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
31
étnico mixto.11 Según los datos manejados por el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar,
casi el 90% de los linchamientos se cometieron en el área rural,
el 75% en comunidades indígenas, el 22% en comunidades
ladinas y el 3% en comunidades mixtas.12
Llama la atención que el mayor número de los linchamien-
tos ha ocurrido en el área rural, en comunidades de mayoría
indígena y en regiones que fueron golpeadas duramente por los
36 años de conflicto armado interno.13 Por otro lado, el fenó-
meno de ninguna manera se limita a tales lugares.14

Autores

“A diferencia de otros graves hechos delictivos, los autores


no son delincuentes habituales que actúan de forma individual
o en bandas criminales, sino, en su mayoría, ciudadanos comu-
nes... Participan muchas personas y hasta comunidades ente-
ras”.15 La turba se conforma de observadores pasivos, frecuen-
temente la mayoría,16 y participantes activos, que son sólo unos
pocos, generalmente hombres mayores de 35 años.17 Son los
instigadores, autores materiales y cómplices.18 Varios analistas
comentan que los instigadores en muchos casos han sido “per-
sonas que pertenecieron a estructuras de control político y
social (comités voluntarios de defensa civil y comisionados

11
Ibid., párr. 43.
12
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 6.
13
Sobre este último factor, ver, entre otros, Minugua, Los linchamientos,
párrs. 9-10; idem, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 56.
14
Para muestra, un botón: “Dos hombres resultaron ayer agredidos y ba-
leados por una turba de vecinos, después de que supuestamente fueron sor-
prendidos cuando saqueaban una casa localizada en [la] zona 18 de la capital”
(Janett Recinos, “Turba intenta linchar a presuntos asaltantes”, Siglo Vein-
tiuno, 7 de febrero de 2001, pág. 8).
15
Minugua, Los linchamientos, párr. 6.
16
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 49; idem, Los lin-
chamientos, párr. 8.
17
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 49; idem, Los lin-
chamientos, párrs. 8, 15. Sin embargo, los reportajes de la prensa dan la
impresión que generalmente la mayoría de la turba apoya el linchamiento.
18
Minugua, Los linchamientos, párr. 6.
32 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

militares) nacidas de la lucha contrainsurgente”,19 y que en


algunos casos “quienes instigan lo hacen por motivaciones de
índole personal contra la o las víctimas”20 o para “crear mayor
violencia y zozobra con fines políticos”.21

Víctimas

Generalmente jóvenes, las víctimas “son tildadas de delin-


cuentes o se les atribuye ciertos delitos cometidos en la zona”.22
Sorprendentemente, sólo un pequeño porcentaje de estas acusa-
ciones tienen que ver con delitos contra la vida. Según “un
estudio realizado por organismos internacionales y de derechos
humanos acreditados en el país” sobre el período del 1 de enero
al 20 de noviembre de 1997, el 49.41% de los linchamientos se
produjo contra personas acusadas de haber cometido algún tipo
de hecho ilícito contra la propiedad, el 23.53% por asaltos a
vehículos o a transeúntes, el 7.5% por delitos contra la vida y el
4.7% por delitos contra la seguridad sexual. Los demás se die-
ron por accidentes de tránsito, estado de ebriedad, tierras, dis-
paros con arma de fuego, hasta el robo de dos zanahorias.23
Entre los “casos más sonados” Myriam Larra enumera acusa-
ciones de robo de niños, asaltos, robo de una gallina, robo de
legumbres, abigeato (robo de ganado) y asesinato.24 En un
análisis de los supuestos móviles de los linchamientos en 1999,
la Minugua concluyó que 58 de los 90 casos registrados por esa
entidad se dirigieron contra los supuestos responsables de deli-
tos contra el patrimonio, como robos, asaltos o extorsiones, y
que estos delitos usualmente habían afectado bienes de relativo
o escaso valor pecuniario. Sólo tres casos tuvieron que ver con
delitos contra la vida (homicidio), tres más con violación se-
xual, y dos con secuestro. En cuanto a los demás móviles,

19
Ibid., párr. 8; para ejemplos concretos, ver Minugua, Situaciones sobre
derechos humanos, párr. 47.
20
Minugua, Los linchamientos, párr. 8.
21
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 48.
22
Ibid., párr. 46b; Minugua, Los linchamientos, párr. 8.
23
Myriam Larra, “Persecución penal en caso de linchamientos es casi nu-
la”, Prensa Libre, 23 de enero de 1998, pág. 2.
24
Ibid.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
33

en cuatro casos fue por accidentes de tránsito; cuatro por usurpación


de cursos de agua; uno por falta de suministro eléctrico; dos por he-
chicería; uno por tala de árboles; uno por irregularidades adminis-
trativas, uno por amenazas de muerte, uno para evitar una captura,
uno por linderos, uno por un desalojo, uno por un traslado de reos,
uno por investigar un linchamiento, uno por venta de licor clandes-
tino, dos por agresiones y peleas entre vecinos. No se tiene informa-
ción sobre la causa de los tres linchamientos que completan los 90
registrados en el período.25

En varios casos no hubo indicios que las víctimas fueran


culpables,26 y se reconoce generalmente que en algunos de los
casos más sonados las víctimas eran inocentes.27 En algunos
casos las víctimas fueron torturadas para que revelaran los
nombres de otros integrantes de las supuestas bandas delictivas,
y luego éstos también fueron linchados.28
En estos días ha consternado profundamente a la población
guatemalteca el linchamiento en Senahú, Alta Verapaz, el 13 de
marzo recién pasado, de un juez de paz.29 Sin embargo, no es
un evento aislado. Este año ha habido tentativas de linchamien-

25
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 53.
26
Minugua, Los linchamientos, párr. 7.
27
He aquí algunos ejemplos. El 13 de noviembre de 1996 en Totonicapán
unos tres mil vecinos lincharon al pastor evangélico Erwin De León Soto y
tres varones de su iglesia, todos ellos de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango.
Fueron confundidos con los asaltantes de un autobús porque, como iban de
cacería, estaban armados (Prensa Libre, 14 de noviembre de 1996, págs. 1, 3,
10). El 17 de marzo de 1998 cuatro varones fueron linchados en la aldea
Buenos Aires, en San Cristóbal Ixchiguán, por una turba que los confundió
porque dieron jalón a los supuestos asaltantes de un camión repartidor de
cerveza (Julio López y Claudia Argueta, “Linchamientos: Justos pagan por
pecadores”, Siglo Veintiuno, Guatemala, 17 de marzo de 1998, pág. 3). El 29
de abril de 2000 en Todos Santos Cuchumatán, un turista japonés y el piloto
guatemalteco del autobús de turismo fueron ultimados por una turba que les
atribuía pretender robar un niño para sacrificios satánicos (Minugua, Undéci-
mo informe sobre derechos humanos, párr. 69; “El fanatismo de los margina-
dos”, El País (España), 20 de mayo de 2000.
28
Minugua, Los linchamientos, párr. 7. Para algunos ejemplos concretos,
ver idem, Situaciones sobre derechos humanos, párrs. 44-45; Julio Vásqez,
“San Marcos: Linchado por decisión de tribunal popular”, Siglo Veintiuno,
12 de septiembre de 2000, pág. 10.
29
“Turba lincha a juez”, Siglo Veintiuno, 14 de marzo de 2001, pág. 3.
34 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

to contra varios representantes del gobierno, incluyendo el


Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales,30 tres con-
cejales de San Juan Chamelco, Alta Verapaz,31 los alcaldes de
San Pablo La Laguna y Jalapa32 y tres auditores de la Contralo-
ría General de Cuentas de la Nación.33 Además fueron tomados
como rehenes un juez de paz y quince agentes de la Policía
Nacional Civil (PNC) en Chisec, Alta Verapaz,34 y el alcalde
de Tuilá, Fray Bartolomé de las Casas, Alta Verapaz.35

Inicio del acto del linchamiento

De 1995 al 1998 los linchamientos generalmente aparecían


como hechos masivos, espontáneos y descontrolados,36 pero
algunos fueron más espontáneos que otros. Algunos se estalla-
ron contra individuos desconocidos en la comunidad que de
repente fueron acusados de haber cometido algún delito y de
una vez fueron linchados. Sin embargo, en otros casos las víc-
timas fueron miembros de la comunidad que tenían fama desde
hace tiempo de ser maleantes.
Desde principios de 1999 ha habido cada vez más casos
planificados.37 “Cada vez son más frecuentes los casos en que
las víctimas de los linchamientos son buscadas en sus propios
domicilios por grupos armados organizados, en ocasiones con

30
“Turba libera a Quej en Alta Verapaz”, Siglo Veintiuno, 18 de enero de
2001, pág. 6; “Quej: Les incitaban a que me lincharan”, Prensa Libre, 19 de
enero de 2001, pág. 8.
31
Ibid. Hubo un caso similar el año pasado en el Petén; ver “Petén: Inten-
tan linchar a cuatro concejales”, Siglo Veintiuno, 20 de septiembre de 2000,
pág. 10.
32
“Editorial: Urge seguridad y respeto”, Siglo Veintiuno, 30 de marzo de
2001, pág. 14.
33
Maynor Caballeros y Jorge Jiménez, “Chajul, Quiché: Intentan linchar a
auditores”, Siglo Veintiuno, 4 de abril de 2001, pág. 8.
34
Jorge Jiménez, “Turba lincha a un hombre”, Siglo Veintiuno, 10 de
abril de 2001, pág. 10.
35
“Alcalde tomado de rehén”, Siglo Veintiuno, 26 de abril de 2001, pág.
8.
36
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 46a; idem, Los
linchamientos, párr. 6.
37
Minugua, Los linchamientos, párr. 6; Mario Ramos, “Linchados serían
víctimas planificadas”, Siglo Veintiuno, 30 de abril de 2001, págs. 2-3
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
35
participación directa de agentes o ex agentes del Estado”.38 En
los primeros once meses del año 1999, en sólo el 32% de los
casos verificados por la Minugua la violencia de la turba fue
una reacción espontánea; el 43% fueron actos planificados y
organizados; y en el 25% la Minugua no logró determinar si
fueron espontáneos o premeditados.39 Casi todos los lincha-
mientos en que hubo más de dos víctimas obedecieron a accio-
nes planificadas.40

Desarrollo del acto del linchamiento

El linchamiento puede durar horas o días, durante los cuales


“se interroga, ‘juzga’, aplica crueles castigos físicos y final-
mente se da muerte a las personas a quienes se acusa de delin-
cuentes”.41 A veces los castigos incluyen torturas para obtener
información sobre otros integrantes de las supuestas bandas
delictivas.42 Frecuentemente los victimarios golpean y/o hieren
de muerte a los acusados, los rocían de gasolina y les prenden
fuego.43

CAUSAS DE LOS LINCHAMIENTOS

Teorías

Muchas y diversas han sido las opiniones vertidas sobre las


causas de los linchamientos.
1. Falta de confianza en el sistema de justicia como un medio
eficaz para defender a la ciudadanía y castigar a los delin-
cuentes.44 Esta desconfianza puede deberse a una serie de
38
Minugua, Los linchamientos, párr. 7. Para una lista de casos específi-
cos, ver idem, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 46b.
39
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 46a.
40
Minugua, Los linchamientos, párr. 7.
41
Ibid., párr. 6.
42
Minugua, Ibid., párr. 7; idem, Situaciones sobre derechos humanos,
párrs. 44-45.
43
Minugua, Los linchamientos, párr. 7.
44
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 2; “Editorial:
Nos hundimos en la barbarie”, Siglo Veintiuno, 11 de julio de 2000, pág. 14;
Mario David García, “El linchamiento en Xalbaquiej, golpe contra la hipocre-
36 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

factores, como el lento funcionamiento del sistema judi-


cial,45 la dificultad que la población indígena tiene con el
idioma español,46 las contradicciones con las sentencias y
métodos del derecho indígena,47 la corrupción en la policía,
el Ministerio Público (MP) y los juzgados,48 la liberación de
criminales por el sistema de justicia,49 la incapacidad de la
fuerza pública para detener la ola de delincuencia,50 la falta

cia [sic] nacional”, Siglo Veintiuno, 31 de julio de 2000, pág. 18; Vásqez,
“Linchado por decisión de tribunal popular”; Javier Méndez, de la Procuradu-
ría de los Derechos Humanos, según Julio Vásquez, “San Marcos: Tribunal
popular a la caza de asaltantes”, Siglo Veintiuno, 14 de septiembre de 2000,
pág. 8; Rocael Cardona, comisionado presidencial para la descentralización,
citado en “Admiten ingobernabilidad”, Siglo Veintiuno, 30 de marzo de 2001,
pág. 4.
45
Acisclo Valladares, entonces Procurador General de la Nación, citado
en Nancy Avendaño y Manolo García, “El poder de la costumbre”, Prensa
Libre, 3 de agosto de 1997, sección “Actualidad”, págs. 9-10; Víctor Ferrigno,
del Programa de Justicia de la Agencia Internacional para el Desarrollo, según
“Linchamientos”, Siglo Veintiuno, 14 de agosto de 2000, pág. 3; “Minugua
cuestiona linchamientos”, Guatemala, elPeriódico, 10 de octubre de 2000,
pág. 3.
46
Avendaño y García, “El poder de la costumbre”, pág. 10. Este factor
podría expresarse igualmente a la inversa: la dificultad que los jueces tienen
con los idiomas indígenas. Aparentemente esta dificultad influyó en la absolu-
ción del ex comisionado militar Cándido Noriega Estrada, acusado por qui-
chés monolingües de 156 delitos (Coloj, “El linchamiento”, pág. 47).
47
Avendaño y García, “El poder de la costumbre”, págs. 9-10.
48
Ibid., pág. 10; Coloj, “El linchamiento”, págs. 36-46; Julie López y
Claudia Argueta, “Obispo de San Marcos: Un hecho absurdo e irracional”,
Siglo Veintiuno, 19 de marzo de 1998, pág. 3; Similox, “La problemática de
los linchamientos”, pág. 2; Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos,
pág. 9; Edgar René Sáenz, “Querían lincharlos”, Prensa Libre, 14 de febrero
de 2001, pág. 34.
49
Avendaño y García, “El poder de la costumbre”, pág. 10; Mario Anto-
nio Sandoval, “Libres por buena conducta”, Prensa Libre, 31 de diciembre de
1997, pág. 10; Sáenz, “Querían lincharlos”; Alfred Kaltschmitt, “El síndrome
de Senahú”, Siglo Veintiuno, 22 de marzo de 2001, pág. 11.
50
Procurador de los Derechos Humanos Julio Arango Escobar, Procurador
General de la Nación Acisclo Valladares Molina, Vicepresidente de la Repú-
blica Luis Flores Asturias y diputado Vinicio Villar Anleu, citados en “Diver-
sas reacciones al violento ataque”, Prensa Libre, 23 de enero de 1998, pág. 3;
“Lapidan y queman a un hombre en San Marcos”, Prensa Libre, 2 de enero de
1998, pág. 7; Miguel Ángel Albizures, “Linchamientos: Un problema a en-
frentar”, elPeriódico, 19 de junio de 1998, pág. 11; Similox, “La problemática
de los linchamientos”, pág. 2; “elEditorial: Los linchamientos son síntomas de
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
37
de autoridades oficiales legalmente constituidas en las co-
munidades rurales,51 el reciclaje de agentes de la PNC,52 y
el vacío de autoridad causado por la disolución de las PAC
y los comisionados militares y el cierre de algunos destaca-
mentos militares.53
2. Falta de oposición decidida a los linchamientos de parte de
líderes “(periodistas, intelectuales, partidos políticos, deno-
minaciones religiosas, autoridades tradicionales, institucio-
nes de gobierno, organizaciones no gubernamentales)”54 y
de parte del pueblo.55 La impunidad de los linchamientos
alienta su reiteración.56 En varios casos no sólo los instiga-
dores sino también autoridades locales o personas con un li-
derazgo moral en la comunidad han pretendido legitimar el
linchamiento moralmente.57 El Estado poco ha hecho para
investigar los linchamientos y sancionar a los culpables a

desesperación”, elPeriódico, 25 de enero de 1999, pág. 10; CEG, “No a los


linchamientos”.
51
Avendaño y García, “El poder de la costumbre”, pág. 10; Alfonso No-
vales Aguirre, entonces presidente del Colegio de Abogados, citado en Elder
Interiano, “Novales: Sectores no quieren justicia”, Prensa Libre, 31 de di-
ciembre de 1997, pág. 6; López y Argueta, “Linchamientos: Justos pagan por
pecadores”; Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 7; Minugua,
Situaciones sobre derechos humanos, párr. 41.
52
Salvador Gándara, entonces vice ministro de Gobernación, según My-
riam Larra y Pavel Arellano, “De show califican plan de seguridad”, Prensa
Libre, 24 de enero de 1998, pág. 2.
53
Ibid. Como explica un editorialista, “se argumenta que el proceso de
paz condujo a un repliegue de las fuerzas de seguridad, y que ello originó en
las poblaciones del interior un peligroso vacío de poder, que ha sido aprove-
chado para la proliferación de maleantes”, “Editorial: Nos hundimos en la
barbarie”, Siglo Veintiuno, 11 de julio de 2000, pág. 11.
54
Minugua, Los linchamientos, párr. 13.
55
Según Alejandro Rodríguez, director de investigaciones del Instituto de
Estudios Comparados en Ciencias Penales y catedrático de criminalística en el
posgrado de Drecho Penal en la Universidad San Carlos, el factor principal
que ha contribuido a la difusión de los linchamientos es “que no se ha repro-
chado socialmente el hecho de linchar” (Pedro Pop Barillas, “Linchamientos,
herencia militar”, Prensa Libre, 18 de marzo de 2001, pág. 6).
56
Minugua, Undécimo informe sobre derechos humanos, párr. 68; idem,
Los linchamientos, párr. 25; “elEditorial: No cesan los linchamientos”, elPe-
riódico, 13 de febrero de 2001, pág. 10.
57
Minugua, Los linchamientos, párr. 12.
38 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

través de la PNC,58 el MP59 y el Organismo Judicial (OJ).60


Las investigaciones son impedidas por la solidaridad cerra-
da de las comunidades.61 En algunos casos los agentes de la
ley han desistido de tratar de capturar o juzgar a los “lincha-
dores” debido al respaldo popular de que gozan.62 Hasta se
han dado casos en que los agentes del Estado—alcaldes au-
xiliares, jueces de paz y policías—han instigado o realizado
materialmente el linchamiento.63
3. El derecho consuetudinario indígena.64
4. La falta de avance en la recuperación del derecho consuetu-
dinario de los pueblos indígenas.65 Varios analistas no sólo
rechazan la teoría de que los linchamientos sean expresión
del derecho indígena, sino que también aducen que una cau-
sa del fenómenolos ha sido el menoscabo, provocado por la
guerra interna, de las autoridades indígenas y sus normas
tradicionales.66 Argumentan que los mecanismos del dere-
cho indígena para conciliar y sancionar contrastan clara-
mente con la práctica de los linchamientos.67 El papel del
derecho consuetudinario en los linchamientos depende en

58
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 53; idem, Los lin-
chamientos, párrs. 20, 22.
59
Larra, “Persecución penal en caso de linchamientos es casi nula”; idem,
“Impunes 84 casos de linchamiento”, Prensa Libre, 25 de enero de 1998, pág.
3; Albizures, “Linchamientos: Un problema a enfrentar”; Minugua, Situacio-
nes sobre derechos humanos, párr. 52; idem, Los linchamientos, párrs. 22, 23,
25; Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 6.
60
Minugua, Los linchamientos, párrs. 15, 27; “elEditorial: No cesan los
linchamientos”.
61
Coloj, “El linchamiento”, págs. 47-48.
62
Para un caso, ver Minugua, Undécimo informe sobre derechos huma-
nos, párr. 70; idem, Los linchamientos, párr. 24.
63
Minugua, Los linchamientos, párrs. 17, 18.
64
Larra, “Persecución penal”. Según Larra, escribiendo en enero de 1998,
el hecho que la mayoría de los linchamientos se ha producido en aldeas indí-
genas “ha llevado a que estudiosos en la materia y sociólogos señalen que
estas acciones son producto del derecho consuetudinario indígena”.
65
Minugua, Los linchamientos, párr. 10.
66
Ibid., párr. 31; Jesús Gómez, “Reactivación de autoridades mayas: Fin a
los linchamientos”, Siglo Veintiuno, 22 de marzo de 2001, pág. 11.
67
Minugua, Los linchamientos, párr. 32; Polo et al., La “barbarie” de los
linchamientos, pág. 7; Avendaño y García, “El poder de la costumbre”, págs.
8-10.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
39
parte de la definición que se da al término “linchamiento”.
Las sentencias aplicadas por el derecho indígena han llega-
do a azotes públicos,68 pero aparentemente ninguna senten-
cia de muerte ha sido pronunciada por dicho sistema. Por
otro lado, las penas aplicadas en base a la ley consuetudina-
ria aparentemente violan el artículo 203 de la Constitución
Política de la República de Guatemala: “La función juris-
diccional se ejerce, con exclusividad absoluta, por la Corte
Suprema de Justicia y por los demás tribunales que la ley es-
tablezca”.69
5. La imposición, comenzando durante el enfrentamiento ar-
mado, por la influencia tanto del Ejército como de la guerri-
lla, de un modelo social militarizado, “que valoró las con-
ductas agresivas y defensivas y el verticalismo jerárquico,
en lugar del diálogo democrático y la construcción de con-
sensos”.70 “Los modelos de convivencia y la distribución del
poder social, que existían antes del enfrentamiento, resulta-
ron destruidos y aún no ha sido posible reestructurar el teji-
do social y los modelos y mecanismos de la convivencia
grupal”.71 Generalmente esta causa se vincula con la im-
plantación de estructuras contrainsurgentes durante el pe-
ríodo de conflicto, las cuales todavía tienen poder.72
6. La cultura de violencia, fruto de los casi 36 años de conflic-
to interno, que propicia una actitud social de revanchismo y
venganza.73

68
Jorge Jiménez, “Otro caso de aplicación de ley maya en Quiché”, Siglo
Veintiuno, 23 de agosto de 2000, pág. 23; “Líderes indígenas defienden apli-
cación de ley maya”, Siglo Veintiuno, 24 de agosto de 2000, pág. 8.
69
“Editorial: ¿Dos sistemas de justicia?”, Siglo Veintiuno, 24 de agosto de
2000, pág. 14.
70
Minugua, Los linchamientos, párr. 10; cp. “Reactivación de autoridades
mayas: Fin a los linchamientos”, pág. 11.
71
Minugua, Los linchamientos, párr. 10; ver idem, Situaciones sobre de-
rechos humanos, párr. 56.
72
Minugua, Los linchamientos, párrs. 9-10; idem, Situaciones sobre de-
rechos humanos, párr. 56; CEG, “No a los linchamientos”; Adrián Zapata,
“Las raíces contrainsurgentes de los linchamientos”, Siglo Veintiuno, 21 de
marzo de 2001, pág. 10.
73
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 8; Alvaro Ramaz-
zini, obispo de San Marcos, citado en López y Argueta, “Un hecho absurdo e
40 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

7. Los Acuerdos de Paz.74


8. El protagonismo en las comunidades de personas que, en el
pasado, fueron miembros de Comités Voluntarios de Defen-
sa Civil, Patrullas de Auto Defensa Civil (PAC), la guerrilla
o el ejército, o se desempeñaron como comisionados milita-
res. En algunos casos tales personas han provocado o apo-
yado los linchamientos.75
9. Situaciones de lucha de poder local.76 “Diversos sectores
alientan el término de ‘justicia popular’ o ‘justicia por mano
propia’, para legitimar en algunos casos situaciones de lucha
de poder local”.77
10. Conflictos de muchos años sobre límites territoriales en
algunas regiones.78
11. El subdesarrollo. La mayoría de departamentos con inciden-
cia mayor de linchamientos cuenta con los índices de desa-
rrollo humano más desfavorables: pobreza, analfabetismo,
etc.79
12. La exclusión social. La mayoría de los departamentos con
incidencia mayor de linchamientos también cuenta con los
índices de exclusión social más desfavorables.80
13. Inestabilidad política.81
14. La crisis económica.82

irracional”; Albizures, “Linchamientos: un problema a enfrentar”; Pop, “Lin-


chamientos, herencia militar”.
74
Armando de la Torre, “La paz de los acuerdos”, Siglo Veintiuno, 20 de
marzo de 2001, pág. 12.
75
Minugua, Los linchamientos, párr. 18; Similox, “La problemática de los
linchamientos”, pág. 1. El documento de la Minugua no menciona a los ex
miembros del ejército.
76
Cardona, citado en “Admiten ingobernabilidad”.
77
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 7.
78
Ramazzini, citado en López y Argueta, “Un hecho absurdo e irracio-
nal”.
79
Minugua, Los linchamientos, párr. 9; idem, Situaciones sobre derechos
humanos, párr. 56; Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, págs. 7,
9; Albizures, “Linchamientos: un problema a enfrentar”.
80
Minugua, Los linchamientos, párr. 9; idem, Situaciones sobre derechos
humanos, párr. 56; Albizures, “Linchamientos: un problema a enfrentar”;
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 1.
81
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 1.
82
Ibid.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
41
15. Pérdida de valores ético-sociales.83
16. Pérdida de respeto a las leyes.84
17. El régimen de opresión.85
18. “La falta de sensibilización social a los problemas de pobre-
za y justicia en el país”.86
19. El sufrimiento, odio y resentimiento acumulados por más de
36 años de guerra y más de 500 años de marginación, dis-
criminación y represión.87
20. La creencia de que el linchamiento combate la delincuen-
cia.88
21. Ausencia del Estado para prevenir los linchamientos.89
22. El aumento de violencia mundialmente. El constante bom-
bardeo de ideas violentas nos convierte en violentos.90
23. El gobierno del Partido de Avanzada Nacional (PAN).91
24. El gobierno del Frente Republicano Guatemalteco (FRG).92
25. El modelo de acumulación capitalista en Guatemala.93
26. Un sentido de culpa. Este sentimiento está presente en los
que no han triunfado en la competencia individual del sis-
tema capitalista y en los que han participado en linchamien-
tos.94

83
Minugua, Los linchamientos, párr. 10.
84
Ibid.
85
Albizures, “Linchamientos: un problema a enfrentar”.
86
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 8.
87
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 2.
88
Minugua, Los linchamientos, párr. 28.
89
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 7.
90
Novales, citado por Interiano, “Novales: Sectores no quieren justicia”.
91
Según Arístides Crespo Villegas, entonces diputado del Frente Republi-
cano Guatemalteco (FRG), “los linchamientos nunca habían existido hasta que
llegó al poder el Partido de Avanzada Nacional” (citado por Larra, “Impunes
84 casos de linchamiento”, 25 de enero de 1998).
92
Leonel López Rodas, secretario general del PAN, comentando la tenta-
tiva de linchamiento contra el Ministro de Ambiente Haroldo Quej Chen,
llamó al partido de gobierno (FRG) a satisfacer las necesidades de la pobla-
ción y así evitar estos incidentes (“Quej: Les incitaban a que me lincharan”).
93
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 1.
94
Ibid., págs. 1-2.
42 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

27. Un deseo profundo de dominar situaciones que no le com-


peten a uno. Este deseo nace de las frustraciones de todos
los días y de las crisis.95
28. La represión de los impulsos negativos de parte de la igle-
sia. “La iglesia…obliga a reprimir todos los impulsos nega-
tivos. Obliga a la vez a que dichos impulsos salgan inade-
cuadamente en un momento de ira colectiva en donde la
responsabilidad se diluye, como sucede en los linchamien-
tos.96
29. La falta de una política penal criminal. “Algunos analistas
señalan…como causa principal de los linchamientos, la ca-
ducidad del modelo penal vigente en Guatemala”.97

Conclusiones acerca de las causas

Posiblemente todas las teorías arriba enumeradas explican


en alguna medida los linchamientos. Las causas difieren de
caso en caso, y en un solo linchamiento, aun en un solo lincha-
dor, influye todo un complejo de factores. Sin embargo, algu-
nas de las teorías se sustentan con mejores evidencias, y algu-
nas de las causas parecen tener una relación más directa y más
amplia con los linchamientos. A continuación se comentan
cuatro causas particularmente relevantes.
Evidentemente un factor que figura poderosamente en mu-
chos linchamientos es la falta de confianza en el sistema de
justicia. Esa misma desconfianza, bien fundada o no, motiva a
los ciudadanos a realizar por mano propia lo que ellos en un
momento dado consideran justicia. Si bien el último informe de
la Minugua tiende a desestimar este factor,98 la frecuencia con
que lo mencionan analistas, gobernantes, habitantes del interior
del país y participantes en los linchamientos es una evidencia
insoslayable.99 Según una encuesta realizada a principios de

95
Ibid., pág. 2.
96
Ibid.
97
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 8.
98
Minugua, Los linchamientos; ver también “elEditorial: No cesan los
linchamientos”.
99
Para intentar legitimar moralmente los linchamientos, los instigadores,
autoridades locales y personas que ejercen una autoridad moral en la comuni-
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
43
1998, el 49% de los habitantes de la ciudad de Guatemala no
confiaba en ninguna de las instituciones del sistema de justi-
cia—la policía, el MP, los tribunales de justicia.100 La descon-
fianza ha de ser más profunda aún en otras partes de la repúbli-
ca. En su informe anual presentado en enero de 2001, Julio
Arango, Procurador de Derechos Humanos, reservó sus críticas
principales para la violencia, la inseguridad y la falta de medi-
das eficientes para combatirlas por parte del Gobierno.101
Podría pesar en contra de este punto de vista la afirmación
hecha por la Minugua en enero de 2000 de que los departamen-
tos con mayor incidencia de linchamientos son los que tienen
menor incidencia del fenómeno delictivo.102 Es difícil saber
cómo evaluar esta afirmación. La Minugua no la incluye en su
informe más completo sobre los linchamientos en diciembre de
2000.103 ¿La omitió porque la había descartado? Si la afirma-
ción está en lo correcto, se tendría que preguntar qué otro factor
podría engendrar en la población rural tanta desesperación
frente a la criminalidad. Quizás la tasa de criminalidad ha au-
mentado sensiblemente en esos lugares, o tal vez los pobladores
toleran menos la delincuencia que los habitantes de otras partes
del país. Sea como fuere, difícilmente se puede negar que los
ciudadanos de los departamentos más afectados explícitamente
expresan su desconfianza en el sistema de justicia para prote-
gerlos de los malhechores.
Otro de los factores que más alienta los linchamientos tiene
que ser la poca oposición decidida a ellos. A este elemento
muchos de los analistas le dan realce. Es una causa relativa-
mente específica, y por lo tanto un blanco que se puede atacar.
Dos causas importantes de los linchamientos, apenas men-
cionadas en la literatura sobre el fenómeno pero de especial

dad han esgrimido diversas justificaciones; “la más común es que el lincha-
miento es una respuesta frente a la ineficacia de la justicia” (Minugua, Los
linchamientos, párr. 12).
100
“Justicia: Población desconfiada y con poca información”, Prensa Li-
bre, 25 de enero de 1998, pág. 2.
101
Rosa María Bolaños, “Registra aumento de denuncias a PDH”, Siglo
Veintiuno, 31 de enero de 2001, pág. 10.
102
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 56.
103
Minugua, Los linchamientos.
44 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

interés para los cristianos, son la inclinación al pecado enraiza-


da en todo ser humano, la cual se manifiesta de maneras varia-
das en los linchadores, y la falta de convicción generalizada de
que el linchamiento es un grave pecado contra Dios y contra el
semejante.
Por experiencia personal y por revelación bíblica sabemos
que la inclinación al mal obra poderosamente en todos nosotros
(ver, por ejemplo, Ro. 1:18-3:23; 7:15-24; Ec. 9:3). Esa incli-
nación seguramente juega un papel nefasto en las acciones de
los linchadores. La impaciencia, la ira, la envidia, la codicia, la
sed de venganza, el deseo de dominar a otros, la búsqueda del
poder, el egoísmo, el sadismo, la manipulación de otros y mu-
chos pecados más se conjugan en un linchamiento. Hace falta
reconocer, denunciar y combatir la influencia en los lincha-
mientos del mal que se anida en el ser humano.
Ninguna de las causas en la larga lista ya enumerada es una
causa eficiente. Es decir, ninguna de ellas obliga a nadie a
participar en o a apoyar un linchamiento. El que toma tal ac-
ción, sea por intereses personales, o porque cree que sólo así se
puede proteger a la comunidad de los maleantes, peca. Ninguna
de las causas mencionadas, por importante que sea, puede justi-
ficar un pecado de tal magnitud (Stg. 1:13-15). Como ha dicho
la CEG: “aunque existan debilidades y lentitud en la adminis-
tración de la justicia, jamás podrá justificarse la práctica del
linchamiento por ser profundamente inmoral. El linchamiento
es un crimen”.104
Debido a la larga lista de posibles causas, es débil la con-
vicción de que el linchamiento es un grave pecado contra Dios
y contra las víctimas. Existe una conciencia generalizada de
que los linchamientos son ilegales,105 pero algunos han tratado
de legitimarlos moralmente, y otros han recalcado los factores

104
CEG, “No a los linchamientos”. Con todo, hace falta que la CEG usara
en algún lugar la palabra “pecado”. Otros que han argumentado que el lin-
chamiento no se puede justificar, aunque desde una perspectiva secular,
incluyen a Minugua, Los linchamientos; José Joaquín Camacho, “Los asesina-
tos = linchamientos: Luces y sombras”, Siglo Veintiuno, 5 de agosto de 2000,
pág. 12 (Camacho también cita al Presidente Portillo en el mismo sentido); y
el editorialista que redactó “Nos hundimos en la barbarie”.
105
Minugua, Los linchamientos, párr. 12.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
45
atenuantes. Una encuesta realizada en agosto de 1996 indica
que el 58% de los guatemaltecos estaba “de acuerdo…que la
población ‘queme a los delincuentes’”, y que el 76% estaba de
acuerdo “en que la población ‘tome justicia por mano pro-
pia’”.106 Aun entre quienes denuncian estos actos como inmora-
les, crímenes e injustificados, pocos han dicho que son peca-
dos, ofensas contra Dios.107 Menos aún se ha hecho para de-
mostrar esto desde la Biblia. Semejante demostración hará más
mella que una condena de los linchamientos basada sólo en
conceptos y términos como “inmoralidad”, “derechos huma-
nos” y “valor de la vida”.

EVALUACIÓN DE LOS LINCHAMIENTOS


DESDE LA BIBLIA

Posibles argumentos bíblicos


en defensa de los linchamientos

Sería posible apelar a la Biblia para defender la práctica de


los linchamientos, aunque no sé si esto se ha hecho. De todas
formas, a continuación se presentan algunos argumentos bíbli-
cos que se podrían esgrimir con este fin.

Cumplen con la exigencia de una pena capital. La Ley de


Moisés exigía la pena de muerte por una gama de delitos. Si
bien nadie propone aplicar la pena máxima hoy día por todos
esos delitos, muchos creen que se debe ejecutar a los asesinos,
como estipulan pasajes como Ex. 21:14; Lv. 35:16-21; Dt.
19:11-12.108 Sólo un ínfimo porcentaje de los asesinos sufren la

106
Prensa Libre, 27 de abril de 1997, pág. 2.
107
Coloj cita una excepción. Reprendiendo a la población de Patzún que
buscaba linchar a unos ladrones que robaban en el templo católico, el sacerdo-
te del lugar dijo, “El pueblo de Dios no debe hacer justicia por mano propia
porque es pecado”. Sin embargo, acota Coloj, mientras el cura hablaba, “uno
de los malhechores le apuntaba con la pistola a la cabeza” (Coloj, “El lincha-
miento”, pág. 57).
108
Para más información sobre los delitos que debían ser penados con la
pena capital según la Ley de Moisés, ver Gary Williams, “Los propósitos de
las penas mosaicas y modernas”, Kairós 18 (enero-junio 1996), pág. 49, n. 46.
46 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

pena capital en Guatemala por el sistema de justicia,109 y sólo


después de una larga demora.110 Los linchamientos corrigen esa
injusticia, matando a los homicidas, y haciéndolo pronto.

Tienen efecto disuasivo. Las penas estipuladas en el libro


de Deuteronomio deberían intimidar a los israelitas para que el
delito no se repitiera (Dt. 13:11; 17:12-13; 19:20; 21:21).111
Contrariamente, cuando no hay un castigo pronto, el crimen
florece (Ec. 8:11). Así el linchamiento, a diferencia del sistema
de justicia oficial, combate la delincuencia, atemorizando a los
maleantes.112

Purifican la tierra. Según la Ley de Moisés, la tierra de Is-


rael quedaría contaminada ante los ojos de Dios si la sangre de
la víctima no fuera vengada mediante el castigo del asesino
(Nm. 35:33; Dt. 19:13). En tal caso, Israel no recibiría la bendi-
ción divina (Dt. 19:13). Este principio operaba no sólo en Is-
rael, sino en todos los pueblos (Gn. 4:10-11).113 Los lincha-
mientos, entonces, son una forma de purificar a Guatemala para
que pueda ser bendecida por Dios.

Se asemejan a la forma mosaica de la pena capital. La


ley mosaica contemplaba dos formas de la pena capital: por
mano del vengador de la sangre (Nm. 35:16-21, 26-27; Dt.
19:11-12), y por lapidación (Ex. 21:29; Lv. 20:2, 27; Nm.
15:32-36; Dt. 13:6-10: 17:2-5; 21:18-21; 22:13-21). El venga-
dor de la sangre aparentemente era pariente o familiar de la

109
Sin embargo, la pena capital se aplica más en Guatemala que en mu-
chos otros países; ver ibid., págs. 31, 48, nn. 34, 35.
110
Sobre la demora en los procesos penales, ver ibid., págs. 34-35.
111
Sobre la función disuasiva de las penas mosaicas, ver ibid., págs. 31-
36.
112
Minugua, Los linchamientos, párr. 28, califica esta creencia como
“errónea”, pero no conozco ningún estudio estadístico al respecto. Probable-
mente muchos guatemaltecos están de acuerdo, en algún grado, con los lin-
chadores de Nueva Concepción que dijeron: “Deseamos darles un ejemplo a
los delincuentes, de que ya no estamos dispuestos a soportarlos más” (Prensa
Libre, 23 de marzo de 1996, pág. 2).
113
Sobre la función purificadora de las penas mosaicas, ver Williams,
“Penas mosaicas y modernas”, pág. 42.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
47
víctima de un homicidio,114 y la lapidación debería ser no sola-
mente presenciada, sino también llevada a cabo, por la comuni-
dad (Lv. 20:2, 17; 24:14, 16, 23; Nm. 15:35; Dt. 13:9; 17:7;
21:21). El linchamiento se asemeja mucho más a esta legisla-
ción que la forma oficial de realizar la pena capital.
Algunos aducen que la hoguera (Lv. 20:14; 21:9), el empa-
lamiento (Nm. 25:4) y la horca (Dt. 21:22-23) se reconocían
como medios letales en la Ley de Moisés. Estos suplicios tam-
bién guardan cierta semejanza con los linchamientos. Sin em-
bargo, parece que estos castigos no se aplicaban al reo vivo,
sino sólo al cadáver, para dar más publicidad a la ejecución y
para intensificar la humillación del muerto.115

Argumentos bíblicos en contra de los linchamientos

Matan a personas inocentes. En Ex. 23:7 Dios prohibe


matar al inocente falsamente acusado, y amenaza con castigar
al que lo hace. El que condena al justo es abominación a Yah-
weh (Pr. 17:15), y los que se juntan contra la vida del justo,
condenando sangre inocente, serán destruidos por el Señor (Sal.
94:21, 23). Ex. 23:1 prohibe recibir o difundir116 un rumor que
es testimonio falso en contra de alguien, y el v. 2 advierte del
peligro de seguir a los muchos para hacer mal contra un inocen-
te. Estos pasajes tenían una aplicación especial para los jueces
y testigos, pero la forma en que se expresan (usando la segunda
persona en Exodo 23 y formas impersonales en los otros pasa-
jes) indica que eran pertinentes para todo israelita. Encierran
principios que se aplican perfectamente a los linchamientos de
hoy, pues no cabe duda que en algunos casos han muerto víc-
timas inocentes de las cargas que se les han imputado.

114
La palabra hebrea traducida “vengador” es go’el, que en otros contex-
tos se usa de la persona que socorre (o debe socorrer) a su pariente desampa-
rado en situaciones críticas (Lv. 25:25-26; Nm. 5:8; Rt. 2:20; 3:12; 4:1, 6, 8).
Ver Gary Williams, Dios permanece fiel: Jueces y Rut (Estudio Bíblico ELA;
Puebla: Ediciones Las Américas, 1995), pág. 111.
115
Para algunas evidencias, ver Williams, “Penas mosaicas y modernas”,
págs. 32-33.
116
El verbo hebreo literalmente significa “levantar”. Los intérpretes discu-
ten si aquí significa “aceptar” o “propagar”.
48 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

Aun en aquellos casos en que las víctimas tenían tiempo de


ser señaladas por la comunidad, es posible que la comunidad se
haya equivocado, sea que las víctimas fueran totalmente
inocentes o que no fueran culpables de todo lo que se les impu-
taba. A lo largo de la historia los cristianos, así como otros
grupos “diferentes”, han sido perseguidos debido a falsas acu-
saciones (ver, por ejemplo, 1 P. 2:12), y ninguna de las vícti-
mas de linchamientos o tentativas de linchamiento en la Biblia
merecía semejante castigo (ver infra). En Guatemala, en varios
casos aun de los linchamientos planificados y organizados ha
habido indicios de la inocencia de las víctimas.117

No dan garantías procesales. Dt. 13:12-15; 17:2-5; 19:16-


19 establecen que una investigación diligente debería realizarse
antes que un reo fuera castigado. Un solo testigo no bastaba
para establecer la culpabilidad del acusado, sino un mínimo de
dos o tres (Dt. 17:6; 19:15; Nm. 35:30). Israel debería estable-
cer ciudades de refugio para que el homicida involuntario pu-
diera huir allí (Nm. 35:6-34; Dt. 19:1-10). En esas ciudades el
homicida tendría derecho a un juicio imparcial, y no debería ser
entregado al vengador de la sangre sin ser condenado en dicho
proceso (Nm. 35:12, 24-25). Se entendía que este derecho
debería extenderse a toda persona acusada de violar la Ley (Jn.
7:51). Cuando el caso era demasiado difícil para los jueces
locales, en lugar de emitir un fallo, deberían elevar el caso a un
corte superior (Dt. 17:8-10). Aprovechando tales garantías,
algunos culpables seguramente se librarían de castigos mereci-
dos,118 pero eran necesarias para evitar un mal mayor, el derra-
mamiento de sangre inocente (Dt. 19:10). Precisamente por
suspender la presunción de inocencia y el derecho a un juicio
imparcial, los linchamientos con demasiada frecuencia caen en
este grave pecado.

117
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 46b.
118
Ex. 22:8 y Dt. 21:1-9 reconocen que habrá casos de hurto y de homici-
dio en los cuales no será posible identificar al responsable, y exponen el
proceder a seguir en esos casos. Las maldiciones de Dt. 27:15-25 se pronun-
cian contra criminales impunes (cp. el uso de la maldición en Jue. 17:2).
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
49
Contaminan la tierra. Derramar sangre inocente debido a
la omisión del debido proceso contamina la tierra y al pueblo
ante los ojos de Dios (Dt. 19:10).

Violan el Sexto Mandamiento (Ex. 20:13). Tradicional-


mente traducido “no matarás”, el mandamiento más exactamen-
te era “no cometerás homicidio”.119 Esta traducción correspon-
de mejor a la palabra hebrea usada y al contexto, pues la Ley de
Moisés no sólo permite, sino exige, ciertas matanzas. El capítu-
lo siguiente requiere la pena capital por varios delitos (Ex.
21:12-17, 23, 29), y otros capítulos mandan a los israelitas a
destruir a los cananeos (por ejemplo, Dt. 7:1-2). Sin embargo,
como ya se ha explicado, la misma Ley de Moisés exige garan-
tías procesales, y en ningún lugar avala que una turba mate a
nadie. Ro. 13:4 aclara que quien tiene el derecho de llevar la
espada para castigar al malhechor es el Estado (cp. 1 P. 2:13-
14).

Son ilegales. Por ser ilegales, los linchamientos se oponen a


la autoridad establecida por Dios, y los linchadores acarrean
condenación divina para sí mismos (Ro. 13:1-2; cp. Tit. 3:1; 1
P. 2:13-14).
La Minugua explica que, si bien el Código Penal de Guate-
mala no tipifica el linchamiento como un delito específico, las
acciones que se conjugan en un linchamiento sí constituyen
delitos tipificados legalmente. Los linchadores, como autores
materiales (art. 36), instigadores (art. 39) o cómplices partici-
pantes (arts. 37, 39), pueden cometer una serie de “delitos de
muchedumbre” (art. 39), incluyendo asesinato (art. 132), lesio-
nes leves, graves o gravísimas (arts. 145-148), detención ilegal
(arts. 203, 204), allanamiento de morada (art. 206), amenazas
(art. 215), daño contra bienes materiales (art. 278), sedición por
allanamiento de centros penales o centros de detención (art.

119
Así traduce la Versión Reina-Valera Actualizada. Ver también las no-
tas sobre Ex. 20:13 en La Biblia de las Américas y en la Reina-Valera 1995:
Edición de Estudio. Para una discusión más técnica y amplia, ver Brevard S.
Childs, The Book of Exodus: A Critical, Theological Commentary (Old
Testament Library; Filadelfia: Westminster Press, 1974), págs. 419-21.
50 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

387, numeral 5o.), incitación pública a sedición (art. 389),


atentado contra la administración pública (art. 408), resistencia
a la administración pública (art. 409) y desorden público (art.
415, numeral 4o.).120 Cuando los linchamientos son planifica-
dos, median premeditación y otras agravantes penales.121
Algunos juristas aducen que los linchamientos también pue-
den ser clasificados como homicidios en riña tumultuaria (art.
125) o delitos de lesiones en riña (art. 149).122 Sin embargo, el
Código Penal define la riña tumultuaria como una situación en
la cual están “riñendo varios y acometiéndose entre sí”, des-
cripción que no se ajusta a los linchamientos. Los juristas ya
mencionados intentan superar esta dificultad argumentando que
normalmente cuando se provoca la muerte o lesiona a una per-
sona en un linchamiento es porque la turba o alguno de sus
miembros se ha sentido atacado antes.123 Si bien este acerca-
miento no me convence, ha sido utilizado en los tribunales.124

Castigan excesivamente. Según la Ley de Moisés, no todo


delito merecía la pena capital. Específicamente, esa legislación
antigua, a diferencia de otras colecciones de leyes del Antiguo
Oriente, no permitía la pena máxima por delitos contra la pro-
piedad. Más bien, en tales casos sólo contemplaba penas pecu-
niarias (ver, por ejemplo, Lv. 24:21).125 Como ya hemos indi-
cado, desde 1997, por lo menos, muchas de las víctimas de los
linchamientos han sido presuntos autores de delitos relativa-
mente menores.126 Los linchadores siguen los nefastos ejemplos
de Gedeón, quien masacró a los varones de Sucot y Peniel
porque no apoyaron su persecución egoísta de los madianitas

120
Minugua, Los linchamientos, párr. 14.
121
Ibid., párr. 7. Las circunstancias agravantes se definen en el artículo 27
del Código Penal.
122
Edith Marilena Pérez Ordeña, entonces Juez Segundo de Primera Ins-
tancia de Chimaltenango, citada por Coloj, “El linchamiento”, pág. 30; Polo et
al., La “barbarie” de los linchamientos, pág. 5.
123
Ibid., pág. 6.
124
Coloj, “El linchamiento”, pág. 62.
125
Para más información sobre esta cuestión, ver Williams, “Penas mo-
saicas y modernas”, pág. 33.
126
Ver también Minugua, Los linchamientos, párr. 19.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
51
(Jue. 8:4-19),127 de los filisteos que quemaron a la ex esposa y
ex suegro de Sansón (Jue. 15:4-6), y de la congregación de
Israel que mató a todos los habitantes de Jabes-galaad (menos
cuatrocientas doncellas) porque esa ciudad no había apoyado la
desastrosa guerra contra Benjamín (Jue. 21:5-12).128
Cuando la Ley de Moisés receta la pena capital, en ningún
momento avala la tortura. Si bien la lapidación era más doloro-
sa que la pena de prisión que predomina hoy, y tal vez aun más
desagradable que los métodos modernos de aplicar la pena
capital (horca, fusilamiento, silla eléctrica, cámara de gas, in-
yección de drogas), la Biblia en ninguna parte aprueba los
crueles castigos físicos que comúnmente se infligen en el desa-
rrollo de los linchamientos.129

La Biblia los rechaza. La Biblia narra linchamientos o ten-


tativas de linchamiento contra Moisés, Aarón, Josué y Caleb
(Nm. 14:1-10), Jeremías (Jer. 26:8-19), Jesús en Nazaret (Lc.
4:28-30), la mujer tomada en adulterio (Jn. 8:3-11), Esteban
(Hch. 7:56-60),130 Pablo en Iconio (Hch. 14:5), en Listra (Hch.
14:19) y en el templo (Hch. 21:27-32), y Gayo y Aristarco en
Éfeso (Hch. 19:23-41). Todos estos atentados son presentados
como hechos execrables.
De hecho, la Biblia no evalúa positivamente ningún lincha-
miento. Esteban manifiesta cierto apoyo para la matanza del
egipcio por Moisés, pero no como un linchamiento (Moisés
definitivamente no era una turba), sino como el inicio de una
guerra de liberación (Hch. 8:24-29; cp. Ex. 2:11-15). Lucas tal
vez presente la paliza que recibió Sóstenes, principal de la
sinagoga, a manos de los griegos como un acto de justicia divi-
127
Sobre esta interpretación del pasaje, ver Williams, Dios permanece
fiel, págs. 45-47. La misma interpretación se explica con más amplitud en mi
comentario sobre Jueces, programado a aparecer en 2001 en el tomo corres-
pondiente del Comentario Bíblico Mundo Hispano (El Paso: Editorial Mundo
Hispano).
128
Williams, Dios permanece fiel, pág. 102.
129
Ver Williams, “Penas mosaicas y modernas”, págs. 31-33.
130
Sobre la cuestión de la legalidad o ilegalidad de la lapidación de Este-
ban, ver Brian Rapske, The Book of Acts and Paul in Roman Custody (The
Book of Acts in Its First Century Setting 3; Grand Rapids: William B. Eerd-
mans Publishing Company, 1994), pág. 102, y las varias fuentes allí citadas.
52 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

na, pero esto no necesariamente significa que Lucas aprobaba


la acción de los griegos. Quizás el suceso que más se asemeja a
un linchamiento aprobado por la Biblia sería la matanza de los
profetas de Baal por Elías en el monte Carmelo (1 R. 18:40),
pero este evento era más un duelo hasta la muerte entre Elías y
los profetas de Baal, y, de todas formas, la ejecución aparente-
mente contaba con el aval del rey Acab (1 R. 18:41; aunque su
esposa era de otro parecer, ver 1 R. 19:1-2).

Se prestan a manipulaciones. La facilidad con que las tur-


bas se manipulan para fines violentos se acota en las narracio-
nes bíblicas de las tentativas de linchamiento contra Pablo en
Listra (Hch. 14:19) y en el templo (Hch. 21:27-30) y contra
Gayo y Aristarco en Efeso (Hch. 19:23-29, 32-34), y también
del juicio de Jesús ante Pilato (Mt. 27:17-25; Mr. 15:9-15).

Conducen a la anarquía. Si en algún momento los lincha-


mientos en Guatemala se limitaban a personas acusadas de
graves crímenes, definitivamente han venido a desbordar esos
límites, extendiendo sus tentáculos a abrazar a supuestos culpa-
bles de delitos relativamente menores, autoridades guberna-
mentales sindicados de cumplir mal con sus responsabilidades
(ver los ejemplos ya mencionados) y agentes de la PNC que
han intentado detener linchamientos.131 Algunas tentativas de
linchamiento han conducido a toda una serie de actos vandáli-
cos.132 Jueces 17-21 revela algunas de las consecuencias insos-
pechadas de una situación en que cada uno hace lo que bien le
parece (Jue. 17:6; 21:25). La casi aniquilación de la tribu de
Benjamín (Jue. 20:42-48), la masacre en Jabes-galaad (Jue.
131
Ver, por ejemplo, “Turba libera a Quej”; Jorge Jiménez y Julio Vás-
quez, “Turba incendia dos sedes policiales y libera a cuatro reos en Tecún
Umán”, Siglo Veintiuno, 3 de agosto de 2000.
132
Una tentativa de linchamiento en Tecún Umán, San Marcos, condujo a
un ataque a una sede policial, amenazas de linchar a agentes de la PNC,
destrucción de la sede policial, destrucción de cuatro autopatrullas, robo de
equipo, ropa y dinero de la policía, robo de mercadería valorada en Q 50,000
(US$ 6450), destrucción de una sede de presidios, liberación de cuatro reos
que guardaban prisión, destrucción de siete vehículos en la calle y el cierre de
las salidas en las instalaciones de socorro (Jiménez y Vásquez, “Turba incen-
dia dos sedes policiales”).
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
53
21:5-12) y el rapto de doscientas doncellas de Silo (Jue. 21:19-
23) fueron frutos amargos de un juicio en que los israelitas
escucharon un solo testigo, el cual presentó una versión sesga-
da de los hechos (Jue. 20:1-11).

Otras reflexiones desde la Biblia sobre los linchamientos

El deber de proteger a los pobres. El Sal. 72:12-14 pone


de relieve la responsabilidad del gobierno de proteger a los
pobres e indefensos de la gente violenta. No es que el gobierno
deba preocuparse solamente de los pobres, pero debe hacerlo
prioritariamente, ya que ellos son los más indefensos.133 Como
se ha acotado ya, la mayoría de los departamentos con alta
incidencia de linchamientos son los que tienen más pobreza. El
gobierno tiene el deber de brindar a los habitantes menesterosos
e indefensos de esos departamentos protección de los delin-
cuentes violentos y también de las turbas que linchan.

El deber de librar a las víctimas. El “escribano”134 que


apaciguó los ánimos de los efesios cuando amenazaban con
linchar a Gayo y a Aristarco, exhortándolos a acudir más bien a
los tribunales establecidos (Hch. 19:35-41), y el tribuno romano
y sus soldados que salvaron a Pablo de ser linchado en el tem-
plo son paradigmas para los gobernantes y operadores de justi-
cia en todo tiempo. Una de sus cometidos es el de proteger a las
víctimas de linchamientos. A la vez, los principios enseñados
en Pr. 24:11-12 (“Libra a los que son llevados a la muerte…”)
extienden esa responsabilidad a todos los seres humanos.

La ley indígena. Como ya señalamos, la evidencia no apo-


ya la teoría de que la ley consuetudinaria indígena causa lin-
chamientos. Sin embargo, si se tratara de justificar estos hechos
protestando que la ley de Guatemala ha sido impuesta al pueblo
133
Ver Gary Williams, Salmos: Alabanza y clamor a Dios (Estudio Bíbli-
co ELA; México: Ediciones Las Américas, 1995), págs. 80-83.
134
Era el funcionario efesio más importante, cp. F. F. Bruce, Hechos de
los Apóstoles: Introducción, comentario y notas (Buenos Aires: Nueva Crea-
ción, 1998); Simon J. Kistemaker, Hechos (Comentario al Nuevo Testamento;
Grand Rapids: Libros Desafío, 1996), pág. 754.
54 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

indígena por la sociedad ladina, un pasaje como Mt. 22:17-21


podría ofrecer una refutación. La ley de dar tributo a César
definitivamente era una imposición ajena al pueblo judío y
resentida por el mismo, pero Jesús de ninguna manera alienta
una desobediencia a ella.

El resultado de la impunidad. Tal como indica Ec. 8:11


(“Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra,
el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto
para hacer el mal”), la impunidad engendra más mal. Si bien
este pasaje alude en particular a la impunidad permitida por
Dios, también incluye el incumplimiento de parte del gobierno,
agente de Dios para castigar a los malhechores (Ro. 13:4; 1 P.
2:14). Así, se produce una reacción en cadena: la delincuencia
en general crece debido a la impunidad, ese crecimiento alienta
los linchamientos, y los linchamientos se multiplican aún más si
el gobierno deja impunes a los linchadores.

Estado de derecho. El hecho que Dios dio a Israel una ley


sugiere que la nación debería ser gobernada por ley, no por los
caprichos de los gobernantes, y mucho menos por la voluntad
de turbas.

Conclusiones

Los argumentos supuestamente bíblicos a favor de los lin-


chamientos se desvanecen ante los argumentos en su contra. La
Biblia da alta prioridad a la protección de la vida de los inocen-
tes mediante el debido proceso jurídico, y advierte de las con-
secuencias monstruosas de la anarquía. Todo indica que el
linchamiento es un serio pecado contra Dios, contra la víctima
y contra la sociedad. A los seguidores del Dios de la Biblia les
incumbe no sólo abstenerse de toda participación en semejantes
actos, sino también de hacer todo lo posible para impedir su
realización.

ESFUERZOS PARA COMBATIR


LOS LINCHAMIENTOS
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
55

Esfuerzos realizados por varios actores sociales

Sería injusto no reconocer los esfuerzos que se han realiza-


do y se están realizando para detener los linchamientos. A
continuación se enumeran algunos.
1. Algunas autoridades tradicionales y estatales, aun arries-
gando sus propias vidas, han evitado la muerte de vícti-
mas.135 En este sentido merece reconocimiento especial la
PNC.136
2. En algunos casos grupos de pobladores han detenido lin-
chamientos.137
3. Varios periodistas han argumentado en contra de los lin-
chamientos.138
4. Varios analistas, la Minugua en particular, han escrito sobre
las causas de los linchamientos y las posibles soluciones.
5. El Ministerio de Educación, la Unidad de Modernización
del OJ y la Minugua en especial han realizado esfuerzos de
prevención del fenómeno mediante actividades informativas
y de capacitación dirigidas a autoridades civiles y policiales
y hacia líderes comunitarios en los departamentos más afec-
tados por los linchamientos.139

135
Minugua, Los linchamientos, párr. 13.
136
Ibid., párrs. 20, 22, 39; Minugua, Situaciones sobre derechos huma-
nos, párr. 51.
137
Camacho, “Los asesinatos = linchamientos”.
138
Además de las fuentes periodísticas ya citadas, ver Eduardo Villatoro,
“Linchamientos tolerados”, Prensa Libre, 13 de febrero de 2001, pág. 15;
Carlos Escobar Armas, “Los linchamientos nunca son asociados de la justi-
cia”, Siglo Veintiuno, 22 de marzo de 2001, pág. 12. Minugua, Los lincha-
mientos reconoce el aporte positivo de los medios de comunicación social
(párr. 33), pero también los critica de avalar los linchamientos implícitamente
al llamarlos “actos de justicia popular”, etc. (párr. 34; ver también idem,
Situaciones sobre derechos humanos, párr. 55), de deshumanizar a las vícti-
mas y no efectuar análisis sobre las causas y posibles soluciones (párr. 35) y
de perpetuar el mito de que los linchamientos son parte de la “ley maya” (párr.
36).
139
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 57; idem, Undé-
cimo informe sobre derechos humanos, párr. 71; idem, Los linchamientos,
párr. 39; “Diseñarán programa pertinente contra linchamientos”, La Hora, 21
de febrero de 2001.
56 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

6. Se ha hecho un mayor despliegue del sistema de justicia en


el país, 140 incluyendo la PNC,141 el MP y los tribunales.142
Este despliegue ha sido motivado en parte por los lincha-
mientos.143
7. La Minugua ha venido compartiendo los datos sobre los
linchamientos con el OJ y la PNC, a fin de que estas entida-
des adopten medidas destinadas a prevenir, investigar y san-
cionar estos actos.144

Esfuerzos realizados por la Iglesia

Los esfuerzos realizados por la Iglesia obviamente rebasan


el conocimiento de quien escribe, pero parece que han sido
pocos. A continuación se enumeran los magros frutos de mi
investigación al respecto.
1. El 30 de enero de 1998 el Consejo de Sololá de las Iglesias
Evangélicas Centroamericanas realizó un seminario para
orientar a sus pastores y otros líderes sobre los linchamien-
tos. El seminario incluyó una descripción del fenómeno por
un periodista y un acercamiento bíblico presentado por el
que escribe. Por lo menos uno de los pastores que asistió,
Antonio Pop González, posteriormente enseñó el material
presentado a otros líderes evangélicos de la región. Él tam-
bién estaba presente en San Pedro La Laguna cuando suce-
dió una tentativa de linchamiento. En esa ocasión las autori-

140
Carlos Arrazola, “La justicia llegó al área Ixil”, elPeriódico, 14 de
enero de 1997, pág. 4.
141
Minugua, Informe del Secretario General de las Naciones Unidas so-
bre la verificación de los Acuerdos de Paz de Guatemala: 1 de noviembre
1999 – 30 de junio 2000 (Guatemala: Minugua, septiembre 2000), párr. 66. El
mismo informe comenta las deficiencias del despliegue policial en los párrs.
66 y 69.
142
“Dudas sobre funcionamiento de juzgados comunales”, Prensa Libre,
23 de enero de 1998, pág. 3; “Ampliarán número de Juzgados Comunitarios”,
Prensa Libre, 25 de enero de 1998, pág. 3.
143
Ángel Alfredo Figueroa, entonces presidente de la Corte Suprema de
Justicia, citado en “Tribunales disminuirán linchamientos”, Prensa Libre, 24
de enero de 1998, pág. 2; Larra y Arellano, “De show califican plan de seguri-
dad”; “Ampliarán número de Juzgados Comunitarios”.
144
Minugua, Situaciones sobre derechos humanos, párr. 50.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
57
dades comunitarias convocaron a los pastores para escuchar
su criterio. Debido en parte a esa opinión pastoral, el lin-
chamiento no se consumó, sino que los acusados fueron en-
tregados a la Policía Nacional.145
2. En 1998 el pastor evangélico Eugenio Nij intentó detener el
linchamiento de dos mujeres en San Raymundo, Guatemala.
Como resultado, fue detenido y acusado de haber instigado
a los linchadores. Pasó meses preso antes de ser absuelto de
los cargos.
3. El 14 de mayo de 1998 Vitalino Similox, Secretario Ejecu-
tivo de CIEDEG, presentó un análisis de los linchamien-
tos.146
4. El 16 de agosto de 2000, la CEG emitió un Comunicado en
el cual expresó su total rechazo a los linchamientos y llamó
a los varios sectores de la sociedad a luchar para erradicar-
los.147
5. La Radio Cultural varias veces ha advertido a su auditorio
de no participar en los linchamientos.
6. La Iglesia Católica, la Iglesia Menonita y el Consejo Lati-
noamericano de Iglesias (CLAI) han venido atacando el
problema de los linchamientos indirectamente, mediante sus
esfuerzos para fomentar una cultura de paz en Guatemala.
La Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Gua-
temala incluye los linchamientos como un subtema en sus
capacitaciones para promover una cultura de paz.
7. La monja Barbara Ann Ford, en los últimos meses antes de
su asesinato el 5 de mayo de 2001, desarrolló campañas
contra los linchamientos en el Quiché.148
8. Durante los últimos meses quien esto escribe ha tenido la
oportunidad de compartir las ideas aquí vertidas en una va-
riedad de foros, incluyendo el capítulo guatemalteco de la

145
Entrevista al pastor Antonio Pop González, Guatemala, 20 de febrero
de 2001.
146
Similox, “La problemática de los linchamientos”. El análisis no ha sido
publicado formalmente, pero se puede conseguir una fotocopia en la sede de la
CIEDEG en la ciudad de Guatemala.
147
CEG, “No a los linchamientos”.
148
Jorge Jiménez, “Caso de Ann Ford: La SAE ve crimen político”, Siglo
Veintiuno, 7 de mayo de 2001, pág. 8.
58 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

Fraternidad Teológica Latinoamericana, el Seminario Teo-


lógico Centroamericano, la Radio Cultural y varias iglesias
locales.

RECOMENDACIONES

En Los linchamientos: un flagelo contra la dignidad huma-


na, la Minugua ha formulado toda una retahíla de propuestas
específicas para las universidades y centros de investigación,149
los medios de comunicación social,150 los partidos políticos,151
varios organismos del Estado152 y la sociedad en su conjunto153
sobre lo que deben hacer para erradicar los linchamientos. El
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael
Landívar también ha presentado varias recomendaciones al
respecto, aunque de carácter más general.154 Otros analistas y
funcionarios del gobierno han vertido opiniones que han sido
difundidas por los medios de comunicación social.
Casi todos estos planteamientos me parecen positivos, espe-
cialmente los de la Minugua. A mi criterio, algunos tienen poca
relación con el problema (por ejemplo, “Hay que replantear el
modelo penal vigente”),155 y otros son demasiado idealistas
(por ejemplo, “la activación y el impulso de todas las investiga-
ciones y procesos judiciales sobre estos delitos”).156 El ciuda-
dano, incluyendo el ciudadano cristiano, tiene el derecho, y,
hasta cierto grado, la responsabilidad de evaluar las recomen-
daciones y proponer otras.
Sin embargo, la Iglesia organizada no tiene el mismo dere-
cho ni la misma responsabilidad. A la Iglesia como institución,
y a sus representantes (por ejemplo, los ministros), cuando
hablan como tal, les corresponde evaluar y proponer tales polí-

149
Minugua, Los linchamientos, párr. 41; ver también idem, Situaciones
sobre derechos humanos, párr. 59.
150
Minugua, Los linchamientos, párrs. 53, 54
151
Ibid., párr. 30.
152
Ibid., párrs. 21, 39, 40, 42-52.
153
Ibid., párr. 37.
154
Polo et al., La “barbarie” de los linchamientos, págs. 9-10.
155
Ibid., págs. 10.
156
Minugua, Los linchamientos, párr. 49.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
59
ticas sólo cuando la Biblia les dé suficiente respaldo. Así que,
sin titubeos la Iglesia puede endosar la recomendación de que
la Dirección de la PNC “debería controlar severamente los
abusos y conductas antiéticas y delictivas de los policías en las
comunidades”,157 pero, ¿qué evaluación puede dar la Iglesia
institucional de la recomendación de reforzar la presencia de
agentes indígenas de la PNC en sus regiones de origen,158 o
sobre la idea que “un nuevo plan de emergencia contra la cri-
minalidad evitaría que la población siga tomando la justicia por
propia mano”?159 Los ministros y teólogos, en esos roles, son
competentes para ofrecer evaluaciones y propuestas para la
sociedad solamente si las pueden apoyar con revelación divina.
Los profetas antiguotestamentarios criticaron sin ambages
las injusticias y opresiones de sus tiempos, e instaron a las
autoridades y al pueblo a corregirlas. Sin embargo, no propu-
sieron programas o métodos para lograr los ideales que exigie-
ron, y generalmente no hicieron críticas específicas de los pro-
gramas y métodos empleados por los gobiernos. En cambio, fue
un gobernante, Nehemías, quien respondió a un clamor del
pueblo con una propuesta concreta (Neh. 5:1-13). En este sen-
tido, los cristianos como ciudadanos deben seguir el ejemplo de
Nehemías, pero la Iglesia como organización y sus representan-
tes deben ser imitadores de los profetas.
Los ministros deben repartir los misterios revelados por
Dios (1 Co. 4:1-2), no su supuesta sabiduría humana (1 Co.
1:17-3:20), y deben estar vigilantes para confundir lo menos
posible las dos cosas. Deben blandir ante el pueblo y los gober-
nantes principios derivados de las Sagradas Escrituras, y deben
relacionarlos con la vida real, incluyendo cuestiones del Estado,
pero en cuanto a lo que no se puede evaluar desde la Biblia,
deben callarse. Esto significa que tendrán que reservar para sí
sus opiniones personales sobre muchas cuestiones relacionadas
con los sistemas, programas y métodos que los gobiernos si-
157
Ibid., párr. 46.
158
Ibid., párr. 46.
159
Rosalina Tuyuc, entonces jefa de bancada del Frente Democrático
Nueva Guatemala, y Edmundo Mulet, secretario general de la Unión del
Centro Nacional, citados por Larra y Arellano, “De show califican plan de
seguridad”.
60 KAIRÓS Nº 28 / Enero - Junio, 2001

guen o deben seguir. Si quieren expresarse al respecto, deben


aclarar que no hablan como representantes de la Iglesia, ni
respaldados por la autoridad de la Iglesia o de la Biblia, sino
sencillamente como ciudadanos, si bien ciudadanos con valores
bíblicos.
Por otro lado, los ministros y teólogos están en más libertad
para hacer recomendaciones específicas a la Iglesia, porque son
líderes de ella, y porque la Biblia da revelación más detallada
sobre los deberes y el funcionamiento del pueblo de Dios que
sobre la sociedad en general.
A la luz de estos principios, a continuación hago algunas
propuestas para la sociedad en general, y, más específicamente,
para la Iglesia.

Recomendaciones para la sociedad

1. Que el pueblo reconozca que el linchamiento es un grave


pecado contra Dios, contra la víctima y contra la sociedad, y
que debe abstenerse de toda participación en tales actos.
2. Que la población recurra a las autoridades competentes ante
hechos delictivos160 (cp. Ro. 13:4; 1 P. 2:13-14).
3. Que las autoridades extremen sus esfuerzos para proteger al
pueblo de la delincuencia y de los linchamientos, y para cas-
tigar a los criminales en general y a los linchadores (Sal.
72:1-4, 12-14).
4. Que el pueblo asuma la responsabilidad de parar los lin-
chamientos, apoyando los esfuerzos de la PNC, y, si fuera
necesario, interviniendo en forma más directa (Pr. 24:11-
12).
5. Que el gobierno descentralice la administración de la justi-
cia161 (cp. Ex. 18:13-26).
6. Que ante la inseguridad imperante el pueblo clame al go-
bierno fuerte e persistentemente para instarle a cumplir con
su responsabilidad de protegerlos. El clamor del pueblo
puede hallar eco tanto en los gobernantes justos (Neh. 5:1-

160
CEG, “No a los linchamientos”.
161
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 3; Novales, ci-
tado por Interiano, “Novales: sectores no quieren justicia”.
Los linchamientos en Guatemala: Una perspectiva bíblica
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13) como en los injustos (Lc. 18:1-5). Aun un gobernante de
bien como Nehemías puede ser insensible a la desespera-
ción de los pobres; para que se despierte hace falta que los
afligidos levanten la voz (Neh. 5:1-6).162
7. Que los operadores de justicia sean sabios y, valga la redun-
dancia, justos (Dt. 1:13-17; Ex. 18:21; Lv. 19:15).

Recomendaciones para la Iglesia163

1. Anunciemos el mensaje del evangelio de Cristo, poderoso


para transformar por completo a linchadores como Saulo
(Hch. 8:1; 26:10) y a delincuentes también (Ef. 4:28; 1 Co.
6:10-11).
2. Oremos por los delincuentes y por los linchadores, para que
sean transformados por el evangelio (Ro. 10:1; Mt. 5:44).
3. Oremos por los gobernantes para que impere la justicia (Sal.
72:1-2) y para que podamos vivir “quieta y reposadamente”
(1 Ti. 2:1-2). Incluyamos en nuestra oración los problemas
de la delincuencia y de los linchamientos.
4. Roguemos a Dios que nos proteja de los maleantes (2 Ts.
3:1-2). Tal vez debamos recurrir hasta a oraciones impreca-
torias, pidiendo al Señor que castigue a las personas violen-
tas, y así nos libre de ellas. La revelación neotestamentaria
sobre la muerte de Cristo por todos los pecadores, el poder
del Espíritu Santo para transformar al pecador, el amor al
enemigo y el juicio de ultratumba anulan varias de las moti-
vaciones por las imprecaciones antiguotestamentarias. Sin
embargo, un móvil poco reconocido era el peligro en que el
orante se encontraba. La imprecación era un medio por el

162
“¿Se le habría ocurrido a Nehemías hacer la reforma sin ese clamor del
pueblo? Según el v. 6, parece que no… El poder político de Nehemías hace
posible y viable la reforma, sin embargo la iniciativa no viene de arriba sino
que surge de abajo. Es un hecho socio-político digno de atención”. José Seve-
rino Croatto, “La deuda en la reforma social de Nehemías (un estudio de
Nehemías 5:1-19)”, Revista de interpretación bíblica latinoamericana 5-6
(1990), pág. 35.
163
Para las recomendaciones que Similox hace a la iglesia, diferentes de
las nuestras, ver “La problemática de los linchamientos”, pág. 3.
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cual la víctima de vejámenes clamaba a Dios por protección


(ver, por ejemplo, Sal. 17:13; 35:1-8).164
5. Evitemos contribuir a un ambiente que propicia los lincha-
mientos. En el linchamiento el año pasado en Todos Santos
Cuchumatán, en el cual fallecieron un turista japonés y el
piloto guatemalteco de un autobús de turismo, la turba atri-
buía a las víctimas el pretender robar un niño para sacrifi-
cios satánicos.165 Esta acusación se basaba en rumores que
circulaban desde días antes,166 los cuales mantenían al pue-
blo en un estado de fuerte temor y tensión. Se reporta que
algunos predicadores evangélicos fueron portavoces de esos
rumores.167
6. Jamás apoyemos o participemos en un linchamiento. Se
reporta que la turba en Almolonga que linchó a dos jóvenes
de Quetzaltenango, falsamente acusados, incluyó un buen
número de evangélicos y aun líderes de iglesias evangélicas.
Un pastor fue encarcelado como resultado. Seguramente los
evangélicos hemos jugado un papel funesto en otros lin-
chamientos también.168
7. Desde ya hagamos compromisos en las iglesias de intervenir
como grupo para detener cualquier intento de linchamiento
en la comunidad (Pr. 24:11-12).
8. Que los seminarios, los medios de comunicación cristianos
(radios, canales de televisión, periódicos) y las iglesias pro-
vean orientación explícitamente bíblica sobre los lincha-
mientos, y que los cristianos difundan esas enseñanzas en su
familia y en su comunidad (Ex. 18:20; Pr. 29:18; Hch.

164
Sobre los salmos imprecatorios, ver Williams, Salmos, págs. 103-110.
165
Minugua, Undécimo informe sobre derechos humanos, párr. 69.
166
Ibid.
167
Entre las causas de los linchamientos, un reportaje menciona la si-
guiente: “Algunos especialistas han destacado además la perversa influencia
de varias sectas religiosas arraigadas en Guatemala que exacerban el miedo
hacia lo diabólico y siembran la histeria” (“El fanatismo de los marginados”).
168
Coloj describe los linchamientos de la siguiente manera: “La captura
de los delincuentes generalmente se realizan [sic] en tumulto. Los gritos de las
víctimas alertan a los vecinos…y [es] entonces cuando hombres y mujeres,
ancianos y niños, mayas y ladinos, católicos y evangélicos, y todos provistos
de diferentes arma…se lanzan en auxilio de la víctima” (Coloj, “El lincha-
miento”, pág. 48, énfasis mío).
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20:20, 27). La orientación debe incluir una contundente
condena de los linchamientos. Entre muchos sectores de la
población una condena basada en textos bíblicos será mu-
cho más persuasiva que una que se fundamenta en princi-
pios y términos filosóficos como “los derechos humanos”,
“el valor de la vida” y “la dignidad del ser humano”.
9. Confrontemos a los injustos, tanto los delincuentes en gene-
ral como los linchadores, con el castigo que recibirán de
Dios por sus acciones. Tal confrontación es peligrosa, pero
es lo que Dios exigió a Elías cuando el rey Acab tomaba po-
sesión de la viña de Nabot, víctima de un asesinato judicial,
y, sorprendentemente, el malvado Acab se arrepintió (1 R.
21:17-29).
10. Busquemos formas de ser pacificadores, especialmente en
las comunidades proclives a los linchamientos (Mt. 5:9).
11. Que los seminarios estudien el fenómeno de los linchamien-
tos, la participación de los evangélicos en ellos y formas
cómo la iglesia puede coadyuvar a refrenar el fenómeno. Es-
tos temas podrían ser puntos de tesis a nivel de licenciatura
o maestría.
12. Reconozcamos que la Biblia no da respuestas específicas
para todo aspecto del problema de los linchamientos, y que
la doctrina de la gracia común implica que los no cristianos
pueden aportar soluciones sabias (Ex. 18:13-27).
13. Proveamos cuidado pastoral para los sobrevivientes de
linchamientos y para los familiares y allegados de quienes
han perecido linchados. Tales personas son marcadas por
cicatrices emocionales y espirituales, desde el temor de una
repetición de los hechos hasta un odio vengativo contra los
linchadores. Tienen que perdonar a los victimarios (Mt.
5:44; 6:12, 14-15; Lc. 6:37; 11:4; 23:34; Hch. 7:60), pero
pueden requerir de tiempo y ayuda para llegar a ese punto.
14. Ministremos a los linchadores. Pueden ser miembros de
nuestras iglesias. Ayudémosles a reconocer su pecado, arre-
pentirse, recibir el perdón de Dios y hacer frente a las con-
secuencias de su acción. En lo posible guiémoslos a “resar-
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cir…los daños materiales, humanos, morales, individuales o


colectivos a quienes se ha dañado”.169
15. Animemos a los jóvenes sabios y justos a servir a su pueblo
y a Dios como policías, fiscales, jueces (Dt. 1:13-17; Ex.
18:21; Lv. 19:15) y formadores de opiniones (por ejemplo,
como maestros, o periodistas).

169
Similox, “La problemática de los linchamientos”, pág. 3.

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