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CAPITULO I
1. INTRODUCCION.
La denominación de nuestro curso, Derecho Procesal del Trabajo, nos plantea una
serie de interrogantes, siendo una de ellas y tal vez la más importante, aquella que
interroga, sobre su contenido y objeto. Si como se ha dicho, no puede concebirse la
existencia de una sociedad humana sin conflictos de intereses y de derecho; y que
corresponde al Estado la facultad de dirimir tales controversias, puede afirmarse
que esta es la razón primera y fundamental del Derecho Procesal. El Derecho
material, objetivo o sustantivo, constituido por un conjunto de normas prescriptivas
de determinadas conductas, no es suficiente para mantener la paz y la tranquilidad
en una sociedad, desde que al ser violentadas o amenazadas, precisan la
intervención jurisdiccional. Desde una perspectiva laboral, ésta será la tarea de la
jurisdicción laboral. En consecuencia, puede decirse que el Derecho Procesal del
Trabajo, comprende todas aquellas normas procesales que tienen por objeto
resolver los conflictos jurídicos o de interés que provengan de las relaciones de
trabajo.
Nuestras escasas lecturas sobre materia procesal, nos han convencido de que una
correcta denominación sería la de Proceso Laboral, porque aun, con sus propias
características, se desgaja de la “Teoría General del Proceso” y por tanto tiene un
punto común que lo acerca a otros procesos, como el civil, penal, constitucional,
administrativo, etc. etc., en cuanto a su origen, pero que al mismo tiempo se
distancian en relación al derecho material que actúan.
La naturaleza del presente trabajo no permite dilucidar este asunto, con mayor
profundidad. Sin embargo, es nuestra pretensión, abordar el curso desde tales
perspectivas.
2.1. Proceso
1
Véscovi, Enrique: “Teoría General del Proceso”. 2da. Edición, Editorial Temis S.A. 1999, pág. 88
finalidad de dar solución, vía la apreciación que tenga el órgano jurisdiccional,
al conflicto de intereses o incertidumbre jurídica puesto a su consideración. El
proceso así considerado aparece como un medio o estructura organizada y
predispuesta a establecer y ejecutar el derecho de fondo, ejerciéndose dentro de
aquel la potestad jurisdiccional del Estado y los derechos procesales de los
justiciables”2. Es un conjunto de actos que se encaminan a determinar la
inobservancia de la norma jurídica, a fin de establecer el correspondiente
castigo o sanción. Para entender lo dicho, es preciso tener presente que el
derecho objetivo es un conjunto de mandatos jurídicos, que se establecen
dentro de un grupo social con la finalidad de garantizar la paz amenazada por
los conflictos de intereses. Tales mandatos son de cumplimiento obligatorio,
por lo que al producirse su incumplimiento se aplicarán las sanciones
correspondientes.
2
Hinostroza Minguez, Alberto: “Manual de Consulta Rápida del Proceso Civil”. Gaceta Jurídica
S. A., Primera Edición, Mayo 2001, Lima – Perú, pág. 53.
3
Obra citada, pág. 7.
4
Véscovi, pág. 88.
A decir de Carnelutti, en el proceso se destaca su carácter teleológico. “Está
constituido por un conjunto de actos mediante los cuales se realiza la función
jurisdiccional, y, por consiguiente, persigue el fin de esta”.5
Tal como estuvo concebido el proceso en nuestro país, durante la vigencia del
Código de Procedimientos Civiles, se le confundió con el procedimiento, por lo
que bien puede denominársele a dicha época como procedimentalista.
Posteriormente y con la vigencia del actual Código Procesal Civil, se ha
penetrado “más a fondo en su estructura y naturaleza, comprendiendo que
detrás de esos actos”, está “aquel fin fundamental”. Los actos procesales que
conforman el proceso “presuponen (y a la vez entrelazan) a los tres sujetos
esenciales: Juez, actos y demandado. Ya los juristas medioevales hablaban de
un acto triangular. Nos informa Véscovi, que el jurista Búlgaro, decía que era
un actum triun personarum; judicis actoris et rei, siendo Vulgo, en su estudio
sobre Las excepciones y los presupuestos procesales, el que puso en claro este
punto, desarrollado posteriormente por la doctrina6.
Por tanto, nos dice Véscovi, “el proceso es el medio adecuado que tiene el
Estado para resolver el conflicto reglado por el derecho procesal, que establece
el orden de los actos (procedimiento), para una corriente (legal) prestación de
la actividad jurisdiccional. Que, recordemos, se pone en marcha, normalmente,
cuando una de las partes ejerce su derecho (poder) de acción”. Concluye el
mismo autor que “El proceso como conjunto de actos regulados mediante el
procedimiento que liga a los referidos tres sujetos, constituye un haz de
situaciones (o relaciones jurídicas) en el que se dan diversos derechos, deberes,
poderes, obligaciones o cargas”7.
“Los actos que se dan al interior del proceso, son variados y múltiples, sin que
ello rompa la unidad procesal, siendo, precisamente esta unidad, la que crea un
conjunto de vínculos entre los sujetos que participan en él. “La unidad del
proceso da lugar a que los actos que lo integran se interrelacionen y se
encaminen de modo armónico a la finalidad que con aquel se pretende, y hace
además que el valor conferido por la ley a cada uno de los actos procesales
dependa de este todo. Es así que los actos del proceso crean otros, o los
5
Véscovi, pág. 88.
6
Véscovi: pág. 88.
7
Véscovi: pág. 88.
determina, complementan, restringen o anulan, en virtud de la dependencia
existente entre ellos”8.
Eduardo Couture, por su parte, precisa que “El proceso es, en si mismo un
método de debate. En el participan elementos humanos, jueces, auxiliares,
partes, testigos, peritos, etc., los cuales actúan según ciertas formas
preestablecidas en la ley. A su vez, estos actos se registran en documentos
emanados de las partes, de los jueces y de sus auxiliares. De aquí deriva la
circunstancia de que el proceso es, indistintamente el conjunto de actos y el
expediente en el cual esos actos quedan registrados. Los documentos del
proceso representan, vale decir, presentan de nuevo la voluntad jurídico
procesal”10. En esta línea, la Nueva Ley Procesal del Trabajo, prescribe que:
“Las audiencias son sustancialmente un debate oral de posiciones presididas
por el juez...” (art. 12.1 NLPT).
Se ha sostenido, por último, “que el proceso no surge del proceso, sino de una
situación extra y meta procesal que está llamado a canalizar y resolver. Esta
situación de conflicto, originadora del proceso, puede ser denominada litigio
entendida la palabra en la misma dirección de Carnelutti, pero en términos más
amplios – o sea, como conflicto jurídicamente trascendente y susceptible de
solución”.11
8
Hinostroza Minguez, Alberto: obra citada, pág. 53.r
9
Carnelutti, Francisco: Instituciones del Nuevo Proceso Civil Italiano, citado por Angulo
Argomedo, Jorge.
10
Couture, Eduardo: “Introducción al Estudio del Proceso Civil”, pág. 53, cita de Angulo
Argomedo, Jorge.
11
Tomado de Materiales de Enseñanza de Teoría del Proceso, del Dr. Juan Monroy Gálvez.
“Proceso, auto composición y autodefensa.
El proceso, entonces, es una realidad tangible que surge cuando aparece el
conflicto y cuyo fin es canalizarlo y resolverlo, por lo que no le falta razón al
Maestro Carnelutti, cuando afirma que es un “método para la formación o para
la actuación del Derecho”, o como lo diría Eduardo Couture, es un “método de
debate” en el que participan jueces, auxiliares de justicia, las partes, testigos,
peritos, etc.
12
Monroy Gálvez, Juan: Materiales de Enseñanza de Teoría del Proceso, obra citada.
En nuestra convivencia social, puesto que nadie vive aislado “se producen con
frecuencia conflictos de intereses que el derecho está llamado a componer o
arreglar a fin de restablecer la paz por medio de la justicia” 13. El derecho
entendido como un “conjunto de normas de conducta que hacen posible la vida
en común”14 es el encargado de regular esa vida de relación.
13
Alzamora Valdez, Mario: Derecho Procesal Civil, Teoría General del Proceso, Ediciones
EDDILO, Octava Edición, pág. 11.
14
Véscovi, Enrique: Teoría General del Proceso, Editorial Temis S. A., Santa Fe de Bogotá-
Colombia, 1999, 2da. Edición, p´g. 1.
15
Devis Echandía, Hernando: Compendio de Derecho Procesal Civil, Teoría General del Proceso.
T. I. Edic. ABC, Santa Fe de Bogotá, 1996, pág. 3.
16
Niceto Alcalá Zamora y Castillo. Proceso, auto composición y autodefensa (Contribución al
estudio de los fines del proceso) México, Editorial Imprenta Universitaria, 1947, pág. 46, tomado
de Monroy Gálvez, Juan, Materiales de Enseñanza de Teoría del Proceso, Universidad San
Martín de Porres, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Lima 1997.
consumado”17. “El derecho (objetivo) impone normas de conducta, sin
embargo, la simple producción y dictado de esas normas no es suficiente, pues
los individuos pueden desconocerlas, por lo que debe establecerse el
mecanismo para que se respeten”18.
De las definiciones aludidas sólo la que emite Eduardo Couture hace referencia
expresa al proceso civil, por lo que puede ser excluida de las definiciones que
se refieren al proceso, desde que el interés radica en considerar una definición,
que desde la teoría del proceso, se ubique en ésta área del Derecho y no
constituya solo patrimonio del proceso civil, penal o cualquier otro.
Una definición que nos parece interesante, es la que nos proporciona Devis
Echandía, según el cual “El derecho procesal puede definirse como la rama
del derecho que estudia el conjunto de normas y principios que regulan la
17
Devis Echandía, Hernando, obra citada, pág. 3-11.
18
Véscovi, Enrique, obra citada, pág. 1.
19
Obra citada.
20
Obra citada, págs. 2 a 5.
21
Citas de Véscovi, Enrique: obra citada, pág. 8.
función jurisdiccional del Estado en todos sus aspectos y que por tanto fijan el
procedimiento que se ha de seguir para obtener la actuación del derecho
positivo en los casos concretos y que determinan las personas que deben
someterse a la jurisdicción del Estado y los funcionarios encargados de
ejercerla”22.
Devis Echandía resume las características del Derecho Procesal al afirmar que
“es un derecho público, formal, instrumental y de medio, autónomo, de
principal importancia y de imperativo cumplimiento”24.
26
Véscovi, Enrique, obra citada.
27
Obra citada.
Porque “es el instrumento jurídico para la defensa de la vida, la libertad, la
dignidad y los derechos subjetivos individuales y sociales, así como los
derechos del Estado y de las entidades en que este se divide frente a los
particulares y a las personas jurídicas de derecho privado”.
“El fin del Derecho Procesal es garantizar la tutela del orden jurídico y por
tanto la armonía y la paz sociales, mediante la realización pacífica, imparcial y
justa del derecho objetivo abstracto en los casos concretos, gracias al ejercicio
de la función jurisdiccional del Estado a través de funcionarios públicos
especializados”29.
Por último, con relación al contenido del Derecho Procesal, anotaremos que
comprende las siguientes materias:
28
Obra citada.
29
Devis Echandía, obra citada.
Las normas relativas al denominado derecho orgánico o derecho judicial,
las referentes al Ministerio Fiscal, y las que afectan a las propias partes
procesales, incluso a los sujetos encargados de la postulación, no obstante
su organización cooperativa.
En cuanto al objeto del proceso, no se limita al análisis de la pretensión
concebida como una simple activación, sino que se extiende al estudio de
la acción concebida como un derecho subjetivo público a obtener una
sentencia de un contenido determinado, lo que Goldschmidt denomina
pretensión de tutela jurídica y que constituye el sector puente por el
llamado derecho judicial material.
Menos duda ofrece como contenido del Derecho Procesal el análisis de la
pura actividad procesal desde su iniciación hasta su terminación, pasando
por su desarrollo.
Por las mismas razones antes anotadas forman parte del Derecho Procesal,
los efectos del proceso y el conjunto de la ejecución, cuyo carácter de
derecho judicial material ha sido puesto de relieve anteriormente.
Y por razones históricas, exclusivamente se estudia generalmente en el
Derecho Procesal, la llamada jurisdicción voluntaria30.
3.1. Concepto.
30
Pedro Aragonés, Alonso: Proceso y Derecho Procesal. Aguilar Madrid 1969, pág. 340, citado
por Carrión Lugo, Jorge, obra citada.
31
Martín Valverde Antonio, Rodríguez – Sañudo Gutiérrez Fermín y García Murcia, Joaquín:
“Derecho del Trabajo”. Novena Edición, Editorial Tecnos (Grupo Anaya S. A), 2000. Madrid –
España.
y trabajo, que impone a los empresarios límites o barrera a posibles abusos de
su posición dominante”32.
De otro lado, nos informa, Paredes Palacios, citando a Rodríguez – Piñero, que
es un hecho reconocido por la doctrina que el proceso laboral ha surgido como
consecuencia de la “inadaptación del proceso civil común para resolver
adecuadamente los litigios de trabajo”. Han sido las nuevas exigencias de
justicia y de la necesidad de hacer efectiva la igualdad de las partes ante la
“desigualdad originaria entre trabajadores y empresario, que tiene su
fundamento no sólo en la distinta condición económica de ambos sujetos, sino
en su respectiva posición en la propia y especial relación jurídica que los
vincula, que es la dependencia y la subordinación de uno respecto del otro”34.
Estas afirmaciones se expresan en forma nítida en los fundamentos de la Nueva
Ley Procesal del Trabajo, sobre todo en la parte en que se declara que: “En
todo proceso laboral los jueces deben evitar que la desigualdad entre las
partes afecte el desarrollo o resultado del proceso, para cuyo efecto procuran
alcanzar la igualdad real de las partes, privilegian el fondo sobre la forma,
interpretan los requisitos y presupuestos procesales en sentido favorable a la
continuidad del proceso…” (art. III T. P. NLPT).
El mismo Paredes Palacios, precisa que desde una perspectiva del Derecho
Procesal, moderno, publicístico, uniformista y unificador se concluye que “el
Proceso Laboral se inserta en la dogmática de la Teoría General del Proceso
(que configura lo que podemos llamar un Derecho Procesal General), o, como
lo queremos, acentuando el elemento jurisdicción por sobre el elemento
proceso, en el Derecho Jurisdiccional, manteniendo particularidades que el
Derecho del Trabajo requiere para ser actuado para lo cual – en general – se
requiere la acentuación de los poderes de dirección del juez y la presencia del
principio inquisitivo. Desde este punto de vista se justifica el estudio
particularizado del Derecho Procesal Labor o, más propio, del simplemente
Proceso Laboral”36. Por ello, “Los jueces tienen un rol protagónico en el
desarrollo e impulso del proceso” (art. III T.P. NLPT).
35
Paredes Palacios, Paúl, obra citada, pág. 74.
36
Obra citada, pág. 74
de la matriz, de sus expresiones particulares, evitando, además, la aparente
autonomía que pueda ser inferida de contraponer el Derecho Procesal Laboral
con el Civil, Penal, Administrativo, etc.”37
37
Paredes Palacios, Paúl, obra citada, págs. 79-80.
derecho material, en este caso, del derecho laboral”. Para los procesalistas
esta es una verdad innegable, afirma Paredes Palacios, sin embargo,
“parece no serlo para los laboralistas, desde que implementan toda una
disciplina a partir del Derecho Laboral para tratar el problema del
proceso”…”esta consecuencia de enfocar el proceso laboral sería
consecuencia del carácter instrumental que se predica del proceso laboral”
verdad indiscutible a decir de Rodríguez –Piñero, para quien “Una
disciplina integral del derecho del trabajo requiere no sólo la especialidad
de su disciplina en el campo sustancial, sino también en el campo
procesal”38.
El Derecho Procesal del Trabajo así concebido, constituye una rama del
Derecho Procesal, cuyas características lo distancian, como ha quedado dicho,
de otras disciplinas: Derecho Procesal Civil, Derecho Procesal Penal y otros.
Constituye una rama de la ciencia procesal cuyo objeto es el estudio de la
naturaleza, desenvolvimiento y eficacia de aquellas normas que regulan el
proceso laboral. Se incluye el estudio de los principios e instituciones que
conforman esta parcela del Derecho Procesal.
38
Paredes Palacios, Paúl, obra citada, pág. 80.
proceso, comprende a la solución de los conflictos que se generan en las
relaciones entre trabajadores y sus principales o empleadores”39.
“El proceso representa una serie de actos sucesivos que conforman entre si una
unidad y que tienen como recorrido último y normal la sentencia emanada de
una autoridad imparcial, esto es, desvinculada de las partes intervinientes. El
procedimiento es la forma como tales actos se manifiestan, ya sea considerados
aisladamente o enlazados unos con otros, vale decir, el proceso visto
exteriormente, en sentido dinámico”40.
39
Urquizo Pérez, Jorge: Práctica Forense Laboral, T. I. 2da. Edición. Arequipa – Perú, 1983, págs.
4 y 5.
40
Hinostroza Minguez, Alberto, obra citada, pág. 59.
realizados en un proceso o en parte de este, provistos por el Estado con
anticipación a su inicio”41.
La confusión, en todo caso se deriva, de dos hechos: el primero tiene que ver
con sus raíces etimológicas: ambos tienen una raíz común “procedere”. El
segundo está referido a su significado: ambos sugieren un “avance desde un
acto inicial hasta otro final”, a decir de Paredes Palacios. Este mismo autor,
precisa, que no obstante, técnicamente tienen distinto significado.
“Procedimiento es la forma externa que adquiere el proceso, es, digamos, la
manufactura que en concreto se requiere para actuar la función jurisdiccional
del Estado y que como una manufactura es referible a cualquier actividad – no
solo jurídica”. “Proceso, denota la estructura y los nexos entre los actos, los
sujetos involucrados, finalidad, principios, cargas, deberes y derechos
necesarios para la realización de la función jurisdiccional. Es decir, todo
proceso se desarrolla formalmente a través de un procedimiento”42
Este último hecho, forma parte también de la historia del proceso laboral, pues
como lo anota el mismo Montoya Melgar, “la doctrina moderna reacciona con
energía frente a la “distinción cerrada entre normas procesales y sustanciales”,
cuya relatividad pone de relieve y advierte la íntima vinculación entre lo
adjetivo y lo sustantivo “y como el proceso de trabajo es un factor necesario
“para los fines político – sociales que como disciplina específica persigue el
Derecho del Trabajo”44.
Desde tal perspectiva, durante algún tiempo, hecho repetido en los debates con
motivo de la derogada Ley Procesal del Trabajo, Ley Nº 26636, se consideró
que el proceso laboral, no viene sino a constituir un proceso civil especial,
aunque con principios propios, pero al mismo tiempo, con principios propios
del proceso civil. En el debate de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, sin que
pueda afirmarse que ha desaparecido la intencionalidad de los civilistas, no
estuvo presente este debate.
44
Obra citada.
45
Paredes Palacios, Paúl, obra citada, pág. 73.
del Trabajo actualmente vigente, Ley Nº 29497, Nueva Ley Procesal del
Trabajo que sustituye a la Ley Nº 26636.
46
“Que habiendo sido integrados en el Sector Trabajo, el Fuero Privativo de Trabajo y Fuero
Privativo de Comunidades Laborales, por Decreto Ley Nº 22465, como un solo organismo
Jurisdiccional Autónomo denominado Fuero Privativo de Trabajo y Comunidades Laborales, es
indispensable establecer un procedimiento único para las reclamaciones tanto de carácter laboral,
como relativos a Comunidades Laborales (Primer considerando D. S. Nº 003.80-TR.
47
El Decreto Ley Nº 19040, Ley Orgánica del Sector Trabajo, del 23 de noviembre de 1971, en su
artículo 27º, establecía que el Fuero Privativo de Trabajo era el organismo jurisdiccional
autónomo encargado de conocer y resolver, en forma exclusiva, las reclamaciones de carácter
individual que sobre pago de remuneraciones y otros derechos formulen los trabajadores cuyo
contrato de trabajo haya terminado (CTS, indemnización por despido injustificado, hostilidades y
otros). Posteriormente el Decreto Supremo Nº 012-79-TR, del 05 de diciembre de 1979,
Reglamento de Organización y Funciones del Fuero Privativo de Trabajo, en su artículo 2º,
prescribiría lo mismo, respecto a la competencia.
48
El artículo 1º del D. S. Nº 006-72-TR, prescribía que: “Las denuncias por incumplimiento o
violación de disposiciones legales y/o convencionales de trabajo, cuando el vínculo laboral esté
vigente, así como por reposición en el trabajo por despedida injustificada o para la
reincorporación al empleo invocando un derecho preferencial, serán formulados ante las
Autoridades Administrativas de Trabajo y tramitados de conformidad con el procedimiento
establecido en los artículos siguientes”.
Tales disposiciones tenían su fundamento en la Constitución Política del
Estado de 1933, vigente en aquel entonces, la misma que prescribía que sería la
Ley, la encargada de determinar la organización y las atribuciones de los
Tribunales y de los demás Tribunales y Juzgados que se establezcan por
naturaleza de las cosas. En efecto, como consecuencia de esta declaración
constitucional se establecieron los llamados Fueros Privativos, contrastándolos
con el Fuero Común. Estos Fueros Privativos fueron los siguientes: Fuero
Militar, Fuero Agrario, de Comunidades Laborales y Fuero Laboral.
Lo anterior trajo como resultado una nueva polémica. Esta vez, relacionada con
la ubicación del Fuero Laboral. Algunos sostenían que éste debía mantener su
independencia, respecto al Poder Judicial, en tanto otros postulaban que debía
estar integrado a él. El fundamento esgrimido, por quienes defendían esta
última posición, se encontraba en la unidad y exclusividad de la función
jurisdiccional, proclamada por la Constitución del Estado y que sólo admitía
dos excepciones a la regla: la jurisdicción militar y la jurisdicción arbitral. Otro
argumento fue la autonomía del proceso laboral y del propio Derecho del
Trabajo, que bien podía dar lugar al funcionamiento de juzgados
especializados, como en el caso de la jurisdicción civil y penal. En este último
caso, se planteaba que independientemente de la decisión que se adopte,
respecto a que el Fuero de Trabajo se mantenga separado del Poder Judicial o
que se integre a él, debía mantenerse su especialización.
Incorporado el Fuero Laboral como una rama especializada del Poder Judicial,
se reconocieron como órganos jurisdiccionales, en la Ley Orgánica del Poder
Judicial, los siguientes:
49
El Decreto Supremo Nº 012-79-TR, del 05 de Diciembre de 1979, en su artículo 4º, literal “a”
enumeraba los reclamos laborales que eran de competencia el Fuero de Trabajo.
La Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República, que conoce, entre otros, de los recursos de casación en materia
de Derecho Laboral (art. 35º.4 LOPJ).
Las Salas Laborales de las Cortes Superiores de Justicia, que conocen en
grado de apelación las causas resueltas por los Juzgados de Trabajo.
Los Juzgados Especializados de Trabajo (art. 51º LOPJ); y
Los Juzgados de Paz Letrados.
En el sistema procesal dispositivo, son las partes las que disponen del proceso,
fijando la cuestión litigiosa. En el sistema procesal inquisitivo, al proceso se le
concibe como un instrumento jurídico destinado “a satisfacer los intereses
sociales con prescindencia de los intereses de los particulares, para mantener el
orden público, preconizando, de ese modo, que el dominio del proceso esté a
cargo del Estado, de los que representan al Estado dentro del proceso”51.
50
Carrión Lugo, Jorge: Obra citada, pág. 18 y 19.
51
Carrión Lugo, Jorge: Obra citada, pág. 20.
52
Ver artículos IV T. P., 424º. 6, 196º, 200º, 122º.3, VII T. P., 323º, 344º.
53
Ver artículos II y VI T. P., 190º, primer párrafo, 194º, primer párrafo, 209º, 327º.
razón, tratándose del Proceso Laboral, en cuyo seno se discute el
incumplimiento o violación de normas de orden público y de carácter
imperativo, como lo son todas las leyes que conforman el Derecho del Trabajo.
No cabe duda, que la activa participación del Juez, encuentra su fundamento en
los principios esenciales establecidos en la Constitución del Estado,
relacionados con el régimen jurisdiccional que rigen en nuestro país: igualdad
ante la ley y separación de poderes, lo que importa reconocer la independencia
y autonomía del Poder Judicial, la exclusividad de la jurisdicción, el control
constitucional de las leyes, el derecho irrestricto a la tutela jurisdiccional
efectiva, la observancia del debido proceso al decidir las controversias, la
gratuidad de la justicia y otros más54.
54
Carrión Lugo, Jorge: Obra citada, págs. 11 y 12.
55
Paredes Palacios, Paúl: obra citada, págs.94 y ss.
refiere a la obligación del juez de “evitar que la desigualdad entre las
partes afecte el desarrollo o resultado del proceso, para cuyo efecto
procuran alcanzar la igualdad real de las partes”.
En “la acentuación de los poderes de dirección del juez tanto formales
como materiales”, como una exigencia de hacer efectiva la igualdad real de
las partes. Por ello la Nueva Ley Procesal del Trabajo, proclama en el
mismo artículo III, referido a los fundamentos del Proceso Laboral, que el
“Los jueces tienen un rol protagónico en el desarrollo e impulso del
proceso, impiden y sancionan la inconducta contraria a los deberes de
veracidad, probidad, lealtad y buena fe de las partes, sus representantes,
sus abogados y terceros”. Sobre lo mismo, Mario Pasco Cosmópolis
comentando el principio de oralidad en la nueva Ley Procesal del Trabajo,
dice: “Al juez laboral se le exige, además una posición activa y diligente,
en la que debe liderar el proceso, que es reconocido por eso como uno
cuasi inquisitivo. Por tanto, al momento de la actuación de las
declaraciones no puede esquinarse y recibir, de manera pasiva, el
interrogatorio prefabricado de la parte que ofreció la prueba, ni la
manifestación – muchas veces prefabricada – del declarante, sino que tiene
que intervenir en forma dinámica, siguiendo el vaivén de las preguntas y
respuestas, y haciéndose una composición de lugar en la que los vacíos que
surjan deben ser colmados con la intervención del propio juez, cuyo deber
es buscar la verdad real”. Más adelante, agrega: “El Juez pasa a ser el
conductor real de la audiencia, y con ello del proceso, lo que lo fuerza
abandonar la posición distante y pasiva en que se ha desenvuelto a lo largo
de décadas, para convertirse en el protagonista central, aquel que conduce,
dirige y ordena todas las actuaciones, a partir de sus propias
intervenciones, pues es el juez quien primero interroga a las partes, a los
testigos, a los peritos, lo que lo obliga no solo a conocer a fondo el caso,
que debe estudiar concienzudamente antes de la audiencia, sino a conducir
los interrogatorios”56.
56
Pasco Cosmópolis; Mario: “Oralidad, el Nuevo Paradigma”, en Revista Soluciones Laborales Nº
25, pp. 57-58.
actuación del principio inquisitivo como una forma de “garantizar la tutela de
los derechos indisponles que contemplan las normas laborales (sustantivas)”.
57
Paredes Palacios, Paúl: Obra citada, pág. 94.
Tercera: “Atañe a la igualdad de las partes en el proceso. Los requerimientos
de compensación o equilibrio no sólo son de cargo de los jueces sino que
siendo la relación laboral naturalmente descompensada es posible diseñar – y
aquí se involucra el legislador – normas procesales tendenciosamente tutelares
del trabajador”. La aplicación de las presunciones y los indicios, forman parte
de esta necesidad de compensación, desde que la actividad probatoria no
siempre resulta fácil para un trabajador que reclama por la violación de sus
derechos laborales. Expresión de esta característica será la inversión de la carga
de la prueba, estableciendo “reglas especiales de distribución de la carga
probatoria…”, como lo precisa en artículo 23.º de la Ley 29497, en su parte
pertinente. Más aún a la obligación impuesta al juez laboral de “evitar que la
desigualdad entre las partes afecte el desarrollo o resultado del proceso, para
cuyo efecto procuran alcanzar la igualdad real de las partes” (art. III T. P.
Ley 29497).
Cuarta: “Sería la “aspiración” de todo proceso: lograr una justicia más rápida,
más oportuna, más limpia y más cierta, es decir, una justicia más eficaz”. En
este caso resulta imprescindible y necesario, la aplicación irrestricta de los
principios de celeridad y concentración procesal, oralidad, publicidad e
inmediación, por lo que se les impone el deber a los jueces privilegiar “el
fondo sobre la forma”, así como que interpreten “los requisitos y presupuestos
procesales en sentido favorable a la continuidad del proceso” (art. III T. P.
Ley 29497). Agréguese el “rol protagónico en el desarrollo e impulso del
proceso” (art. III T. P. Ley 29497). A ello se debe que la Nueva Ley Procesal
del Trabajo declara que: “Las audiencias son sustancialmente un debate oral
de posiciones presididas por el Juez…” (art. III T. P.)
58
Ermida Uriarte, Oscar: “Protección Jurisdiccional de los Derechos Laborales, Relevancia de su
Constitucionalización, Flexibilidad Laboral y Formación Profesional a Comienzos del Siglo
XXI”, Rev. Justicia Viva, Instituto de Defensa Legal y Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo
y de la seguridad Social, Junio, 2003, Lima – Perú, p. 8.
La instrumentalidad del Proceso Laboral, supone concebir a éste como una
herramienta o utensilio al servicio del derecho material, en nuestro caso, del
Derecho Laboral. Por ello para facilitar el debate conviene interrogarnos, ¿Es
el proceso laboral un instrumento del Derecho Laboral?. Si la respuesta es
afirmativa, bien puede afirmarse, igualmente, que entre el proceso laboral y el
proceso civil existe una interdependencia, constituyéndose aquél en un
“proceso especial que únicamente goza de autonomía funcional o de
competencia”, con “principios comunes, como el de impulsión oficial” y
“principios específicos como el de la oralidad o el de unidad e instancia”59.
Entre las consecuencias negativas que trae tal concepción, señala las
siguientes:
59
De la Villa Gil y otros: “Instituciones de Derecho del Trabajo. Madrid. Editorial Ceura 1983,
pág. 461, cita de Paredes Palacios, Paúl: obra citada, pág.
60
Obra citada.
61
Obra citada, pág. 82
62
Obra citada, pág. 83.
En definitiva el ejercicio del derecho de acción o tutela judicial que lleva a la
instauración de un proceso, no se reduce sólo a hacer efectivo el derecho
material violentado, sino que implica otras actuaciones de igual o mayor
importancia, como por ejemplo, el derecho de acción, la función jurisdiccional
del Estado, el debido proceso, deberes y derechos de las partes, siendo su
finalidad, a tenor de lo establecido por el artículo III del Título Preliminar del
Código Procesal Civil, “… resolver un conflicto de intereses o eliminar una
incertidumbre jurídica, ambas con relevancia jurídica, haciendo efectivos los
derechos sustanciales, y que su finalidad abstracta es lograr la paz social en
justicia”.
En esta parte, es preciso aclarar, que el proceso, a través del cual se busca
restituir el derecho violentado, se estructura en base a principios propios, como
el dispositivo, con algunos aspectos del inquisitivo, acentuándose los poderes
de dirección formal y material del juez, estableciéndose la igualdad por
compensación como “derrotero para permitir el acceso a la justicia de parte de
los trabajadores dada la desigualdad estructural de la relación laboral, que se
asume por parte del Derecho Jurisdiccional para cumplir su función con
justicia”63.
63
Paredes Palacios, Paúl, obra citada, pág. 83.
64
Obra citada.
a. El Proceso Laboral como disciplina autónoma: Se afirma que el
problema de la autonomía es más aparente que real, más de forma que de
fondo. El juslaboralista uruguayo Elios Sarthou, a quien Giglio Wagner lo
califica de “autonomista real”, según afirmación de Paúl Paredes Palacios,
enfrenta el problema de la siguiente manera: “si por autonomía del
Derecho Procesal Laboral se entiende independencia total, ruptura
absoluta con todos los principios o caracteres del Derecho Procesal
común tal vez será difícil encontrar un autonomista. Si en cambio la
autonomía se concibe como el imperativo de alterar sustancialmente el
proceso común para adaptarlo y ajustarlo a las particularidades del
conflicto individual laboral probablemente nadie desconozca este
postulado”65. En realidad el asunto de la autonomía del Proceso Laboral,
no es un tema sencillo, porque, si de un lado, se afirma la inexistencia de
autonomía, por el uso de instituciones que corresponden al Derecho
Procesal, en general; y de otro, se afirma la necesidad de constituirse como
una disciplina autónoma, con sus propios principios e instituciones,
pareciera que no hay posibilidades de un acuerdo, respecto a este tema.
Desde una perspectiva histórica, no es posible olvidar que las limitaciones
y dificultades habidas en el proceso civil para atender las reclamaciones
laborales, forjó el nacimiento de un conjunto de normas distanciadas del
proceso civil, logrando, posteriormente una relativa autonomía, que se
explica por el hecho de que la derogada Ley Procesal del Trabajo, en su
Tercera Disposición Derogatoria, sustitutoria y final prescribía que: “En lo
no previsto por esta Ley, son de aplicación supletoria las normas del
Código Procesal Civil”. La Nueva Ley Procesal del Trabajo sigue el
mismo criterio, al prescribir en la primera disposición complementaria:
“En lo no previsto por esta Ley son de aplicación supletoria las normas
del Código Procesal Civil”.
65
Sarthou Elios: “Los Principios del Derecho Laboral y el Nuevo Procedimiento para la solución
de controversias del trabajo. En “Nuevo Proceso Laboral Uruguayo. Edic. por Fundación de
Cultura Universitaria. Montevideo. Fundación de Cultura Universitaria, 1974, pag. 181, cita de
Paredes Palacios Paúl, pag. 90.
de influir sobre la reforma del segundo”. “No creo en su autonomía,
porque los principios que lo presiden podrían también aplicarse al proceso
común, con levísimas variantes de intensidad y es de esperar que así
suceda en el futuro. Yo veo nuestro proceso común y nuestro proceso
laboral tan dispares en el momento presente, marchando hacia un futuro
común, por la asimilación, por aquél de las conquistas de este… “. Agrega,
“dentro del campo de aplicación del proceso destinado a actuar el derecho
del trabajo, todos estos principios son válidos, acentuándose
específicamente algunos de ellos y disminuyendo el influjo de otros”66.
Por su parte, Piero Calamandrei expresa: “… si la ciencia jurídica no
quiere resultar estéril (…), es preciso que, en lo que respecta al Derecho
Procesal, los estudiosos tengan el valor de renunciar a contemplar, por
mero gusto de virtuosismo dogmático el proceso puro, abstraído de la
sustancia de la controversia que en el mismo debate, y reconocer que los
aspectos y los caracteres del proceso no son más que una expresión
necesaria e inseparable de la relación sustancial que en el mismo se hace
valer”67.
66
Podetti, Ramiro: Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. T. XI. Tratado del Proceso
Laboral, Vol. I. Buenos Aires, Ediar S. A., 1949, pág. 21, cita de Paúl Paredes Palacios, obra
citada, pág. 91-92.
67
Calamandrei, Piero: Estudios sobre el Proceso Civil – Traducción de Sentis Melendo Santiago:
Buenos Aires. Edic. Bibliográfica Argentina 1945, p. 351, cita de Paredes Palacios Paúl, obra
citada, pág. 92.
68
Obra citada, pág. 93.
reconocerle autonomía, sino una diferenciación que lo distancia del
proceso común y que en muchos casos se confunde con la autonomía antes
referida.