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Desde 1948, la OMS considera que, dentro del contexto de la promoción de la salud, esta
última es no sólo un estado abstracto, sino un medio para llegar a un fin, un recurso que
permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. Estima
que es un recurso para la vida diaria y no el objetivo de la vida, es decir, que el ser humano no
basa su existencia en buscar la salud sino que ésta debería ser parte de su vida y compañera
para el logro de las metas individuales.
De este modo, la Salud Mental resulta ser más que la ausencia de enfermedad, siendo descrita
por la OMS como un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias
aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y
fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. En este sentido positivo,
la salud mental es la base para el bienestar y funcionamiento efectivo del individuo y la
comunidad. Este concepto medular de salud mental es consistente con su interpretación amplia
y variada, en las diferentes culturas.
Por otro lado, en el reporte del Surgeon General, en Estados Unidos, se define a la salud mental
como “la representación satisfactoria de las funciones mentales en términos de pensamiento,
estado de ánimo y conducta, que permite mantener actividades productivas y relaciones con
otras personas, adaptarse al cambio y afrontar la adversidad”.
c) Heteronormal. Sujeto que es visto como normal por los miembros de otra sociedad que lo
observa.
d) Heteropatológica. Persona que es vista como inusual o patológica por los miembros de otra
sociedad que la observa.
Daniel Offer y Melvin Sabshin ofrecen las siguientes cuatro perspectivas de la normalidad, con
respecto a la salud mental: Normalidad como salud. Desde esta perspectiva, el médico:
desearía que los pacientes fueran sanos y normales; se basa en lo que el paciente refiere;
observa hechos fundamentalmente biológicos y, algunas veces, psicológicos; rara vez –
desafortunadamente– piensa en los aspectos sociales que rodean al paciente y que contribuyen
a su estado integral.
Normalidad como utopía. Bajo esta perspectiva, se busca integrar de manera armoniosa y
óptima los distintos elementos que conforman la mente, para que pueda funcionar en las
mejores condiciones. Lograr esta situación resulta, para muchos estudiosos del tema, difícil de
alcanzar. No obstante, la búsqueda y el mejoramiento continuo del individuo en estas áreas le
permite sentirse más en armonía consigo mismo.
“La salud es un estado de plenitud física, mental y bienestar social, no solamente es la ausencia
de dolencia o enfermedad”: OMS
La gama de trastornos mentales que existen es muy amplia, sin embargo los más comunes son:
La depresión en una enfermedad que afecta las esferas física, emocional, intelectual, espiritual
y social de quien la padece. Es un problema de salud, no un problema de voluntad.
La promoción de la salud mental consiste en acciones que creen entornos y condiciones de vida
que propicien la salud mental y permitan a las personas adoptar y mantener modos de vida
saludables. Entre ellas hay una serie de acciones para aumentar las posibilidades de que más
personas tengan una mejor salud mental.
Las políticas nacionales de salud mental no deben ocuparse únicamente de los trastornos
mentales, sino reconocer y abordar cuestiones más amplias que fomentan la salud mental
como la incorporación de la promoción de la salud mental a las políticas y programas de los
sectores gubernamental y no gubernamental. Además del sector de la salud, es esencial la
participación de los sectores de la educación, el trabajo, la justicia, el transporte, el medio
ambiente, la vivienda o la asistencia social.
las intervenciones en la infancia precoz (por ejemplo, la creación de un entorno estable que
atienda las necesidades de salud y nutrición del niño, lo proteja de las amenazas y le
proporcione oportunidades de aprendizaje precoz e interacciones que sean sensibles, le den
apoyo emocional y estimulen su desarrollo); el apoyo a los niños (por ejemplo, programas de
creación de capacidades y programas de desarrollo infantil y juvenil); la emancipación
socioeconómica de la mujer (por ejemplo, mejora del acceso a la educación y concesión de
microcréditos): el apoyo social a las poblaciones geriátricas (por ejemplo, iniciativas para hacer
amistades y centros comunitarios y de día); los programas dirigidos a grupos vulnerables, y en
particular a las minorías, los pueblos indígenas, los migrantes y las personas afectadas por
conflictos y desastres (por ejemplo, intervenciones psicosociales tras los desastres); las
actividades de promoción de la salud mental en la escuela (por ejemplo, programas de apoyo a
los cambios ecológicos en la escuela y escuelas amigas de los niños); las intervenciones de
salud mental en el trabajo (por ejemplo, programas de prevención del estrés); las políticas de
vivienda (por ejemplo, mejora de las viviendas); los programas de prevención de la violencia
(por ejemplo, la reducción de la disponibilidad del alcohol y del acceso a las armas); los
programas de desarrollo comunitario (por ejemplo, iniciativas de colaboración ciudadana y de
desarrollo rural integrado); la reducción de la pobreza y la protección social para los pobres;
legislación y campañas contra la discriminación; promoción de los derechos, las oportunidades
y la atención de las personas con trastornos mentales.