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Narrativa

Relato incluido en la antología

EL PUENTE Isla en rosa. Historias cubanas


del amor y sus desdichas
(Selección y prólogo:

de los enamorados Rafael Grillo), publicado por


Casa Editora Abril, 2017.

20 Por J.R. Fragela


EL CAIMÁN BARBUDO—noviembre-diciembre—2016
estilo, pero la muchacha tenía muy buena onda, La muchacha se rascó la cabeza y respondió sin
de modo que empezó a hablar al respecto. Claro prisa: Bueno, yo creo que en realidad deberías
Para Julie Cuyaubere que me he enamorado, cada enamoramiento es preguntarte si entendiste la ayuda que le has ofre-
diferente, pero el rito es siempre el mismo. Es cido a Dios. ¿Ayuda, pero qué tipo de ayuda le

S
i quieren saber del amor, eso, les advierto, como —señaló hacia el Sena— esa reflexión de pude haber ofrecido YO a Dios? La muchacha
que no podrán encontrarlo por aquí. Solo Heráclito, en donde nunca nos bañamos dos ve- negó con la cabeza por unos segundos y le dijo:
les hablaré de lo que me sucedió hace mu- ces en el mismo río, pues ni el río ni nosotros vol- Recuerda que Dios necesita de nosotros para ha-
cho tiempo en París. No piensen que tengo algo vemos a ser los mismos, aunque insistamos en el cer que las cosas funcionen en el mundo. El chófer
en contra del amor, el problema es que no so- rito una y otra vez. En fin, la muchacha se había se volteó completamente para mirar a la mucha-
porto ni hablar de él. De verdad, ni me lo nom- enamorado como doscientas veces y planeaba cha, era evidente que no entendía nada de lo que
bren. Debe ser por eso que llevo tantos años seguir haciéndolo. La juventud está perdida, en le acababan de decir. ¿Pero...cómo pude haber
tratando de olvidar lo ocurrido aquel día en Pa- serio. En mi tiempo también se decía lo mismo, ayudado a Dios? La muchacha asintió, con los ojos
rís, cuando caminaba hacia el Louvre para ver de pero ahora sí está perdida. Yo, por ejemplo, solo cerrados y todo. Desde mi lugar en el asiento se
cerca la Venus de Milo —una obra que, según los me he enamorado como doscientas veces, pero veía muy sabia. ¿No te has puesto a pensar que
críticos, es la representación más imperecedera planeo seguir haciéndolo. tal vez la gata tenía a cinco o seis gaticos ham-
de la belleza y el amor. ¿Y tú, cuántas veces te has enamorado? De- brientos y Dios necesitaba que encontrara a aquel
Bueno, pues sucedió que, mientras iba hacia el moré en responder, pues no me gusta que me pichón en tu cuarto? El chofer cerró la boca, gra-
Louvre, a punto de cruzar el Puente de las Artes, hagan ese tipo de preguntas estúpidas. La gente dualmente. Luego la volvió a abrir y dijo: Hmmmm,
veo a un grupo de mujeres, todas vestidas igua- es insoportable, siempre están haciendo pregun- ya entiendo... ayudar a la gata y a los gaticos ham-
les, que me observaban fijamente, como si espe- tas estúpidas y eso. ¿A quién se le ocurre pregun- brientos fue mi manera de hacer un bien y de...
raran algo de mí. En el medio del grupo estaba tarle a otra persona si se ha enamorado alguna ¿encontrar el amor? Así mismo es, el amor casi
una de esas muchachas por las que a veces me vez? De todas formas le respondí. Le hablé al de- nunca llega a nosotros de manera directa, añadió
entran ganas de golpearme con un martillo en la talle de esas ocasiones en que he resbalado al suelo la muchacha con una sonrisa omnisciente, o de
cabeza, o de pararme en el centro de una aveni- y de otras aún peores. Debo añadir que cuando burla, quién sabe. Yo no añadí nada, y no por lo
da y gritar: ¡Nunca me atraparás vivo! Al verla, me pongo a hablar del amor y esas cosas no ten- del amor ni nada de eso, pues, en definitiva, no lo
por supuesto, sentí una cosa en el pecho y me go para cuándo acabar. Soy de los que hablan y soporto, ni me lo nombren. El problema es que
derrumbé. Debo aclarar que para mí es normal hablan. Puedo estar haciéndolo durante días. Por estaba pensando en las cosas que podría hacer
sentir cosas en el pecho y derrumbarme cuando si fuera poco, la muchacha me prestaba mucha por Dios y en el diálogo que tendríamos cuando
veo a una mujer que me gusta, pero para la gen- atención, y cuando eso pasa ya no hay salida para me tocara morir y estuviera vagando y vagando
te no. Supongo que es muy raro ver a una perso- mí. Le hablé de los cientos de veces que me he por el espacio.
na derrumbarse en plena calle, así, de pronto. enamorado y de la mujer que veo siempre en mis El chofer no habló nada más hasta que llega-
Siempre alguien trata de ayudarme y habla de ir sueños. Es muy parecida a ti, los mismos ojos, la mos a la punta de una colina rodeada con carte-
al hospital y eso. Yo me niego, claro está —no hay misma nariz, la misma boca, el mismo cuerpo, idén- les del Tour de l'Amour y desde donde se veía
nada peor que una persona tratando de llevarte tica, le dije. Las mujeres, en realidad, no saben que todo París. Entonces me cobró no sé cuántos euros,
a donde no quieres ir—. Además, nunca creen que todas son idénticas. No saben que cuando un hom- dijo que yo era un tipo con suerte, mucha suerte,
estoy acostumbrado a derrumbarme, por lo que bre mira a una mujer que le gusta, no la está vien- y se alejó a toda velocidad. La muchacha, tomán-
ni siquiera pierdo el tiempo explicándoles. Esta do realmente a ella sino a su propia creación de dome de un brazo, me paró en el borde de la
vez, apenas resbalé al suelo, la muchacha avanzó ella. Eso no se lo dije, estuve a punto de hacer- colina y empezó a hablar del supuesto momento
hacia mí para ayudarme. Era, no voy a mentir, lo, pero en ese momento ella paró un taxi, con en que nos conocimos, justo allí. Yo, evidentemen-
idéntica a la mujer que siempre he soñado amar. un letrero en el parabrisas que decía: Tour de te, no recordaba haberla conocido allí ni en nin-
Y escribo amar por escribir cualquier cosa, pues l' Amour. El chofer era un tipo gordo con cara gún lugar, pues la había visto por primera vez en
no soporto al amor. Ni me lo nombren. La mu- de buena gente. Pocas cosas me caen peor que el Puente de las Artes, pero de todas formas deci-
chacha me tomó por un brazo, me ayudó a incor- un tipo gordo con cara de buena gente. Se meten dí seguirle el juego, hacer lo que se supone hacen
porarme y preguntó no sé qué cosa en francés. en todo, de verdad, y siempre tratan de llevarte todos los enamorados en París. Y no por lo que
De haber sido uno de esos viejos o tipos gordos al hospital. Además, nunca dicen nada interesan- ustedes ya saben y todo eso, sino porque empe-
con cara de buena gente que siempre me ayudan te, solo saben hablar de comida y eso. La mucha- zaba a gustarme la idea del Tour, estar en la pun-
a incorporarme hubiera asentido y ya, pero de- cha mencionó una dirección, en español, y el tipo ta de una colina con una mujer idéntica a la que
lante de mí tenía a aquella muchacha idéntica a... gordo aceleró. Yo iba a seguir hablando con ella, siempre veo en mis sueños. De modo que respiré
Bueno, a decir verdad, los ojos, la nariz, la boca, pero entonces el chofer nos miró desde el retrovi- hondo, me llené de valor y le hice mi segunda pre-
el cuerpo, eran diferentes a los de la mujer que
siempre he soñado amar, sin embargo ella me
sor y nos preguntó, también en español: ¿Ustedes
creen que el propósito de la vida es tener, al final,
gunta favorita: ¿Por qué unas personas encuen-
tran al amor de su vida y otras no? Ella quedó un 21
hacía recordarla. A lo mejor no era para tanto. un diálogo con Dios? Nos quedamos atascados. poco sorprendida, como si desconociera la res-

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No sé. Da igual. Con el tiempo he comprobado No era el tipo de cosas que uno espera escuchar puesta, o como si no le hiciese mucha gracia el
que la mayoría de las mujeres me recuerdan a la de un chofer gordito con cara de buena gente. En mismo juego que había iniciado. La gente es muy
mujer que deseo amar. Estoy bien, fue solo una realidad, no es el tipo de cosas que uno conversa rara, a veces inician juegos que no desean o no
caída, le dije en español, y ella, automáticamente, por ahí con la gente. Lo del amor puede que has- saben cómo jugar. Algunos hasta piensan que la
dejó de hablar en francés, me acarició el rostro y ta sea aceptable, pero eso, vaya, no sé. Voy a ex- vida es un juego divertidísimo y eso me asusta bas-
preguntó en mi idioma si deseaba hacer el Tour plicarles, dijo, y empezó a hablar de un supuesto tante, pues nunca logro entender qué clase de per-
del Amor. Yo dije que sí. Tal vez porque no hay encuentro con Dios después de la muerte, cuando sona comienza un juego que no podrá ganar jamás.
nada mejor que una persona tratando de llevar- uno está vagando y vagando por el espacio, sin La muchacha, tras unos segundos de asombro, re-
te a donde quieres ir. Tal vez porque a la mayoría saber adónde ir. Según elchofer, Dios aparece tornó a su expresión habitual y me dijo: Bueno, al-
de las mujeres les digo que sí, o porque, simple- para hacer un par de preguntas relacionadas con gunos encuentran el amor de su vida porque
mente, mencionó algo del amor. Ella entonces el bien que hicimos en la vida (que es, sin duda, necesitan encontrarlo, el propio acto de buscar
agarró mi brazo derecho, colocó la cabeza sobre una manera de encontrarnos con el amor), de condiciona el hallazgo, y si buscas mucho, general-
mi hombro y empezamos a caminar como una de modo que él estaba preocupado, pues había he- mente acabas hallando. Me mantuve en silencio.
esas parejas asquerosas y ridículas que se besan, cho algo muy malo. Resulta que, días atrás, encon- Pocas cosas me molestan más que esa gente que
sonríen, y viajan a París para hablar todo el tiem- tró un pichón de paloma en el patio de su casa, conoce todas las respuestas. Son insoportables, uno
po de amor. sin plumas, totalmente inofensivo. Al parecer ha- ni siquiera puede jugar con ellos, ni siquiera puedes
Al principio, mientras caminábamos casi abra- bía caído de un nido que estaba en la parte más decirles que la vida es un juego divertidísimo, pues
zados y ella me hablaba en un castellano perfec- alta de un árbol, por lo que decidió cuidarlo has- te salen con una respuesta insuperable. Ella, aten-
to, no fui capaz de reaccionar adecuadamente. ta que pudiera devolvérselo a su madre. Lo llevó ta a mi rostro ahora asombrado, se preparó para
O sea, preguntarle de qué se trataba todo eso hasta su cuarto, le hizo hasta una especie de nido rematarme. O sea, se inclinó hacia mí y susurró:
del Tour y por qué me abrazaba, me sonreía y para que se sintiera cómodo y todo, le dio de ¿Puedo confesarte algo? Por lo general, no so-
hasta acariciaba de vez en cuando. Solo después, comer mientras hacía un sonido ridículo con la porto a la gente que confiesa cosas. De verdad.
al cabo de unas cuadras, me puse fuerte, dejé a garganta, tratando de imitar a su madre. Un ami- Son insoportables. Normalmente, cuando alguien
un lado mi fascinación inicial, respiré hondo y le go que no veía desde hace mucho, lo llamó de me confiesa algo me pongo serio y presto mucha
pregunté si se había enamorado alguna vez. No pronto y lo invitó a unos tragos. Estuvo en casa atención, como si estuviera, vaya, escuchando. Ten-
sé por qué siempre le estoy preguntando eso a la del amigo, bebiendo cerveza y ron, hasta que re- go una mirada que le gusta a la gente, por eso
gente. No es por todo ese rollo que tienen los cordó la ventana abierta de su cuarto y a la gata creo que me abrazan y me aprietan los hombros
seres humanos con el amor ni nada de eso, pues que constantemente merodeaba por allí. Salió y me confiesan cosas. He oído de todo, de ver-
no soporto al amor, ni me lo nombren. Solo pre- corriendo, pero al llegar a su cuarto el nido esta- dad. La gente me mira dos veces y en menos de
gunto por... qué sé yo, vaya, curiosidad. Compren- ba vacío. El chofer, después de contar su historia, un minuto ya estoy conociendo las intimidades de
do que la gente no va por ahí preguntándole a estuvo unas cuadras sin hablar. Luego dijo: ¿Uste- la persona, que casi siempre suelen ser secretos
los demás si se han enamorado ni nada por el des creen que Dios podrá perdonarme alguna vez? inconfesables. Así es la gente, rara. Yo, al menos,

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