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Es el algoritmo estúpido

Articulo adaptado de: https://medium.com/@foier/es-el-algoritmo-estupido-dae3f788a229


De como las redes sociales, sus algoritmos y la carga viral de la indignación nos están
convirtiendo en sociedades oscuras, intolerantes e impredecibles.
Nunca hubo en la historia de la humanidad una era que pueda iluminar tanto como la nuestra. A
veces damos por sentado cosas maravillosas. Estamos a un click del conocimiento universal. Todo
saber, arte o tecnología se nos regala en segundos. Hace 20 años, cuando Internet llegaba a los
medios se la nombraba como “La gran autopista de la información” o “Se puede navegar y
encontrar todo”, lo cual es interesante pues no existía Wikipedia y más del 90% del mundo era
analógico. Hoy, podemos decir que el sueño noventoso es real, sin embargo no nos importa.
Usamos Internet de muchas maneras posibles, pero se destaca la necesidad del autoconvencimiento
y el consumo de información indiscriminada.
Esa utopía enciclopédica no fue errónea, sin embargo tiene un recorte fundamental que cambia toda
la ecuación. Internet no es una red vertical en donde hay un criterio de edición central sino un mar
de contenidos jerarquizados por los criterios de búsqueda y la viralidad.
Ante la masividad de contenido que existe en red, tenemos estas dos vías para acceder al contenido.
Los criterios de búsqueda son algoritmos generados por los grandes jugadores de la red para
orientar la demanda. Esto lo sabemos hace años, pero lo repasaremos brevemente: Si yo quiero
encontrar material sobre caballos árabes, iré a Google o cualquier buscador con mi necesidad y
decidirá en que orden listar el contenido según una fórmula preestablecida. Estas decisiones no son
inocentes. ¿Privilegiará una cercanía espacial? ¿Temática? ¿De popularidad? Todo aquel que haya
hecho SEO o marketing de buscadores, sabe que no estar en los parámetros priorizados por el
algoritmo significa relegarse a la intrascendencia o, directamente no existir.
Con las redes sociales pasa lo mismo. Sólo que el algoritmo social tiene ciertas diferencias
conceptuales al algoritmo tradicional. Si yo quiero comparar dos teléfonos, quiero que el buscador
me lleve al sitio donde muestren de manera más clara la comparación ¿Cómo se traduce eso en
cuanto a personas? Las redes sociales (Facebook y sus productos como Instagram a la cabeza) han
decidido mostrarnos más veces aquellos con los que acordamos, compartimos mayor cantidad de
gustos o que generamos mayor interacción, generando así loops recurrentes que tienden a la
selección. Si FB me muestra fotos de un amigo y yo se las likeo, el algoritmo entenderá que es
contenido deseado y me mostrará más. Al aparecer más y no tener nada contra este amigo (Al revés,
lo quiero mucho y considero una descortesía no likear sus comidas o hijas hermosas) volverá a
mostrarme más, convirtiendo así sus publicaciones en parte importante de mi muro. Este sistema,
tiene consecuencias en nuestras interacciones. Tendemos a encerrarnos y quedarnos en barrios cada
vez más cerrados en donde los códigos de pertenencia pesan mucho más que la diversidad.
Hay tres fenómenos que podemos identificar en este juego:
El primero es la pereza. Estamos constantemente atacados por estímulos virales y nuestro filtro de
spam deja pasar cosas que aun no terminamos de entender por qué. Es más memorable “alika
alikate” o “pagamos menos gas que un chupetín” que pensar las consecuencias de ello. Mi
recomendación es no enojarse con el cambio, sino entenderlo.
Luego, lo que el ensayista y criador de dos gatitos, Facundo Falduto viene mencionando en sus
últimos textos: la pos verdad. Exigirle veracidad a un meme viral es no entender que ha pasado con
nuestros relatos. Necesitamos que un relato cierre en si mismo, no que sea chequeado. La búsqueda
entonces no es por lo verídico, sino por lo verosímil.
Por último, no sólo necesitamos que algo sea verosímil, sino que buscamos relatos que refuercen
nuestro relato vital. Esto siempre fue así, siempre nos sentimos más cómodo con huellas que nos
hacen sentir que tenemos razón a que estamos equivocados. Por eso leemos a autores que nos
explican nuestra visión del mundo o seguimos en los medios a periodistas que nos gustan, o sea,
que compartan nuestra cosmogonía. Sin embargo, los algoritmos sociales nos han reforzado esta
sensación a niveles nunca antes conocidos. Gracias al mecanismo descripto anteriormente,
Facebook nos muestra únicamente amigos con los que coincidimos generando un efecto de manada
autoconvencida.
La indignación como vector viral
Twitter, donde si bien el algoritmo existe no tiene tanta preponderancia, no se salva de contribuir a
estos fenómenos sociales. Todo trumpismo brexista necesita del odio y la indignación para
sustentarse. Uno de los responsables de la campaña del No admitió que difundieron cualquier tipo
de mentiras pues era mucho más fácil viralizar cosas negativas que positivas. De hecho lo
estudiamos en EsViral: el contenido negativo es 27 veces más viral que el contenido positivo sobre
el mismo tema. Decir NO a la Paz, tiene una carga de haters e indignado mucho más fuerte que
decir SI.
Esto es parte de una investigación más amplia sobre la que escribiremos en otra ocasión, pero ayuda
a terminar de cerrar una posible explicación sobre los cisnes negros que hemos vivido: Trump gana
pues sus mensajes son altamente virales en círculos cerrados a los que los encuestadores no tienen
acceso. A grupos de Whatsapp que dicen que Hillary haría una ley para que todos sean
homosexuales, en twitts de trolls que dicen que Obama trajo 30 millones de chinos para invadir de a
poco USA y en intercambios de Facebook en donde la polarización es consolidada gracias al
mecanismo de retroalimentación.
Nunca hubo en la historia de la humanidad una era que pueda iluminar tanto como la nuestra. Y sin
embargo, gracias a los algoritmos y la alta carga viral de la indignación, estamos yendo hacia
cavernas lúgubres, en donde las posiciones más agresivas están apagando cada luz para dejarnos en
la más peligrosa de las oscuridades.
Pos-verdad: Posverdad o mentira emotiva es un concepto que describe la situación en la cual, a la
hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen menos importancia que las
relaciones con las emociones y a las creencias personales. En cultura política, se denomina política
de la posverdad a aquella en el que el debate se enmarca en apelaciones a emociones
desconectándose de los detalles de la política pública y por la reiterada afirmación de puntos de
discusión en los cuales los hechos concretos son ignorados. La posverdad difiere de la tradicional
disputa y falsificación de la verdad, dándole una importancia "secundaria". Se resume como la idea
en “el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad”.
Actividad: teniendo en cuenta el siguiente video y el texto en cuestión.
1) ¿A qué emociones apela el candidato político para hablar de la inflación?
2) ¿Recordáss alguna noticia o mensaje en donde se haya manipulado a través del manejo de las
emociones?
3) Pensá en alguna red social que uses. ¿Se puede afirmar, por ejemplo, que el facebook nos
muestra muchas opiniones o solo las que son de nuestro agrado? ¿Porqué?

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