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Tomate unos instantes para colocarte en una postura natural, relajada pero alerta.
(Opción sentada en silla) Si estás sentada en una silla, siente los puntos de contacto de las
plantas de los pies con el suelo y de la parte posterior de los muslos y las nalgas sobre el
asiento. Puedes también experimentar apartar tu espalda del respaldo de la silla, de forma
que la espalda, la columna, esté más estirada.
(Opción sentada en cojín) Si estás sentada en un cojín procura llevar la pelvis un poquito
hacia delante de forma que las rodillas se apoyen cómodamente sobre el suelo. Si te resulta
más cómodo puedes colocar una mantita o varios cojines debajo de las rodillas. Permite que
la columna se eleve hacia el techo.
Te encuentras en una posición cómoda, con la columna vertebral recta, pero sin forzar,
con los hombros relajados, manteniendo una postura de presencia total.
La cabeza puede estar un poco inclinada hacia delante de modo que, si abres los ojos,
mirarán hacia el suelo. Tómate un instante para encontrar ese lugar propio, ese sentimiento
de relajación y alerta.
Los brazos están relajados, puedes apoyar las manos en las rodillas o en los muslos o en el
regazo una sobre la otra. Las palmas puedes colocarlas hacia arriba o hacia abajo, como
prefieras.
Puedes permanecer con los ojos abiertos o cerrados, como te resulte más cómodo. Si los
dejas abiertos, deja que enfoquen hacia un punto, a unos centímetros delante de ti, sobre el
suelo o en la pared, enfocándolo sin esfuerzo, dejando, simplemente, que tus ojos descansen
allí, sin mirar realmente ninguna cosa.
Ahora, centra tu atención en la respiración. Fíjate en como es. Acéptala tal y como es, sin
intentar modificarla… profunda, superficial, rápida, lenta… Siente cada inspiración y cada
exhalación… Momento a momento.
Pon atención al lugar del cuerpo en el que sientas más claramente tu respiración. Quizás
se trate de las fosas nasales, del cuello, el pecho, el abdomen o de cualquier otro lugar.
Cualquiera que sea el sitio, lleva tu atención a ese lugar y date cuenta de las sensaciones en
ese lugar. Sin tratar de cambiar tu respiración de ninguna forma, sin tratar de controlarla en
ningún momento, simplemente observa el flujo de la respiración, su movimiento.
Esto podría ocurrir un centenar de veces y estaría perfecto. Sencillamente, guía de nuevo
tu atención a la respiración, y empieza otra vez, vuelve a conectarte con el aquí y ahora
llevando tu consciencia a las sensaciones de la respiración. Cada momento en que eres
consciente de que te has distraído es un momento de atención plena.
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Cuando estés lista, muy despacio y suavemente, comienza a mover los dedos de las
manos y los pies, gira tus muñecas y tobillos hacia un lado y hacia otro, estira tus
extremidades y permite que tus ojos se abran, mientras permaneces con esta sensación de
consciencia.