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Núñez (2002) entiende que “Nuestro derecho penal común obedece al principio
de la responsabilidad por la culpabilidad”. En su esfera no hay excepciones, los
mismos delitos calificados por el resultado que el Código penal contiene, no se
explican por la teoría de la responsabilidad objetiva.
El principio de culpabilidad establece que la pena criminal únicamente puede
basarse en la constatación de que al autor cabe reprocharle personalmente su
hecho.
Ese tratamiento otorgado al ciudadano libre conlleva una serie de exigencias que
debe respetar tanto el propio legislador en el momento creativo como el juzgador
en el momento aplicativo del Derecho, y que conforman una serie de principios
derivados del de culpabilidad y que son los siguientes: A) Principio de
personalidad. Frente a sistemas jurídicos superados que admitían una
responsabilidad conjunta de toda una familia o clan por el hecho que había
cometido uno de sus integrantes, el principio de personalidad impide que alguien
pueda ser castigado por un hecho ajeno.
B) Principio de responsabilidad por el hecho. Este principio impide que
alguien pueda ser castigado por su modo de ser o conducta de vida, tal como
propusieron en su día los teóricos del Derecho Penal nacional-socialista, que
abogaban por un Derecho Penal de autor frente al Derecho Penal de hecho,
único que es admisible en un Estado de Derecho y que constituye simple
derivación del principio de legalidad.
a) La Acción
Las críticas vertidas sobre dicha teoría le atribuyen una imprecisión teórica
y una peligrosidad e inutilidad práctica, sobre todo en atención a que al derecho
penal sólo le interesan los comportamientos humanos que desencadenen una
modificación externa o interna prevista dentro de la ley, excluyendo así otro tipo
de acciones jurídicamente irrelevantes, como podría ser bailar, correr, jugar, et.
b) La tipicidad
c) Antijuricidad
d) La culpabilidad
La acción típica y antijurídica ha de ser culpable, es decir, imputable a
título de responsabilidad jurídica al sujeto de la acción, descrita en la figura legal
en tanto es destinatario idóneo del juicio normativo de reproche personal-
subjetivo en que la culpabilidad es consistente.
e) La punibilidad
La Teoría del Delito enseña los diferentes niveles del análisis que deben
resolver de forma integrada el estudio de la conducta humana para calificarla
como “delito”, está claro que esa caracterización obliga a una ordenada
segregación de “hechos” que una vez convertidos en “tipos” (descritos e
individualizados por la ley) deberán ser sancionados como prescribe la norma en
el entendido de que se trata de conductas prohibidas (punibles)”
Pero no basta que el agente haya realizado el acto material, para que se
le pueda condenar, es preciso que se pruebe que el acto es voluntario, que su
voluntad ha sido libre y conciente, que existe entre el agente y el acto, una
relación psicológica, que conociendo la inmoralidad y lo antijurídico del acto, lo
haya realizado libremente, en una palabra, que sea culpable.
Los actos preparatorios: Son los actos por los cuales se provee el
agente de los medios materiales para la ejecución del acto delictual; son aquellos
actos que no constituyen la ejecución del delito proyectado, pero que se refieren
a él en la intención del agente y tienden así a su ejecución. Por ejemplo comprar
un arma para llevar a cabo un homicidio, preparar un veneno para cometer el
crimen de envenenamiento, preparar una sala de cirugía para realizar un aborto,
etc. La palabra delito deriva del verbo latino delinquere, que significa abandonar,
apartarse del buen camino, alejarse del sendero señalado por la ley.