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Jean.

Baudrillard

A la sombra
de lis
mayorías silenciosas

editorial airós

Numancia, 110
Barcelona-29
Todo el montón confuso de lo social gira en
torno a ese referente esponjoso, a esa realidad
opaca y translúcida a la vez, a esa nada: las
masas. Esa bola de cristal de las estadísticas, es-
ta «atravesada por corrientes y flujos., a ima-
gen de la materia y de los elementos naturales.
Es así al menos cómo nos las representan. Aun-
que puedan estar «magnetizadas., y lo social
pueda envolverlas como una electricidad estática,
la mayor parte de las veces hacen «tierra. o
•masa• precisamente, o sea que absorben toda la
electricidad de lo social y de lo político y la neu-
tralizan sin retorno. No son ni buenas conducto-
ras de lo político, ni buenas conductoras de lo
social, ni buenas conductoras del sentido en ge-
Titulo original:
neral. Todo las atraviesa, todo las imanta, pero
A LA SOMBRA DE LAS MAYORIAS SILENCIOSAS todo se difunde en ellas sin dejar rastro. Y la
Portada: Juan Batallé
apelación a las masas, en el fondo, siempre se
quedó sin respuesta. No irradian, sino que al con-
Primera edición: septiembre 1978
trario absorben toda la radiación de las constela-
Dep. Legal: B. 30.264/1978 ciones periféricas del Estado, de la Historia, de
ISBN: 84-7245-093.7 la Cultura, del sentido. Son la inercia, el poder
Impreso en: Indice Artes Gráficas de la inercia, el poder de lo neutro.
Caspa, 116 - Barcelona-13
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Es en este sentido que la masa es caracterís- intersticiales y por montones cristalinos que dan
tica de nuestra modernidad, a título de fenómeno vueltas y se cruzan en un cerebral claroscuro.
altamente implosivo, irreductible a cualquier Así es la masa, reunión en el vacío de partícu-
práctica y teoría tradicionales, quizás incluso a las individuales, de desechos de lo social y de
toda práctica y a toda teoría sin más. impulsos mediáticos: nebulosa opaca cuya den-
En la representación imaginaria, las masas sidad creciente absorbe todas las energías y to-
flotan en alguna parte entre la pasividad y la es- dos los haces luminosos que la rodean, para fi-
pontaneidad salvaje, pero siempre como una ener- nalmente derrumbarse bajo su propio peso. Aju-
gía potencial, un stock de socialidad y de energía jero negro en el que lo social se precipita.
social, hoy referente mudo, mañana protago- Exactamente lo inverso pues de una acep-
nista de la historia, cuando tomen la palabra y ción «sociológica«. La sociología no puede hacer
dejen de ser la «mayoría silenciosa« —ahora otra cosa sino describir la expansión de lo so-
bien, justamente las masas no tienen historia cial y sus peripecias. No vive más que de la hi-
que escribir, ni pasada, ni futura, no tienen ener- pótesis positiva y definitiva de lo social. La reab-
gías virtuales que liberar, ni deseo que cumplir: sorción, la implosión de lo social se le escapan.
su potencia es actual, está aquí intacta, y es la La hipótesis de la muerte de lo social es también
de su silencio. Poder de absorción y de neutrali- la de su propia muerte.
zación, ya desde ahora superior a todos los que El término de masa no es un concepto. Leit-
ejercen sobre ellas. Poder de inercia específica, motiv de la demagogia política, es una noción
cuya eficacia es diferente a la de todos los blanda, viscosa, lumpenanalítica. Una buena so-
esquemas de producción, de irradiación y de ex- ciología intentará superarla en unas categorías
pansión sobre los cuales nuestro imaginario fun- «más finas«: socioprofesionales, de clase, de es-
ciona, incluso con !a voluntad de destruirlos. Fi- tatuto cultural, etc. Error: es merodeando alre-
gura inaceptable e ininteligible de la implosión dedor de esas nociones blandas y acríticas
(¿se trata una vez más de un «proceso«?) tope (como lo fue en otros tiempos el «maná«) como
de todos nuestros sistemas de sentido, y contra se puede llegar más lejos que la sociología crí-
el cual se arman todas sus resistencias, que cu- tica inteligente. Por lo demás nos daremos cuen-
bre con un recrudecimiento de todas las signi- ta retrospectivamente de que los conceptos de
ficaciones, con una llamarada de todos los sig- «clase«, de «relación social«, de «poder, de
nificados el hundimiento central del sentido. «estatuto«, de «institución«, y el mismo concepto
El vacío social está atravesado por objetos de «social todos esos conceptos demasiado

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claros que son la gloria de las ciencias legítimas, Se acabó la 'polaridad de uno y otro en la masa.
nunca fueron otra cosa que unas nociones con- Es lo que hace ese vacío y ese poder de derrum-
fusas, pero sobre las cuales nos hemos puesto bamiento que ejerce sobre todos los sistemas,
de acuerdo con fines misteriosos, los de pre- que viven de la separación y de la distinción de
servar un cierto código del análisis. los polos (dos, o 'múltiples en los sistemas más
Querer especificar el término de masa es jus- complejos) . Eso es lo que hace imposible que
tamente un contrasentido —es endosarle un sen- circule algún sentido en ella: se dispersa instan-
tido a lo que no lo tiene. Se dice: «la masa de los táneamente como los átomos en el vacío. Es lo
trabajadores«. Pero la masa no es nunca la de que hace también la imposibilidad de la masa, de
los trabajadores, ni la de ningún otro sujeto u estar alienada, puesto que ni uno ni otro existen
objeto social. Las «masas campesinas« de otros ya en ella.
tiempos no eran justamente unas masas: solo Masa sin habla que está ahí para los porta-
hacen. masa los que están liberados de sus obli- voces sin historia. Admirable conjunción de los
gaciones simbólicas, «rescindidos« (cogidos en que no tienen nada que decir y de las masas que
«redes« infinitas) y destinados a no ser más que no hablan. Pesada nada de todos los discursos.
la innumerable terminal de los mismos modelos, Ni histeria ni fascismo potencial, sino simula-
que no llegan a integrarlos y que no los produ- ción por precipitación de todos los referenciales
cen finalmente más que como desperdicios es- perdidos. Caja negra de todos los referenciales,
tadísticos. La masa es un ser sin atributo, sin de todos los sentidos que no han echado raíces,
predicado, sin cualidad, sin referencia. Esa es de la historia imposible, de los sistemas de re-
su definición, o su indefinición radical. No tiene presentación inencontrables, la masa es lo que
`realidad« sociológica, No tiene nada que ver queda cuando se ha olvidado todo lo social.
con ninguna población real, ningún cuerpo, nin- En cuanto a la imposibilidad de hacer circu-
gún agregado social específico. Toda tentativa lar algún sentido en ella, el mejor ejemplo es el
para calificarla es solo un esfuerzo para vol- de Dios. Las masas retuvieron apenas su imagen,
verla a verter en la sociología y arrancarla de y jamás su Idea. No han sido alcanzadas jamás
esa indistinción que no es siquiera la de la equi- ni por la Idea de Dios, que se quedó en cosa de
valencia (suma ilimitada de individuos equivalen- clérigos, ni por las congojas del pecado y de
tes: 1 + 1 + 1 + 1 — esa es la definición so- la salvación personal. Lo que retuvieron, es el
ciológicar, sino la de lo neutro, es decir ni uno mundo mágico de los mártires y 'de Tos santos,
ni otro (ne-uter) . el del juicio final, el de la Danza de la muerte,

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!es la brujería, es el espectáculo y el ceremonial en las masas más que al precio de un desvío,
de la Iglesia, la inmanencia del ritual —contra la de una distorsión radical. Así sucedió con la
trascendencia de la Idea. Paganas fueron y así Razón histórica, con la Razón política, con la Ra-
se quedaron a su manera; sin que jamás las haya zón cultural, con la Razón revolucionaria —así
visitado la Instancia Suprema, sino viviendo de las sucedió con la Razón misma de lo social, la más
monedillas de imágenes, superstición y diablo. interesante puesto que es la que parece inhe-
¿Prácticas degradadas en relación con el riesgo rente a .las masas, y la que parece haberlas pro-
espiritual de la fe? Ciertamente. Es su manera ducido en el hilo de su evolución. ¿Las masas
propia, a través de la banalidad de los rituales son el «espejo de lo social«? No, no reflejan lo
y de los simulacros profanos, de tener en jaque social, ni reflexionan en lo social— es el espejo
el imperativo categórico de la moral y de la fe, el de lo social el que viene a romperse sobre ellas.
imperativo sublime del sentido, que siempre La imagen no es ni tan siquiera justa, puesto
rechazaron. No se trata de que no hayan podido que evoca aún la idea de una sustancia plena, de
acceder a las luces superiores de la religión: una resistencia opaca. Ahora bien, las masas fun-
las ignoraron. No rehúsan morir por una fe, por cionan más bien como un gigantesco agujero
una causa, por un ídolo. Lo que rechazan es la negro que doblega, curva y retuerce inexorable-
trascendencia, es el suspenso, la diferencia, la mente todas las energías y radiaciones lumino-
espera, la ascesis que forman el término subli- sas que se aproximan a ella. Esfera implosiva, en
me de la religión. Para las masas, el Reino de la que la curvatura de los espacios se acelera,
Dios siempre estuvo ahí sobre la tierra, en la in- en la que todas las dimensiones se encorvan so-
manencia pagana de las imágenes, en el espec- bre sí mismas e involucionan hasta anularse, no
táculo que de él daba la Iglesia. Desviación fan- dejando en su sitio y lugar más que una esfera
tástica del principio religioso. En la práctica he- de engullimiento potencial.
chicera y espectacular que tenían de la religión,
las masas la absorbieron.
Todos los grandes esquemas de la razón su-
'frieron la misma suerte. No describieron su tra-
yectoria, no siguieron el hilo de su historia más
I que sobre la delgada cresta de la capa social
detentadora del sentido (y en particular del sen-
tido social) , pero por lo esencial no penetraron

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EL ABISMO DEL SENTIDO

Así sucede con la información.


Sea cual fuere su contenido político, peda-
gógico, cultural, el propósito es siempre el de
incluir algún sentido, de mantener a las masas
bajo el sentido. Imperativo de producción de sen-
tido que se traduce por el imperativo sin cesar
renovado de moralización de la información: in-
formar mejor, socializar mejor, elevarbl nivel cul-
tural de las masas, etc. Tonterías: las masas se
resisten escandalosamente a este imperativo de
la comunicación racional. Se les da sentido, quie-
ren espectáculo. Ningún esfuerzo pudo conver-
tirlas a la seriedad de los contenidos, ni siquiera
a la seriedad del código. Se les dan mensajes,
no quieren más que signos, idolatran el juego
de los signos y de los estereotipos, idolatran
todos los contenidos mientras se resuelvan en
una secuencia espectacular. Lo que rechazan, es
la .dialéctica» del sentido. Y no sirve para nada
alegar que están mistificadas. Hipótesis siempre
hipócrita que permite salvaguardar el confort
intelectual de los productores de sentido: las
masas aspirarían espontáneamente a las luces
naturales de la razón. Eso para conjurar lo in-

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verso, a saber que es en plena «libertad» como lo esencial hacemos masa en profundidad, vi-
las masas oponen su rechazo al sentido y su viendo la mayor parte del tiempo en un modo
voluntad de espectáculo al ultimátum del senti- pánico o aleatorio, más acá o más allá del sen-
do. Desconfían como de la muerte de esa trans- tido.
parencia y de esa voluntad política. Olfatean el Ahora bien, todo cambia con esta hipótesis
terror simplificador que está tras la hegemonía inversa.
ideal del sentido, y reaccionan a su manera, aba- Sea un ejemplo entre mil de ese desprecio
tiendo todos los discursos articulados hacia una del sentido, de ese folklore de las pasividades
única dimensión irracional y sin fundamento, allí silenciosas.
donde los signos pierden su sentido y se agotan La noche de la extradición de Klaus Crois-
en la fascinación: lo espectacular. sant, la tele retransmite un partido de fútbol en
No se trata otra vez de mistificación: se el que Francia se juega su clasificación para la
trata de su exigencia propia, de una contraestra- copa del mundo. Algunos centenares de perso-
tegia .expresa y positiva —trabajo de absorción nas se manifiestan ante la cárcel de la Santé,
y de aniquilación de la cultura, del saber, del po- algunos abogados corren por la noche, veinte mi-
der, de lo social. Trabajo inmemorial pero que llones de personas pasan su velada nocturna
toma hoy toda su envergadura. Antagonismo en ante la pantalla. Explosión de alegría popular
profundidad que obliga a invertir todos los es- cuando Francia gana. Anonadamiento e indigna-
cenarios recibidos: ya no es el sentido la línea ción de los espíritus ilustrados ante esa escan-
de fuerza ideal de nuestras sociedades, lo que dalosa indiferencia. Le Monde: «21 horas. A esa
se le escapa ya es solo un desecho que está hora el abogado alemán fue sacado ya de la cár-
destinado a ser reabsorbido un día u otro —al cel de la Santé. Dentro de unos minutos, Ro-
contrario, es el sentido el que es sólo un acci- cheteau marcará el primer gol.» Melodrama de
dente ambiguo y sin prolongamiento, un efecto la indignación.' Ni una sola pregunta sobre el
debido a la convergencia ideal de un espacio
perspectivo en un momento dado (la Historia, el
1. Que viene a reunirse con la amargura de la extrema Izquierda,
Poder, etc.) , pero que en el fondo no concernió y con su cinismo •inteligente frente a la mayoría silenciosa. Cherlie-
$Mbdo por ejemplo: .A la mayoría silenciosa le importa todo un pi-
más que a una fracción mínima y a una película miento, mientras pueda ronronear en sus zapatillas... La mayoría silen-
ciosa, no te engañes, si cierra el pico, os porque, a fin de cuentas.
superficial de nuestras «sociedades». Y eso es hace la ley. Vive bien, come bien, trabaja justo lo que es preciso.
cierto de los individuos también: no somos más Lo que le pide a sus jefes, es ser paternalizada y tranquilizada lo que
es preciso, con su pequeña dosis que no sea peligrosa de imaginario
que episódicamente conductores de sentido, en cotidiano..

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misterio de esa indiferencia. Una sola razón siem-
veinte años) mil personas para levantarse y vein-
pre invocada: la manipulación de las masas por
te millones para permanecer «pasivas= —y no
el poder, su mistificación por el fútbol. De to-
solamente pasivas, sino para preferir francamen-
das maneras, esa indiferencia no debiera ser,
te, con toda la buena fe y con alegría y sin si-
no tiene, pues, nada que decirnos. En otros tér-
quiera preguntarse por qué, un partido de fútbol
minos, la «mayoría silenciosa. es desposeída in-
a un drama humano y político? Es curioso que
cluso de su indiferencia, no tiene derecho a que
esa constatación no haya hecho mover el aná-
le sea reconocida e imputada, es necesario ade-
lisis, sino que lo ha reforzado al contrario en su
más que esa apatía le haya sido inspirada por el
poder. visión de un poder todopoderoso en la manipula-
ción, y de una masa postrada en un coma ininte-
¡Qué desprecio tras esa interpretación! Las
ligible. Ahora bien, nada de todo eso es cierto,
masas, mistificadas, no podrían tener un com-
y ambas cosas son una trampa: el poder no ma-
portamiento propio. Se les concede, de tanto en
nipula nada, las masas no están ni perdidas ni
cuando, una espontaneidad revolucionaria por la
mistificadas. El poder está demasiado contento
que entrevén la «racionalidad de su propio de-
de poder gravitar sobre el fútbol una responsa-
seo., eso sí, pero Dios nos proteja de su silen-
bilidad fácil, incluso de poder tomar sobre sí la
cio y de su inercia. Ahora bien, es justamente
responsabilidad diabólica de embrutecimiento de
esa indiferencia la que exigiría ser analizada en
su brutalidad positiva, en lugar de ser remitida las masas. Eso le conforta en su ilusión de ser
el poder, y le aparta del hecho mucho más peli-
a una magia blanca, a una alienación mágica que
groso de que esa indiferencia de las masas es
siempre desviaría a las multitudes de su voca-
ción revolucionaria. su verdadera, su única práctica, que no hay otra
ideal que imaginar, que no hay nada que deplo-
Pero por otra parte, ¿cómo es que consigue
rar, sino que está todo por analizar ahí, en ese
desviarles? ¿Podemos preguntarnos sobre ese
hecho bruto de retorsión colectiva y de rechazo
hecho extraño de que después de varias revolu-
de la participación en los ideales —por otra par-
ciones y un siglo o dos de aprendizaje político,
te luminosos— que les son propuestas.
a pesar de los periódicos, de los sindicatos, de
Lo que las masas ponen en juego no está ahí.
los partidos, de los intelectuales y de todas las
Por más que se levante acta de ello, y que se
energías puestas para educar y para mobilizar
reconozca que toda esperanza de revolución,
al pueblo, se encuentren aún (y se encontrarán
toda esperanza en lo sociál y en el cambio so-
exactamente igual dentro de diez o dentro de
cial no pudo funcionar hasta aquí más que gra-

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cias a ese escamoteo, a esa denegación fantás
tica. Por más que se vuelva a partir, como Freud
lo hizo en el orden psíquico,' de ese resto, de
ese sedimento ciego, de ese desperdicio de see.
tido, de lo inanalizado y quizás inanalizable (hay
una buena razón para que esa inversión copero€
cana no haya sido jamás emprendida en el uní` GRANDEZA Y DECADENCIA
verso político —es que quien corre el riesgo de DE LO POLÍTICO
pagar la cuenta es todo el orden político).
Lo político y lo social nos parecen insepara-
bles, constelaciones gemelas, desde la Revolu-
ción Francesa al menos, bajo el signo (determi-
nante o no) de lo económico. Pero eso no es
verdadero sin duda más que por lo que hace a
1. Aquí se detiene la analogía con Freud, pues su acto radial su declinación simultánea, para nosotros hoy.
resulta de una hipótesis, la de lo reprimido y de lo inconsciente, cae
abre aún hacia la posibilidad, ampliamente explotada desde entona
Cuando 'hacia el Renacimiento surge lo políti-
de producción de sentido, de una reintegración del deseo y del fs co de la esfera religiosa y eclesial, para ilustrar-
consciente en el reparto del sentido. Sinfonía concertante, en la as
la Irreductible reversión del sentido entra en el escenario bien Me se en Maquiavelo, no es al principio más que un
perado del deseo, a pa sombra de una represión que abre hacia la p
sibilldad Inversa de liberación. De ahí el hecho de que la liberadir puro juego de signos, una pura estrategia que no
del deseo haya podido tan fácilmente tomar el relevo de la revoludi
politica, viniendo a colmar la debilitación de sentido en lugar de ros
se preocupa por ninguna «verdad• social o his-
fundizaria. Ahora bien, no se trata en absoluto de encontrar una naos tórica, sino que juega al contrario con la ausen-
interpretación de las masas en términos de economía libidinal (el cs
formismo o el •fascismo• de las masas remitido a una estrucM cia de verdad (tal como más tarde la estrategia
latente, a un oscuro deseo de poder y de representación que se *
mentaría eventualmente en una represión primaria o en una pulsik
mundana de los Jesuitas con la ausencia de
de muerte). Tal vez es hoy la única alternativa al análisis marxis Dios) . El espacio político es el comienzo del mis-
que se está debilitando. Pero es lo mismo, con una torsión más. Aras
se endosaba a las masas un destino de revolución contrariado por la mo orden que el teatro de máquinas del Renaci-
servidumbre sexual (Reich), hoy en día se les endosa un deseo t
alienación y de servidumbre, o incluso una especie de microfasciaas miento, o del espacio perspectivo de la pintura,
cotidiano tan incomprensible como su pulsión virtual de liberad&
Ahora bien, no hay más deseo de fascismo y de poder que deseo t
que se inventa en el mismo momento. La forma
revolución. Última esperanza: que las masas tengan un inconscleil es la de un juego, no de un sistema de represen-
o un deseo, lo que permitiría reinvestirlas como soporte, o agente e
sentido. El deseo, reiventado por todas partes, no es más que lo* tación —semiurgia y estrategia, no ideología—
ferencial de la desesperación politice. Y la estrategia del deseo, dei,
pués de haberse rodado en el marketing de empresa, se ha aflrrio
su uso es de virtuosismo, no de verdad (tal es el
hoy en día en la promoción revolucionaria de las masas. juego, sutil y corolario de éste, de Baltasar Gra-
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cián en El discreto). El cinismo y la inmoralidad entre la esfera propia de lo político y las fuerzas
de la política maquiaveliana está ahí: no está, que se reflejan en él: lo social, lo histórico, lo
como lo vió erróneamente la acepción vulgar, económico. Ese juego de balanza corresponde sin
en el uso sin escrúpulo de los medios sino en la duda a la edad dorada de los sistemas represen-
desenvoltura frente a los fines. Ahora bien, es tativos burgueses (la constitucionalidad: Ingla-
ahí, Nietzsche lo vio muy bien, en ese desdeño terra en el XVIII, los Estados Unidos de América,
por una verdad social, psicológica, histórica, en la Francia de las revoluciones burguesas, la Eu-
ese ejercicio de los simulacros como tales, ropa de 1848) .
donde se localiza el máximo de energía política, Es con el pensamiento marxista en sus de-
donde lo político es un juego y donde aún no sarrollos sucesivos que se inaugura el fin de lo
se dio una razón. político y ,de su energía propia. Ahí comienza la
Es desde el siglo XVIII, y singularmente des- hegemonía definitiva de lo social y de lo econó-
de la.Revolución, cuando lo político se desvía de mico, y la conminación, para lo político, a que sea
una manera decisiva. 'Se carga con una referen- el espejo, legislativo, institucional, ejecutivo, de
cia social, lo social lo inviste. A la vez, entra lo social. La autonomía de lo político es inversa-
en representación, su juego es dominado por mente proporcional a la hegemonía creciente de
los mecanismos representativos (el teatro si- lo social.
gue un destino paralelo: se convierte en un tea- El pensamiento liberal vive siempre de una
tro representativo —sucede lo mismo con el es- especie de dialéctica nostálgica entre las dos,
pacio perspectivo: de maquinaria que era al co- pero el 'pensamiento socialista, él, el pensamien-
mienzo, pasa a ser el lugar de inscripción de una to revolucionario, postula francamente una diso-
verdad del espacio y de la representación) . La lución de lo político en el término de la historia,
escena política se convierte en la de la evoca- en 4a transparencia definitiva de lo social.
ción de un significado fundamental: el pueblo, Lo social venció. Pero en ese punto de gene-
la voluntad del pueblo, etc. Ya no trabaja sobre ralización, de saturación, en el que no hay más
signos solos, sino sobre sentido; y a la vez es que el grado cero de lo político, en ese punto de
conminada para que signifique lo mejor posible referencia absoluta, de omnipresencia y de di-
esa realidad que expresa, conminada a hacerse fracción en todos los intersticios del espacio fí-
transparente, a moralizarse y a responder al ideal sico y mental, ¿en qué se convierte lo social
social de una buena representación. Sin embargo mismo? Es el signo de su fin: la energía de lo
habrá aún por mucho tiempo un juego de balanza social se invierte, su especificidad se pierde, su

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cualidad histórica y su idealidad se desvanecen
en provecho de una configuración en la que no
solamente lo político se volatilizó, sino en la que
lo social mismo ya no tiene nombre. Anónimo.
LA MASA. LAS MASAS. LA MAYORÍA SILENCIOSA

Lo político pierde una pura disposición estra-


tégica para un sistema de representaciones, y
después en el escenario actual de neofiguración,
es decir, donde el sistema se perpetúa bajo los
mismos signos multiplicados pero que no repre-
sentan ya nada y ya no tienen su «equivalente'
en una «realidad. o una sustancia social real:
ya no hay investidura política porque no hay ni
siquiera referente social de definición clásica
(un pueblo, una clase, un proletariado, condicio-
nes objetivas) para que dé fuerza a unos signos
.

políticos eficaces. Simplemente ya no queda sig-


nificado social para que dé fuerza a un signifi-
cante político.
El único referente que funciona todavía, es
el de la mayoría silenciosa. Todos los sistemas
actuales funcionan sobre esa entidad nebulosa,
sobre esa sustancia flotante cuya existencia ya
no es social, sino estadística, y cuyo único modo
de aparición es el de! sondeo. Simulación en el
horizonte de lo social, o más bien en el horizon-
te donde lo social desapareció.
Que la mayoría silenciosa (o las masas) sea
un referente imaginario, no quiere decir que no
exista. Eso quiere decir que ha dejado de haber

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una representación posible de ella. Las masas Bombardeadas por estímulos, por mensajes y
ya no son un referente porque ya no son del por tests, 'las masas no son más que un yacimien-
orden de la representación. No se expresan, se to opaco, ciego, como esos montones de gas es-
las sondea. No se reflejan, se las somete a test telares que no se conocen más que a través del
El referéndum (y los media son un referéndum análisis de su espectro luminoso —espectro de
perpetuo de preguntas/respuestas dirigidas) ha radiaciones equivalente a las estadísticas y a
sustituido al referente político. Ahora bien, son- los sondeos —pero justamente: ya no puede tra-
deos, tests, referéndum, media, son dispositivos tarse de expresión o de representación, escasa-
que no responden ya a una dimensión represen- mente de simulación de algo social para siempre
tativa, sino simulativa. Ya no apuntan a un refe- inexpresable e inexpresado. Tal es el sentido de
rente, sino a un modelo. La revolución aquí es su silencio. Pero ese silencio es paradójico —no
total respecto a los dispositivos de la socialidad es un silencio que no habla, es un silencio que
clásica (de la que forman parte todavía las elec. prohíbe que se hable en su nombre. Y en ese
clones, las instituciones, las instancias de re- sentido, lejos de ser una forma de alienación, es
presentación, e incluso de represión) : en todo un arma absoluta.
eso, algún sentido social pasa todavía de un polo De nadie puede decirse que represente a la
a otro, en una estructura dialéctica que deja mayoría silenciosa, y ésa es su revancha. Las
sitio para un riesgo político y para las contradic- masas ya no son una instancia a la que uno pue-
ciones. da referirse como en otros tiempos a la clase
Todo cambia en el dispositivo de simulación. o al pueblo. Retiradas en su silencio, ya no son
En la pareja sondeo/mayoría silenciosa, por ejem- sujeto (y sobre todo no de la historia) , ya no
plo, ya no hay polo ni términos diferenciales, así pueden pues ser habladas, articuladas, represen-
pues tampoco hay ya electricidad de lo social: tadas, ni pasar por el «estadio del espejo» po-
está en corto circuito por la confusión de los lítico y el ciclo de las identificaciones imagina-
polos, en una circularidad total de descripción rias. Se ve qué poder resulta de ello: no siendo
(exactamente como sucede con la regulación mo- ya sujeto, ya no pueden estar alienadas —ni en
lecular y de la sustancia que informa en el ADN su propio lenguaje (no tienen) , ni en ningún otro
y en el código genético) . Esa es la forma ideal que pretendiese hablar por ellas. Fin de las es-
de la simulación: derrumbamiento de los polos, peranzas revolucionarias. Pues éstas siempre
circulación orbital de los modelos (es también especularon con la posibilidad para las masas,
la matriz de todo proceso implosivo) . como para la clase proletaria, de negarse en tan-

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to que tales. Pero la masa no es un lugar de ne- Por todas partes se busca hacer hablar a das
gatividad ni de explosión, es un lugar de absor- masas, se las urge a existir socialmente, elec-
ción y de implosión. Doralmente, sindicalmente, sexualmente, en la
Inaccesible a los esquemas de liberación, de participación, en la fiesta, en la expresión libre,
revolución y de historicidad; pero ése es un etcétera. Hay que conjurar el espectro, y que
modo de defensa, su modo propio de represa- diga su nombre. Nada muestra con más esplen-
lia. Modelo de simulación y referente imagina- dor que el único verdadero problema hoy en día
rio para uso de una clase política fantasma que es el silencio de la masa, el silencio de la ma-
ya no sabe desde ahora qué clase de «poder. yoría silenciosa.
ejerce sobre ella, es al mismo tiempo la muerte, Todas las energías se agotan en mantener a
el fin de ese proceso político al que se le da esa masa en emulsión dirigida y a impedir que
por supuesto que es quien la rige. En ella se recaiga en su inercia pánica y en su silencio.
sume lo político como voluntad y representación. Como ya no es del reino de la voluntad ni de la
Pido parecer durante mucho tiempo que la representación, cae bajo el golpe del diagnósti-
estrategia del poder se fundamentaba sobre la co, de la adivinación pura y simple —de ahí vie-
apatía de las masas. ,Cuanto más pasivas eran, ne el reino universal de la información y de la
más seguro estaba. Pero esa lógica no es carac- estadística: hay que auscultarla, presentirla, ha-
terística más que de la fase burocrática y cen- cer que salga de ella algún oráculo. De ahí vie-
tralista del poder. Y es ella la que se vuelve con- ne la furia de seducción, de solicitud y de soli-
tra él: la inercia que fomentó se convierte en el citación alrededor de ella. De ahí viene la pre-
signo de su propia muerte. Es por ello que busca dicción por resonancia, los efectos de anticipa-
invertir las estrategias: de la pasividad a la par- ción y de horizonte de multitud en trompe-I'oeil:
ticipación, del silencio a la palabra. Pero es de- .EI pueblo francés piensa... La mayoría de los
masiado tarde. El umbral de la «masa crítica., el alemanes reprueban... Toda Inglaterra vibra por
de involución de lo social por inercia está fran- el nacimiento del Príncipe..., etc.. —espejo ten-
queado.' dido a un reconocimiento siempre ciego, siem-
pde ausente.
1. La noción de .masa crítica, habitualmente relativa al proceso
De ahí viene ese bombardeo de signos, y se
de explosión nuclear, es retomada aquí a titulo de implosión nuclear. le supone a la masa que los devuelve en eco. Se
A lo que asistimos en el terreno de lo social y de lo politico, con
el fenómeno involucionario de las masas y de las mayorías silencio. la interroga con ondas convergentes, estímulos
sas, es a una especie de explosión inversa de la fuerza de Inercia
—también ésa conoce su punto sin retomo.
luminosos o lingüísticos, exactamente como a las

26 27
estrellas lejanas o a los núcleos que se bombar. lencia «irracional» de los media y de la informa-
dean con partículas en un ciclotrón. Eso es la lo. ción —siendo justamente el resultado final la
formación. NO un modo de comunicación ni de masa atomizada, nuclearizada, molecularizada-
sentido, sino un modo de emulsión incesante, resultado de dos siglos de socialización acelera-
de input-output y de reacciones en cadenas diri. da y que pone fin a ella sin apelación.
gidas, exactamente como en las cámaras de si.
La masa no es masa más que porque su ener-
mutación atómicas. Hay queliberar la «energía•
gía social se enfrió ya. Es un stock frío, capaz
de la masa para hacer con ella algo «social». -
de absorber y de neutralizar todas las energías
Pero es un proceso contradictorio, pues la
calientes. Se parece a esos sistemas medio
información bajo todas sus formas, 'la seguridad
muertos en los que se inyecta más energía de
bajo todas sus formas, en lugar de intensificar
la que se retira, a esos yacimientos agotados
o de crear la «relación social=, son al contrario
que se mantienen a precio de oro en estado de
unos procesos entrópicos, unas modalidades del
fin de lo social. explotación artificial.
Se deben estructurar las masas inyectando La energía que se consume para paliar la
en ellas información, se piensa liberar su enes baja tendencial de la tasa de inversión política
gfa social cautiva a fuerza de información y d e y la fragilidad absoluta del principio social de
mensajes (no es tanto la cuadrícula institucio. realidad, para mantener esa simulación de lo so-
nal, es más bien la cantidad de información y la cial e impedirle que haga total implosión, esa
tasa de exposición a los media lo que mide hoy energía, es inmensa, y el sistema se sume en
en día la socialización). Pero es todo lo contra. ella.
"riio. En lugar de transformar la masa en ene En el fondo, sucede con el sentido como con
gía, la información produce siempre más mas 1 la mercancía. Le fue suficiente al capital con
En lugar de informar como pretende, es decir de roducir unas mercancías, pues el consumo fun-
dar forma y estructura, neutraliza siempre más ionaba solo. Hoy en día hay que producir a los
el «campo social*, crea más y más masa ine rt onsumidores, hay que producir la demanda mis-
impermeable a 'las instituciones clásicas de I ma y esa producción es infinitamente más cos-
social, y a los mismos contenidos de la infor tosa que la de las mercancías (lo social nació
mación. A la fisión de .las estructuras simbóli n gran parte, a partir de 1929 sobre todo, de esa
cas por lo social y a su violencia racional suced risis de la demanda: la producción de la deman-
hoy en día la fisión de lo social mismo por la vi c a recubre muy ampliamente la producción de lo

28 29
social mismo)! Así le fue' suficiente al podar echa a faltar por todas partes, no pueden ser
durante mucho tiempo con producir sentido (pa colmados y son un abismo definitivo.
lítico, ideológico, cultural, sexual) , y la denla" La masa absorbe toda la energía social, pero
da le iba a la zaga, absorbía la oferta y la exce- no la refracta. Absorbe todos los signos y todo
día además. Faltaba el sentido, y todos los ra el sentido, mas ya no devuelve ninguno. Absor-
volucionarios se ofrecían para producir aún más. be todos los mensajes y los digiere. Devuelve a
Hoy en día todo cambió: el sentido ya no esta todas las preguntas que le son dirigidas una res-
en falta, se produce por todas partes, y siempre puesta tautológica y circular. No participa ja-
más —es la demanda la que se echa a faltar, más. Atravesada por 'los flujos y los tests, es,
Y es la producción de esa demanda de sentido como masa, una toma de tierra, se contenta con
la que ha llegado a ser crucial para el sistema. ser conductora de los flujos, pero de todos los
Sin esa demanda, sin esa receptividad, sin ess flujos; buena conductora de la información, pero
participación mínima en el sentido, el poder no de toda la información; buena conductora de las
es más que simulacro vacío y efecto solitario de normas, pero de todas las normas; y con remitir
perspectiva. Mas, también ahí, la producción así lo social a su transparencia absoluta, con
la demanda es infinitamente más costosa que no dejar sitio más que a efectos de social y de
producción misma del sentido. En el límite, poder, constelaciones flotantes alrededor de ese
imposible, todas las energías reunidas del siste- núcleo imperceptible.'
ma no alcanzarían. La demanda de objetos y de La masa se calla como las bestias, y su si-
servicios puede siempre ser artificialmente pro. lencio vale por el silencio de las bestias. Por
ducida, a un precio elevado, pero accesible; más que se la sondee hasta la muerte (y la so-
sistema dio prueba de ello. El deseo de sen licitación incesante a la que está sometida, la
do, cuando falta, el deseo de realidad, cuando información, equivale al suplicio experimental,

1. La misma configuración que para los agujeros negros. Verdaderas


1. No se trata ni siquiera de producción de lo social, pues ente tumbas estelares, su campo de gravedad es tan monstruoso que incluso
ces el socialismo serla suficiente para ello, y hasta el propio cape la luz cae en la trampa, satelizada, y después absorbida. Son pues unas
lismo. De hecho, todo cambia con la precesión de la producción regiones del espacio de las que no puede llegar ninguna información.
la demanda sobre la de las mercancías. Ls relación lógica (de la Su descubrimiento y su toma en consideración implican así una es-
ducción al consumo) está quebrada, y estamos del todo en otro pecie de trastocamiento de toda ciencia o procedimiento de conocimien-
den, que ya no es ni de producción, ni de consumo, sino de si m to tradicional. Esta se fundamenta siempre en la información, el men-
ción de una y otro gracias a la inversión del proceso. A la vez, saje, la señal positiva (sentido), vehiculado por un medio (ondas o
no se trata de una crisis •reala del capital, como lo supone A tt luz), aquí aparece otra cosa cuyo sentido o misterio da vueltas alre-
crisis justiciable de un poco más de social y de socialismo, sino dedor de la ausencia de información, Eso no emite ya, no respon-
un dispositivo completamente distinto, que ya no tiene nada que de ya. Una revolución del mismo orden entra en juego con la torna
ni con el capital ni con lo social. en consideración de las masas.

30 31
el de los animales en los laboratorios) , no dice
ni dónde está la verdad: ¿en la derecha, en la
izquierda? ni lo que prefiere: ¿la revolución, la
represión? Es un ser sin verdad y sin razón. Se
le pueden prestar ya todas las hablas artificia-
les. Es un ser sin consciencia y sin inconsciente.
Ese silencio es insoportable. Es la incógnita NI SUJETO NI OBJETO
de la ecuación política, la incógnita que anula
todas las ecuaciones políticas. Todo el mundo le La masa realiza esa paradoja de ser a la vez
pregunta, pero jamás en tanto que silencio, siem- un objeto de simulación (no existe más que en
pre para hacerla hablar. Ahora bien, el poder de el punto de convergencia de todas las vibracio-
inercia de las masas es insondable: literalmen- nes media que la describen) y un sujeto de simu-
te ningún sondeo lo hará aparecer, puesto que lación, capaz de refractar todos los modelos y
están ahí para borrarlo. Silencio que hace bascu- de verterlos de nuevo por hipersimulación (su
lar a lo político y a lo social en la hiperrealidad
'
huperconformismo, forma inmanente del humor) .
que le conocemos. Pues si lo político busca cap- La masa realiza la paradoja de no ser un 'su-
tar las masas en una cámara de eco y de simu- jeto, un grupo-sujeto, pero de no ser tampoco
lación social (los media, la información), son un objeto. Todos los esfuerzos para hacer de
las masas en retorno las que se convierten en ella un sujeto (real o mítico) topan con una es-
la cámara de eco y de simulación gigantesca de trepitosa imposibilidad de toma de consciencia
lo social. No hubo jamás manipulación. La parti- autónoma. Todos los esfuerzos para hacer de
da se jugó por ambas partes, con las mismas ar- ella un objeto, para tratarla y analizarla como
mas, y nadie sabría decir quién ha ganado hoy una materia bruta, según leyes objetivas, topan
en día: la simulación ejercida por el poder so- con la evidencia inversa de la imposibilidad de
bre las masas o la simulación inversa tendida una manipulación determinada de las masas o
por las masas al poder que se sume en ellas. de una aprehensión en términos de elementos,
de relaciones, de estructuras y de conjuntos.
Toda manipulación se inmerge, se arremolina en
la masa, absorbida, desviada, reversibilizada. Im-
posible saber a dónde conduce; lo más verosí-
mil es que se agote en un ciclo sin fin, desbara-

32 33
tando todas las intenciones de los manipulado- intercambiarse. Todo el mundo sabe la indeter-
res. Ningún análisis podría contener esa reali- minación profunda que reina sobre las estadís-
dad difusa, descentralizada, browniana, molecu- ticas (en el cálculo de probabilidades los gran-
lar: la noción de objeto se pierde en ella corno des números corresponden también a una inde-
en el horizonte de la microfísica en el análisis terminación, a una «flotación» del concepto de
último de la «materia» —imposible captarla materia, a lo cual aún no corresponde una no-
como objeto en ese límite infinitesimal en el ción cualquiera de «ley objetiva.).
que, a la vez, el mismo sujeto de la observación Por otra parte, no es seguro que los proce-
se encuentra anulado. Ya no queda objeto de dimientos de experimentación científica en las
saber, ya no queda sujeto de saber. ciencias llamadas exactas contengan mucha más
La masa actualiza la misma situación límite verdad que los sondeos o las estadísticas. La
e insoluble en el campo de lo «social.. Ya no es forma de pregunta codificada, dirigida, «objeti-
objetivable (en términos políticos: ya no es re- va», deja sitio, en ninguna disciplina, sea cual
presentable) , y anula a todos los sujetos que fuere, solo a ese tipo circular de verdad, en el
pretendan captarla (en términos políticos: anu- que su mismo objeto de atención está excluido.
la a todos aquellos que pretendan represen- En todo caso, está permitido pensar que la in-
tarla) . Únicamente pueden dar cuenta de ella certidumbre sobre esa empresa de determina-
(como en física matemática la ley de los gran- ción objetiva del mundo continúa siendo total y
des números y el cálculo de probabilidades) los que incluso la materia y lo inanimado, intimados
sondeos y alas estadísticas, pero se sabe que a responder, en las diversas ciencias de la na-
ese encantamiento, ese ritual meteórico de las turaleza, en los mismos términos y según los
estadísticas y de los sondeos no tiene objeto mismos procedimientos que las masas y lo vi-
real; y menos que ninguno las masas que se su- viente «social» en las estadísticas y los sondeos,
pone que estarían expresadas en ellos. Simula remiten también ellos las mismas señales con-
simplemente un objeto que se escapa, pero cuya formes, las mismas respuestas codificadas, con
ausencia es intolerable. Lo «produce» bajo forma el mismo conformismo exasperante, incesante,
de respuestas anticipadas, de señales circulares solo para escapar mejor en última instancia,
que parecen circunscribir su existencia y testi- exactamente como las masas, a toda definición
moniar su voluntad. Signos flotantes —así son en tanto que objeto.
los sondeos— signos instantáneos, destinados a Habría una ironía fantástica de las masas en
la manipulación, y cuyas conclusiones pueden su mutismo, o en su discurso estadístico tan

34 35
conforme a las preguntas que se le hacen; esa no puede dejar de creer que la gente cree en él
ironía se acercaría a la eterna ironía de la femi- —por poco que sea, es decir que existe una pro-
neidad de la que habla Hegel —la ironía de una babilidad mínima de que el mensaje alcance su
falsa fidelidad, de un exceso de fidelidad a la ley, meta y sea decodificado según su sentido. Todo
simulación de pasividad y de obediencia finalmen- principio de incertidumbre está excluido en la
te impenetrable, y que anula de retorno la ley materia. Si se se mostrase que el índice de re-
que les gobierna, según el inmortal ejemplo del fracción de ese mensaje sobre el destinatario
soldado Schweik. es nulo, la publicidad se derrumbaría en el mis-
De ahí partiría en el sentido literal una pata~ mo instante. No vive más que de ese crédito
física o ciencia de las soluciones imaginarias, que se concede a sí misma (es la misma apues-
ciencia de la 'simulación y de la hipersimulación ta que la de la ciencia sobre la objetividad del
de un mundo exacto, verdadero, objetivo, con mundo) y que no busca demasiado verificar, en
sus leyes universales, comprendiendo en ellas el terror de que la 'hipótesis inversa pudiese ser
el delirio de aquellos que lo interpretan según igualmente cierta, a saber que la inmensa ma-
esas leyes. Las masas y su humor involuntario yoría de los mensajes publicitarios no llega ja-
nos introducirían en una patafísica de lo social más a destino, que los lectores ya no perciben
que nos desembarazaría por fin de toda esa me- ninguna diferencia entre contenidos que se re-
tafísica de lo social que nos estorba. fractan en el vacío —funciona así sólo como
efecto de ambiente y juega como espectácu-
Eso contradice del todo la acepción de recibo lo y fascinación. MEDIUM IS MESSAGE, pro-
del proceso de verdad, pero éste no es quizás fetizaba Mac Luhan: fórmula característica de
más que una ilusión del sentido. El científico no la fase actual, la fase «cool» de toda cultura
puede creer que la materia, o lo vivo, no respon- _ mass-mediática, la de un enfriamiento, de una
dan «objetivamente» a las preguntas que se le - neutralización de todos los mensajes en un éter
plantean, o que respondan demasiado objetiva- vacío. La de una glaciación del sentido. El pen-
mente para que sus preguntas sean las buenas. samiento crítico juzga y elige, produce unas di-
Esta sola hipótesis le parece absurda e impensa- ferencias, es por la selección que vela sobre el
ble. No la formulará nunca. No saldrá jamás del sentido. Las masas, ellas, no eligen, no produ-
círculo encantado y simulado de su interrogante. cen diferencias, sino indiferenciación —conser-
La misma hipótesis sirve por todas partes, van la fascinación del medio que prefieren a la
el mismo axioma de credibilidad. El publicitario exigencia crítica del mensaje. Pues la fascina-

36 37
ción no compete al sentido, es proporcional a la También la esfera política vive sólo de una
desafección del sentido. Se obtiene neutralizan- hipótesis de credibilidad, a saber que las masas
do el mensaje en provecho del medio, neutrali- son permeables a la acción y al discurso, que tie-
zando la verdad en provecho del simulacro. Aho- nen una opinión, que están presentes tras los
ra bien, es en ese nivel donde funcionan las me- sondeos y las estadísticas. Es a ese único pre-
dia. La fascinación es su ley, y su violencia es- cio que la clase política puede aún creer que
pecífica, violencia masiva hecha al sentido, vio- habla y que es oída políticamente. Mientras lo
lencia negadora de la comunicación mediante político de algún tiempo a esta parte ya no hace
sentido en provecho de otro modo de comuni- más que oficio de espectáculo en la pantalla de
cación. ¿Cuál? la vida privada. Digerido sobre el modo de la di-
Hipótesis para nosotros insostenible: que sea versión, medio deportista, medio lúdico (véase
posible comunicar fuera del medio del sentido, el billete ganador de las elecciones americanas,
que la intensidad misma de la comunicación esté o las veladas de elecciones en la radio o en la
en proporción a la reabsorción del sentido y de TV) , sobre el modo a la vez fascinado y guasón
su derrumbamiento. Pues no es el sentido ni el de las viejas comedias de costumbres. El juego
sobrante de sentido los que producen violenta- electoral vino a reunirse desde hace tiempo en la
mente placer, es su neutralización la que fasci- consciencia del pueblo con los juegos televisa-
na (cf. el Witz, la operación del chiste, in L'E- dos. El pueblo, que siempre sirvió de coartada y
change Symbolique et la Mort) . Y no por nin- de figurante en la representación política, se ven-
guna pulsión de muerte, lo cual dejaría sobreen- ga dándose la representación teatral de la esce-
tendido que la vida está aún del lado del senti- na política y de sus actores. El pueblo ha llegado
do, sino por desafío simplemente, por alergia a a ser público. Son el partido o la película o el
la referencia, al mensaje, al código y a todas cómic los que sirven de modelos de percepción
las categorías de la empresa lingüística, por de- de la esfera política. El pueblo disfruta incluso
negación de todo eso en provecho únicamente día a día, como de un cine a domicilio, de las
de la implosión del signo en la fascinación (ya fluctuaciones de su propia opinión en la lectura
no queda significante ni significado: reabsorción cotidiana de los sondeos. Nada de todo esto com-
de los polos de la significación) . Ninguno de los promete una responsabilidad cualquiera. En
guardianes del sentido puede entenderlo: toda ningún momento las masas están comprometi-
la moral del sentido se levanta contra la fasci- das política o históricamente de un modo cons-
nación. ciente. No lo estuvieron jamás si no fue para ju-

38 39
garse el pellejo, en plena irresponsabilidad. Y eso nalidad, podrían efectivamente no ser el reverso
no es una huida ante lo político, sino el efecto insignificante de la historia —más aún: que el
de un antagonismo inexpiable entre la clase repliegue sobre lo privado podría muy bien ser
(¿casta?) portadora de lo social, de lo político, un desafío directo a lo político, una forma de
de la cultura, dueña del tiempo y de la historia, resistencia activa a la manipulación política. Los
y la masa informe, residual, desprovista de sen- papeles se invierten: es la banalidad de la vida,
tido. Continuamente uno busca perfeccionar el la vida corriente, todo lo que había sido estigma-
reino del sentido, investir, asediar, saturar el tizado como pequeño burgués, como abyecto y
campo de lo social, continuamente el otro desvía como apolítico (comprendiendo en esto al sexo)
todos los efectos de sentido, los neutraliza o lo que llega a ser el tiempo fetén, mientras la
los pliega. En ese enfrentamiento, quien salió historia y lo político desarrollan en otro lugar
ganando no es en absoluto el que parece. su cualidad abstracta de conjunto de aconteci-
Eso puede verse en la inversión de valor 'en- mientos.
tre historia y cotidianeidad, entre esfera pública Hipótesis vertiginosa. Las masas despolitiza-
y esfera privada. Hasta en los años 60, la his- das no estarían más acá sino más allá de lo po-
toria se impone como tiempo fuerte: lo privado, lítico. Lo privado, lo innombrable, lo cotidiano,
lo cotidiano, no es más que el reverso oscuro de lo insignificante, las pequeñas trampas, las pe-
la esfera política. En el mejor de los casos jue- queñas perversiones, etc., no estarían más acá
ga una dialéctica entre los dos, y se puede pen- sino más allá de la representación. Las masas
sar que un día lo cotidiano, como lo individual, ejecutarían en su práctica «inocente« (y sin ha-
resplandecerá más allá de la historia, en lo uni- ber esperado los análisis sobre el «fin de lo po-
versal. Pero en la espera, no podemos más que lítico») la sentencia de anulación de lo político,
-

deplorar el repliegue de las masas sobre su es- serían espontáneamente transpolíticas como son
fera doméstica, su rechazo de la historia, de la translingüísticas en su lenguaje.
política y de lo universal, y su absorción en la Pero ¡atención! De ese universo privado y
cotidianeidad embrutecida del consumo (feliz- asocial, que no entra en una dialéctica de repre-
mente trabajan, lo que les deja con un estatuto sentación y de superación hacia lo universal, de
histórico «objetivo«, en espera de la toma de esa esfera involutiva que se opone a toda revo-
consciencia) . Hoy en día hay una inversión del lución en la cumbre y se niega a jugar el juego,
tiempo fuerte y del tiempo débil: se comienza a algunos quisieran en efecto hacer (en particu-
entrever que lo cotidiano, los hombres en su ba- lar en su versión sexual y de deseo) una nue-

40 41
va fuente de energía revolucionaria, quisieran
devolverle sentido y restituirlo como negativi-
dad histórica, en su banalidad misma. Exaltación
de los microdeseos, de las pequeñas diferencias,
de las prácticas ciegas, de las marginalidades
anónimas. Último sobresalto de intelectuales
para exaltar la insignificancia, promover el sin. DE LA RESISTENCIA
sentido en el orden del sentido. Y reverterlo a AL HIPERCONFORMISMO
la razón política. La banalidad, la inercia, el apo.
litismo eran fascistas, están convirtiéndose en La emergencia de las mayorías silenciosas
revolucionarios —sin cambiar de sentido, es de- espera aún ser vuelta a colocar en el ciclo entero
cir sin dejar de tener sentido. Microrrevolución de la resistencia histórica o lo social. Resisten-
de la banalidad, transpolítica del deseo —una cia a lo social, está claro, pero también resisten-
maña más de los eliberadores»—. La denegación cia a la medicina, resistencia a 'la escuela, re-
del sentido no tiene sentido. sistencia a la seguridad, resistencia a la infor-
mación. La historia oficial no registra más que
el progreso ininterrumpido de lo social, relegan-
do a las tinieblas, a la manera de las culturas
anteriores, como vestigios bárbaros, todo lo que
no concurría a ese glorioso advenimiento. Ahora
bien, contrariamente a lo que se pudiera creer
(que lo social ganó definitivamente, que el mo-
vimiento es irreversible, que el consenso sobre
lo social es total), la resistencia a lo social bajo
todas sus formas progresó más rápidamente aún
que lo social. Simplemente tomó otras formas
que las que, primitivas y violentas, fueron resor-
bidas a continuación (lo social bien, gracias, no
quedan más que unos locos que se sustraigan a
la escritura y a la vacuna y a las ventajas de la
seguridad) . Esas resistencias frontales corres-

42 43
pondían aún a una fase frontal y violenta de la la medicina en las masas .«subdesarrolladas..
socialización, y venían aún de grupos tradicio- Comúnmente remitido a una mentalidad arcaica
nales que buscaban preservar su cultura propia, e irracional, hay que leer en él al contrario una
sus estructuras originales. No es la masa en práctica ofensiva, una corrupción por exceso, un
ellos la que resistía, sino al contrario unas rechazo inanalizado, pero consciente «sin saber-
estructuras diferenciadas, contra el modelo ha lo de los estragos en profundidad de la medici-
mogéneo y abstracto de 'lo social. na racional.
Es una vez más ese tipo de resistencia con la Pero eso es aún una acción de grupos estruc-
que nos encontramos en el «two steps flow of turados, de pertenencia y de implicaciones tradi-
communication» que analizó la sociología ameri- cionales. Otra cosa es el fracaso en la sociali-
cana («el doble escalón de la comunicación): zación que viene de la masa, es decir de un gru-
la masa no constituye en absoluto una estructu- po innumerable, innombrable y anónimo, y cuyo
ra pasiva de acogida de los mensajes de los me. poder viene de su destructuración y de su iner-
dia, ya sean políticos, culturales o 'publicitarios. cia mismas. Así, en el caso de los media, la re-
Los microgrupos y los individuos, lejos de ali• sistencia tradicional consiste en reinterpretar los
nearse sobre una decodificación uniforme e.im- mensajes según el código propio del grupo y en
puesta, decodifican los mensajes a su manera , dirección a sus propios fines. Las masas, ellas,
los interceptan (a través de los líderes) y los lo aceptan todo y lo desvían todo en bloque ha-
trasponen (segundo nivel), oponiendo al código cia lo espectacular, sin exigencia de otro códi-
dominante sus . subcódigos particulares, y aca- go, sin exigencia de sentido, sin resistencia en
bando por reciclar todo lo que les llega en su el fondo, sino haciéndolo deslizar todo en una
ciclo propio, exactamente como los primitivos esfera indeterminada que no es siquiera la del
reciclan la moneda occidental en su circulación sinsentido, sino la de la fascinación/manipula-
simbólica (los Siane de Nueva Guinea) o como ción en todas las direcciones.
los corsos reciclan el sufragio universal y las Siempre se creyó —es la ideología misma
elecciones en su estrategia de rivalidades de de los mass-media— que son los media los que
clanes. Esta manera de malversación, de absor- envuelven las masas. Se buscó el secreto de
ción, de recuperación victoriosa por los conjun- la manipulación en una semiología encarnizada
tos del material difundido por la cultura domi- de los mass-media. Pero se olvidó, en esa lógica
nante, esa astucia, es universal. Es ella también inocente de la comunicación, que las masas son
la que impone el uso «mágico• del médico y de un médium más fuerte que todos los media, que

44 45
son ellas las que los envuelven y los absorben la economía, se resisten al imperativo «objeti-
—o que al menos no hay ninguna prioridad de vo. de las necesidades y a I;4 ponderación racio-
uno sobre otro—. El de la masa y el de los me- nal de los comportamientos y de los fines. Valor-
dia es un único proceso. Mass (age) is message. signo contra el valor de uso, es ya una desvia-
Así sucede con el cine, cuyos inventores lo ción de la economía política. Y que no se diga
soñaron al comienzo como un medio racional, que todo eso aprovecha en definitiva al valor de
documental, informativo, social y que se deslizó uso, es decir al sistema. Pues si el sistema se
muy rápida y definitivamente hacia lo imaginario. libra muy bien de ese juego, e incluso lo favore-
Así sucede con la técnica, con la ciencia y ce (las masas «alienadas• en los gadgets, etc.) ,
con el saber. Consagrados a una práctica mági- eso no es lo esencial, y lo que ese deslizamien-
ca y a un consumo «espectacular.. Así sucede to, ese derrape inaugura a largo plazo —inau-
con el consumo mismo. Los economistas no pu- gura a partir de ahora mismo— es el fin de lo
dieron jamás racionalizar el consumo, ante su económico; cortado en todas sus definiciones
estupor, dada la seriedad de su «teoría de por el uso excesivo, mágico, espectacular, des-
las necesidades• y el consensus general sobre viado y casi paródico que se hace de él por las
el discurso de la utilidad. Pero es que la prácti- masas. Uso asocial, que resiste a todas las pe-
ca de las masas dejó de tener muy aprisa, o no dagogías, a todas las educaciones socialistas
tuvo jamás) nada que hacer con las necesidades. —uso aberrante por el que las masas (nosotros,
Hicieron del consumo una dimensión de estatu- vosotros, todo el mundo) pasaron ya desde ese
to y de prestigio, de afán de emulación inútil o mismo momento al otro lado de la economía po-
de simulación, de potlatch que de todos modos lítica. No esperaron a las revoluciones futuras
excedía al valor de uso. Por más que se intenta ni a las teorías que pretendían «liberarlas• de
por todos lados (propaganda oficial, asociación él por un movimiento «dialéctico.. Saben que
de consumidores, ecólogos y sociólogos) incul- uno no se libera de nada, y que no se abole un
carles el buen uso y el cálculo funcional en ma- sistema más que empujándolo hacia 'lo hiperlógi-
teria de consumo, es sin esperanza. Pues es por co, y empujándolo a un uso excesivo que equi-
el valor/signo y la puesta en juego desenfrenada vale a un amortiguamiento brutal. «Queréis que
del valor/signo (en el que los economistas, in- se consuma —pues bien, consumamos siempre
cluso cuando intentan integrarlo como variable, más, y cualquier cosa; con todos los fines inú-
no dejan de ver en él un desvío de la razón eco- tiles y absurdos..
nómica), es así como las masas hacen jaque a Así con la medicina: la resistencia frontal

46 4T
sobre todo el sistema. Es ahí dónde está lo que
(que por otra parte no ha desaparecido) ha sido
verdaderamente se pone en juego hoy en día,
sustituida por una forma más sutil de subver-
en ese enfrentamiento sordo, ineluctable, de las
sión, un consumo excesivo, indomable, de la
mayorías silenciosas con lo social que se les
medicina, un conformismo pánico a las conmina-
impone, en esa hipersimulación que redobla la
ciones de la salud. Escalada fantástica del con-
simulación y la extermina según su propia ló-
sumo médico que desafía completamente los ob-
gica —no en ninguna lucha de clases ni en el
jetivos y las finalidades de la medicina. ¿Qué
batiburrillo molecular de las minorías en ruptura
mejor medio de abolerla? A partir de ahora los de deseo.
médicos ya no saben lo que hacen, lo que son,
manipulados como están mucho más de lo que
manipulan. a ¡Queremos cuidados, médicos, me-
dicamentos, seguridad, salud, más, siempre más,
sin límites! ¿Alienadas, las masas, en la medi-
cina? En absoluto: están arruinando su institu-
ción, haciendo estallar la Seguridad Social, po-
niendo a lo social mismo en peligro y exigiendo
siempre más, como una mercancía. ¿Qué mayor
irrisión puede haber que esa exigencia de lo
social como bien de consumo individual, some-
tido al afán de emulación de la oferta y de la
demanda? Parodia y paradoja: a causa de su mis-
ma inercia en las vías de lo social que le han
sido trazadas las masas sobrepasan su lógica y
sus límites, y deshacen todo el edificio. Hipetsi-
mulación destructora, hiperconformismo destruc-
tor (como en el caso de Beaubourg analizado
en otra parte 1 que tiene todas las apariencias
de un desafío victorioso —nadie medirá el po-
der de ese desafío, de la reversión que ejerce
1. L'effet Beaubourg, París 1977. (Cultura y Simulacro, Kairáo.
1978.)

49
48 4
MASA Y TERRORISMO

Estamos pues en el punto paradójico en el


que las masas rehúsan el bautismo de lo social,
que es al mismo tiempo el del sentido y de la
libertad. No hagamos de ellas una nueva y glo-
riosa referencia. Pues no existen. Pero consta-
temos que todos los poderes vienen a derrum-
barse silenciosamente sobre esa mayoría silen-
ciosa, que no es ni una entidad ni una realidad
sociológica, sino la sombra proyectada del po-
der, su sima en hueco, su forma de absorción.
Nebulosa fluida, moviente, conforme, muy de-
masiado conforme a todas las solicitaciones y de
un conformismo hiperreal que es la forma extre-
ma de la no participación: tal es el desastre ac-
tual del poder. Y así es también el desastre de la
revolución. Pues esa masa implosiva no explotará
jamás por definición, y toda palabra revolucio-
naria implotará también en ella. A partir de enton-
ces, ¿qué hacer con esas masas? son el leitmo-
tiv de todos los discursos. Son la obsesión de
todo proyecto social, pero todos fracasan sobre
ellas, pues todos permanecen enraizados en la
definición clásica de las masas, la de una espe-

51
ranza escatológica de lo social y de su cumpli-
miento. Ahora bien, las masas no son lo social,
tra otra. Pero nada más extraño, más familiar
son la reversión de todo lo que es social y de
tampoco, que su convergencia en la denegación
todo lo que es social y de todo socialismo. No
de lo social y el rechazo del sentido. Pues el te-
pocos teóricos sin embargo hicieron el proceso
rrorismo pretende efectivamente tener al capital
del sentido, denunciaron las emboscadas de la
en el punto de mira (al imperialismo mundial,
libertad y las mistificaciones de lo político, criti-
etc.) pero se equivoca de enemigo, y haciéndolo
caron radicalmente la racionalidad y toda forma
apunta a su verdadero enemigo, que es lo social.
de representación —cuando las masas, ellas, pa.
El terrorismo actual apunta a lo social en res-
san a través del sentido, de lo político, de la re- puesta al terrorismo de lo social. Apunta a lo so-
presentación, de la historia, de la ideología, con cial tal como es producido hoy en día —red orbi-
un poder sonambúlico de denegación, cuando tal, intersticial, nuclear, tisular, de control y de
realizan aquí y ahora todo lo que la crítica más
seguridad—, que nos acosa por todas partes y
radical pudo entrever, mientras ésta no sabe
nos produce, a todos nosotros, como la mayoría
ya qué hacer con ellas, y se obstina en soñar
silenciosa. Socialidad hiperreal, imperceptible,
en una futura revolución —revolución crítica, re-
que opera no ya por la ley y la represión, sino
volución de prestigio, la de lo social, la del de-
por la infiltración de los modelos, no ya por la
seo. asta, revolución por involución, no es la
violencia, sino por la persuasión-disuasión— a
suya: no es explosiva-crítica, es implosiva y cie- eso el terrorismo responde por un acto él mismo
ga. Procede por inercia, y no de una negatividad hiperrreal de entrada abocado a las ondas con-
fresca y gozosa. Es silenciosa e involutiva —exac-
céntricas de los media y de 'la fascinación, de
tamente lo inverso de todas las tomas de pala-
entrada abocado no a alguna representación o
bra y tomas de consciencia. No tiene sentido.
consciencia, sino a la desmultiplicación mental
No tiene nada que decirnos.
por contigüidad, fascinación y pánico, no a la
reflexión ni a la lógica de las causas y de los
Del mismo modo, el único fenómeno que está
efectos, sino a la reacción en cadena por con-
en relación de afinidad con ella, con esas masas
tagio —desprovisto de sentido, pues es indeter-
en las que se juega la última peripecia de lo
minado como el sistema que combate, en el que
social y de su muerte, es el terrorismo. Nada
más bien se inserta como un punto de implo-
más «separado de las masas» que el terrorismo
sión máxima e infinitesimal— terrorismo no ex-
y ello por más que el poder las alce uno con-
plosivo, no histórico, no político: implosivo, cris-
talizante, apabullante— y por ello homólogo en
52

53
profundidad del silencio y de la inercia de las el fondo qué relación puede establecerse en-
masas. tre dos elementos que están fuera de repre-
El terrorismo no tiene la dirección de hacer sentación, es un problema que nuestra epis-
hablar, resucitar o movilizar lo que fuese; no tie- temología del conocimiento no permite resol-
ne prolongación revolucionaria (en este sentido ver, puesto que postula siempre el medio de un
sería más bien una contrahazaña total, lo cual se sujeto y de un lenguaje, el medio de una repre-
le reprocha violentamente, pero eso no es lo que sentación. Sólo conocemos bien. los encade-
pone en juego) , apunta a las masas en su silen- namientos representativos, no sabemos gran
cio, silencio magnetizado por la información, cosa de los encadenamientos analógicos, afini-
apunta, para precipitar su muerte acentuándola, tarios, in-mediatizados, irreferenciales y otros
a esa magia blanca de lo social que nos envuel- sistemas. Sin duda alguna cosa muy fuerte pasa
ve, la de la información, de la simulación, de la entre ellos (masas y terrorismo) que buscaría-
disuásión, del control anónimo y aleatorio, a esa mos en vano en los precedentes históricos de
magia blanca de la abstracción social con la ma- los sistemas representativos (pueblo/asamblea,
gia negra de una abstracción mayor aún, más anó- proletariado! partido, marginales-minorías / gru-
nima, más arbitraria y más aleatoria aún: la del púsculos...) Y del mismo modo que una energía
acto terrorista. social pasa entre los dos polos de un sistema
Es el único acto no representativo. Es en eso representativo cualquiera, una energía positiva,
en lo que es afín a las masas, que son la única así se podría decir que entre masas y terrorismo,
realidad no representable. Eso no quiere decir entre esos dos no polos de un sistema no repre-
sobre todo que de nuevo el terrorismo represen- sentativo, pasa también una energía, pero una
te el silencio y lo no dicho de las masas, o que energía inversa, energía no de acumulación so-
exprese violentamente su resistencia pasiva. Eso cial y de transformación, sino de dispersión so-
quiere simplemente decir: no hay otro equivalen- cial, de dispersión de lo social, de absorción y
te al carácter ciego, no representativo, despro- de anulación de lo político.
visto de sentido, del acto terrorista, que el com- No se puede decir que sea la «era de las ma-
portamiento ciego, desprovisto de sentido y yorías silenciosas« la que «produzca« el terro-
fuera de representación que es el de las masas. rismo. Es la simultaneidad de los dos la que es
Tienen en común que son la forma actual más apabullante, y lo que resulta un acontecimiento.
radical, más exacerbada, de denegación de todo El único, se acepte o no su brutalidad, que marca
sistema representativo. Es todo. Nadie sabe en verdaderamente el fin de lo político y de lo so-

54 55
cial. El único que traduce esa realidad de una media. Ahora bien, ese relato no pertenece más
implosión violenta de todos nuestros sistemas a un orden objetivo e informativo de lo que el
de representación. terrorismo pertenece a un orden político. Los dos
están en otra parte, en un orden que no es ni de
El terrorismo no apunta en absoluto a desen- sentido ni de representación —mítico quizá, si-
mascarar el carácter represivo del Estado (eso, mulacro sin duda.
es la negatividad provocadora de los grupúsculos, El otro aspecto de la violencia terrorista, es
que encuentran ahí una última posibilidad de ser la denegación de toda determinación y de toda
representativos ante los ojos de las masas) . Pro- cualidad. En este sentido, hay que ditinguir al
paga, por su propia no representatividad, y por terrorismo del «bandidismo» y de la acción de
reacción en cadena (no por mostración y toma comando. Esta es una acción de guerra que se
de consciencia) la evidencia de la no represen- dirige a un enemigo 'determinado (hacer saltar
tatividad de todos los poderes. Esa es su sub- un tren, ataque con bombas a la sede del parti-
versión: precipita la no representación inyectán- do adverso, etc.) . El otro responde a la violen-
dola en dosis infinitesimales pero muy concen- cia criminal tradicional (atraco a mano armada a
tradas. un Banco, secuestro a cambio de un rescate,
Su violencia fundamental es de denegación etcétera) . Todas esas acciones tienen un «ob-
de todas las instituciones de representación jetivo», económico o guerrero. El terrorismo ac-
(sindicatos, movimientos organizados, lucha «po- tual, inaugurado por el apresamiento de rehenes
lítica» consciente, etc.) . Comprendiendo ahí to- y el juego diferido de la muerte ya no tiene ob-
dos los que juegan a la solidaridad con él, pues jetivo (si pretende tenerlos, son irrisorios, o
la solidaridad es aún un modo de constituirlo inaccesibles, y de todos modos, es precisamen-
como modelo, como emblema, y por tanto de te el método más ineficaz para alcanzarlos), ni
asignarlo a la representación. («Murieron por no- enemigo determinado. ¿Los Palestinos apuntan
sotros, su acción no es inútil...») Todos 'los me- a Israel con rehenes interpuestos? No, es a tra-
dios son buenos para forzar el sentido, para des- vés de Israel interpuesto que apuntan a un ene-
conocer en qué medida el terrorismo no tiene migo mítico, incluso ni siquiera mítico, anónimo,
legitimidad social, ni 'prolongación política, ni indiferenciado, una especie de orden social mun-
continuidad en ninguna historia. Su único «re- dial presente en todas partes, no importa cuán-
flejo» no es justamente una prolongación his- do, no importa quién, incluso en el último de los
tórico: es su relato, su onda de choque en los ■inocentes». Eso es el terrorismo, no es origi-

56 57
nal, e insoluble, más que porque golpea no im- gones de Nueva York (65 y 77) crean situacio-
porta dónde, no importa cuándo, no importa a nes terroristas más bellas que las verdaderas,
quién, si no no sería más que secuestro con res- situaciones soñadas. Más aún: esos grandes ac-
cate o acción de comando militar. Su encega- cidentes tecnológicos, como los grandes acci-
miento es la exacta réplica de la indiferencia- dentes naturales, ilustran la posibilidad de una
ojón absoluta del sistema, que desde hace mu- subversión radical sin sujeto. La avería del 77
cho tiémpo ya no separa los fines de los medios, en Nueva York hubiese podido ser fomentada
a los verdugos de las víctimas. Su acción apun- por un grupo terrorista muy organizado, y eso
ta, en la indistinción asesina de la toma de re- no hubiese cambiado en nada el resultado obje-
henes, precisamente al producto más caracterís- tivo. Los mismos actos de violencia, de saqueo,
tico de todo el sistema: el individuo anónimo y el mismo levantamiento, el mismo suspenso de!
perfectamente indiferenciado, el término susti- orden «social« hubiese seguido. Eso significa
tuible por cualquier otro. Hay que decir paradó- que el terrorismo no es la decisión de violen-
jicamente:. los inocentes pagan el crimen de no cia, sino que está en todas partes en la norma-
ser nada, de ser sin destino, de haber sido des- lidad de lo social, de un modo tal que puede de
poseídos de su nombre por un sistema también un momento a otro transfigurarse en una reali-
anónimo del cual son entonces la encarnación dad inversa, absurda, incontrolable. La catástro-
más pura. Son los productos finitos de lo social, fe natural juega en este sentido y es así como,
de una socialidad abstracta a partir de ahora paradójicamente, llega a ser la expresión míti-
mundializada. Es en este sentido, en el sentido ca de la catástrofe de lo social. O más bien,
justamente en el que son cualesquiera, que son siendo la catástrofe natural por excelencia una
víctimas predestinadas del terrorismo. peripecia desprovista de sentido, no representa-
Es en este sentido, o más bien en ese desa- tiva (a no ser de Dios, y por ello el responsable
fío al sentido, que el acto terrorista se acerca de la Continental Edison pudo hablar de Dios y
a la catástrofe natural. Ninguna diferencia entre de su intervención en el episodio del último apa-
un terremoto en Guatemala y el desvío de un gón de Nueva York) , llega a ser una especie de
Boeing de Lufthansa con trescientos pasajeros síntoma o de encarnación violenta del estado
a bordo, entre la intervención «natural« y la In- de lo social, a saber de su catástrofe y del de-
tervención «humana« terrorista. La naturaleza rrumbamiento de todas las representaciones que
es terrorista, tal como lo es la debilitación abrup- lo sostenían.
ta de todo sistema tecnológico: los grandes apa-

58 59
SISTEMAS IMPLOSIVOS
ISTEMAS EXPLOSIVOS

Masas, media y terrorismo, en su afinidad


'angular, describen el proceso hoy en día do-
^inante de implosión. Todo el proceso está afec-
ido por una violencia que no hace más que co-
enzar, violencia orbital y nuclear, de aspiración
de fascinación, violencia de lo vacío (la fasci-
ción es la extrema intensidad de lo neutro).
implosión no puede ser, para nosotros y hoy
día, más que violenta y catastrófica, porque
sulta del fracaso del sistema de explosión y
expansión dirigida que fue el nuestro en Oc-
idente desde hace algunos siglos.
Ahora bien, la implosión no es forzosamente
n proceso catastrófico. Fue incluso, bajo una
arma dominada y dirigida, la dominante secreta
e las sociedades primitivas y tradicionales. Con-
guraciones no expansivas, no centrífugas: cen-
petas —pluralidades singulares que no apun-
tan jamás a lo universal, centradas sobre un pro-
so cíclico, el ritual, y tendiendo a involucionar
ese proceso no representativo, sin instancia
perior, sin polaridad disyuntiva, sin por ello

61
derrumbarse sobre ellas mismas (salvo sin mo modo que las sociedades primitivas fueron
duda ciertos procesos implosivos inexplicables arrasadas por la explosión por no haber sabido
para nosotros, como el colapso de las cul- dominar durante más tiempo el proceso implo-
turas tolteca, olmeca, maya, de las que no se sivo, así nuestras culturas comienzan a ser arra-
supo nada más, cuyos imperios piramidales de- sadas por la implosión por no haber sabido do-
saparecieron sin dejar rastro, sin catástrofe vi- minar y equilibrar el proceso explosivo.
sible, como desinvestidos brutalmente, sin causa La implosión es ineluctable, y todos los es-
aparente, sin violencia externa) . Las sociedades fuerzos por salvar los principios de realidad, de
primitivas vivieron así de una implosión dirigí. acumulación, de universalidad, los principios de
da— murieron cuando dejaron de dominar ese evolución que responden a sistemas en expan-
proceso, y bascularon entonces hacia el de 'la ex- sión, son arcaicos, regresivos, nostálgicos. Com-
plosión (demografía, o excesos de producción prendidos todos aquellos que quieren liberar las
irreductibles, procesos de expansión indomina- energías libidinales, las energías plurales, las in-
bles, o pura y simplemente cuando la coloniza. tensidades fragmentarias, etc. La «revolución mo-
ción los inició violentamente en la norma expan- lecular» no traduce más que la fase última de
siva y centrífuga de los sistemas occidentales). 'liberación de las energías. (o de proliferación
A la inversa, nuestras civilizaciones «moder- de los segmentos, etc.) hasta los límites infinite-
nas. vivieron sobre una base de expansión y de simales del campo de expansión que fue el de
explosión a todos los niveles, bajo el signo de nuestra cultura. Tentativa infinitesimal del deseo
la universalización del mercado, de los valores, que sucede a la del infinito del capital. Solución
económicos y filosóficos, bajo el signo de la molecular que sucede a la catexis molar de los
universalidad de la ley y de las conquistas. Sin espacios y de lo social. Últimos resplandores
duda incluso supieron vivir, por un momento al del sistema explosivo, última tentativa de domi-
menos, de una explosión dirigida, de una libera- nar aún una energía de los confines, o de retra-
ción de energía dominada y progresiva, y esa sar los confines de la energía (nuestro leitmotiv
fue la edad de oro de su cultura. Pero, según fundamental) a fin de salvar el principio de ex-
un proceso de desbocamiento y 'de aceleración, pansión y de liberación.
ese proceso explosivo llegó a ser incontrolable, Pero nada cortará el proceso implosivo, y la
alcanzó una velocidad o una amplitud mortal, o única alternativa que queda es la de una implo-
más bien alcanzó los límites de lo universal, sión violenta y catastrófica, o de una implosión
saturó el campo de expansión posible y, del mis- suave, de una implosión en ralentí. Hay rastros

62 63
de ésta, de tentativas de dominar los nuevos
impulsos antiuniversalistas, antirepresentativos,
tribales, centrípetos, etc.: las comunidades, la
ecología, el crecimiento cero, las drogas —todo
esto pertenece sin duda a ese orden. Pero no hay
que hacerse ilusiones sobre la implosión suave.
Está abocada a ser efímera y al fracaso. No
hubo transición equilibrada de los sistemas im-
plosivos a los sistemas explosivos: siempre su-
cedió violentamente, y tenemos todas las posi-
bilidades de que nuestro paso hacia la implosión
sea también él violento y catastrófico.

64
...0 EL FIN DE LO SOCIAL

Lo social no es un proceso claro y unívoco.


¿Las sociedades modernas responden a un pro-
ceso de socialización o de desocialización pro-
gresivo? Todo depende de la acepción del tér-
mino; ahora bien, no hay ninguna segura, y
todas son reversibles. Así, unas instituciones que
jalonaron los progresos de lo social. (urbani-
zación, concentración, producción, trabajo, medi-
cina, escolarización, seguridad social, seguros,
etc.) comprendiendo en ellas al capital, que fue
sin duda el medio de socialización más eficaz
de todos, se puede decir que producen o destru-
yen lo social en el mismo movimiento.
Si lo social está hecho de las instancias abs-
tractas que se edifican unas después de las otras
sobre las ruinas del edificio simbólico y ritual
de las sociedades anteriores, entonces esas ins-
tituciones producen más y más. Pero al mismo
tiempo consagran esa abstracción devorante, de-
voradora quizás justamente de la =sustantífica
médula• de lo social. Desde este punto de vista,
se puede decir que lo social regresa en la mis-

67
ma medida del desarrollo de sus instituciones. truye? ¿Quizás sella, quizás inaugura el fin de lo
El proceso se ,acelera y alcanza su extensión social?
máxima con los mass-media y la información. Las «ciencias .sociales« vinieron a consagrar
Los media, todos los media, la información, toda esa evidencia y esa eternidad de lo social. Pero
la información, juegan en los dos sentidos: pro- hay que desengañarse. Hubo sociedades sin so-
ducen más cosas sociales en apariencia, neutra- cial, tal como hubo sociedades sin historia. Las
lizan las relaciones sociales y lo social mismo en redes de obligaciones simbólicas no eran justa-
profundidad. mente ni «relación«, ni «social«. En el otro ex-
Pero entonces, si lo social es a la vez des- tremo, nuestra «sociedad« está quizás poniendo
truido por lo que lo produce (los media, la in- fin a lo social, enterrando lo social bajo la si-
formación) , resorbido por lo que produce (las mulación de lo social. Este tiene diversas ma-
masas) , se sigue de ello que su definición es.
neras de morir —tantas como definiciones. Lo
nula,. y que ese término que sirve de coartada social no habrá quizás tenido más que una exis-
universal de todos los discursos, ya no analiza tencia efímera, en una estrecha gama entre las
nada, ya no designa nada. No solamente es su- formaciones simbólicas y nuestra «sociedad« en
perfluo e inútil —por todas partes donde apare- la que muere. Antes, no hay todavía. Después,
ce esconde otra cosa: desafío, muerte, seduc- ya no queda. Solo la «sociología« puede parecer
ción, ritual, repetición— esconde que no es más testimoniar su eternidad, y el soberano galima-
que abstracción y residuo, e incluso simplemen- tías de las «ciencias sociales« se hará eco de
te efecto de social, simulación y trompe-l'oell. ello mucho tiempo después que haya muerto.
El mismo término de «relación social« es
enigmático. ¿Qué es una «relación social«, un La energía ininterrumpida de lo social desde
«contacto social«, qué es la «producción de las hace dos siglos le llegó de la desterritorializa-
relaciones sociales«? Todo ahí es falsa eviden- ción y de la concentración bajo instancias cada
cia. Lo social ¿es instantáneamente, y como por vez más 'unificadas. Espacio perspectivo centra-
definición, una «relación«, o un «contacto«, lo lizado que da sentido a todo lo que se inserta en
que supone ya una seria abstracción y un álge- él por simple convergencia sobre una línea de
bra racional de lo social —o bien es otra cosa fuga al infinito (como el espacio y el tiempo,
lo que el término de «relación« racionaliza por lo social abre en efecto una perspectiva al infi-
fuerza? ¿Quizás 'la «relación social« está ahí nito) . No hay definición de lo social más que
para otra cosa, señaladamente para lo que des- en esa perspectiva panóptica.

68 69
Pero no olvidemos que ese espacio perspec- de la posición estructural de cada término, de
tivo (en pintura y en arquitectura como en polí- la posición de sujeto de cada uno de los an-
tica o en economía) no es más que un modelo tagonistas, y en particular del que lanza el reto:
de simulación entre otros, y que no tiene como abandona con ello toda posición contractual
característica más que el hecho de que da lugar que pueda dar lugar a una «relación«. La lógica
a unos efectos de verdad, de objetividad inaudi- ya no es la del intercambio de valor. Es la
tos y desconocidos en los otros modelos. ¿Quizás del abandono de las posiciones de valor y de
incluso no es más que una añagaza? En cuyo las posiciones de sentido. El protagonista
caso todo lo que se tramó y emplazó en ese «es- del reto está siempre en posición de suicidio,
cenario a la italiana« de lo social no tuvo jamás pero de un suicidio triunfal: es por la destruc-
importancia en profundidad. Profundamente las ción de valor, por la destrucción de sentido (los
cosas no funcionaron jamás socialmente, sino suyos) que fuerza al otro a una respuesta nun-
simbólicamente, mágicamente, irracionalmente, ca equivalente, siempre sobrepujada. El reto es
etc. Es lo que se sobreentiende en la fórmula: el siempre el de lo que no tiene sentido, nombre,
capital es un reto a la sociedad. Es decir que esa ni identidad a lo que se prevale de sentido, de
máquina perspectiva, panóptica, esa máquina de nombre, de identidad —es el reto al sentido, al
verdad, de racionalidad, de productividad que es
, poder, a la verdad, a que existan como tales, a
el capital no tiene finalidad objetiva, ni razón: es que pretendan existir como tales. Solo esa rever-
antes que nada una violencia, y esa violencia, sión puede poner fin al poder, al sentido, al valor,
la ejerce por lo social sobre algo social, pero y jamás ninguna relación de fuerzas, por favora-
en el fondo no es una máquina social, le importa ble que sea, puesto que entra en una relación
un bledo tanto el capital como lo social en su polar, binaria, estructural, que recrea por defini-
definición a la vez solidaria y antagonista. Es ción un nuevo espacio de sentido y de poder!'
decir además que no hay contrato hecho entre
instancias distintas según la ley —todo eso se
lo lleva el viento— no hay nunca más que ries-
1. Lo mismo vale para la seducción. Si el sexo y la sexualidad,
gos, retos, es decir alguna cosa que no pasa tales como en ellos mismos la revolución sexual los transforma, son
efectivamente un modo de intercambio y de producción de las relacio-
por una «relación social«. El reto no es una dia- nes sexuales. la seducción, ella, es a la inversa del intercambio, y
es próxima al reto. La sexualidad no ha llegado a ser justamente
léctica, ni un enfrentamiento respectivo de un .relación sexual., no ha podido hablarse en esos términos ya raciona-
polo a otro, de un término a otro, en una estruc- lizados de valor y de intercambio, más que olvidando toda forma de
seducción —del mismo modo que lo social no llega a ser .relación
tura plena. Es un proceso de exterminación social• más que cuando ha perdido toda dimensión simbólica.

70 71
Aquí son posibles varias hipótesis: lo social que nos domina. Y eso de una sola vez,
como si lo social no hubiese jamás existido. De-
1. — Lo social, en el fondo, jamás existió. bilitación que tiene todos los rasgos de una ca-
Jamás hubo «relaciones. sociales. Nada funcio- tástrofe, no de una evolución o de una revolución.
nó jamás socialmente. Sobre ese fondo inelucta- Ya no una «crisis• de lo social, sino la reabsor-
ble de reto, de seducción y de muerte, no hubo ción de su dispositivo. Sin nada que ver con las
jamás otra cosa que simulación de lo social y de defecciones marginales (locos, mujeres, droga-
la relación social. De nada sirve en ese caso dos, delincuentes), que sirven al contrario de
soñar una socialidad «real., con una socia- energías frescas para lo social que desfallece.
lidad oculta, con una socialidad ideal. Es hipos- Ese proceso ya no puede ser socializado. Es la
tasiar un simulacro. Si lo social es una simula- evaporación, como de un espectro con el canto
ción, la única peripecia probable es la de una del gallo, del principio de realidad y de raciona-
desimulación brutal —al dejar lo social mismo lidad social.
de asumirse como . espacio de referencia y de 2. — Lo social existió efectivamente, existe
jugar el juego, y poniendo fin a la vez al poder, incluso más y más, lo inviste todo, no hay más
al efecto de poder y al espejo de lo social que que eso. Lejos de volatilizarse, es lo que triun-
lo eterniza. Desimulación que toma ella misma el fa, es la realidad de lo social lo que se im-
aspecto de un reto (reto inverso al que el capital pone por todas partes. Pero se puede considerar,
hace a lo social y a la sociedad) : reto al capital y contra el prejuicio que hace de lo social un pro-
al poder a que existan según su lógica propia— greso objetivo de la especie humana, dejando
no tienen, se desvanecen como dispositivo a par- todo lo que se le escapa como residuo, que es
tir del momento en el que la simulación de espa- lo social mismo lo que es residuo, y que, si
cio social se deshace? Viene a ser exactamente triunfó en lo real, es justamente en tanto que
aquello a lo que estamos asistiendo hoy en día: tal. Residuo creciente y pronto universal de la
a la disgregación del pensamiento de lo social, a dispersión del orden simbólico, es lo social como
la consunción y a la involución de lo social, al resto lo que tomó fuerza de realidad' Esa es una
debilitamiento del simulacro social, verdadero manera de muerte más sutil.
reto al pensamiento constructivo y productivo de En ese caso, estamos siempre efectivamente
2. Pero el reto a lo social puede tomar la forma inversa a la de 1. Véase en L'Echange symbolique et la mort, la triple residua-
recrudescencia del simulacro social, de la demanda social, de la de- Ildad: del valor en el orden económico, del fantasma en el orden
manda de lo social. Hiperconformismo exacerbado, compulsivo, exi- psíquico, de la significación en el orden lingüístico. Hay que añadir
gencia aún más formal de lo social como norma y como discurso. a ello pues la residualidad de lo social en el orden... social.

72 73
más en lo social, es decir, en la deyección pura, Seguridad Social en el siglo veinte. A medida que
en el atasco fantástico del trabajo muerto, de se fortalece la razón social, es la colectividad
las relaciones muertas e instanciadas en las bu- entera la que se convierte pronto en residual y
rocracias terroristas, de los lenguajes y de los por tanto, con una espira más, es lo social lo que
sintagmas muertos (incluso los términos de «re- se extiende. Cuando el resto alcanza las dimen-
lación» y de «contacto» tienen ya algo muerto, siones de la sociedad entera, se tiene una socia-
y algo de la muerte) . lización perfecta.' Todo el mundo está perfecta-
Entonces, está claro que no se puede decir mente excluído y tomado a cargo, perfectamente
que lo social muere, puesto que es ya desde este desintegrado y socializado.
momento la acumulación de lo muerto. Estamos La integración simbólica es reemplazada por
en efecto en una civilización de lo supersocial, una integración funcional; unas instituciones fun-
y simultáneamente del residuo indegradable, in- cionales toman a cargo los residuos de la desin-
destructible, que se ensancha en la misma me- tegración simbólica —una instancia social apa-
dida de la extensión de lo social. rece allí donde no la había y ni siquiera había
Desperdicio y reciclado: así sería lo social a nombre para decirlo. Las «relaciones sociales»
imagen de una producción cuyo ciclo se salió cunden, proliferan, se enriquecen en la medida
desde hace mucho tiempo de las finalidades «so- de esta desintegración. Y las ciencias sociales
ciales. para llegar a ser una nebulosa espiral vienen a coronar el conjunto. Y de ahí el sabor
completamente exinscrita, que da vueltas sobre de una expresión como: «la responsabilidad de lo
ella misma y que se ensancha en cada una de social para con sus miembros desheredados»,
las «revoluciones» que describe. Así se ve a lo cuando se sabe que lo «social» no es justamente
social crecer en el curso de la historia como más que la instancia que resulta de ese desam-
gestión «racional» de los residuos, y pronto como paro.
producción racional de los residuos. De ahí el interés de la rúbrica «Sociedad»
En 1544 se abrió el primer gran negociado de del diario Le Monde, dónde no aparecen paradó-
pobres en París: vagabundos, dementes, enfer- jicamente más que los inmigrantes, los delin-
mos, todos los que el grupo no integró y dejó cuentes, las mujeres, etc.: todo lo que justamen-
como restos serían tomados a su cargo bajo el 1. Véase entre los Guayaqui o los Tupi-Guaraní: cuando un resi-
signo naciente de lo social. Este se extendería duo tal aparece, es drenado por los líderes mesiánicos hacia el At-
lántico, bajo la forma de movimientos escatológicos, que purgan al
hasta las dimensiones de la 'Assistance Publique grupo de sus residuos .sociales. No solamente el poder político
(Clastres), sino el mismo poder social es conjurado como instancia
en el siglo diecinueve, y depués hasta las de la desintegrada/desintegrante.

74 75
te no fue socializado, el «caso« social análogo Sión o forclusión. Lo social fue primero, bajo el
al caso patológico. Bolsas que reabsorber, seg- signo de la razón productiva, el espacio de la
mentos que lo social aísla a medida que se va gran Reclusión --ha llegado a ser bajo el signo
extendiendo. Designados como residuales en el de 'la simulación y de la disuasión el espacio de
horizonte de lo social, entran por eso mismo en la gran Forclusión. Pero ya no es más quizá un
su jurisdicción y están destinados a encontrar espacio «social«.
su lugar en una socialidad extendida. Es sobre Es en esta perspectiva de gestión de los re-
ese resto que la máquina social se reactiva y siduos que lo social puede aparecer hoy en día
encuentra apoyo para una nueva extensión. Pero como lo que es: un derecho, una necesidad, un
¿qué sucede cuando todo está socializado? En- servicio, un puro y simple valor de uso. Incluso
tonces la máquina se detiene, la dinámica se ya no una estructura conflictual y política: una
invierte, y es el sistema social entero el que se estructura de acogida. El límite del valor econo-
convierte en residuo. A medida que lo social en mista de lo social como valor de uso, es en efec-
su progresión elimina todos los residuos, se con- to el valor ecologista de lo social como nicho.
vierte él mismo en residual. Poniendo bajo la El buen uso de lo social como una de las formas
rúbrica de «Sociedad« a las categorías residua- del equilibrio de los intercambios del individuo
les, lo social se designa a él mismo como resto. con su medio, lo social como ecosistema, ho-
Ahora bien, ¿en qué se convierte la raciona- meostasis y superbiología funcional de la espe-
lidad de lo social, del contrato y de la relación cie —incluso ya no una estructura: una sustan-
social, si éste, en lugar de aparecer como es- cia, el anonimato caluroso y proteico de una sus-
tructura original, aparece como residuo, y ges- tancia alimenticia. Especie de espacio letal de
tión de residuos? Si lo social no es más que seguridad que viene a subvenir por todas partes
resto, ya no es el lugar de un proceso o de una a la dificultad de vivir, proporcionando por to-
historia positiva, ya no es más que el lugar del das partes la calidad de vida, es decir, como el
apilamiento y de la gestión usuraria de la muerte. seguro a todo riesgo, el equivalente de la vida
Ya no tiene sentido, 'puesto que está ahí por perdida —forma degradada de la socialidad lu-
otra cosa, y desesperando por otra cosa: es ex- bricante, de seguros, pasivizante y permisiva—
cremencial. Sin perspectiva ideal. Pues el resto, la forma más baja de la energía social: la de una
es ala nada superada, es lo que de la muerte es utilidad del medio ambiente, del comportamien-
irreconciliable, y sobre él no puede fundamen- to— así para nosotros la figura de lo social es
tarse más que una política de lo muerto. Reclu- -forma entrópica— otra figura de la muerte.

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[EXKURS: LO SOCIAL O EL DESGLOSE .
FUNCIONAL DEL RESTO

Lo social está ahí para velar por que se en-


ugue el aumento de riqueza que, redistribuido
in otra forma de proceso, arruinaría el orden
ocia!, crearía una situación intolerable de uto-
ia
Esa reversión de la riqueza, de toda riqueza,
ue se operaba en otros tiempos en el sacrifi-
co sin dejar lugar a la acumulación de un
esto, es intolerable para nuestras sociedades.
s incluso en esto que son «sociedades. —en
I sentido de que producen siempre un excelen-
e, un resto— ya sea demográfico, económico
lingüístico —y que ese resto debe ser Iiqui-
ado (jamás sacrificado, es demasiado peligro-
o: liquidado pura y simplemente) .
Lo social lo es al doble título de: producir
esto y aniquilarlo.
Si toda la riqueza fuese sacrificada, la gente
rdería el sentido de lo real. Si toda la riqueza
egase a estar disponible, la gente perdería el
ntido de lo útil y de lo inútil. Lo social está
í para velar por la consunción inútil del resto

79
a fin de que los individuos sean asignados a la de afluencia, a una extensión patológica del va-
gestión útil de su vida. lor de uso (3, 4, n coches) en la que éste de
El uso y el valor de uso constituyen una mo- todas maneras se volatiliza en un funcionalismo
ral fundamental. Pero no existe más que en una hiperreal.
simulación 5k.. penuria y de cálculo, Si toda la Todo excedente es adecuado para arruinar el
riqúéza fuese redistribuída, aboliría ella misma el sistema de equivalencias, si es revertido en é: sin
valor de uso (es como para lamuerte: si la medida, y es adecuado para desesperar a la vez
•muerte fuese redistribuiída, revertida, aboliría nuestro sistema mental de equivalencias.' Hay
por ella misma a la vida como valor de uso) . Se pues una especie de sabiduría en la Institución
haría súbita y brutalmente c!aro que el valor de de lo social como matriz preventiva de la exten-
uso no es más que una convención moral feroz sión y de la reversión de las riquezas, como me-
y desencantada, que supone un cálculo funcio- dio de su dilapidación controlada.
nal en todas las cosas. Pero nos domina a todos En una sociedad incapaz de reversión total
y, intoxicados como estamos por el fantasma y asignada al valor de uso, hay una especie de
del valor de uso, no soportaríamos esa catás- inteligencia y de sabiduría en la institución de
trofe de la reversión de las riquezas y de la re- lo social y de su despilfarro .objetivo.: las ope-
versión de la muerte. No es preciso que todo raciones de prestigio, el Concorde, la luna, los
sea revertido. Es necesario que el resto sea. Y lo misiles, los satélites, hasta las obras públicas y
social es lo que vela sobre el resto. la Seguridad Social en su afán de emulación ab-
Hasta ahora, el coche y la casa, y diversas surda. Inteligencia implícita de la estupidez y
• commodities' consiguieron enjugar bien o mal
1. Este sistema de equivalencias no está forzosamente vinculado a
las disponibilidades físicas y mentales de los la economía politice del capital. El equilibrio entre un trabajo y su
individuos. ¿Qué sucedería si toda la riqueza dis- remuneración, entre el mérito y el disfrute, puede ser, más allá de
toda moral burguesa, una medida de sí, y una forma de resistencia.
ponible les fuera redistribuida? Zozobrarían pura Que alguna cosa os advenga sin equivalente, y ese beneficio puede
ser inexplicable. La locura de HSlderlin le vino de esa prodigalidad
y simplemente —perdiendo el hilo derecho y la de los Dioses, de esa gracia de las Dioses que os sumerge y llega
a ser mortal si no puede ser redimida o compensada por una equi-
justa medida de una economía bien temperada, lencia humana, la de la tierra, la del trabajo. Hay ahí una especie
perdiendo el sentido del cálculo y de las finan- ley que no tiene nada que ver con la moral burguesa. Citemos,
s cerca de nosotros, el desconcierto mortal de
las gentes sobrex-
dades. Desequilibrio brutal del sistema de valo- stas a la riqueza y a la felicidad —así esos clientes de unos
andes almacenes a los que se les ofrece que cojan lo que quieran:
res (el aflujo repentino de divisas es la manera el pánico. O también esos viticultores a los que el Estado les
más rápida y más radical de arruinar una mono. ece más dinero por desarraigar sus viñas del que ganaban traba-
ndolas. Son desestructurados por esa prima inesperada mucho más
da) O bien serían remitidos, como en la sociedad e por la explotación tradicional de su fuerza de trabajo.

80 81
de los limites del valor de uso. El verdadero can- liquidación. Cuando todo, comprendido en ello
dor es el de los socialistas y humanistas de lo social, llega a ser valor de uso, es un mundo
cualquier pelaje que quieren que toda riqueza que ha llegado a ser inerte, en el que se opera lo
sea redistribuida, que no haya ningún gasto inú- inverso de lo que Marx soñaba. El soñaba
til, etc. El socialismo, campeón del valor de uso, una resorción de lo económico en la social
campeón del valor de uso de lo social, responde (transfigurado) . Lo que nos sucede, es la resor-
a un contrasentido total sobre lo social. Cree que ción de lo social en la economía política (bana-
lo social puede llegar a ser la gestión colectiva lizada) : la gestión pura y simple.
óptima del valor de uso de los hombres y de las Es el mal uso de las riquezas lo que salva a
cosas. una sociedad. Nada cambió desde Mandeville y
Pero lo social no es nunca eso. Es, a pesar su Fábula de las Abejas». Y el socialismo no
de "toda esperanza socialista, algo insensato, in- puede hacerle nada. Toda la economía política
controlable, una protuberancia monstruosa, que fue inventada para resolver esa paradoja, esa
gasta, que destruye sin cuidado con una gestión ambigüedad maléfica del funcionamiento social.
óptima. Y es así precisamente como es funcio- Pero fracasó siempre, por una especie de fun-
nal, es así (aunque con ello se haga rugir a los cionalidad de segundo grado. ¿O bien está te-
idealistas) como cumple exactamente con su niendo éxito y después de haber visto a lo po-
papel, que es, por el rodeo objetivo del despil- lítico abolerse y diluirse en lo social, estamos
farro, mantener a contrario el principio del valor viendo a lo social resorberse en lo económico
de uso, salvar el principio de realidad. Lo social —una economía incluso más política, y despro-
fabrica esa rareza necesaria para la distinción vista de la ubris de la desmesura y del exceso
del bien y del mal, y para todo orden moral en que caracterizaba aún a la fase capitalista?]
general —rareza que no conocen las primeras
sociedades de abundancia» descritas por Mar- 3. -- Lo social existió totalmente, pero ya no
shall Sahlins. Es lo que no ve el socialismo, el existe. Existió como espacio coherente, como
cual, queriendo abater esa rareza y reinvindican- principio de realidad: la relación social, la pro-
do el usufructo generalizado de la riqueza, pone ducción de las relaciones sociales, lo social
fin a lo social creyendo 'colmarlo. como abstracción dinámica, lugar de conflictos
•El problema de la muerte de lo social en esa y de contradicciones históricas, lo social como
perspectiva es simple: lo social muere por una estructura y como apuesta, como estrategia y
extensión del valor de uso que eqúivale a una, como ideal —todo eso tuvo un sentido, eso quiso

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decir alguna cosa. Lo social no siempre fue una simulación, que es también un espacio de disua-
añagaza, como en la primera hipótesis, ni un sión.
resto, como en • la segunda. Pero justamente no El espacio de la simulación es el de la con-
tuvo sentido, como el poder, como el trabajo, fusión de lo real y del modelo. Ya no hay distan-
como el capital, más que en un espacio perspec- cia critica y especulativa de lo real a lo racio-
tivo de distribución racional, espacio finalizado nal. No hay ni siquiera exactamente proyección
de convergencia ideal, que es también el de la de modelos en lo real (lo que equivale otra vez
producción— en una palabra en la horquilla es- a la sustitución del territorio por el mapa en
trecha de los simulacros de segundo orden, y Borges), sino transfiguración en el mismo lugar,
muere hoy en día resorbido en los simulacros aquí y ahora, de lo real en modelo. Corto circui-
de tercer orden. to fantástico: lo real es hiperrealizado. Ni reali-
Fin del espacio perspectivo de lo social. La zado, ni idealizado: hiperrealizado. Lo hiperreal
socialidad racional del contrato, la socialidad dia- es la abolición de lo real no por destrucción vio-
léctica (la del Estado y de la sociedad civil, de lenta, sino por asunción, elevación a la potencia
lo público y de .lo privado, de lo social y de lo del modelo. Anticipación, disuasión, transfigura-
Individual) deja lugar a la socialidad del contacto, ción preventiva, etc.: el modelo opera como es-
del circuito y 'de la red transistorizada de millo- fera de absorción de lo real.
nes de moléculas y de partículas mantenidas en Eso se ve en unos rasgos sutiles, ligeros,
una zona de gravitación aleatoria, imantadas por imperceptibles, por los cuales lo real aparece
la circulación incesante y los millares de combi- como más verdadero que lo verdadero, como de-
naciones tácticas que las electrizan. ¿Pero se masiado real para ser verdadero. Todos los me-
trata aún de socius? ¿Dónde está la socialidad dia y la información tienen como tarea hoy en
en Los Angeles? ¿Y dónde estará más allá, en día producir (entrevistas, en directo, cine, TV-ve-
una generación ulterior (pues Los Angeles es rité, etc.) ese real, ese añadido de real. Hay de-
aún la de la TV, del cine, del teléfono y del au- masiado, se cae en lo obsceno y lo porno. Una
tomóvil), la de una diseminación total, la de una especie de zoom como en el porno nos aproxima
ventilación de los individuos como terminales de demasiado de lo real, que nunca existió, no tuvo
información, en un espacio incluso más medible, nunca sentido más que a una cierta distancia.
ni convergente: conectado, espacio de conexión? Disuasión de toda potencialidad real, disuasión
Ahora bien, lo social no existe más que en un por redoblamiento minucioso, por hiperfidelidad
espacio perspectivo, muere en el espacio de la macroscópica, por reciclado acelerado, por satu-

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ración y obscenidad, por abolición de la distan- e ntes incluso de que la economía política con-
cia entre lo real y su representación, por im- uzca a su superación dialéctica, a la resolución
plosión de los polos diferenciados por los que ^ e todas las necesidades y a la organización óp-
pasaba la energía de lo real: esa hiperrealidad tima de las cosas, antes de que se haya podido
pone fin al sistema de lo real, pone fin a lo real er si había algún fundamento en todo eso, ha-
como referencial exaltándolo como modelo. brá sido captada por 'la hiperrealidad de la eco-
Es ella también la que pone fin a lo social nomía (la sobremultiplicación de la producción,
del mismo modo. Lo social, si tuvo lugar como la precesión de la producción de la demanda so-
simulacro de segundo orden, ya no tiene siquiera bre la de las mercancías, e! escenario indefinido
ocasión de producirse en los de tercer orden: de la crisis) .
está cogido de entrada en su propia trampa, en Nada llegó ni llegará desde ahora al término
su puesta en escena desmultiplicada y desespe- de su historia, pues nada escapa a esa prece-
rada, en su propia obscenidad. Los signos de esa sión de los simulacros. Y lo social mismo murió
hiperrealización de lo social están en todas par- antes de haber entregado su secreto.'
tes, los signos del redoblamiento de lo social Tengamos sin embargo un recuerdo emocio-
y de su cumplimiento anticipado. En todas partes nado para la increíble inocencia del pensamiento
la transparencia de la relación social es pregona- social y socialista, por haber podido hipostasiar
da, significada, consumida. La historia de lo so- así en lo universal y erigir como ideal de trans-
cial no habrá jamás tenido tiempo para llevar a la parencia una «realidad« tan totalmente ambigua
revolución: habrá sido ganada por rapidez por los y contradictoria, peor: residual o imaginaria,
signos de lo social y de la revolución. Lo social peor: ya desde ahora abolida en su simulación
no habrá jamás tenido tiempo de conducir al so- misma: lo social.
cialismo, habrá sido cortocircuitado por lo hi-
persocial, por la hiperrealidad de lo social (¿aun-
que quizás el socialismo no sea más que esto?).
Así el proletariado no habrá tenido tiempo si-
quiera para «negarse en tanto que tal.: el con-
cepto de clase se habrá disuelto mucho antes,
en algún doble paródico, extensivo, tal como «la
1. Cuarta hipótesis: La Implosión de lo social en las masas. Esta
masa de los trabajadores., o simplemente en una hipótesis viene a dar bajo otra forma (simulación/disuasión/implosión)
1 la hipótesis 3. Está desarrollada en A la sombra de las mayorias
simulación retrospectiva de proletariado. Así, silenciosas.

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▪ ▪ ▪

ÍNDICE

El abismo del sentido . 13


Grandeza y decadencia de la política . 19
La mayoría silenciosa . 23
Ni sujeto ni objeto . . 33
De la resistencia al hiperconformismo . 43
Masa y Terrorismo . 51
Sistemas implosivos y sistemas explosivos. 61
...0 EL FIN DE LO SOCIAL . 65
[Exkurs: Lo social o el desglose funcional
del resto. 79

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