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Los pueblos nómadas transportaban la leche fresca que obtenían de los animales
en sacos generalmente de piel de cabra. El calor y el contacto de la leche con la
piel de cabra propiciaban la multiplicación de las bacterias ácidas que
fermentaban la leche. La leche se convertía en una masa semisólida y coagulada.
Una vez consumido el fermento lácteo contenido en aquellas bolsas, éstas se
volvían a llenar de leche fresca que se transformaba nuevamente en leche
fermentada gracias a los residuos precedentes. El yogur se convirtió en el alimento
básico de los pueblos nómadas por su facilidad de transporte y conservación. Sus
saludables virtudes eran ya conocidas en la Antigüedad.
El yogur permaneció durante muchos años como comida propia de India, Asia
Central, Sudeste asiático, Europa central y de Europa del Este y Turquía hasta los
años 1900, cuando un biólogo ruso llamado Elías Méchnikov expuso su teoría de
que el gran consumo de yogur era el responsable de la alta esperanza de vida de
los campesinos búlgaros. Considerando que los lactobacilos eran esenciales para
una buena salud, Mechnikov trabajó para popularizar el yogur por toda Europa.
Otros investigadores también realizaron estudios que contribuyeron a la extensión
de su consumo.
Desde los años 1950 el consumo de yogures con sabores a frutas ha ido creciendo
sin parar. La fermentación se lleva a cabo a temperaturas entre los 30 °C y 43 °C
durante un intervalo de tiempo que va desde las 2,5 a las 20 horas. La selección
del cultivo define el tiempo de fermentación y la estructura y sabor finales del
producto. Las preparaciones de frutas se añaden al yogur (en una proporción de
15 % de su peso)tras la fermentación y justo antes de su empaquetado
HISTORIA DEL KÉFIR
Circulan varias historias del origen de estos gránulos que igual se les toma como
algas u hongos. La historia más comúnmente conocida de estos gránulos es que
fueron traídos del Tibet por la Madre Teresa de Calcuta.
Los orígenes de estos gránulos se debate entre la posibilidad de que son derivados
de los kéfir de leche y se adaptaron al nuevo medio, otros escritores exponen sus
orígenes en México. Bajo el nombre de Tibi, los gránulos originales viven en las
nopaleras de Opuntia ssp alimentándose de las excreciones azucaradas (frutos) de
estas cactáceas.
Se cuenta que los habitantes de las tierras del Cáucaso conocen muy bien los
efectos del Kéfir. Y ya desde pequeños los niños beben el Kéfir, llegando a una
edad avanzada muchos hasta los 110 años. También se dice que es uno de los
pocos lugares del planeta donde sus habitantes llegan a la longevidad en plena
salud. Los Mulsumanes de la zona del Cáucaso, creían que el Kéfir o como
también se le llamaba “Los granos del Profeta Mahoma”, perdían todas sus
virtudes si lo utilizaban gentes de diferentes religiones, incluso las crónicas hablan
de que se castigaba con su muerte a quien revelase el secreto de la bebida a otras
tribus o extranjeros, ya que era considerado un regalo (maná) directo de Alá.
Este producto es conocido desde tiempos remotos, en Europa las leches ácidas
alcanzaron difusión a partir de los pueblos nómadas asiáticos, así como de los
germánicos y nórdicos, grandes consumidores de productos lácteos.
Como curiosidad, según historias del kéfir, en el Cáucaso maceraban carne con
leche de kéfir y luego lo dejaban secar en tiras. Esto hacía a la carne seca mucho
más asimilable y nutritiva además de conservarla en buen estado mucho tiempo.
En España fue introducido por la doctora Helmold. Hace menos de cuarenta años,
una conocida casa comercial de yogures y productos lácteos intentó la distribución
de leche kefirada en tiendas de alimentación, pero la iniciativa no prosperó.
Se cree que la kombucha es originaria de Manchuria, donde es consumido desde
hace más de 3000 años.
Debido a sus viajes se la conoce con varios nombres: kombucha (que es la forma
alemana del nombre japonés utilizada internacionalmente), combucha,
komboocha, mushroom-tea (‘te-hongo’ en inglés), Manchurian mushroom
(’hongo de Manchuria’), Manchurian tea (’té manchuriano’), tea-kwass, teakvass,
kargasok (en ruso) y otros.
Unos dicen que kom-bu-cha signfica ‘té como vino’ (pu: ‘vino’, chá: ‘té’) y otros
‘esponja de té’. Los elementos del té se esparcen en el sistema corporal y
normalizan el estado de las membranas celulares, sin efectos secundarios,
manifestando sus propiedades beneficiosas para el metabolismo y promoviendo
así su bienestar general.