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MUERTE AL

En Cuba los estudios


POEMA
demográficos no
manejan el término
«suicidio». Las
estadísticas oficiales
asumen otra variable:
mortalidad por lesiones
autoinfligidas
intencionalmente.

Por Lorena Sánchez

E
l poeta, el antipoeta, el ultra poeta desdentado solo es, al final, un a Flores ganando el Premio David de poesía por Los pájaros escritos en
número en un cartón blanco. En la morgue –ese poeta, antipoeta, 1990; a Flores que del aire pasa a lo subterráneo; a Flores cavando un
ultra poeta desdentado– solo es el muerto 5703. Luego se convierte túnel, recorriendo los cimientos, las cañerías, buscando la circularidad
en polvo, hueso calcinado, dos kilogramos de cenizas. No ya cadáver, no como única tabla de salvación.
ya hombre, el poeta viaja a su último destino: la Playita de los Rusos, al Tiene, asumámoslo, a Flores haciendo su entrada en esa suerte de
este de La Habana. Su urna, azul, artesanal, la carga otro omnipoeta, Bucarest caribeño que es Alamar; a Flores como el eje de OMNI Zona
escultor y performer: Amaury Pacheco. El poeta, antipoeta, el ultrapoeta Franca –ese grupo donde habitan poetas que esculpen, dibujan, cantan
desdentado es, digámoslo desde el principio, Juan Carlos Flores; y Flores poesía; ese híbrido de la escritura, el reggae, el hip-hop, el rap, con
el día anterior a estos hechos, 14 de septiembre de 2016, a las ocho y estructuras gráficas y espaciales–; y tiene, por último, a ese otro poeta
cuarto de la mañana, pendía de una soga que había tenido el cuidado de culto –negro, guantanamero, también esquizoide, también suicida,
de amarrar tres veces a las rejas de su balcón. graduado de Arte Dramático en 1977, de Artes Escénicas en 1984, Premio
Desde allí Flores, a lo lejos, parecía leer. Así permanecería cerca de David: Viejas palabras de uso mediante, autor de una decena de
cinco horas hasta que los peritos y el cuerpo criminalístico obtuvieran la poemarios, de la pieza teatral Ya nadie saluda al rey, de un volumen de
orden para entrar. Dentro, el Blue Castle, como él mismo nombrara a su cuentos y algunos ensayos inéditos– alejándose de esta ciudad, para
«fortaleza» –apartamento trece, edificio C14, en la Zona 6 de Alamar– siempre.
simulaba la calma en medio del estado caótico de las cosas: sacos de La historia que sigue, por tanto, se podría contar de esta manera:

06 arena, palos detrás de la puerta; en el baño: la ventana rota, una tijera,


un trozo de soga, el cuadro de El Principito que alguna vez le regalara
Carlos Vega; en la cocina: una taza verde repleta de colillas de cigarro,
–Me llamo Ángel Escobar.
– ¿Qué problema tiene?
–No duermo bien.
restos de la novela Reflejos en un ojo dorado, de Carson McCullers; — ¿Insomnio?
encima, en función de pisapapeles, tres piedras triangulares dispuestas — Sí.
en forma triangular. — ¿Todas las noches?
Antes de estos episodios, el poeta, antipoeta, ultra poeta desdentado — Todas.
–nacido en La Habana en 1962; hijo de Gregorio e Hilda, hermano de — ¿Toma algo?
Raúl, Jorge e Iris; solo de padre, solo de madre, de hermanos, de hijos: — Para eso no.
no así de amigos; esquizofrénico, epiléptico, suicida– escribía cosas como — ¿Meprobamato?
estas: «Sé que la causa verdadera de mi muerte será el mal que padezco, — No me sirve.
/ gran mal o pequeño mal y sus daños colaterales,/ no la presentación — Es lo que hay.
pública del mal que padezco, / grandes o pequeñas representaciones, — ¿No tiene algo más fuerte?
ni lo que daño colateralmente. /Llevo diente de ajo y otros atributos — Lo voy a remitir…
todo el tiempo, / en el bolsillo trasero del pantalón, / pero esta táctica — Ya fui.
familiar tiene sus fallas. / Necesito pisar mierda, si fuera posible pisar — ¿Adónde?
mierda de vaca. / Solo encuentro terrones, la fauna está contraída. / — Calixto, Fajardo, Ameijeiras, Mazorra.
Extraño sitio y extrañas las palabras que lo nombran». — ¿Mazorra?
«El niño esquizo hace malabares con la única verdad que tiene: esa — Huí de ahí.
verdad de su oficio de ‘escribidor’, como vividor de lo escrito, como — ¿Qué le dijeron?
comedor de una especie de opio que se llama poesía-mandrágora». — Disfunción.
Escribe Reina María Rodríguez en el prólogo de Distintos modos de — ¿De qué tipo?
cavar un túnel (cuaderno de cincuenta y tantos poemas que le valieran — Voces.
a Juan Carlos Flores el Premio UNEAC de Poesía 2002 “Julián del Casal”). — ¿Voces?
«(…) Su suicidio permanente está en la página que trastea con esmero, — Voces.
con delicadeza de jardinero que poda un marabuzal en claro-oscuro. — ¿Trabaja?
Páginas-pozo donde viven y se atropellan las voces que lo acompañan y — Soy escritor.
no lo dejan solo. Como en un cuadro de Acosta León, me dice, un cuadro — ¿Periodista?
de tarecos que no sirven más que para gritar». — No, escritor.
En la historia que sigue Flores no es protagonista. Flores está de Así inicia Efraín Rodríguez Santana su novela La cinta métrica (Ediciones
costado, llenando el vacío, sin pretenderlo, de otro escritor de culto, en Unión 2015), donde el poeta Ángel Escobar aparece en primera persona
un no lugar también de culto, al menos para los escritores malditos para, monólogo y ficción mediante, revelarnos la paranoia, las obsesiones
cubanos: Alamar, «la ciudad dormitorio» creada en los años setenta, esquizofrénicas, los encierros hospitalarios del poeta guantanamero,
refugio del hombre nuevo, antítesis de modernidad. Esta historia tiene nacido en Sitiocampo en 1957. Escobar, uno de los once hermanos. Escobar
Homenaje

MUERTE AL
En Cuba los estudios
POEMA
demográficos no
manejan el término
«suicidio». Las
estadísticas oficiales
asumen otra variable:
mortalidad por lesiones
autoinfligidas
intencionalmente.

Por Lorena Sánchez


EL CAIMÁN BARBUDO—julio-agosto—2017

E
l poeta, el antipoeta, el ultra poeta desdentado solo es, al final, un a Flores ganando el Premio David de poesía por Los pájaros escritos en
número en un cartón blanco. En la morgue –ese poeta, antipoeta, 1990; a Flores que del aire pasa a lo subterráneo; a Flores cavando un
ultra poeta desdentado– solo es el muerto 5703. Luego se convierte túnel, recorriendo los cimientos, las cañerías, buscando la circularidad
en polvo, hueso calcinado, dos kilogramos de cenizas. No ya cadáver, no como única tabla de salvación.
ya hombre, el poeta viaja a su último destino: la Playita de los Rusos, al Tiene, asumámoslo, a Flores haciendo su entrada en esa suerte de
este de La Habana. Su urna, azul, artesanal, la carga otro omnipoeta, Bucarest caribeño que es Alamar; a Flores como el eje de OMNI Zona
escultor y performer: Amaury Pacheco. El poeta, antipoeta, el ultrapoeta Franca –ese grupo donde habitan poetas que esculpen, dibujan, cantan
desdentado es, digámoslo desde el principio, Juan Carlos Flores; y Flores poesía; ese híbrido de la escritura, el reggae, el hip-hop, el rap, con
el día anterior a estos hechos, 14 de septiembre de 2016, a las ocho y estructuras gráficas y espaciales–; y tiene, por último, a ese otro poeta
cuarto de la mañana, pendía de una soga que había tenido el cuidado de culto –negro, guantanamero, también esquizoide, también suicida,
de amarrar tres veces a las rejas de su balcón. graduado de Arte Dramático en 1977, de Artes Escénicas en 1984, Premio
Desde allí Flores, a lo lejos, parecía leer. Así permanecería cerca de David: Viejas palabras de uso mediante, autor de una decena de
cinco horas hasta que los peritos y el cuerpo criminalístico obtuvieran la poemarios, de la pieza teatral Ya nadie saluda al rey, de un volumen de
orden para entrar. Dentro, el Blue Castle, como él mismo nombrara a su cuentos y algunos ensayos inéditos– alejándose de esta ciudad, para
«fortaleza» –apartamento trece, edificio C14, en la Zona 6 de Alamar– siempre.
simulaba la calma en medio del estado caótico de las cosas: sacos de La historia que sigue, por tanto, se podría contar de esta manera:

06 arena, palos detrás de la puerta; en el baño: la ventana rota, una tijera,


un trozo de soga, el cuadro de El Principito que alguna vez le regalara
Carlos Vega; en la cocina: una taza verde repleta de colillas de cigarro,
–Me llamo Ángel Escobar.
– ¿Qué problema tiene?
–No duermo bien.
restos de la novela Reflejos en un ojo dorado, de Carson McCullers; — ¿Insomnio?
encima, en función de pisapapeles, tres piedras triangulares dispuestas — Sí.
en forma triangular. — ¿Todas las noches?
Antes de estos episodios, el poeta, antipoeta, ultra poeta desdentado — Todas.
–nacido en La Habana en 1962; hijo de Gregorio e Hilda, hermano de — ¿Toma algo?
Raúl, Jorge e Iris; solo de padre, solo de madre, de hermanos, de hijos: — Para eso no.
no así de amigos; esquizofrénico, epiléptico, suicida– escribía cosas como — ¿Meprobamato?
estas: «Sé que la causa verdadera de mi muerte será el mal que padezco, — No me sirve.
/ gran mal o pequeño mal y sus daños colaterales,/ no la presentación — Es lo que hay.
pública del mal que padezco, / grandes o pequeñas representaciones, — ¿No tiene algo más fuerte?
ni lo que daño colateralmente. /Llevo diente de ajo y otros atributos — Lo voy a remitir…
todo el tiempo, / en el bolsillo trasero del pantalón, / pero esta táctica — Ya fui.
familiar tiene sus fallas. / Necesito pisar mierda, si fuera posible pisar — ¿Adónde?
mierda de vaca. / Solo encuentro terrones, la fauna está contraída. / — Calixto, Fajardo, Ameijeiras, Mazorra.
Extraño sitio y extrañas las palabras que lo nombran». — ¿Mazorra?
«El niño esquizo hace malabares con la única verdad que tiene: esa — Huí de ahí.
verdad de su oficio de ‘escribidor’, como vividor de lo escrito, como — ¿Qué le dijeron?
comedor de una especie de opio que se llama poesía-mandrágora». — Disfunción.
Escribe Reina María Rodríguez en el prólogo de Distintos modos de — ¿De qué tipo?
cavar un túnel (cuaderno de cincuenta y tantos poemas que le valieran — Voces.
a Juan Carlos Flores el Premio UNEAC de Poesía 2002 “Julián del Casal”). — ¿Voces?
«(…) Su suicidio permanente está en la página que trastea con esmero, — Voces.
con delicadeza de jardinero que poda un marabuzal en claro-oscuro. — ¿Trabaja?
Páginas-pozo donde viven y se atropellan las voces que lo acompañan y — Soy escritor.
no lo dejan solo. Como en un cuadro de Acosta León, me dice, un cuadro — ¿Periodista?
de tarecos que no sirven más que para gritar». — No, escritor.
En la historia que sigue Flores no es protagonista. Flores está de Así inicia Efraín Rodríguez Santana su novela La cinta métrica (Ediciones
costado, llenando el vacío, sin pretenderlo, de otro escritor de culto, en Unión 2015), donde el poeta Ángel Escobar aparece en primera persona
un no lugar también de culto, al menos para los escritores malditos para, monólogo y ficción mediante, revelarnos la paranoia, las obsesiones
cubanos: Alamar, «la ciudad dormitorio» creada en los años setenta, esquizofrénicas, los encierros hospitalarios del poeta guantanamero,
refugio del hombre nuevo, antítesis de modernidad. Esta historia tiene nacido en Sitiocampo en 1957. Escobar, uno de los once hermanos. Escobar
en casa de guano y piso de tierra, unos pies sin zapatos hasta los seis años. versión de Sobre el nido del cuco, acaso su texto más significativo; más de
De madre Cándida que lava ropa y atiende a sus hijos. De padre Alberto, cien poemas en dos cuadernos fechados en la década del 60; una importante
barbero, turronero, campesino, alcohólico, y violento. Muy violento. Escobar traducción de la cuarta parte de East Coker, uno de los cuatro cuartetos de
que lo escucha acercarse al bohío, lo escucha silbar y se orina en los T.S. Eliot; una libreta escolar con los primeros cuarenta poemas que escribiera
pantalones. Y es el hotel Flor de Cuba que está justo al lado del Teatro entre 1959 y 1963. Por último, dos años antes de morir, en Riesgos del
Aguilera en Santiago de Cuba. Es Alberto con una navaja barbera. Es Cándida equilibrista, Novás parece vislumbrar el momento de su muerte:
sin vida. Es la madre muerta. «Yo pronto moriré, yo me iré pronto. / Es una idea que he tenido siempre./
Es Escobar que empieza a escribir a los dieciséis años, que gana su primer Este junio tal vez será diciembre. / Sobre la cuerda no haré más el Tonto».
premio a los diecinueve: La noticia de la muerte de Raúl Hernández Novás sorprende a Ángel
«Ángel (…) se desmarca de un tipo de coloquialismo que tanto empobreció Escobar en Chile. El deceso del poeta lo marca terriblemente y a él escribe
la poesía escrita en los 70 –escribe Efraín Rodríguez Santana a Jorge Luis el poema «Así y aquí», incluido en ese poemario atroz que es Cuando salí de
Arcos en una carta fechada el 3 de junio de 2005–. Desde Viejas palabras de La Habana (1996). Más tarde, en una carta al ensayista y profesor francés
uso (1978), Premio David de 1977, escrito a los dieciocho años, se produce Alain Sicard, el 15 de octubre de 1993, confiesa: «Me he enterado de la
un punto de giro en el lenguaje que, aunque es directo, con un marcado muerte de Raúl Hernández Novás, por suicidio: se quitó del aire, como hacían
sesgo social, se mezcla intencionalmente con otras formas poéticas de cierta los primeros cubanos y los esclavos; eso me ha descolocado un poco más:
densidad tropológica; así pues, la oda y la elegía se entrelazan con lo era bueno, la bonanza, la costumbre, el ser sin más, no sé, ¿qué lo mató? Él
conversacional para ofrecernos una visión íntima y, a veces, idealizada del creía en la luz, no era iracundo ni frenético (…) caminaba por la ciudad y
pasado familiar, junto al canto de un presente muy realzado. Su poesía tiene ahora es un signo de ella».
un sello intransferible. Caja de resonancia, música que lo lleva a lugares Al guantanamero la idea del suicidio no le abruma. Es conocedor del
clamorosos. De eso trata su segundo libro, Allegro de sonata (1987). Nadie tema, sin embargo insiste: «Yo creía que era un contemplativo, y lo hizo:
en los 80 se arriesgó tanto con una rareza como esa». claro que la contemplación es atroz, quizás más que el acto. Hasta Martí,
Se llama Generación del 80 en Cuba a ese grupo de poetas que, desde un quien tanto admiró, lo condena: “El que se mata es un ladrón”; pero ¿por
principio puramente cronológico, nacieron entre los años cincuenta y sesenta, qué no lo salvó la belleza si alcanzó a verla…?». Y concluye: «Lo atrabancó la
pero cuyas obras comienzan a tener mayor resonancia hacia la octava década muerte, esa gran puta».
del siglo XX. Poetas todos poderosos, que beben de la generación beat Escobar, por su parte, que ya no necesita «ninguna justificación entre los
norteamericana, de la antipoesía, y reconocen como maestros a dos autores símbolos», sabe que también va a morir. Su ruido interior es su caída.
precedentes: José Lezama Lima y Virgilio Piñera, rompen además con el Los fantasmas del poeta caótico son finalmente su propia némesis. «Vienen.
coloquialismo de la generación anterior y exploran otras formas estróficas, Lo harán. /Yo, lo escogido. Ya ni excepción. / ni norma. Me aferran. /
otras rítmicas. Todo lo que temí me envuelve. / Todo lo que anhelé me acoge. / Insolencia,
Poetas que, al decir de Ediel Pérez Noguera en su libro La fuga de una pavor, anhelo, error acuden. / Son este blanco y terco día entre todos los
línea mágica: el sentido decolonial de la poesía de Ángel Escobar, apreciarán días. / Son el minucioso tajo del cuchillo. / Son esta franja oscura y son este
«un tipo de escritura que, construida desde la periferia, se alzará como una recinto donde lo más arduo/ es no poder escapar del conocimiento»,
poética de resistencia ante los discursos hegemónicos». escribe en El escogido.
A ese coro generacional donde se inscriben Reina María Rodríguez, Ramón En Cuba los estudios demográficos no manejan el término «suicidio». Las
Fernández Larrea, Emilio García Montiel y Omar Pérez, pertenece Ángel estadísticas oficiales asumen otra variable: mortalidad por lesiones
Escobar, y de una manera más tardía –según apuntan los críticos–, a Juan autoinfligidas intencionalmente. En su última actualización (2015), la Oficina
Carlos Flores. Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) ubicaba al suicidio como la
Flores es también de esas voces que vienen a decirnos: «un momento, las décima causa de muerte en el país. Mientras, en el año 1997 la tasa de
problemáticas de la vida son muchas otras» dice el crítico y ensayista cubano mortalidad por lesiones autinfligidas intencionalmente fue de un 18,4 por
Enrique Saínz. Un poeta que, si bien comienza a ganar premios a partir de cada 100 000 habitantes. En ese año, en la tarde del 14 de febrero, –luego
los noventa, ya está activo en los ochenta. Él, como Escobar, se desentiende de instar a su hermana Luz Marina a que preparara «ese arroz sabroso de
en alguna medida del canto, del júbilo por la realidad conquistada. Están Oriente», y poner encima del piano un papel blanco mecanografiado, su
más en la escuela de la indagación metafísica de los destinos, del último poema– al sentarse al borde del balcón de espaldas al vacío, y dejarse
cuestionamiento de la historia personal. Ambos, mientras el acontecer está caer desde aquel cuarto piso en el Vedado, el poeta cubano Ángel Escobar,
haciendo maravillas por ahí, andan diciendo: «todo eso está muy bien, pero
tengo un miedo a morirme que no puedo con él».
con solo 39 años, sería un número más en estas estadísticas.
Álvaro Iván Jacome Boada –colombiano que desde el pasado milenio 07

EL CAIMÁN BARBUDO—julio-agosto—2017
Pero un poeta anterior también tenía miedo a morir. Uno de temprana vive en Alamar, conoció a Mario Benedetti cuando el uruguayo desandaba
iniciación, que para 1959 comenzó a escribir poemas políticos y patrióticos, aquellas calles repletas de edificios de microbrigada, y que admira a otro
en sus formas más tradicionales: décimas, sonetos, romances. Un hombre poeta cubano: Roberto Fernández Retamar– tiene un ritual performático:
que –de acuerdo con Jorge Luis Arcos– es el «adelantado» a la renovación llega a la Cafetería La Llanta, en la Zona 6 del barrio habanero, y pide dos
de la Generación del 80 para la literatura cubana. Un poeta anterior que, cafés. Mientras disfruta del primero, pone el segundo a un costado y espera.
como Escobar y Flores, entraría en la extraña raza de los suicidas, esa lista Espera por Juanca. Luego, solo luego, cuando nadie llega, cuando el café
de raros y kamikazes que también la integran otros como Cesare Pavese, frío parece no morir, Álvaro se lo toma.
Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni, Vladímir Mayakovski, Silvia Plath. Juanca es, para Álvaro y para todos en Alamar, Juan Carlos Flores. Juanca
Ellos, entre todos estos. es, para Álvaro, el poeta. Su compañero de almuerzos, con quien aprendió
«El 12 de junio de 1993 Raúl Hernández Novás puso fin a su vida con un a «comer en quiosquitos».
tiro de revólver en la sien. Se conoce que el poeta traspasó la frontera que –Manteníamos una conversación el tiempo que dura un almuerzo. Eran
muy pocos rebasan: la primera vez que apretó el gatillo, el disparo no se conversaciones fascinantes y taladrantes al mismo tiempo. No lo dejaban
produjo. Tras ese instante, la mayoría de quienes intentan la muerte con a uno bien. Eran de una crudeza tremenda, porque Juanca siempre llevaba
armas de fuego suelen desistir para siempre o hasta una próxima oportunidad. adelante el estilete. Lo que tocase lo abría. No se salía inmune ni había
Pero el poeta insistió y se consumó su muerte», cuenta Jorge Luis Arcos en impunidad conversando con él. Tenía no uno, sino dos estiletes de doble
Raúl Hernández Novás: la mirada desde el velo del amnios. filo. Se movía siempre, performático para todo, y en ese manejo de los
Cuatro días antes, Novás –«el tonto en la colina», «el náufrago», «el estiletes era peligrosísimo. Recuerdo que un día un amigo, de estos macetas
bufón», «la estatua ciega», «el equilibrista», el «animal civil»– había dejado con pose medio empresarial, me saludó en la calle y me dijo: «coño, se
su casa en 5ta y 96, Playa, para visitar a un amigo. Era un martes y Enrique murió el poeta». El poeta, eso era él.
Saínz recibía entonces al mismo Novás de siempre: A Álvaro lo encuentro en el Centro Comercial de la Zona 6 de Alamar. El
–Taciturno, deprimido, extremadamente melancólico, con la mirada clavada lugar, conocido como «la candonga», es un pasillo enorme habitado por
en el piso, quejándose de su angustia ante la vida. Sin embargo, ni por la comerciantes de turno, de puestos fijos, señoras que venden javitas a un
mente me pasó que cuatro días después me darían una noticia como esa. peso cubano, compradores empedernidos. El lugar, insiste Álvaro, no es el
Se conoce que hasta el día de su muerte Raúl Hernández Novás había más adecuado para hablar de Flores. «Este pasillo era un no lugar para él»,
publicado una edición anotada sobre la obra del peruano César Vallejo, dice el colombiano que siente como si faltara a la memoria del poeta. Más
cerca de siete poemarios, –entre ellos Animal Civil (1987) y Sonetos a tarde, a su pregunta de por qué mi interés por el Juanca, le comento que
Gelsomina (1991), setenta y siete sonetos reunidos en este último volumen, ando escribiendo un texto sobre tres poetas suicidas cubanos.
simbólica alusión a los poemas de Trilce, de Vallejo–, había merecido el –Déjeme ver si adivino –dice–. El Juanca, el negro Escobar y este otro
Premio UNEAC de Poesía en 1985 y el Premio de Poesía 13 de marzo por grandote que trabajó en la Casa de las Américas: Novás.
Enigmas de las aguas. — ¿¿Cómo lo sabe??—pregunto.
Se sabe además que después de la muerte de su madre, en 1985, el — Porque son las tres grandes voces, qué caray.
poeta solo escribió diez poemas a lo sumo. Que dejó inédito la primera
Tomado de Cachivache Media.

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