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Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según los evangelios, fueron testigos de
la transfiguración de Jesús (Marcos 9, 1). Según el relato bíblico fue el primero en
reconocer a Jesús como el Mesías esperado (Marcos 8, 29) recibiendo de Jesús el
apelativo de Pedro (“piedra”) sobre la cual edificaría su Iglesia (Mateo 16, 13-20).
Tras la muerte de Jesús, el autor de Hechos de los Apóstoles, presenta a Pedro como
una figura crucial de las primeras comunidades cristianas; es él quien preside la
selección del reemplazo para Judas Iscariote (Hechos 1,15-26); él quien toma la
palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés (Hechos 2, 14-41); él quien es
examinado públicamente por el Sanedrín junto con Juan (Hechos 4, 7-22; Hechos 5,
18-42). Emprende misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea. Tiene una intervención
destacada en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de
Jesús se extiende también a los gentiles.
En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca del resto de
los apóstoles, ha visto la Comunidad Cristiana una confirmación de su enseñanza de
que él ejercía el primado sobre ellos. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo
general en los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que
predicaba a los gentiles (personas no judías).
La tradición narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde habría sido obispo, y
que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo Vaticano, sepultado a
poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador
Constantino mandó construir la gran basílica vaticana.
Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el evangelio
de Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte de uno de sus discípulos.
Además, dos Cartas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin embargo, los
originales griegos son muy superiores en su redacción a lo esperable en un rústico
pescador cuyo primer idioma era el arameo y que no habría estudiado griego (Hechos
4, 13). La explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas fue
redactada por un amanuense que, si no recogió directamente de boca de Pedro sus
opiniones, lo conocía lo suficientemente bien como para hablar en su nombre. Sin
embargo, la autoría por San Pedro de la segunda epístola está muy discutida.
SAN PABLO:
Nació (entre el año 5 y el año 10) en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del
Asia Menor (la actual Turquía). La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía
romana por nacimiento (Hechos 22, 22-29). Por lo que Pablo era ciudadano romano
pese a ser hijo de judíos. Hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín, en
su adolescencia es enviado a Jerusalén, donde estudia con el famoso rabino Gamaliel
(Hch 22, 3). Tuvo una educación mucho mayor que los humildes pescadores que
fueron los primeros apóstoles de Cristo.
Pablo de Tarso fue un activo perseguidor de los cristianos bajo la influencia de los
fariseos. De hecho él fue de los que participó y asintió en la ejecución de San Esteban,
el primer mártir de la Iglesia de aquel entonces. Camino a Damasco, tuvo una visión
y se convirtió al cristianismo. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles y las
epístolas paulinas, fue gracias a una aparición de Cristo camino de la ciudad de
Damasco, cuando se produce el encuentro con el Señor Jesús y se produce un cambio
radical en su vida.
A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros de Pablo. Es
impresionante su actividad misionero en lugares tan diversos, fundamentalmente, a
los pertenecientes a la cultura griega.
- En el primer viaje misional, junto con Bernabé y su primo Juan Marcos de ayudante,
parte de Seleucia, puerto de Antioquía, donde había predicado durante un año, hacia
la isla de Chipre, concretamente a Salamina. Este era el primer lugar donde
predicaban a los “no judíos”, es decir, a los gentiles o paganos. Encuentran mala
acogida por parte de los judíos, y deciden dirigirse a los paganos; por los sitios que
pasaban, formaban comunidades y dejaban encargados para cuidarlas. Los cristianos
procedentes del judaísmo plantean la idea de que estos nuevos cristianos deberían
aceptar también las leyes judías, como la circuncisión. Pablo decide plantear la
cuestión en Jerusalén a su regreso en el año 49, ante los apóstoles. Esto dio lugar al
primer concilio, el Concilio de Jerusalén, del año 50. Triunfó la postura de Pablo, sobre
no imponer rituales judíos a los conversos gentiles.
- En primavera del año 54, inicia su tercer viaje misionero, estableciendo su centro de
operaciones en Éfeso, capital de Asia Menor. Permanece allí unos tres años. Le llegan
noticias de los conflictos surgidos en la comunidad de Corinto. En este período,
escribe diversas CARTAS. Así la 1ª y la 2ª a los Corintios. Atendiendo a los conflictos
con los judeo-cristianos, escribe las cartas a los Filipenses y a los Gálatas. Va a
Corinto a finales del 57, donde pasa el invierno. Escribe la carta a los Romanos, en la
primavera del 58. Vuelve entonces a Jerusalén para entregar la colecta de las
comunidades cristianas procedentes del paganismo, destinada a los pobres de las
comunidades de Jerusalén. Judíos procedentes de Antioquia lo acusan de violar la
Ley e intentan matarlo en una reyerta. El tribuno romano impide que lo maten y lo
encarcela. Es enviado a la provincia de Judea, donde el procurador lo retiene durante
dos años (del 58 al 60) a la espera de conseguir un rescate por su libertad. Pablo
apela a su derecho, como ciudadano romano, de ser juzgado en Roma. Tras un
accidentado viaje, llega a Roma en la primavera del año 61. Es liberado en el 63. Su
carta a Filemón se supone
escrita en este periodo de
cautividad, entre el 58 y el 63.