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muerte?
TeoGracia Publicado el 15 de mayo del 2016
La primera vez que recuerdo haber visto un cadáver fue cuando tenía ocho años. ¡Estaba
aterrado! Era el cuerpo de mi madrastra en un ataúd. Mi madre murió al darme a luz,
así que ella era la mujer que conocía como madre. Ver su cuerpo sin vida me asustó.
Todo el concepto de la muerte me confundió y me dió una sensación de malestar. No
había nada ocasional al respecto.
Ver a mi padre en un ataúd cuatro años más tarde me trajo la misma clase de miedo y
sobriedad.
Parte de ello es tratar de comprender algo muy ajeno a nosotros: la separación del alma
del cuerpo. No somos capaces de comprender la existencia aparte del único cuerpo que
hemos conocido. El otro misterio inquietante es tratar de imaginar lo que veremos y
experimentaremos primero después de la muerte. ¿Qué será cuando veamos por
primera vez a un ser celestial o a Dios mismo?
La muerte no es una cosa fácil para meditar, pero la persona sabia pensará en la muerte
con frecuencia.
Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
(Salmos 90:12)
¿Cuándo fue la última vez que hiciste esta oración? Un hombre sabio a menudo piensa
en la muerte, y el necio la ignora. Es por esto que el enemigo nos impide pensar y hablar
acerca de la muerte. Y es por esto que debemos trabajar para mantener la brevedad de la
vida en la prioridad de nuestras mentes.
La próxima semana, uno de mis amigos irá a la corte. Hay un posibilidad de que sea
sentenciado a varios años en prisión. Como puedes imaginar, es difícil para él pensar en
otra cosa. Por mucho que trate de tener una semana “normal”, estoy bastante seguro
que su mente se preocupa por lo que el juez va a decir.
¿No deberíamos estar preocupados también por nuestro próximo día en la corte de
Dios? La Biblia dice que un día estaremos delante de un Juez a quien se refiere como un
“Fuego Consumidor” (Hebreos 12:29). Increíblemente, algunos viven toda su vida sin
siquiera considerar lo que será este momento.
Mejor es ir a una casa de luto que ir a una casa de banquete, porque aquello (la muerte)
es el fin de todo hombre, y al que vive lo hará reflexionar en su corazón. (Eclesiastés 7:2)
¿Es mejor ir a un funeral que a una fiesta? El hecho de que nunca hayas escuchado esta
expresión en una conversación sólo revela cuán lejos está nuestra sociedad de la
sabiduría bíblica.
He realizado muchos funerales. No es raro ver a la gente salir a beber inmediatamente
después del servicio. Es su manera de “seguir adelante” y no habitar en la gravedad de la
situación.
El corazón de los sabios está en la casa del luto, mientras que el corazón de los necios
está en la casa del placer. (Eclesiastés 7:4)
El hombre sabio no se mueve rápidamente de funerales pasados. Su corazón permanece
en un estado de duelo. El necio cuenta chistes tan pronto como termina el funeral, no se
da cuenta del daño que le hace a su corazón. Los necios hacen lo que es más fácil.
Comer una torta es fácil, pero hacerla requiera esfuerzo. Las cosas que nos edifican
requieren intensionalidad y trabajo. Contemplar la muerte requiere trabajo; ver una
película típica no. El hombre sabio toma tiempo para pensar en asuntos serios. El
trabajo duro del duelo edifica la sabiduría del corazón.