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¿Piensas sobre tu

muerte?
TeoGracia Publicado el 15 de mayo del 2016

Ayer visité a un hombre en su lecho de muerte. Quedé confundido.


Este hombre no tenía una relación con Jesús, no tenía un interés en el evangelio, pero
no temía a la muerte. Su único deseo era aliviar su dolor físico y morir sin esfuerzo. No
podía entenderlo. ¿En serio? ¿sin miedo a la muerte en absoluto?

La primera vez que recuerdo haber visto un cadáver fue cuando tenía ocho años. ¡Estaba
aterrado! Era el cuerpo de mi madrastra en un ataúd. Mi madre murió al darme a luz,
así que ella era la mujer que conocía como madre. Ver su cuerpo sin vida me asustó.
Todo el concepto de la muerte me confundió y me dió una sensación de malestar. No
había nada ocasional al respecto.
Ver a mi padre en un ataúd cuatro años más tarde me trajo la misma clase de miedo y
sobriedad.

Cuarenta años más tarde, todavía me siento profundamente perturbado en los


funerales. Cada vez que veo un cuerpo muerto, creo que inevitablemente, pronto ese
cuerpo seré yo. Entonces vienen todo tipo de pensamientos incómodos.

La sabiduría reflexiona sobre la muerte


Entiendo que los cristianos no deberían temer a la muerte. Jesús murió y resucitó de la
tumba, por lo tanto la muerte ha perdido su “aguijón” (1 Corintios 15:55-56). Pero sólo
porque el miedo desaparece, no significa que permanecemos indiferentes. La muerte
tiene una manera de sacudirnos y llevarnos a la seriedad. ¿No sientes un sensación
extraña o incluso tal vez enferma cuando piensas en tu propia muerte?

Parte de ello es tratar de comprender algo muy ajeno a nosotros: la separación del alma
del cuerpo. No somos capaces de comprender la existencia aparte del único cuerpo que
hemos conocido. El otro misterio inquietante es tratar de imaginar lo que veremos y
experimentaremos primero después de la muerte. ¿Qué será cuando veamos por
primera vez a un ser celestial o a Dios mismo?
La muerte no es una cosa fácil para meditar, pero la persona sabia pensará en la muerte
con frecuencia.
Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
(Salmos 90:12)

¿Cuándo fue la última vez que hiciste esta oración? Un hombre sabio a menudo piensa
en la muerte, y el necio la ignora. Es por esto que el enemigo nos impide pensar y hablar
acerca de la muerte. Y es por esto que debemos trabajar para mantener la brevedad de la
vida en la prioridad de nuestras mentes.

La próxima semana, uno de mis amigos irá a la corte. Hay un posibilidad de que sea
sentenciado a varios años en prisión. Como puedes imaginar, es difícil para él pensar en
otra cosa. Por mucho que trate de tener una semana “normal”, estoy bastante seguro
que su mente se preocupa por lo que el juez va a decir.

¿No deberíamos estar preocupados también por nuestro próximo día en la corte de
Dios? La Biblia dice que un día estaremos delante de un Juez a quien se refiere como un
“Fuego Consumidor” (Hebreos 12:29). Increíblemente, algunos viven toda su vida sin
siquiera considerar lo que será este momento.

Postergar pensar en la muerte nos lleva a la ignorancia


Sólo puedo imaginar cómo usted como lector está respondiendo a este punto. Esta
puede ser la primera vez que alguien le ha animado a pensar profundamente sobre la
muerte y el juicio. No estamos acostumbrados a las conversaciones sobre la muerte.
Nuestra sociedad llega a extremos increíbles para ocultarnos la realidad inevitable de la
muerte. Se considera molesto o incluso grosero pedir a los demás pensar sobre sus
muertes. Inevitablemente alguien rápidamente cambiará el tema cuando sienta que el
ambiente se pone demasiado serio o solemne. Pero ¿debemos hacerlo?

Mejor es ir a una casa de luto que ir a una casa de banquete, porque aquello (la muerte)
es el fin de todo hombre, y al que vive lo hará reflexionar en su corazón. (Eclesiastés 7:2)
¿Es mejor ir a un funeral que a una fiesta? El hecho de que nunca hayas escuchado esta
expresión en una conversación sólo revela cuán lejos está nuestra sociedad de la
sabiduría bíblica.
He realizado muchos funerales. No es raro ver a la gente salir a beber inmediatamente
después del servicio. Es su manera de “seguir adelante” y no habitar en la gravedad de la
situación.

Otros pueden no emborracharse, pero encuentran otras maneras de intoxicarse a sí


mismos – volver al trabajo, ir al cine, reír, hablar, enviar mensajes de texto, entrar en
redes sociales. La gente hará cualquier cosa para evitar pensar en la única cosa que
importa. La realidad está justo allí delante de sus ojos, pero desesperadamente buscarán
cualquier alternativa para afrontar los hechos.

El corazón de los sabios está en la casa del luto, mientras que el corazón de los necios
está en la casa del placer. (Eclesiastés 7:4)
El hombre sabio no se mueve rápidamente de funerales pasados. Su corazón permanece
en un estado de duelo. El necio cuenta chistes tan pronto como termina el funeral, no se
da cuenta del daño que le hace a su corazón. Los necios hacen lo que es más fácil.
Comer una torta es fácil, pero hacerla requiera esfuerzo. Las cosas que nos edifican
requieren intensionalidad y trabajo. Contemplar la muerte requiere trabajo; ver una
película típica no. El hombre sabio toma tiempo para pensar en asuntos serios. El
trabajo duro del duelo edifica la sabiduría del corazón.

Permanecer en la casa del luto


Cuando estaba en el seminario, aprendí que “el corazón” se refiere al centro de misión
de control de nuestros cuerpos. Es la sede de la toma de decisiones. Es por esto que tú y
yo tomamos decisiones sabias una vez que nuestros corazones pasan tiempo en la casa
del luto. Tiendo a tomar buenas decisiones en los funerales y malas decisiones en los
restaurantes. He tomado sabias decisiones financieras mientras estaba rodeado de niños
hambrientos, y malas decisiones desde los suburbios. Necesitamos mantener nuestros
corazones cerca a la casa del luto y evitar tomar decisiones que vamos a lamentar.
Con lo difícil que es, tenemos que ser conscientes de la muerte. Debemos tomar
decisiones con el día de nuestra muerte en mente. Por favor, por favor, por favor
considera pasar diez minutos en soledad hoy, meditando acerca de tu propio funeral.
Inagínate de pie delante de un Dios que “habita en luz inaccesible” (1 Timoteo 6:16).
Pero no te detengas ahí, Tal vez puedas reflexionar sobre las decisiones importantes de
la vida después de meditar en la muerte. Tu corazón, la sede de la toma de decisiones,
entonces estará mejor condicionado para decidir dónde vivir, qué carro, y qué zapatos
comprar.

Por: Francis Chan © Desiring God Foundation

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