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En primer término podemos hablar de la noción propuesta por Kelsen, la cual según autores
como Rodrigo Uprimny (2013) representa una tautología, en sus palabras “todo Estado tiene
que expresarse a través de un orden jurídico y la eficacia de todo orden jurídico requiere de
un Estado que la sustente”, de esta manera el Estado y el derecho serian el mismo fenómeno,
pero visto desde ópticas diversas, por lo cual la noción de Estado de derecho sería una
tautología y estaría desprovista de contenido, dado que incluso un estado como el Nazi o de
Franco seria en cierta forma un estado de derecho.
Por esta razón, esta noción de Kelsen no ha sido muy utilizada para los debates
constitucionales, dado que podría – sin quererlo, quizá- llegar a ser apuesta a la tesis que
busca defender, como ideal político de un ejercicio de poder estatal que no sea arbitrario sino
que este regido por ciertas reglas y normas que limiten su ejercicio y pueda asegurar la
libertad y el derecho de las personas (UPRIMNY, 2013).
Aunque esta visión se muestra como profundamente formal implica una limitación
considerable del Estado por el derecho, dado que todas las autoridades se deben someter a
una ley general, la cual usualmente ha sido promulgada por órganos de origen democrático
como el parlamento o el senado. Debemos recordar sin embargo que el Estado de derecho,
en esta visión, no es obligatoriamente democrático.
Este tipo de aproximación al Estado de derecho implica entonces que existan órganos capaces
de asegurar el respeto a la legalidad y por ello presuponen una cierta separación de poderes
pues debe existir independencia judicial, para que los jueces puedan controlar el sometiendo
de las autoridades al entramado legal.
En síntesis, en palabras de Uprimny (2013, pág. 3) “la idea esencial es entonces que el
comportamiento de las autoridades esté gobernado en forma estricta por reglas generales
previamente establecidas. Esto supone entonces que las leyes no sean retroactivas, sean
públicas, estables, claras, y hayan sido establecidas por un procedimiento igualmente
conocido y estable; debe además existir un poder judicial independiente con capacidad de
asegurar el respeto a esas leyes y otorgar remedios a aquellos particulares que han sufrido
por comportamientos ilegales de las autoridades”.
Sin embargo, esta visión del Estado formal de derecho tiene importantes limitaciones, pues
establecen, en sentido estricto, únicamente restricciones a las autoridades. Dado un caso
extremo, si un Estado establece normas y reglas para la aplicación de la tortura, como ilustra
Norberto Bobbio (Bobbio, 1994), o usos diferenciales de las normas a personas por raza
puede continuar siendo un Estado Formal de Derecho. En este sentido, esta visión también
puede entrar en contradicción con el propósito mismo del Estado de Derecho que es asegurar
un régimen justo.
Frente a estas limitantes substanciales del Estado de Derecho, empiezan a surgir nuevas y
más robustas visiones sobre él mismo. Estas nuevas visiones recogen los mejores de las otras
tradiciones (división de poderes, gobierno de las leyes y principio de legalidad) pero le añade
robustez substancial al pensar también en un mínimo de justicia en las leyes, una justicia que
sea salvaguarda de los derechos fundamentales de los individuos. En este punto, Uprimny
propone diferenciar entre “la visión débil, o de Estado de derecho formal o legislativo, y la
visión robusta o de Estado de derecho constitucional” (UPRIMNY, 2013), tal diferencia tiene
que ver directamente con la relación existente entre los llamados Derechos Fundamentales y
la Ley.
Finalmente, lo que esto nos muestra es que en el Estado Constitucional de Derecho la validez
de toda ley se encuentra subordinada al respeto de los derechos fundamentales que se
encuentran amparados en la Constitución, la cual como norma de normas es vinculante y de
directa aplicación. Este cambio o viraje nos lleva a abandonar posibles resabios de un Estado
que aunque se pueda mostrar como de Derecho en forma o estructura, adolezca
substancialmente de vicios de autoritarismo. Esta última visión más compleja de lo que es el
Estado de Derecho tiene profundas raíces en lo que se conoció como el ideal del “Rule of
Law” desarrollada en la tradición del viejo Common Law inglés (UPRIMNY, 2013).
Se entiende por “Estado Social de Derecho” una forma de organización del Estado, “esta
fórmula política promueve un estado de igualdad por medios de la incorporación de los
derechos sociales, junto a los clásicos derechos fundamentales, civiles y políticos, a la
constitución y el orden jurídico, garantizando las condiciones para el desarrollo de una vida
digna” (Defensoría del Pueblo , 2013). Indicando que el Estado es intervencionista, no se
interesa sólo por el individuo, sino también por la colectividad y sus contenidos y acciones
en los distintos campos de la vida social.
Este modelo surge con la necesidad de corregir y superar la fórmula clásica de estado de
derecho; cuyo propósito es velar por el bienestar de los ciudadanos desde la organización
política, prestando la asistencia y protección necesaria, combatiendo las privaciones y
desventajas económicas y sociales de los diversos sectores, además, de mediar y asegurar la
realización material de la libertad y la igualdad para todos.
Al hablar de igualdad para todos, se asume la obligación de proteger y garantizar los derechos
de la mujer, de niños y niñas, de la juventud y de las minorías étnicas, extendiéndose así
reconocimiento de:
Por lo tanto, el Estado social de derecho es una especie de pacto constitucional que media
entre la inclusión y la participación, es decir, un Estado político de la social democracia, en
el cual se debe crear las condiciones para la materialización de la democracia y sus principios,
es decir, se debe buscar un equilibrio y conexión entre el desarrollo económico y las medidas
políticas que garantizan las libertades individuales y los derechos fundamentales en toda su
extensión.
Conviene subrayar que, en cumplimiento del Estado Social, debe existir un escenario de
aseguramiento de las condiciones mínimas para la seguridad material, es decir, las
condiciones básicas para el desarrollo de una vida digna.
Razón por la cual se cuentan con diferentes ejes del Estado social, entre ellos: la igualdad y
la libertad, Estado como gestor (interviene); principio democrático (respeto por los principios
democráticos liberales); velar por los derechos sociales (respeto por la vida, la dignidad, la
libertad).
Finalmente se puede decir que, a partir de la implementación del Estado de derecho social en
Colombia en 1991, se ha propendido en asegurar la vida en condiciones dignas para todas las
personas residentes en Colombia, en garantizar la efectividad de los principios
constitucionales y la primacía de los derechos reconocidos en la Carta, en promover la
prosperidad en general, y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
Conclusión
Podemos concluir que la concepción clásica del Estado de Derecho no desaparece o queda
obsoleta con la irrupción o el desarrollo del Estado Social de Derecho, sino que viene a
armonizarse con la condición social del mismo, con la superación de una mirada únicamente
al individuo y la búsqueda del bienestar de la colectividad, pues encuentra en la dignidad de
los sujetos el punto de fusión o ensamble para ambas nociones de Estado.
De esta manera, encontramos que a la robusta seguridad jurídica que surge del entramado
legal, es complementado por la efectividad y complejidad de los derechos humanos que se
desprenden de la dimensión o arista social del fenómeno del Estado. De esta manera, tanto
el respeto irrestricto por los derechos humanos y el acatamiento responsable y legitimo a
ciertos principios rectores anclados en una normatividad compartida, constituyen los
principios rectores del accionar estatal moderno. Así no debemos ver estas dos dimensiones
(los derechos fundamentales y la ley) como puntos antagónicos sino como dos partes que al
unirse hacen mejor a su contraparte, dos ingredientes insoslayables para la existencia del
Estado en una positividad plena.
Bibliografía
Bobbio, N. (1994). ¿Gobierno de los hombre o gobierno de las leyes? En N. Bobbio, El futuro de la
Democracia. Mexico: Fondo de Cultura Economica.
Borda, L. V. (2007). Estado de derecho y estado social de derecho. Revista Estado de derecho,
N°20.
Defensoría del Pueblo . (2013). ¿Qué es el Estado Social y Democrático de Derecho . Bogotá :
Diagramación e Impresión.