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El arte de la democracia 1, FIESTA RELIGIOSA E INSTITUCION PUBLICA La tragedia griega acta como simbolo de educacién (pai- deia) para la cultura democratica. «Educacién de la ciudad», como subraya Garcia Gual (1989:181). Porque la representa- cién de las obras tiene lugar en el teatro, un espacio que confor- m6 en la Atenas democratica una verdadera institucién politica y religiosa, y, en ultima instancia, ptiblica. Toda la ciudad asiste al espectaculo, y los lamentos ante la peripecia mortal y tru- culenta de esos destinos heroicos son una leccién sentimental para todo un pueblo, y no sdlo para unos cuantos nobles (Gar- cfa Gual, 1989:182). El teatro griego es, al mismo tiempo que una manifestacién artistica, una institucién social que nos permite entrever los problemas de los lazos de los hombres y sus actos. La palabra «institucién» nos lleva al sustantivo latino «Ins- titutio», que significa «instituir», «establecer algo», y connota algo de estdtico, de fijo, ya que al instituir algo éste se fija. Cuando los grandes procesos creadores —y esto vale también para los cambios politicos— se institucionalizan, alcanzan un télos, como diria Aristételes, un fin, una meta; pero, al mismo tiempo, pagan el precio de la fijacién, de la estatizacidn, ese 22 ENRIQUE HERRERAS transformarse en una especie de modelo ya bien delimitado. En ese estadio vamos a considerar a la tragedia ya encuadrada en los Ifmites de una forma, de un género teatral. La tragedia es parte activa de la pélis no sdlo porque la pélis estd presente en todas sus fases (en la representacidn, en la orga- nizacién, en el contenido mismo de las obras), sino porque es una actividad que contribuye a crear la unidad misma de la pélis propiciando su autoconciencia, y a la vez cuestionando ésta. La vida de Atenas transcurre en tres espacios ptiblicos, que corresponden a tres niveles de la accién politica: por un lado, el Agora, espacio para la Asamblea (ekklesia) de los «démoi», y donde la palabra democratica y la reunién politica son sus ejes; por otro, a lo alto de una colina rocosa, aparece la Acrépolis, espacio sagrado comuin, y a su pie, el Teatro, un lugar para la representacién de la pélis. Asf, tenemos el retrato completo de la vida publica. Tanto la Asamblea como el Teatro se transformaron en cen- tros neurdlgicos de la ciudadania, que se congregaba en uno para las discusiones polfticas y en el otro para el espectdculo tragico 0 cémico. Y entre los dos, la alta y antigua ciudadela consagrada a los cultos de los dioses, la Acrépolis, se convertia en un simbolismo de proteccién y apoyo. Los tres espacios son los emblemas del siglo v ateniense, el que se suele denominar «de Pericles». Tres lugares donde se veian ciudadanos que pugnaban en medio de procesos econé- micos, politicos, culturales y sociales. Centrandonos en el teatro, habr4 que sefialar y rotular que este espacio era importante para los atenienses, pues el arte que se representaba en constitufa la culminacién de su ritual reli- gioso y civico. La asistencia al teatro en Atenas no era un habito cotidia- no; estaba limitado a ciertos dias fijos de cada afio: las Fiestas Dionisfacas. Estas se organizaban a finales de enero y comienzo de febrero, y también a finales de marzo hasta comienzos de abril. Se tiene noticia de unas fiestas anteriores, Ilamadas Le- neas, que con el tiempo fueron reservadas principalmente para las comedias. EL ARTE DE LA DEMOCRACIA 23 Las Grandes Dionisfacas contaron con gran prestigio ya en la época democratica, y en ellas cobré significancia la wrage- dia renovada a partir de Esquilo, y posteriormente desarrollada principalmente por Séfocles y Euripides, los tres trégicos que viven en el mismo siglo y en la misma ciudad. El esplendor de estas fiestas atrafa visitantes de todo el mun- do griego. Era una semana de vacaciones, se suspendia todo comercio y los edificios gubernamentales cerraban, asi como también las cortes de justicia. Parece oportuno observar el hecho de que asistiera a di- cho recinto el maximo posible de la ciudadanfa, tanto los que proceden de la ciudad como los del campo. Por un lado estaban los ciudadanos de pleno derecho, pero también co- merciantes y artesanos acomodados que vivian en Atenas aunque no fueran originarios de la ciudad. En ese pleno de- recho no estaban las mujeres ni los esclavos. No obstante, hay dudas sobre las mujeres, ya que existe alguna documen- tacién que afirma su asistencia a las tragedias. En concreto, en Tesmoforiantes, de Aristéfanes, se refiere a esa presencia cuando sefiala que las espectadoras se enfadaban ante una obra de Eurfpides. Por su parte, los esclavos también podfan asistir al teatro, siempre que fueran a acompajfiar a algtin ciudadano anciano. En fin, todos los ciudadanos tenfan el derecho y el deber de acudir al teatro, por ello el gobierno pagaba las entradas a los menos pudientes. Una sefial de la mentalidad democratica y de la necesidad de participacién en los actos de la vida publica. A ello contribuye el aspecto competitivo de estas jornadas, otro rasgo distintivo de aquellas representaciones teatrales, lo cual daba lugar a cierta cohesién en el puiblico. La tragedia desempefiaba algunas funciones sociales basicas: era un momento de fiesta, de entretenimiento, de diversién y de descanso, pero también era un ceremonial de culto. En efec- to, los concursos teatrales eran eventos religiosos y politicos. La naturaleza religiosa de los mismos queda clara en el instante en que en las representaciones teatrales los atenienses rinden culto a Dionisos, dios de la naturaleza y de la fertilidad, asi como

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