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“Dado el carácter y la finalidad exclusivamente docente y

eminentemente ilustrativa de las explicaciones en clase de esta


presentación, el docente se acoge al artículo 32 y 43 de la Ley
sobre el Derecho de Autor vigente, respecto al uso parcial de
obras ajenas ya divulgadas lícitamente, como imágenes, gráficos
u otro material contenidos en las diferentes diapositivas”.
MICROBIOLOGIA AMBIENTAL
Tema: Microorganismo como agentes biogeoquímicos

Ciclos Biogeoquímicos, Ciclos del Carbono, Nitrógeno,


Fosforo, Azufre y Fierro, participación de los
microorganismos.

K. Medina, 2017-II
El Ciclo del Nitrógeno
Introducir nitrógeno en los seres vivos es un proceso difícil. A pesar de que
este elemento constituye el 78% de los gases en la atmósfera, ni las plantas ni
el fitoplancton están equipados para incorporar nitrógeno atmosférico
(donde se encuentra fuertemente unido por un triple enlace N2) a su
organismo.
Las bacterias simbióticas y de vida libre hacen posible la incorporación del
nitrógeno al mundo de los seres vivos, pues estos organismos son capaces de
dejar este elemento esencial en sus macromoléculas a través de una ruta
biogeoquímica especializada. Las cianobacterias, que viven en la mayoría de
los sistemas acuáticos donde la luz del sol está presente, son capaces de fijar
nitrógeno gaseoso en amoníaco (NH3), el cual se incorpora a las
macromoléculas del organismo. Rhizobium es también una bacteria fijadora
de nitrógeno y vive en simbiosis en nódulos de las raíces de leguminosas
(chícharos, frijoles y cacahuates), proporcionándoles el nitrógeno inorgánico
que necesitan. Algunas bacterias de vida libre, como Azotobacter, también
son fijadoras de nitrógeno.
El Ciclo del Nitrógeno
El nitrógeno orgánico es especialmente importante en el estudio de la
dinámica de los ecosistemas ya que muchos de sus procesos, tales como la
producción primaria y la descomposición, están limitados por la oferta
disponible de este elemento. El nitrógeno que entra en los sistemas vivos, a
través de la fijación de nitrógeno, se convierte eventualmente, por acción de
las bacterias, de nitrógeno orgánico a nitrógeno gaseoso. Este proceso ocurre
en tres pasos en los ecosistemas terrestres: amonificación, nitrificación y
desnitrificación.
El proceso de amonificación, realizado por ciertos hongos y bacterias,
convierte los desechos nitrogenados de los animales, o de los restos de
animales muertos, en amonio (NH4+).
Las bacterias nitrificantes como Nitrosomonas convierten este amonio en
nitritos (NO2−), a través de la nitrificación. Posteriormente, los nitritos son
convertidos en nitratos (NO3−) por organismos similares.
Por último, el proceso de desnitrificación se lleva a cabo por bacterias tales
como Pseudomonas y Clostridium, transformando los nitratos en nitrógeno
gaseoso, forma en la cual éste se incorpora nuevamente a la atmósfera.
Las actividades humanas pueden liberar nitrógeno al ambiente, principalmente
a través de dos procesos: la quema de combustibles fósiles, la cual libera
diferentes óxidos de nitrógeno, y el uso de fertilizantes artificiales, que contienen
compuestos de nitrógeno y de fósforo, los cuales son arrastrados por escorrentía
a lagos, ríos y arroyos.

El ciclo marino del nitrógeno es un proceso similar al terrestre, en donde la


amonificación, nitrificación y desnitrificación se llevan a cabo por bacterias y
arqueas. Una parte del nitrógeno llega al fondo marino en forma de sedimentos,
los cuales pueden regresar al continente en tiempo geológico por el proceso de
levantamiento tectónico, incorporándose a las rocas. Aunque hasta ahora la
circulación del nitrógeno de las rocas a los seres vivos se ha considerado como
insignificante, en comparación con el nitrógeno fijado de la atmósfera, un estudio
reciente muestra que este proceso podría ser significativo y debería incluirse en
cualquier estudio sobre el ciclo global de nitrógeno.
El Ciclo del Fósforo
El fósforo es un nutriente esencial para los procesos metabólicos de los seres
vivos; éste es el componente principal de los ácidos nucleicos y de los
fosfolípidos, además de que constituye nuestros huesos, como fosfato de calcio.
El fósforo es, con mucha frecuencia, un nutriente limitante (necesario para
crecer) en ecosistemas acuáticos, particularmente en los de agua dulce.
El fósforo se encuentra en la naturaleza como ion fosfato (PO4 3-), este ion
puede lixiviarse o ser parte de la escorrentía proveniente de las actividades
humanas. La escorrentía natural ocurre cuando las rocas que contienen fosfatos
liberan este elemento por medio del intemperismo, mandando el fosfato a ríos,
lagos y océanos. Las rocas fosfatadas tiene su origen en el océano. Los
sedimentos marinos que contienen fosfatos se forman principalmente de los
cuerpos de los organismos en el océano y de sus excreciones. Sin embargo, las
cenizas volcánicas, aerosoles y polvo mineral pueden ser fuentes significativas
de fósforo. Estos sedimentos circulan en tiempo geológico a la tierra por
levantamiento tectónico. El fósforo también se intercambia de forma recíproca
entre el fosfato disuelto en el océano y los organismos marinos. El movimiento
de los fosfatos del océano a la tierra y a través del suelo es extremadamente
lento, con un tiempo de residencia promedio, de un ion fosfato, de entre 20 000
y 100 000 años.
El Ciclo del Azufre
El azufre es un elemento esencial para las macromoléculas de los
seres vivos. Este elemento forma parte del aminoácido cisteína,
involucrado en la formación de proteínas.

El azufre atmosférico se encuentra en forma de dióxido de azufre


(SO2), el cual se incorpora a la atmósfera de tres formas: (1) por
la descomposición de las moléculas orgánicas; (2) por la actividad
volcánica y de ventilas hidrotermales; (3) por la quema de
combustibles fósiles por los humanos.
El azufre se deposita sobre la superficie terrestre, principalmente de cuatro
formas: precipitación, depósito atmosférico, intemperismo de rocas y ventilas
hidrotermales.

El azufre atmosférico se encuentra en forma de dióxido de azufre (SO2),


conforme la lluvia pasa a través de la atmósfera, el azufre se disuelve y forma
ácido sulfúrico débil (H2SO4). El azufre también puede caer directamente de la
atmósfera en lo que se conoce como depósito. Las rocas originadas a partir de
los sedimentos oceánicos contienen azufre y por levantamientos tectónicos
éstas llegan a la superficie, por medio del intemperismo liberan azufre al suelo.

Los ecosistemas terrestres pueden hacer uso de estos sulfatos (SO4 2-), los
cuales se integran a la red trófica cuando son absorbidos por las plantas a
través de sus raíces. Cuando estas plantas mueren y se descomponen, el azufre
se libera nuevamente a la atmósfera, en forma de gas, como sulfuro de
hidrógeno (H2S).
El azufre se incorpora al océano a través de la escorrentía
proveniente de los ecosistemas terrestres, de los depósitos
atmosféricos y de las ventilas geotérmicas de agua subterránea.
Algunos ecosistemas dependen de los quimioautótrofos que
utilizan al azufre como fuente de energía. Este azufre, en forma
de sulfatos, mantiene los ecosistemas marinos.

Las actividades humanas han jugado un papel primordial en la


alteración del balance del ciclo global del azufre; la quema de
grandes cantidades de combustibles fósiles, especialmente
carbón, libera enormes cantidades de sulfuro de hidrógeno a la
atmósfera. Conforme la lluvia pasa a través de este gas lo
convierte en ácido sulfúrico débil, fenómeno conocido como
lluvia ácida, ésta es altamente corrosiva, baja el pH de lagos,
produciendo la muerte de plantas y animales residentes.

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