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K. Medina, 2017-II
El Ciclo del Nitrógeno
Introducir nitrógeno en los seres vivos es un proceso difícil. A pesar de que
este elemento constituye el 78% de los gases en la atmósfera, ni las plantas ni
el fitoplancton están equipados para incorporar nitrógeno atmosférico
(donde se encuentra fuertemente unido por un triple enlace N2) a su
organismo.
Las bacterias simbióticas y de vida libre hacen posible la incorporación del
nitrógeno al mundo de los seres vivos, pues estos organismos son capaces de
dejar este elemento esencial en sus macromoléculas a través de una ruta
biogeoquímica especializada. Las cianobacterias, que viven en la mayoría de
los sistemas acuáticos donde la luz del sol está presente, son capaces de fijar
nitrógeno gaseoso en amoníaco (NH3), el cual se incorpora a las
macromoléculas del organismo. Rhizobium es también una bacteria fijadora
de nitrógeno y vive en simbiosis en nódulos de las raíces de leguminosas
(chícharos, frijoles y cacahuates), proporcionándoles el nitrógeno inorgánico
que necesitan. Algunas bacterias de vida libre, como Azotobacter, también
son fijadoras de nitrógeno.
El Ciclo del Nitrógeno
El nitrógeno orgánico es especialmente importante en el estudio de la
dinámica de los ecosistemas ya que muchos de sus procesos, tales como la
producción primaria y la descomposición, están limitados por la oferta
disponible de este elemento. El nitrógeno que entra en los sistemas vivos, a
través de la fijación de nitrógeno, se convierte eventualmente, por acción de
las bacterias, de nitrógeno orgánico a nitrógeno gaseoso. Este proceso ocurre
en tres pasos en los ecosistemas terrestres: amonificación, nitrificación y
desnitrificación.
El proceso de amonificación, realizado por ciertos hongos y bacterias,
convierte los desechos nitrogenados de los animales, o de los restos de
animales muertos, en amonio (NH4+).
Las bacterias nitrificantes como Nitrosomonas convierten este amonio en
nitritos (NO2−), a través de la nitrificación. Posteriormente, los nitritos son
convertidos en nitratos (NO3−) por organismos similares.
Por último, el proceso de desnitrificación se lleva a cabo por bacterias tales
como Pseudomonas y Clostridium, transformando los nitratos en nitrógeno
gaseoso, forma en la cual éste se incorpora nuevamente a la atmósfera.
Las actividades humanas pueden liberar nitrógeno al ambiente, principalmente
a través de dos procesos: la quema de combustibles fósiles, la cual libera
diferentes óxidos de nitrógeno, y el uso de fertilizantes artificiales, que contienen
compuestos de nitrógeno y de fósforo, los cuales son arrastrados por escorrentía
a lagos, ríos y arroyos.
Los ecosistemas terrestres pueden hacer uso de estos sulfatos (SO4 2-), los
cuales se integran a la red trófica cuando son absorbidos por las plantas a
través de sus raíces. Cuando estas plantas mueren y se descomponen, el azufre
se libera nuevamente a la atmósfera, en forma de gas, como sulfuro de
hidrógeno (H2S).
El azufre se incorpora al océano a través de la escorrentía
proveniente de los ecosistemas terrestres, de los depósitos
atmosféricos y de las ventilas geotérmicas de agua subterránea.
Algunos ecosistemas dependen de los quimioautótrofos que
utilizan al azufre como fuente de energía. Este azufre, en forma
de sulfatos, mantiene los ecosistemas marinos.