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Instrucciones: Lee los siguientes fragmentos de textos filosóficos, identifica a qué rama de

la filosofía corresponden y clasifícalos según este criterio. Pégalos en tu cuaderno de forma


organizada.
FRAGMENTO 1
Aparentemente los mundos posibles son entidades diferentes del mundo real, y algunos de los
individuos que los habitan serían meramente possibilia: entidades que [...] no están en el mundo real
(o al menos no están en el mundo real del modo en que están los objetos, concretos o abstractos,
con los que estamos más familiarizados). [...]
Los filósofos actualistas sostienen que el mundo real [actual] contiene todas las entidades que hay.
Las presuntas entidades meramente posibles sólo existen si —de una u otra manera— están ya en
el mundo real. El actualismo se contrapone a la doctrina que postula la existencia de possibilia,
aunque sólo bajo una manera de entender el concepto de possibilia. [...]
Nuestro mundo real, pues, no sólo contiene personas (hijos de aquellas personas que son realmente
padres), sillas y objetos abstractos habituales, sino que está repleto de una inmensa variedad de
entidades posiblemente concretas no actualizadas; esas entidades son concretas (están
actualizadas) en otros mundos posibles.
Manuel Pérez Otero
Disponible en: http://critica.filosoficas.unam.mx/pdf/16/C122Perez_Otero.pdf

FRAGMENTO 2
11
De las cosas que se generan unas nacen de una planificación y de un arte, como una casa o una
nave (pues un arte y una planificación es causa de estas dos cosas), mientras que otras no nacen
en virtud de ningún arte, sino por naturaleza; en efecto, la naturaleza es causa de animales y plantas,
y todas las cosas de esta clase nacen conforme a la naturaleza. Sin embargo, algunas también
surgen por azar, pues de cuantas no nacen ni por arte ni por naturaleza ni por necesidad, la mayoría
decimos que surgen por azar.
12
De hecho, de las cosas que surgen por azar, ninguna se genera para algo ni tiene una finalidad, pero
en las que nacen del arte si hay una finalidad y un para qué (pues el que posee el arte siempre te
dará razón de por qué y para qué escribió), y este para qué es mejor que lo generado por su causa.
Hablo de cuántas cosas el arte es, en su naturaleza causa por sí mismo y no por accidente: pues
podemos considerar legítimamente a la medicina más como (causa) de la salud que de la
enfermedad y a la arquitectura como (causa) de la casa pero no de su derribo. Por tanto, todo lo que
es obra del arte, se genera para algo, y es esta finalidad suya lo mejor, mientras que lo que es obra
del azar no se genera para ningún fin. Pues podría resultar del azar incluso algo bueno, pero por su
relación con el azar y en tanto que resulta de éste, no es bueno, sino que lo generado por azar es
algo siempre indeterminado.
Aristóteles
Aristóteles. Protréptico. México: Gredos. Pp: 10-11

FRAGMENTO 3
La verdad, lo real, el universo, la vida, como queráis llamarlo, se quiebra en facetas innumerables,
en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su
punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que
ve será un aspecto real del mundo. Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde
está mi pupila no está otra: lo que de la realidad ve mi pupila no la ve otra. somos insustituibles,
somos necesarios. "Sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano" -dice Goethe-. Dentro
de la humanidad, cada raza, dentro de cada raza, cada individuo, es un órgano de percepción distinto
de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles.
La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se
halla para otro en primer término. El paisaje ordena sus tamaños y distancias de acuerdo con nuestra
retina y nuestro corazón reparte los acentos. La perspectiva visual y la intelectual se complican con
la perspectiva de la valoración. En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa
colaboración espiritual y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río,
compongamos el torrente de lo real.
José Ortega y Gasset
Disponible en: Verdad y perspectiva
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FRAGMENTO 4
La ciencia en general puede definirse como un todo de proposiciones verdaderas conectadas entre
sí por relaciones de fundamentación. Pero esta definición no es completa ni alcanza a la ciencia en
su sentido. En cuanto comportamientos del hombre, las ciencias tienen el modo de ser de este ente
(el hombre). A este ente lo designamos con el término Dasein. La investigación científica no es el
único ni el más inmediato de los posibles modos de ser de este ente. Por otra parte, el Dasein mismo
se destaca frente a los demás entes. Por lo pronto, será necesario aclarar en forma provisional este
carácter eminente del Dasein. Para ello, la discusión tendrá que anticipar análisis posteriores, que
sólo entonces serán propiamente demostrativos.
El Dasein no es tan sólo un ente que se presenta entre otros entes. Lo que lo caracteriza ónticamente
es que a este ente le va en su ser este mismo ser. La constitución de ser del Dasein implica entonces
que el Dasein tiene en su ser una relación de ser con su ser. Y esto significa, a su vez, que el Dasein
se comprende en su ser de alguna manera y con algún grado de explicitud. Es propio de este ente
el que con y por su ser éste se encuentre abierto para él mismo. La comprensión del ser es, ella
misma, una determinación de ser del Dasein.
Martin Heidegger
Heidegger, M. Ser y tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. Pp: 21.
También disponible en:
http://www.afoiceeomartelo.com.br/posfsa/Autores/Heidegger,%20Martin/Heidegger%20-
%20Ser%20y%20tiempo.pdf

FRAGMENTO 5
Los destinos de una época son manipulados según visiones estrechas, objetivos inmediatos,
ambiciones y pasiones personales de pequeños grupos activos, y la masa de los hombres ignora,
porque no se preocupa. Pero los hechos que han madurado llegan a confluir; pero la tela tejida en
la sombra llega a buen término: y entonces parece ser la fatalidad la que lo arrolla todo y a todos,
parece que la historia no sea más que un enorme fenómeno natural, una erupción, un terremoto, del
que son víctimas todos, quien quería y quien no quería, quien lo sabía y quien no lo sabía, quien
había estado activo y quien era indiferente. Y este último se irrita, querría escaparse de las
consecuencias, querría dejar claro que él no quería, que él no es el responsable. Algunos lloriquean
compasivamente, otros maldicen obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: Si yo
hubiera cumplido con mi deber, si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, mis ideas, ¿habría
ocurrido lo que pasó? Pero nadie o muy pocos culpan a su propia indiferencia, a su escepticismo, a
no haber ofrecido sus manos y su actividad a los grupos de ciudadanos que, precisamente para
evitar ese mal, combatían, proponiéndose procurar un bien. La mayoría de ellos, sin embargo,
pasados los acontecimientos, prefiere hablar del fracaso de los ideales, de programas
definitivamente en ruinas y de otras lindezas similares. Recomienzan así su rechazo de cualquier
responsabilidad. Y no es que ya no vean las cosas claras, y que a veces no sean capaces de pensar
en hermosas soluciones a los problemas más urgentes o que, si bien requieren una gran preparación
y tiempo, sin embargo, son igualmente urgentes. Pero estas soluciones resultan bellamente
infecundas, y esa contribución a la vida colectiva no está motivada por ninguna luz moral; es producto
de la curiosidad intelectual, no de un fuerte sentido de la responsabilidad histórica que quiere a todos
activos en la vida, que no admite agnosticismos e indiferencias de ningún género.
Antonio Gramsci
Gramsci, A. Odio a los Indiferentes. España: Editorial Ariel. Pp: 20-21. Disponible en:
https://static0planetadelibroscom.cdnstatics.com/libros_contenido_extra/37/36380_Odio_a_los_indi
ferentes_75_ANV.pdf
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FRAGMENTO 6
SÓCRATES: Por consiguiente, Simmias, nuestras almas existían antes de este tiempo, antes de
aparecer bajo esta forma humana; y mientras estaban asÍ, sin cuerpos, sabÍan.
SIMMIAS: A menos que digamos, Sócrates, que hemos adquirido los conocimientos en el acto de
nacer; porque esta es la única época que nos queda.
SÓCRATES: Sea así, mi querido Simmias; pero ¿en qué otro tiempo los hemos perdido? Porque
hoy no los tenemos según acabamos de decir. ¿Los hemos perdido al mismo tiempo que los hemos
adquirido? ¿ó puedes tú señalar otro tiempo?
SIMMIAS: No, Sócrates; no me habÍa apercibido de que nada significa lo que he dicho.
SÓCRATES: Es preciso, pues, hacer constar, Simmias, que si todas estas cosas, que tenemos
continuamente en la boca, quiero decir, lo bello, lo justo y todas las esencias de este género, existen
verdaderamente, y que si referimos todas las percepciones de nuestros sentidos a estas nociones
primitivas como a su tipo, que encontramos desde luego en nosotros mismos, digo, que es
absolutamente indispensable, que así como todas estas nociones primitivas existen, nuestra alma
haya existido igualmente antes que naciésemos; y si estas nociones no existieran, todos nuestros
discursos son inútiles. ¿No es esto incontestable? ¿No es igualmente necesario que si estas cosas
existen, hayan también existido nuestras almas antes de nuestro nacimiento; y que si aquellas no
existen, tampoco debieron existir éstas?
Platón
Platón. Fedón o del alma. Madrid: Medina y Navarro ediciones. Pp: 50. Disponible en:
http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05009.pdf

FRAGMENTO 7
SÓCRATES: […]por consiguiente, cuando se forma sobre cualquier objeto un juicio verdadero, pero
destituido de explicación, el alma a la verdad pensaba exactamente sobre este objeto, pero no le
conocía, porque no se tiene la ciencia de una cosa, en tanto que no se puede dar ni entender la
explicación; pero que cuando al juicio verdadero se unía la explicación, se estaba entonces en estado
de conocer, y se tenía todo lo requerido para la ciencia. ¿Es así como has entendido este sueño o
de otra manera?
TEETETES: Así es precisamente.
SÓCRATES: Y bien ¿opinas que se debe definir la ciencia como un juicio verdadero acompañado
de explicación?
TEETETES: Sí.
SÓCRATES: ¡Pero qué! Teetetes, ¿habremos nosotros descubierto en un día lo que muchos sabios
han intentado hace largo tiempo, habiendo llegado a la vejez sin haber encontrado la solución?
Platón
Platón. Teetetes o de la naturaleza. Madrid: Medina y Navarro Editores. Pp: 273. Disponible en:
http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf03145.pdf

FRAGMENTO 8
Hechas estas distinciones, digamos ya en virtud de qué, cuándo y cómo surge todo razonamiento;
por último habrá que hablar sobre la demostración. Ahora bien, hay que hablar del razonamiento
antes que de la demostración por ser el razonamiento más universal que la demostración: en efecto,
la demostración es un cierto (tipo de) razonamiento pero los razonamientos no son todos
demostraciones.
Así, pues, cuando tres términos se relacionan entre sí de tal manera que el último esté <contenido>
en el conjunto del <término> medio y el <término> medio esté o no esté <contenido> en el conjunto
del <término> primero, habrá necesariamente un razonamiento perfecto entre los <términos>
extremos.
Aristóteles.
Aristóteles. Primeros Analíticos. México: Gredos. Pp: 55. Disponible en:
https://thevirtuallibrary.org/index.php/es/?option=com_djclassifieds&format=raw&view=download&ta
sk=download&fid=3142
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FRAGMENTO 9
Consistía el primero en no aceptar jamás ninguna cosa como verdadera que no conociera
evidentemente ser tal; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención; y no aceptar
nada en mis juicios sino aquello que se presentara tan claramente y tan distintamente a mi espíritu
que no tuviera ocasión ninguna de ponerlo en entredicho.
René Descartes
Descartes, R. Discurso del Método. Disponible en:
http://www.posgrado.unam.mx/musica/lecturas/LecturaIntroduccionInvestigacionMusical/epistemolo
gia/Descartes-Discurso-Del-Metodo.pdf

FRAGMENTO 10
Si la razón es lo más propio del hombre, no debe extrañar que todas sus acciones estén regidas por
ella, a diferencia de los animales irracionales, guiados por el instinto. Pero entre los actos del hombre
que la razón ordena se encuentra el mismo acto de razonar. Esto es posible porque el intelecto tiene
la peculiar capacidad de volver sobre él mismo, de entender su propio entender, y la razón de razonar
sobre su propio acto de razonar. De esta manera el hombre puede dirigir aquello que le sirve para
dirigirse y conocer aquello mismo de que se sirve para conocer.
Mauricio Beuchot.
Beuchot. M. UNAM. Pp: 11.

FRAGMENTO 11
El realismo tradicional, desde Aristóteles, consideró siempre que las teorías científicas estaban
integradas por enunciados verdaderos en sentido simple y absoluto. [...] En la actualidad, tanto por
razones teóricas como históricas, se ha renunciado al concepto de verdad absoluta de las teorías.
En consecuencia, no puede admitirse que la verdad absoluta sea una propiedad de las teorías
científicas, puesto que la verdad absoluta no es modificable ni revocable. En el realismo
contemporáneo el concepto tradicional de verdad absoluta ha sido reemplazado por el de verdad
parcial o verosimilitud, el cual, en un sentido muy amplio, implica la idea de una aproximación
indefinida a la verdad.
[...]
si la teoría fuera verdadera en sentido absoluto, todas las entidades y propiedades especificadas por
la teoría deberían postularse como existentes, y, por tanto todos los términos de la teoría serían
referenciales. Puesto que se admite que la teoría es solamente. verosímil, es posible aceptar que
algunos términos de la teoría no se refieren a entidades ni a propiedades reales.
Alejandro Cassini
Disponible en:
http://critica.filosoficas.unam.mx/pg/es/descarga.php?id_volumen=71&id_articulo=360

FRAGMENTO 12
Pero el hombre no ha nacido malvado, sino que se convierte; así como puede caer enfermo. Se
presentan unos médicos y le dicen: «Usted ha nacido ya enfermo». A buen seguro que estos
médicos, digan lo que digan y hagan lo que hagan, no le curarán jamás si su dolencia es inherente
a su naturaleza, y estos razonadores están muy enfermos ellos mismos.
Examinad todos los niños del universo y no observareis en ellos más que inocencia, dulzura y temor;
de haber nacido malvados, malhechores y crueles, lo demostrarían en cualquier señal, como las
serpientes pequeñas tienden a morder y los pequeños tigres a desgarrar. Pero no habiendo otorgado
la naturaleza al hombre más armas ofensivas que a las palomas y a los conejos, tampoco ha podido
adjudicarles un instinto que les arrastre a destruir. Así, pues, el hombre no ha nacido malo.
Entonces, ¿por qué muchos están infectados por esa peste de la maldad? Porque quienes están en
la cumbre, al contraer la dolencia, la transmiten al resto de los mortales, al igual que una mujer
afectada de la enfermedad que Cristóbal Colón nos trajo de América esparció este veneno de un
extremo a otro de Europa. El primer ambicioso corrompió la tierra.
Voltaire
Voltaire. Entrada: Malvado. Diccionario Filosófico Pp: 651 http://biblio3.url.edu.gt/Libros/dic_fi.pdf
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FRAGMENTO 13
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se
concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el
hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del existencialismo. [...]
Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es.
Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es
responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres.
Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores,
justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre
está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro
lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
Jean Paul Sartre
Sartre, J.P. El existencialismo es un humanismo. Disponible en: http://bibliotecaparalapersona-
epimeleia.com/greenstone/collect/libros1/index/assoc/HASH01cc.dir/doc.pdf

FRAGMENTO 14
La belleza conduce al hombre, que sólo por los sentidos vive, al ejercicio de la forma y del
pensamiento; la belleza devuelve al hombre, sumido en la tarea espiritual, al trato con la materia y
el mundo sensible.
De aquí parece seguirse que entre materia y forma, entre pasión y acción, tiene que haber un estado
intermedio y que la belleza nos coloca en ese estado intermedio. Y, en efecto, la mayor parte de los
hombres fórjase este concepto de la belleza tan pronto como empiezan a reflexionar sobre ella; todas
las experiencias lo indican. Mas, por otra parte, nada más absurdo y contradictorio que el tal
concepto, pues la distancia que separa la materia de la forma, la pasión de la acción, el sentir del
pensar, es infinita y nada absolutamente puede llenarla. ¿Cómo resolver esta contradicción? La
belleza junta y enlaza los estados opuestos, sentir y pensar; y sin embargo, no cabe en absoluto
término medio entre los dos. Aquello lo asegura la experiencia; esto lo manifiesta la razón.
[...]
Se trata de dos operaciones enteramente distintas, las cuales en esta investigación tienen que
sostenerse necesariamente una a otra. La belleza, decimos, enlaza dos estados que son opuestos,
y que nunca pueden unificarse. De esta oposición debemos partir; debemos comprenderla y admitirla
en toda su pureza y en todo su rigor, de suerte que los dos estados se separen con extremada
precisión; de lo contrario, mezclaremos, pero no unificaremos. En segundo término decimos: esos
dos estados opuestos los enlaza la belleza, la cual, por lo tanto, deshace la oposición. Mas como los
dos estados permanecen eternamente opuestos, no hay otro modo de enlazarlos que suprimirlos.
Nuestra segunda incumbencia es, pues, hacer con toda perfección ese enlace, realizarlo con tanta
pureza e integridad que los dos estados desaparezcan por completo en el tercero, sin dejar en el
todo resultante ni rastro siquiera de la precedente división; de lo contrario, aislaremos, pero no
unificaremos. Las disensiones que siempre han reinado en el mundo filosófico, y que aun hoy
dominan, sobre el concepto de la belleza, no tienen otro origen que uno de estos dos: o la
investigación no partió de una división convenientemente estricta, o la investigación no se prolongó
hasta una unificación enteramente pura.
Federico Schiller.
En. Sánchez Vázquez. Antología. México: UNAM. Pp: 21, 22
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FRAGMENTO 15
Asistí un día a la representación de una tragedia y estuve sentado al lado de un filósofo, que exclamó:
«¡Eso es bello!» «¿Qué encontráis de bello en esa obra?», le dije. «¡Que el autor haya logrado lo
que se propuso!» Al día siguiente, el filósofo tomó una medicina y le sentó bien. «Esa medicina logró
su objetivo —le dije—, por tanto es una bella medicina». En seguida comprendió el filósofo que no
se puede decir de una medicina que es bella, que para aplicar a una cosa el calificativo de belleza
es menester que nos produzca admiración y deleite. Y convino conmigo que la tragedia que vimos
representar inspiraba esos dos sentimientos.
Con el referido filósofo hice un viaje a Inglaterra, donde vimos representar la misma obra,
perfectamente traducida, y en dicha nación hizo bostezar de aburrimiento a todos los espectadores.
Entonces el filósofo exclamo: «Los ingleses no tienen la misma idea de la belleza que los franceses».
Dedujo, tras muchas reflexiones, que lo bello es con frecuencia muy relativo, al igual que lo decente
en el Japón es indecente en Roma, y lo que está de moda en París no lo está en Pekín, y se ahorró
el trabajo de escribir un largo tratado de lo bello.
Voltaire
Voltaire. Entrada: Bello. Diccionario Filosófico Pp: 211. Disponible en:
http://biblio3.url.edu.gt/Libros/dic_fi.pdf

FRAGMENTO 16
SÓCRATES: ¿Es preciso no cometer injusticia de ninguna manera?
CRITÓN: SÌ, sin duda.
SÓCRATES: ¿Entonces es preciso no hacer injusticia a los mismos que nos la hacen, aunque el
vulgo crea que esto es permitido, puesto que convienes en que en ningún caso puede tener lugar la
injusticia?
CRITÓN: Así me lo parece.
SÓCRATES: ¡Pero qué! ¿Es permitido hacer mal a alguno o no lo es?
CRITÓN: No, sin duda, Sócrates.
SÓCRATES: ¿Pero es justo volver el mal por el mal, como lo quiere el pueblo, o es injusto?
CRITÓN: Muy injusto.
SÓCRATES: ¿Es cierto que no hay diferencia entre hacer el mal y ser injusto?
CRITÓN: Lo confieso.
SÓCRATES: Es preciso, por consiguiente, no hacer jamás injusticia, ni volver el mal por el mal,
cualquiera que haya sido el que hayamos recibido. Pero ten presente, Critón, que confesando esto,
acaso hables contra tu propio juicio, porque sé muy bien que hay pocas personas que lo admiten, y
siempre sucederá lo mismo. Desde el momento en que están discordes sobre este punto, es
imposible entenderse sobre lo demás, y la diferencia de opiniones conduce necesariamente a un
desprecio recíproco. Reflexiona bien, y mira si realmente estás de acuerdo conmigo, y si podemos
discutir, partiendo de este principio: que en ninguna circunstancia es permitido ser injusto, ni volver
injusticia por injusticia, mal por mal; o si piensas de otra manera, provoca como de nuevo la discusión.
Con respecto a mí, pienso hoy como pensaba en otro tiempo. Si tú has mudado de parecer, dilo, y
exponme los motivos; pero si permaneces fiel a tus primeras opiniones, escucha lo que te voy a
decir.
CRITÓN: Permanezco fiel y pienso como tú; habla, ya te escucho.
SÓCRATES: Prosigo, pues, o más bien te pregunto: ¿un hombre que ha prometido una cosa justa
debe cumplirla o faltar a ella?
CRITÓN: Debe cumplirla.
SÓCRATES: Conforme a esto, considera si saliendo de aquí (la prisión) sin el consentimiento de los
atenienses haremos mal a alguno y a los mismos que no lo merecen. ¿Respetaremos o eludiremos
el justo compromiso que hemos contraído?
Platón
Platón. Critón o del Deber. P: 7 Disponible en:
https://www.ddooss.org/articulos/textos/platon_criton.pdf
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FRAGMENTO 17
Hasta ahora hemos venido considerando lo apolíneo y su antítesis, lo dionisíaco, como potencias
artísticas que brotan de la naturaleza misma, sin mediación del artista humano, y en las cuales
encuentran satisfacción por vez primera y por vía directa los instintos artísticos de aquélla: por un
lado, como mundo de imágenes del sueño, cuya perfección no mantiene conexión ninguna con la
altura intelectual o con la cultura artística del hombre individual, por otro lado, como realidad
embriagada, la cual, a su vez, no presta atención a ese hombre, sino que intenta incluso aniquilar al
individuo y redimirlo mediante un sentimiento místico de unidad. Con respecto a esos estados
artísticos inmediatos de la naturaleza todo artista es un «imitador», y, ciertamente, o un artista
apolíneo del sueño o un artista dionisíaco de la embriaguez, o en fin - como, por ejemplo, en la
tragedia griega - a la vez un artista del sueño y un artista de la embriaguez: a este último hemos de
imaginárnoslo más o menos como alguien que, en la borrachera dionisíaca y en la autoalienación
mística, se prosterna solitario y apartado de los coros entusiastas, y al que entonces se le hace
manifiesto, a través del influjo apolíneo del sueño, su propio estado, es decir, su unidad con el fondo
más íntimo del mundo, en una imagen onírica simbólica. Tras estos presupuestos y contraposiciones
generales acerquémonos ahora a los griegos para conocer en qué grado y hasta qué altura se
desarrollaron en ellos esos instintos artísticos de la naturaleza: lo cual nos pondrá en condiciones de
entender y apreciar con más hondura la relación del artista griego con sus arquetipos, o, según la
expresión aristotélica, «la imitación de la naturaleza». De los sueños de los griegos, pese a toda su
literatura onírica y a las numerosas anécdotas sobre ellos, sólo puede hablarse con conjeturas, sin
embargo, con bastante seguridad: dada la aptitud plástica de su ojo, increíblemente precisa y segura,
así como su luminoso y sincero placer por los colores, no será posible abstenerse de presuponer,
para vergüenza de todos los nacidos con posterioridad, que también sus sueños poseyeron una
causalidad lógica de líneas y contornos, colores y grupos, una sucesión de escenas parecida a sus
mejores relieves, cuya perfección nos autorizaría sin duda a decir, si fuera posible una comparación,
que los griegos que sueñan son Homeros, y que Homero es un griego que sueña`: en un sentido
más hondo que si el hombre moderno osase compararse, en lo que respecta a su sueño, con
Shakespeare.
Friedrich Nietzche
Nietzche, F. El nacimiento de la Tragedia. Pp: 7-8 Disponible en: https://bit.ly/2vdwMnO

FRAGMENTO 18
SÓCRATES: -Me parece que yo, por el deseo de conocerlo, no soy capaz de esperar a que
reflexiones. Incluso creo que acabo de encontrar una salida. Mira a ver. Si decimos que es bello lo
que nos produce satisfacción, no todos los placeres, sino los producidos por el oído y la vista, ¿cómo
saldríamos adelante? Los seres humanos bellos, Hipias, los colores bellos y las pinturas y las
esculturas que son bellas nos deleitan al verlos. Los sonidos bellos y toda la música y los discursos
y las leyendas nos hacen el mismo efecto, de modo que si respondemos a nuestro atrevido hombre:
«Lo bello, amigo, es lo que produce placer por medio del oído o de la vista», ¿no le contendríamos
en su atrevimiento?
HIPIAS: -Me parece, Sócrates, que ahora has dicho bien qué es lo bello.
SÓCRATES: -Pero ¿qué decir? ¿Acaso las costumbres bellas y las leyes, Hipias, diremos que son
bellas porque producen placer por medio del oído o de la vista, o bien son de otra índole?
Platón
Platón. Hipias Mayor o de lo Bello. Pp. 50-51. Disponible en:
http://www.ataun.net/bibliotecagratuita/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Plat%C3%B3n
/Hipias%20Mayor.pdf
Instrucciones: Lee los siguientes fragmentos de textos filosóficos, identifica a qué rama de
la filosofía corresponden y clasifícalos según este criterio. Pégalos en tu cuaderno de forma
organizada.
FRAGMENTO 1. Metafísica FRAGMENTO 10. Lógica
Manuel Pérez Otero Mauricio Beuchot.
Disponible en: Beuchot. M. UNAM. Pp: 11.
http://critica.filosoficas.unam.mx/pdf/16/C122Perez_Otero.pdf
FRAGMENTO 11. Epistemología
FRAGMENTO 2. Metafísica Alejandro Cassini
Aristóteles Disponible en:
Aristóteles. Protréptico. México: Gredos. Pp: 10-11 http://critica.filosoficas.unam.mx/pg/es/descarga.php?id_volumen=
71&id_articulo=360
FRAGMENTO 3. Epistemología
José Ortega y Gasset FRAGMENTO 12. Ética
Disponible en: Verdad y perspectiva Voltaire
Voltaire. Entrada: Malvado. Diccionario Filosófico Pp: 651
FRAGMENTO 4. Metafísica http://biblio3.url.edu.gt/Libros/dic_fi.pdf
Martin Heidegger
Heidegger, M. Ser y tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. FRAGMENTO 13. Ética
Pp: 21. Jean Paul Sartre
También disponible en: Sartre, J.P. El existencialismo es un humanismo. Disponible en:
http://www.afoiceeomartelo.com.br/posfsa/Autores/Heidegger,%20 http://bibliotecaparalapersona-
Martin/Heidegger%20-%20Ser%20y%20tiempo.pdf epimeleia.com/greenstone/collect/libros1/index/assoc/HASH01cc.d
ir/doc.pdf
FRAGMENTO 5. Ética
Antonio Gramsci FRAGMENTO 14. Estética
Gramsci, A. Odio a los Indiferentes. España: Editorial Ariel. Pp: 20- Federico Schiller.
21. Disponible en: En. Sánchez Vázquez. Antología. México: UNAM. Pp: 21, 22
https://static0planetadelibroscom.cdnstatics.com/libros_contenido_e
xtra/37/36380_Odio_a_los_indiferentes_75_ANV.pdf FRAGMENTO 15. Estética
Voltaire
FRAGMENTO 6. Metafísica Voltaire. Entrada: Bello. Diccionario Filosófico Pp: 211. Disponible
Platón en: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/dic_fi.pdf
Platón. Fedón o del alma. Madrid: Medina y Navarro ediciones. Pp:
50. Disponible en: http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05009.pdf FRAGMENTO 16. Ética
Platón
FRAGMENTO 7. Epistemología Platón. Critón o del Deber. P: 7 Disponible en:
Platón https://www.ddooss.org/articulos/textos/platon_criton.pdf
Platón. Teetetes o de la ciencia. Madrid: Medina y Navarro Editores.
Pp: 273. Disponible en: FRAGMENTO 17. Estética
http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf03145.pdf Friedrich Nietzche
Nietzche, F. El nacimiento de la Tragedia. Pp: 7-8
FRAGMENTO 8. Lógica Disponible en: https://bit.ly/2vdwMnO
Aristóteles.
Aristóteles. Primeros Analíticos. México: Gredos. Pp: 55. Disponible
FRAGMENTO 18. Estética
en:
Platón
https://thevirtuallibrary.org/index.php/es/?option=com_djclassifieds&
format=raw&view=download&task=download&fid=3142 Platón. Hipias Mayor o de lo Bello. Pp. 50-51. Disponible en:
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