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INTRODUCCION

LA CORROSIÓN DE LOS METALES


13/10/2016

El peine del viento de Eduardo Chillida en la Bahía de la Concha (San Sebastián)


La corrosión de los metales es un proceso químico o electroquímico en el que el metal
se transforma en un óxido o cualquier otro compuesto. En general, es un ataque gradual,
provocado por una amplia variedad de gases, ácidos, sales, agentes atmosféricos, sustancias
de naturaleza orgánica… Dada la gran variedad de materiales que lo sufren, y la influencia
de sus características y los entornos ambientales en el proceso, su estudio es muy
complicado. No obstante, se han realizado grandes esfuerzos, por el interés que tiene para
la conservación de los materiales, y por el enorme impacto económico que supone (en
Europa, se valoran las pérdidas en más de 60 000 millones de euros anuales).
Aun a riesgo de simplificar demasiado, podemos establecer dos mecanismos básicos con
los que poder explicar la mayoría de los procesos corrosivos:

 El ataque químico directo, producido fundamentalmente por sustancias gaseosas


corrosivas, en las que no hay paso apreciable de corriente eléctrica a través del metal.
 El ataque electroquímico, provocado por el contacto con un electrolito, es decir, una
disolución iónica, en el que se establece una separación entre ánodo y cátodo, por el que
circula una corriente eléctrica.
La susceptibilidad de un metal a la corrosión depende en cierta medida de su potencial de
oxidación, opuesto al de reducción: para el sodio y el calcio, por ejemplo, es de 2’71 y 2’87
V, respectivamente, por lo que forman óxidos o hidróxidos inmediatamente por exposición
al aire; el oro y el platino, con potenciales de oxidación muy negativos, no se transforman
de manera apreciable y resisten bien la corrosión.
Aunque muchos metales sufren corrosión, la del hierro es la más importante y la que
estudiaremos en detalle. No se conoce el proceso con exactitud, aunque sí su mecanismo
general: se requiere un medio acuoso y presencia de oxígeno, que actúa de cátodo; la
propia estructura de hierro sirve de ánodo y también como conductor de los
electrones, y cierra el circuito de la propia celda galvánica. En medio ácido, el proceso
redox puede esquematizarse así:

La secuencia del proceso que se considera más probable es la siguiente:


1. Cuando una gota de agua llega a la superficie del hierro, este se oxida:

2. Con los electrones que se liberan en la oxidación se reduce el oxígeno del aire en el
borde de la gota de agua:

3. Los iones que se formaron en el ánodo sufren una oxidación posterior a por el oxígeno y
dan lugar a óxidos de hierro:
El proceso electroquímico expuesto explica que la corrosión se lleve a cabo rápidamente en
medio ácido, ya que los protones actúan de catalizadores (los que se desprenden en la
oxidación de Fe(II) a Fe(III), coinciden con los que se necesitan en los primeros pasos).

Con el fin de paliar las corrosiones, se han propuesto varios métodos. En general, se trata
de estrategias bien diferenciadas:

 Técnica de pasivado: se sumerge el hierro en una disolución concentrada de un oxidante


fuerte, como ácido nítrico o dicromato de potasio, provocando la formación de una capa
superficial de óxido de hierro que impide que la oxidación progrese hacia el interior.
 Recubrimientos superficiales: se trata de evitar el contacto entre el metal y los agentes
externos corrosivos (como el oxígeno y el agua), mediante pintura, o con un
recubrimiento metálico, realizado mediante electrodeposición o por inmersión en un
metal fundido. Si se rompe la capa protectora, el hierro se oxidará siempre que el metal
que forme esa capa tenga más tendencia a reducirse que él (como el estaño o el cobre). Si
tiene menos tendencia a reducirse que el hierro, se producirá la oxidación del metal
protector; esto sucede en la galvanización, que consiste en recubrir el hierro de una capa
de zinc.
 Protección catódica: se conecta la estructura de hierro que se quiere proteger a un metal
que presente más tendencia a oxidarse, es decir, que tenga un potencial de reducción más
negativo, por ejemplo, el magnesio. El hierro actúa como cátodo y metal en contacto con
él, como ánodo y se consume, lo que provoca la formación del óxido de dicho metal
(ánodo de sacrificio).

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