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Garcia Valdes
Objetivo: la evaluación tiene como objetivo que los y las estudiante sistematicen, integren,
y analicen los contenidos otorgados en la primera parte del curso Geografía Económica. Se
espera que las respuestas manifiesten una capacidad de reflexión crítica y analítica de las
problemáticas de la interrelación entre el ser humano, la economía, y el territorio.
Modalidad de la evaluación: prueba lectiva no presencial; integrantes de 1 a 3 personas;
preguntas de contenido, reflexión y síntesis. Pueden ser utilizados las notas y apuntes de
clases y textos elaborados por los y las estudiantes
*Entrega: hasta viernes 12 de octubre, 17:00 horas// Subir a U-Cursos (los casos de
estudiantes que aún no pueden entrar a U-Cursos, pueden enviarla al email de la
profesora)
Criterios de evaluación: contenido y uso bibliográfico; argumentación y coherencia en la
forma de entregar los resultados; convenciones de formalidad, redacción y ortografía.
Extensión: máximo 750 palabras por pregunta (máximo total 1500 palabras)
Respuesta:
Pregunta 2: ¿Qué vínculos teóricos y empíricos son alcanzados entre las teorías del
desarrollo y la geografía económica? Aborde su respuesta considerando los siguiente y
entregando ejemplos:
1. Analice el paradigma del desarrollo humano de Naciones Unidas y que nuevas
perspectivas comprende en relación con los paradigmas más tradicionales del
desarrollo
2. Explique la noción de Ferguson y Stoutland (1999, p.34) al definir desarrollo
comunitario como un “campo organizacional que funciona como un sistema”.
Describa un ejemplo que grafique su respuesta
3. ¿Cuál es la ética detrás del paradigma de la redistribución? ¿qué elementos incluye
para asegurar justicia?
Respuesta:
1
Méndez, p. 53.
objetivo de dichas teorías es dilucidar cuáles son las condiciones que producen el
subdesarrollo en determinados países. Para ello, es fundamental entablar una comparación
entre aquellos países y lo que han tenido un desarrollo efectivo. En otras palabras, las teorías
del desarrollo plantean un análisis de las interrelaciones entre economía y espacio, con el fin
de comprender las dinámicas que han sido determinantes en la diferenciación entre países
desarrollados y subdesarrollados. Es en estos sentidos que encuentran su vínculo teórico con
la geografía económica, ya que proponen la existencia de dinámicas económicas al interior
de los territorios que responden a las condiciones concretas que estos presentan. Por otro
lado, geografía económica y teorías del desarrollo, al basarse en el análisis de las cuestiones
económicas, recurren a mecanismos de medición que permiten cuantificar diferentes
aspectos de las diversas dimensiones de la realidad económica (Méndez, p.29-30). Es en este
sentido que aquellas teorías encuentran un segundo vínculo con la geografía económica.
El paradigma de desarrollo que ha sido propuesto por la ONU a partir de 1990 se
fundamenta en un concepto del desarrollo humano como “un proceso en el cual se amplían
las oportunidades del ser humano”, considerando tanto “la formación de capacidades
humanas -tal como un mejor estado de salud, conocimientos y destrezas- y el uso que la
gente hace de las capacidades adquiridas -para el descanso, la producción o las actividades
culturales, sociales y políticas” (PUND,1990)2. En efecto, su originalidad se basa no solo en
el carácter universal de su propuesta -ya que apunta al desarrollo del ser humano-, sino
también en la contemplación de aspectos antes no considerados, como el desarrollo cultural
y político. Ejemplo de las teorías tradicionales es la teoría liberal de desarrollo, que proponía
la acumulación de riquezas, el aumento de la producción y la innovación tecnológica como
eje del desarrollo.
En cuanto al desarrollo comunitario del que hablan Ferguson y Stoutland y de la
sentencia que han planteado, es pertinente proponer una definición de sistema que permita
orientar el análisis. Para los efectos de dicho análisis, he optado por recoger la definición que
acoge Ricardo Méndez, entendiendo un sistema como un “conjunto de elementos
interrelacionados (…) que tienden a especializarse y jerarquizarse, manteniendo un equilibrio
dinámico sometido a cambios de estado” (Méndez, p.25). A partir de esta definición es
posible afirmar que cuando una comunidad se congrega en torno a una serie de intereses y
plantea una estrategia de desarrollo basada en la constitución de asociaciones y/o grupos
regulatorios, dicho desarrollo se constituye como un “campo organizacional” que estructura
las relaciones de sus componentes y regula los flujos de influencia cognitiva y normativa que
circulan aquella comunidad, adquiriendo un carácter sistémico. Los factores culturales,
éticos, políticos y las creencias – como plantean los autores – afectan las prácticas y la
evolución de dicho desarrollo, manteniendo un equilibrio dinámico como el que fue
planteado.
Un ejemplo lo constituye el movimiento artesanal chileno del siglo XIX, en el que
sus miembros se asociaron en aras de la “regeneración del pueblo”; la elevación moral,
material y cultural de sus filas. La formación de cooperativas de producción y/o consumo,
de sociedades de socorros mutuos y de educación popular fue acompañada de la instauración
2
PUND, “Desarrollo Humano Informe 1990”, p. 34. Tercer Mundo Editores, 1990.
de principios normativos; los artesanos, en torno a una idea de desarrollo comunitario,
engendraron un sistema que respondiera a sus necesidades3.
Por último, el fundamento ético de la redistribución de las riquezas nacidas del
desarrollo se basa en el principio de la meritocracia, el que es a la vez el componente que
orienta a aquella hacia la justicia; a cada cual se debe otorgar beneficios en la medida en que
ha actuado para su producción. Según los contractualistas, la sociedad es la conjugación de
los individuos en aras del bien común, por lo que es el fin mismo de la sociedad y el Estado
asegurar una distribución que responda al principio meritocrático, es decir: una distribución
justa. Además, aquella distribución debe poder asegurar la reproducción social; lo que
constituye su componente utilitarista. Sin embargo, existen argumentos de corte utilitarista
que reivindican la desigualdad/concentración económica como motor del crecimiento
económico.
3
Grez S. “De la ‘regeneración del pueblo’ a la huelga general…”. RIL Editores, 1997.