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Prueba Parcial 1 Geografía Económica Instructora: Johann D.

Garcia Valdes

Nombre Estudiantes: Felipe Meneses Rocuant

Objetivo: la evaluación tiene como objetivo que los y las estudiante sistematicen, integren,
y analicen los contenidos otorgados en la primera parte del curso Geografía Económica. Se
espera que las respuestas manifiesten una capacidad de reflexión crítica y analítica de las
problemáticas de la interrelación entre el ser humano, la economía, y el territorio.
Modalidad de la evaluación: prueba lectiva no presencial; integrantes de 1 a 3 personas;
preguntas de contenido, reflexión y síntesis. Pueden ser utilizados las notas y apuntes de
clases y textos elaborados por los y las estudiantes
*Entrega: hasta viernes 12 de octubre, 17:00 horas// Subir a U-Cursos (los casos de
estudiantes que aún no pueden entrar a U-Cursos, pueden enviarla al email de la
profesora)
Criterios de evaluación: contenido y uso bibliográfico; argumentación y coherencia en la
forma de entregar los resultados; convenciones de formalidad, redacción y ortografía.
Extensión: máximo 750 palabras por pregunta (máximo total 1500 palabras)

Pregunta 1: ¿Cuál es el rol de la Geografía Económica en el intento de explicar las


causas de la localización y estructuras de la actividad económica en el espacio? Desarrolle
su respuesta considerando los siguientes enfoques y entregando ejemplos:
1. Describa y diferencie el modelo de J.H. von Thünen sobre la renta del suelo (1820) y
la teoría de los lugares centrales de W. Christaller (1933), realizando una reflexión
conceptual y de su importancia actual en la planificación urbana.
2. Desde el punto de vista de los distritos industriales analice y responda ¿Cómo se
explica que pequeñas empresas puedan participar con competitividad en la economía
global? Compare la influencia teórica de la nueva economía institucional (costos de
transacción) y la teoría de redes.

Respuesta:

La geografía económica se ha preocupado desde sus comienzos por el estudio de las


interrelaciones existentes entre las actividades económicas -estructuradas en sistemas
económicos- y el territorio. Las primeras corresponden tanto a las actividades que son
ejercidas con la finalidad de obtener, mediante un proceso de producción, los bienes
económicos que satisfagan las necesidades de un grupo social, como el proceso de consumo
mismo. Mientras que el segundo establece las condiciones originarias en las que dichas
actividades deberán desenvolverse, dotando los factores productivos (Tierra, Trabajo y
Capital) que plantearán las ventajas comparativas. En este sentido, el territorio influye
activamente en la estructuración y evolución de los sistemas económicos, favoreciendo o
dificultando el surgimiento de las iniciativas empresariales (Méndez, p.3).
Las actividades económicas forman parte de la base del sistema económico;
producción y consumo forman un circuito económico que se sustenta en la realización de sus
relaciones a través del mercado. En el caso de un Sistema Económico Capitalista, los
mecanismos de fijación de precios se basan en la relación entre la oferta y la demanda. A su
vez, la lógica de la búsqueda de beneficios, la competencia y la acumulación de excedentes
incentiva a las empresas a buscar precios más bajos para reducir costos y maximizar sus
beneficios y competitividad (Méndez, p.43).
En efecto, las lógicas de cada sistema económico establecen las dinámicas del
comportamiento de sus agentes frente a las condiciones que establecen los diferentes
territorios, incluyendo la localización y estructuración de sus actividades económicas. Estos
han sido temas centrales para la geografía económica puesto que aquella es “el estudio de las
interrelaciones dialécticas existentes entre la actividad económica y el espacio” (Méndez, p.
5).
Las teorías de J.H. Von Thünen y de W. Christaller se proponen explicar las causas
de la localización de las actividades económicas. Por un lado, Von Thünen se enfoca en el
estudio del valor de los suelos y propone que la fijación de aquellos se debe principalmente
a su conectividad con los mercados (una mayor distancia implicaría costos de transporte
mayores), ya que una mayor cercanía con ellos promete una competitividad superior. En este
sentido, la renta del suelo es un elemento central en la localización de las actividades
económicas, puesto que no solo limita la accesibilidad de los suelos a las empresas de
capitales escasos (generando segregación espacial), sino que permite dilucidar los espacios
en los que las actividades económicas se vuelven más intensas, prometiendo mayores
beneficios. Un ejemplo podría ser la fluctuación de los precios inmobiliarios tras la
construcción de una línea de metro en las cercanías.
Por otro lado, Christaller plantea la teoría de los lugares centrales a partir de la
influencia que ejercen los centros urbanos (incluso más allá de su propio territorio), en tanto
centros de oferta de bienes/servicios que convocan consumidores en un área de mercado
determinada por la flexibilidad de la demanda de dichos bienes/servicios, generando
estructuras espaciales jerarquizadas. Por ejemplo, la influencia que ejercen las universidades
metropolitanas sobre los habitantes de otras regiones que viajan cientos de kilómetros para
llegar a ellas.
Bajo mi apreciación, ambas teorías se complementan, ya que mientras más cercano a
los lugares centrales tanto más se eleva la renta del suelo, puesto que la demanda de las
empresas por aquellos lugares es tan alta como el volumen de los flujos económicos que los
circulan.
Como se ha dicho, la búsqueda de beneficios y la competencia impulsan a las
empresas a aumentar su competitividad, planteando diversas estrategias que se traducen en
fenómenos geoeconómicos. La teoría de la nueva economía institucional – que plantea la
aglomeración de las actividades económicas como mecanismo para la reducción de costos
de transacción y transporte y la incertidumbre/riesgo- y la teoría de las redes -que explica la
importancia de las relaciones entre empresas en la reducción de costos, ya sea por medio de
la especialización o la coordinación, como es el caso de las empresas multilocalizadas-
permiten explicar la alta competitividad que pueden alcanzar las PYMEs -organizadas en
distritos industriales, como Silicon Valley- en el mercado internacional. Según Méndez, los:
“distritos industriales, caracterizados por la presencia de un elevado conjunto de PYMEs
industriales y servicios a la producción que operan en red, combinando estrategias de
competencia por ocupar los mismos mercados con otras de cooperación formal o informal
lo que les permite mejorar su eficiencia al especializar en mayor medida su actividad,
acceder a mayor información, adquirir ciertos servicios de uso común, etc”.1
En fin, la localización y estructuración -además de otros procesos y fenómenos
económicos- de las actividades económicas puede comprenderse a través de una lectura del
espacio, aquel es el rol que cumple la geografía económica.

Pregunta 2: ¿Qué vínculos teóricos y empíricos son alcanzados entre las teorías del
desarrollo y la geografía económica? Aborde su respuesta considerando los siguiente y
entregando ejemplos:
1. Analice el paradigma del desarrollo humano de Naciones Unidas y que nuevas
perspectivas comprende en relación con los paradigmas más tradicionales del
desarrollo
2. Explique la noción de Ferguson y Stoutland (1999, p.34) al definir desarrollo
comunitario como un “campo organizacional que funciona como un sistema”.
Describa un ejemplo que grafique su respuesta
3. ¿Cuál es la ética detrás del paradigma de la redistribución? ¿qué elementos incluye
para asegurar justicia?

Respuesta:

Las teorías del desarrollo se han basado principalmente en un estudio de las


condiciones económicas de los diferentes territorios, comprendiendo que estos últimos
presentan diferentes características estructurales, no solo en términos geofísicos, sino
demográficos, e incluso políticos, aunque con un énfasis en los factores socioeconómicos. El

1
Méndez, p. 53.
objetivo de dichas teorías es dilucidar cuáles son las condiciones que producen el
subdesarrollo en determinados países. Para ello, es fundamental entablar una comparación
entre aquellos países y lo que han tenido un desarrollo efectivo. En otras palabras, las teorías
del desarrollo plantean un análisis de las interrelaciones entre economía y espacio, con el fin
de comprender las dinámicas que han sido determinantes en la diferenciación entre países
desarrollados y subdesarrollados. Es en estos sentidos que encuentran su vínculo teórico con
la geografía económica, ya que proponen la existencia de dinámicas económicas al interior
de los territorios que responden a las condiciones concretas que estos presentan. Por otro
lado, geografía económica y teorías del desarrollo, al basarse en el análisis de las cuestiones
económicas, recurren a mecanismos de medición que permiten cuantificar diferentes
aspectos de las diversas dimensiones de la realidad económica (Méndez, p.29-30). Es en este
sentido que aquellas teorías encuentran un segundo vínculo con la geografía económica.
El paradigma de desarrollo que ha sido propuesto por la ONU a partir de 1990 se
fundamenta en un concepto del desarrollo humano como “un proceso en el cual se amplían
las oportunidades del ser humano”, considerando tanto “la formación de capacidades
humanas -tal como un mejor estado de salud, conocimientos y destrezas- y el uso que la
gente hace de las capacidades adquiridas -para el descanso, la producción o las actividades
culturales, sociales y políticas” (PUND,1990)2. En efecto, su originalidad se basa no solo en
el carácter universal de su propuesta -ya que apunta al desarrollo del ser humano-, sino
también en la contemplación de aspectos antes no considerados, como el desarrollo cultural
y político. Ejemplo de las teorías tradicionales es la teoría liberal de desarrollo, que proponía
la acumulación de riquezas, el aumento de la producción y la innovación tecnológica como
eje del desarrollo.
En cuanto al desarrollo comunitario del que hablan Ferguson y Stoutland y de la
sentencia que han planteado, es pertinente proponer una definición de sistema que permita
orientar el análisis. Para los efectos de dicho análisis, he optado por recoger la definición que
acoge Ricardo Méndez, entendiendo un sistema como un “conjunto de elementos
interrelacionados (…) que tienden a especializarse y jerarquizarse, manteniendo un equilibrio
dinámico sometido a cambios de estado” (Méndez, p.25). A partir de esta definición es
posible afirmar que cuando una comunidad se congrega en torno a una serie de intereses y
plantea una estrategia de desarrollo basada en la constitución de asociaciones y/o grupos
regulatorios, dicho desarrollo se constituye como un “campo organizacional” que estructura
las relaciones de sus componentes y regula los flujos de influencia cognitiva y normativa que
circulan aquella comunidad, adquiriendo un carácter sistémico. Los factores culturales,
éticos, políticos y las creencias – como plantean los autores – afectan las prácticas y la
evolución de dicho desarrollo, manteniendo un equilibrio dinámico como el que fue
planteado.
Un ejemplo lo constituye el movimiento artesanal chileno del siglo XIX, en el que
sus miembros se asociaron en aras de la “regeneración del pueblo”; la elevación moral,
material y cultural de sus filas. La formación de cooperativas de producción y/o consumo,
de sociedades de socorros mutuos y de educación popular fue acompañada de la instauración

2
PUND, “Desarrollo Humano Informe 1990”, p. 34. Tercer Mundo Editores, 1990.
de principios normativos; los artesanos, en torno a una idea de desarrollo comunitario,
engendraron un sistema que respondiera a sus necesidades3.
Por último, el fundamento ético de la redistribución de las riquezas nacidas del
desarrollo se basa en el principio de la meritocracia, el que es a la vez el componente que
orienta a aquella hacia la justicia; a cada cual se debe otorgar beneficios en la medida en que
ha actuado para su producción. Según los contractualistas, la sociedad es la conjugación de
los individuos en aras del bien común, por lo que es el fin mismo de la sociedad y el Estado
asegurar una distribución que responda al principio meritocrático, es decir: una distribución
justa. Además, aquella distribución debe poder asegurar la reproducción social; lo que
constituye su componente utilitarista. Sin embargo, existen argumentos de corte utilitarista
que reivindican la desigualdad/concentración económica como motor del crecimiento
económico.

3
Grez S. “De la ‘regeneración del pueblo’ a la huelga general…”. RIL Editores, 1997.

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