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Chullachaqui

(Leyenda de Iquitos)
El Chullachaqui es un enano o un demonio del rainforest cuyo nombre proviene de los términos
quechuas para "disímil" (Chulla) y "pie" (Chaqui), esto es “los pies disímiles.” Según la leyenda de
Iquitos, este enano del bosque tiene la habilidad para transformarse en cualquier otra persona
que él desea para engañar visitantes o las personas locales viviendo en la selva. Él puede aparecer
como un miembro de la familia o un amigo, conduciéndoselos hacia caminos equivocados, yendo
más profundo y más profundo en la selva y luego dejándolos allí, perdidos. Para un niño, el
Chullachaqui muchas veces aparecerá como otro niño u otro compañero de juego. En este
disfraz, el Chullachaqui malvado tratará de atraer con engaño al niño en el bosque para ponerse
perdido. La única forma para descubrir la identidad verdadera de Chullachaqui es mirar a sus pies,
como uno de sus pies es deformado. Consecuentemente, él tratará de esconder sus pies. Estando
descubierto, el Chullachaqui escapará en la selva.
Según esta leyenda de Iquitos, un muchacho fue con sus padres para la selva para recoger leña.
Los padres dejaron el niño solo por un momento para recoger algo de leña y él jugaba en un
espacio abierto cuando él vio qué apareció ser otro niño de la misma edad en un árbol distante.
El niño en el árbol le llamó por señas para venir, pero el niño no salió del espacio abierto,
prestando atención a la advertencia de sus padres que no deambular por fuera en el bosque.
Cuando los padres del niño regresaron, el niño contó a sus padres sobre el niño en el árbol. Los
padres supieron que nadie vivió en el área y fue en busca del niño en el árbol, sino no encontró
ninguna cosa, justamente las huellas extrañas que pareció haber estado hecha por un enano con
un pie deformado.
La advertencia de la llama
(Mito)
Cierto día, un hombre llevó a su llama a pastar en el mejor puesto. Sin embargo, la llama se
rehusaba a comer.
Cuando el hombre la interrogó por su comportamiento, la llama respondió que estaba triste
porque, en cinco días, el mar se elevaría y acabaría con los seres vivos. Alarmado, el hombre le
preguntó si no había nada que pudieran hacer. En respuesta, la llama le ordenó que recolectara
comida para cinco días y que fuera a la montaña Villa-Coto.
Cuando llegaron a la cima, vieron que había animales de todas las especies. Pasados los cinco
días, el mar se elevó destruyendo a los seres humanos, excepto al hombre que escuchó a su
llama.
La sirena de Guam
(Leyenda)
Había una familia apellidada Chamorro que vivía en la ciudad de Hagatna, Guam. Ellos tenían magia
corriendo por sus venas y todo lo que decían se convertía en realidad.
Con los años, en el seno de esa familia nació una niña llamada Sirena, que no amaba nada más que nadar.
Pasaba todo el tiempo jugando y nadando en el río Hagatna. Su obsesión por el agua era tal, que, aunque
su madre le pidió que hiciera un recado urgente para ella, Sirena lo olvidó y pasó horas en el agua del
río, disfrutando del agua. Su madre esperaba impaciente que Sirena volviera, mientras hacía compañía
a la abuela de la pequeña que estaba de visita. La madre de Sirena sabía que su hija estaba perdiendo el
tiempo en el agua, ignorando completamente sus necesidades.
Preocupada y malhumorada por la ausencia de Sirena, su madre -por las venas de la cual también corría
la magia gritó:
“¡YA QUE SIRENA AMA EL AGUA MÁS QUE NADA EN EL MUNDO, BIEN PODRÍA CONVERTIRSE EN PEZ!”
La abuela de la pequeña, consciente del poder que escondían esas palabras, trató de contrarrestarlas:
“DEJA QUE LA PARTE DE ELLA QUE ME PERTENECE PERMANEZCA HUMANA.”
Tras esto, Sirena que permanecía ajena a lo que sucedía a en su casa empezó a notar que su cuerpo
cambiaba. La parte inferior de su cuerpo empezó a cubrirse de escamas, sus pies se transformaron en
aletas y, de pronto, ¡era medio pez, medio humana! ¡Una sirena!
Aunque, asustada, trató de abandonar el agua, su nuevo cuerpo no le permitía sobrevivir en tierra. La
abuela de Sirena advirtió a su madre del poder de las palabras que había proferido y ambas salieron a
buscar a la niña. Cuando llegaron, aunque la madre intentó deshacer el hechizo, nada pudo cambiar el
que era el destino de Sirena.
Temerosa de que alguien la descubriera y quisiera capturarla, Sirena dedicó una dura despedida a su
madre:
“MAMÁ, NO TE PREOCUPES POR MÍ, SOY UNA AMANTE DEL MAR AL QUE AMO INTENSAMENTE.
PREFERIRÍA VOLVER A NUESTRO HOGAR CONTIGO. SÉ QUE ESTABAS FURIOSA CUANDO ME MALDECISTE,
PERO DESEARÍA QUE ME HUBIERAS CASTIGADO CON UNA VARA, ANTES QUE SER COMO SOY AHORA.
MAMÁ, MÍRAME BIEN, PUES ESTA ES LA ÚLTIMA VEZ QUE NOS VEREMOS.”
Después de esto, Sirena se sumergió en el río y siguió el curso de este hasta el océano, para no volver a
ser vista jamás por su familia, aunque algunos marineros aseguraban haberla visto.
El tunche
(Leyenda)
El Tunche es un personaje de leyenda que, de acuerdo a lo referido por varias personas, es un ánima que
transita en la oscuridad de la selva peruana. Su misión principal es la de llevarse las almas de las personas
que se internen demasiado en la espesura del bosque.
Hay otros individuos que afirman que, con tan sólo verlo, se te detendría el corazón en un instante. Por
si esto fuera poco, hay quienes afirman que El Tunche es bastante sigiloso y escurridizo, por lo que nadie
puede oír sus pasos.
Sin embargo, una vez que ya está lo suficientemente cerca de su víctima, empieza a chiflar, para anunciar
la llegada de la muerte. De nada te servirá correr, pues, aunque tus piernas y pies se muevan lo más
rápido posible, una vez que has escuchado el silbido, su tonalidad se hará más y más fuerte hasta que
sucumbas ante la presencia del Tunche.
Hay algunas leyendas relacionadas con este personaje, en donde se dice que sus víctimas han logrado
escabullirse. No obstante, una cosa que no se debe olvidar es que la gente que ha conseguido huir,
desgraciadamente ha perdido la razón.
De igual forma, existen individuos que aseguran que el Tunche posee la capacidad de transformarse en
cualquier animal o cosa a excepción de sus pies, los cuales han sido descritos como patas de cabra.
En lo personal, jamás he tenido la mala fortuna de encontrarme con una presencia extraña en el bosque.
A pesar de eso, en mi próximo viaje a Perú, les aseguro que seré más precavido de lo normal.
La monja condenada
(Leyenda de Arequipa)
Arequipa es la capital y mayor ciudad del Departamento de Arequipa. Es la segunda ciudad más poblada
del Perú, mismo lugar que ocupa en cuanto a su actividad industrial, dentro de la cual destacan los
productos manufacturados y la producción textil de lana de camélidos. Sus construcciones se basan en
sillar blanco, por eso el lugar también es conocido como “Ciudad Blanca”, y ubicada en esta región,
específicamente en la calle San Antonio, hay una casa muy antigua, que hoy se ha convertido el colegio,
albergando a decenas de alumnos.
Desde los inicios del plantel escolar, hubo una situación particular, y es que estaba terminantemente
prohibido entrar a una habitación, ni siquiera se permitía husmear en ella, hecho que solamente
despertaba la curiosidad de los estudiantes, orillándolos a cometer toda clase de imprudencias en su
búsqueda de la verdad, pero afortunadamente, se controlaba bastante bien este aspecto, y el cuarto
continuaba guardando su secreto.
Al cabo de cuatro generaciones, un evento poco usual desvió la atención de los alumnos, dejaron de
ponerle atención a la alcoba prohíba, cuando tuvieron que preocuparse por una aparición, un fantasma
traslucido que se paseaba por el plantel, con suma confianza. Los desafortunados que se toparon con
este espíritu, lo describieron como una monja, no tenían la menor duda de ello, llevaba su hábito negro,
la cabeza cubierta, y flotaba a unos cuantos centímetros del suelo.
La primera reacción de los desafortunados que se cruzaban en su camino, era correr, sin embargo, no
falta aquel con una pizca más de valentía que el resto, un atrevido o tal vez inconsciente, que, en lugar
de huir, fue tras el alma en pena, solo para descubrir que esta se desvanecía justo al cruzar la puerta del
cuarto censurado.
La noticia se corrió como pólvora, los estudiantes tramaron un plan, se las arreglaron para entrar a la
habitación, donde encontraron una escena terrible, la habitación era muy humilde, solo una rustica
mesa, una maltrecha silla y una cama, una cama con un bulto encima.
Los mirones se acercaron, con completo cuidado, hasta que la imagen ante ellos quedó clara, era una
mujer la que estaba tendida ahí, la cual, hacia caso omiso de sus llamados, así que tuvieron que acercarse
más y tocarle el hombro, provocando una imagen tan aterradora que hasta el día de hoy ninguno de
ellos ha podido olvidar. Con tan solo un roce, el cuerpo de la mujer desprendió un ligero polvo, y en
segundo, después de un crujido, la cabeza se le desprendió, rodando por el suelo, y se detuvo hasta
topar con los pies de los curiosos.
El estado de shock se extendió por varios días, cuando fue prudente, no tuvieron más remedio que
explicarles, aquel cuarto estaba prohibido por respeto a la última voluntad de una monja, ella quiso
permanecer en su habitación, la misma que fue su hogar cuando el lugar era un convento. Así que
devolvieron su cuerpo a la habitación, y la censuraron de nuevo.
El Mito de Cuniraya Huiracocha
(Mito)
Cuentan que, en tiempos muy antiguos, Cuniraya Huiracocha se convirtió en un hombre muy
pobre, y andaba paseando con su ropa hecha arapos, y sin reconocerlo algunos hombres lo
trataban de mendigo piojoso. Pero Cuniraya Huiracocha era el dios del campo. Con solo decirlo
preparaba las chacras para el cultivo y reparaba los andenes. Con el solo hecho de arrojar una
flor de cañaveral (llamada pupuna) hacía acequias desde sus fuentes. Así, por su gran poder,
humillaba a los demás dioses (huacas) de la región.
Había una vez una mujer llamada Cahuillaca, quien también era huaca, que por ser tan hermosa
todos los demás huacas la pretendían. Pero ella siempre los rechazaba. Sucedió que esta mujer,
que nunca se había dejado tocar por un hombre, se encontraba tejiendo debajo de un árbol de
Lúcumo. Cuniraya que la observaba de lejos pensaba en una manera astuta de acercarse a la bella
Cahuillaca. Entonces se convirtió en un pájaro y voló hasta la copa del Lúcumo, donde encontró
una lúcuma madura a la que le introdujo su semen, luego la hizo caer del árbol justo al costado
de donde Cahuillaca se encontraba tejiendo. Al verla se la comió muy gustosa y de esta manera
la bella diosa quedó embarazada sin haber tenido relaciones con ningún hombre.
A los nueve meses, como era de esperarse, Cahuillaca dio a luz. Durante más de un año crio sola
a su hijo, pero siempre se interrogaba sobre quién sería el padre. Llamó a todos los Huacas y
Huillcas a una reunión para dar respuesta a su pregunta. Cuando supieron de la reunión todos
los huacas se alegraron mucho, asistieron muy finamente vestidos y arreglados, convencidos de
ser a los que la bella Cahuillaca elegiría. Esta reunión tuvo lugar en un pueblo llamado Anchicocha.
Al llegar se fueron sentando, y la bella huaca le enseñaba a su hijo y les preguntaba si eran los
padres. Pero nadie reconoció al niño. Cuniraya Huiracocha también había asistido, pero como
estaba vestido como mendigo Cahuillaca no le preguntó a él pues le parecía imposible que su hijo
hubiese sido engendrado por aquel hombre pobre.
Ante la negativa de todos los preguntados de reconocer al niño, Cahuillaca ideó posar en el piso
al niño, dejando que ande a gatas solo hasta donde se encuentre su padre. Hizo así, y el niño se
dirigió muy contento donde se encontraba Cuniraya Huiracocha. Cuando su madre lo vio, muy
encolerizada, gritó: "-Ay de mí! ¨Cómo habría podido yo dar a luz el hijo de un hombre tan
miserable?". Y con estas palabras cogió a su hijo y corrió hacia el mar. Entonces Cuniraya dijo:
"-Ahora sí me va a amar!" y se vistió con un traje de oro, y la siguió, llamándola para que lo viera.
Pero Cahuillaca no volvió para mirarlo, siguió corriendo con la intención de arrojarse al mar por
dar a luz el hijo de un hombre tan "horrible y sarnoso". Al llegar a la orilla, frente a Pachacamac,
se arrojó y quedaron convertidos, ella y su hijo, en dos islotes que están muy cerca a la playa.
Como Cuniraya pensaba que Cahuillaca voltearía a verlo, la seguía a distancia llamándola y
gritándole continuamente. Entonces se encontró con un cóndor y le preguntó: -"Hermano,
¿dónde te encontraste con esa mujer?", -"Aquí cerca está, ya casi la vas alcanzando" le respondió
el cóndor. Por darle esa respuesta Cuniraya le dijo al cóndor: -"Siempre vivirás alimentándote con
todos los animales de la puna, y cuando mueran tú sólo te los comerás, y si alguien te mata, él
también morirá"
El huaca siguió en su carrera en pos de Cahuillaca, encontrándose con una zorrina. -"Hermana"
le preguntó, "¿En dónde te has encontrado con esa mujer?"
La zorrina le respondió: -"Ya no la alcanzarás, está muy lejos"-. Por darle esa mala noticia el huaca
le dijo: -"Por lo que me has contado, te condeno a que camines sólo de noche, odiada por los
hombres y apestando horriblemente". Más abajo en su camino se encontró con un puma. -"Ella
todavía anda por aquí; ya te estás acercando" le dijo el puma
Por darle tan buenas noticias Cuniraya le respondió: -"Comerás las llamas del hombre culpable,
y si alguien te mata te hará bailar primero en una gran fiesta, y todos los años te sacará
sacrificándote una llama" (De este modo Cuniraya le confiere al puma categoría para ser adorado,
y manda además que todos los años se celebre una fiesta en su honor, en la que se bailará y se
sacrificará una llama en su honor) También se encontró con un zorro. Al preguntarle por
Cahuillaca el zorro le dijo que se encontraba ya muy lejos y que no la alcanzaría.
Por esto le dijo al zorro: -"Aunque andes a distancia, los hombres llenos de odio te tratarán de
zorro malvado y desgraciado. Y cuando te maten te botarán a ti y a tu piel como algo sin valor".
El halcón, con quién también se encontró, le auguró que pronto la alcanzaría. Por ello le contestó
el huaca: -"Tendrás mucha suerte, y cuando comas primero almorzarás picaflores. El hombre que
te mate llorará tu muerte, y sacrificará una llama en tu honor, y bailará poniéndote sobre su
cabeza para que resplandezcas allí".
Enseguida se encontró con unos loros, quienes le dijeron que ya no la alcanzaría. Por ello Cuniraya
les maldijo así: -"Andareís gritando muy fuerte, y cuando los escuchen, sabiendo que tienen la
intención de destruir los cultivos, sin tardar los hombres os ahuyentarán y habrán de vivir
sufriendo mucho, odiados por ellos". De este modo, cada vez que se encontraba con alguien que
le daba una buena noticia le auguraba un buen porvenir, y si se encontraba con alguien que le
daba malas noticias lo maldecía. De este modo llegó hasta el mar donde se encontraban dos hijas
de Pachacamac custodiadas por una serpiente. Pero poco antes, la madre de éstas:
Urpayhuachac, había entrado al mar a visitar a Cahuillaca.
Aprovechando esta ausencia Cuniraya violó a la menor de las hijas. Cuando quiso hacer lo mismo
con la otra, ésta se transformó en paloma y voló. Es por esto que a su madre le llaman
Urpayhuachac: la que pare palomas. En ese tiempo no había peces en el agua. Solo Urpayhuachac
los criaba en un estanque que estaba dentro de su casa. Cuniraya, enfadado porque había ido a
visitar a Cahuillaca arrojó todos los peces del estanque al mar. Y es por esto que el mar, ahora, se
encuentra poblado de peces. Cuando la hija menor de Urpayhuachac le contó lo que Cuniraya le
había hecho, se encolerizó y se decidió por matarlo. Para ello tramó un astuto plan. Urpayhuachac
llamó a Cuniraya con el pretexto de quitarle las pulgas. Este aceptó. Pero al mismo tiempo hacía
crecer una gran peña para que le callera encima al huaca y lo aplastara.
Pero éste, con gran astucia, se dio cuenta de las verdaderas intenciones de Urpayhuachac, y huyó
del lugar.
Desde entonces Cuniraya Huiracocha anda por el mundo engañando a huacas y hombres.
El Origen de Pariacaca
(Mito Huarochirí, en Lima - Perú)
Los hombres que vivían en aquellos tiempos no hacían otra cosa que guerrear y luchar entre sí, y
reconocían como sus Curacas (gobernantes) sólo a los más valientes y a los ricos. A estos llamaros
los purumruna.
Sabemos que, en aquella época, Pariacaca nació de cinco huevos en el cerro Condorcoto (un
cerro ubicado entre Huarochirí y San José de Los Chorrillos, provincia de Huarochirí,
departamento de Lima).
Un solo hombre, un pobre que se llamaba Huatiacuri, quien era, según se dice, hijo de Pariacaca,
fue el primero en ver y saber de este nacimiento.
Según se dice, la gente de ese tiempo lo llamaba Huatiacuri, porque siendo muy pobre, se
alimentaba solo con papas huatiadas.
Había un hombre llamado Tamtañamca, que era un poderoso y gran señor. Su casa estaba
cubierta de alas de pájaro de plumas rojas y amarillas. Poseía llamas de todas las especies
imaginables: amarillas, rojas, azules. Cuando la gente supo de su poder y virtud, llegaron de todas
las comunidades para honrarlo y venerarlo. Y él, fingiendo ser un gran sabio (a pesar de sus
conocimientos limitados), vivía engañando a mucha gente.
Fue así que Tamtañamca, que se fingía adivino y dios, contrajo una enfermedad muy grave.
Mucho tiempo pasó y la gente se preguntaba cómo era posible que un sabio tan capaz estuviese
enfermo.
Así como los Huiracochas recurren a los adivinos, o a los doctores, Tamtañamca, que deseaba
curarse, llamó a todos los sabios. Sin embargo, ninguno supo dar con la enfermedad que lo
aquejaba. Huatiacuri venía desde el mar, y se quedó a dormir en un cerro llamado Latausaco.
Mientras tanto, un zorro que subía se encontró con otro que bajaba y le pregunto así: "Hermano,
¿cómo está la situación arriba?, -"lo que está bien, está bien"- le contestó el otro, y prosiguió:
"aunque un Señor, un Huillca de Anchicocha, que finge ser un dios y gran sabio, está enfermo,
por ello todos los adivinos tratan de dar con el origen de tan extraño mal".
El zorro que subía volvió a preguntar: "y ¨cómo fue que se contagió con ese mal?", y el que bajaba
le respondió: "mientras su esposa tostaba maíz, salto un grano de muchos colores, pero antes de
tocar el piso tocó las vergüenzas de ella, sin embargo, lo recogió y se lo dio a comer a otro
hombre. Por eso ahora se le considera adúltera. Por esa culpa hay una serpiente que vive sobre
la casa y se los está comiendo. Hay también un sapo de dos cabezas que vive bajo su batán. Y
nadie sospecha que son estos quienes enferman a Tamtañamca".
Este gran Señor que estaba enfermo por haber fingido ser dios, tenía dos hijas. La mayor se había
casado con un hombre muy rico de su Ayllu.
Entonces, Huatiacuri llegó donde se encontraba el Señor enfermo. Cuando estaba cerca les
preguntó a todos si hubiese alguien en la comunidad que estuviese enfermo. La hija menor de
Tamtañamca le respondió que su padre.
Huatiacuri le dijo: -"Cásate conmigo y yo sanaré a tu padre- Pero ella no respondió enseguida la
propuesta, fue y le contó a su padre que un pobre le había dicho que lo iba a sanar.
Los sabios que estaban allí, cuando escucharon sus palabras, se echaron a reír y dijeron: -
"Estaríamos nosotros aquí curándolo, si un pobre ¿cómo éste fuese capaz de hacerlo? -
Tamtañamca, sin embargo, deseaba ante toco sanar, he hizo llamar a Huatiacuri: -"Que venga
cualquiera que sea capaz de sanarme"- Huatiacuri entró y le dijo: -"Si deseas voy a curarte, pero
me tienes que dar a tu hija"- El otro, muy contento, aceptó. El esposo de la hija mayor de
Tamtañamca, al oír eso, se puso furioso: -"¿Cómo podré aceptar que la cuñada de un hombre tan
poderoso como yo se case con semejante pobre?
Sin hacer caso a esos reclamos, Huatiacuri empezó con su labor: -"Señor, tu mujer es adúltera,
su culpa te ha hecho enfermar. En el techo de tu casa hay dos serpientes que te están comiendo,
y también hay un sapo de dos cabezas debajo de tu batán. Tenemos que matarlos a todos para
que te cures. En cuanto a ti, tú no eres un auténtico dios, porque si lo fueras no te habrías
enfermado de esta manera"-
Al oír esto, Tamtañamca se asustó. En cambio, su mujer gritó furiosa: -"Este miserable me insultó
sin motivo, yo no soy una adúltera". Pero como el enfermo tenía muchas ganas de curarse,
mando que Huatiacuri haga lo que sea necesario. Entonces sacaron a las dos serpientes y las
mataron. Entonces Tamtañamca supo que Huatiacuri decía la verdad, y a la mujer no le quedó
más que confesar su culpa. Luego levantaron el batán y el sapo de dos cabezas salió volando con
rumbo a la quebrada de Anchicocha. Se cree que aún permanece ahí, escondido en un manantial,
y cuando los hombres pasan por ese lugar, a veces desaparecen y otras veces enloquecen.
Luego de todo esto, Huatiacuri dijo haber cumplido con su labor, y el enfermó sanó. El día
señalado Huatiacuri viajó a Condorcoto, y ahí estaba Pariacaca, en forma de cinco huevos.
Entonces el viento comenzó a soplar por primera vez, pues en tiempo anteriores, el viento nunca
había soplado. El mismo día del viaje, Tamtañamca - ya sano- le entregó a su hija - conforme lo
acordado -, luego emprendieron viaje. Mientras caminaban solos por un paraje cerca al cerro
Condorcoto, pecaron. Cuando el esposo de la hija mayor de Tamtañamca se enteró de esto,
desafió a Huatiacuri para vencerlo y cubrirlo de vergüenza. Lo retó de la siguiente manera: -
"Vamos a competir en distintas pruebas, ¿cómo un miserable como tú te atreviste a casarte con
la cuñada de un hombre tan poderoso como yo?
Huatiacuri aceptó el reto, y fue a contarle a su padre Pariacaca (quien aún no nacía y seguí en
forma de cinco huevos), todo lo sucedido. -"Muy bien"- dijo Pariacaca -"cualquier cosa que te
proponga, ven enseguida y cuéntamela, yo te aconsejaré"-.
He aquí la primera prueba: El hombre poderoso le propuso a Huatiacuri medir su resistencia
bailando y bebiendo. Y por supuesto éste fue donde su padre (Pariacaca) a contárselo. -"Anda a
la otra montaña - le dijo Pariacaca - y transfórmate en un huanaco, échate fingiendo estar
muerto. Muy temprano de mañana un zorro y su esposa irán a verte, ella traerá chicha en un
poronguito y el traerá su tambor y su antara. Cuando te encuentre, creyendo que estás muerto
te comerán. Pero antes que hagan esto, conviértete de nuevo en hombre y grita con todas tus
fuerzas, ellos se asustarán tanto que saldrán huyendo olvidando sus cosas. Con ellas tu asistirás
a la competencia".
Huatiacuri hizo todo lo que su padre le dijo. Al comenzar la competencia, el hombre rico fue el
primero en bailar. Aproximadamente doscientas mujeres bailaron para él. Cuando le tocó el turno
a Huatiacuri, él entró solo con su esposa a bailar, los dos solitos. Tocaron el tambor que le habían
robado al zorro. Pero apenas empezaron, la tierra empezó a temblar. Así ganó en baile. Ahora
tocaba beber. Huatiacuri y su esposa se sentaron en el lugar de honor, y todos los hombres
presentes se fueron acercando, sirviéndole chicha, uno tras otro sin dejarlos respirar. Cuando le
tocó a él servirles chicha a todos los presentes, Huatiacurí sacó el poronguito (el de la zorrina).
Todos los presentes se echaron a reír y se burlaban diciendo que era muy pequeño para saciar a
tanta gente. Pero apenas les fue sirviendo, uno a uno fueron cayeron sin sentido.
Como había vencido en esta prueba, al día siguiente, el hombre poderoso lo desafió nuevamente.
Esta vez el reto consistía en vestirse con las más finas ropas. Nuevamente Huatiacuri fue a
consultar con su padre. Pariacaca le dio un traje de nieve. Así venció a su rival deslumbrándolos
a todos. Derrotado por segunda vez, ahora el desafío era atraer pumas. Huatiacuri pensó en
atraerlos con poesía. Según las instrucciones de su padre, fue muy temprano a un manantial y
tajo a un puma rojo. Cuando se puso a bailar con el puma rojo, en el cielo apareció el arco iris, y
este es su origen.
Ahora el hombre rico y poderoso quiso competir construyendo una casa grande. Huatiacuri
colocó solo los cimientos y pasó el resto del día paseando con su mujer. Pero, durante la noche,
todas las aves y las serpientes, todas las que había en el mundo, fueron y construyeron la casa. A
la mañana siguiente la casa estaba terminada, y el hombre rico y poderoso se asustó mucho.
Desafió a Huatiacuri a una nueva competición: esta vez habían de techar las casas. Todos los
huanacos y todas las vicuñas traían paja para el techo del hombre rico. Huatiacuri contrató un
gato montés, que las asustó. De este modo ganó nuevamente.
Siguiendo el consejo de su padre, Huatiacuri le dijo al hombre rico: -"Yo he aceptado todos tus
desafíos y en todos te he vencido, ahora te toca a ti aceptar los desafíos que te proponga yo". El
hombre rico aceptó. -"Ahora vamos a bailar vestidos con una cusma azul y huara de algodón
blanco". El hombre rico empezó a bailar, como siempre acostumbraba a hacer. Mientras tanto,
Huatiacuri entró corriendo y gritando. El hombre rico se convirtió en venado y salió corriendo. Su
esposa corrió detrás de él. Huatiacuri los persiguió, y alcanzó a la mujer en el camino de
Anchicocha. La clavó de cabeza en la tierra y la convirtió en piedra. El hombre rico, que lo habían
convertido en venado, subió al cerro y desapareció. Desde ese momento los venados son cazados
para comer su carne.
Solo después de todo esto, Pariacaca y sus hermanos salieron de los cinco huevos, convertidos
en cinco halcones. Al tocar tierra tomaron forma de hombres y empezaron a caminar. Al
enterarse de cómo se había portado la gente de esa época y cómo Tamtañamca, fingiendo ser
un dios, se había hecho adorar, se enojaron mucho. Se convirtieron en lluvia, arrasando con todas
las casas y las llamas hasta el mar, sin dejar que nadie se salve.
Después de cumplir con su castigo, Pariacaca subió al cerro que hoy lleva su nombre.
El Mito de Yacana
(Mito Huarochirí, en Lima - Perú)
La constelación que llamamos Yacana, es el camac de las llamas, ósea su fuerza vital, el alma que
las hace vivir. Yacana camina por un gran río (la Vía Láctea). En su recorrido se pone cada vez más
negra en dos ojos y un cuello muy largo. Se cuenta que Yacana acostumbraba beber agua de
cualquier manantial, y si se posaba encima de alguien le transmitía mucha suerte. Mientras este
hombre se encontraba aplastado por la enorme cantidad de lana de Yacana, otros hombres le
arrancaban la fibra. Todo esto ocurría siempre de noche.
Al amanecer del día siguiente se veía la lana que habían arrancado la noche anterior. Esta era de
color azul, blanca, negra, parda, las había de toda clase, todas mezcladas. Si el hombre afortunado
no tenía llamas, rápidamente compraba algunas y luego adoraba la lana de la Yacana en el lugar
donde la habían arrancado. Tenía que comprar una llama hembra y otra llama macho, y sólo a
partir de estas dos podía llegar a tener dos mil o tres mil. Esta era la suerte que la Yacana confería
a quienes se posaba encima de ellos. Se cuenta que, en tiempos muy antiguos, esto les ocurrió a
muchas personas en muchos lugares. A la media noche y sin que nadie lo sepa la Yacana bebe
toda el agua del mar, porque de no hacerlo el mar inundaría al mundo entero.
Yutu (la perdiz) es una constelación pequeña que aparece antes que la Yacana. Según cuenta la
tradición, la Yacana tiene un hijo que cuando mama ésta se despierta. También hay tres estrellas
que caminan juntas y en línea recta. A éstas les han puesto los nombres de Kuntur (cóndor),
Suyuntuy (gallinazo) y Huamán (halcón). La tradición cuenta que cuando aparecen estas estrellas
más brillantes que antes, ese año será bueno para el cultivo. Si en cambio aparecen poco
brillantes, ése será un mal año, con mucho sufrimiento.
LA LEYENDA DE SARA CHOGLLO
(El choclo: Hijo de guerreros Alimento del pueblo)
Sara Chogllo, era una mujer de raza de la misma estirpe de Mama Huaco, guerreras por naturaleza y
como todas las mujeres de su raza, apoyaba incondicionalmente a su compañero Wiro en el campo de
batalla.
En el calor de la lucha, una lanza flecha de bambú, encontró fatalmente el corazón de la mujer y le robó
el calor de su aliento, Wiro al mirar el cuerpo inerte de su amada, se arrodilló a su lado y dejó escapar
los más dolorosos lamentos y suspiros que se había escuchado en todas las montañas andinas. Un
incesante río de lágrimas escapó de los ojos de Wiro con el que bañó el rostro y la herida abierta de Sara
Chogllo, purificando así el paso de su compañera al mundo de los espíritus.
La ceremonia duró muchos días y muchas noches, en los que, nada, ni nadie se atrevían a alterar el
sagrado conjuro de Wiro a sus dioses. La madre Quilla (Luna) y el padre Inti (Sol) acompañaron
calladamente la pena del guerrero en su largo ritual. Cuando el dolor de Wiro empezaba a mitigar, del
corazón de Sara Chogllo, empezó a brotar una planta hermosa que gradualmente tomaba la forma de
una guerrera altiva, al cuerpo que apenas germinaba, le crecieron los dientes fuertes y sanos, como la
sonrisa luminosa de una mujer, el cabello largo y lustroso bañado por el sol se tornó en una dorada
caricia que llenó de fragancias el vientre en el que se gestaba la nueva vida. Las faldas verdes y lozanas
volvieron con maternal ternura el retoño florecido del amor y del dolor concertado en ese instante fértil.
El naciente fruto, arrimó su cabeza al esbelto bambú, que seguía fuertemente abrazado a la Pachamama
y fue tomando fuerza. Cuando, el nuevo fruto estaba lo suficiente maduro, Wiro, la arrancó de su
corazón. Sentía latir en su pecho el fruto de su amor que su amada le había ofrendado como última
muestra de cariño.
Los hombres y mujeres del pueblo, lo recibieron con cantos de pesadumbre, Wiro, fue directamente al
templo a ofrecerle a Wiracocha el fruto recién nacido del corazón de su compañera. Su sacrificio no
estaba completo. Wiro, aprendió por los consejos de los Amautas (maestros andinos), que para que su
sacrificio tuviera recompensa, debería devolver el fruto a la Pachamama (Madre Tierra) de donde
crecería y se multiplicaría, alimentaría a los hijos de su pueblo y a los hijos de sus hijos. Haría sanos sus
cuerpos y fuertes sus brazos, y haría de ellos una raza de hombres invencibles. Así lo hizo Wiro, con sus
propias manos abrió la tierra y enterró grano por grano el fruto de su amor y sacrificio.
Desde entonces, año tras año, los Incas siembran el maíz, en el mes de Cápac Raymi (diciembre), cuando
empiezan a caer las lluvias y cuando han cesado las lágrimas del cielo en el mes de mayo y que en
quechua es Atun Cusqui o Aymoray Quilla-Bienvenida lluvia y que el Padre ha acariciado con su calor por
varios meses a la Pachamama.
Esta entrega a los descendientes de Wiro, porciones generosas del noble Chogllo que tiene y siempre ha
tenido el sabor amargo de las lágrimas de Wiro y el dulce aroma de su eterna compañera.
Inti y Killa: Un amor imposible
Inti vivía muy solo en el inmenso cielo vestido de luto eterno. Él brillaba mucho y sabía que había otros
de su especie, pero tan lejos de sí que apenas sus débiles brazos llegaban como suave brisa a rozar sus
mejillas. Los días pasaban, los años le seguían, y él seguía solo. Lloraba, y nada pasaba. Ya no sabía qué
hacer.
Cierto día Inti tuvo un sueño, soñó con un hermoso ser, distinto a él, pero que sintió en el fondo de su
corazón lo complementaba. Killa, Killa, escuchó decir. Cuando despertó Inti era el ser más feliz del
universo, sabía que tarde o temprano ella aparecería y ya no estaría más solo.
Ese día Inti brilló más que de costumbre, su cuerpo estaba tan henchido de emoción que se puso a cantar
una dulce melodía que parecía no tener fin.
Y poco a poco algo sorprendente sucedió, de todos los alrededores comenzaron a brotar bellos astros,
similares a él, pero con menos brillo. Es como si su canto los conjurase. Y empezó a buscar y contó nueve
grandes y muchos otros más pequeños, pero ninguno era su amada Killa. Hasta que de pronto,
contemplo la belleza azul de la tercera esfera y quedó encandilado, tal vez no era Killa, pero sin duda ella
debía vivir ahí, entonces se acercó a él y cantó con más fuerza, con toda la fuerza de su corazón. Y de ese
planeta (porque así los bautizó Inti) comenzaron a surgir seres que adornaron su superficie, seres de
todas las formas y tamaños, pero Killa no estaba entre ninguno de ellos.
Vio Inti que la vida en aquel lugar azul al que llamó Allpa era buena, y que todos los seres que se movían
en ella venían en pares y se sintió más desdichado aún. En eso, acabó el día y estaba tan cansado que se
fue a dormir.
Esa noche en sueños sintió la calidez de Killa nuevamente, pero aún más cerca que la primera vez, fue
así como abrió los ojos y vio que detrás del planeta azul estaba su hermosa Killa. Quiso correr hacia ella
y no pudo, entonces brilló con toda la fuerza que tenía en su interior y Killa se escondió detrás de Allpa.
Así se dio una y otra vez, día tras día, mientras Inti más brillaba Killa más se escondía.
Fue entonces que Inti comprendió que al brillar a cualquier hora en su afán de acercarse a Killa se estaba
saliendo del orden universal, de los tiempos que un ser más poderoso que él había creado, desde
entonces aceptó su terrible destino de amar a la distancia y en la soledad de los días, mientras Killa lo
arrullaba en su letargo de noche.
Vocabulario:
Inti: (quechua) Sol; Killa: (quechua) Luna; Allpa: (quechua) Tierra.
La Leyenda De Huascarán Y Huandoy
En el reino de la sierra de los Andes, en el valle del Callejón de Huaylas vivían los dioses. El dios supremo,
Inti (el sol) tenía una hija llamada Huandoy.
Huandoy era tan bonita como una tierna y fresca orquídea. Su padre pensaba casarla para toda la
eternidad con un dios de su belleza similar y sus mismas virtudes. Pero en el corazón del valle, en el
poblado de los Yungas, vivía un gentil y valiente príncipe mortal, llamado Huascarán, que se enamoró
profundamente de la bonita
Huandoy. Ella correspondía al amor del príncipe. Se encontraban a escondidas, eran felices y sentían una
gran pasión y ternura el uno por el otro. Cuando el dios padre se enteró de los amores entre su hija y el
príncipe mortal, le suplicó que le dejase, que vivir con un príncipe mortal no era conveniente para una
diosa. Pero la pasión de los jóvenes era superior a las súplicas del padre, a sus consejos y sermones.
Tan grande fue la rabia que sintió el dios supremo, Inti, ante la fuerza del amor de su hija con un mortal
que maldijo esta relación y les condenó hasta la eternidad a vivir separados. Les convirtió en dos grandes
montañas de granito y las cubrió de nieve perpetua para calmar su ardiente pasión. En medio de las dos
montañas situó un valle estrecho y profundo para que estuviesen totalmente aislados. En su furia, el dios
padre, elevó las montañas a una altura majestuosa, con el fin de que los príncipes se pudiesen ver, pero
nunca más se llegasen a tocar.
Los enamorados lloran su dolor, funden gota a gota la nieve que les cubre y sus lloros de amor se unen
en un lago de color azul turquesa para toda la eternidad. Este lago recibe el nombre de “Llanganuco” y
lo encontraréis si un día vais al Perú, a una altitud de 3.400 metros sobre el nivel del mar. Las montañas
que llevan el nombre de los príncipes Huandoy y Huascarán, tienen una altitud de 6.560 metros y6.768
metros, son las montañas más altas del valle y de todo el país.
Y leyenda contada leyenda acabada

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