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Julián Sorel es hijo de un carpintero miserable que lo detesta.

Sin embargo, recibe educación en la iglesia y se hace


gran lector. Julián entra a trabajar como preceptor de lo hijos de M. de Rênal (intendente de Verrières). Julián se
enamora de Mme de Rênal. Tienen relaciones amorosas. Fouqué, su amigo burgués advenedizo, le ofrece hacerlo
partícipe de su negocio, Julián lo rechaza. M. de Rênal recibe cartas sobre el engaño de su esposa. Julián Sorel deja
la casa de los RÊnal para continuar con su carrera eclesiástica (a pesar de que extraña a esta mujer y de que ella está
perdidamente enamorada de él).
Va a un seminario en Besançon. Allí se destaca, pero el resto de sus compañeros lo odian y envidian. Consigue la
protección del director del seminario: el padre Pirard (un jansenista, es decir, un hombre enfrentado a los
conservadores dentro de la Iglesia). Pirard le consigue un puesto como secretario de un marqués en París. Antes de
partir hacia la gran ciudad, Julián vuelve a la casa de Renal y consigue entrar sin ser visto. Se reencuentra con Mme
de renal y pasan juntos un hermoso día, encerrados en la habitación.
Julián entra a trabajar como secretario del marqués de La Mole. La Mole tiene dos hijos: un varón y una mujer:
Matilde. Matilde es una muchacha inteligente, histérica, que adora leer. Es muy hermosa y en los salones todos
tratan de cortejarla. Ella se enamora de él, pero intenta esconder este sentimiento por la distancia social que los
separa. Julián empieza a frecuentar salones, logra destacarse a pesar de su humilde condición entre los nobles que
se hallan en esos lugares. Se gana el respeto en la casa de La Mole y la amistad del marqués. Matilde se le insinúa y
él se “enamora” de ella. Entonces, ella se desenamora porque le resulta algo muy fácil. Ella admira los amores
antiguos entre reinas y guerreros, los amores imposibles. Empieza a mostrar desprecio por Julián. Sus padres
arreglan un casamiento futuro entre ella y un gran noble de Paris. Julián sufre mucho. El marqués, quien –por
supuesto- ignora todo esto, le encarga a Julián una misión relacionada con un complot que organizan los nobles más
importantes de París para aliarse con otros nobles de Europa. Julián la cumple y en esa misión encuentra a un
príncipe ruso que le da consejos para reconquistar a Matilde. Julián vuelve a París y sigue estas recomendaciones.
Matilde vuelve a enamorarse de él. Julián trata de fingir, sin embargo, que no está enamorado de ella, para que la
muchacha siga interesada en él. Conversan sobre filósofos, etc. Comienzan a tener relaciones sexuales. Ella queda
embarazada. Se lo comunican al marqués quien se enajena de furia, debido a la diferencia de clases sociales y a la
deshonra que implica para su familia. Ella está locamente enamorada de él y se dispone a hacer cualquier cosa con
tal de permanecer a su lado, casarse y tener un hijo. Cuando la pareja está a punto de ver sus sueños cumplidos: le
darían a Julián un apellido ilustre, fingiéndole una descendencia, una pingüe renta anual y un título de teniente; La
Mole recibe una carta de Mme. de Rênal en la que le cuenta acerca de cómo fue seducida por Julián, y lo persuade
para que rechace a este joven como su yerno, debido a que se trata de un pequeño burgués que sólo quiere
ascender socialmente. La Mole anula los preparativos para el casamiento de su hija y Sorel. Julián,
inesperadamente, se dirige a Verrières, compra un arma, y en misa dispara dos tiros a Mme. de Rênal. Lo apresan y
lo llevan a la cárcel. La mujer, no obstante, no muere, sólo está herida. En la cárcel, Julián recibe las visitas diarias de
Fouqué y Matilde. Unos días después aparece Mme de RÊnal. El joven siente que la ama (y sólo la ha amado a ella) y
le pide disculpas. Ella se disculpa, asimismo, por haber copiado y enviado la carta que su director espiritual le
escribió (la que recibe La Mole). Ambos se sienten felices de estar juntos otra vez.
Sin embargo, la situación de Julián no es sencilla: va a tener un hijo con Matilde y a ser ejecutado por intento de
asesinato premeditado. Sin embargo, sólo piensa en Mme de Rênal. El juicio se acerca, Julián quiere que lo
ejecuten. Matilde intenta por todos los medios manipular el juicio para que lo absuelvan. Julián hace prometer a su
amada y a la madre de su hijo (quien ahora sí está apasionadamente enamorada de él) que no se suicidarán cuando
lo vean muerto.
El jurado declara culpable a Julián, quien no hace nada por defenderse y, por primera vez en su vida, habla con
sinceridad ante un gran público.
Julián es ejecutado. Lo entierran en una gruta que él había conocido durante un viaje a casa de su amigo Fouqué.
Matilde se encarga de todos los procesos fúnebres. Tres días después de la ejecución de Julián, Mme. de Rênal
muere de muerte súbita abrazando a sus hijos.

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