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La Ley sobre Violencia Escolar entiende la buena convivencia escolar como “la coexistencia
pacífica de los miembros de la comunidad educativa, que supone una interrelación positiva
entre ellos y permite el adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que
propicia el desarrollo integral de los estudiantes”.
La convivencia escolar como politica actua bajo diferentes enfoques que mencionamos a
continuacion:
El enfoque formativo implica que todas las actividades del Plan de Gestión de la Convivencia
deben estar orientadas al aprendizaje de nuevos modos de aprender a convivir basados en el
respeto a las diferencias. Se trata de concebir la Convivencia Escolar como un fin en sí misma, y
convertirla en pilar fundamental del proceso formativo integral, ya que en ella se conjugan los
aspectos cognitivos con los emocionales y relacionales.
El enfoque participativo fomenta que las escuelas se organicen en equipos de trabajo y valoren
la apertura a la comunidad como un atributo fundamental para formar en los estudiantes su
sentido de responsabilidad social y compromiso ciudadano, dentro de un marco de respeto
irrestricto a los derechos humanos de todas las personas.
Existen variables de riego que influyen en la conducta disruptiva de los niños y niñas, estas se
clasifican en personales, familiares, escolares y ambientales.
Estudios como los de Farrington (1991); Huesmann y Eron (1984), han demostrado que el
comportamiento agresivo se encuentra estable desde la niñez a la adultez, esta no influye como
variable de riesgo. Mientras que otras como las Características personales como bajo control
(Farrington, 1989), falta de resilencia (Berkowitz, 1969), baja consideración y respeto hacia los
demás (Dodge, Petit, McClaskey y Brown, 1986; Pelegrín, 2004) o la inestabilidad emocional y
afectiva (Caprara y Pastorelli, 1996) son muy significativas en la aparición de episodios de
violencia.
Una de las variables a destacar evento que se presentan en el seno familiar como la separación
e los padres, divorcios ,un clima negativo en el hogar o estilos educativos inadecuados que
dificultan el desarrollo adecuado de los niños, promoviendo conductas agresivas. Esto ha sido
descrito en varios estudios. (Prinzie et al., 2004; Stormshak, Bierman, McMahon y Lengua, 2000).
Pelegrín (2004) menciona la relación de las variables implicadas en los diferentes contextos:
Dentro de las variables personales se encuentran Baja consideración hacia los demás,
Aislamiento social, Inestabilidad emocional, Neuroticismo, Extroversión, Desensibilización
emocional, Déficit en habilidades sociales, Baja tolerancia a la frustración, Generalización de la
situación. Características personales que si no son conducidas, corregidas y orientadas
correctamente desencadenan los comportamientos disruptivos en el aula.
En las variables dentro del colegio se encuentran el bullying, Factores internos de la propia
institución, Inadaptación escolar, Vigilancia e intervención inadecuada en el lugar de recreo,
Influencia y características del grupo de iguales, Rechazo de los iguales, Cambios en la escala de
valores.
Y por último se encuentran las variables ambientales dentro las cuales el autor menciona los
video-juegos, Influencia de los medios de comunicación, Nivel socioeconómico, Consumo de
sustancias nocivas.
Vínculo docente y estudiantes
En lo que concierne a los conflictos entre estudiantes, el vínculo y afectividad entre docentes y
alumnos es vital, ya que determina la disposición de los involucrados al diálogo, la apertura a la
mediación y, sobre todo, asegura un nivel mínimo de confianza para exponer posiciones o
situaciones personales que subyacen al conflicto. Es relevante, entonces, que los docentes
conozcan a sus estudiantes, lo que se facilita a través de este vínculo de conversación continua.
Por esto, los establecimientos que presentan un clima nutritivo han optado por asegurar la
continuidad de la interacción fuera del aula (Agencia de calidad de la educacion , 2017, pág. 41).
En torno a las relaciones con las familias y los apoderados, las escuelas se esfuerzan por generar
instancias para que estos participen en actividades, se comprometan con la educación de sus
hijos y, en definitiva, se sientan parte del establecimiento. Así, se organizan reuniones
informativas, estrategias para el apoyo pedagógico, escuelas para padres, talleres, actividades
recreativas, celebraciones, etc.
Además, si existiese una formación y orientación por parte del profesorado hacia las familias se
favorecería el aprendizaje de los alumnos, pero estas reuniones se limitan a comentar el
rendimiento académico que suele ser bajo para que se haga el llamamiento a los familiares. Este
llamamiento no siempre se puede llevar a cabo ya que los maestros se limitan a la hora impuesta
para tutorías y los padres tienen grandes obstáculos laborales para poder asistir (p85).
Según Epstein (2001), citado en Bolívar (2006), existirían seis tipos de implicancia por parte de
la familia y la escuela para que exista una buena relación que favorezca el proceso de enseñanza-
aprendizaje de los niños y niñas:
• Aprendizaje en casa, por lo que se debe proveer información, consejos y oportunidades a las
familias para orientar a los alumnos.
Bolívar, A. (2006). Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común. Revista de
Educación, 339, 119-146.
Farrington, D. (1989). Early predictors of adolescent aggression and adult violence. Violence
and Victims, 4, 79–100.
Farrington, D. (1991). Childhood aggression and adult violence: Early precursors and later life
outcomes. En Pepler, D. & Rubin, K. (eds.). The Development and Treatment of Childhood
Aggression. Hillsdale (pp. 5-29). Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum.
Huesmann, L. R., Lagerspetz, K., & Eron, L. D. (1984). Intervening variables in the TV violence-
aggression relation: Evidence from two countries. Developmental Psychology, 20(5), 746-777.
Loeber. (1990): Development and risk factors of juvenile antisocial behavior and
delinquency.Clinical Psychology review.
Prinzie, P., Onghena, P., Hellinckx, W., Grietens, H., Ghesquiere, P., & Colpin, H. (2004). Parent
and child personality characteristics as predictors of negative discipline and
externalizing problem behaviour in children. European Journal of Personality, 18, 73–
102.