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REFORMAS AGRARIAS Y LA CONSTRUCCION DE LA IGUALDAD DE GENERO

A lo largo del tiempo en diferentes países latinoamericanos se dieron lo que se conoce como reformas
agrarias, las cuales se pueden diferencias según el contexto en el que se dieron a cabo y la manera
en la que se implementaron. Parte del contenido de la reforma agraria incluía las estipulaciones acerca
de la tierra y como esta podía ser expropiada para fines de justicia social como una compensación
para sus dueños. En Guatemala la reforma agraria se dio en 1952 y fue de corta duración, donde se
establecía que la tierra expropiada se debía compensar mediante combinaciones de dinero en efectivo
y bonos de la reforma que podían redimirse después de veinte años aproximadamente. Además, las
leyes permitían a los terratenientes conservar cierta parte de sus terrenos como reserva no sujeta a
la expropiación de las mismas.

La reforma agraria en América Latina ha dejado una conclusión en general, que independientemente
de los términos de la reforma, las mujeres y especialmente aquellas que pertenecían al sector rural
fueron excluidas casi en su totalidad como beneficiarias directas de la reforma. Las personas que
planearon las reformas agrarias tenían la intención de beneficiar a familias del sector rural, sin
embargo, tomaron al género masculino como la cabeza de todos los hogares y dejando sin beneficios
a aquellos donde solo existía una jefatura femenina en casa. Las mujeres fueron excluidas por lo tanto
de la reforma agraria por razones legales, estructurales, ideológicas, culturales e institucionales. En
Guatemala alrededor del 8% de la población femenina fue beneficiada por las reformas agrarias.

La reforma agraria cargaba con dos conceptos de carga cultural, la del agricultor y la del jefe de hogar.
Independientemente de la cantidad de trabajo con que la mujer del sector rural le dedicara a la
agricultura como trabajadora familiar no remunerada o trabajadora con salario, la agricultura era
tomada como una ocupación masculina, y el trabajo de la mujer en el campo no era tomado en cuenta.

Las disposiciones de herencia que estipularon las leyes de la Reforma Agraria eran de las pocas
formas en que las mujeres podían adquirir ciertos beneficios y derechos de tierra. Sin embargo, no
fue hasta la década de 1980 que finalmente se agregaron ciertos criterios de igualdad de género a las
leyes de la Reforma Agraria, siendo México el país pionero en agregar este tipo de legislaciones.

En la década de 1980 también se lograron consensos entre ciertas instituciones financieras


internacionales y gobiernos latinoamericanos en relación al neoliberalismo. Los nuevos códigos
agrarios de 1990 unieron compromisos de justicia social y principios neoliberales. El Estado aun tenia
permitido expropiar tierras con fines de redistribución, aunque ya no se concentraba en ese fin, sino
en favorecer formas de transacciones del mercado con asistencias estatal. En Guatemala, el gobierno
se comprometió con el tema de la equidad de genero en futuras distribuciones de tierras. No obstante,
el grado hasta el cual la igualdad de género era respaldada por mecanismos de inclusión, esta no se
comparaba a la de otros países latinoamericanos. Entre las legislaciones se incluía las disposiciones
para la titulación conjunta obligatoria o para dar prioridad a las mujeres que eran jefas de hogar, con
el fin de dar un impacto inmediato en la contrarreforma de las mujeres, concentrándose en la
parcelación de cooperativas de producción y privatización de comunidades rurales. La prominencia
de regímenes políticos neoliberales coincidió con la década de la mujer de las Naciones Unidas y el
surgimiento del movimiento de mujeres en Latinoamérica. En este ámbito, el logro mas notable fue la
Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, en 1981. Fue
hasta entonces que la propiedad de la tierra de la mujer dejo de ser un elemento en los argumentos
de eficiencia que querían levar la productividad femenina y se comenzó a tratar como un derecho
económico para ellas, reconociendo la importancia de la propiedad de tierras para el empoderamiento
de la mujer rural y su búsqueda de autonomía económica.

Fundación Arias-Tierra Viva (1993), La mujer y el acceso a la tierra en Guatemala, San José,
Fundación Arias.

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