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Versículos del 1 al 3
“Bendeciré a Jehová en todo tiempo;
Su alabanza estará de continuo en mi boca”.
A medida que vamos creciendo en la fe y teniendo una revelación mayor de
Dios, no haremos otra cosa sino alabarlo y adorarlo permanentemente, por
eso David hace una exclamación desde lo más profundo de su alma, y dice:
“Alabaré al Señor en todo tiempo; a cada momento pronunciaré sus
alabanzas”.
“No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio,
sean llenos del Espíritu Santo cantando salmos e himnos y canciones
espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón. Y den
gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
Crecer, madurar y conocer a Dios está ligado directamente con los frutos de
nuestros labios que confiesan su nombre para adorarlo. En el cielo está
lleno de adoración, en la iglesia nos juntamos para adorar a Dios, porque es
la llave que prepara el camino para que seamos libres, sanos y bendecidos
en todas las cosas. Toda persona que ame a Dios alabará su nombre con
sus palabras, sus actos y sus pensamientos.
En el versículo dos nos dice que David se gloría, se jacta del Señor, porque
las personas de fe están exultantes por tener la bondad y el amor de Dios
de su lado, por sentir la dulce presencia del Espíritu Santo todos los días,
quién nos guia, fortalece y ayuda. Esta es nuestra gloria y felicidad.
En el verso tres hace un invitación para hablar de las grandezas del Señor y
alabar juntos su nombre. Es poderoso que adoremos juntos con otros
hermanos al Señor y que hablemos de su poder, debemos hacerlo siempre
para fortalecernos y para que la obra de Dios avance.
(Versículo 4)
Este salmo tiene una forma poética, en la versión Reina Valera 1960 dice en
este verso: “Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no
fueron avergonzados”. Buscar su ayuda, orar, dirigir nuestra mirada a Él con
esperanza y expectativa es lo que nos alumbrará la vida. Muchos pueden
conocer algo de Dios o haber tenido alguna experiencia, pero para estar
alumbrados por el Señor siempre debemos mirarlo, esto significa escuchar
su palabra y obedecerla, buscarlo y hacer su voluntad.
“La vida te será más clara que el mediodía; Aunque oscureciere, será
como la mañana”.
Esta es la voluntad de Dios para ti, para mi y para todos los hijos de Dios,
que su luz nos guíe, nos ilumine, nos haga estar radiantes de alegría. La
gloria de Dios debe verse por medio de nosotros. Si basas tu vida en Dios y
procuras serle fiel, su luz llenará cada rincón de tu ser y de todos en tu vida.
Éste es uno de los textos más populares de la biblia: “El ángel de Jehová
acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende”. Pero notemos la
tremenda importancia que tiene el temor de Dios, la biblia está llena de
referencias a tener temor de Dios, que no es otra cosa que obedecer a su
palabra, sabiendo que Él es el creador de todo y que quiere lo mejor para
nosotros. Tener temor de Dios es sensatez y sabiduría. Es tener respeto,
reverencia, adoración, amor y devoción a Dios.
Para saber si tenemos temor de Dios, tenemos que estar cuidando de hacer
todo lo que Él nos pide y de no desviarnos de su camino. Así su ángel
estará para defendernos. Esta protección no tiene comparación, no hay
ninguna protección mejor que podamos tener en la vida que el Ángel del
Señor acampando, rodeandonos y defendiendonos.
David tuvo un origen humilde, incluso fue despreciado por propia familia,
pero había conocido lo que Dios ve y valora en nosotros, y nos lo muestra a
través de estos salmos y de muchas historias en la biblia.
“El Señor oye a los suyos cuando claman a él por ayuda; los rescata de
todas sus dificultades. El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el
corazón; él rescata a los de espíritu destrozado”.
Vemos que Dios nos llama a que haya una actitud en nosotros de buscar en
Él la ayuda, si clamamos, estamos manifestando que tiene poder para
rescatarnos, estamos poniendo fe y pidiendo ayuda. Otra vez se repite la
palabra “todas”, el Señor nos libra de todos los temores, de todas las
angustias, y de todas las aflicciones y dificultades.
El verso 18 nos muestra nuevamente que Dios pone atención a nuestro ser
interior y no a las apariencias que podamos dar ante los demás, es decir, el
fariseísmo o religiosidad.