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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Nelly Vanessa por la


Traducción; Alie por la Corrección de la
Traducción; Mari y Tatta por la Corrección;
Laavic por la Diagramación y Cassidy por la
Lectura Final de este Libro para El Club De Las
Excomulgadas…

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que
nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

¡¡¡Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
Tres cartas.

El pasado. El presente. El futuro.

La Muerte. La Fuerza. El Emperador.

Dakotah Flemming no creía que las cartas del tarot extendidas delante de
ella fueran verdad. Porque a pesar de que la predicción de la pitonisa de un hombre
en su futuro, uno diferente a cualquier otro, la había llenado de preciosos segundos
con anhelo y esperanza, no podía permitirse el lujo de tales emociones. Corría del

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pasado, de un enemigo que estaba decidido a verla muerta. Y por mucho que el
lobo con quien compartía su piel pudiera desear a un compañero, Dakotah no tenía
ninguna ilusión de que tal cosa fuera posible.

Domino Santori no tenía intención de tomar novia, de convertir a su


compañera en la kadine de un vampiro. En cambio, veía un futuro lleno de una
cadena interminable de mujeres para satisfacer sus necesidades. Pero el lobo que
era parte integral de él tenía una idea diferente. Y su voluntad combinada con el
Calor y el Hambre de su raza pronto harían que Domino deseara a Dakotah tan
ferozmente como una vez había deseado su libertad.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Uno
Ya era hora de irse. La tensión como navajas entre los hombros de Dakotah
Flemming, la sensación de ser vista, el olor tenue de lobo que había olido en varias
ocasiones, todo era la confirmación de lo que sus instintos la había instado a hacer
hacía varios días.

Tenía que empezar a moverse. Mañana o antes, si podía encontrar a Roy y


conseguir su parte de los recibos de paseo. Esta noche podía tomar un autobús de la
pequeña ciudad donde la feria se había detenido, con la esperanza de atraer a
personas para que vinieran a la feria psíquica.

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Mierda. Si hubiera sabido acerca de la feria psíquica, se habría saltado la
última ciudad.

El estómago se le retorció, dejando al descubierto la mentira que era. Había


atrapado débiles huellas de lobo en esa ciudad también, pero se había quedado
alrededor de todos modos, por si acaso Sarael llamaba, necesitando ayuda.

Dakotah se estremeció. Imágenes vagas del hombre del que Sarael había
estado huyendo se presionaron sobre ella. Fuera lo que fuese, él no era humano.
No era lobo. Su aroma era frío y ajeno a pesar de que ella había sido consciente de
la sangre corriendo por sus venas y escuchado a su corazón latir con amenaza letal.

Ella arrugó la nariz en una mueca silenciosa de negación mientras su vientre


revoloteaba y el deseo ondulaba por su abdomen antes de establecerse en su vagina.
Una reacción persistente a las potentes feromonas que el hombre había utilizado
para dominarla y cautivarla.

Ella tuvo la vaga impresión de hablar con él, de ser guiada a su caravana, de
saber que estaba en presencia de un depredador más mortal que cualquier cosa que
hubiera encontrado antes. Un hombre cuya presencia había movido al lobo en su
interior que quería un compañero como el hombre que había reclamado a Sarael.

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El Club de las Excomulgadas
Los labios de Dakotah se torcieron. El lobo se equivocaba al pensar que una
pareja podría resolver todos sus problemas. El no había visto a hombres como a los
que ella se había visto obligada a servir. El lobo no había sido parte de ella durante
los años de pesadilla.

Si no hubiera visto a través de sus ojos o las cosas que había experimentado
a través de su cuerpo.

El lobo no lo hubiera soportado. No habría odiado y vilipendiado a los


hombres que ella había golpeado con látigos y paletas, mientras le suplicaban con
sus voces de niños pequeños, pidiéndole más castigo. Rogándole que les hiciera
cosas degradantes.

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El asco en el estómago de Dakotah se curvó. El lobo no había visto a los
hombres como los que habían poblado su mundo antes de que hubiera muerto y no
literalmente, aunque a lo mejor había sido así.

Tal vez había muerto en los bosques oscuros y renacido en algo sacado de
una película de terror. No podía recordar mucho más allá de escapar. De correr. De
sangrar, lastimada. Del dolor tan intenso que si hubiera tenido la fuerza, podría
haberse suicidado para acabar con él.

Sus manos se cerraron en puños. Nunca, sin importar cuántos hombres


Víctor Hale enviara detrás de ella y ella no moriría sin luchar.

El lobo se agitó y ella se obligó a relajarse. Si no podía salir de esa ciudad


esta noche, entonces se permitiría correr. Podría pasar un tiempo antes de que
pudiera correr el riesgo de nuevo. Le debía a esa parte de sí misma la oportunidad
de escapar de la jaula profunda en que se había visto obligada a vivir.

Había sido una lucha al principio el control del lobo, suprimiéndola,


convenciéndola de que la muerte se produciría si su presencia llegaba a ser
conocida, sobre todo a otros que también tenían una segunda forma. Pero un par de
encuentros casuales, de peleas habían dejado el lobo casi salvaje, con suerte para
escapar, y ya no creía que la búsqueda de una Manada fuera la respuesta.

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El Club de las Excomulgadas
Ahora, el lobo se había adentrado en la oscuridad del alma de Dakotah ya
cuando olía la esencia de otros como él. Ahora trataría de contener cualquier rastro
de sí misma por temor de desencadenar un ataque. Y a cambio, Dakotah le cedía el
control cuando la forma de lobo reemplazaba a la suya propia, dejándola cazar
ciervos y revolcarse en el pasto, dejando que corriera libremente, siempre y cuando
no amenazara la inocente vida humana. Sí. Si no podía salir de esa ciudad esta
noche, se dejaría correr como lobo. Afuera hacía frío lo suficiente para que incluso
los adolescentes amantes estuvieran en el asiento trasero de un coche en vez de una
manta en el bosque.

Dakotah miró alrededor del pequeño tráiler que había sido su hogar durante
el año pasado. Una lata sobre ruedas. Sin embargo, un bulto se formó en su
garganta de todos modos, quemándole por un segundo hasta que se lo tragó.

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Había sido un buen año. El más seguro que había conocido nunca. Aunque
la feria seguía atrayendo su parte de depredadores, locales por lo general. Quiénes
pensaban que las mujeres serían fáciles.

Pero ella se las había arreglado para pasar un buen rato. Para estar cerca de
los niños y de los hombres que eran... decentes. Alrededor de la gente que era
decente.

Ella se había olvidado que la gente podía ser así. Se había olvidado de que
no siempre se reducía a usar o ser utilizada. Tal vez lo había sabido desde el
principio.

Pero era tiempo de seguir adelante. Por lo menos podía irse sabiendo que
Sarael estaba bien.

Dakotah alcanzó la chaqueta de cuero negro colgada en un gancho al lado


de la puerta y escuchó el paso lento e inconfundible de Helki, la vieja pitonisa de la
feria acercándose al remolque. Se puso tensa. Preparándose para el ruido de la
puerta mientras la vieja se detenía al otro lado de ella y llamaba.

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El Club de las Excomulgadas
—Te vas—le dijo Helki a Dakotah cuando abrió la puerta y dio un paso
atrás para permitir que la vieja mujer entrara.

Dakotah se encogió de hombros, decidida a no alimentar a la pitonisa con


ninguna información. Incluso después de un año de viajar con la feria, de escuchar
los cuentos de Sarael de las lecturas de tarot de Helki, de estar cerca de Sarael quien
realmente creía en lo que las cartas le habían predicho, Dakotah se mantenía
escéptica. No era que la verdad no se pudiera encontrar en las cartas, pero eso no se
podía alterar.

—No encontrarás a Roy esta noche—dijo Helki, con los ojos bailando de
alegría, cuando Dakotah se puso rígida, al no haberle comentado que había estado
a punto de buscar al dueño de la feria.

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— ¿Dónde está el?

Helki rió, un sonido que parecía reservar para los escépticos y para los
tontos.

—Tiene un par de amigas en esta ciudad. Estará por ahí toda la noche y la
mayor parte de la mañana.

—Gracias por venir y salvarme de la molestia de buscarlo—Dakotah cambió


de un pie al otro antes de presionarse hacia adelante, decidiendo que era mejor
acabar de una vez que jugar juegos mentales con la pitonisa.—¿Eso es todo que
querías decirme? ¿O es que Sarael envió un mensaje?

La cara de Helki se suavizó ante la mención de Sarael, la chica que había


criado cuando la madre de Sarael la había dejado atrás en la feria.

—No. A pesar de que la verás más pronto de lo que puedas pensar y será
parte de tu mundo por más años de los que puedas imaginar.

Una ráfaga de calor llenó el corazón de Dakotah, y por un momento se dejó


creer, pero luego lo empujó sin piedad a un lado. Sarael ya estaba en Italia. E

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incluso si volvía a Estados Unidos, no habría ninguna feliz reunión. Para mañana
Dakotah se habría ido. En otro par de días, tendría un nuevo nombre, una nueva
identidad, un número de celular nuevo. En un par de días, Dakotah Flemming ya
no existiría, a pesar de que tenía la sensación de que ese nombre, esa identidad sería
el más difícil que jamás hubiera dejado.

Había adoptado el nombre de lo salvaje y robusto que se podía encontrar en


las Dakotas. Para el lobo. Pero en el último año, se sentía como si se hubiera
convertido en Dakotah. Le molestaría... Se encogió de hombros con el pensamiento
lejos. No podía permitirse el lujo de ser sentimental por un nombre.

—¿Así que pasaste cerca para salvarme de la molestia de buscar a Roy?


Gracias—dijo Dakotah, tensando el cuerpo, con su mente ya adivinando la razón

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detrás de la visita de Helki.

Era una extraña tradición en esa feria. Una lectura de Helki antes de que se
te permitiera quedarte. Una lectura de Helki antes que te fueras si tenías la
intención de irte en buenos términos. Ella no planeaba regresar. Pero la vida que
había llevado le había enseñado que era más inteligente dejar las puertas abiertas
que cerradas de golpe.

—¿Quieres sentarte?

La piel alrededor de los ojos oscuros de Helki se arrugó con diversión.


Respondió sentándose en un asiento cercano y tirando de una baraja de cartas del
tarot forradas de terciopelo del bolsillo de su abrigo.

Sin que se lo dijeran, Dakotah sentó en la silla frente a la adivina y aceptó el


mazo. Manteniendo su mente libre de todos los pensamientos mientras las
barajaba, las cortó y las volvió a apilar sobre el mazo, antes de devolvérselo a Helki.

Durante un largo momento la anciana sostuvo el mazo, con los ojos


cerrados como si estuviera escuchando un cuento único que sólo ella pudiera
escuchar. Dakotah hizo una mueca y se movió en su silla, sentía formándose una
opresión en su pecho, a pesar de su deseo de ignorar lo que estaba pasando en

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El Club de las Excomulgadas
frente de ella, de rechazar la posibilidad de que la lectura fuera significativa para
ella.

Los ojos de Helki se abrieron de golpe y el pulso de Dakotah saltó en


respuesta. La expresión de conocimiento de la adivina dejó a Dakotah desgarrada
entre la diversión y la irritación. Pero antes de que se le ocurriera algo que decir,
Helki puso tres cartas sobre la mesa entre ellas. Una después de la otra. El pasado.
El presente. El futuro.

La muerte.

La Fuerza.

El Emperador.

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La inquietud se movió a través de Dakotah, sorprendida. La cautela. Pero
ella se obligó a permanecer inmóvil, dándose cuenta en el instante en que lo hizo
que se traicionaría con su movimiento.

Helki estudió las cartas, extendiendo la mano y el dedo por la figura de


negro con capa de la Muerte, siguiendo a la guadaña en sus manos.

—Has muerto y renacido en una persona diferente. Fue una transición


violenta y la muerte todavía acecha en forma de un hombre que quiere venganza.—
sus dedos se movieron al león representado en la fuerza—Dónde los demás se han
convertido en monstruos, como resultado de las cosas que tú has experimentado, tú
has recibido de ellos la mezcla de voluntad e intelecto con la bestia que llevas
dentro y se está haciendo más fuerte.—los ojos de Helki buscaron a Dakotah y
golpeó suavemente al Emperador—El tiempo vendrá cuando que te enfrentarás al
enemigo que te quiere muerta, pero no lo harás sola. Otro cambio te espera. Esta
vez en las manos de un hombre como ningún otro que hayas conocido antes. Un
hombre que quiere tu vida, no tu muerte.

Sin decir una palabra, Helki reunió las cartas y se paró, dejando a Dakotah
contemplando el lugar donde había estado y las imágenes del tarot para siempre

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El Club de las Excomulgadas
grabadas en su memoria. Ella se estremeció a pesar del calor de la caravana,
anhelando una espiral en todo su pecho, tejiéndose a través de su corazón, un
momento envolviéndola en la esperanza hasta que la había tirado fuera.

Helki había adivinado correctamente el pasado. De alguna manera había


vislumbrado al lobo debajo de su piel y Dakotah interpretaba lo que significaba en
el presente. Sin embargo, la visión de la adivina no reflejaba con exactitud el futuro.

Por mucho que el lobo pudiera desear a un compañero, Dakotah no tenía la


ilusión de que tal cosa fuera posible. Amantes, sí, aunque no a menudo y nunca por
más tiempo de lo que conseguía tener la liberación. Era una tontería desear más,
esperar más, permitirse a sí misma creer lo que el futuro le deparaba, excepto correr
y sobrevivir.

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*****

Domino Santori vio como la pitonisa se iba del remolque e hizo su camino
de regreso a su propia casa sobre ruedas, deteniéndose un momento para mirar en
su dirección, como si lo detectara en las sombras más oscuras de la noche.

Hizo una mueca como un niño pequeño atrapado haciendo mal y pudo
imaginar fácilmente el flash de diversión en los ojos de Helki, casi podía oír su risa
mientras desaparecía de la vista. No había duda de que compartiría sus
pensamientos mañana.

En momentos, el motivo de su presencia en la feria salió de la caravana de la


que Helki acababa de salir. Dakotah.

Su aroma le llegó primero, agitando su lujuria. Agitando la lujuria del lobo.

Domino sonrió cuando Dakota se dirigió en dirección del bosque. Él ya lo


conocía bien. No como hombre. Sino como lobo.

La anticipación rugió a través de él. Nunca había corrido con una humana
que pudiera cambiar a forma de lobo. Nunca había cazado con una. Nunca había

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El Club de las Excomulgadas
compartido la noche y la gloria de perseguir a un ciervo o conejo, matarlo y
alimentar su hambre del cuerpo y no el hambre de su raza.

Él era un dhampir. Un soldado de la raza vampírica. Un hombre nacido


para proteger a su especie. Tenía los puntos fuertes de un vampiro, las necesidades
de uno, y sin embargo podía moverse bajo el sol, se alimentaba de los enemigos que
cazaba, les quitaba toda la vida sin sanción, al menos hasta la transformación, hasta
que ocurría el cambio, volviéndose de dhampir a pleno vampiro, aun hombre en la
madurez reproductiva, que tendía que lidiar tanto con el Hambre como con el
Calor.

Perdería su capacidad de moverse en el sol en forma humana, un precio que


debía pagar a fin de asegurar la parte de su herencia alienígena que lo haría casi

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imposible de matar, que extendería su vida útil para que cubriera siglos, en lugar de
décadas. Ganaría la capacidad de cambiar a niebla y de disiparse en el aire, el
mecanismo vampiro más eficaz de autodefensa, aunque a diferencia de la mayoría
de los vampiros, él todavía tendría acceso a una forma física, la de lobo, en caso de
que necesita estar en la luz del sol.

Era una forma de que disfrutaba. Un estado salvaje que abrazaba. Uno libre
de las reglas que lo regían generalmente, con excepción de una. Ni al dhampir, ni al
lobo se le permitía atacar a los humanos que no merecían morir.

No esperaba encontrarse con una humana esta noche, no cuando los


bosques eran fríos y poco acogedores. Un lugar perfecto para correr en su otra
forma.

El pene de Domino se presionó contra sus pantalones, sus bolas se pusieron


pesadas, deseando estar libres de la ropa que lo confinaba. Para colgarle entre las
piernas mostrándose orgulloso en presencia de una hembra. En presencia de una
potencial pareja, que el lobo pudiera reclamar, y el hombre rió. No podía imaginar
desear sólo a una mujer en particular, cuando había tal variedad de placer que tenía
entre las mujeres mortales. No podía imaginar encontrar a una mujer cuya mente le

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El Club de las Excomulgadas
interesara, tanto como su cuerpo, cuya fuerza y coraje pudiera admirar, no sólo
por una noche, sino durante los siglos que se ponían delante de él.

Dejaría que los demás de su especie se ataran a sus kadines, a las hembras
humanas creadas y criadas con el propósito de ser convertidas. Dejaría que otros
reclamaran a sus novias y los vería pasar por los cambios. El intercambio de sangre
tres veces para que el cuerpo de sus compañeras se alterara lo suficiente para que
pudieran tener a jóvenes vampiros, a pesar de que no fueran del todo vampiro ellas
mismas.

Era una responsabilidad que Domino no quería. Una inteligente trampa


encubierta que conducía a la pérdida de la libertad.

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Para tomar a una kadine se necesitaba estar sexualmente unida a ella por
siglos. La conexión era tan profunda que su felicidad se convertiría en la suya, su
dolor en el suyo, su vida en la suya, porque sin su sangre, y sólo su sangre, ella
moriría.

Era el mejor seguro contra la traición. El último seguro contra un vampiro


codiciando a la compañera de otro. Un diseño complejo entretejido en sus células
por los antiguos antepasados extraterrestres. Antepasados que despiadadamente
habían hecho lo que era necesario para sobrevivir, para adaptarse, para asegurarse
de que no se extinguirían en el mundo hostil y primitivo en el que se encontraban.

Domino siguió a Dakotah mientras se movía entre los árboles, con cada
paso liberando al lobo en su interior. Le sorprendía lo bien y oculta que ella estaba.
Fane no había hecho ninguna mención de eso y se había colocado en la feria hasta
Matteo Cabrelli había llegado de Italia con el fin de reclamar a Sarael. Incluso el
propio lobo de Domino no había estado del todo seguro hasta esta noche. Pero tan
pronto como ella había pisado el remolque y había sido bañada por la luz de la
luna, centrándose en el bosque, él lo había sabido.

Ella se detuvo en un pequeño claro, un lugar que era poco más que rocas y
el tronco medio podrido de un enorme árbol, recostado sobre su lado, un puñado

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El Club de las Excomulgadas
de sus ramas todavía alcanzaban el cielo en una súplica silenciosa. Domino se
detuvo y, asegurándose de que estaba a favor del viento, al ver la cautela en su
cuerpo mientras ella hacía una pausa, buscando en las sombras, como si pudiera
sentirlo allí, antes de relajarse y quitarse la chaqueta, colgándola en una rama de
árbol.

Su aroma y vestidos de su cuerpo habían sido suficiente para excitarlo, pero


mientras el resto de su ropa seguía a su chaqueta, su pene se amplió más allá del
punto en que no pudo seguir soportándolo. Con un gemido silencioso se abrió los
jeans, tomándose con la mano a sí mismo, incapaz de soportar la idea de apartar la
mirada de Dakotah siquiera el tiempo suficiente para quitarse su propia ropa.

Ella era magnífica. Impresionante. Con líneas elegantes y eróticas curvas.

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Pezones oscuros y cabello oscuro entre los muslos.

El lobo quiso gritar, saltar. Deleitarse con su aroma y con su sabor.


Montarla y meter su pene en su caliente y húmedo canal. El hombre quería lo
mismo.

Cuando ella se movió fuera de la vista una vez más, cayendo detrás del árbol
caído, Domino soltó su pene y se desvistió rápidamente.

Se agachó, tensándose involuntariamente, con la agonía recordándole que


su primer cambio seguía presente, aunque el dolor no era ya una parte de cada
transformación.

Cuando se levantó de nuevo estaba en forma de lobo, aunque ningún canis


Lupus jamás llegaría a ser tan enorme como él. Ni los ojos de un lobo eran de
obsidiana, tan negros como un escudo.

Ella era lobo ahora también. La brisa le informó de ello.

La mayoría del olor humano que se había quedado en el pequeño claro


residía en la ropa desechada, con sólo una pequeña alusión persistente en su piel, lo
suficiente para que un ser sobrenatural reconociera a otro.

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El Club de las Excomulgadas
El lobo quiso trotar directo a ella, empujar su nariz en su contra y revolcarse
en su olor a mujer rica. Quería explorarla con su lengua. Perseguirla y cazarla antes
de entrar en el asunto de cubrir su cuerpo y penetrar en ella, enviando su pene en su
calor húmedo a un frenesí de felicidad de apareamiento.

Pero el hombre se contuvo. Sabiendo que sería mejor dejar que Dakotah
consiguiera ir más profundo en el bosque. Permitir que el lobo se mantuviera
suprimido de volverse más fuerte antes de acercarse a ella.

Y así correrían juntos, separados en un primer momento, con el enorme


lobo negro, teniendo cuidado de mantenerse a favor del viento de la más pequeña,
ágil y marrón hembra gris. Pero cuando un conejo se precipitó de un arbusto, con la
cola de algodón como una bola el instinto le exigió que lo persiguiera, y Domino

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surgió de las sombras y a la conciencia de Dakotah.

La loba se volvió, preparándose para un ataque, pero cuando el macho


mayor acusó por su lado, con su intención sobre el conejo, su olor llevó el aroma
inconfundible de un ser que era más que lobo, a correr tras él. El lobo dominó a
pesar de que el alma humana luchaba en el fondo, tratando de subir a la superficie.

Pero el lobo no cedería. Reconociendo lo que el humano no. A una


compañera.

No había manera de que el lobo se negara. No había manera de que fuera a


ser presionado de nuevo a la jaula en la que vivía, no hasta que hubiera sido
montada por el gran macho cuyo exuberante olor le había enviado calor,
hinchando su vulva y haciendo que sus hormonas se movieran con furia.

Ella lo alcanzó con facilidad, ladrando de éxtasis, con ambos hundiéndose


en los matorrales, inmersos en el olor de las maderas oscuras y en el otro, mientras
cazaban juntos, compartiendo la actividad de unión entre ellos, sus formas de
definir su comportamiento, de modo que cuando la caza terminara en un claro sin
una muerte, la hembra fuera la que se acercara al macho, frotándo el cuerpo contra
el suyo, ofreciéndole la posibilidad de inhalar su olor, de lamerle. El conejo ya fuera

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El Club de las Excomulgadas
de su interés escapó mientras se acariciaban y exploraban, cada vez más dispuestos
a aparearse con cada momento que pasaba.

Era un noviazgo breve, un asunto apresurado hacer antes de que los


humanos pudieran interferir. La hembra se presentó a sí misma al macho,
preparándose mientras él maniobraba en su posición, montándola por la espalda y
empujándose en su interior, con las patas delanteras de su agarre con fuerza
mientras él la llenaba, con la punta de su pene yendo hasta que ya no pudo
deslizarse dentro y fuera de su canal.

Él se apeó entonces, con su pata trasera pasando encima de su espalda,


mientras se volvía hacia la dirección opuesta, con su forma de lobo permitiendo que
su pene se doblara y girara en la punta hinchada que mantenía en su vagina.

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Eyaculando. El empalme duró hasta que sus testículos estuvieron vacíos de
semillas.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Dos
El sol estaba tratando de atravesar la pesada niebla del otoño, cuando el gran
hombre lobo se agitó, con el humano dentro despertando también, con ambos
dándose cuenta inmediatamente de que el lobo menor estaba curvado su parte
posterior.

El lobo se estremeció de alegría al tener a una compañera, a una pareja. Se


quejó por la excitación, con su cuerpo listo para empujarse en la excitada mujer y
cubrirla, empatándose de nuevo como lo había hecho en repetidas ocasiones
durante toda la noche.

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Pero la voluntad del hombre prevaleció, lo que obligó al lobo a alejarse de la
hembra y a escapar. Con una negación a la afirmación del lobo de una compañera
en el eco de cada paso a su regreso para reconocer que la ropa de hombre yacía en
un montón húmedo en el suelo. Cuando el lobo se agachó, gruñendo, sus instintos
en conflicto con los del hombre, se absorbieron y sus protestas se hicieron eco en las
extrañas células, incluso cuando el aire brilló y su forma se perdió.

¡Demonios!

Domino estaba gruñendo y silbando. Desnudo en el húmedo y frío aire, y


sin embargo no tenía conocimiento de nada más allá del Calor circulando por su
cuerpo, quemando la necesidad de volver para reclamar de la que acababa de
escapar y tomar a Dakotah en su forma humana, de entrar en ella mientras sus
colmillos se enterraban en su carne y alimentaban su hambre.

Durante un largo rato se enfrentó a su programación primitiva, pero al final


fue incapaz de no tomar su pene en su mano y deslizar arriba y abajo de su eje, con
el primer movimiento aumentando la necesidad de liberarse después con un chorro
de liberación en el vapor. Pero el alivio duró poco tiempo, el impulso de volver a
Dakotah gritaba en todas las células grabándose en la pequeña parte de él que
seguía siendo humano.

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El Club de las Excomulgadas
El Calor y el Hambre eran un rugido doble ahora, una demanda y un
susurro seductor que nunca cedía. Él estaba muy cerca de la transformación. Más
cerca de lo que había querido reconocer.

Con una maldición Domino le dio la espalda al pequeño claro, con el tronco
de un árbol podrido medio tumbado sobre un lado, con sus ramas alcanzando el
cielo y cubierto con la ropa de Dakotah.

A pesar del plan de creación y supervivencia que sus extraños antepasados


habían diseñado para la raza vampírica, Domino no quería a una compañera. Y a
pesar de que el lobo podría reclamarla, no había hecho nada más que joder durante
la noche. Haciendo nada más que disfrutar de una buena racha antes de terminar
sus asuntos en Ashberg e irse.

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La frustración se movió a través de él mientras se vestía. La irritación.

Había tenido la esperanza de cazar como dhampir por unos cuantos años
más.

Esperaba conservar la capacidad de moverse durante el día en forma


humana por un tiempo más largo. Pero su momento de libertad absoluta estaba casi
terminado.

Como todos los de su clase, conocía los síntomas también. Estaba cerca de
cambiar. Muy cerca como para correr el riesgo de permanecer aquí más tiempo.

Tenía que terminar sus asuntos, de ganar lo que quedaba de la información


que pudiera y luego destruir los últimos tres creyentes de la zona. Los enemigos que
pertenecían a una sociedad secreta comprometida con la muerte, tanto de su
especie como de cualquier otra persona que no se considerara lo suficientemente
humana para adaptarse a ellos, aunque a decir verdad, los hombres que había
cazado hacía poco habían sido poco más que desviados retorcidos. Después él
regresaría a casa de sus padres donde su padre y su hermano podrían vigilar su
cambio y darle su primera sangre.

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El Club de las Excomulgadas
Domino bordeó el lote de tierra y asfalto, donde la feria se había detenido y
asentado, y prefirió evitar la fuerte mirada y los comentarios mordaces de la
pitonisa, de encontrar las sonrisas y las amenazas de una lectura del tarot. Se
arriesgaría a otro encuentro con ella antes de regresar a casa de sus padres, pero no
ahora.

*****

Dakotah se despertó sola. El lobo de inmediato levantó el hocico hacia el


cielo, ofreciéndole una larga canción triste de abandono y súplica. Sus aullidos se
añadieron al enrarecimiento del día lleno de niebla, en intercambio de información
con las sombras de los árboles y con la niebla húmeda y pesada.

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Se había levantado como un solo ser, humana y loba y había estado a punto
de igualar su voluntad, aunque sus deseos eran divergentes. Los pensamientos de
Dakotah se centraron en volver a la feria, salir de ella, con su mente negándose a
volver a la noche o a preguntarse acerca de la forma cambiante que había sido. El
lobo quería realizar un seguimiento de su compañero desaparecido, para estar a su
lado noche y día. Para abandonar para siempre la jaula solitaria de su actual vida.

Su rastro la llevó de vuelta al claro, su forma cambió a la de humana, con su


olor como algo que ambas Dakotah y el lobo reconocerían de nuevo. El lobo le dio
su forma, aceptando que no podía cazar a su pareja a cuatro patas, pero el cambio
de forma no reduciría su determinación de encontrar al hombre que la había
reclamado.

Gruñendo, se escabulló del lobo a los oscuros recovecos en los que estaba
obligada a esconderse, reducida a ser una presa en lugar de vivir como lo que estaba
destinada a vivir, como una depredadora. Pero incluso en la oscuridad de su
prisión, la condena del lobo era fuerte. Había encontrado a su pareja y estarían
juntos de nuevo.

Dakotah se detuvo en el tráiler sólo lo suficiente para dejar de lado su ropa


húmeda y ponerse una versión más seca de la misma ropa antes de salir de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas
Una sonrisa se formó en sus labios cuando vio al propietario de la feria tratando de
escapar de su remolque, un hombre decidido a no ser notado.

Era una lástima.

Ella se resistió a la tentación de gritar el nombre de Roy, prefiriendo en su


lugar pasar a su lado en la niebla elevándose.

—¿Cita caliente?—preguntó atrapándolo cerca del carrusel.

Roy se detuvo, girando, lo que le permitió mirar hacia abajo su viejo y


arrugado rostro. Le llamó la atención mientras recordaba la risa de Helki: Tiene un
par de amigas en esa ciudad. Estará por ahí toda la noche y la mayor parte de la mañana.

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—La edad esta toda en la mente.—dijo él con sus ojos oscuros brillando de
diversión, la risa se hizo eco de la de la pitonisa, mientras se golpeaba la frente con
un nudoso dedo—No necesitas píldoras ni pociones con las damas, si sabes cómo
darles lo que quieren.

—Entonces ¿Ya sabes lo que quiero?

La mano de Roy se acercó y se puso tensa de forma automática,


reforzándose contra el contacto, dispuesta a aceptarlo que a pesar de que prefería
no ser tocada. Preferente permanecería tan separada como fuera posible, excepto en
aquellos momentos en que la necesidad de sexo se convertía en una picazón que
tenía que ser rascada por alguien que no fuera ella misma.

El entendimiento brilló en los ojos de Roy, junto con un toque de otra cosa,
de conocimiento, del mismo rayo que Dakotah había visto en la expresión de Helki
mientras estudiaba las cartas del Tarot en la lectura de Dakotah.

—Quédate un día más.

—No puedo—dijo Dakotah. Sabiendo tan pronto como lo dijo que era
absolutamente cierto. Podía sentir el cambio en el lobo.

19
El Club de las Excomulgadas
Era consciente de su intención de encontrar al hombre grande y no podía
permitir que eso sucediera.

Había tardado demasiado tiempo de dominar esa parte de sí misma. No


podía arriesgarse a perder el control, aunque la realización poco a poco la alcanzara
mientras había regresado a la feria. El lobo en el bosque era como ninguno de los
seres sobrenaturales que Víctor Hale había enviado tras ella. El lobo del bosque
tenía huellas del mismo olor extraño que había visto antes.

En Fane Mercier. Y en el hombre que había reclamado a Sarael.

El lobo se agitó, saboreando su victoria futura, mientras las palabras de


Helki se movían por la mente de Dakotah. Verás a Sarael antes de lo que puedas pensar

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


y serás parte de su mundo por más años de lo que puedas imaginar. Pero Dakotah empujó
la predicción a un lado. No tenía lugar para la esperanza o el sentimiento.

—Tengo que irme—dijo, centrándose en el propietario de la feria.

Él asintió y sacó un fajo de billetes de su bolsillo, como si hubiera esperado


que las cosas se desarrollaran como lo habían hecho.

*****

Domino encontró al creyente llamado Byrd en una habitación de hotel llena


de botellas de licor y preservativos. Había sido una tarea tediosa seguir las
actividades de Byrd, manteniéndose lo suficientemente cerca del creyente para
poder reforzar sus órdenes periódicamente y recoger información. Pero el sacrificio
había valido la pena. Este viaje solo, lo había llevado a la muerte de varias decenas
de sus enemigos y había hecho que la inversión del tiempo de Domino valiera la
pena. Y sin embargo, estaba más que feliz de ver que terminaba.

Dejado a sus propios asuntos, Byrd era un violador. Un hombre que


disfrutaba de irrumpir en las casas y profanar a las mujeres antes de robar su dinero
y joyas, solo las compulsiones de Domino habían evitado que el creyente regresara
a sus formas preferidas de entretenimiento, pero requería un constante seguimiento

20
El Club de las Excomulgadas
y Domino ya no podía permitirse el lujo de hacer o correr el riesgo de que Byrd se
deslizara de la correa mental.

Con una mueca, Domino pateó la cama del hotel.

Repetiría la acción hasta que Byrd abriera los ojos con cara enrojecida sólo
para ser inmediatamente atrapados en los suyos de obsidiana.

—¿Dónde están los otros?—preguntó Domino, repitiendo a menudo la


pregunta cuando se trataba del creyente.

El cuerpo de Byrd hizo una mueca, como si estuviera tratando de voltear la


cabeza y mirar a sus compañeros.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—La mayoría se fueron tras la chica.

Domino se tensó, parpadeante de nuevo a la noche cuando Matteo se había


unido mientras él y Fane cazaban. Primero había oído hablar de que Los creyentes
iban tras a una mujer esa noche. La confesión había salido de alguien que decía
haber oído eso.

Pero con cada uno de sus enemigos interrogados ya destruido, nadie sabía
nada de ella. Y así, Domino había llegado a creer que no había posible víctima, a
pesar de que había pocas dudas de que una mujer tendría que aparecer y ser
violada.

—¿Qué chica?—le preguntó, maldiciéndose a sí mismo por no cazar a Byrd


inmediatamente después de saber acerca de la mujer. Pero se había distraído por
otros asuntos por el escape de Sarael de Matteo.

La conversión de los Fane dhampir en vampiro. Su propia caza, complicada


por la cercanía del Cambio y por la distracción de Dakotah.

Un gruñido se le escapó, un ruido sordo del lobo con el recordatorio de la


mujer que consideraba su pareja. Domino hizo una mueca, suprimiendo esa parte
de su naturaleza.

21
El Club de las Excomulgadas
—¿Qué chica?—preguntó de nuevo, con su mirada perforando a Byrd. El
hambre estaba despierta, deslizándose debajo de su irritada piel.

—Una chica que Chuck ha estado buscando. Dice que es más caliente que
las prostitutas que nos trajo ayer por la noche. Recibió la orden de “continuar” esta
mañana y recogerla.—Byrd pasó la lengua por sus labios mientras su mano se
movía a su entrepierna, con su sonrisa ampliándose—Tendremos un buen rato esta
noche. Mientras la entreguemos viva, podemos hacer lo que queramos con ella.

El Hambre se convirtió en un rugido y Domino luchó por evitar que sus


colmillos descendieran después de que ganara toda la útil información que pudiera.
Sería un placer matar esta noche, saciar el hambre por completo con su sangre, no
sólo con su vida.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—¿Dónde tomarán a la chica?

Los ojos de Byrd se quedaron en blanco.

—Chuck no lo dijo. Tal vez se dé una vuelta por Atlantic City.

—¿Para esos con los que Chuck se reporta?

—No lo sé a ciencia cierta. Tal vez no. He oído hablar a Chuck en su


teléfono sobre el dinero. La mitad será por buscarla. La mitad por entregarla.

—¿Cuál es el nombre de la mujer?

—Algo raro. El nombre como el nombre de un Estado.

La irá arrasó a Domino.

—¿Dakotah?

El reconocimiento volvió la boca de Byrd hacia arriba en una sonrisa que fue
la última. La palabra sí se quedó atrapada para siempre en sus labios mientras

22
El Club de las Excomulgadas
Domino lo golpeaba con furia salvaje, sometiendo fácilmente al hombre más
grande, más pesado mientras llevaba sus colmillos al cuello del creyente.

Todo terminó demasiado rápido, y también sin dolor, en lo que a Domino


concernía. Una comida con demasiada prisa y una caza insatisfactoria. Pero no
había tiempo que perder o jugar. Ni tiempo para disfrutar de la sangre que saciaría
su hambre, incluso mientras el calor se hacía más exigente.

*****

Dakotah fue consciente de los dos hombres casi tan pronto como dejó la
feria. Tenía pocas pertenencias que había valorado para empacar en una mochila
que colgaba casualmente de su hombro. Sus manos fueron a los bolsillos de su

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


chaqueta, cada una acariciando un cuchillo escondido allí, con el mango negro y
las cuchillas limpias, aunque ambos se habían llenado en ocasiones con mucha
sangre.

Se maldijo por no haberse ido la noche anterior. Por no haberse olvidado de


su salario y haberse ido cuando su intestino se lo había dicho. La irritación se
movió a lo largo de su columna. Contra sí misma. Contra la adivina. Contra su
propio lobo y contra el hombre grande.

A pesar de que estaba en control, su cuerpo no se sentía tan completamente


suyo. Se sentía nerviosa, inquieta más allá de tener que huir. Se sentía como si
estuviera en celo y eso la enojaba.

Sus labios se movieron hacia atrás dejando al descubierto uno de sus dientes.
Los hombres siguiéndola habían elegido el día equivocado para atraparla. Eran
humanos y ella no se sentía ni remotamente humana en ese momento.

Había empezado a caminar en dirección a un campamento cercano, que


había sido popular entre los psíquicos que habían ido a la feria psíquica de Ashberg.
La feria justo había terminado, pero un gran número de las plataformas se
mantenían en el sitio y estaba segura de que podían darle un paseo, si no a la
ciudad grande más cercana, al menos a una ciudad diferente, una en la que pudiera

23
El Club de las Excomulgadas
comenzar su desaparición, donde pudiera comenzar el proceso de cambio de
nombre y rehacerse a sí misma.

Si corría probablemente podría tener a la vista el campamento sin que los


hombres la capturaran, a menos que uno de ellos fuera lo suficientemente
inteligente como para volver a su coche. Incluso sin brisa, podía oler el sudor y el
sexo que se aferraban a su piel, el olor de la cerveza y a licor barato. Ellos no eran
rival para ella, especialmente si los podía separar, y lidiar con uno a la vez.

Necesitaba saber si eran los depredadores que iban tras de cualquier mujer o
si habían llegado por ella en particular. Le molestaba haber visto a otros con cruces
adornadas tatuadas en sus cuellos ir y venir de la ciudad y de la feria en el último
par de días. Los hombres se asemejaban a ésos, muestras sin conciencia de la

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


basura humana. Sus muertes sólo sería un crimen si ella se quedaba atrapada.

Dakotah viró hacia el bosque cuando escuchó a uno de los hombres decir:

—Iré por el coche.

Hubo una maldición detrás de ella y ella dejó caer la mochila en un bolsillo
oculto de arbustos y de vides antes de comenzar a correr, llevándolos más al bosque
de robles, pinos, de arces y cedros. El abedul, el árbol blanco era como centinelas
del esqueleto en una tierra con rapidez oscureciéndose.

El lobo se deslizó a lo largo de las terminaciones nerviosas de Dakotah,


deseando que se detuviera y dejara que su forma la gobernara. Lo haría si tuviera
que hacerlo, si era de vida o muerte. Pero el lobo pondría fin a la persecución con
un destello de dientes, con gritos mientras carne y músculos se separaban de los
huesos en una oleada de sangre caliente. El lobo no se detendría a preguntar, no
podría presionar el frío acero de un cuchillo en sus gargantas e ingle con el fin de
exigir respuestas.

Sus perseguidores tenían suficiente sentido común para ser recelosos en una
selva de senderos estrechos y hojas húmedas en lugar de callejones y basura. Se
quedaron juntos, maldiciendo con la respiración saliendo y entrando agitada y

24
El Club de las Excomulgadas
corta. Cuando les hubiera quitado su fuerza, Dakotah se detendría y se volvería,
enfrentando a las presas a pesar de que aún mantenían la ilusión de que ella fuera
de ellos.

*****

—¿Dónde está?—gruñó Domino, dando vueltas mientras la antigua vidente


entraba en la casa rodante.

—Se ha ido.

—Puedo ver eso, vieja—él le mostró sus colmillos—. Los Creyentes están a
su caza.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Helki se echó a reír.

—¿Qué clase de compañera sería para ti si no pudiera cuidar de sí misma, en


especial contra meros seres humanos?

Los ojos de obsidiana brillaron con amenaza.

—No tengo pareja.

—Las cartas dicen lo contrario—ella asintió a la cama, a lo que quedaba de


las posesiones de Dakotah, dejado allí cuando la cómoda y el escritorio habían sido
vaciados. El juego de baraja del tarot estaba apartado del resto. Tres cartas de él
tendidas en el oscuro edredón azul. El pasado, el presente y el futuro.

La Muerte. La Fuerza. El Emperador.

Una cuarta y quinta, por descuido tirada al suelo cuando Domino había
manejado sus cosas. La Emperatriz. El Mundo.

—No tengo tiempo para estas tonterías.

La pitonisa se encogió de hombros y se alejó de la puerta, con su


movimiento cerrando la distancia entre los dos y dejando la salida clara.

25
El Club de las Excomulgadas
—Entonces, vete.

Domino gruñó. La frustración y la rabia ondularon a través de él junto con


un respeto no deseado. Ella sabía lo cerca que estaba de torcerlo. Lo podía leer en
sus ojos, y sin embargo lo ponía a prueba.

—Podría obligarte a que me dijeras lo que quiero saber—dijo él, con la


obsidiana contemplándose en sus ojos igual de oscuros.

Ella levantó la mano, con sus dedos callosos suaves por encima de su
mejilla.

—Igual que tu abuelo. Tal vez por eso siempre te he amado más. Acepta mis
palabras. Acepta tu destino. Ambos te conducen a Dakotah.—una pequeña sonrisa

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


se formó en ella—Los lobos ya han hecho su elección.

Domino frunció el ceño, a sabiendo que había sido derrotado por la madre
de la madre. Una mujer que había logrado criar a Sarael, una kadine robada, sin ser
descubierta. Una mujer que había visto a través del velo de su clase y se había
asomado a su mundo cuando su hija, su madre, había sido reclamada y convertida
por su padre.

—No quiero una pareja.

Helki rió.

—Tampoco la quería tu padre aquella noche, llegó a la feria a cazar y


descubrió a mi Giselle—sus ojos bailaron con diversión mientras recordaba—. ¡Qué
perseguida le dio ella! ¡Qué persecución todavía le da!

Domino hizo una mueca, y prefirió no acordarse del Calor que rodeaba a
sus padres. Sin duda, su madre pronto estaría embarazada, lista para tener y criar a
una segunda generación de hijos, seguidos por más, dos o tres hijos cada cuarto de
siglo en que ella y su padre fueran reproductivamente fértiles.

—Haz lo que te digo, entonces—se quejó Domino.

26
El Club de las Excomulgadas
La adivina se acarició los dedos callosos encima de su mejilla. Su expresión
se volvió de graciosa a seria.

—No quiero que pases el futuro solo, Domino, dependiendo de las hierbas
con el fin de controlar tú Hambre—hizo una mueca de disgusto—. Tampoco te veo
yendo a los padralls y haciendo que creen a una kadine para ti. Una mujer criada
sin libertad. No tiene sentido de quién es ella en realidad que no sea una cuya
existencia gira en torno a convertirse en la compañera perfecta para un hombre que
no eligió. Acepta lo que dicen las cartas. Lo que el lobo ya te ha dicho—dio un
paso lejos de él, agachándose para recoger las cartas que se habían caído al suelo.

Domino se puso rígido cuando ella separó la tercera carta de las que ya
estaban en la cama, que unió con las dos que había rozado antes y tirado al suelo,

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


colocándolas en la forma de una V - el Emperador y la Emperatriz conectados entre
sí por el mundo.

—¿Lo ves?—Helki le preguntó, pero Domino se negó a ser atraído en su


juego.

—No veo nada, excepto el desvanecimiento del día y la noche que se acerca.

Helki rió, golpeando al Emperador.

—Oh, ¡Él es muy testarudo! Fuerte y dominante. Pero cuan protector puede
ser, un proveedor de servicios para los que le importan.

Su dedo se movió a la esquina de La Emperatriz.

—Una carta interesante para tu pareja. No se vio a sí misma en ella, pero la


contiene. Su vida ha sido llena de hambrunas y sequías en lugar de abundancia. De
decisiones difíciles y traición, y sin embargo, su alma no se ha visto empañada y su
corazón secretamente anhela a un hombre para demostrarle que no todos los
hombres son iguales a los que han venido antes que él.

La mano de la adivina se asentó bajo el mundo, subrayándolo.

27
El Club de las Excomulgadas
—El círculo está completo. Por separado dos viajes se convertirán en uno en
un camino que se alineará con satisfacción, con disfrute, con unidad, mientras se
abre paso al futuro y toma forma en la próxima generación de hijos, de soldados a
seguir los pasos de su padre—se rió.—¡Y para darle a tu padre el mismo reto que tu
madre te dio a él! Encontrarás a tu pareja y a los que la persiguen en el bosque entre
aquí y el campamento.

*****

Los hombres que perseguían a Dakotah se detuvieron cuando vieron los


cuchillos en sus manos. Cauteloso pero sin miedo el que iba adelante sonrió, con
unos dientes rotos en una boca sucia.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—Esta perra será mejor que las que tuvimos ayer por la noche.—chasqueó
los labios—Oh sí, las mujeres que no quieren son siempre más divertidas.

—¿Crees que al tipo que la desea le importe si le sacamos los dientes,


Chuck? Ella es del tipo que muerde el pene de un hombre por despecho.

—Mientras que esté viva, no le importará.—dijo Chuck, sacando un cuchillo


de su bolsillo antes de quitarse la chaqueta y envolverla alrededor de su brazo—
Date la vuelta y ve detrás de ella en el camino. Este lugar me da escalofríos. Quiero
salir de aquí antes de que se ponga mucho más oscuro.

—¿Qué pasa con follarla?

—Quieres que lo haga mientras voy por el coche y te mueves más cerca.
Está bien lo único es que debe estar atada. He pasado el tiempo suficiente en estos
agujeros de mierda de pequeñas ciudades. No me fío que el tipo no sepa dónde
estamos y venga a buscarla él mismo, o envía a alguien si no lo encontramos
pronto.

—No traicionaríamos la orden.

—Tonterías. Él no es un creyente.

28
El Club de las Excomulgadas
Dakotah rió, un sonido sin ningún tipo de alegría verdadera.

—Víctor Hale ni siquiera es humano—dijo ella, viendo como el cuerpo de


Chuck se sacudía en reacción, verificando sus sospechas acerca de quién los había
enviado, aunque la referencia a los creyentes la desconcertó.

Ella sonrió, dejando al descubierto uno de sus dientes, aliviada de que


hubieran contestado a sus preguntas sin necesidad de que les preguntara. Habían
ido tras ella y su enemigo no había llegado aún. No había ninguna razón para
retrasar su asesinato.

Mientras el más débil de los dos hombres se deslizaba hacia el bosque,


luchando contra las lianas y ramas bajas de un intento de conseguir ir detrás de ella,

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


ella se abalanzó sobre el llamado Chuck, gruñendo de rabia cuando su cuchillo
rodó a lo largo de su hombro y brazo mientras el de él iba a su estómago y la
arrancaba como un lobo destripando letalmente a su presa.

El grito de Chuck la atravesó, con sus movimientos violentos mientras


trataba de hacer palanca con él. Pero el lobo estaba en un frenesí, impulsado por el
olor caliente, metálico de su sangre.

Dakotah apenas sintió los golpes. No dudó en zambullir el segundo cuchillo


en su espalda en el momento en que la primera hoja se arrancó por su ingle, con sus
órganos internos emergiendo de la ropa desgarrada, llegando a ella mientras su
mano acuchillaba el interior de su muslo, lo suficientemente profundo para
asegurarse de que lo haría sangrar mientras ella trataba con el otro hombre.

Ella se apartó de él, volviéndose, preparándose para un ataque que nunca


llegaría. El segundo hombre estaba en un arrugado montón a los pies de un oscuro
extraño. Un hombre que Dakotah nunca había visto antes, pero cuyo olor le
conocía bien.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Tres
—¿Quién eres tú?—Preguntó Dakotah, con sus cuchillos agarrados enfrente
de ella, negándose a ceder a la alegría de su lobo de reencontrarse con el hombre de
anoche, aun cuando él estaba en su forma humana.

—Soy Domino Santori.—una ceja se levantó, mientras la mirada de él caía a


los cuchillos en sus manos luego hacia arriba, deteniéndose en sus pechos y sus
pezones apretados y su vagina pulsando—Seguramente no necesitas esos. No
después de que disfrutamos de la compañía el uno del otro ayer por la noche.

Dakotah dudó un momento y luego cerró los cuchillos y los devolvió a sus

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


bolsillos antes de usar la mano derecha para analizar el grado de sus lesiones en la
parte trasera de su brazo izquierdo y hombro, con toque del dolor enviándose
apresuradamente a través de ella y haciendo que su aliento, sus dedos se alejaran
manchados de sangre.

La ira llenó a Domino con la vista de su mano ensangrentada. Una


ferocidad que estaba más allá de lo que jamás había experimentado.

En un abrir y cerrar de ojos estuvo a su lado, inundándola con las feromonas


de su clase para que poder quitarle la chaqueta y la camisa sin necesidad de
someterla físicamente. Ella era mentalmente muy fuerte, pero él era más fuerte, y
tenía como aliado a su lobo.

Domino gruñó al ver a su lesión, gruñó y se maldijo a sí mismo por no llegar


a tiempo para destruir a los hombres que la habían perseguido. ¿En qué había
estado pensando para dejar que los creyentes la atraparan? ¿Por qué no se había
convertido a su otra forma, si quería matarlos?

Él pasó la lengua por la profunda grieta de la herida de la cuchilla,


curándosela mientras su sangre se revestía con su lengua y avivaba las llamas del
hambre, del calor. Y esta vez fue su lobo el que trabajó en contra de él, quien se
unió a las fuerzas con inclinaciones exóticas de sus antepasados, para que Domino

30
El Club de las Excomulgadas
llevara a Dakotah más profundo en el bosque, lejos de los cadáveres de sus
enemigos.

Él no había tenido intención de tomar a Dakotah de nuevo, ya fuera como


lobo u hombre, pero ahora Domino terminaría lo que había comenzado, la despojó
de su ropa restante antes de quitarse la suya propia, arrojándola al suelo para
formar un escudo contra las ásperas y húmedas hojas y la tierra fría. El calor era
una fiebre en su sangre. Un pulso, corriendo como el inferno hacia su pene. Su
nombre sería el único en sus pensamientos, su olor, el tacto de su piel contra él las
únicas cosas que importaban.

Él permitió salir a la superficie sus feromonas un segundo antes de que su


cuerpo cubriera el de ella, sus labios tomaron los de ella, empujando su lengua en

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


su contra, con su piel tan caliente con el vapor creciendo a su alrededor.

El deseo inundó a Dakotah. Primitivo. Familiar. Con la naturaleza


sosteniendo la vida sobre la muerte. La victoria.

Ella lo había experimentado cada vez que había tenido éxito en la matanza
de uno de los hombres lobo que Víctor Hale había enviado tras ella, aunque hasta
ese momento nunca había cedido a la embriagadora necesidad de aparearse, de
regocijarse en una paliza salvaje de hombres uniéndose a una hembra. Un celo
tumultuoso que nada tenía que ver con el amor y todo que ver con la continuación
de la especie, con la supervivencia.

Dakotah no dudó, no cuestionó. Envolvió sus piernas alrededor de la cintura


de Domino y le dio la bienvenida a su cuerpo. Un profundo gemido vibró en su
garganta cuando su grueso pene la estiró, llenándola, quemándola por dentro.

Sus caderas bombearon duro, dando empujes rápidos, dentro y fuera de su


canal como si quisiera golpear sus partes más privadas, las que no se podían tocar.
Sus gruñidos de placer y satisfacción alimentaron el frenesí dentro de ella,
llevándola a tomar todo lo que él tenía que ofrecer.

31
El Club de las Excomulgadas
Él sostuvo sus muñecas en el suelo y ella lo permitió, algo que nunca había
hecho antes. Cuando por lo general la restricción desataba una feroz necesidad de
escapar, una necesidad casi sin sentido de encontrar y matar si era necesario, era
diferente con Domino. Él había matado por ella. Su lobo se había unido ya con el
de ella.

Dakotah apretó las piernas mientras el orgasmo se acercaba, ella se resistió y


se retorció, luchó por la liberación, y él respondió dándole más de su peso,
empujándose más fuerte, más profundo de lo que un macho humano era capaz de
hacer, cerrándose de golpe en contra de su cérvix de una manera que borraba la
frontera entre el dolor y el placer, mezclándose de manera que no tenía claro donde
terminaba uno y comenzaba el otro.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Una neblina roja llenaba la mente de Domino, con hambre por más de sexo,
con más de sangre. Pero luchó contra la extraña programación de sus células,
decidido a follar toda la noche como lo había hecho en su forma de lobo y luego se
alejaría de ella en la mañana.

No quería una compañera. No necesitaba a una compañera, a pesar de la


forma en que su cuerpo lo anhelaba, a pesar de las imágenes traicioneras pasando
por su mente, con el deseo que ella tuviera colmillos en su forma humana para que
pudiera hundirlos en él.

Sus encías le dolieron mientras sus caninos seguían en descenso de


sumergirse en el cuello suave de Dakotah con el fin de llegar a su garganta mientras
la follaba. Ella iba más allá de cualquier tentación que pudiera haber imaginado.
Un lobo, incluso con piel humana. Una criatura fuerte y salvaje que nunca estaría
completamente domesticada.

Él gruñó mientras las piernas de ella se apretaban alrededor de su cintura,


respondiendo con un empuje más fuerte, más profundo, enfundándola en un
apretado puño alrededor de su pene, resistiéndose mientras ella le daba la
bienvenida.

32
El Club de las Excomulgadas
Hacer que el lobo que llevaba en sus células se atorara en ella con furia.
Aullando de frustración porque su semilla no era todavía viable mientras el
orgasmo rugía por el pene de Domino en una carrera de lava caliente al llenar a
Dakotah.

Ninguno de ellos se movió a raíz de su liberación. En su lugar se


mantuvieron unidos durante largos momentos, jadeando, con su piel empapada de
sudor, con el corazón corriendo por sus pechos apretándose juntos.

Dakotah fue la primera en moverse, con los instintos que la habían


mantenido viva durante tanto tiempo luchando en la superficie, luchando por
suprimir al lobo, que había escapado de su jaula y estaba temblando todavía con
alegría por haberse reencontrado con el hombre que pensaba era su pareja.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Domino podía haberla ayudado esta noche, pero ella había aprendido de la
forma más dura que con la única persona que podía contar era consigo misma.
Tenía que arrastrar los cuerpos al bosque y ponerse en camino. Si tenía suerte,
habría ido lejos antes que los cadáveres fueran descubiertos.

Ella desenganchó sus piernas de alrededor de la cintura de Domino,


quitando su muñeca de su agarre y apretando la mano en su hombro, instándolo a
rodar fuera de ella. Él obedeció con un gruñido, con la incredulidad llenándolo
cuando ella se puso de pie, tirando de la ropa que le pertenecía debajo de él
mientras lo hacía.

Nunca él había tenido a una mujer levantándose en su cama con la intención


de irse a menos que él le hubiera ordenado que lo hiciera.

Que ésta pensara que podía escapar de él...

La misma posesión salvaje que él había experimentado antes en su presencia


lo hizo levantarse, tenía que llegar a ella, acecharla cuando se alejara de él. Con su
pene duro y sobre-saliendo de su cuerpo en una audaz muestra de intención.

33
El Club de las Excomulgadas
Un pequeño estremecimiento bailó a lo largo de la columna de Dakotah por
su juego de dominación. En el deseo que ella vio en su rostro y la forma en que su
pene se llenaba de sangre y goteaba, con sus bolas pesadas y completas debajo de
ella.

Lobo u hombre, él era un magnífico ejemplar de masculinidad. Un ejemplo


increíble de un hombre en su mejor momento.

Él disparaba recuerdos de su pasado. Sueños y fantasías que una vez ella


había sostenido como posibilidades. Hasta que había aprendido algo diferente.
Hasta que esos sueños y fantasías se habían convertido en un contraste demasiado
doloroso con su realidad. Para lo que su vida había llegado a ser. Un espectáculo de
horror, donde sólo los más fuertes y los que tenían más suerte salían vivos. Cuando

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


habían surgido algunas interrupciones.

Sólo la cara de una moneda la había sometido a supervisión y capacitación


dominatrix. La habían salvado de repetidas violaciones, convirtiéndola en una
mercancía desechable barata para el hombre al que su propia abuela e inútil padre
la habían entregado a fin de acabar con la deuda de su padre.

Si Víctor Hale no los había asesinado en represalia porque Dakotah había


matado a su hijo, era porque pensaba que ella misma podría regresar un día para
matarlos.

Un gruñido bajo sonó en su garganta, amenazando incluso a sus propios


oídos, y obligó a sus pensamientos del pasado a irse y de nuevo al hombre que la
estaba acechando, quien se había puesto tenso con la advertencia que había
escuchado, tal vez la comprensión de eso había tenido lugares dentro de ella tan
oscuros y llenos de furia que sería un lucha hasta la muerte si él llegaba a caer sobre
ellos.

—Quiero la noche contigo—dijo Domino, con su voz acariciándola en su


lengua de lobo—Después veré que los cuerpos sean dispuestos mientras tú te vas.

—¿Por qué?

34
El Club de las Excomulgadas
—Una prueba de la voluntad—él sonrió, con un destello de sus dientes
blancos, con un humor que la intrigaba—Y porque no creo en la lectura del tarot
dada por metiches y viejas adivinas—se acercó, ampliando su sonrisa, con su olor
girando alrededor de Dakotah junto con su calor—¿Y tú? ¿Crees en eso?

Ella pensó en la lectura a la que Helki había obligado. Acerca de El


Emperador.

El tiempo vendrá cuando te enfrentarás al enemigo que te quiere muerta, pero no lo


harás sola. Otro cambio te espera. Esta vez a manos de un hombre diferente de todo lo que has
conocido antes. Un hombre que quiere tu vida, no tu muerte.

Y entonces sus pensamientos brillaron hasta el día en que Helki había

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


insistido en darle a Sarael una lectura. El día en que Matteo Cabrelli había ido a
reclamar a su amiga.

—Puedo sentir la verdad en ellas—Sarael había dicho, mirando hacia abajo las tres
cartas que representaban su pasado, su presente y su futuro.

—Puedes cambiar la verdad—había afirmado Dakotah, estirándose, volteando las


cartas para que yacían boca abajo.

Las lecciones del pasado de Dakotah la instaban a alejarse de Domino e irse


ahora. El lobo le decía que se quedara.

Ella estudió a Domino durante un largo rato, preguntándose si era sólo


porque sus lobos se habían emparejado que anhelaba su tacto, que le había
permitido meterse en ella y tomarla ásperamente cuando podría haberla lastimado
seriamente o matar a otro hombre por tratar de hacer lo mismo. Cualquiera que
fuera la razón, no importaba.

Al final, en su secreto corazón, el lugar que aún albergaba sueños olvidados


de felices para siempre se sostenía en su lugar. Con el conocimiento de que no
podía correr para siempre y que en última instancia, los lobos de Víctor Hale la

35
El Club de las Excomulgadas
encontrarían y moriría en una pelea salvaje, negándose a ser llevada de nuevo a
Atlantic City con vida.

¿Por qué no iba ella a tomar ese raro placer que había podido encontrar que
no implicaba sus propias manos y dedos como un juguete barato sustituto? No
podía permitirse el lujo de perder toda la noche, pero lo follaría otra vez y luego se
iría.

Dakotah se encogió de hombros.

—No me importa lo que digan las cartas del tarot. Hagámoslo una vez más,
y luego me iré de aquí. Lo tomas o lo dejas.

Las ventanas de la nariz de Domino se abrieron mientras el fuego quemaba

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


por sus venas.

El Calor lo hacía querer responder su desafío. Su burla.

En su mundo, las mujeres eran valoradas, atesoradas, cuidadas, amadas,


protegidas. Pero los hombres gobernaban. Habían gobernado siempre. Ojalá
siempre gobernaran, porque sólo ellos eran casi indestructibles.

El orden natural de las cosas se tejían en la antigua tela de células vampiro y


las palabras de Dakotah rasparon sobre sus terminaciones nerviosas, como papel de
lija. Le dieron ganas de probarle lo equivocada que estaba, lo indefensa que estaba.

No se necesitaría ningún esfuerzo en absoluto empantanarla con sus


feromonas de los de su tipo, hipnotizarla y darle órdenes de que se quedara con él
hasta que se cansara de ella. Hasta que la enviara en su camino como lo había
hecho con tantas otras mujeres. Como tenía intención de hacerle a muchas más.
Ella era un paso a la tentación, a la fascinación provocada por la proximidad de la
Transformación.

Domino se movió hacia ella, con su pene esforzándose para rozar su vientre
plano, a marcarla con un poco de la aplicación de su semilla en su punta. Sus

36
El Club de las Excomulgadas
testículos ya estaban otra vez duros y llenos, aunque hasta que se convirtiera en
vampiro completamente no había posibilidad de embarazar a ninguna mujer, e
incluso después, sólo una kadine podría llevar a su hijo, y él no quería perder su
libertad de tal manera.

El placer crudo corrió por él por su audacia, por la forma en que ella miraba
sus ojos, sosteniendo su posición, sólo alejándose de él mientras él se metía dentro
de ella, físicamente obligándola a dar un paso y luego otro hasta que su espalda
quedó contra de la corteza lisa de un abedul.

—Lo tomo. Te tomo—dijo él, en respuesta a su desafío, con su voz sedosa y


peligrosa, con su calor y hambre como un zumbido incesante en sus venas,
alimentando el deseo de reclamar y dominar lo que Domino sabía era un momento

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


de verdadero miedo, preocupado de que estuviera a punto de caer en una trampa
cuidadosamente preparada.

Él se lo quitó de encima. Se dijo que si tenía la intención de quedarse sin la


responsabilidad de una compañera, si tenía la intención de evitar la unión sexual
para sí mismo adhiriéndose a una mujer, entonces también fortalecería su control y
su voluntad con ésta, donde el riesgo se redujera. Todavía no había ido por la
Transformación, no le había dado su sangre. Pero aun así, no apostaría a tomar su
sangre, dejándola sin restricciones.

Él tomó la ropa que ella había recogido, pero aún no las había puesto lejos
de ella, dejando caer todo, excepto el sujetador al suelo antes de tomar sus
muñecas. Ella inmediatamente adivinó lo que estaba planeando, y él leyó la
intención de resistírsele en sus ojos.

Domino no tenía más remedio que inundarla con feromonas. No podía


permitir que ella luchara contra él. No podía permitir que ella le tuviera miedo.

El miedo era un afrodisíaco fuerte en su especie. El atractivo de eso, la


facilidad se convirtió en una adicción en sí misma que era parte de las leyes de la
razón existiendo en la prohibición de matar de los vampiros completos a sus presas

37
El Club de las Excomulgadas
mediante el drenado de sus vidas, alimentándose tanto de su sangre como de su
miedo.

Sólo a los dhampirs, a los soldados, se les permitía drenar a sus enemigos
completamente, una compensación tejida en su diseño tal vez, por los años de
servicio que habían dado antes de entrar plenamente en vampiro completo. O tal
vez era porque conservaban su forma humana, su capacidad de estar afuera en el
sol.

Porque el Hambre no susurrara en voz tan alta en ellos, que era tan peligrosa
para ellos. Sin embargo, ninguno de ellos podía darse el lujo de que su existencia
fuera ampliamente conocida, sobre todo ahora, en un mundo con tecnología
avanzada.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Si no estuviera tan cerca a la transformación, tan cerca de ser gobernado por
el calor y el hambre, entonces no sentiría la necesidad de parcialmente retenerla.
Pero su desafío, la reclamación del lobo de que ella era su compañera, su propia
obsesión por ella, que había comenzado cuando él había llegado a la ciudad
anterior para cazar a los creyentes y ayudar en la vigilancia de Sarael, todas
convergían en un punto de inflamación emocional que ponían, tanto su vida como
su libertad en riesgo.

Domino sin piedad la capturó en sus ojos de obsidiana, empujando su mente


y pensamientos que había forzado en ella.

—Me permitirás atarte.

El lobo se levantó dentro de él, e insistió en que su pareja no fuera tratada


como una presa, insistió en que ella supiera que la inmovilización era por su propia
protección, y Domino agregó:

—No pelearás las ataduras. Son por tu propia seguridad.

Y espontáneamente, él dijo

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El Club de las Excomulgadas
—Son para tu placer.

Él utilizó su sostén para arremeter contra sus muñecas no oponiendo


resistencia, antes de levantar sus brazos sobre su cabeza y asegurar una extremidad.
El deseo se precipitó por él al verla desnuda y atada, un remolino de malestar dio
paso a la satisfacción de verla así cuando nunca lo había hecho a otra mujer, nunca
había pensado hacerlo.

Un hambre diferente aumentó, el hambre de haberla sometido de buena


gana, y Domino siseó. Se apartó de ella, considerando liberar a Dakotah, con la
inquietud dando paso a una realización de bienvenida.

Todas aquellas creadas y criadas para ser kadines estaban entrenadas para

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


aceptar ser atadas y restringidas, como se esperaba, aún para darle la bienvenida
como prueba de que sus compañeros sabían cómo mantenerlas a salvo cuando el
hambre y el calor se tornaran peligrosamente intensos. Había vampiros que habían
matado a sus kadines accidentalmente. Que habían olvidado el placer que se
escondía en las partes más primitivas de su ser.

Era un éxtasis oscuro como ningún otro, tomar la voluntad de una


compañera hasta que su corazón brincara en alerta, de conocer el placer que se
conseguía de la mordida que era tan grande que los que lo hacían cambiarían su
vida por eso.

Se trataba de una alta necesidad sin precedentes de tomar todo, como sus
antepasados habían hecho una vez cuando estaban tratando de adaptarse al mundo
hostil con el que se habían encontrado cuando estaban experimentando, lo que
aceleraba el proceso evolutivo tomando la forma de su presa, entrando en su cuerpo
aún caliente y poseyéndola a fondo. Una posesión que había evolucionado como su
especie había evolucionado, que había sido ajustada y modificada hasta que se
había centrado exclusivamente en sus compañeras.

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El Club de las Excomulgadas
Y sin embargo, en el núcleo del vampiro, conservaba partes de lo que se
había originado a partir de eso, depredadores despiadados, alienígenas. Seres tan
temidos y mortales que no se les daba la bienvenida en ningún mundo.

Domino silbó otra vez, tomando su pene con su mano y pensando en que
debería liberarse en Dakotah. Enviarla en su camino para poder hacerle frente a los
cuerpos de los creyentes y luego regresar a casa de sus padres a la espera de la
transformación.

Tal vez lo debería hacer. Tal vez podría. Pero una brisa se arremolinaba en
su existencia, asaltándolo con su mezcla de aromas, llenando su nariz con el olor
del sexo y él estuvo perdido.

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—No lucharás contra mis medios de coerción. Son para tu seguridad, para
tu placer—repitió Domino, entrando en ella por lo que sus cuerpos se tocaron,
liberándola de su mirada hipnótica.

Poco a poco redujo las feromonas inundando sus sentidos y dejándola


aturdida y maleable. Sintió que su propia pasión se intensificaba cuando se reunió
con sus ojos oscuros, cuando el hambre que vio fue espontáneo del deseo de la
mujer y de su embeleso.

Domino capturó sus labios y metió su lengua dentro de su boca, tomando el


control del beso del mismo modo en que tenía la intención de tomar el control de
su cuerpo. Ella luchó contra él, no como presa sino como una que se consideraba
su igual, y él disfrutó de su tela de juicio. Previendo el momento en que llegara a su
clímax y gritara su nombre cuando se lo diera.

Sus manos se deslizaron de sus muñecas hacia abajo a sus inmovilizados


brazos, sintiendo sus músculos lisos y una piel suave y sensorial. Ella no estaba tan
bien dotada como las mujeres que por lo general tomaba, pero a medida que sus
manos cubrían sus apretados pechos, con sus pezones oscuros, los encontró más
deseables que cualquier otro que jamás hubiera acariciado.

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El Club de las Excomulgadas
El lobo aprobó sus elegantes líneas. El hombre se hizo eco de esa
aprobación, y los labios de Domino dejaron a Dakotah con el fin de hacer un rastro
de besos hacia abajo.

Ella gimió con el primer roce de su lengua sobre su pezón. Gruñendo en el


segundo. Ella luchó, se arqueó hacia él con el tercero, con su voz ronca, como una
orden, diciéndole que se los succionara, que la mordiera.

Él gruñó en respuesta, envolviendo sus brazos alrededor de ella, cediendo a


sus demandas porque le convenía, porque repentinamente sus pechos se habían
convertido en su mundo y él quería nada más que a mamárselos, marcarle con
áspero placer.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Dakotah echó la cabeza atrás, mientras la sensación de calor recorría su
cuerpo. Se esforzó contra la correa, no recordando el momento en que había le
permitido que la atara, pero no importándole más. Él la hacía sentir viva de una
manera en que nunca se había sentido antes.

Quería que él la mordiera, la chupara. Que se moviera más bajo e hiciera lo


mismo con su vagina, con su clítoris.

Quería sentir su lengua follándola dentro y fuera de su cuerpo. Quería oír su


hambre gruñir y ver su rostro ponerse enrojecido y tensarse con deseo mientras
agarraba su pene para no venirse.

Una peligrosa fantasía llenó la mente de Domino. Imágenes de permitir que


sus colmillos descendieran para poder realmente succionar el seno de Dakotah. Le
dolía la necesidad de hacerlo. El deseo. Hasta que la tentación fue tan grande que
tuvo que obligarse a sí mismo a liberar su pezón, para besarla más abajo,
deteniéndose en su vientre suave antes de frotar su mejilla contra su oscuro vello
púbico marrón. Hundió la nariz en él, con su lobo exigiendo que inhalara su
aroma, que lo tomara profundamente dentro de sus pulmones, antes de que el
hombre fuera libre para llegar a su destino. Un clítoris hinchado y erecto, hecho

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El Club de las Excomulgadas
para la boca y lengua de un hombre, para el placer de una mujer. Los labios de su
vagina estaban mojados, abiertos, pidiéndole que los besara, que los lamiera.

Él se perdió con el primer bocado. El calor lo controló de manera que


durante largos momentos se alimentó de sus gritos de placer, con su pene pulsando
y esforzándose con cada gemido ronco de él follándola, haciéndola venirse. El lobo
se revolcó en el aroma de su compañera, trabajando en un frenesí que sólo estaría
satisfecho montándola, vinculándose con ella, criándola.

Domino trató de reprimir los deseos del lobo. Sin embargo, entre más comía
de Dakotah, más se retorcía contra él, rogándole como había deseado oír que ella
hiciera, con voz baja y ronca, acariciando encima de él como una piel, más
insistente se ponía su lobo. Sus deseos se fusionaron por completo con el calor de

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


forma que sus garras tuvieron la determinación raspó a Domino para que se alejara
de esa mujer.

Había comenzado un reto. Un desafío. Pero desde el momento que los


labios de Domino habían tocado su piel, Dakotah se había perdido en el placer. En
un placer tan intenso que lo único que pudo hacer fue presionarse contra él,
arquearse en él. Demandar que le diera más de eso.

Sus labios y la lengua se habían convertido en su mundo. Su aroma en un


perfume caliente que se mezcló perfectamente con la noche y que era más potente
que cualquier fármaco que jamás se hubiera visto obligada a tomar.

El deseo rugió a través de sus venas. No era la victoria de la vida sobre la


muerte. No el lobo deseando a una pareja. Sino la necesidad de su corazón humano
por contacto e intimidad.

Cada impulso de su lengua envió una sacudida de calor abrasador a sus


pezones. Cada chupada de su clítoris la empujó contra la firmeza de los labios
masculinos en una demanda para que tomara más. Para que tomara todo.

Una pequeña parte de su mente quería luchar contra sus ataduras. Luchar
para mantenerse separada. Luchar por la liberación para poder escapar. Sin

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El Club de las Excomulgadas
embargo, los pensamientos, los impulsos se perdieron en su asalto sensual, bajo las
olas de una sensación increíble.

Ella nunca había conocido nada igual. Y probablemente nunca lo


experimentaría de nuevo.

Todavía no podía creer que le había permitido atara por las muñecas. Que le
había permitido despojarla de su libertad. Pero estaba más allá de importarle.

—Ahora—le ordenó ella, y sin previo aviso, el Hambre destelló a la vida en


Domino y él luchó por evitar voltear la cabeza y hundir sus colmillos en la cara
interna de su muslo. Con el salvaje ritmo de su pulso mezclándose con sus sonidos
de placer para convertirse en un canto en la mente de Domino. ¡Mía! ¡Mía! ¡Mía!

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La ferocidad de eso lo obligó a alejarse del cielo de lo resbaladizo de
Dakotah, de sus pliegues húmedos y lo hizo levantarse antes de que lo último de su
control se deslizara. Él la levantó con facilidad, presionando la espalda a la corteza
lisa del árbol y metiendo su pene en su canal, metiéndose violentamente mientras
ella envolvía sus piernas alrededor de él y se aferraba, aceptando el apareamiento
natural, con ambos volviendo sus caras a la luna y bañándose en su luz en el
momento del clímax.

Era un éxtasis peligroso. Un reto al destino. A los lobos. A sí mismos. Y


ambos se retiraron cuando el último temblor disminuyó.

Cuando su piel se enfrió y los sonidos de la noche se acercaron a ellos.

Sin decir una palabra, Domino la soltó y dio un paso atrás. La salvaje
emoción y el lobo se arremolinaban y bullían en su interior mientras la veía
vestirse. Mientras se vestía, a su vez y la seguía de nuevo a donde los cuerpos de los
Creyentes estaban.

—¿Te encargarás de ellos?—le preguntó Dakotah, jalando su camisa y


chaqueta y poniéndoselos con sus palabras a duras penas registrándose mientras las
ventanas de la nariz de Domino le quemaban, con el olor de tanta sangre

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El Club de las Excomulgadas
agobiándolo, por lo que su cuerpo tembló mientras el Hambre gruñía y rugía como
una fiera enjaulada.

Él abrió la boca y cayó de rodillas, mientras el dolor de su cuerpo lo


atormentaba.

En ese instante se dio cuenta de que la transformación estaba sobre él,


pasando como garras por sus órganos internos y a través de su piel, con las células
extrañas finalmente libres de hacer lo que habían sido programadas para hacer,
destruir todo lo humano dentro de él.

—Fuera de aquí—gruñó él cuando Dakotah se agachó a su lado.

—¿Qué pasa?

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Los ojos de obsidiana atraparon sus marrones. El lobo exigía que su
compañera fuera enviada a la seguridad.

—¡Vete!—Siseó Domino ante el dolor que lo llevó el resto de la distancia


hacia el suelo.

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El Club de las Excomulgadas

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Capítulo Cuatro
Dakotah tropezó deteniéndose en el lugar donde había aventado su mochila
cuando había tomado la decisión de atraer a sus perseguidores al bosque. La
confusión reinaba, la desorientación, pero un vistazo hacia abajo a su ropa, algunas
de ellas manchadas de sangre, con el recuerdo haciéndola correr hacia atrás, al
menos en el punto en el que Domino había gruñido.

—Fuera de aquí.

Más allá de que no había nada, sólo la obligación de irse. ¿Ella? Se frotó la
frente. Era lo que había intentado hacer hasta que Domino había caído al suelo.

Luchó contra la nada. Recordando mirar los ojos de obsidiana justo antes de
que todo estuviera perdido.

El temor pasó a través de ella. La ira. La incredulidad. La ira cuando se dio


cuenta de todo lo que él había hecho para repudiarla, que también había hecho
cuando ella había luchado por no ser atada.

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El Club de las Excomulgadas
Y sin embargo...

Ella gruñó, odiando el hecho de que lo que él de hecho le había dado placer
más allá de lo que jamás había experimentado, más allá de lo que había pensado
que era capaz de sentir después de lo que había visto y hecho con el fin de
sobrevivir. Le serviría bien si ella lo dejaba retorciéndose de dolor.

Ella sabía que no lo haría. No podía. Aunque era una debilidad. Le


importaba y sentía que no podía alejarse.

Dakotah recuperó su mochila y regresó a Domino que había logrado


ponerse en pie y arrastrar los cuerpos al bosque, incluso había logrado dejarlos poco
más en el camino antes de ir sobre sus manos y rodillas.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Él estaba sudando, jadeando y temblando.

Y no contento de verla.

—Vete—gruñó, levantando la cabeza, pero ella no iba a permitirle capturar


su mente de nuevo.

—¿Dónde está tu casa? ¿O tu coche?—uno de ellos tenía que estar cerca


debido a que él parecía usar ropa y no desnudo, después de haber cambiado a su
forma humana.

Domino se obligó a ponerse de pie, con su lobo instándolo a atraparla de


nuevo y darle una orden más explícita, sabiendo que la sed de sangre después de la
transformación podría conducirla muerte si ella estaba en cualquier lugar cerca del
completo vampiro en que Domino pronto se convertiría. Pero el Hombre, el
dhampir, resistió esta vez mientras el dolor se calmaba lo suficiente como para
permitirle pensar en lugar de simplemente reaccionar.

Era demasiado tarde para llegar a casa de sus padres. Pero si pudiera llegar a
la casa que había alquilado, tendría una posibilidad de poder sobrevivir a la
Transformación sin convertirse en alguien sin escrúpulos. Sin sucumbir a la fuerza

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El Club de las Excomulgadas
del hambre y dejando un rastro de cuerpos atrás a medida que mataba inocentes
junto con culpables mientras se alimentaba.

Si pudiera llegar a un lugar seguro, entonces podría ponerse en contacto con


Fane que vendría, si no a tiempo para vigilarlo en el cambio, entonces en el
momento de ofrecerle la primera sangre.

Domino hizo una mueca ante la idea de la presencia de Fane. De las bromas
y burlas que no tenía duda tendría que soportar en los siglos por delante, pagando
por aquellas que a menudo le había hecho a Fane. Pero confiaba en Fane con su
vida. Había estado ahí para Fane y visto su transformación, le había dado su
primera sangre, y sabía que Fane no dudaría en hacer lo mismo por él.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Si hubiera tiempo.

Domino podía sentir el dolor creciendo de nuevo. Estirándose dentro de él,


con las células extrañas listas para un nuevo asalto para nada humano. Se las
arregló para decirle a Dakotah donde se había estacionado y le dio instrucciones
para llegar a la casa, permitiéndose colgar de su brazo encima del hombro para que
lo ayudara a salir del bosque, pero fue apenas consciente del tiempo o de la
distancia mientras usaba su control y se sostenía en orden para mantenerse en
posición vertical y en movimiento.

Estuvo cambiando de ida y vuelta entre hombre y lobo, con su ropa


destrozada y colgando de su cuerpo, para cuando Dakotah consiguió que Domino
entrara a la casa y al dormitorio. Y tan extraño como era el espectáculo, era más
fácil para ella hacerle frente al dolor de él que si lo hubiese dejado solo.

En un primer momento ella había estado aterrorizada de que él tuviera


rabia. Sin embargo, además de jadear, el lobo no le dio señales de tener angustia.

Dakotah se estremeció cuando la forma humana de Domino fue tomando


forma y empezó a retorcerse en la cama, jadeando. Sus palabras eran incoherentes.
El estómago de ella un nudo, no sólo con la vista de su sufrimiento, sino con la

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El Club de las Excomulgadas
preocupación de que lo que estaba experimentando fuera algo que ella tendría que
soportar en el futuro.

Él se quedó quieto, pareciendo estar luchando contra el dolor.

—Esposas. En la cómoda.—jadeó el rodando a su lado y con sus ojos


sosteniendo algo tan ajeno al instinto que sólo la mantenía flotando—Esposas.
Pónmelas—esta vez se trató de un silbido.

Un escalofrío por su espina dorsal barrió a Dakotah con la vista de sus


colmillos.

Ella se preparó, con la esperanza de que el pelo comenzara a salir de su cara


y manos, una imagen de pesadilla de un hombre lobo atrapado en medio de dos

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


formas. En vez de eso, sus ojos estaban llenos con llamas, como si su alma se
consumiera y alejara. Y por un instante no hubo nada del hombre ni del lobo, sino
un depredador peligroso, inhumano cuya intención de matarla era un grito en cada
célula del cuerpo de Dakotah.

Ella se quedó quieta, centrada, sabiendo que darle la espalda era aceptar la
muerte. Y mientras miraba, las llamas se retiraban, el hombre apretó los dientes
mientras una ola de agonía rasgaba su cuerpo.

Escapar era un pensamiento fugaz, haciéndolo a un lado. Dakotah se


apresuró a la cómoda, rápidamente arrojando el contenido de sus cajones sobre el
suelo mientras buscaba las esposas que él había luchado tanto por decirle.

Ella las encontró, pero la vista de las esposas la hizo temblar, reacia a
tocarlas. Eran de plata, salpicadas de algún tipo de joya, con piedras de sangre tal
vez. Pero la plata sola era suficiente para hacerla explotar en sudor. Para hacer que
se apretara y aflojara las manos mientras se armaba de valor para tocarlas.

Ella se estremeció, recordando el elenco rojo de los ojos de Domino, y luego


se obligó a tomar las esposas de su caja de terciopelo, soportando cuando una
extensión de adormecimiento quemó por ella mientras regresaba a la cama.

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El Club de las Excomulgadas
Él gruñó y siseó cuando ella perdió el agarre para conseguir poner la primera
banda alrededor de su muñeca. Él trató de escapar cuando ella fue a ponerle la
segunda, así que ella se movió a sus tobillos y se los aseguró, luego esperó hasta que
él estuviera con mucho dolor, apenas consciente de su presencia mientras ella
aseguraba la última banda.

El horror arrasó a Dakotah con garras afiladas, desgarrándola hasta el


interior mientras veía el sufrimiento de él, mientras veía como su espalda se
arqueaba dándole un espasmo tan violento que ella pensó que lo rompería, con sus
brazos y piernas paralizados por la plata y la piedra de sangre.

En la pesadilla que era su vida antes de que ella matara al hijo de Víctor
Hale y escapara, a ella le habían pagado por infligir dolor, había dominado el arte

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


de manejar un látigo y una paleta, de tomar a aquellos a los que se veía obligada a
servir para el destino que deseaban. Ella había aprendido a cerrar su mente a sus
gritos, a su sufrimiento, a verlo mecánicamente y a alterar sus técnicas necesarias,
para llevar a algunos hasta el borde de la misma muerte, y no sentir nada durante el
proceso.

Pero el sufrimiento de Domino rasgaba por ella. La asustaba. Hacía que su


lobo caminara y gimiera, mientras la mujer encontraba las lágrimas que ella no
hubiera creído que aún poseía corriendo por sus mejillas.

Con las bandas él se mantenía en forma humana, alternando entre períodos


de dolor y breves momentos en que jadeaba, con el cuerpo cubierto de sudor, al
parecer centrando hacia el interior, sin darse cuenta de su presencia.

Ella no sabía si agradecería su contacto o no, pero no podía permanecer en


la habitación con él y no hacer nada. Cuando él se calmó de nuevo, ella se movió al
cuarto de baño y tomó una toalla de mano mojada, y luego regresó, secándole el
sudor primero del pecho a pesar de que silbó y dio un tirón, casi atrapándola en
brillantes ojos de obsidiana cuando lo miró a la cara.

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El Club de las Excomulgadas
Dakotah logró apartarse, con el corazón tronando en su pecho, con el
recuerdo de la capacidad de él de hipnotizar. Había sido consciente de eso antes,
pero ahora podía sentir la intensidad de su mirada mientras se retiraba al cuarto de
baño. Lo había grabado en ella, causando que un instinto primitivo rugiera a la
superficie y la instara a correr. Incluso el lobo bailaba con nerviosismo dentro de
ella, aunque insistía en que se quedara.

Mientras su propia conciencia lo hacía. Dakotah cerró los ojos por un


momento, dispuesta a que la conciencia se alejara. No necesitaba eso. No le debía
nada. Y si lo hubiera hecho, le había pagado por no alejarse y haberlo dejado en el
bosque.

Ella tenía su propio conjunto de problemas. Si el hombre que Víctor Hale

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


había enviado para tomar su vida... Mierda.

Dakotah enjuagó el paño y se volvió, dando un paso atrás en el dormitorio,


con su corazón tronando mientras la adrenalina subía a través de ella a la vista de
las bandas de plata yaciendo vacías en la cama.

Ella dejó caer el paño humedecido y dio un paso hacia la puerta del
dormitorio mientras el aire a su alrededor parecía engrosarse con una amenaza
mortal. Con una amenaza tan real que incluso el lobo quiso huir.

Pero no había tiempo de escapar. No había tiempo siquiera para reaccionar


mientras Domino cobraba vida y la atacaba.

Sólo estaba el Hambre.

Su fiebre se volvió salvaje mientras la sangre se vertía en sus células muertas


de hambre.

No había ningún hombre. Ningún lobo.

Sólo un ser formándose. Una unidad de sobrevivencia, ya que la


supervivencia era lo único que importaba.

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El Club de las Excomulgadas
El Hambre gobernaba sin control, sin oposición, hasta que el calor se
levantó, la remodelación de la barbarie, lo que permitía al hombre y al lobo
emerger y tomar posesión de la cáscara, aunque tanto el hombre como el lobo se
quemaban con las llamas gemelas de calor y hambre.

El lobo fue el primero en reaccionar. En reconocer que su compañera se


estaba muriendo y protestando con todo su ser y voluntad.

El hombre actuó, con sus colmillos rasgando su muñeca antes de presionarse


contra los labios de seda, con su voz como una orden que tenía que ser obedecida.

—Bebe—y con cada trago las llamas se retiraban, se rendían, dejando al


lobo ladrando de placer y Domino miró fijamente a Dakotah, negándose la verdad

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a sí mismo incluso cuando ella abrió los ojos y su pene surgió a la vida para poder
follar a su novia.

—Vete—gruñó él, haciendo caso omiso de lo que tanto el lobo como su


cuerpo le decía. Decidido no caer con la mujer atrapada debajo de él. Una follada
era todo lo que tardaría en unirse a ella sexualmente.

Demasiado tarde, el lobo la reclamó pero Domino se negó a creerlo.

Él soltó a Dakotah, con sus ojos y fosas nasales dilatadas y estrechas cuando
vio la marca en su cuello, donde la había mordido.

Un aullido de negación se formó en su mente, mezclándose con la del lobo


aullando de alegría, con el coro llevando el calor a la vida por lo que sólo la pura
fuerza de voluntad le impidió abalanzándose sobre Dakotah, tirar de ella hacia
abajo y ponerla debajo de su cuerpo, cuando ella se puso de pie y se apartó de él,
con la intención de hacer lo que le había mandado, e irse.

Dakotah fue más allá del miedo. Más allá incluso del shock.

Vampiro.

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El Club de las Excomulgadas
La sola palabra rebotó dando vueltas y vueltas en sus pensamientos. Incluso
su olor había cambiado, recordándole al hombre que había reclamado a Sarael,
aunque familiar mezclada con la presencia del lobo con algo frío, extraterrestre que
ahora se identificada como Domino.

El fuego ardía en las venas de Dakotah. Necesidad, a pesar del hecho de que
él casi la había matado.

Pero ella no tenía ninguna intención de ceder a la nostalgia del lobo o de su


propio cuerpo en demanda. No tenía ninguna intención de tomar una oportunidad
y convertirse en vampiro. El lobo podía haber aceptado, había aprendido a
aceptarlo, pero ella no quería perder el resto de su humanidad. No perdería el poco
control que tenía sobre su vida. Su mandato se hizo eco por ella, en esta ocasión sin

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


hipnosis, y sin embargo ella tenía que obedecer, lo supo instintivamente que si
compartían más sangre, su voluntad gobernaría. Él se convertiría en el emperador
de las cartas.

La bilis se levantó en la garganta de Dakotah mientras las palabras de la


adivina sonaban con firmeza. Otro cambio te espera. Esta vez a manos de un hombre
como ningún otro que hayas conocido antes. Un hombre que quiere tu vida, no tu muerte. Sin
embargo, tal como le había aconsejado Sarael, Dakotah se negaba a creer que la
lectura sostuviera la única verdad. Agarró su mochila de donde la había dejado caer
junto a la puerta delantera y se precipitó a la noche, decidida a poner tanta
distancia entre ella y Domino como pudiera.

Se dirigió en dirección del campamento, con los recuerdos presionando


sobre ella mientras galopaba a lo largo del borde del bosque. Recuerdos de una
noche más, de otro hombre que la había atacado, que la había cambiado,
matándola en el proceso.

Un gruñido se escapó. Sus labios fueron hacia atrás en un gruñido tan


salvaje mientras el odio la llenaba.

No por Domino.

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El Club de las Excomulgadas
El lobo no permitiría eso, y Dakotah no se mentiría a sí misma.

Domino le había ordenado que se fuera cuando ellos estaban en los bosques,
pero ella había vuelto. Había elegido involucrarse a sí misma olvidando toda una
vida de dolorosas lecciones y había pagado un precio por eso. A pesar de que no
podía adivinar cuál sería el costo real todavía.

Su sangre le quemaba. Su cuerpo le quemaba.

Cada paso lejos de Domino era un acto de voluntad. Una prueba a resolver.
Hacer que ella misma se empujara hasta que finalmente se detuvo, con sus
pulmones quemándole y con dolor por la carrera.

¡Diablos! ¿Qué iba a hacer ahora?

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


El lobo estaba inquieto en su interior. Luchando contra ella, como no había
peleado desde los primeros días. Los días después de que había sido sacada de su
prisión en Atlantic City y entregada a Anthony Hale en su finca en el borde de Pine
Barrens.

A pesar de su valor, el dinero que había facturado por los servicios


prestados, los hombres no le decían no a la familia Hale. Los hombres no hacían
preguntas acerca de las mujeres llevadas a la propiedad de Anthony y nunca se
volvían a ver.

El odio hacia Anthony Hale y su padre era algo salvaje en el interior de


Dakotah. Un ser vivo, alimentado por algo ajeno... algo que ella había obtenido de
la sangre de Domino.

No se trataba de una sed de venganza. Anthony Hale estaba muerto. Sino de


algo primitivo, necesario para cazar a su enemigo, para invadir su casa y destruirlo.
De matar a Víctor Hale.

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El Club de las Excomulgadas
Dakotah obligó a sus pensamientos a retroceder. Atacar a Víctor Hale sería
un suicidio. Ella había estado huyendo desde que había sido llevada a la casa de su
hijo.

Había pensado que Anthony no era más que otro pervertido, cuando le
había mostrado el foso, con su sonrisa cruel mientras le decía,

—Tengo un poco de entretenimiento previsto. Puedes quitarte la ropa o


dejártela puesta. De cualquier manera, conseguirás ser follada de una manera que
nunca has sido tomada antes.

Cuando él la había dejado sola, ella había encontrado las cámaras ocultas y
mucho más, un arma en las agujas al lado de la chimenea.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Ella se había reforzado para todo. A excepción de la vista cuando la puerta
se abrió y un lobo entró en la habitación, con su pene extendiéndose más allá de su
prepucio.

Él atacó sin vacilar, rasgando su ropa y dejándola sangrando, luchando por


evitar ser otro entretenimiento enfermo. Deseando no sólo salvarse a sí misma, sino
escapar había sido el único centro de su atención, años de ‘disciplina’ con los
clientes dándole la fuerza y el conocimiento de la rabia para empuñar el arma de la
chimenea con eficiencia mortal y objetiva.

El lobo se derrumbó, con su sangre y hueso y cerebro rezumando en la


alfombra mientras su forma se modificaba y Anthony Hale estaba a sus pies.

Ella había escapado. O pensado que lo había hecho.

Has muerto y renacido en una persona diferente.

Una sonrisa triste se estableció en la cara de Dakotah. La muerte, la carta de


su pasado. La pitonisa lo había captado todo correcto.

Ella se obligó a enderezarse y seguir caminando.

54
El Club de las Excomulgadas
Adelante. Hacia el campamento, aunque se trataba de una lucha evitar darse
la vuelta, volver atrás, ceder a la voz que decía que no había cambio en la verdad de
lo que había sucedido entre Domino y ella. Lo qué había pasado entre sus lobos.

Dakotah esperaba que Domino sufriera tanto como ella.

*****

La copa de vino se rompió, mientras Domino la estrellaba contra el


mostrador de la cocina con frustración. Las hierbas no estaban ayudando a acallar
el clamor. A silenciar el insidioso rumor del hambre instándolo a salir de la casa y
cazar, mientras trataba de recuperar lo que había perdido cuando el calor había
aumentado en Domino.

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Pero Domino no era tan arrogante en su confianza que correría el riesgo de
convertirse en un renegado. Si cazaba esta noche, finalizaría en la muerte. Un
humano sería el primero, pero tal vez con la suya al final.

Conocía el dulce éxtasis de matar mientras él se alimentaba, sabía lo difícil


que era resistir la tentación de tomar todo.

Cómo el latido de cualquier corazón humano lo invitaría y tentaría.

Esta noche, sería casi imposible resistir el hambre.

La transformación lo había dejado vulnerable. La ausencia de Dakotah lo


hacía peor. Si salía de la casa, las hierbas que había ingerido no acallarían la sed de
sangre.

La emoción salvaje arrasaba a Domino, despojándolo de su capacidad de


negar la verdad. Si era la unión de sus lobos o el hecho de que la había llevado al
bosque inmediatamente antes de la transformación e intercambiado sangre eso no
importaba. Lo que no debe ser, sería. La misma trampa que había planeado para
evitar que lo sorprendiera sin preparación.

Se había unido a ella sexualmente.

55
El Club de las Excomulgadas
Un silbido se le escapó mientras pensaba en ella en la noche, en los hombres
atraídos con la feromona que se beneficiarían de su sangre. Libre para follarlos si
ella quería, mientras su pene ahora podría estar lleno sólo para ella.

No había querido la responsabilidad de una kadine, había pensado que


prefería disfrutar de los placeres que encontraría en mil vaginas diferentes, pero
ahora... El calor hacía que anhelo y dolor fueran uno solo. Le prometían
realización más allá de nada de lo que podía imaginar mientras el modelo diseñado
por sus antepasados alienígenas se desplegaba y Dakotah se encontraba en su
centro.

¡Diablos!

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Un gruñido se le escapó mientras su pene respondía a la palabra. A medida
que su mente se llenaba de imágenes de lo que ya había hecho, de lo que todavía
quería hacer.

Domino se apartó de la mesa y tomó su celular. La irritación raspó a lo largo


de cada terminación nerviosa con la necesidad de pedir ayuda.

*****

Dakotah probablemente no debería haber estado sorprendida al ver a Fane


en el elegante coche negro deportivo en el campamento. Él y Cable habían sido un
estorbo para la feria en los días antes de que Sarael se fuera. Incluso ella había
molestado Sarael acerca de ellos, aunque ella sabía que Sarael no volvería a
perseguir a ninguno de los hombres y no estaba del todo segura de que los hombres
estuvieran interesados en mujeres. Siempre olían a sexo salvaje y a oscuridad. Entre
sí.

Hizo una pausa en las sombras, con cuidado recordando a qué otra cosa
olía. O al menos lo que el aroma de Fane le recordaba. Al de Domino. Así como al
hombre que había buscado y reclamado a Sarael.

Dakotah no confiaba en mucha gente, pero confiaba en Cable.

56
El Club de las Excomulgadas
No se sentía atraída por el dolor de los demás y, sin embargo Fane era una
oscuridad que llenaba su alma, recordándole la suya propia.

Había habido momentos en que se había preguntado si el olor de Fane


significaba que podía cambiar de forma, el contraste entre el calor el latido de un
humano y el aura alienígena fría lo que hacía que especulara que si él tenía otra
forma, algo de reptil.

No conocía los detalles de ninguna de sus vidas. No había preguntado. La


feria era un refugio, un lugar para esconderse, y los hombres y mujeres todas allí
huían de algo, se escondían de algo, aunque fuera sólo de sí mismos.

Mientras observaba, Fane y Cable surgieron de un remolque de viaje.

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Riendo, con sus ojos animados, con la cara de Fane en shock. Pero no tanto como
la suya propia viendo a la rubia mujer entre ellos, con sus manos en las suyas.

El anhelo llenó a Dakotah y ella trató de sofocarlo.

Automáticamente. Sin piedad. Como había hecho durante la mayor parte de


su vida.

Pero el deseo no cedió. La profecía de la adivina y la reclamación del lobo


presionaban en ella con la imagen de Domino, llenando su mente y corazón con
pensamientos y sueños que había bajado hace mucho tiempo. Incluso antes de
haberse ido a vivir con su padre y su madre. Incluso antes de la primera parte de la
nunca interminable cadena de novios de su madre tratando de abusar de ella.

La puerta de la casa rodante se cerró, dejando a los otros en el resplandor


amarillo de la luz del porche. Y como si presintieran su presencia, la cara de Fane
se volvió en dirección de Dakotah. Él dijo algo y luego acarició el cuello de la
mujer antes de soltar su mano. En lugar de subir al vehículo deportivo, ella se
deslizó en el asiento del pasajero de una Suburban mientras Fane y Cable se
acercaban a Dakotah.

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El Club de las Excomulgadas
Las manos de Dakotah fueron instintivamente a los bolsillos de su chaqueta,
enroscándose en los mangos de los cuchillos allí. El movimiento hizo que los labios
Fane se retiraran en un destello de dientes que le recordó a Domino.

La sorpresa onduló por ella cuando los cuchillos escondidos en su chaqueta


se convirtieron en una correa invisible, tirando de ella hacia Fane. Ella sabía que él
era muy hábil con los cuchillos, que los había lanzado a objetivos, desafiándolos
entre sí por diversión mientras los feriantes se habían reunido para descansar
cuando sus cabinas estaban cerradas y sus paseos terminados por la noche.

—Todos nacemos con talentos más allá de los necesarios para sobrevivir—
dijo Fane cuando ella estuvo de pie delante de él, tambaleándose con el
conocimiento de que al igual que Domino, el olor de Fane había cambiado desde la

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


última vez que lo había visto, haciéndole suponer que ahora él era un vampiro.

—Déjame adivinar, tus talentos son los cuchillos.

—Sí.

Ella sacó las manos de los bolsillos e incluyó a Cable en su mirada.

—¿Qué están haciendo aquí?

Los ojos de Fane bailaron con diversión.

—Nuestra novia deseaba visitar a sus amigos y era el momento correcto.


Domino llamó. Al parecer, permitió que su propia novia escapara antes de pensarlo
mejor.

Dakotah dio un paso atrás, pero fue detenida por la mano de Cable en su
brazo y su expresión simpática, cariñosa.

—No puedes huir de esto—dijo él y ella oyó la absoluta certeza y la verdad


en su voz.

—Puedo intentarlo.

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El Club de las Excomulgadas
Él se encogió de hombros. Sonrió un poco, desinflando su determinación
antes de que se hubiera formado, y penetrando con sus palabras.

—Él te necesita. Justo ahora ni siquiera puede salir de casa por miedo a lo
que podría hacer antes de encontrarte.

Fane sonrió.

—Una visión que casi no puedo esperar a ver por mí mismo.

—Vuelve con nosotros, Dakotah—dijo Cable—No es seguro para ti estar


lejos de él.

—No ha sido seguro para mí durante mucho tiempo, Cable.

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—Será peor. Tu sangre ha cambiado—Cable hizo una mueca—Los hombres
no ven los signos de propiedad privada que él ha publicado. Será una lucha contra
ellos a donde quiera que vayas.

Ella frunció el ceño con incredulidad.

—¿Cómo ahora?

—Ya estoy unido a Fane. Vuelve a la casa con nosotros. Hay cosas que
necesitas saber—Cable le apretó el brazo—No conviertas esto en una pelea. No
ganarás. No puedes. No en contra de lo que Fane y Domino son.

Mierda. Podía oír la sinceridad de Cable.

—¿Simplemente dándome la vuelta?—Preguntó ella, pero no había calor en


sus palabras. Una de las lecciones que había aprendido desde el principio era la
importancia de la adaptación, de compartimentar. No sobrevivías con lo contrario
y a veces no sobrevivías de todos modos.

Ella sabía que Cable le estaba diciendo la verdad. Su sangre le quemaba y


con cada paso que tomaba lejos de Domino, tenía un nudo formándose en su

59
El Club de las Excomulgadas
pecho, apretándola hasta el punto del dolor y del pánico. Pero lo que realmente le
asustaba era que parte de ella quería volver, y no sólo la parte que era lobo.

Había llegado hasta aquí por pura fuerza de voluntad. Creía que podía hacer
aún más. Podía hacerlo sola.

Y eso era un bálsamo para su orgullo, junto con el conocimiento de que todo
lo que ella y Domino se habían hecho a sí mismos y entre sí, o más exactamente,
cualesquiera que sus lobos habían puesto en marcha, él no había pedido para ella
más de lo que ella tenía.

—Regresaré con ustedes, pero Fane está mal. No soy la de novia de


Domino.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cinco
La alegría se precipitó por Domino cuando Dakotah entró en su casa por
propia y libre voluntad. La visión de ella aflojó el nudo de rabia y frustración que
había sido un plomo de peso en su pecho. La imagen de ella envió a su pene a
moverse por atención, con un torrente de sangre que lo dejó mareado, hasta que vio
la sonrisa burlona de Fane.

—Si eres inteligente, no dirás nada—dijo Domino.

La sonrisa de Fane se ensanchó.

—¿Qué hay que decir? Aparte, de “El que ríe al último, ríe mejor”.

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Domino silbó, mostrando sus colmillos a pesar de que sabía que no tendrían
ningún efecto sobre Fane. Desvió su atención hacia Dakotah y sus fosas nasales se
abrieron cuando se dio cuenta del olor de Cable en su brazo. Quería romper la
chaqueta de ella, para conseguir quitarle el olor de otro hombre, pero su cautelosa
expresión le advirtió que de no se dejara llevar por el primitivo impulso.

Dakotah tomó el último escalón y cerró la distancia entre ellos. Sus cuerpos
se tocaron. El alivio lo empapó, incluso sin la sensación de piel contra piel. Y
todavía no fue suficiente para Domino. La tomó en sus brazos, cubriendo sus labios
con los suyos, metió la lengua contra la de ella.

Ella sabía a mujer y a oscuridad.

A sangre, a valor, y a él.

Él saqueó su boca y ella respondió, suavizando su cuerpo que se moldeó al


suyo mientras su lengua se enredaba y luchaba, frotándose y seduciéndolo en un
saludo que hizo que su corazón y su pene brincaran.

La anticipación se levantó. El calor lo quemó con más intensidad que el


hambre y Domino abrazó la llama ardiente. Concebido para tomarla en el

61
El Club de las Excomulgadas
dormitorio y follarla como debería haber hecho antes en vez de haberla hecho
alejarse. Concebido para tomarla como su novia y ver la verdad en sus ojos.

Pero tan pronto como lo pensó, ella se puso rígida y trató de alejarse, y en el
proceso agitó su necesidad de dominar, de reclamar. De ser lo que estaba diseñado
a ser.

Sus colmillos se alargaron y se obligó a ponerle fin al beso.

El calor se descartó al momento, pero el hambre era una presencia mortal


justo debajo de la superficie de su piel.

Un sabor de su sangre... Él levantó la boca de ella y dio un paso atrás, con


sus ojos viajando sobre ella, con su mirada de realización posesiva y caliente como

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


el amanecer.

Él aún veía líneas elegantes y un cuerpo que lo hacían desear cubrirlo con el
suyo. De correr como lobo y hacerle el amor como hombre. Pero ahora también
veía su fuerza de voluntad y encontró un valor que podía admirar. No había miedo
en ella a pesar del hecho de que casi la había matado.

Ella era una mujer a la que fácilmente podía imaginar a su lado, en su


espalda en los siglos que se avecinaban. Ella era lo que nunca había imaginado
poder tener. Aunque la cautela en sus ojos le advertía que realmente no entendería
ni aceptaría lo que ya eran el uno del otro, lo que pronto sería el uno del otro.

—Necesitas alimentarte—dijo Fane, llamando la atención de Domino lejos


de Dakotah, con sus palabras golpeando al hambre como algo parejo y haciendo
que las venas de Domino rugieran.

Domino no pudo resistirse a disparar un solo vistazo en dirección a Cable y


luego a Kiziah, con sus ojos persistiendo por encima de su belleza rubia de una
manera garantizada para raspar las terminaciones nerviosas de Fane.

—¿Estás ofreciendo a tu kadine? ¿A tu compañera?

62
El Club de las Excomulgadas
Esta vez fue Fane quien silbó, mostrando sus colmillos.

—Lo sabes mejor.

Dakotah captó la mirada de la diversión que Cable y Kiziah compartieron, y


luego Cable dijo:

—Zia y yo iremos a acampar delante de la chimenea.

El resto los siguió, profundizando en la casa.

Dakotah era muy consciente del hombre que caminaba detrás de ella.

Sin tocarla, la lujuria estaba allí. La necesidad. No sólo del lobo, sino el

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


propio deseo de Dakotah. Sin decir una palabra la previsión estaba creciendo.
Como si la noche pudiera ser gastada en un solo sentido. Saciando un hambre que
trascendía al cuerpo. Un hambre del alma. Del corazón.

Cable y Kiziah se sentaron en la alfombra gruesa frente a la chimenea,


fijando su atención el uno del otro. Dakotah se sentó en el extremo del sofá y se
sentó junto a Domino, jalándola en su contra para que estuvieran una vez más
tocándose.

Fane la sorprendió, sentándose al otro lado de Domino y desabrochándose


la camisa luego moviéndola hacia atrás.

—Necesitas sangre, Domino, para saciar plenamente tu hambre—sus ojos se


encontraron con los de Dakotah, oscuros y serios—Si no fueras importante para él,
te habría matado para saciar la sed de sangre que cabalga con nosotros con la
transformación. Es casi imposible detenerse. Es un milagro que lo haya hecho.

—Estuvo cerca.—dijo él, recordando cómo ella ni siquiera había dado


batalla, lo bueno que se había sentido, aun cuando ella sabía que él la estaba
matando.

63
El Club de las Excomulgadas
Había hombres que se habían visto obligado a servir a quienes requerían
asfixia erótica, hombres dispuestos a patinar en el borde de la muerte por su placer
sexual. Ella los había odiado, odiaba que la hubieran obligado a hacerlo para ellos.
Ellos se habían revelado. Ellos se habían revelado a ella.

Ella se puso de pie y se movió detrás de la silla.

Desgarrada. Confundida por su propia reacción hacia Domino. El hecho


que no lo odiaba, no se enfermaba siquiera por lo que había pasado entre ellos
después de su transformación. Él la miraba con ojos oscuros, mientras levantaba la
muñeca de Fane a su boca y se alimentaba.

Dakotah respondió a la vista de eso, con sus labios hinchándose, con sus

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senos cada vez más llenos y pesados. Era un acto de comunión, primitivo y sagrado
al mismo tiempo. Sexual y sin embargo no sexual.

Su vientre revoloteó y sus pezones se endurecieron. El deseo se movió por


ella. Por ser lo que Domino necesitaba. Por hacer que tomara su sangre en lugar de
la de Fane.

Domino soltó la muñeca de Fane y se quedó quieto, con su enfoque en


Dakotah. Sus ojos reflejaban el calor que estaba quemando por ella.

Fane se levantó del sofá y se unió a Cable y a Kiziah en la alfombra, delante


de la chimenea, la suave risa de Kiziah, y la vergüenza, causó en Dakotah que
apartara la vista de Domino, para ver como Cable, y Fane se situaban entre Kiziah,
con sus manos y bocas sobre su cuerpo, haciéndola reír con una débil protesta, y
luego en suspiros y gemidos y súplicas apagadas.

—¿No te excita verlos?—le preguntó Domino, atrapando a Dakotah entre su


cuerpo y la parte posterior de la silla. Sus manos deslizándose, tomando sus pechos,
pellizcando sus pezones por la ropa que de pronto fue demasiado restrictiva.
Haciendo a sus pliegues resbaladizos con la sensación de su erección presionada
contra su trasero.

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El Club de las Excomulgadas
—He visto espectáculos como ese antes—dijo ella. He estado en ellos. Y, sin
embargo, incluso mientras decía las palabras, las pensaba, ella sabía que no eran del
todo ciertas. Si hubiera sido sólo sexo, se habría alejado ahora. Pero era algo más
que sexo, más allá del placer. El amor que ella vio en sus rostros era una seducción
a los sentidos, un tormento para el corazón.

—¿De verdad?—susurró él contra su cuello—¿Realmente has visto ese


espectáculo antes? Una vez que hayamos formado una unión, será imposible para
nosotros tener sexo con alguien más. Pero entre los amigos cercanos y familiares, a
veces compartiremos el placer que tomamos de los que se han convertido a nuestro
mundo. Las kadines, mujeres o compañeras cuya sangre nos sacia, cuyos cuerpos
nos auxilian, cuya existencia le da un significado más profundo a la nuestra. No es
una trampa que pensé en encontrarme a mí mismo, pero aquí estoy—sus dedos se

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


cerraron en sus pezones, llegando a ser casi doloroso mientras le advertía—No
pelees contra mí, Dakotah. No puedes ganar y ninguno de nosotros puede cambiar
lo que ha pasado entre nosotros.

Dakotah se estremeció mientras sus palabras se deslizaban por ella. En ese


momento ella lo creía. En ese momento se permitió estar atrapada en el sueño.

No protestó cuando sus dedos replicaron los movimientos de Fane y de


Cable, quitándole la chaqueta y la camisa y el sujetador como ellos estaban
haciéndole a Kiziah. Ella gimió cuando Kiziah gimió, anhelando sentir la boca de
Domino succionando sus pechos, comiéndoselos con avidez como Fane y Cable le
estaban haciendo a Kiziah.

—Estás excitada—dijo Domino, sobando fuerte las coronas de sus pechos,


tirando de sus pezones antes de ir más abajo, con sus manos calientes contra su
vientre, con su cercanía a su vagina haciendo que sostuviera el aliento, por lo que
quiso abrirse los pantalones vaqueros para que él pudiera tomar su montículo—
Admítelo. Admite que estás excitada.

—Sabes que lo estoy. Puedes olerlo.

65
El Club de las Excomulgadas
Su mano acarició encima de su estómago. Jugando a lo largo de la cintura
de sus pantalones. Y empujó su erección, aterrizando contra ella, necesitando más
a medida que Cable despojaba a Kiziah de su falda y bragas y apretaba su cara en
su vagina. Kiziah gritó de placer raspando a Dakotah con afiladas garras de
necesidad.

—Te gustó la sensación de mi boca en ti en el bosque—Domino dijo,


atormentando a Dakotah mientras le quitaba los vaqueros, con las yemas de sus
dedos deslizándose en el interior de sus bragas, trazando la línea de su vello púbico.

Ella trató de voltearse en sus brazos, de devolverle todo a él, pero él la


mantuvo en su lugar con su fuerza superior. Él enterró su cara en su cuello,
seduciéndola con la sensación de sus labios y colmillos, tanto que ella estuvo a

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


punto de pedirle que la mordiera.

La lujuria quemó a Domino. Motivado por la visión de Fane con Kiziah y


Cable, alimentado por la voluntad de la participación de Dakotah.

El olor de su excitación lo inflamó, poniendo a prueba su control.

Tanto el calor como el lobo lo instaron a tomarla, a enterrar su pene en ella,


a pasar el resto de la noche follándola. Pero el hombre quería saborear esos
momentos. Usarlos para llevar a Dakotah a su mundo. Para conocer mejor a su
novia.

La palabra ya no se sentía incómoda en sus labios o inesperada en sus


pensamientos. Domino hizo una mueca, sin duda, su abuela se reiría con
carcajadas de placer de que sus predicciones se hubieran hecho realidad.

Pero no había nada que hacer al respecto y él no lo cambiaría si pudiera.


Dakotah era su novia, ella sería su kadine. Ya lo anhelaba tanto como una vez
había ansiado su libertad. El deseo era como un cable en él, pero sus acciones
anteriores habían hecho más de lo que siempre había imaginado que sería. Él la
había visto como una trampa.

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El Club de las Excomulgadas
Ahora él lo veía como una puerta. Y la necesidad de pasar por ella era
abrumadora. Ella ya era todo para él.

La besó a lo largo de su columna. Aspiró su aroma mientras pasaba sus


manos sobre sus caderas y piernas, empujando su ropa frente a ellos. Siguiendo con
su boca, lamiendo la base de su espina, suavemente mordiendo una elegante nalga
antes de pasar más abajo, para atormentar la parte posterior de sus rodillas con su
lengua mientras se quitaba los zapatos para que sus pantalones y bragas pudieran
caer al suelo.

Ella era músculo y piel morena, delgada y femenina. Sus líneas eran como
las del lobo y era hermosa para él. Excitante.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Domino se levantó, brillando en la niebla con el fin de deshacerse de su
ropa, volviendo a su forma humana en un abrir y cerrar de ojos, para poderse
presionar contra Dakotah. Para podérsela beber a través de su piel.

Frente a ellos Cable se peleaba por quitarse sus pantalones vaqueros, con la
luz de las llamas bailando en su carne. Tenía la necesidad escrita en su rostro
mientras tomaba su pene en su mano, con la punta brillando con excitación.

Con un gemido Domino frotó su pene contra Dakotah, cubriendo su


montículo con sus dedos y regocijándose con su humedad, con la punzada de su
clítoris contra la palma de su mano. Ella se echó hacia atrás contra él, abriendo las
piernas y apoyándose hacia adelante, tratando de atraerlo a sus profundidades.

Él se resistió. Apretó más firmemente el respaldo de la silla para poder


resistir la tentación que le había presentado unos momentos más.

—¿De verdad has visto ese espectáculo antes?—le preguntó, volviendo a su


conversación anterior, con sus labios tirando hacia atrás en un gruñido silencioso—
¿Lo has experimentado?

La vagina Dakotah pulsó mientras Cable empujaba a Kiziah arriba de él.


Ella gimió cuando Cable se empujó hacia arriba, con su rostro como una máscara

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El Club de las Excomulgadas
de placer mientras su pene se deslizaba en casa. Y luego Fane se unió a ellos,
forzando la puerta de atrás de Kiziah, con los tres quedándose quietos, como si
estuvieran saboreando el instante como cuando se habían unido por primera vez,
como si estuvieran tan estrechamente vinculados entre sí, siendo una sola persona.

—No—dijo Dakotah, respondiendo a la pregunta de Domino. El anhelo la


llenaba mientras miraba a las tres personas haciendo el amor frente a la chimenea—
No, nunca había visto ese espectáculo antes.

Domino rozó sus colmillos en su cuello, con la necesidad de dominar


pulsando sobre él, junto con el impulso del lobo de cubrir su compañera. Con el
deseo de borrar todo el recuerdo que ella tuviera de otros hombres, de otros
amantes, había un dolor de ardor en su estómago.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—Mataré a cualquier hombre que trate de alejarte de mí.

—Ya lo hiciste—dijo Dakotah, pensando en los dos hombres que la habían


seguido en el bosque. Temblando mientras pensaba en Víctor Hale, en un hombre
al que nunca había conocido, pero que estaba decidido a verla muerta—Habrá más
de ellos.

—Y morirán también—dijo Domino, con su voz sin inflexión. Con su


confianza absoluta llenándola de una garantía que nunca había conocido antes.
Una visión brillante de la seguridad que ella se resistía a creer.

Ya Domino podía sentir algo de sus emociones, y ya no era suficiente. Se


encontró anhelando el segundo intercambio de sangre y el tercero, de modo que
pudiera tocar sus pensamientos a voluntad, para poder saber quién era ella.

Él la besó en el hombro, tomando su pecho mientras los dedos de su otra


mano se empujaban en su vaina. Se vanaglorió de la forma en que estaba de
mojada y resbaladiza, de que los músculos de su canal se cerraran sobre él, tratando
de retenerlo dentro de ella.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Quieres que te tome ahora?—le preguntó, con su pene lleno, pulsante,
escapando a medida que tanto Fane como Cable comenzaban a moverse dentro y
fuera del cuerpo de su novia.

Dakotah nunca había deseado tanto algo. Nunca había pensado todo lo
sexual se podía sentir el tocar las partes más profundas de ella, en permitirle llegar a
ella. Pero al ver a Fane y a Cable y a Kiziah, estar con Domino...

Ella tuvo un hambre como un mendigo en el borde de una fiesta. Se sentía


muerta de hambre como si hubiera vivido toda una vida de hambre.

El dolor de su necesidad era más profundo en su alma, desgarrador,


apretando su pecho por lo que lo único que pudo decir fue sí. Su voz fue un susurro

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


suave, con su respuesta desatando una feroz posesividad en Domino, un enorme
deseo de ver por su seguridad y felicidad.

Él se acomodó por lo que sus manos estuvieron apoyadas en la parte


posterior de la silla, jugando deslizó su pene de ida y vuelta a lo largo de labios de
su vagina, acariciando su clítoris mientras se recubría a sí mismo con su excitación.

Cuando ella se había empalado en él, él se resistió, atormentándolos a los


dos con el retraso. Empujando la mayor necesidad hasta que su piel se recubrió con
una fina capa de sudor, hasta que le dolieron los testículos por la liberación y su
pene pidió a gritos la sensación de su canal de calor húmedo y femenino.

Sólo entonces cedió a lo que la naturaleza le exigía, empujándose todo el


camino con ella en un golpe contundente con intención de reclamar, de dominar,
de llegar a su corazón y tomar su alma. Ella gimió, un sonido ronco que hizo que
sus fosas nasales se abrieran, tensando los músculos, luchando contra el impulso de
pistón dentro y fuera y arrojando su semilla en cuestión de segundos, montándola.

—Míralos—gruñó él, sometiendo el impulso feroz de dirigirse centrándose


en el ritmo frente a él, haciéndola coincidir con lo que Cable y Fane estaban
haciendo con su novia.

69
El Club de las Excomulgadas
Y Dakotah los miró, sumergiéndose en la emoción cruda y en la pasión al
respirar el almizcle pesado de la excitación, consumiéndola. Deseándolo por sí
misma. Y Domino.

Ella apartó la mirada, inclinando la cabeza para que sus ojos oscuros se
reunieran con los de obsidiana, con desafío, con demanda, y él respondió a su
llamada, gruñendo con la necesidad de que sus golpes se hicieran más agresivos,
mientras el conocimiento de lo que los otros hacían desvaneciéndose hasta que lo
único que importó fue encontrar la liberación y el placer en sí.

Domino la llevó al piso con su pene todavía incrustado en ella, con el lobo
exigiendo un contacto más cercano, una cobertura real de su compañero. El lobo de
Dakotah deseaba lo mismo, por lo que rápidamente se puso de manos y rodillas,

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


con facilidad bajando la parte superior del cuerpo, permitiendo que el pene de
Domino se empujara más profundo.

Él quería hundir sus colmillos en ella, mientras follaban, pero estableciendo


el agarre de su hombro con sus dientes, presionando su pecho contra su espalda y
sujetándola con su peso, tomándola como hombre, aunque los movimientos y los
instintos eran los del lobo. Quería consumirla, para estar tan estrechamente
derretida para ser un solo cuerpo, una mente, un ser, el sello antiguo de sus
antepasados tan fuerte que pensó en resistirse, pero no tenía sentido negarlo.

Domino se acomodó más fuerte en ella, una demostración de fuerza y de


dominación, y ella respondió dando más de sí misma.

La aceptación de todo lo que él tenía que dar, dejando que él la tomara


como el hombre nunca había hecho, para tocarle el corazón y alma, donde los otros
habían conseguido un cuerpo desprovisto de sentimiento, un hueco al que tenía que
saciar con sus necesidades.

Él no permitió que ninguno de los dos se soltara, hasta que estuvieron


jadeando, retorciéndose, quemándolos, con el sudor resbalando de ellos, con sus
organismos estrechamente a tono, con sus pensamientos más urgentes en los suyos.

70
El Club de las Excomulgadas
Golpeando en ella con cada embestida. ¡Mía! ¡Mía! ¡Mía! La presencia y la
fiereza de sus palabras eran tan abrumadoras como la fiebre del orgasmo que la
había tomado, dejándola mareada, agitada, tratando de dar marcha atrás, de
retirarse a lugares más seguros.

Domino no se lo permitió.

Él la alzó y la llevó de la habitación, aunque no antes de que Dakotah viera


a Fane y Cable y a Kiziah envueltos en un capullo de amor, sosteniéndose los unos
a los otros con fuerza mientras se deleitaban en el resplandor de su propio placer.
Con las llamas de la chimenea no tan brillantes o tan calientes como se encontraban
con el otro.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Ella esperaba que Domino la tirara sobre la cama, pero en lugar moviéndose
por la habitación y al cuarto de baño, depositándola en la ducha y no uniéndose a
ella, haciéndola gritar entonces, riéndose cuando un chorro de agua fría los golpeó
a los dos con el agua caliente antes de que el vapor la siguiera con una suave
caricia. Él la apretó contra la pared, con sus ojos bailando, con sus labios húmedos
chupándola a lo largo de su cuello y hombros, de sus pechos, ahora lúdicos, donde
sólo momentos antes él había sido tan intenso.

Era un alivio para Dakotah. Un tipo diferente de seducción. Y ella le


respondió a él, acariciándolo también, mordiéndolo y besándolo mientras ella se
deslizaba por su cuerpo. Sus gruñidos hicieron que ella sonriera sobre su piel negra,
llenándole el corazón con una ligereza que nunca había asociado con el sexo.

Ella detuvo su tortura apretando los pezones masculinos, deleitándose con


sus honestos gemidos de placer, por la forma en que su cuerpo se estremecía,
presionando y frotando el de ella, lo cual la indujo a lamerlo y chuparlo, con su
pene ya duro otra vez, denso y completo a la espera de su atención.

Pero ella se negó a darse prisa a pesar de su insistencia.

71
El Club de las Excomulgadas
Ella agarró su pezón entre los dientes, tirando mientras le hacía lo que él le
había hecho antes, jugando con su lengua mientras sus dedos se abrían y se
cerraban en el pelo.

Sólo cuando su cabeza se echó hacia atrás, su cuerpo se arqueó, tenso,


cayendo más abajo, tomando sus testículos con su mano, con la medición de su
plenitud y de peso mientras ella le acariciaba el pene, inhalando su aroma, con el
lobo en su interior temblando de alegría, instándola a probarlo, a conocerlo por
todos sus sentidos.

Los gruñidos de Domino se convirtieron en gemidos, y luego se convirtieron


en su nombre. Repetido una y otra vez, mientras ella lo dejaba, presionando sus
labios. Sus manos y boca controlaban la profundidad de su placer, la duración de la

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


misma, volviéndola mayor y más alto, hasta que no hubo ningún indicio de su
alegría anterior.

Hasta que la única necesidad febril y de satisfacción fue la de dar y recibir


más allá de lo experimentado con otro ser.

Ella era una adicción embriagadora para Domino. El resultado final se tensó
dentro de él. Con cada toma alimentando el calor y borrando el recuerdo de los que
habían llegado antes que ella. Atándolo con más fuerza a Dakotah hasta que su
realidad se centró en ella. En lo que ella se convertiría para él. En su kadine. En su
compañera. En la madre de sus hijos. Y él se regocijó en su presencia con su vida.

Él la llevó al piso de la ducha, la inmovilizó allí, poniendo a prueba su


control enterrando su cara entre sus muslos, con la fiebre del calor de su excitación
en guerra por su atención con el salvaje estruendo de su sangre. Él quería hundir
sus colmillos en la cara interna de su muslo, pero metió la lengua en su vagina en
cambio, follándola dentro y fuera, consumiéndola, levantando la cabeza sólo para
chupar su clítoris, para atacarlo con su lengua mientras ella se retorcía y se
esforzaba contra él, con su voz ronca mientras le pedía más, y saboreaba el sonido,
disfrutando de la retribución erótica de lo que ella le había hecho a él. Haciendo
caso omiso de sus súplicas, tal como él la había ignorado hasta que sus propias

72
El Club de las Excomulgadas
necesidades igualaron las de ella. Sólo entonces se tragó su liberación sacudiéndose
lejos, cuando la tentación de tomar su sangre se hizo demasiado grande y con un
gruñido él mismo se apalancó sobre ella, con sus ojos capturándola y sosteniendo
los suyos mientras él la traspasaba con su pene, follándola en el agua caliente
lloviendo sobre ellos.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III

73
El Club de las Excomulgadas

Capítulo Seis
Dakotah despertó con Domino apretado contra su espalda, con su brazo
cubriendo su lado, seguro de que ella se quedaría.

O tal vez ella era la que se había despertado presionada fuertemente contra
su pecho, acurrucada como si necesitara el calor y la intimidad de Domino.

De cualquier manera, era la primera vez que despertaba en los brazos de


alguien.

Permaneció inmóvil durante un largo rato, saboreando eso, pensando en


ello, preguntándose si sería una ilusión. Preguntándose si anoche había sido en

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


realidad algo más que sexo.

Era de día ya. Ella podía sentirlo a pesar de que grandes cortinas cubrían las
ventanas.

Dakotah se volvió en los brazos de Domino, sorprendentemente llena


cuando se dio cuenta de que lo veía con tanta claridad como si la habitación
hubiera sido inundada con la luz del sol. El conocimiento de que había llegado al
otro extremo, uno que podía ser que necesitara para sobrevivir, le agradaba, pero
también le hacía preguntarse qué otros cambios se habría producido al haber
tomado su sangre.

La inquietud se deslizó a lo largo de su espalda cuando pensó en lo difícil


que había sido para ella dejarlo e irse al campamento. Casi se había sentido aliviada
cuando se había hecho evidente que Fane y Cable habían sido destinados a llevarla
de regreso a la seguridad de Domino, si estaba dispuesta o no.

Y sin embargo, a pesar de sus recelos, de sus dudas, el vientre de Dakotah


había ondeando mientras miraba las masculinas facciones de Domino. Su cuerpo se
volvió pesado mientras la necesidad y lujuria se reunían, pulsando por sus venas en
ondas gruesas y lentas, como agua rojo sangre sacada de un pozo interno y
profundo.

74
El Club de las Excomulgadas
Tenía tantas preguntas. Preguntas que necesitaban respuestas.

Dakotah se estremeció, recordando los días después de la pesadilla de haber


sobrevivido a un ataque de Anthony Hale. De los recuerdos perdidos. De los
períodos de tiempo perdidos. Del despertar desnuda y cubierta de sangre. Del terror
que había experimentado, preguntándose si su lobo habría matado a un niño o a un
inocente. El alivio cada vez que no había habido ninguna noticia de vidas perdidas.

Había tanta sangre en sus manos. Pero nada de eso había revestido su
conciencia.

Había tenido que ver tantas cosas con el fin de sobrevivir. Opciones que la
habían forzado y con las que podría vivir, enterrándolas en la oscuridad del pasado

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


mientras seguía avanzando hacia el futuro.

Había tomado la decisión de regresar al claro, de ayudar a Domino a llegar a


su casa. Y sin embargo, todavía no tenía idea de lo que la decisión le costaría.

Ella necesitaba saber. Necesitaba lidiar con eso.

El olor del tocino y café entró, desviando sus pensamientos, llevando su


atención lejos del hombre que estaba junto a ella.

Su sentido del olfato y su audición se expandieron de modo que supo que


sólo había una persona en la cocina. Kiziah. Los pasos eran ligeros, y había un olor
débil, femenino debajo del de tocino y de café.

Dakotah se levantó de la cama y se vistió, tomando su mochila con ella


mientras salía de la habitación. Kiziah miraba frente a la estufa cuando ella entró,
con la cara rosa de vergüenza antes de agachar la cabeza y murmurar:

—Hay suficiente para dos, si quieres algo de comer.

Le tomó un segundo a Dakotah darse cuenta de lo que estaba causando la


llama de color en la cara de la otra mujer. Ella estuvo a punto de echarse a reír.
Aunque el sonido de la misma hubiera sostenido más dolor que diversión.

75
El Club de las Excomulgadas
Mierda. No había habido espacio en su vida para la timidez o la sensibilidad
cuando se trataba de sexo. No había habido lugar para la vergüenza a menos que
hubiera querido ser destruida.

Dakotah se movió al mostrador y sacó una taza de café del mueble,


sintiéndose de pronto torpe, con su mente luchando por algo que decir para hacer a
Kiziah sentirse a gusto.

Finalmente decidió comenzar con una parte de verdad, incluso si las


palabras tenían un sabor amargo en su lengua.

—No hay nada de qué avergonzarse. Por lo menos lo que tú tienes con ellos
es real. La mayor parte de lo que he visto y hecho no lo es.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


La cabeza Kiziah se alzó, con el rostro rojo de nuevo, aunque sus ojos se
abrieron con sorpresa y algo de confusión.

—Tú eres de Domino... Serás su kadine. Creo que no hay nada más real que
eso.

El corazón de Dakotah se aceleró con sus palabras, pero se encogió de


hombros.

—No sé lo que soy para él todavía. Le ayudé cuando estuvo en un atasco y


casi me mata a cambio.

—No estás aterrorizada de él, o de Fane—dijo Kiziah y hubo una gran


cantidad de curiosidad en su voz.

—He visto un par de cosas mucho más temibles.

La boca de Kiziah se abrió un poco. Ella alcanzó un par de platos,


llenándolos con tocino, huevos y tostadas antes de entregarle uno a Dakotah.

—Sé que es cerca de la hora de la cena. Todavía estoy ajustándome a estar


despierta durante la noche y a dormir durante el día.

76
El Club de las Excomulgadas
Se movieron a la mesa de la cocina. Dakotah dijo:

—¿Así que duermen durante el día?

—Si se quedan en forma humana—Kiziah puso mantequilla en su tostada,


vacilando.—Ellos... se evaporan... por falta de una palabra mejor con la luz del sol,
aunque me imagino que Domino tendrá que elegir entre transformarse en lobo o
convertirse en pequeñas partículas.

Dakotah se quedó inmóvil, sorprendida de que Kiziah supiera que Domino


podía cambiar de forma, a pesar de que probablemente no debería haberlo hecho.

—¿Qué hay sobre Fane?

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Kiziah negó.

—Fane es sólo Fane. Cable me dijo que hay ciertas líneas de vampiros y que
tienen otras formas de dhampirs. O naces con la capacidad o no.

Dakotah recordó las palabras de Fane. Recordó el tirón que habían dado sus
cuchillos. Ella ya había adivinado cuál era la habilidad especial de Domino, pero
quería oírlo para confirmarlo.

—El talento de Fane son los cuchillos. El de Domino es el hipnotismo, ¿no?

Kiziah se estremeció.

—Oh, sí.

—¿Lo ha hecho contigo?

—La primera vez que lo encontré. Luego una segunda vez, la noche que
conocí a Fane.

Dakotah tomó un trozo de tocino. Después de que finalmente había


conseguido el control del lobo, había acechado bibliotecas y librerías, leyendo todo

77
El Club de las Excomulgadas
lo que había podido acerca de lo sobrenatural, a pesar de no creerlo en su mayor
parte.

—Pensé que se suponía que los dhampirs eran cazadores de vampiros.

—Pueden serlo. Pero sobre todo son soldados de carrera entre los vampiros
hasta que pasan por la Transformación y se convierten en vampiros. Fane y
Domino fueron dhampirs. Cable era… es… bien, no estoy segura de cuál es su
estado ahora. Antes de que Fane lo hiciera su compañero, Cable era un padrall, un
miembro de una orden que ha servido a los vampiros desde el principio. Él nació en
ella—Kiziah tomó un sorbo de café.—Creo que no es de extrañar si los vampiros,
los dhampirs y padralls existen, también hay sociedades secretas como la de los
Creyentes que tratan de matarlos, o a cualquier persona asociada con ellos—Ella se

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


estremeció.—Pero tú ya lo sabes. Mientras estuve de visita con algunos de mis
amigos en el campamento, Cable y Fane fueron a deshacerse de los cuerpos de los
dos hombres que te atacaron en el bosque.

Dakotah frunció el ceño mientras la preocupación la llenaba. A pesar de que


había oído usar la palabra Creyentes, había pensado que era basura ordinaria
tratando de ganar dinero rápido, convencidos por Víctor Hale. Pero si había más de
ellos... Cerró su miedo antes de que pudiera crecer y paralizarla.

—¿Estás segura de que eran miembros de alguna sociedad secreta?

—¿Tenían cruces elaboradas tatuadas en el cuello?

Dakota asintió y se acordó de los otros hombres que había visto merodeando
por la feria, no sólo en Ashberg sino en la ciudad anterior, Kenton, los hombres
habían tenido el mismo tatuaje.

—Fane dice que los Creyentes en Estados Unidos están a favor de los
tatuajes de cruces—Kiziah sonrió tentativamente.—No tienes que preocuparte por
ellos, al menos por un tiempo. Se supone que son los últimos en la zona.

78
El Club de las Excomulgadas
Dakotah se encogió de hombros. El último de los Creyentes tal vez. Pero
ella tenía la sensación de que el lugar pronto sería invadido por hombres lobo.

Sus fosas nasales se abrieron un poco, tomando el olor de Kiziah. Humana y


algo más. Así como Cable era ahora. Ella no tenía manera de saber si eran lo
suficientemente fuertes como para sobrevivir a un ataque de hombres lobo, y sin
embargo, si su pista los conducía a ellos, Víctor Hale o sus hombres no lo pensarían
dos veces antes de matarlos o tratar de usarlos para encontrarla.

—Deben dejar Ashberg y mantenerse alejados de la feria—dijo Dakotah.—


Tengo enemigos que me están cazando.

La taza de café de Kiziah se tambaleó un poco.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—¿Qué tipo de enemigos?

Dakotah vaciló, no solía compartir información sobre sí misma. Pero aún no


sabía lo que haría. Ya fuera se quedara o se fuera. Si se iba, quería tener la
conciencia tranquila, o como mucho, una que pudiera manejar.

—Hombres Lobo.

—¿Existen también?—Kiziah bajó la taza de café con rapidez, a pesar de


que estaba preocupada de tirarlo, se echó a reír en voz baja.—No debería
sorprenderme. Creo que todavía tengo mucho a lo que acostumbrarme.—El calor
corrió por su cara.—Fane y Cable han sido un gran ajuste.

La curiosidad pudo más que Dakotah. La necesidad de entender su propia


situación, junto con el sentido de que Kiziah estaba dispuesta a hablar había abierto
una puerta que Dakotah rara vez se permitía reconocer, mucho menos tocar.
Incluso antes de haber matado a Anthony Hale y comenzar a huir, había aprendido
de la manera más dura no preguntarle a los demás sobre sus vidas o compartir los
detalles de la suya propia.

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El Club de las Excomulgadas
—Fane y Cable anduvieron por la feria por un tiempo—dijo Dakotah.—Me
sorprendí al verlos con una mujer.

El color de Kiziah aumentó.

—Yo fui una sorpresa para ellos también. Especialmente para Fane—Ella
reunió sus ojos con los de Dakotah.—¿Madame Helki alguna vez te dio una
lectura?

Dakotah hizo una mueca y Kiziah se echó a reír.

—¿Te predijo a Domino? Creo que vio a Cable y a Fane en mis cartas. Y la
lectura que le hizo a Cable lo llevó a mí.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—Es una mujer vieja y entrometida—dijo Dakotah sin calor, incómoda con
la precisión de las predicciones de la pitonisa que se habían cumplido.

Kiziah ladeó la cabeza y sonrió.

—¿Así que te dio una lectura?

—Sí.

—Y no quieres hablar de ello.

Dakotah no pudo evitar reír. Kiziah le recordó a Sarael. Ambas con el


corazón abierto, dispuestas a hablar o escuchar pero también dispuestas a
retroceder. Ella cedió, tocando la marca de mordida en su cuello.

—Sí, creo que es seguro decir que Helki me predijo a Domino.

—Bien, buena suerte con él. Me alegro de haber tenido a Cable para
ayudarme con Fane. Si aún no lo has adivinado, los vampiros están programados
para... controlar a sus mujeres. Y no ayuda que puedan leer sus pensamientos, que
puedan ir por sus recuerdos y congelarte en tu lugar con una orden—Kiziah se rió,
llenándose de color, antes de añadir—Pero, hay compensaciones.

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El Club de las Excomulgadas
Dakotah alcanzó su taza de café mientras trataba de calmar el derroche de
emoción y su pensamiento girando en su interior. Su intestino se movió con la idea
de Domino -o de cualquiera- viendo sus recuerdos, viendo las cosas que había
tenido que hacer para sobrevivir.

—¿Tú puedes leer los pensamientos de Fane?

—Sí. Y los de Cable. Todos estamos conectados ahora—Ella vaciló


añadiendo—Eso sucede después del tercer cambio.

Dakotah frunció el ceño, con el mito y la realidad en desacuerdo en su


mente. Sus sentidos le decían que Kiziah y Cable se mantenían parcialmente
humanos mientras Fane y Domino no eran humanos en absoluto.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—Tú no eres un vampiro.

—No. Soy diferente de lo que era. La sangre de Fane me cambió. Pero


nunca seré vampiro. Tampoco lo será Cable. Ellos no pueden plenamente convertir
humanos, a pesar de que pueden adaptarse—Kiziah hizo una mueca.—Y nos
pueden dar un gran dolor de cabeza. Al menos eso es lo que cierto vampiro te dice
que es la responsabilidad de Domino, decirte lo que necesitas saber lo que estás
haciendo en este momento.

—Fane está equivocado. Yo no soy responsable de Domino. Él me ayudó,


yo lo ayudé. Estamos a mano y libres de irnos por caminos separados.

Las cejas de Kiziah se juntaron.

—No es seguro hacer eso. Está sexualmente unido a ti. Y atraerás una gran
cantidad de atención no deseada hasta que hayas hecho el segundo intercambio y
puedas controlar tus feromonas. Incluso entonces se puede salir de las manos. Al
menos con el tercero se vuelve más natural, por lo que no tienes que pensar en
ello.—Kiziah suspiró.—No es que yo nunca haya ido a ningún lado sola—Se
levantó y recogió sus platos, llevándolos a la pileta.

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El Club de las Excomulgadas
Dakotah hizo lo mismo, pensando en lo que había aprendido, enojada con
ella por sentir... un hueco por dentro ante la perspectiva de Domino deseándola
sólo porque se había unido sexualmente a sí mismo a ella. Él no lo había deseado,
ella no se mentiría al respecto. Él no la conocía. A pesar de que lo haría, estaba
muy bien que pudiera ver sus recuerdos. ¿Y luego qué?

Ella suponía que no había tal cosa como una solución amistosa de divorcio
de un vampiro.

—Saldré por un tiempo—dijo, y sintió tanto al lobo como a Domino


protestar.

Los cubiertos que Kiziah estaba lavando se fueron ruidosamente al fondo

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


del fregadero.

—No lo hagas. Quiero decir, si necesitas salir de la casa por un tiempo, al


menos que Cable y yo vayamos contigo.

Dakotah se apartó del mostrador.

—Gracias por la oferta, pero necesito algo de espacio—Pudo sentir a


Domino luchar, concentrarse, y supuso que estaba tratando de volver a su forma de
lobo. Si lo conseguía, la clavaría antes de poder salir por la puerta principal. Si ella
se iba a pie, acabaría por seguir su rastro.

Ella tomó su mochila y se retrasó el tiempo suficiente para tomar las llaves
del coche. El lobo aulló en señal de protesta mientras conducía alejándose, los
primeros indicios de Domino la presionaron, pidiéndole que regresara.

Ella luchó contra su lobo. Luchó contra él. Luchó y se mantuvo,


conduciendo a la playa. Alegre por el frío y la niebla que ya estaba empezando a
formarse a medida que se acercaba la puesta del sol. El tiempo garantizaba que la
gente se mantuviera en el interior.

Ella no había mentido. Necesitaba espacio, tiempo.

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El Club de las Excomulgadas
Durante mucho tiempo se quedó sentada en el coche de Domino, rodeada
por su olor. Tomando consuelo aunque lo veía como una debilidad en sí misma,
una debilidad con la que no tenía energía para luchar.

En el ojo de su mente repitió los acontecimientos y conversaciones,


analizándolas. Una vez más vio la extensión de las cartas del tarot. La Muerte. La
Fuerza. El Emperador. Escuchó su desafío a Domino en el bosque. No me importa lo
que digan las cartas del tarot.

Y no le importaba.

Ellos sólo le habían dado una posibilidad, una vez le había contado a Sarael.

Puedes cambiar esa verdad. Y ella había creído sus propias palabras. Haciendo

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


caso omiso tanto de la promesa y de la advertencia que la carta del Emperador
representaba.

Y al final ella no sólo había entrado directamente en el futuro que Helki le


había previsto, sino escapado y regresado voluntariamente, dos veces.

Dakotah se frotó el corazón. El nudo regresó cuando pensó en las


revelaciones de Kiziah. Acerca de Domino teniendo acceso a sus recuerdos.
Recuerdos que nunca visitaba.

Un escalofrío se deslizó por su espalda con la idea de que él ganara control


sobre ella hasta el punto de poder congelarse en el lugar con un pensamiento. Eso
era más amenazador que su capacidad de hipnotizar, algo en lo que había evitado
pensar.

Dakotah se obligó a salir del coche. Obligándose a abandonar la calidez y la


seguridad, la comodidad. Para salir al frío. El acto como un recordatorio físico de
su realidad.

Caminó. No muy lejos. Sólo lo suficiente como para tomar una decisión.

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El Club de las Excomulgadas
Tanto Cable como Kiziah le habían dicho que estaría peleando con hombres
a dondequiera que fuera. No tenía ninguna razón para dudar y todas las razones
para creer en ellos. Su sangre le quemó, su cuerpo se sentía diferente, era diferente.
Y sin embargo, tenía que haber una manera de darle vuelta a su favor, igual que
había hecho con el lobo. Utilizar lo que había conseguido de Domino para
ayudarla a sobrevivir. Para ayudarle a hacer algo más que sobrevivir.

Por primera vez desde que había aprendido que Víctor Hale había decidido a
hacerla pagar por haber matado a su hijo, Dakotah creía que podría hacer algo más
que correr y esconderse, hacer más que luchar hasta la muerte al verse acorralada.
Si podía hacerse con el control de las feromonas, utilizar el señuelo de los vampiros
para conseguir eludir a los hombres que Víctor le había puesto para vigilarla,
entonces podría terminar con eso de una vez por todas.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Una muerte más, sólo un poco más de sangre en las manos y estaría
resuelto.

O a lo mejor estaría muerta.

De cualquier manera, ella podría dejar de huir, por lo menos de Victor Hale.

Domino era una historia diferente. Quizá había podido ordenarle irse una
vez y le podría permitir irse por segunda vez, sin darse cuenta de que la estaba
dejando escapar esta vez, pero dudaba que le permitiera alejarse de él.

Sus lobos podrían reclamar que se acoplaran. Domino podía haber llegado a
aceptarlo, pero ahora eso estaba operando a un nivel físico, haciendo lo que la
naturaleza los había programado para hacer. Ella deseaba que fuera más que eso. Y
por un instante, deseó que eso se doblara alrededor de su pecho, que la envolviera
en la esperanza, igual que lo había hecho cuando Helki le había leído las cartas.
Pero igual que entonces, ella lo desechó.

No estaba dispuesta a confiar en las cartas. No se daría la vuelta y expondría


su vientre y cuello. No pondría en riesgo su corazón.

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El Club de las Excomulgadas
Dakotah se metió en el coche, haciendo una mueca ante la idea de encontrar
a Helki. Sin embargo, la feria era el lugar más seguro al que podría ir, al menos
para lo que tenía en mente. No podía ganar control sobre las feromonas entrando a
un bar. La situación sería demasiado impredecible, demasiado peligrosa. No era
que fuera divertido combatir a los feriantes que había llegado a pensar como
amigos. Pero pensaba que podía dominarlos sin tener que matarlos. Y aunque la
posibilidad de pedirle a Helki ayuda hacía que Dakotah rechinara los dientes, lo
haría si tenía que hacerlo.

Si pudiera encontrar a la vieja adivina y la feria.

Dakotah se bajó del coche y miró a su alrededor el vacío campo lleno de luz
de luna, donde sólo un día antes la feria había estado establecida.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


El olor de ella se mantenía. De perros calientes y algodón de azúcar. De
metal y combustible. Los únicos olores de cientos de extranjeros mezclados con los
feriantes con los que Dakotah había viajado el año pasado.

Llegó a ella. Haciéndola sentir cruda. Lo inesperado de ver el vacío en su


mundo había sido sólido y real mientras tenía una visión escalofriante del futuro. Y
se dio la vuelta alejándose de ella, sólo teniendo un efímero segundo para tomar
conciencia del sonido y del movimiento antes de que la punzada aguda de un dardo
se estrellara contra su pecho, con el tranquilizante entrando en vigor, tirando de ella
a la oscuridad, incluso mientras se lo arrancaba del cuerpo.

*****

Domino salió de la habitación gruñendo, erizado, listo para morder cuando


Fane brilló en su lugar frente a Kiziah, con los ojos encendidos con diversión.

Cable entró un segundo después.

—Te ayudaremos a encontrarla—dijo él, bordeando a Domino y a Fane


para besar a Kiziah.

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El Club de las Excomulgadas
Fane sonrió.

—Te ayudaremos después de que bebas las hierbas. Y mientras lo haces, te


regalaré un consejo para el reclamo y domesticación de una kadine para que te sea
más exitoso la próxima vez que ella vuelva a vosotros.

Kiziah extendió la mano y pellizcó la nalga en el trasero desnudo de Fane.

—O mejor aún, ve a vestirte antes de volver a Domino lo suficientemente


loco como para castrarte mientras que le aplaudimos. El reclamo y la
domesticación de una kadine. Esa no es una historia que me dirás en cualquier
momento pronto.

Cable se echó a reír, abrazando de nuevo a Kiziah a su pecho mientras

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


doblaba la mano alrededor del antebrazo de Fane, tirando de él al abrazo,
burlándose de Fane, diciendo:

—Todavía estamos en nuestra luna de miel. No es algo bueno que molestes


a tu esposa cuando está en su luna de miel—Miró hacia abajo la erección de
Fane.—A menos que planees ir de nuevo a sólo-encuentros-con-personas-del-
mismo-sexo.

Fane gruñó, besando tanto a Cable como a Kiziah, después brilló fuera de la
vista.

Kiziah suspiró.

—Lo siento, Domino. Yo...

Domino negó.

—No hiciste nada malo. No dijiste nada malo. Estoy muy agradecido
contigo por decirle lo que le dijiste. Y por averiguar algo acerca de sus enemigos.

Cable frotó la mejilla contra el pelo de Kiziah.

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El Club de las Excomulgadas
—Puedo hacer consultas. Ella tiene tu marca en el cuello. Los Weres no
queremos una guerra con los vampiros. Puedo correr la voz de que ella te
pertenece.

Domino hizo una mueca.

—Sin duda, la historia de mi fracaso por mantener a mi novia crecerá con


cada relato.

Fane se paseó, quitándole sus pantalones vaqueros.

—O puedes simplemente dejarla ir y soportar las hierbas. Hace mucho


tiempo dijiste que no querías a una kadine. Su vida útil es corta en contra de la
nuestra. Con su muerte, serías un hombre libre otra vez.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Los ojos de Domino se iluminaron rojos. Sus labios se movieron hacia atrás
para revelar sus mortales colmillos.

—Ella es mía y no escapará a ese destino.

Fane sonrió, deteniéndose junto a Domino y ofreciéndole su muñeca en un


gesto de confianza.

—Entonces, tal vez sea mejor que comas para no necesitar una correa
cuando salgamos en público contigo.

87
El Club de las Excomulgadas

Capítulo Siete
Domino siguió el rastro hasta el borde de los bosques, con la rabia
quemando a cada paso. Se detuvo justo en el interior de la línea de árboles, se
agachó, respiró hondo. El Were que había esperado allí era un hombre muerto.

Detrás de él Cable dejó de hablar en su celular, haciendo clic con una


pequeña señal de que lo había cerrado.

—Fane dice que hubo un hombre preguntando por Dakotah en el


campamento. Su aroma era de Were. Hasta el momento nadie se dio cuenta de que
estaba manejando, pero Kiziah todavía está hablando con la gente que conoce allí.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Domino asintió y se levantó. Pasando por lo que había sido el terreno de la
feria extendiéndose delante de él, vacío excepto por los vehículos deportivos de
Fane y el suyo propio. Le sorprendió que Dakotah hubiera llegado hasta allí. Eso le
daba razones para esperar que tal vez no hubiera decidido huir. Una sonrisa triste
se estableció en su rostro. Tal vez incluso había decidido consultar a la pitonisa.
Eso habría hecho inmejorable el día para su abuela.

—¿Sólo uno de ellos?—Preguntó Cable.—¿Hombre?

—Sí. Aquí durante varias horas. El tiempo suficiente para mear en un


terreno de los árboles.

—Me sorprende que no haya traído su coche.

Domino se encogió de hombros.

—Por lo que supe, era robado.

Cable asintió y dejó el bosque, en dirección a los coches. Domino se apretó


de rabia y de preocupación. El olor era fresco. La imagen que se presentaba era una
película que él fácilmente podía ver.

88
El Club de las Excomulgadas
Un cazador solitario había estado esperando en el bosque. Se había activado
cuando Dakotah llegado.

El dardo la había golpeado, pero ella había tenido la fuerza y la inteligencia


para eliminarlo rápidamente. Pero luego había caído al lado al coche, con el dardo
rodando por debajo. El suelo había absorbido su aroma, su calor.

Diciéndole que ella había estado allí por un tiempo.

El cazador había hecho una llamada, probablemente. Al hombre del


campamento tal vez. O quizás a otro. Ese hombre había llegado, había
permanecido junto a Dakotah.

Domino se arrodilló al lado del neumático, silbando, reaccionando al aroma

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


del persistente miedo, cerca de donde había estado Dakotah. Había visto su huella
en ella. Habían sabido lo que quería decir. Y sin embargo, se la habían llevado
igual.

Lo habían invitado a sus propias muertes.

*****

Dakotah luchó con la oscuridad inducida por los fármacos. Su empalagosa


presencia le repugnaba, recordándole cosas que había hace mucho tiempo se había
obligado a olvidar.

Las náuseas le dieron la vuelta y ella cerró los ojos. Contuvo la respiración.
Se esforzó por no vomitar. No les avisaría que estaba despertando.

La primera ola pasó, seguida de largos momentos de malestar, la claridad y


la confusión, el mareo, el pulso gris y las explosiones de color negro en el borde de
su conciencia, por el calor, como si su sangre quemara por la extraña sustancia en
su cuerpo. Cuando terminó dio un jadeo en silencio, recubierta de una ligera capa
de sudor. Pero estaba alerta.

89
El Club de las Excomulgadas
Fuerte. Aunque no lo suficientemente fuerte como para escapar de la cinta
adhesiva que sujetaba sus muñecas detrás de ella, después unida de nuevo por los
tobillos que habían sido atados de manera similar, con sus rodillas dobladas, para
que los tobillos y las muñecas se reunieran en el centro de su espalda.

Dakotah apretó los dientes para no gruñir y gruñó de rabia. Desde la


apertura de su boca aulló de frustración. El lobo en su interior hizo honor a su
propio horror y a la ira por haber sido capturada y haber quedado indefensa por los
hombres de Víctor Hale.

Hombres-lobo. El coche apestaba a sudor humano y a carne superpuesta con


el olor del lobo. Olía a carne y a cerveza, a agua de colonia barata y a miedo.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—No me gusta esto—se quejó el conductor y Dakotah se concentró en él,
probó su nerviosismo, sabía que tenía miedo.

—No se te paga para que te guste. Te pagan para olvidarte de esto.

—Los vampiros.

—Es problema de Víctor. Le dijimos que estaba marcada y dijo que la


lleváramos de todos modos. Por lo que sabemos, le dirá que la perdona por haber
matado a su hijo.

—No crees eso.

—Esa es mi historia. Y en el momento en que Víctor acabe con ella, no


habrá suficiente para identificar lo que quede—El hombre se echó a reír.—Incluso
si alguien decide que quiere analizar un montón de mierda de lobo. Nada como un
grupo de búsqueda seguido de un grupo de mierda y una fiesta de un buen grupo
para mantener las cosas en las maletas por así decirlo.

—No contéis conmigo.

—Te invitó. Tú participarás. O bien te reúnes con ella. Hay chicos que son
lo suficientemente calientes como para follar cuando cambian. Tú lo harás si no

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El Club de las Excomulgadas
pueden conseguir que ella cambie. Espero que Víctor me invite. Será una
luchadora. Tiene que serlo para haber tomado a Anthony. Él pasó la mayor parte
de su tiempo pensando con su pene, pero no era un peso ligero cuando se trataba de
romper huesos y rasgar piel.

Los dos hombres quedaron en silencio, con sus olores profundizando en


direcciones opuestas, cada vez más pronunciadas. Uno con mayor temor. Uno con
gran crecimiento de lujuria.

Los labios de Dakotah se movieron en un gruñido. Un fugaz silencio, de


rebelión. Pero era una luchadora. Y sabía mejor que la mayoría que el sexo podía
ser igual a supervivencia.

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Kiziah y Cable habían dicho que los hombres se sentirían atraídos hacia ella.
Lo habían hecho sonar como si fuera a suceder si ella llamaba la atención o no.
Pero no perdería el tiempo esperando a que las feromonas crecieran. Cerró los ojos
y pensó en Domino. En la foto de la escena en el bosque, en sus manos atadas
mientras se arrodillaba ante ella, cubriéndola con su boca. Su malvada lengua
mientras se había deslizado dentro y fuera de su canal, y luego hacia arriba y sobre
su clítoris.

Con sus labios y dientes atormentando el nudo hinchado hasta que ella
estuvo tratando de follarlo con ella, empujándose a sí misma hacia abajo en su
garganta, mientras la excitación se filtraba de su raja y revestía el interior de sus
muslos.

Ahora que sabía cómo era, quería que la mordiera allí. Para llevarla a las
alturas del éxtasis que nunca experimentaría en otros lugares. Quería...

El coche se paró en seco, sacudiendo a Dakotah de su fantasía y a una sauna


de feromonas y de lujuria. Las puertas del coche se abrieron y entonces dos manos
rugosas le dieron un tirón del asiento trasero, pateando su ropa.

El miedo se instaló con el aire frío. No el suyo, sino el del hombre más débil.
Y sin embargo, había excitación donde no la había habido antes.

91
El Club de las Excomulgadas
—No la podemos montar al lado de la carretera.

Su compañero lanzó un gruñido.

—Toma sus piernas entonces.

Ella dejó que la llevaran a los bosques. Les dejaría pensar que no era
plenamente consciente de lo que estaban haciendo. Pero con cada paso, podía
sentir algo de la bruma de la lujuria loca bajo el peso de llevarla y el aire fresco.

Ella pensó en Domino de nuevo, imaginando su pene deslizándose hacia


atrás y adelante a través de sus labios vaginales, mientras veía a Cable y a Fane
hacerle el amor a Kiziah. Mientras las palabras de Domino la seducían.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


La fantasía jugó en una parte de su mente, compartimentada en esta
ocasión, por lo que estaría lista cuando la oportunidad se presentara.

Los dos hombres se detuvieron justo en el interior del bosque, en un


pequeño parche de agujas de pino y hierba mojada pisoteada. Un lugar que olía a
venados y a conejos.

El dolor se esparció por los hombros y muslos de Dakotah cuando la dejaron


sobre la espalda, con sus brazos y piernas atrapados y atados debajo de ella. El más
agresivo de los dos se inclinó sobre ella, con su aliento caliente y rancio, con sus
manos y dedos ásperos mientras le desgarraba la ropa.

Ella abrió los ojos y lo atrapó con su mirada.

Vio cómo sus ojos se ponían más vidriosos, mientras la ciega lujuria lo
consumía.

El lobo se levantó dentro de ella, presionando contra su piel. Instándola a


liberarse, a dejarlo desgarrarse la garganta de su enemigo.

Ella había pensado esperar, sospechando que liberarían sus tobillos antes de
tratar de violarla. Se había preguntado si podría cautivar a los hombres y luego

92
El Club de las Excomulgadas
mandarlos con su voz, suponiendo que era parte del arsenal de un vampiro. Pero el
lobo era de soluciones simples. Eficiente. Brutal.

La adrenalina se apoderó de ella. La misma fiebre salvaje que precedía al


cambio y, sin embargo la energía se apresuró a su cara, hormigueando, ardiendo,
con el lobo dispuesto a reclamar sólo una parte de ella.

Ella nunca había cambiado en parte, nunca había creído que podría o tenido
la tentación de probarlo. Pero sentía la determinación del lobo. Su voluntad. Nadie
más que su compañero podría reclamar el cuerpo en el que vivía.

Dakotah se lamió los labios, vio que el rostro del hombre se ponía holgado.
Mientras su lengua duplicaba su movimiento, mojando la suya propia. El hedor de

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su excitación quemó su nariz. Agregada a la presión, estaba la sensación de
inminente cambio, el alargamiento de su hocico, un hocico lleno de dientes
mortales.

El lobo se irguió en cuclillas. Con su enfoque enteramente en su enemigo


como la cara baja. A medida que su garganta se acercaba lo suficiente para un
ataque. Cuando surgió, Dakotah cedió el control, con su cara primero quemándole
con la furia del cambio y luego por la fiebre del calor de su sangre que se derramó
sobre ella.

Había terminado en cuestión de segundos. Dejando sus costillas y pecho y


abdomen adoloridos, desde donde sus puños y rodillas habían aterrizado.

Dejándola recubierta con sangre y cubierta por la muerte. El pesado cuerpo


yacía en la parte superior de ella.

Dejándola en paz. Todavía atada. Pero sola. La vista del ataque y la sangre
había librado al hombre temeroso de su lujuria y lo había enviado a correr.

Dakotah se escurrió desde debajo del muerto y se volvió de lado para aliviar
la presión sobre sus hombros.

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El Club de las Excomulgadas
Durante un breve instante contempló su cambio. Pero el cuerpo del lobo no
era lo suficientemente flexible como para soportar la posición en la que estaba
atada, y el dolor sería insoportable a menos que la cinta cediera con la lucha del
lobo. En su lugar ella se retorció y retorció, moviéndose a lo largo del cuerpo junto
a ella y sonrió con placer salvaje cuando exploró su chaqueta, con su nariz y mejilla
y vio la silueta de un cuchillo. Usando los dientes para trabajar hacia arriba hasta
que cayó al suelo empapado en sangre.

Una salvaje victoria la llenó con la vista del mango negro del cuchillo. Con
la vista de uno de sus cuchillos.

Se dio la vuelta, trabajando en su posición. Con los movimientos lentos y


dolorosos, incómodos. El esfuerzo por tomar el cuchillo, por abrirlo, para cortar la

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cinta, era insoportable.

Pero lo consiguió.

Dakotah se puso en pie y alzó la cara hacia el cielo. A la luna.

El lobo aulló en su interior. La mujer disfrutó del momento, de la


satisfacción feroz de sobrevivir.

Cuando la emoción salvaje se resolvió, ella volvió su atención al cadáver a


sus pies y fue a través de los bolsillos del hombre muerto. Encontrando su segundo
cuchillo junto a su celular. La visión de sacarlo le hizo preguntarse, ¿Y ahora qué?

La respuesta del lobo fue simple. Volver a su compañero.

Dakotah vaciló un segundo antes de aceptar.

Antes de llamar a Cable, sabiendo que mientras lo hacía sería Domino quien
viniera.

*****

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El Club de las Excomulgadas
Humilló a Domino que ella hubiera llamado. Enviando una mezcla
incómoda e inestable de emociones en cascada por él. El instinto y la herencia
alienígena le exigían que hiciera valer su dominio y la castigara por abandonar la
seguridad de la casa cuando sabía que él no quería que se fuera. Sin embargo, su
corazón le pedía que se detuviera. El hecho era que reconocía los avances que había
hecho con ella. Ella aún no lo necesitaba, no como él la necesitaba, pero ella había
llamado a Cable de todos modos, sabiendo que Cable a su vez, le pasaría la
información a él.

No sabía cómo había sido su vida antes de llegar a la feria, pero las palabras
de su abuela le ofrecían una pista.

Y su eco a través de su mente le hacía doler el corazón.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Su vida ha sido una de hambruna y de sequía en lugar de abundancia. De decisiones
difíciles y de traición.

Eso y el que Dakotah hubiera buscado refugio en la feria decía mucho. Que
hubiera sobrevivido al último ataque, así como a este, por su propio valor e
inteligencia, le decía más.

La resolución endureció su columna. La anticipación endureció su pene.

Ella ya no peleaba sus batallas sola. Ella era suya.

Y no dejaría que nada la amenazara o dañara.

*****

Dakotah salió de los árboles, cuando Domino entró en el claro. La loba


gimió y se estremeció en su interior, queriendo competir con él. Frotarse contra él.
Lamer sus labios en un saludo. La mujer se mantuvo firme a pesar del
endurecimiento de su cuerpo, del oleaje manchando su vulva.

Las ventanas de la nariz de Domino quemaron. Sus colmillos se alargaron.

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El Club de las Excomulgadas
Ella estaba cubierta de sangre. El claro apestaba a eso. Y sin embargo, no
fue el Hambre lo que lo obligó a cerrar la distancia entre ellos, sino El Calor.

Un centenar de corazones podrían haber tronado a su alrededor, pero era


sólo el de ella el que podía mantener su interés. Quería hundir sus colmillos en ella.
Alimentarse, no para saciar el Hambre de su cuerpo, sino para saciar a su alma.
Quería llevarla al borde de la muerte humana y luego llenarla con su propia sangre,
con su propia existencia.

Nunca había imaginado lo desesperadamente que podía desear, anhelar,


necesitar.

—Nunca más, Dakotah—gruñó.—Nunca más estarás sin vigilancia, sin

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


protección.

Ella se lamió los labios y se inclinó, duplicando su acción, trazando el


camino que su lengua había tomado. Tomando su olor y gusto y dejando el suyo.

Dakotah se estremeció. Los hombres a los que se había visto obligada a


servir, a los que había conocido, incluso antes de esa fecha, la vida que había
llevado, ninguno la había preparado para Domino.

Había partes de ella que argumentaban en contra de confiar en él, contra la


creencia de que lo que le ofrecía era real y no una ilusión. Pero el lobo era más
fuerte y el zumbido de la sangre que compartían demasiado fuerte como para
ignorarla.

Ella se lamió los labios otra vez, saboreándolo como lo había hecho en otras
ocasiones. Su corazón se expandió en su pecho, con lugares secretos en el interior
derramándose, inundándola con una felicidad con la que no podía tratar.

Dio un paso atrás, poniendo un poco de distancia entre ellos.

Enterrando las manos en sus bolsillos se consoló con la fresca sensación de


los cuchillos.

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El Club de las Excomulgadas
Sus fosas nasales se abrieron un poco, como si él pudiera oler el acero, como
si su retiro lo molestara.

Ella se puso tensa y lo miró a los ojos, sabiendo que era arriesgando y sin
embargo ofreciéndole un reto de todos modos. Él la sorprendió con una sonrisa. Un
destello de sus colmillos mortales.

—¿Crees que quiero una compañera sin mente propia? ¿Sin valor propio?

Dakotah frotó su pulgar sobre la empuñadura de una daga, recordando


cómo se había despertado en el claro, ella sola después de que habían corrido juntos
como lobos.

—¿Querías una compañera?

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—No. Pero ahora que tengo una, me parece que me quiero quedarme con
ella.

Él dio un paso hacia adelante, con sus ojos retándola a retirarse mientras él
una vez más cerraba la distancia entre los dos.

—Ahora que tengo una, me parece que estoy consumido con pensamientos
de ella, con la necesidad de saber que está a salvo.—Su voz era baja y ronca y
seductora.—La deseo de una manera que nunca imaginé posible.—Sus ojos
brillaron con diversión.—Ella es la Emperatriz para mi Emperador. Mi mundo, si a
las cartas del tarot se les puede creer.

Dakotah se echó a reír. No pudo evitarlo.

—Realmente dejaste que Helki te las leyera.

—Volví cuando me enteré de que estabas siendo buscada por los Creyentes y
encontré que habías dejado la feria. Es una anciana terca. No me dijo a dónde te
habías ido hasta que me dio la lectura.

—Podrías haberla hipnotizado.

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El Club de las Excomulgadas
—Podría haberlo hecho. Pero para hacerlo en esa circunstancia, tendría que
haber abusado de su confianza y hubiera sido una gran muestra de falta de
respeto.—Se inclinó, dándole un beso suave y ligero en los labios de Dakotah.—En
otra ocasión, en una situación diferente, no habría vacilado a pesar de mis vínculos
con ella. Mi naturaleza exige... ciertas cosas de mí.

—¿Así que no hay promesas?

—¿Qué promesas quieres tú?

Dakotah se apartó de él. Sintiéndose perdida. Confundida.

Sus pensamientos fueron a esos momentos en los que había estado apoyada
contra la silla. Cuando ella había visto a Fane y a Cable con Kiziah, cuando había

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


visto que el placer era una expresión de amor, con la pasión surgiendo desde el
corazón.

Cuando ella se había muerto de hambre como una mendiga en el borde de


un festín. Se sentía muerta de hambre como si hubiera vivido toda una vida de
hambre.

¿Qué promesas quería ella? ¿En qué promesas creía?

Su vida estaba llena de mentiras y engaños. De traición y de soledad.

Sólo en el último año había encontrado que era posible confiar, incluso un
poco, aunque poco había sostenido acerca de sus secretos.

—¿Quién está detrás de estos ataques hacia ti?—Preguntó Domino,


sorprendido en cómo el juego de sus emociones agitaba las suyas, haciendo que su
corazón le doliera y moderara su comportamiento. Desde el momento en que había
sabido que había sido tomada, él había resuelto encontrarla, reclamarla. Para no
permitirle salir de su vista hasta que el segundo y tercer intercambios se hubieran
hecho. Y, sin embargo ahora... Las palabras de su abuela sonaron en su mente y se
hicieron eco a través de cada célula.

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El Club de las Excomulgadas
Su corazón anhelaba en secreto un hombre para demostrar que todos los
hombres no son como los que habían venido antes que él.

Le sorprendía lo desesperadamente que quería ser el hombre que le


demostrara ser diferente del resto. Cuánto quería él que ella viniera a él
voluntariamente. No por el lobo. No por la unión-de-sangre. Sino debido a su
elección.

—Dime quién está detrás de los ataques—repitió él—y le haré ver el final.

—¿A cambio de qué?

Él hizo una mueca, dándose cuenta de que debería haber visto la pregunta
venir. Pero no quería negociar con ella. No podía.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—Lo hago porque puedo y debo hacerlo, Dakotah.

Él se instaló en su espacio personal y acurrucó sus manos alrededor de los


antebrazos de ella. El alivio surgió en él cuando ella no se endureció ni se apartó.

Ella se lamió los labios y él quiso apoyarse y cubrirlos. Para saborear su


gusto y explorar su boca con su lengua.

La noche se estaba derritiendo, y a pesar de la tensión entre ellos, él estaba


duro, con hambre. Con dolor.

Dakotah cerró los ojos. Escuchando las palabras de Helki.

Llegará el momento en que te enfrentarás al enemigo que te quiere muerta, pero no lo


harás sola. Otro cambio te espera. Esta vez a manos de un hombre diferente de todos los que
has conocido antes. Un hombre que quiere tu vida, no tu muerte.

E igual que Sarael antes que ella, ella pudo sentir la verdad en ellas.

Una verdad de la que no podía huir. Una verdad de la que no estaba segura
de querer huir.

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El Club de las Excomulgadas
—Víctor Hale. Su Manada se encuentra en Atlantic City—Ella abrió los ojos
y los reunió con Domino.—Maté a su hijo y terminé siendo un hombre lobo en el
proceso.

Domino se encogió de hombros.

—Lo que importa es quiere unirse a su hijo en la muerte. La elección será


suya.

—¿Y nosotros?

Esta vez Domino se inclinó y cubrió su boca, con sus labios chupando
suavemente los de ella, hasta que de buen grado ella los abrió e invitó a su lengua a
su boca.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—¿Has visto los efectos de lo que ganarás bebiendo de mi sangre?—le
preguntó él cuando terminó el beso.

—Sí.

—Empeorará hasta que el segundo intercambio se haga. Te dejaré la opción


de cuando hacer el intercambio a ti a pesar del hecho de que cada instinto que
poseo me exige hacerlo esta noche—Él levantó la mano y le acarició la mejilla.—
Puedo permitirte esa elección, pero no la opción de si te quedarás conmigo.

Dakotah asintió, admitiendo para sí misma que quería estar con él. Estaba
cansada de huir. Cansada de luchar. Por lo menos por esta noche.

—No podemos dejar el cuerpo aquí—dijo ella mientras Fane aparecía.

Él esbozó una sonrisa mientras su mirada se extendía por el hombre muerto,


después, a la empapada ropa ensangrentada de Dakotah, antes de aterrizar en
Domino.

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El Club de las Excomulgadas
—El rastro de tu noviazgo parece estar repleto de cadáveres. ¿Cuántas
noches tendré que pasar disponiendo de ellos en lugar de atender las necesidades de
mi propia kadine?

—No te molestes con éste en absoluto—dijo Domino.—Envía a los padralls


y haz que se lo entreguen a los lobos en Atlantic City, junto con un mensaje.
Dakotah es mía. Independientemente de aquellos cuya sangre la cambiaron a
Were, ella es sólo mía y eso es lo que importa ahora. La caza de Víctor Hale se
detendrá ahora con un pacto de sangre o un desafío.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Ocho
Los ojos de Fane se abrieron un poco.

—¿Y si es tan tonto como para elegir un desafío? ¿O los que le rodean toman
la opción por él?

—Llevaré a Dakotah a la casa alquilada de Matteo para su Reclamo de


Sarael.

Fane asintió.

—Cable, Kiziah y yo volveremos a Kenton también. Hay dhampirs más que


suficientes y los vampiros que todavía estén el área deberán presentarse cuando sea

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


necesario.

—¿Qué quieres decir, con un pacto de sangre o un desafío?—Dakotah


preguntó.

La mirada de Fane se movió hacia ella.

—Un desafío es una lucha a muerte. Domino en tu lugar en contra de tu


enemigo. Lobo contra lobo. Hombre contra hombre.

—¿Y el otro?

—Un pacto de sangre en este caso significa la garantía de que los lobos de
Víctor Hale ya no te cazarán o serán cazados. Es una promesa hecha con la vida de
cada miembro de su Manada junto con cualquiera relacionado a los que están en la
generación antes o después de los nuestros como garantía. Si el compromiso se
rompe, entonces lo llamaremos y exigiremos la retribución exacta.

El horror pasó por Dakotah.

—¿Entonces los inocentes mueren con el culpable?

102
El Club de las Excomulgadas
Fane se encogió de hombros.

—En su mayor parte nos dejamos unos a otros solos, pero cuando sus
asuntos interfieren con los nuestros, somos los maestros. Estamos vivos mucho
después de que se conviertan en polvo y cenizas debajo de nuestros pies. A través
de los siglos han aprendido a vigilarse por su cuenta o nosotros lo haremos por
ellos.

Dakotah se estremeció, incapaz de apartar sus ojos de Fane al recordar las


veces que había bromeado él y Cable alrededor de la feria. No había sido una
camaradería fácil, a pesar de que había notado que él no era un enemigo al que ella
querría. Pero ahora, mirándolo, oyendo sus palabras, se dio cuenta de lo cruel, de
lo ajena que se encontraba.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Su mirada se movió a Domino, que la observaba atentamente, cuya
expresión no regalaba nada, que tenía el poder de tomar su mente si lo deseaba.
Ella debía estar aterrada, pero en secreto su corazón, aún albergaba los sueños
olvidados de felices para siempre, de un príncipe encantador que la rescataría y la
llevaría a la seguridad, que mantendría el miedo a raya, tal y como había hecho la
última vez que habían estado en el bosque con el cadáver de su enemigo.

Era un príncipe oscuro y extraño. Y ella era capaz de rescatarse a sí misma.

Su vida podría fácilmente ser tanto una pesadilla como un cuento de hadas.

Pero ella confiaba en él. Con su vida.

Y esa comprensión la asustaba.

—Salgamos de aquí—dijo ella, temerosa de que si pasaba demasiado tiempo


más, las dudas y el pánico corrieran y la hicieran correr.

Domino la tomó del brazo, como si percibiera lo cerca que estaba de


perderse.

103
El Club de las Excomulgadas
—Nos detendremos en la casa aquí en Ashberg para que Dakotah puede
limpiarse. ¿Cable y Kiziah estarán allí?

Fane sonrió.

—Llamé con anticipación y los envié de vuelta a Kenton, en caso de que tú


y Dakotah deseen permanecer el tiempo suficiente como para disfrutar de la
chimenea como lo hicimos ayer por la noche.

*****

Y después de que ella hubiera tomado una ducha y se vistiera, Dakotah


encontró a Domino, de pie junto a la chimenea, con el calor llenando la habitación,
con las llamas reflejándose en él. Él tomó un sorbo de una copa de vino y la puso

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


sobre la repisa de la chimenea. Ella arrugó la nariz ante el olor penetrante de las
hierbas mezcladas con el vino. Incluso desde el otro lado de la habitación, el olor la
ofendía, quemándole la nariz mientras ella se movía para pararse frente a él.

—¿Qué es eso?—preguntó ella, con una inclinación de cabeza hacia el


cristal.

—Algo para mantener el hambre a raya—Sus ojos se oscurecieron y su


rostro se puso tenso mientras su mirada se deslizaba sobre ella, con el olor de la
excitación uniéndose a la mezcla de vino y hierbas.

—A pesar de que no hace nada con el Calor.

Dakotah alcanzó la copa, haciendo una mueca mientras se la llevaba más


cerca de la boca. Sonrió un poco, pero no dijo nada al tomar un sorbo, aunque a
decir verdad, apenas se humedeció los labios antes de poner el vaso en la chimenea.

—¿Qué pasa si no lo bebes?

—Con el tiempo el susurro del Hambre se convierte en una tentación y en


una orden que no puede ser ignorada. Luego matamos. Y somos declarados parias
y nos cazan en función de las circunstancias y de la rehabilitación si es o no

104
El Club de las Excomulgadas
posible—Él se estiró y le tomó la cara, acariciando su boca con su dedo pulgar.—
Sólo la toma de una pareja nos libera de la necesidad de utilizar las hierbas. El
intercambio y la mezcla de la sangre nos cambian para que el Hambre sea
completamente saciada cuando nos alimentamos de nuestra elegida.

Dakotah volvió la cara para que sus labios se frotaran contra su palma. Su
lengua salió como una flecha, degustándolo.

—Kiziah dijo que estás sexualmente unido a mí.

Sus fosas nasales se movieron un poco y algo primitivo pasó a través de sus
ojos.

—Lo estoy.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Dakotah no tenía ningún deseo de tener sexo con nadie más. El lobo se
erizaba ante la idea de eso, y sin embargo podría si quisiera.

—No estoy sexualmente unida a ti.

—Sin embargo—Él movió su mano a su pelo, con sus dedos tomando los
oscuros filamentos, atrapándola mientras se inclinaba y se detenía cuando sus
labios se cernieron sobre ella.—No hay escapatoria, Dakotah, sólo la elección en
cuanto a cuándo haremos el segundo y tercer intercambio.

Él cerró la distancia, cubriendo la boca con la suya. La fuerza de sus manos,


la dureza de su cuerpo, la ferocidad de la necesidad de verter fuera de él todo el
contraste fuerte con la dulzura de su beso, la seducción lenta, el bailar de su lengua
contra la de ella.

Su corazón se sacudió y se aceleró cuando sus colmillos se extendían,


tentando a su curiosidad igual que al olor de las hierbas y el vino. Él gimió cuando
ella recorrió los colmillos mortales con su lengua, apretando la parte inferior de su
cuerpo con más fuerza al suyo de modo que ella pudiera sentir la dureza de su
erección.

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El Club de las Excomulgadas
Por su propia voluntad sus manos fueron a la parte delantera de su camisa,
arrastrada por el centro de ella, liberando los botones de una vez, sin detenerse
hasta que había abierto el único botón en la cintura de sus vaqueros.

—Dakotah—le advirtió él y ella rió en voz baja.

Era emocionante jugar con él, peligroso. Como molestar a un lobo. Pero ella
nunca tuvo miedo de los lobos.

Ella le abrió la cremallera, capturando su aliento en su boca y su pene en la


mano mientras ella se convertía en la agresora, mientras ella frotaba su lengua
contra la suya y exploraba su esforzado eje y bolas pesadas con sus dedos.

Él la dejó, aunque ella sabía que él podría fácilmente tomar el control.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Y se maravilló por la cantidad de placer que le dio.

Ella había dominado a cientos de hombres, y eso había significado su


supervivencia. Ella los había controlado. Reducido a rogar y suplicar. Habían sido
la encarnación de sus fantasías sexuales. Y la habían dejado fría. Partida. Deseando
sólo escapar del infierno en que se encontraba metida.

Pero ahora se encontraba en un paraíso sensual. Donde su sangre quemaba


y le dolía el cuerpo.

Ella se arrodilló, tirando de sus pantalones, haciendo una pausa para


quitarse los zapatos y los calcetines antes de quitarle los pantalones y buscar en su
cuerpo. Maravillada por la belleza masculina. Él era músculo firme y masculino y
duro. Apasionante, incluso sin las feromonas de su especie.

El lobo se estremeció de alegría y esperanza, la mujer imitó el movimiento,


tembló, de repente sintiendo no haberse desnudado. La sensación de su ropa era
una irritación contra su piel, su presencia un confinamiento que tenía que ser
quitado.

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El Club de las Excomulgadas
Ella se puso de pie y se desnudó. Valientemente encontrándose con la
mirada de Domino.

Sus pechos estaban hinchados y sus pezones apretados mientras sus ojos
recorrían su cuerpo. Sus fosas nasales se dilataron y sus labios se separaron.

Ella abrió las piernas cuando él llegó al vello púbico oscuro, dejándole ver
los labios enrojecidos, su vagina hinchada y la humedad reunida allí. Una
excitación húmeda y silenciosa.

Cuando él cayó de rodillas, hundió sus dedos en su pelo y ella pasó su muslo
por encima del hombro. Ella casi aulló de placer cuando la lengua de él fue a su
raja, dándole mordidas hambrientas y lamidas y chupadas haciéndose eco de las

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


mismas que ella había hecho contra su cara.

El Calor rugió por Domino. El sabor de su excitación era casi tan adictivo
como el de su sangre.

Él quería hundir sus colmillos en su muslo, para mezclar el placer con el


dolor y encontrar el éxtasis. Quería consumirla. Darse un festín. Follarla.
Reclamarla.

Pero se obligó a complacerla en su lugar. Metiendo la lengua profundamente


en su canal y luego retirándose para pasarla por encima de su erguido clítoris. Para
presionar los labios más abajo en un erótico beso destinado a capturar y luego a
dejar que la carne de néctar lo cubriera con el fin de chupar su congestionado nudo.

Ella luchó contra el placer, incluso mientras se retorcía en su contra a fin de


obtener más de él. El sonido de su nombre en medio de sus gemidos y quejidos a
fondo de su garganta lo recompensaban y evitaban que se derrumbara.

Ella le rogaba porque la mordiera. Rogaba por el segundo intercambio de


sangre.

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El Club de las Excomulgadas
Él quería que fuera su elección. Necesitaba que fuera su elección. Las
palabras que le había dicho en el bosque habían salido de su corazón. Él quería una
compañera con mente propia. Con el valor de ella misma.

Domino se la comió hasta que su espalda se encorvó y convulsionó con su


orgasmo, inundando sus sentidos con su liberación. Su pene se balanceó en alerta y
sólo el puño de su mano alrededor de su pene le impidió arrojar su semilla en su
estómago. Él gimió y levantó la vista, con la boca todavía enterrada entre sus
muslos, con sus labios y lengua presionando su húmeda carne.

Lo salvaje que vio en sus ojos se precipitó a través de él como un rayo,


quitando al hombre y al lobo, de modo que sólo quedara el vampiro, una criatura
de Calor y Hambre.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


—Muérdeme—dijo ella.

Domino volvió el rostro en su muslo, sabiendo de que se condenaría a sí


mismo. Pero no había manera de ignorar su orden. No había manera de ignorar la
tentación que ella representaba.

Sus colmillos se deslizaron a través de su piel, llegando a la arteria, con fácil


exactitud. La fiebre del Calor de su embriagadora sangre, era una adicción que no
tenía ninguna esperanza de curar. Se alimentaba del Hambre, mientras el Calor lo
llevó a deslizar su mano hacia arriba y hacia debajo de su pene, a la palma de su
cabeza mientras su lengua lamía su sedosa piel, reanudando el bombeo a tiempo
con el movimiento de su garganta mientras tragaba. Hasta que el Calor y el
Hambre, una vez más se fusionaron, mezclándose en una sola llama que ardía en el
nombre Dakotah, bailando en el tiempo con su latido de corazón.

Truenos corrieron, clavándose con el orgasmo en forma de chorros de


semen precipitándose por su pene. La desaceleración, casi extinguiéndose mientras
él sellaba la mordida y tiraba de su boca, capturándola fácilmente mientras se
derrumbaba.

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El Club de las Excomulgadas
Todos sus instintos le exigieron abrirse una vena y obligarse a beber, a hacer
el segundo intercambio cuando estaba demasiado débil y aturdida como para
luchar contra su elección. Domino se levantó en su lugar, haciendo una pausa para
asegurarse de que ella no estuviera en peligro de morir antes de recuperar una
colcha cosida a mano del sofá.

La envolvió en ella y la colocó en el sofá, después se vistió y apagó el fuego


en la chimenea. Le tomó sólo un momento juntar la ropa y recogerla. Llevarla al
coche.

Él la atrapó, cuando ella se movió y abrió los ojos, ordenándole dormir.


Había horas de distancia a la casa de Matteo. Y ella era una distracción demasiado
grande.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Una tentación demasiado grande.

Él no estaba seguro de poder luchar contra las exigencias de su naturaleza, si


se quedaban aquí. Y si ella cedía, si aceptaba su sangre, se la pedía, entonces
follarían el resto de la noche. Su pene la llenaría una y otra vez con el fin de saciar
la necesidad de un segundo intercambio, con el fin de consolidar el vínculo que los
ataba sexualmente hasta que uno de ellos muriera.

—Duerme—susurró él, rozando sus dedos sobre su mejilla, sus labios,


besándola suavemente antes que el motor del poderoso auto deportivo surgiera a la
vida y dejando Ashberg, con sus pensamientos yendo al decreto que había emitido.
Él sabría a la salida del sol si sería un reto o una promesa.

*****

Dakotah se despertó en una fantasía de escape. Las velas perfumaban el aire.


El crepitar de los troncos ardiendo en la chimenea. Un príncipe oscuro le ofrecía
una copa de vino.

109
El Club de las Excomulgadas
—Bebe—dijo Domino, presionando la copa adornada con su mano, con su
calor filtrándose en su palma mientras el olor del vino caliente mezclado con algún
tipo de hierba flotaba hacia arriba.

Ella bebió. Ni siquiera deteniéndose a preguntar.

Cuando terminó le dio de regreso la pesada taza a él, viendo por primera vez
que estaba desnuda debajo de las sábanas y apoyada contra un montículo de
almohadas en una cama hecha para el placer carnal.

Ella se estremeció cuando vio las esposas colgando del poste a los pies de la
cama. Domino se echó a reír, dejando la copa en la mesilla de noche antes de rodar
a su lado, con su pene como una presencia dura y caliente contra su muslo y

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


cadera.

—Para las kadines que necesitan ser disciplinadas—dijo él, extendiendo los
dedos sobre su vientre y con su vagina apretándose y brillando en reacción.

Dakotah recordó la conversación que había tenido con Fane.

—¿Estamos de vuelta en Kenton? ¿Aquí es donde Sarael fue tomada?

—Sí.

Se sentía extraño terminar aquí. Cerrar el círculo.

En el momento en que tropezó en la feria, ella casi se había convertido en un


animal salvaje. Intentando sólo correr, sobrevivir.

Dar un paso delante de Víctor Hale.

Pero mientras había viajado con la feria, compartido una casa de ruedas con
Sarael, poco a poco se había convertido en una humana de nuevo. Encontrado que
no tenía que doler para cuidar de alguien.

Y ella se preocupaba por Sarael. Y Sarael se había preocupado por ella.

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El Club de las Excomulgadas
La mirada de Dakotah fue a las esposas colgando del poste y frunció el ceño.
Domino se rió de nuevo, inclinándose de manera que su rostro bloqueó su vista.

—Fueron creadas por Matteo. Desde el momento de su nacimiento, Sarael


le pertenecía a él. Tú la volverás a ver y podrás juzgar su felicidad por ti misma.

Su mano se movió desde el abdomen de Dakotah a su pecho, con sus dedos


sobre un pezón endurecido, arrugado, con expresión seria.

—Hay poca separación entre una kadine y el que le reclama. Su miseria se


convierte en la suya. Su alegría igual.

—Junto con sus pensamientos y recuerdos—dijo Dakotah, con el vino que le


había dado sólo unos segundos antes ahora produciendo un gruñido en su

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


estómago.

Domino se quedó inmóvil, con sus emociones golpeando, advirtiéndole que


se movían en un terreno peligroso, traicionero. Sería tan fácil calmarla, eliminar sus
preocupaciones. Alisarla para que nada se interpusiera en el camino de su Reclamo
completo.

—Funciona en ambos sentidos—dijo él, cerrando la distancia entre sus


caras, con su lengua suavemente sobre sus labios antes de que su boca chupara la de
ella en un beso suave.—No hay secretos entre un hombre y su kadine.

Ella se había dado vuelta a su cabeza, con la mano izquierda en su pecho y


ella tomó la mejilla de él. Sosteniéndola en su posición, profundizó el beso, aunque
se mantuvo suave, persuasivo. Con un tibio roce de calor y deseo de humedad.

—No hay nada que no puedas saber acerca de mí—susurró él, con su
mirada encontrándose con la de ella.—Lo bueno y lo malo.

Dakotah cerró los ojos, tratando de cerrar su mente y su corazón, pero fue
inútil. Ella había llegado tan lejos. Ella había empujado los límites de su confianza
más allá de lo que hubiera creído posible.

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El Club de las Excomulgadas
—He estado con muchos hombres—dijo ella, odiando la crudeza de su
voz.—No por elección, pero no importa. Verás todo lo que he hecho.

Sus fosas nasales se dilataron. La ira rugió por él. Parpadeando en rojo en
sus ojos y lo que la hizo estremecerse y tratar de alejarse.

Domino estuvo en ella en un instante. Con su peso sosteniéndola contra el


colchón y las almohadas mientras sus ojos se clavaban en ella.

—Si no fue tu elección, Dakotah, entonces mataré a cualquier hombre que te


haya tocado—Se inclinó, con la boca cerniéndose sobre ella una vez más.—Y voy a
disfrutar cada muerte.

El shock onduló a través de ella, abrazándola tan inmóvil mientras sus ojos

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


y voluntad. Ella sabía que él decía la verdad. Ella lo sintió en cada célula de su
cuerpo. Y por un segundo se llenó de odio y de necesidad de venganza salvaje.
Animales viejos, violentas fantasías resurgiendo.

—¿Cómo?—Preguntó ella, y esta vez su voz sonó dura, frágil, incluso a sus
propios oídos.

Domino sonrió, con un destello de colmillos y crueldad. Extraña a pesar de


la carne humana, a pesar de las velas con sus llamas danzando, con los adornos del
romance que él le había previsto antes de despertarla y ofreciéndole sus hierbas y
vino.

—Fácilmente, Dakotah. Podría hacer que los cazaran y se mataran uno al


otro si te complace. Podría mandarles que se mataran a sí mismos.

Ella se estremeció al ver lo poderoso que era.

—¿No terminarías siendo cazado por los vampiros y los dhampirs por hacer
eso?

—Sólo si corriera el riesgo de exponernos al matar mientras me alimento—


Él apretó su boca a la suya brevemente.—¿Me puedo comprometer a matar a todos

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El Club de las Excomulgadas
aquellos que te han herido o usado a ti? ¿Que sea mi regalo para ti al convertirte en
mi kadine?

Ella se lamió los labios y sus ojos se oscurecieron, el deseo se movió por
ellos. Ella sabía que él hablaba en serio. Su oferta era genuina. Su intención era
liberarla de los demonios de su pasado, no de esclavizarla.

Él podía hacerla su kadine sin su consentimiento. Podía hacer que quisiera


pertenecer a él. Pero en lugar de eso estaba tratando de darle una opción a pesar de
que realmente no había elección. Sus lobos habían decidido eso la primera noche
en los bosques. Sus sangres se habían mezclado ya y entrelazado.

Él era su futuro. Ella era el suyo.

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El Emperador con su Emperatriz.

Dakotah movió su mano y soltó su muñeca. Pasó sus nudillos en su mejilla.


Cuando sus sensuales labios se inclinaron hacia arriba en respuesta a su contacto,
ella sonrió y permitió que una ligereza llenara su corazón y ahuyentara el antiguo
odio y el dolor.

—No—dijo ella.—Dejemos el pasado en el pasado. No quiero pasar mi


futuro revisándolo. Reviviéndolo. Matar a causa de eso—Ella enredó los dedos en
su pelo, frotando su boca contra la suya.—La noche terminará pronto, ¿no hay algo
que tenemos que hacer antes de que eso suceda?

La alegría llenó a Domino. Intensa y abrumadora. Él se dio la vuelta,


sorprendiéndola y haciéndola reír mientras la pasaba a la posición dominante,
obligándola a subirse a horcajadas.

Sus ojos se abrieron cuando él se acercó y levantó una pequeña daga de la


mesita de noche, entregándosela con una broma de sonrisa.

—Ya has demostrado lo útil que eres con una cuchilla. Elige un lugar y
toma lo que tengo para ofrecerte.

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El Club de las Excomulgadas
Dakotah tomó el cuchillo y se inclinó, levantándose en un codo, con su raja
mojada haciendo fricción y deslizándose contra su pene, con su pezón alineado al
suyo, dos puntos apretados uno frente al otro.

—¿No te preocupa por donde pueda decidir cortar?—bromeó ella.

Él se echó a reír, viéndose completamente humano. Un hombre seguro de su


mujer.

—¿Y que te engañe con el placer que pronto conseguirás sólo de mí?

Ella puso la punta de la cuchilla contra su garganta, ligeramente trazando el


pulso que latía allí, a un ritmo constante, sin prisas, después, moviéndose hacia
abajo, siguiendo el rastro de su sangre hasta que la cuchilla estuvo a punto por

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


encima de su pezón. Sólo su pene reaccionó, sacudiéndose, golpeando su clítoris,
con su cabeza contra su vientre goteando, causando que más de su excitación se
escapara, al abrigo de su eje y abajo en sus testículos.

Sus ojos eran piedra fundida, la tentación estaba oscura en una cara que
podría pasarse la vida mirando. Él siseó cuando ella lo cortó. Después, él echó atrás
la cabeza con un gemido cuando su boca lo cubrió, tanto la herida como el pezón.

El éxtasis rasgó a través de Domino mientras ella se alimentaba. Un torrente


salvaje se retorció debajo de ella, con sus manos hundiéndose por su pelo,
sosteniéndola contra su pecho.

Él casi se corrió cuando ella pasó sus dedos por su pene, cuando lo guió a su
entrada y se empaló a sí misma en él.

Eso se tomó todo el control que él tenía, no rodó por su espalda,


convirtiéndose en el agresor como sus antepasados lo habían programado a ser.
Pero el regalo que ella le estaba dando era uno que lo siempre atesoraría. Y por eso
la dejó alimentarse. La dejó tomarlo. Controlarlo. Montándolo con una vertiginosa,
abarcando todo su clímax, con su boca, finalmente dejando su pecho como si fuera
suyo el placer de la cresta.

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El Club de las Excomulgadas
Sólo entonces cediendo a los instintos ancestrales. Convirtiéndose en lo que
sus planas células le exigía. Lo que el calor corriendo a través de los dos exigía, con
su cuerpo tomándola una y otra vez, llevándola a una danza de placer, de
necesidad y de liberación, hasta que se quedaron débiles, saciados, listos para
recibir El sueño de los primeros rayos del sol llevando la oscuridad.

Había una paz más allá de lo que Domino había conocido. La felicidad no
podía encontrar las palabras para eso. Roto sólo por el sonido de su timbre del
celular, con su exigencia silenciada por los pantalones vaqueros. El sonido de las
sacudidas que le daba calor a los brazos y al cuerpo Dakotah.

Con un gemido él rodó hasta el borde de la cama y cogió la ropa de suelo,


hasta que recuperó el teléfono.

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Fane. Lo cual significaba que los lobos en Atlantic City habían llegado a una
decisión sobre si habría un desafío o una promesa de sangre.

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El Club de las Excomulgadas

Epílogo
Palazzo dei Venti Oscuri. Palacio de los Vientos Oscuros.

Una mirada a él y Dakotah pudo ver de dónde había conseguido la casa de


Matteo Cabrelli su nombre. Se asomaba encima del océano, como si desafiara al
mar y al aire y a la tierra para desafiarlos. Para tratar de derrocarlos desde su
posición a lo largo de los acantilados.

El estómago de Dakotah se apretó, aunque su corazón se aceleró con


anticipación. Incluso esbozó una sonrisa cuando recordó la afirmación de que
Helki vería a Sarael una vez más antes de lo que podría pensar y sería parte del
mundo de Sarael durante más años de los que podía imaginar.

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Junto a ella, Domino se rió suavemente, tirando de Dakotah más
fuertemente contra él en el asiento trasero de la limusina que ahora hacía su lenta
ascensión. Fue algo bueno que la madre de mi madre estuviera tan segura de sus lecturas y
de sus visiones que nunca tuvo que decir “te lo dije”.

Él tomó la mano izquierda de Dakotah y la llevó a la boca, besando la


banda de pedrería que le había dado. La Emperatriz a su Emperador, con el mundo
ante ellos.

Ella apretó la suya, bañándose en emociones. En el amor que sentía allí. El


respeto. La aceptación.

Todavía se sentía como un cuento de hadas. Un sueño. Una realidad


imposible.

Donde ella una vez había estado sola, ahora su vida estaba llena. No sólo
con él, sino con su familia. Con Cable y Fane y Kiziah, que estaban esperándolos
arriba, en la casa de Mateo, junto con Sarael y al único hombre que Dakotah podía
recordar vagamente.

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El Club de las Excomulgadas
—Yo estuve allí esa noche—dijo Domino y ella vio al instante su recuerdo.
Sintiendo el alivio que había experimentado al conocer a Matteo quien ya estaba
unido a Sarael sexualmente.

Ella se rió cuando vio la resolución de Domino de alimentarse y de follarla


antes de salir de la zona, y no pudo resistirse a bajar la mano y pasarla sobre la
erección presionada contra la tela de sus pantalones vaqueros. No pudo evitar
acariciar su cuello, dejar que sus colmillos descendieran para poder atormentarlo
con una caricia en un pulso que de repente estaba bailando.

Dakotah sonrió contra su piel, con la satisfacción femenina rugiendo por ella
por la forma en que él estaba tenso, con su aliento saliendo más rápido, con su
deseo de fusionarse con el suyo, con su calor quemándose caliente y brillante, en

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


una sola llama que figuraba en los cuerpos separados. Tienes más de lo que esperabas
cuando me follaste y te alimentaste de mí, bromeó ella.

La mano de él se movió hacia su pecho, sus dedos fueron a su pezón con


precisión mortal, por lo que ella dio un grito ahogado, mientras su vagina se
apretaba. ¿Me oyes quejándome?

Ella se rió y cerró los ojos, saboreando el olor y la sensación de él,


preguntándose si tendrían tiempo para hacer el amor antes de llegar a la propiedad
de Matteo.

Sólo si tienes la intención de saludar a nuestro anfitrión y anfitriona con la vista de tu


trasero desnudo, Domino objetó su burla, mostrándole una imagen de ella alejándose
de él. Los ojos marrones se reunieron con los divertidos de obsidiana.

—Te amo—ella decía las palabras más fácilmente ahora.

Aunque todavía había días en que se contenía de sondear sus pensamientos,


asegurándose de que él la amaba también. Eso era más que una unión sexual, más
que un apareamiento de los lobos.

117
El Club de las Excomulgadas
Domino la tomó en su regazo mientras las pesadas puertas de Matteo se
abrían, con el corazón dolorido por todo el dolor que ella había sufrido durante su
vida.

Una vez no pudo haber imaginado encontrar a una mujer cuya mente le
interesara tanto como su cuerpo, cuya fuerza y valor pudiera admirar, no sólo una
noche, sino por los siglos que se le avecinaban. Pero ahora no podía imaginar la
vida sin ella.

—Tú eres mi mundo, Dakotah. Todo lo que pudiera desear no sólo en una
kadine sino en una compañera.

La limusina se detuvo y la puerta se abrió, por lo que Dakotah parpadeó con

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


confusión momentánea hacia el hombre de pie allí. Un hombre que se parecía a
Cable y sin embargo no era así.

Domino pasó, con su movimiento impulsándola de la limusina pero no


antes de que ella sintiera curiosidad.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Levant?—Preguntó Domino mientras salía del


coche, con sus pensamientos informándole a Dakotah que el hombre delante de
ellos era el hermano de Cable.

La cara de Levant se tensó.

—Hemos venido a trabajar entre los espandrals.

Él se refería a la orden padrall responsable de crear a las kadines y moldearlas en lo


que sus compañeros desean, Domino le envió a Dakotah, aunque a Levante le dijo

—¿Estás aquí sólo o tus hermanos te acompañaron?

—Priest y Deacon también están aquí—Levant inclinó la cabeza.

—Si me seguís, los llevaré a donde Matteo y los demás los están esperando.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Has sido reducido a siervo?—Preguntó Domino y Dakotah frunció el
ceño ante la punción hacia el hermano de Cable.

Pero Levant, lo tomó con calma.

—No lo creo. A pesar de ser el siervo de Matteo sería preferible a lo que les
espera.

La riqueza que se mostraba en la casa de Matteo era impresionante y más de


una vez Domino atrapó a Dakotah cuando tropezó, distraída por la vista y el arte,
la pura belleza y el brillo de la escena a su alrededor a medida que ascendían por los
elegantes a las pasillos escaleras y caminaban por lo que parecía como si
perteneciera a otra época.

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


Lo hacen, Domino, dijo. Como Matteo. Él no es como Fane o yo. Nunca fue un
dhampir. Marcó su vida en siglos, desde el momento de su nacimiento. Domino se echó a
reír.

Así que no tienes que preocuparte por ver mientras complace a su kadine o hace que
Sarael te vea en la misma situación. Es demasiado anticuado para eso.

Domino acarició el lado de la cara de Dakotah. Pero más tarde, después de


que se retiraran... no había duda de que Fane y Cable gozarían de una noche
delante de la chimenea con su mujer.

Y Dakotah se echó a reír a pesar de sí misma. Se estremeció ante las


imágenes que sus palabras le habían llevado a la mente. La imagen de ellas en sus
pensamientos mantuvieron su atención, hasta que entraron en la habitación donde
los otros los estaban esperando.

Ella vio a Fane y a Kiziah, de pie con Cable y dos hombres que sólo podían
ser Deacon y Priest. Pero luego encontró a Sarael. Sonriente. Corrió hacia ella.
Matteo siguió su estela.

119
El Club de las Excomulgadas
Hubo un titubeo por parte de Sarael cuando llegó a Dakotah, una pequeña
barrera que pertenecía al pasado, y Dakotah dispuso de ella tirando de Sarael para
un abrazo. La necesidad de mantener a los demás por separado ya no era necesario
para su supervivencia.

Cuando se separaron, Matteo movió a Sarael por lo que su espalda quedó en


su frente, sus brazos alrededor de su cintura en una acción posesiva que hizo que se
ruborizara y riera, intercambiando una mirada con Dakotah. La felicidad
fácilmente expuesta para que Dakotah la viera. Para reconocerla. Debido a que era
una felicidad que se hacía eco en su propio corazón.

Fin

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III

120
El Club de las Excomulgadas
Serie Carnival Tarot

01 - La Lectura De Sarael

Sarael Castillo quiso ignorar las palabras de la adivina. Quiso


ignorar las cartas del tarot sobre el negro satinado. Tres de ellas,
alineadas en fila. El pasado. El presente. El futuro.

El Colgado
La Torre
La Luna

Durante días se había sentido como si una tormenta oscura se


acercara rápidamente. Cuando volvió a mirar las cartas, supo que
había llegado. La Torre cayendo atrapándola en el paisaje
nocturno de la Luna.

Nada podría evitar que Matteo Cabrelli reclamara a Sarael. Había


sido creada para él, su destino escrito con sangre antigua. Una vez

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


que se uniera con ella, no habría ninguna posibilidad de que La
Brama, el hambre, lo controlara. Su sangre lo saciaría, su cuerpo lo
ayudaría, su vida daría un significado más profundo a la suya
propia en lugar de siglos de conquista sin sentido y de alimentación, de actividades en solitario,
tendría una compañera a su lado, una mujer que fuera suya en todos sentidos. Una mujer que estaría
destinada a vivir en su mundo.

02 - La Lectura De Kiziah

Tres cartas yacían en el negro satinado.


El pasado. El presente. El futuro.

La Suma Sacerdotisa.
El Ermitaño.
La Rueda de la Fortuna.

Un sueño es enviado a Kiziah Stillwell sobre la feria y la tienda


de la adivina. El destino le permite introducirse en el mundo de
los vampiros y aquellos que los sirven.

El amor y el deber pelearon dentro Mercier Fane mientras tuvo


la transformación, el momento en que dejaría de ser un dhampir
y se convirtiría en vampiro completamente, se acercaba. Con el
cambio vendría el hambre, el calor, y la necesidad de adoptar a
una kadine, a un compañera, con el fin de producir una nueva
generación de dhampirs Mercier. Y sin embargo, a pesar de su
deber para con su raza y de sus padres asesinados, el corazón y el alma de Fane anhelaban
compartir los siglos por delante con otro hombre.

Cable Luske había sabido desde el principio que el amor de Fane le presentaría desafíos, pero si los
padres y el hermano de Fane hubieran estado vivos, la posibilidad de un futuro juntos habría
existido. Con su muerte y la transformación de Fane llegando a su conclusión Fane necesita a una
kadine. En la desesperación Cable acude a la lectura del tarot y encuentra a dos amantes... y a
Kiziah...

Y una manera en que Fane pueda reclamar tanto a su kadine y como a un compañero masculino.

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El Club de las Excomulgadas
03 - La Lectura De Dakotah

Tres cartas.

El pasado. El presente. El futuro.

La Muerte. La Fuerza. El Emperador.

Dakotah Flemming no creía que las cartas del tarot extendidas


delante de ella fueran verdad. Porque a pesar de que la predicción
de la pitonisa de un hombre en su futuro, uno diferente a
cualquier otro, la había llenado por preciosos segundos con
anhelo y esperanza, no podía permitirse el lujo de tales
emociones. Corría del pasado, de un enemigo que estaba
decidido a verla muerta. Y por mucho que la loba con quien
compartía su piel pudiera desear a un compañero, Dakotah no
tenía ninguna ilusión de que tal cosa fuera posible.

Domino Santori no tenía intención de tomar novia, de convertir a su compañera en la kadine de un


vampiro. En cambio, veía un futuro lleno de una cadena interminable de mujeres para satisfacer sus

Jory Strong - La lectura de Dakotah - Serie Carnival Tarot III


necesidades. Pero el lobo que era parte integral de él tenía una idea diferente. Y su voluntad
combinada con el Calor y el Hambre de su raza pronto harían que Domino deseara a Dakotah tan
ferozmente como una vez había deseado su libertad.

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