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Fred recibió su espada de oficial del Ejército e inició su carrera militar donde se encontró a cuatro

colegas del curso de enseñanza media, de quienes se separó al entrar en la academia.


Ahora todos eran ingenieros y uno laboraba como diseñador de vehículos. Cada uno de ellos
trabajaba en una organización diferente.
Fred tenía buenos conocimientos de electrónica e intentaba mantenerse actualizado, pero no era
especialista como sus amigos. Se reunían con frecuencia y acostumbraban intercambiar ideas sobre
sus profesiones.
La idea de una empresa
En una de las reuniones, el diseñador habló de un pequeño empresario inglés que había conocido
en un viaje, quien había trabajado en una compañía de juguetes. La empresa hacía los proyectos en
Inglaterra y después enviaba los diseños a China, donde se fabricaban los juguetes. El empresario,
que era uno de los diseñadores, había decidido establecerse como fabricante. Tendría que hacer
una gran inversión para competir con su antiguo empleador. Si funcionaba, el rendimiento sería
gratificante. Fred y sus amigos se entusiasmaron con la idea de ser empresarios también. Los cinco
llegaron a la conclusión de que serían capaces de montar por lo menos un prototipo de un juguete
para ver si funcionaba.
Uno de ellos dio la idea de un vehículo transparente, una minivan del tamaño de una caja de zapatos,
con pasajeros que podían moverse.
Inicia un emprendimiento
Fred percibió la oportunidad y propuso a sus amigos una sociedad de negocios para fabricar y vender
aquel juguete. Los convenció de asociarse en una empresa y se ofreció a ser el presidente vendedor.
Los cuatro trabajaron en el desarrollo y montaje del prototipo, que no tardó mucho en estar listo. Con
el juguete bajo el brazo, en sus días de descanso Fred comenzó a visitar a los clientes potenciales.
Mientras tanto, sus amigos mejoraban el proyecto y organizaban una línea de montaje rudimentaria.
Fred se encargó de los suministros para la línea de producción, de la administración del dinero en la
caja —para el cual todos contribuían— y del material de la publicidad. Habían acordado que los
derechos y obligaciones, así como los beneficios de la empresa, serían iguales para todos.
En poco tiempo, ya había perspectivas de ventas, siempre y cuando se hicieran algunas
modificaciones pequeñas al proyecto. Los compradores potenciales querían que el juguete cumpliera
con la legislación en su totalidad y que no implicara riesgo alguno para los niños que lo usaran.
Además, se habían sugerido modificaciones al proyecto del vehículo, que debería tener el formato
de jeep y no de minivan. A pesar de ello, los clientes no habían comprado porque no había talón de
pedidos. Uno de los clientes potenciales, una fábrica de juguetes, había tenido la idea de adquirir el
proyecto y pagar derechos a la empresa de Fred.
Otro había preguntado si la empresa de Fred tenía otros proyectos, como aviones y trenes.
El comandante comienza a mandar
Ansioso con las posibilidades, Fred empezó a presionar a los colegas para que hicieran las
modificaciones que los clientes querían y para iniciar la producción. La demora era inevitable porque
ellos sólo se dedicaban a la compañía durante su tiempo libre. Ninguno pensaba en abandonar su
empleo para dedicarse en forma íntegra a la empresa. Todos estaban teniendo problemas en casa
debido a sus horarios y a que se estaban distanciando de sus familias.
Además, empezaron a discutir por cuestiones de derechos y deberes. En una reunión, uno de ellos
dijo:
—Esa historia de dividir los rendimientos en forma equitativa no es correcta. En mi opinión, tiene
más valor la capacidad de hacer el producto que el trabajo de venderlo.
—Estamos contando con los huevos antes de tener la gallina —comentó Fred—. Hasta ahora no
hemos vendido nada. Debemos discutir la división después de que hayamos vendido algo. Y al
respecto, si yo no fuera a vender…
—Tú sólo puedes vender gracias a que nosotros hacemos el producto —dijo otro—. Tú no sabes
hacer el producto. Vender, eso cualquiera lo puede hacer.

El conflicto
Fred tuvo que sujetarse a la silla para responder: — ¡Ah! ¿Ya intentaste vender algo? ¿Y montar la
empresa y organizarla, no tiene ningún valor? A final de cuentas nosotros éramos sólo un grupo de
amigos. La tarea de transformar. Amigos en una sociedad exige que alguien asuma el mando. Eso
fue lo que hice. Y eso vale tanto o más que hacer el producto. Si no fuera por mi trabajo, sólo
estaríamos observando los acontecimientos.
De ahí en adelante todos se exaltaron en la discusión. Fred intentaba convencerlos de que la
administración y las ventas eran tan importantes como la ingeniería y la tecnología. Sus amigos
decían que no y que el cobro a plazos no era adecuado.
Uno decía:
—Tú piensas que éste es tu cuartel, donde tú mandas y los demás obedecemos.
—Tú no conoces las dificultades técnicas para hacer el producto —decía otro—. Esas modificaciones
son innecesarias. El juguete no implica riesgos. Además, ¿por qué un jeep y no una minivan? Los
clientes tienen que aceptar el producto tal como lo hacemos.
—No estoy dispuesto a matarme para hacer que avance este negocio —decía otro—.
Quiero tener derecho a descansar y vivir con mi familia. Que si voy atrasado o no… los proyectos
del avión y el tren sólo estarán listos cuando tenga tiempo.
Fred propuso entonces que abandonaran su empleo y se volvieran empresarios de tiempo completo,
pero nadie quería correr el riesgo. Uno de ellos propuso que Fred se volviera empresario y que ellos
le venderían la consultoría técnica. Otro insistió en que se aceptara la oferta de la empresa que
quería comprar los derechos del proyecto. En ese momento, la discusión volvió al punto de partida:
— ¿Dividir los derechos por igual? Ah, no estoy de acuerdo con eso. El proyecto es mío, la idea es
mía. Fred sólo hace la venta —afirmaba el diseñador.
—Sí —respondió Fred—, pero la idea del avión, ¿quién la trajo?
—Pues Fred, tú sólo trajiste la idea… Intenta hacer el producto. — ¿Quieren saber algo? Ante tanta
buena voluntad, me retiro —dijo Fred por fin—. Si quieren continuar, háganlo sin mí. Voy a buscar a
otras personas que tengan mayor disposición y me voy a llevar la idea conmigo.
—No hagas eso, Fred, o vas a tener que hablar con nuestros abogados.

Preguntas
1. ¿Qué problemas está enfrentando el grupo? ¿Hay algún problema más importante que otros?
2. Con base en el proceso de toma de decisiones, haga el diagnóstico de los problemas, cree y
pondere opciones y haga sugerencias de decisión.
3. ¿Alguien del grupo tiene la razón? ¿O todos tienen razón? Justifique su respuesta.
4. Explique las diferentes expectativas de los cinco amigos con respecto a su participación y sus
recompensas en la empresa.
5. ¿Ese grupo es, a fin de cuentas, una organización o no? Si su respuesta fuera “no”, indique lo que
falta para que se convierta en una organización.
6. ¿Cuáles son sus pronósticos para ese grupo: la disolución o el éxito como empresa?

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