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VIAS
Las vías terrestres de carretera como cualquier otra estructura necesitan soportar
el deterioro de sus componentes y la garantía de su funcionamiento durante su
lapso de vida útil. Para ampliar este lapso de vida útil y mejorar su uso debemos
enfatizarnos en lograr una excelente selección de los componentes que van a ser
parte de dicha estructura, en nuestro caso, parte de la constitución de una vía
terrestre de carreteras. Este tipo de estructura al igual que todas necesita de unas
excelentes bases, para luego seguir agregando sus capas restantes, hasta lograr
el asfalto ideal para una vía terrestre de carretera, esto depende mucho del suelo
del terreno en el que se quiere desarrollar la vía, y cuando este no posee las
características ideales para su construcción, debemos mejorar la respuesta
mecánica de dicho suelo, y es aquí cuando entramos a solucionar este problema
por medio de métodos alternativos, como los que se encontraremos a
continuación.
Para tener una idea de lo anterior debemos tener en claro los siguientes
conceptos:
ASFALTO
SUELO
Evolución
Por este motivo, el suelo no es una entidad estrictamente geológica, por lo que la
ciencia que lo estudia, la edafología, está vinculada a la geología a la biología y a
la agronomía. Adicionalmente el suelo puede ser considerado un recurso natural,
creando así una vinculación a la economía. (Ver ecosistema y Sistema ecológico
cerrado).
Tipos de suelo
Existen dos clasificaciones para los tipos de suelo, una según su funcionalidad y
otra de acuerdo a sus características físicas.
Por funcionalidad
Suelo orgánico
El estudio de la dinámica del suelo muestra que sigue un proceso evolutivo al que
son aplicables por completo los conceptos de la sucesión ecológica. La formación
de un suelo profundo y complejo requiere, en condiciones naturales, largos
períodos de tiempo y el mínimo de perturbaciones. Donde las circunstancias
ambientales son más favorables, el desarrollo de un suelo a partir de un sustrato
geológico bruto requiere cientos de años, que pueden ser millares en climas,
topografías y litologías menos favorables.
Los procesos que forman el suelo arrancan con la meteorización física y química
de la roca bruta. Continúa con el primer establecimiento de una biota, en la que
frecuentemente ocupan un lugar prominente los líquenes, y el desarrollo de una
primera vegetación. El aporte de materia orgánica pone en marcha la constitución
del edafon. Éste está formado por una comunidad de descomponedores, bacterias
y hongos sobre todo y detritívoros, como los colémbolos o los diplópodos, e
incluye también a las raíces de las plantas, con sus micorrizas. El sistema así
formado recicla los nutrientes que circulan por la cadena trófica. Los suelos
evolucionados, profundos, húmedos y permeables suelen contar con las lombrices
de tierra, anélidos oligoguetos comedores de suelo, en su edafón, lo que a su vez
favorece una mejor mezcla de las fracciones orgánica y mineral y la fertilidad del
suelo.
Causas de la degradación o destrucción de los suelos
Los suelos se pueden destruir por las lluvias. Estas van lavando el suelo,
quitándole todos los nutrientes que necesita para poder ser fértil, los árboles no
pueden crecer ahí y se produce una deforestación que conlleva como
consecuencia la desertificación.
Composición
Sólidos
Líquidos
Esta fracción está formada por una disolución acuosa de las sales y los iones más
comunes como Na+, K+, Ca2+, Cl-, NO3-,… así como por una amplia serie de
sustancias orgánicas. La importancia de esta fase líquida en el suelo estriba en
que éste es el vehículo de las sustancias químicas en el seno del sistema.
La evolución natural del suelo produce una estructura vertical “estratificada” (no en
el sentido que el término tiene en Geología) a la que se conoce como perfil. Las
capas que se observan se llaman horizontes y su diferenciación se debe tanto a
su dinámica interna como al transporte vertical.
El transporte vertical tiene dos dimensiones con distinta influencia según los
suelos. La lixiviación, o lavado, la produce el agua que se infiltra y penetra
verticalmente desde la superficie, arrastrando sustancias que se depositan sobre
todo por adsorción. La otra dimensión es el ascenso vertical, por capilaridad,
importante sobre todo en los climas donde alternan estaciones húmedas con
estaciones secas.
Se llama roca madre a la que proporciona su matriz mineral al suelo. Se
distinguen suelos autóctonos, que se asientan sobre su roca madre, lo que
representa la situación más común, y suelos alóctonos, formados con una matriz
mineral aportada desde otro lugar por los procesos geológicos de transporte.
La textura del suelo está determinada por la proporción de los tamaños de las
partículas que lo conforman. Para los suelos en los que todas las partículas tienen
una granulometría similar, internacionalmente se usan varias clasificaciones,
diferenciándose unas de otras principalmente en los límites entre las diferentes
clases. En un orden creciente de granulometría pueden clasificarse los tipos de
suelos en arcilla, limo, arena, grava, guijarros, barro o bloques.
Las mezclas asfálticas y el hormigón son los materiales más habituales para crear
el pavimento urbano, ya que tienen una buena capacidad de soporte y permiten el
paso constante de vehículos sin sufrir grandes daños.
VÍAS
En general son los senderos por los que nos podemos intercomunicar.
Por lo contrario encontramos a los suelos finos, como las arcillas y linos que
poseen una muy baja resistencia a las fuerzas externas a ellos, y una mayor
actividad de movimiento entre sus componentes.
Para corregir las deficiencias de esta capa cuando encontramos algún tipo de
suelo, que nos represente un desempeño desfavorable de la vía, utilizamos
diferentes métodos de corrección como lo son:
REEMPLAZO DE MATERIAL