Es un elemento mediador en todo lo competente a lo ambiental y el desarrollo.
En países con crecientes marginalidades a todo nivel, alcanzar el bienestar en su óptimo sentido no es simple. Es pertinente unificar criterios para medir los avances al respecto. En esta línea de trabajo, desde 1990 el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) emite diagnósticos anuales para 160 países con la pretensión de diseñar prognosis acordes al denominado Desarrollo Humano Sostenible (DHS), el cual se cuantifica a través del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Estos informes son el resultado de la yuxtaposición de una gama de variables con un espectro relativamente amplio de respectivos indicadores. Allí logra recogerse un conjunto homogéneo de lo requerido para medir calidades de vida, el cual fue acogido en consenso por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). No obstante, dicho informe no parte de una revisión crítica a las desventajas de colocar datos que descansan tras el único fuero de lo cuantitativo, pues arroja rangos y escalafones de países que sí llegasen a completarse con peculiaridades propias trastornaría notoriamente ese orden anunciado, ya que, por ejemplo, se desconoce la incidencia y real envergadura de los conflictos armados en las formas de vida, desplazamiento y segmentación del tejido social, y en consecuencia, de la calidad del vivir. Sin embargo, no puede desconocerse las fortalezas teóricas y conceptuales del Indice de Desarrollo Humano (IDH), dado que es un punto de vista alternativo que replantea los estilos de progreso y la forma convencional de medirlo. Se trasciende la valoración ortodoxa de desarrollo como crecimiento (acumulación), industrialización, auge de mercados y, en general, avances macroeconómicos. Las gentes no son entidades anónimas y abstractas para que sean ignoradas en su sentir y percepción subjetiva e intersubjetiva de bienestar. “Los índices de calidad de vida o del desarrollo humano que están siendo diseñadas por las Naciones Unidas y algunas universidades y gobiernos, esperan integrar diferentes variables que han sido identificadas como objetivos posibles de la humanidad. Algunas de las variables recientemente agregadas tratan de involucrar lo que los cinco sentidos le dan al bienestar humano: visión, gusto, tacto, olor, sonidos; otros incluyen visiones platónicas de la felicidad como la belleza, justicia y verdad. De esta forma la ética, el poder, el conocimiento y el placer están reemplazando el PIB. Tratando de cuantificar la calidad algunas instituciones han diseñado índices de calidad de vida conectados a anteriores índices que están siendo medidos.