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J. Rufus Fears
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A través desu correspondencia con Dollinger pueden
rastrearse con cierto detalle los orígenes de la proyectada
Historia de la libertad y la suerte que habría de correr.
En 1865, durante su luna de miel, Acton comenzó a considerar
la idea de escribir un ensayo acerca del paganismo y de la
cristiandad en relación con sus respectivas contribuciones a
la moral: cuáles eran las verdaderas morales conocidas por el
paganismo grecorromano y cuáles las que había aportado
el cristianismo. Esto constituyó el tema de dos conferencias que
pronunció en 1877antelosmiembros de la Bridgnorth
Institution, en elAgricultura!Hall de esa ciudad, invitado por
Horatio Ward, clérigo protestante y maestro de escuela que
había apoyado la candidatura de Acton en 1868cuandoéste
aspiraba alParlamento en representación de Bridgnorth. En
estas dos conferencias Acton trazó la Historia de la libertad
en la antigüedad y la Histo ria de la libertad en la
cristiandad y sus argumentos principales fueron reproducidos
con más fuerza, coherencia y claridad en su crítica al libro de
Sir Ersldne May La democracia en Europa, que Acton publicó
en enero de 1878.
Las conferencias fueron publicadas en Bridgnorth y recibie
ron una acogida que complació a Acton. Roscher deseaba tra
ducirlas al alemán, y en 1878apareció una versión en francés
que
no contó con la aprobación de Acton. En 1877, poco después
de pronunciar la segunda conferencia, manifestó su
intención de publicar ambas en un pequeño volumen, con
aparato erudito, y pensaba que podría hacerlo el año
siguiente. Pero un año después el proyecto se había tornado
más ambicioso y Acton había comegzado a reunir
sistemáticamente material para escribir un libro. Este se
considera todavía como una desviación temporaria de su
proyecto más importante, la Historia de In glaterra de 1509
a 1702. En mayo de 1878planea dar forma a este material
durante el verano para publicarlo con el título de Historia
de la libertad y dedicarse después a trabajar en su His toria de
Inglaterra. En febrero de 1881el proyecto ha alcanzado tal
envergadura que Dollinger teme que su antiguo discípulo esté
escribiendo una historia universal, en lugar de una historia de la
libertad. Acton responde que no intenta hacer tal cosa, pero síse
propone elaborar um; filosofía de la historia, y antes de
empezar a escribir debe llevar a cabo una vasta investigación,
absoluta-
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mente necesaria: estudiar una inscripción hallada
recientemente, que arroja nueva luz sobre Ciro el Persa;
investigar acerca de Juliano el Apóstata y de numerosos
estudios sobre política y pensamiento político en los
comienzos de la edad moderna. En muchas áreas, dice, no se
ha hecho ni siquiera una investigación básica, y él debe él.brir
nuevos caminos: la historia de la esclavi tud, la historia de
losimpuestos, la historia de la democracia y del socialismo, la
historia de la idea de progreso y otras. Por fin, el maestro
exhorta a su discípulo a quedeje de investigar y comience a
escribir. No hay libro perfecto, le escribe, y siempre existe la
posibilidad de agregar nuevos materiales en las ediciones si
guientes. Dollinger teme que, como Moisés, no vivirá para ver
la tierra prometida de la Historia de la libertad de Acton, y
su consejo se hace más concreto; insta a su antiguo
discípulo a escribir una historia constitucional ,centrada en las
instituciones existentes a través de las cuales se ha realizado la
libertad. Acton había considerado este enfoque y lo había
rechazado, eligiendo en cambio lo que Dollinger llamaba una
historia del dogma, que exploraba cada rama del árbol
genealógico de la idea de libertad, sin omitir ningún desarrollo
histórico y ningún pensador que hubiese sido, de algún modo,
importante para el progreso de la libertad o hubiese
esclarecido el derecho a ella.
Hacia septiembre de 1882 la Historia de la libertad de Acton
había quedado entrelazada con el tema del juicio moral en la
historia, de alcance mucho más amplio, en relación con el cual
su disputa con Dollinger había llegado a una crisis. Acton
admite ante su maestro que la demora en la ejecución dela obra
se debía a algo más que a la mera reunión de material. "Yo
mismo había empezado a dudar", le escribe. Ante el hecho de
que Dollinger rechaza su opinión en cuestiones tan decisivas,
Acton comienza a preguntarse si habrá alguna falla esencial en
su propio enfoque de la historia, en su juicio sobre los
asuntos y los personajes históricos. En otra carta, fechada en
septiembre de 1882, vuelve a expresar su tristeza al descubrir
el misterioso abismo que lo separa de su maestro, después de
haber sido su devoto discípulo durante toda la vida, y al
comprobar que debe seguir su camino en dirección opuesta.
Después de esto, el tema del juicio moral en la historia y la
Historia de la libertad desaparecen de su correspondencia. Al
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principio, Dollinger había pensado que la idea de escribir este
libro era buena, pero también que el proyecto de la Historia de
Inglaterra era aun mejor, y que serí.a "una obra más perdurable
que el bronce". No obstante, la imaginación de los admiradores
de Acton en Inglaterra, Gladstone, su hija y otros, fue excitada
por la Historia de la libertad.
Se trataba de una idea afín a los más elevados intereses de
esta época tan fecunda para los escritos históricos en Europa
y América, y que podría decirse que comenzó con Declinación
y
caída del Imperio Romano, de Gibbon, cuyo primer volumen
apareció en el mismo año que la Declaración de Independencia.
Esta época es perfectamente acorde con la publicación de una
historia de la libertad de pensamiento y de una historia de la
idea de progreso, ambas escritas por J. B. Bury, el editor más
distin guido de Gibbon y sucesor deActon comoProfesor Real.
En ella los historiadores escribían animados por el espíritu dela
sentencia hegeliana: "La historia del mundo es el progreso de la
conciencia de la libertad ". Los colosos de ambos lados del
Atlántico, Bancroft,Motley, Parkman, Grote,Freeman y
Macaulay, habrían estado de acuerdo con Acton en que "la idea
de la libertad es la unidad, la única unidad en la historia del
mundo, y el único principio de una filosofía de la historia".
Estos hombres explo raron, con dominio crítico de las fuentes
y con excelencia de estilo, los acontecimientos más notables
en este progreso de la libertad: la Grecia clásica, el ascenso de
la república holandesa, la supervivencia de la tradición
anglosajona de libertad bajo el dominio delos normandos
,eltriunfo de los principios de libertad de los Whigs y la
difusión y el arraigo de esta tradición inglesa de libertades
civiles en Norteamérica.
Acton se sentía inspirado por la idea de rastrear el
desarrollo del verdadero concepto de libertad, con lo cual
habría puesto el
remate filosófico a un siglo de investigación histórica. Sir
James Erice describe a Acton, imbuido de la idea de una
historia de la libertad: "[Actonl habló apenas durante seis o
siete minutos, pero lo hizo como un hombre inspirado; era
como sicontempla ra, desde la cima de una elevada montaña,
los sinuosos caminos del progreso humano desde las costas
cimerias, sumidas en la nebulosa prehistoria, hasta la luz más
plena, aunque incierta y vacilante, de los tiempos modernos Su
elocuencia era magnífica,
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pero más adrrúrable aun era esa clarividencia penetrante que
percibía, en todos los acontecimientos y en todas las épocas, la
acción de aquellas fuerzas morales que, ora creando, ora destru
yendo pero siempre transmu tanda, habían plasmado y remodelado
lasinstitucionesy habían conferido alespíritu
humanosuproteiforme energía. Era como-si un rayo de sol hubiera
iluminado de repente todo el panorama de la historia.Yo no había
escuchado nunca una disertación como aquélla y jamás volví a
escuchar otra igual".
Pero ese hombre inspirado, que leía incesantemente y
tomaba innumerables notas, estaba resuelto a no escribir. En
sus cartas a Mary Gladstone acostumbraba referirse a su
Historia de la li bertad como a "La Señora del Futuro", y ella
temía que, como el artista del cuento de Henry James, que
quería pintar el retrato perfecto, Acton terrrúnara ante una tela
en blanco. Le parecía terriblemente injusto que negara a sus
compatriotas todos los beneficios que tenían derecho a esperar
de él. Y le escribía: "Me siento desgraciada al imaginar esas
cajitas de cuero negro que están sobre la mesa, atiborradas de
notas, esos libros llenos de marcas y apuntes, y sobre todo ese
inmenso tesoro de conoci rrúentos y de ideas que hay allí,
encerrado en el hombre que se sienta ante esa mesa, que lee y
marca esos libros y toma esas notas; y al pensar que tal vez
toda esa abundancia no saciará nunca nuestra hambre y
nuestra sed".
Acton le responde: "En cuanto a mi tedioso libro, le ruego
que no olvide que nadie está de acuerdo con las cosas que
puedo decir, que no tengo discípulos ni seguidores y que esto
no es precisamente un estímulo para escribir y explayarse;
tenga en cuenta que cuando los hombres envejecen se
desaniman ante cualquier brecha en sus conocimientos, y
que no tengo otro mérito que ese que usted describe con
tanta gracia: marcar eternamente innumerables libroscon
pedacitos depapel y guardar los papeles más grandes en cajas
de cuero negro".
Esta carta de Acton está fechada el9 de febrero de 1884.A su
muerte, dieciocho años después, su Historia de la libertad era
una tela en blanco. Todavía estaban allí los libros, con sus
notas; todavía se alineaban las cajas de cuero negro atestadas
de papeles en la biblioteca de la Universidad de Cambridge. Y
el estudiante se da cuenta, después de revisar decenas de cajas
y millares de notas, de que Acton jamás escribió ni un solo
capítu-
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lo, ni siquiera un párrafo de esa gran Historia de la libertad
que tanto inspiró a otros y que fue, para otros, la obra de su
vida.
Acton decepcionó a muchas personas, y de distintas maneras.
El que sería después cardenal Manning escribe así a
Gladstone
acerca de él: "Ya no quiero hablar más de Lord Acton, cuya
carrera ha defraudado a sus verdaderos amigos, y no sólo a
los
católicos. Pudo haber hecho mucho entre nosotros, y en la vida
pública". También su padrastro sesintió frustrado por su fracaso
en la función pública. Mucho mayor aun fue la desilusión de
aquellos que esperaban ansiosamente el que se dio en llamar "el
libro más grande que se haya escrito jamás", la Historia de la
libertad. Acton sabía que sus amigos lo consideraban un verda
dero enigma, y esto lo tenía perplejo. En una carta a Dollinger
dice: "Para mí es un auténtico misterio que los que mejor II!e
conocen consideren que mi personalidad es enigmática". El
sabía bien por qué había dejado de escribir: quería decir cosas
importantes a una época que no necesitaba ni comprendía sus
ideas.
Se daba cuenta de que su idea de la historia y su concepción
de la libertad eran absolutamente personales. Creía
firmemente que las instituciones y las estructuras
constitucionales, como el gobierno representativo y el
federalismo, eran fundamentales para garantizarla libertad. No
obstante, su Historia de la libertad no podía formar parte de
una historia constitucional. "La historia de las instituciones
carece de unidad", escribe, "pero síexiste una gran unidad en la
historia de las ideas, de la conciencia y la moral y de los medios
de salvaguardarlas. Me animaría a decir que aquí está el secreto
de la filosofía de la historia: sólo desde este punto de vista se
puede descubrir un progreso constante, y por lo tanto, es el
único que justifica para el hombre los caminos de Dios".
La religión y la libertad eran para Lord Acton, el católico
liberal, los dos ideales supremos, y lospone en un pie de
igualdad con la moralidad. y la conciencia. Define la libertad
como la condición que facilita elgobierno de la conciencia. La
libertad es el gobierno de la conciencia, el reino de la
conciencia . Para Acton, el liberalismo se funda esencialmente
en la idea de la
conciencia, en la concepción de que el hombre debe vivir de
acuerdo con su propio entendimiento, debe preferir la voz
de Dios a la voz de la opinión pública. Según su definición,
para
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un verdadero liberal el alma es el fin último, todo lo demás no
es sino un medio. La conciencia es el medio por el cual el alma
se libera de la servidumbre del pecado. Por lo tanto, existe y
actúa para el individuo, y al hacerlo se convierte en el
principio fundamental de la auténtica libertad, que es el
dominio de sí mismo. La conciencia individual sólo está
limitada por la con ciencia de los otros. En la medida en que
respete la conciencia de otros, tenderá a poner límites a la
autoridad y a aumentar la libertad. En palabras de Acton ,la
conciencia es la ley que rige el dominio de sí mismo.
Esta concepción profundamente religiosa se dirigía a una
época eminentemente secular. En la conferencia que Acton
pronunció en 1877sobreLa historia de la libertad en la
antigüedad
se encuentra ya implícita esta definición de libertad como con
ciencia. "Entiend o por libertad la seguridad de que cada hom
bre, al cumplir con lo que considera su deber, estará protegido
contra la influencia de la autoridad y de las mayorías, de la
costumbre y de la opinión. Sólo en su esfera de acción
inmediata tiene el Estado competencia para asignar deberes y
trazar una línea demarcatoria entre el bien y el mal.Más allá
de los límites necesarios para preservar su bienestar , [el
Estado] sólo puede ayudar indirectamente a librar la batalla
dela vida, promoviendo las influencias que deben prevalecer
contra la tentación: la religión ,la educación y la distribución
dela riqueza." Sedesprende de estas notas, y de numerosos
bosquejos, que el libro de Acton sobre la historia de la libertad
habría de ser fundamentalmente una historia de la evolución de
la idea de conciencia; Sócrates,los estoicos y los esenios
descollarían tanto o más que Platón, Aristóteles o la historia
constitucional. También el medioevo y la modernidad serían
tratados como idiosincrásicos. Savonarola, y los movimientos
tales como los levellers y los cuáqueros, reci birían más
atención que John Loclce. Habría una serie decapítulos
dedicados a losmovimientos e instituciones que promovieron
la defensa de la libertad: el surgimiento de las ciudades, el
desa rrollo de un poder judicial independiente, los
movimientos emancipadores. También habría otros en los
que se trataría sobre las fuerzas que habían socavado la
libertad y el dominio de la conciencia, entre ellasla democracia
irrestricta, elnacionalismo, el socialismo y el racismo.
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Acton creía que el despotismo va siempre acompañado por la
corrupción moral y que la decadencia de la moralidad y la
conciencia acarrea la ruina de la libertad. Consideraba que la
democracia mina la conciencia de los hombres tanto como el
absolutismo, porque hace que prefieran la opinión de los otros,
en lugar de la suya propia, acerca de lo que es mejor para ellos;
los desmoraliza al liberarlos del sentido de responsabilidad y de
la obligación de esforzarse. En un ensayo publicado en 1878
Acton se refiere al antagonismo primordial que existe entre la
libertad y la democracia, y a laíntima asociación entre
elsocialismo
·y las manifestaciones más recientes de la democracia . La idea
de libertad había perdido su ascendiente sobre los hombres y
la democracia se mantenía a través delsocialismo, dela promesa
de otorgar valiosos dones a las masas. La teoría del socialismo
sólo leparece menos criminaly absurda que la teoría del
nacionalismo, que no aspira a la libertad ni a la prosperidad,
sino que sacrüica ambas a la imperiosa necesidad de hacer de la
nación el molde y la conciencia del Estado. Su marcha estará
signada por la ruina, moral y material. Las teorías raciales y el
darwinismo contribuyen a esta devastación moral, minando el
concepto de la responsa bilidad individual y sustituyendo las
ideas de conciencia y libre albedrío por las de determinismo y
selección natural.
Acton quería creer que la providencia señalaba el camino
hacia la concepción, el disfrute y el afianzamiento de la
libertad,
pero en los últimos años de su vida vio cómo triunfaban por
doquiera aquellas fuerzas disgregadoras. La derrota del Sur en
la Guerra de Secesión de los Estados Unidos fue un golpe casi
tan terrible como el Concilio Vaticano. El federalismo, que
había constituido el freno más eficaz a los avances de la
democracia y la mejor garantía de los derechos de las
minorías, había sido degradado por su asociación con la
esclavitud y aplastado por el absolutismo democrático. En
cuanto a las teorías del racismo y el darwinismo social, habían
penetrado tan profundamente en la vida intelectual de Europa
como lo habían hecho las del nacio nalismo y el socialismo en
su vida política.
Este pesimismo fue un factor fundamental de la renuencia de
Acton a escribir una obra que pudiera ser publicada, pero si
bien
le impidió escribir acerca de la historia, no fue un obstáculo
para que pensara acerca de ella. En su conferencia
inaugural, en
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Cambridge, dijo que el estudio de la historia "cumple su
propó sito simplemente al hacernos más sabios, aunque no
escribamos libro alguno, y nos confiere eldon del
pensamiento histórico, que es mejor que la erudición
histórica". En sujuventud había escrito que el hombre
necesita tener un ideal que estimule sus energías mucho más
de lo que puede hacerlo cualquier cosa material, y que éste,
quizás afortunadamente, nunca se realiza . Dio como
ejemplo típico el de los tres sabios que, siguiendo una
estrella, buscaron un rey y encontraron un redentor; también
habló de Cristóbal Colón, que al ir en pos de las Indias halló
un nuevo mundo . Su ideal fue la Historia de la libertad, que
le sirvió de guía durante largos años de investigación y de
pensamiento históri cos, en cuyo transcurso se formó una de
las inteligencias más profundas y originales del siglo xrx en
lo que respecta al pensa miento político. Las pequeñas cajas
de cuero negro guardan, planteados y expresados en forma
admirable, innumerables aforismos sobre el hombre y la
sociedad política .
Estos materiales pasaron, después desu muerte, a la
biblioteca de la Universidad de Cambridge, donde perman
ecieron casi ignorados durante alrededor de treinta años, hasta
que afines de la década del treinta se reconoció su valor, así
como el de su autor. Acton sentía que sus ideas no tendrían eco
en la Inglaterra victoriana; pero sí encontraron mejor acogida en
una generación que había presenciado la ruina moral y
material de Europa, causada por el surgimiento de diversos
despotismos que prego naban los lemas del socialismo, el
nacionalismo, el racismo y la democracia. Un sistema que
ostentaba en el nombre mismo de su partido los ideales del
socialismo y del nacionalismo cometió los crímenes más
horrendos en nombre de teorías raciales extra vagantes. No
fueron menos salvajes ni menos destructivos para la libertad y
para la civilización los crímenes perpetrados en nombre
delaideología socialista por elcomunismo ,que pretendía regir
repúblicas democráticas o populares.
Con el surgimiento del moderno totalitarismo se plantea
inevitablemente el dilema de la conciencia individual y los
límites morales del poder del Estado. Así lo había vaticinado
Acton, que fue considerado un profeta por la generación de la
Segunda Guerra Mundial. Los trabajos de Ulrich Noack en
Alemania, de Herbert Butterfield y George Fasnacht en Ingla-
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terra, y de Gertrude Himmelfarb en nuestro país iniciaron una
nueva era con respecto al estudio de Acton y de su contribución
a la historia y al pensamiento político. El redescubrimiento de
su figura entre las ruinas del liberalismo clásico constituye en
sí mismo un capítulo fascinante en la historia de la idea de
la libertad, un capítulo que, por su sutileza y sus
ramificaciones, merecería haber sido escrito por el mismo
Acton.
El dijo una vez:"El bien que los hombres escriben los sobre
vive". Sigue siendo nuestro contemporáneo a través de sus
escritos, y cuando nos habla, su proximidad es apremiante. Sus
ideas sobre la naturaleza humana y la política, sobre el signifi
cado de la libertad del hombre, de las fuerzas que la nutren y de
las que la amenazan, son hoy más profundamente verdaderas
que cuando las escribió hace más de un siglo. Su mensaje tiene
una importancia fundamental para todos losmiembros pensantes
de una sociedad libre.
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