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EUSEBIO VELA: PADRE Y PATRONO DE CÓMICOS (1713-1737)


Piedad Bolados Donoso
Universidad de Sevilla

Los juicios que se han vertido para los albores del siglo XVIII no han sido, en
ninguno de los campos, excesivamente halagüeños ya que la guerra de Sucesión
española afectó, de forma muy negativa, a todos los sectores: desde el político al
demográfico, pasando por los otros campos que nuestra memoria e interés nos permitan
recordar.
Las diversiones teatrales no escaparon de este tinte negativo, llegándose a decir que
este siglo carecía de teatro propio. Debemos recordar cómo la lengua castellana fue
relegada —a favor del italiano— a la hora de componer los autores, sobre todo cuando
se trataba de obras cortesanas, en perfecta consonancia con la nacionalidad y gusto de la
reina. Además, los continuos enfrentamientos bélicos hicieron mermar una población ya
castigada por fenómenos naturales, como las epidemias, por lo que a medida que van
pasando los años son también más escasos los hombres y mujeres que se dedican al mal
visto arte de Talía, además del envejecimiento que supone la no renovación de los
actores y el cansancio del público de ver siempre a los mismos. Aunque en abril de 1713
fue firmada la paz en Utrecht, Barcelona no se rendiría hasta septiembre de 1714. Pero
esto no sería nada más que un eslabón de la cadena de sucesos que arruinaban las
representaciones teatrales, abocándolas hacia su inevitable desaparición. Tampoco
podemos olvidar que los lutos reales —por ejemplo, la reina María Luisa Gabriela murió
en 1714— dejaron a los actores por bastantes temporadas sin trabajar y, por ende, sin
medios económicos para sobrevivir.
No obstante, los corrales madrileños se mantuvieron abiertos, afortunadamente, por
orden gubernativa, con el fin de distraer a un público cansado de los desastres de la
guerra y con una moral por los suelos. Así se expresaba Juan Antonio Penón,
administrador de los corrales madrileños, en fecha próxima a terminar su contrato
(1712), para exponer y quejarse de la decadencia de este arte:

... asi en esta ocasión como en el discurso del tiempo que sobreuino, tanto
por los generales contratiempos que han arruynado a el produto deste propio
mas que ha otros, como por los particulares de uenida de enemigos, falta de
jente y de los papeles mas principales de las compañías, hausencia de otros
representantes que por sus fines particulares salieron de esta Corte, no siendo
menos considerables los crecidos gastos que a el suplicante se le an orijinado
en traer partes de fuera de esta Corte para restablezer dichas compañías...1.

Esta situación narrada por Penón alude, en especial, a dos hechos que
contribuyeron, en gran medida, a la decadencia que estamos presentando del teatro; los
1
N. D. Shergold y J. E. Varey, Teatros y comedias en Madrid: 1699-1719. Estudio y documentos. London, Tamesis Books,
1985, p. 154. doc. 83.

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dos se pueden ejemplificar en la misma familia y es el testimonio más exacto —para


describir una realidad— que hemos podido documentar. Se trata de los que hacen
referencia a la «... hausencia de otros representantes que por sus fines particulares
salieron de esta Corte... », aplicables a EUSEBIO VELA, pudiendo sobreentenderse que
«parte» de esta decadencia se debe a la ausencia de buenos actores; y, en segundo lugar,
por los gastos que conlleva el trasladar a los buenos representantes de otros lugares,
donde llegaron buscando mejor fortuna, o, lo que es lo mismo —según dice el
documento citado— «... traer partes de fuera de esta Corte... », como fue el caso de
Antonio Vela —hermano de Eusebio— que, afectado igualmente por la crisis, decide
buscar fortuna en otra Corte y pide permiso al Rey, en 1714, para marchar a la corte de
Lisboa y ejercer allí su profesión. Aunque el 2 de agosto se le respondió, en primera
instancia que «no» podía ausentarse, so pena de cuatro años de cárcel en África, el 6 del
mismo mes el Rey revoca esta orden y le deja libre para ir donde le plazca2.
Transcurridos algunos años —después de 1727 ya que esa temporada era el «autor» en
las Arcas de Lisboa— volverá a la corte madrileña.
Por esta misma época, aproximadamente, en Nueva España no corrían mejores
tiempos para la escena3. Según refiere Jiménez Rueda «El gobierno de esta Colonia tenía
las mismas atribuciones que el de la Metrópoli, por lo que se refiere al régimen de los
teatros; por ello el Virrey interviene concediendo licencias a las compañías para actuar y
aun ordenando su traslado de un lugar a otro»4, como sucede en España y es la razón por
la que un arrendador podía sumirse en la miseria. Además, los mayordomos del Hospital
Real de los Indios5, como, por ejemplo, en los primeros años del siglo XVIII, Lorenzo
2
Ibid., pp. 186-187; igualmente, está documentada la presencia de Antonio Vela en la Corte olisiponense en el trabajo de
Mercedes de los Reyes Peña y Piedad Bolaños Donoso, «Presencia de comediantes españoles en el Patio de las Arcas de
Lisboa (1700- 1755)». en El escritor y la escena. Actas del I Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y
Novohispano de los Siglos de Oro. México, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1993, pp. 241, 253: 272 y 273.
3
Existen buenos trabajos de conjunto sobre el teatro en México. Por ejemplo, y por orden cronológico, se pueden ver:
Hildburg Schilling, Teatro profano en la Muera España [Fines del siglo XVI a mediados del XVIII]. México, Imprenta
Universitaria, 1958; E. Olavarría y Ferrari, Reseña histórica del teatro en México, México, 1961, 3a ed., 5 vols.; Othón
Arróniz, Teatros y escenarios del Siglo de Oro (ver IV: «El teatro en Nueva España»). Madrid, Gredos, 1977, pp. 128-159;
Germán Viveros Maldonado, Teatro Mexicano. Historia y dramaturgia. IX. Dramaturgia novohispana del S. XVIII, México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993 (Agradezco a Dña. Margarita Peña el haberme facilitado este texto). Tras
la consulta de todos ellos es imposible saber cuál fue la «primera» representación documentada, ya que todos hablan de
«una» primera, pero no coinciden. El hecho en el que están todos de acuerdo es en la primera casa de comedias que
funcionó en México —a semejanza de los corrales de la Pacheca y del Príncipe—, la cual estuvo ubicada en la esquina de la
calle de Jesús y Cerrada, hoy avenida de la República de El Salvador [1984], que en rigor era un local anexo al Templo de
Jesús. Pero el primer «teatro» construido para casa de Comedias fue el del Hospital Real de Naturales (o Indios), levantado
en el claustro del mismo Hospital, que hoy es la Avenida de San Juan de Letrán [actual Eje Central Lázaro Cárdenas], en la
esquina con la actual calle Victoria. Su cédula de construcción se remonta a 1553 y las primeras noticias documentadas de
su actividad provienen de las Actas de Cabildo de México de 1598 (Cfr. Armando de María y Campos, Guía de
representaciones teatrales en la Nueva España (siglos XVI al XVIII), Méjico, B. Costa-Amic. Editor, 1959. p. 68).
4
Cfr. J. Jiménez Rueda, «Documentos para la historia del teatro en la Nueva España». Boletín del Archivo General de la
Nación. Méjico. n° 1°, XV, 1944. pp. 103-144; p. 103.
5
Cfr. David Marley (ed.). Constituciones y ordenanzas para el régimen y gobierno del Hospital Real y General de los
Indios de esta Nuera España, ed. facsimilar, México, Rolston-Bain, 1983; Antonio Zedillo Castillo, Historia de un hospital.
El Hospital Real de Naturales. México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1984. La vinculación entre el Hospital y el
teatro era total, según se constata en las siguientes palabras: «... El Hospital y el Teatro tuvieron siempre un enlace
inseparable y por eso el Juez en turno del primero, lo fue siempre del segundo: la jurisdicción privativa de los
Excelentísimos señores Virreyes delegada al oidor en turno por disposición de la ley; y este intervenía en la calificación de

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Alonso de Saravia (1703-1708); Diego Florencio de Alday (1708-1711); Andrés de


Cesarini, mayordomo y autor (1711-1713); y Agustín de Vidarte, mayordomo y autor —
igualmente— (1713- 1727, estabilizándose con él la situación), pasan por su historia con
más pena que gloria a causa de los males que aquejan al teatro (hablando en términos
generales), y se hallan con

...el conflicto de no tener persona que corriese con este empleo, porque
requeridos los que habían entendido en él, se escusaron por el recelo de las
pérdidas que el tiempo y sus circunstancias ofrecían...6,

según testimonio de Alday en 1708. Pero no será el único factor de esta crisis pues la
ausencia o escasez de buenos actores hicieron decaer el arte escénico. La mala
administración de estos mayordomos podría atribuirse a muchos factores, pero ellos
alegan esta «carestía» de buenos profesionales como principal causa de su desgracia.
Dice, nuevamente Florencio de Alday —excusando su mala gestión—

... por haberse ausentado Nicolás de Tapia y Antonia de Ribera, su mujer,


principales papeles en la representación, que como tales atraían el concurso,
había cesado por consiguiente este y sus entradas7.

Pero otras razones se sumarían a las anteriores expuestas, como sería el hecho, por
ejemplo, de que los cómicos no tengan

... ninguna unión (que entre sí) han tenido; por pedir los salarios a su
voluntad; faltan el preciso y necesario estudio de los papeles que se le
reparten; no ensayan las comedias con aquellas circunstancias que se
requieren para su buena execución...8.

Por estas breves pero significativas muestras de lo que ocurría en México podemos
inferir que a ambas orillas del Atlántico se impuso un mismo «pulso» en el arte escénico
y las mismas peripecias que asolaron nuestro teatro, las mismas se impusieron allí ya
que —según Viveros Maldonado— fue tal la penetración que en tierras americanas

tuvo el teatro español peninsular, [...] que en ocasiones se vuelve difícil


identificar la dramaturgia propiamente novohispana, pues obras, autores,

fianzas, el cumplimiento o transgresión de las condiciones y todo lo demás anexo dependiente o incidente del Coliseo en
orden de lo estipulado así en cuanto a el Autor o Empresario, como en cuanto a los cómicos en su oficio» (A. de María y
Campos. Guía de representaciones..., op. cit., pp. 26-27). El Hospital recogió siempre el producto de las entradas de la
cazuela, las bancas y los aposentos.
6
Hildburg Schilling, Teatro profano..., op. cit., p. 82.
7
Ibid., p. 85.
8
Cfr. A. de María y Campos, Guía de representaciones..., op. cit., p. 88.

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empresario y actores españoles con asiduidad estuvieron presentes en el teatro


de las tierras detentadas por aquéllos9.

Y si en España ordenaba un Rey, no menos presión ejerció un Virrey en su


territorio. Pero si hemos de ser justos, tenemos que puntualizar y reconocer que en
España salimos ganando en materia de actores; los genuinos hispanos estuvieron muy
por encima de la valoración que hicieron los críticos mexicanos de sus propios actores.
Para ellos la desgracia mayor del arte de Talía residía en esta gente por: «... su
indiferencia para preparar y llevar a cabo las representaciones, su general informalidad,
su indisciplina y sus impertinentes exigencias... »10. No fue de este tenor el juicio que
vertieron sobre un gran actor. Refieren que

... en faltando Eusebio Bela, o cayendo en una larga enfermedad, como


puede suceder, no hay en esta ciudad de quien poder echar mano que pueda
llenar su hueco, y suplir la falta de su persona en este ministerio, y en este
caso experimentará el Hospital grave perjuicio11.

Pues bien, ¿quién fue este EUSEBIO VELA del que excepcional mente hablan tan
bien en una época donde hemos oído que los actores no se llevan —lo que se dice— el
favor del público ni de la crítica? Según Beristáin, era un «poeta dramático si no igual a
los Lope y Calderón, seguramente superior a los Montalvanes y a los Moretos en la
decencia de las jocosidades»12, y según Magaña Esquivel «el dramaturgo del virreinato
de mayor relieve después de Ruiz de Alarcón y de Sor Juana»13. Pero si dichas palabras
se refieren a su quehacer dramático —quehacer que no enjuiciaré en este trabajo—
como actor no son menos las alabanzas que hemos ya citado o las que a continuación
refiero. Recoge María y Campos que tenía «la congenial malicia de los farsantes»14,
según el licenciado Palacios, Fiscal de su Majestad; o que «... agradaba mucho en las
tablas... » tal y como se expone en el Diario de México15 entre otros muchos juicios que
podríamos traer a colación.
Resuelta ya la duda por otros investigadores sobre la patria que vio nacer a este
hombre16, es —a pesar de haber nacido en tierras castellanas— un hombre que se forma
como actor, empresario y dramaturgo plenamente en Méjico. Es verdad que su familia
más directa participa ampliamente de una buena reputación artística en España: así, su
9
Cfr. Germán Viveros Maldonado. Teatro Mexicano.... op. cit., p. 12.
10
Cfr. Hildburg Schilling, Teatro profano..., op. cit., p. 100.
11
Ibid., p. 101.
12
Cita tomada de Rodolfo Usigli, México en el teatro. México, Imprenta Mundial, MCMXXXII, p. 58.
13
Antonio Magaña Esquivel, «Los teatros en México hasta el siglo XIX», Revista Interamericana de Bibliografía, XXII,
1972, pp. 242-256; p. 244.
14
A. María y Campos, Guía de representaciones..., op. cit., p. 47.
15
Tomo 8o (1800).
16
En su testamento declara que nació en Toledo -en los reinos de Castilla-. Por otras declaraciones suyas sobre la edad,
podemos calcular que debió de nacer entre octubre de 1687 y junio de 1688. Cfr. Tres comedias de Eusebio Vela, int., ed. y
notas de Jefferson Rea Spell y F. Monterde, México, Imprenta Universitaria, 1948. p. VII, nota 1a.

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padre, Juan Vela o «Manuel de Lavaría» (nombre supuesto) —hermano del también
actor Miguel Vela17— era oriundo de Paracuellos de la Rivera (Aragón), aunque se crió
en Tudela (Navarra), e hizo «galanes» en la compañía de la «Alquilona», en Valencia,
trabajando con su hermano Miguel «graciosos» en diversas compañías madrileñas y,
según consta por la carta de difuntos, murió en Madrid en 169918. Hubo de trabajar en
zonas alejadas a su lugar de nacimiento —aun en contra de lo que podríamos esperar
como más lógico— ya que no se constata su presencia ni en Logroño, ni en Calahorra19,
ni en Pamplona20, ni así como en su propia ciudad, Tudela21. Sin embargo, el papel de
«gracioso» lo desempeñó con la autora de comedias, Angela de León, la cual se
comprometió -con su compañía- a representar en Burgos en la temporada que se inicia
en 167722. Le acompaña en el reparto su esposa, Angela García, haciendo papeles de 3a
dama.
Las primeras noticias de su hermano Miguel se remontan al año de 1683, en el que
trabajaba -conjuntamente con su esposa, Francisca Monray- para la compañía de
Antonia Manuela Sevillano, en la ciudad de Valladolid25. Después tenemos documentada
su presencia en la compañía de Juan Antonio Pernia como -procurador- y, como tal,
compromete a la compañía de Pernia con los gobernadores de los Niños de la Doctrina
Cristiana de Pamplona, para ir a trabajar allí, en 1701. Cuando se firma
l<>

20
Cfr. María Teresa Pascual Bonis, Teatro, fiesta y sociedad en Pamplona de 1600 a 1746. Estudio y documentos.
Tesis doctoral inédita, defendida en la Universidad Complutense de Madrid, 1994.
21
Cfr. María Teresa Pascual Bonis, Teatros y vida teatral en Tudela: 1563-1750. Estudio y documentos. London,
Tamesis Books/Gobierno de Navarra, 1990. Aunque aparece su nombre en el índice, es sólo para referir la autora que fue
-oriundo- de Tudela o de alguno de los pueblos limítrofes.
22
Cfr. Ignacio Javier de Miguel Gallo, El teatro en Pingos f1550-1752). El patio de comedias, las compañías y la
actividad escénica. Estudio y documentos. Burgos, F.xcmo. Ayuntamiento de Burgos, 1994, p. 268, doc. 266.
Cfr. Ignacio Javier de Miguel Gallo. El teatro en Pingos..., op. cit., p. 274, doc. 294.

17
Cfr. N. D. Shergold y J. E. Varey, Genealogía, origen y noticias de los comediantes de España, London, Tamesis Books.
1985. p. 227. Véase el Anexo I con la genealogía de los Vela.
18
Cfr. N. D. Shergold y J. E. Varey, Genealogía... op. cit., I, 722, 768, 769, 818. 951. 952, 1025, 1026, 1055; II, 356, 531,
593, 597, 605 y 646.
19
Cfr. Francisco Domínguez Matito, La actividad teatral en la Rioja: 1600-1850 (Contribución a su estudio a través de los
patios de comedias de Logroño y Calahorra). Tesis doctoral inédita, defendida en la Universidad de Zaragoza en 1991;
Francisco Domínguez Matito. «Las compañías de comedias en los pueblos de La Rioja en el Siglo de Oro», en El escritor y
la escena..., op. cit., pp. 213-229.

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