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El Corpus Iuris Civilis

Es conocido con este nombre después de la edición en 1583 por Dionisio


Gotofredo en Ginebra. Hasta antes de esta fecha se le conocía con el
nombre Código De Justiniano.

No traducimos Corpus Iuris Civilis como Cuerpo del derecho civil romano.
Por que nos llevaría a pensar que el ius civilis (derecho del ciudadano
romano) regulaba solo las relaciones patrimoniales de los romanos, como
el Derecho Civil actual. El ius civilis también regulaba los delitos, como se
muestra en el libro IX del Codex repetitae praelectionis, que está dedicado
al Derecho criminal, o los libros XLV, XLVI, XLVII, XLVIII, XLIX, L de la Digesta
sive pandectae que también contienen normas sobre delitos públicos y
privados y las penas. Por esto traducimos Corpus Iuris Civilis, comoCuerpo
De Derecho Del Ciudadano Romano.
Conclusión

El gran mérito de la obra de Justiniano fue condensar el saber jurídico de


Roma y actuar como el eslabón de continuidad para que ese
pensamiento pasara a la conciencia jurídica europea suponiendo, sin
duda, el segundo gran momento de expansión del Derecho romano.

A principios del siglo XII se emprendió un estudio de estos textos en Bolonia,


Italia. La difusión del Derecho romano se propagó desde Italia al resto de
Europa a partir del siglo XII.

Con el renacimiento del comercio en Europa y debido a la imposibilidad


del Derecho medieval de satisfacer las necesidades de los cambios de las
condiciones económicas y sociales, el Derecho romano se incorporó a los
sistemas legales de muchos países de la Europa continental y, luego a los
ordenamientos jurídicos de Sudamérica.

Recopilación Ordenamiento cronológico o por materia de leyes dictadas


en distintas ocasiones, conservando cada una de ellas su individualidad,
no obstante de su inclusión en un libro o conjunto de libros para facilitar su
manejo. Codificación. Agrupación orgánica, sistemática y completa—
generalmente en un cuerpo legal llamado código— de todas las normas
que se refieren a una misma materia no permitiendo contradicción ni
ambigüedad y, teniendo ellas una vida unitaria. Código. (Del latín Codex).
Órgano material homogéneo que resulta de la reducción ordenada de un
conjunto de normas positivas de la codificación. Mas...
Las constituciones imperiales (constitutio principis). Actos por medio de los
cuales los emperadores crean normas jurídicas. “La constitución imperial es
lo que el emperador manda por edicto o por epistola”, 'Constitutio principis
est quod imperator decreto vel edicto vel epístula constituit' (Gayo)
Las Constituciones pueden clasificarse en:

Edicto, dirigidas a toda o parte de la población, son aquellas que derivan


del derecho de ordenar (jus edicendi) del emperador, el que posee como
consecuencia de tener ya el mando (imperium) proconsular.

Decreta, son las decisiones de controversias judiciales, referidas extra


ordinem al conocimiento de los emperadores, en primera instancia o en
apelación.
Rescripta, son respuestas que otorgan los emperadores sobre cuestiones de
derecho que les son sometidas a su consideración por oficiales públicos y
privados.

Mandata, son las instrucciones impartidas por los emperadores a los


órganos de la administración periférica, gobernadores de provincia, tanto
de las provincias senaturiales como de las imperiales. Nunca están
explícitamente enumeradas como constituciones, pero no hay duda
alguna de que son también fuentes de derecho. Algunas normas de
derecho privado son introducidas a través de ellas. A diferencia de otras
constituciones, tienen vigor mientras el príncipe de quien emanan,
permanece en el poder. El sucesor suele confirmarla. Cada provincia tiene
su colección, llevada de acuerdo a un orden cronológico, la que
constituye el estatuto de su organización administrativa.

Las constituciones de todo tipo son recogidas en los Comentarios, de los


que hay tantos como categorías de aquéllas. Se lleva, como dijimos, un
estricto orden cronológico. De las constituciones de Marco Aurelio se
recuerdan colecciones llamadas semestría, tratándose probablemente de
selecciones publicadas cada seis meses.

Glosadores. Estudios que hacían anotaciones al margen de la página para


que sea una especie de guía para un mejor compresión. Ej., Alberto
Grandino (s. XIV); Francesco Accursio (1185-1263) o Bartolo de Sassoferrato.
En el caso específico del Derecho moderno, es necesario afirmar que este
es un descendiente directo del Derecho romano, puesto que su tradición
se basa en el ordenamiento jurídico que regía a los ciudadanos de la
antigua Roma, y posteriormente al Imperio Romano, y que llegó a nosotros
gracias a la recopilación hecha por emperador Justiniano I del texto
jurídico más importante de la época clásica, el Corpus Iuris Civilis.

El Corpus Iuris Civilis es una obra que vio la luz por primera vez entre los años
527 y 565, cuando Justiniano, en su afán de formalizar el ordenamiento
jurídico del Imperio, llevó a cabo la mayor recopilación del Derecho
romano de la época. Esta acción fue el resultado de un proceso que venía
desarrollándose desde el gobierno de Constantino (306 – 337 d. C.), debido
a que “la práctica (de los emperadores) llevó a un uso indiscriminado y
generalizado de los rescriptos, (por lo que Constantino) afirmó que estos no
podían contradecir el ius, el cual solo podía ser derogado por razones de
equidad y en casos concretos por el emperador asumiendo en forma
exclusiva la atribución de examinar la interpretación interpuesta entre la
equidad y el derecho”. En otras palabras, el emperador Constantino dio el
primer paso para declarar la superioridad del derecho sobre la casuística
jurídica, lo cual llevó a que los juristas romanos se vieran obligados a acudir
permanentemente a los edicta o leges generales, es decir, a las normas de
contenido general y abstracto dictadas por el emperador, para dirimir
cuestiones jurídicas.

Este proceso fue llevado aún más lejos por los emperadores Valentiniano III
y Teodosio II, quienes afirmaron que no todas las disposiciones imperiales
tenían la misma importancia “toda vez que los rescripta y los decreta no
debían considerarse derecho general (iura generalia), sino aplicables al
asunto que resolvían, teniendo valor general solo los edictos o leges
generales, rótulo que también cobijó a las orationes dirigidas al senado”.
En este sentido, cada vez más se iba formalizando qué era y qué no era
derecho, dando al ordenamiento jurídico del Imperio mayor estabilidad.
Sin embargo, este proceso no culminó sino hasta la época de Justiniano y
la recopilación del Corpus Iuris Civilis4, formado por cinco recopilaciones: el
Codex, el Digesto, las Institutas, el Codex Iustinianeus y las Novelas.

Luego de iniciar su mandato, Justiniano ordenó a los juristas Juan de


Capadocia, Teófilo y Triboniano, entre otros, elaborar un nuevo código
(Codex) que recopilase toda la legislación imperial, de la que se habló
anteriormente, teniendo como fundamento los códigos Gregoriano,
Hermogeniano y Teodosiano5, así como las normas posteriores,
modificándolas y adaptándolas a la legislación de la época de Justiniano.
Al publicarse esta obra, el emperador decretó que sería un crimen no
basarse en ella para dirimir cuestiones judiciales, bajo el cargo de falsedad
del uso judicial, afirmando lo siguiente: “Sepan absolutamente todos los
jueces, que están bajo nuestra jurisdicción, que es ley no solo para la causa
que fue proferida, sino además, para todas las análogas o, ¿quién
parecerá que es idóneo para resolver los enigmas de las leyes, y para
aclararlos a todos, sino aquel a quién únicamente está permitido ser
legislador

Tras la publicación del Codex, la comisión de juristas de Justiniano tuvo


como encargo hacer una recopilación de la jurisprudencia dada por
grandes jurisconsultos romanos, dándoles carácter de ius generale, es
decir, que tenían el mismo peso que las disposiciones del emperador
“como si sus opiniones proviniesen de de las constituciones imperiales y
hubiesen sido pronunciadas por nuestra sagrada boca”. De esta manera,
se retomaron las opiniones de autores como Quinto Mucio Escévola, Elio
Galo, Ulpiano y Próculo, entre otros, cuidándose de evitar contradicciones
entre estas, surgiendo lo que hoy se conoce como el Digesto.

La existencia de estas dos grandes recopilaciones del Derecho hizo


necesaria la creación de un manual para el estudio de aquellas, motivo
por el cual Justiniano encargó a Triboniano, Teófilo y Doroteo “elaborar un
texto para uso escolar de primer año, que a semejanza del gayano fue
llamado Instituciones (Institutas) y dividido en 4 libros”, al cual el emperador
le otorgó el carácter de fuente del Derecho.

Hasta ese momento, Justiniano había logrado oficializar y unificar todo el


Derecho romano de la época tardía, sin embargo, disposiciones imperiales
más antiguas aún seguían siendo interpretadas libremente por los juristas
romanos; motivo por el cual, en el 534 d. C., el emperador promulga una
nueva edición del Codex, que pasaría a conocerse como el Codex
Iustinianeus y que contenía todas las constituciones imperiales, desde
Adriano hasta Justiniano, en 12 libros. Este código “iniciaba regulando la
actividad religiosa; continuaba con el procedimiento; los contratos; la
familia; la situación jurídica de los esclavos y las herencias; bienes,
procedimientos y pruebas; los interdictos, garantías y aspectos vinculados
al ejercicio de la potestad paterna; Derecho criminal; y aspectos
tributarios, administrativos y, en general, aspectos del Derecho público. Si
se observa detenidamente el contenido de este código, se puede
observar que no difiere mucho de los códigos modernos, aspecto que
trataremos más adelante.
El último elemento que compone este Corpus Iuris Civilis son las Novelas,
que consisten en las nuevas disposiciones hechas por Justiniano en materia
jurídica y que versan de temas tan variados como disposiciones
eclesiásticas10 y administrativas, hasta temas hereditarios, patrimoniales y
penales, quedando así completo el compendio del Derecho romano.

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