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INTRODUCCION

La vida es algo que todos somos capaces de comprender intuitivamente.


Implica la presencia de ciertas capacidades que percibimos como propias de los
seres vivos, sin embrago algo que no es fácil de comprender para muchos es la
muerte. En la antigüedad se consideraba la muerte, como un evento, que tenía
lugar cuando el corazón dejaba de latir y el ser vivo ya no respiraba. Con el
avance de la ciencia, la muerte pasó a entenderse como un proceso que, a partir
de un cierto momento, se vuelve irreversible, y que más allá de la biología, suele
considerar como la separación del cuerpo y el alma.

En el mundo arcaico la muerte es el reflejo de una conexión romántica con un


mundo pasado de héroes y mitos que influenciados por la tradición heroica, la
cremación primaria se volvió, famosa por las creencias acerca los funerales de los
antiguos héroes.

En las sociedades modernas, desde hace cuatro o cinco décadas la forma


de enfrentar la muerte ha cambiado, y hoy se rechaza la muerte, se esconde, se
vive con angustia: la muerte ha dejado de ser aceptada como un fenómeno
natural. Actualmente hemos pasado de una muerte familiar a una muerte
escondida, ocultada. El hombre moderno desea que la muerte ocurra en plena
inconsciencia (que sea fácil).

Lo que en la actualidad se denomina buena muerte, corresponde a la


muerte maldita de otros tiempos, la muerte inesperada

Para las personas religiosas morir significa la separación del cuerpo y alma,
es decir, la vida no se acaba porque un cuerpo ya no sirve, sino que continúa de la
mejor forma, con su alma, ésta va a ser juzgada por los buenos y malos actos
realizados durante la vida.

En el ámbito de la salud es evidente la necesidad de abordar las emociones


de los profesionales que pudieran influir en la calidad de los cuidados,
especialmente aquellas experiencias derivadas de procesos de muerte y de duelo
de pacientes y familiares.

Dentro de las actitudes con respecto a la muerte, el personal de salud


debe pensar en la muerte y no evitarlo, y considerarla como una posibilidad real
que se puede presentar independientemente de la edad o por la evolución del ser
humano. Dentro de las actitudes más importantes frente al paciente terminal, el
personal de salud ha generado mayor responsabilidad y atención hacia la vida, por
lo corta que puede resultar. Además reconocen que el contacto con la muerte ha
promovido en ellos, mayor crecimiento personal y les ha permitido aceptar su
propia muerte, aun cuando existe ansiedad ante esta posibilidad; llegando a
concluir que la muerte no es una salida, aún ante lo complicado y difícil que pueda
resultar la vida.
Definición de la muerte

Se conoce a la muerte como cesación de la vida. La muerte se origina como


consecuencia de la imposibilidad orgánica de sostener el proceso homeostático.
Etimológicamente, la palabra muerte es de origen latín “mors” o “mortis”.

Historia y evolución.

El concepto de muerte, de todas maneras, ha variado a lo largo de la


historia. En la antigüedad se consideraba que la muerte, como evento, tenía lugar
cuando el corazón dejaba de latir y el ser vivo ya no respiraba. Con el avance de
la ciencia, la muerte pasó a entenderse como un proceso que, a partir de un cierto
momento, se vuelve irreversible.

En la actualidad, una persona puede haber dejado de respirar por sus


propios medios y, sin embargo, seguir con vida a través de un respirador artificial
Por otra parte, puede hablarse de muerte cerebral para hacer referencia al cese
completo e irreversible de la actividad cerebral.

Más allá de la biología, existe una concepción social y religiosa sobre la


muerte. Se suele considerar a la muerte como la separación del cuerpo y el alma.
Por lo tanto, la muerte implicaría el final de la vida física pero no de la existencia.
La creencia en la reencarnación también es bastante común.

Un esqueleto cubierto con una especie de túnica y una guadaña es el


símbolo de la muerte. A la Muerte como figura se la conoce como Parca. Por
ejemplo: “Cuando la Parca viene a buscarte, no hay nada que hacer”.

En este sentido, tenemos que establecer la existencia de lo que se conoce


como danza de la muerte. Esta podemos decir que es una representación que se
llevaba a cabo durante la Edad Media de un baile en el que la figura central era la
Muerte, que ejercía como símbolo de la igualdad de todos los hombres ante ella.

De la misma forma, también está el término toro de muerte. Este se emplea


para referirse a lo que sería el toro de lidia, es decir, el animal que, desde que
nace, es criado para ser el que se enfrente a un torero en un coso durante la
correspondiente corrida.

Bosquejo histórico

En la antigüedad se valoraba la respiración como lo fundamental, de


manera que cuando alguien dejaba de respirar, se consideraba que estaba
muerto. Así se describe en el Halakhah, colección de preceptos religiosos que la
muerte coincide con la cesación de los movimientos respiratorios. Una de las
formas de saber si un paciente estaba muerto era colocándole un espejo cerca de
la nariz para comprobar si transpiraba; de no hacerlo, se decía que estaba muerto.
Por su parte, en Grecia, los médicos pensaban que la muerte podía originarse en
la cabeza, en los pulmones o bien en el corazón, pero solo este último era el lugar
en que asentaba la vida, pues era el primer órgano en comenzar a vivir y el último
en morir; para ellos los latidos del corazón distinguían los estados de vida y
muerte. El latido cardiaco era el único y definitivo signo vital; sin embargo, su
confianza en este diagnóstico no era absoluta.

Asimismo, resulta interesante como Claudio Galeno, médico de la


antigüedad, reconocía que había casos en los que aplicar sus propias definiciones
y guiarse por los signos que él mismo había recomendado, podría conducir a
errores diagnósticos, e incluía la histeria, la asfixia, el coma y la catalepsia entre
los estados que podían suspender temporalmente todos los signos que constituían
la vida. Un descubrimiento trascendental ocurrió en el siglo XVI (en 1546), cuando
el español Miguel Servet describió la circulación pulmonar o circulación menor.
Años después, ya en el siglo XVII, exactamente en 1628, Sir William Harvey
enunció que la sangre se encontraba en movimiento circular permanente; en
consecuencia, al describir la circulación mayor se estableció científicamente el
latido cardiaco como signo de vida. Desde entonces se planteó clínicamente que
la muerte llega con el cese de los latidos cardiacos.

Hacia mediados del mismo siglo XVII, algunos médicos afirmaban que la
putrefacción era el verdadero signo que confirmaba la muerte, por lo que era
posible que muchas personas fueran sepultadas sin estar muertas. Esta teoría
cobró fuerzas en la población; fue tanto el temor al enterramiento prematuro que
en Inglaterra, George Bateson, fabricante de ataúdes con campanillas de
emergencia, se hizo rico y mereció la Orden del Imperio Británico, otorgada por la
Reina Victoria.

A fines del siglo XVIII, exactamente en 1799, Xavier Bichat, eminente


médico francés, citado por Laín Entralgo, publicó su libro Investigaciones
fisiológicas sobre la vida y la muerte. Para escribirlo se basó en la disección de
cadáveres, de ciudadanos condenados a morir en la guillotina; ante lo cual
subrayó: "los tenía a mi disposición treinta o cuarenta minutos después del
suplicio". Bichat, considerado entre los padres de la teoría de los tejidos, al
referirse al tejido nervioso distinguió 2 partes: el sistema nervioso de la vida de
relación y el sistema nervioso vegetativo; el primero se caracteriza por ser
voluntario y el segundo, por su involuntariedad. Ello permitió distinguir 2 tipos de
vida que Bichat llamó, respectivamente, vida animal y vida orgánica. Ambas son
tan distintas, pues no aparecen en el proceso de formación del ser humano al
mismo tiempo y tampoco desaparecen a la vez.

Durante el proceso de muerte natural apuntó Bichat, la vida cesa primero y


solo después desaparecen las funciones orgánicas. El corazón es el último en
morir; de ahí, refiriera este científico, que tradicionalmente se le llama el " ultimum
moriens". Eso es lo que pasa, continúa Bichat, en la muerte natural, es decir,
cuando se muere a causa de una enfermedad de larga evolución. Sin embargo, en
la muerte accidental sucede lo contrario, primero muere el corazón y luego, el
cerebro. Esa es la diferencia que existe entre la muerte por vejez y la que es
efecto de un golpe repentino; en una la vida empieza a disminuir en todas partes y
cesa luego en el corazón, la muerte ejerce su poder desde la circunferencia hasta
el centro; en la otra, la vida se amortigua en el corazón y luego en las demás
partes, la muerte, pues, desencadena sus fenómenos desde el centro hasta llegar
a la circunferencia.
En 1819, René Théophile Hyacinthe Laënnec inventa el estetoscopio y
contribuye con la técnica de la auscultación a la veracidad del diagnóstico de
muerte según las funciones del corazón. Años después, el debate sobre el
fenómeno que daba lugar al enterramiento con vida volvió a tomar fuerza y
comenzó a girar en torno a 2 posiciones. La primera de ellas sostenía la existencia
de un fenómeno idéntico a la muerte, conocido como animación suspendida. Se
trataba de un estado en el cual los organismos vivos, al igual que un reloj de
péndulo, podían detenerse por completo y luego comenzar a andar otra vez. Dicha
postura apuntaba hacia la necesidad de redefinir la muerte, para diferenciarla de la
animación suspendida. La segunda sostenía, en cambio, la idea de que lo que
realmente ocurría en la llamada animación suspendida no era una suspensión
total de las funciones corporales, pues estas nunca habían permanecido estáticas
en realidad, sino que habían continuado en una forma y grado imperceptibles para
el observador. Si aquello era realmente así, el problema no era redefinir la muerte,
sino posibilitar su diagnóstico; entonces, era necesario conseguir los medios para
distinguir entre muerte, por una parte, y funcionamiento mínimo de los órganos y
sistemas corporales, por otra.

De esta forma, la teoría de la animación suspendida fue abandonada y


prevaleció la segunda, en la que se expone que si las funciones vitales cesan,
termina la vida. El problema era, entonces, descubrir métodos más sensibles y
refinados para determinar la presencia de funciones vitales en el cuerpo o no. Se
propiciaron, así, toda una serie de métodos, como el de sostener una plumilla ante
las aberturas nasales o colocar sobre el tórax un recipiente que contenía líquido; si
el paciente estaba vivo, al respirar movía el tórax y, por tanto, se movía el líquido
del recipiente. La polémica sobre el concepto de muerte continuó y no tardaron en
aparecer las dudas sobre aceptar los latidos cardiacos como verdaderos signos de
muerte.

Posteriormente, en 1898, el eminente cirujano francés Tuffier, notificó haber


logrado el restablecimiento del latido cardiaco en un joven operado de apendicitis,
que 5 días después había presentado un paro cardiaco. Esta lucha por reactivar la
actividad cardíaca no llegó a materializarse hasta la década del 40 del siglo
pasado, cuando comenzaron a utilizarse medios farmacológicos y eléctricos para
el control del ritmo cardiaco. En 1947 se logró con éxito la primera desfibrilación
eléctrica en un paciente que permaneció 70 minutos con fibrilación ventricular. Por
estos mismos años se realizaron relevantes investigaciones sobre el coma. A fines
de 1950, neurólogos europeos destacaron un estadio en que el cerebro ha dejado
de funcionar, presenta un daño irreversible, pero se pueden mantener por medios
artificiales las funciones del corazón y los pulmones.

Mollaret y Goulon, profesores del Hospital Claude Bernard de París, en


1959, llamaron a esta condición "coma dépassé", y aclararon que se trataba de un
estado más allá del coma donde se asocia "un cerebro muerto, a un cuerpo vivo".
Así, evolutivamente entró en contradicción la antigua concepción de muerte, como
cese de los latidos cardiacos. Las técnicas de reanimación permiten salvar
enfermos, después de períodos de varios minutos de haber parado su corazón. De
todo este proceso evolutivo, sin lugar a dudas, un acontecimiento decisivo ocurrió
el 3 de diciembre de 1967, en ciudad del Cabo, Sudáfrica. Denise Anne Darvall,
como consecuencia de un accidente del tránsito, sufrió un traumatismo
craneoencefálico grave con estallamiento encefálico. Horas después fue
trasladada con urgencia al Hospital Groote Schuur y el eminente cardiocirujano
Christian Barnard, extrajo su corazón latiente para trasplantárselo a Louis
Washkansky, un tendero de 52 años, que estaba a punto de fallecer por
insuficiencia cardíaca.

Así, en una épica intervención quirúrgica de 48 horas, los dos equipos


lograron extraer el corazón de la joven e implantarlo en el cuerpo de Washkansky.
Este suceso se inscribió por derecho propio como un hito importante en la
historiografía médica y marcó un salto cualitativo en el desarrollo de los
trasplantes, cuyos avances han dado relevancia especial al diagnóstico certero y
precoz de la muerte encefálica para disponer de órganos viables. Como es
conocido, en la medida en que se obtenga un órgano con mayor prontitud, será
mayor la posibilidad de supervivencia. Un año después se produjo un
acontecimiento de máxima importancia, la publicación del Informe del Comité
Estatal de la Escuela de Medicina de Harvard, que daba a conocer los conocidos
Criterios de Harvard para la definición del coma irreversible.

Evolutivamente, en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, se


realizaron en los Estados Unidos de Norteamérica y en diferentes países de
Europa varios estudios en los que se analizó la validez de los Criterios de
Harvard. Entre ellos se destacaron el efectuado por los neurocirujanos Mohandas
y Chou, en 1971, el de Jorgensen et al, en 1973, el de Jennet et al en 1981 y, ese
mismo año, el de la Comisión del Presidente para el Estudio de los Problemas
Éticos en Medicina y en la Investigación Biomédica y Conductual. Dichas
investigaciones permitieron establecer algunas modificaciones en los criterios
originales del Comité de Harvard, que marcaron pautas importantes para los
criterios aceptados, posteriormente, por otros países y entre las cuales se
cuentan:

• La midriasis no es obligatoria.

• Los reflejos espinales pueden estar presentes.

• Pueden existir otras respuestas motoras de origen espinal.

• El período de observación pueden reducirse a menos de 24 horas.

En concordancia con lo anterior, hoy se acepta la muerte encefálica como el


cese irreversible de las funciones de todo el encéfalo.

Historia sociales (sociedades arcaicas, metafísicas y modernas) y cultural.

 Sociedades arcaicas

El mundo arcaico es el reflejo de una conexión romántica con un mundo


pasado de héroes y mitos. La vinculación con los rituales funerarios la
encontramos recogida en fuentes como los poemas de Homero y los escritos de
Hesíodo. No olvidemos que esta época supone el momento de la plasmación en
un soporte físico de las largas sagas orales, por lo que toda familia noble que se
preciara tenía un héroe en su herencia familiar. Influenciados por la tradición
heroica o no, la cremación primaria es un hecho, famosa como decíamos por las
creencias acerca los funerales de los antiguos héroes.

Sociológicamente, se aprecia una notable disminución del número de tumbas


a lo largo del período arcaico, algo que chirría frente a la notable explosión
demográfica de la que hemos hablado al principio, y es que se aprecia una
diferenciación social rígida: la exclusión del rito funerario de menores de diez
años y adultos, cuya condición social no era elevada (MORRIS, 1987).

Las fuentes arqueológicas más conocidas provienen del cementerio cerámico


ateniense dispuesto en torno a la vía de las Panatenaicas. Se debe tener en
cuenta que el entierro de los muertos era un deber sagrado ya que si el muerto no
tenía los funerales correspondientes, su alma se quedaba vagando en el mundo
para siempre. Es por esto que los griegos eran muy cuidadosos con la preparación
correcta del cadáver para el más allá.

Sociedades metafísicas:

Hans Urs Von Balthasar, un eminente teologo del siglo pasado distinguio tres
fases sucesivas de la relacion con la muerte: estas son las fases mitica-magica,
teoretica y existencial. Que caracteriza a estas epocas? Los rasgos fundamentales
de la fase mitico-magica a proposito de la muerte, son los siguientes:

Originalmente la muerte no tiene razones naturales, biologicas, sino sociales en el


sentido de que su ocurrencia se debe siempre a una fuerza social (enemigo,
demonio, hechicero, bruja, etc)

La muerte nunca es un fin definitivo, un corte irrevocable sobre la existencia


humana, sino una transicion, en la cual el difunto pasa de la comunidad de los
vivos al grupo de los muertos.
La muerte no afecta igualmente a los miembros de la sociedad arcaica, el fin de
los jefes del grupo es una muerte eminente, verdadera, mientras que el fin de los
ajenos, mujeres, niños y esclavos, es una muerte, inautentica, inferior.

 Sociedad moderna

En las sociedades modernas, desde hace cuatro o cinco décadas la forma de


enfrentar la muerte ha cambiado, y hoy se rechaza la muerte, se esconde, se vive
con angustia: la muerte ha dejado de ser aceptada como un fenómeno natural.

Se ha perdido el derecho a ser protagonista de su propia muerte. Hace años el


individuo moría en su casa, rodeado de su familia, incluidos los niños, amigos y
vecinos. Los niños tenían contacto con la muerte, conocían su existencia y,
cuando ya adultos les llegaba su momento, no les cogía tan de sorpresa y
desprovistos de recursos para afrontarla, como sucede hoy.

Prepararse para morir constituía un acto fundamental en la vida de una


persona de aquellos tiempos; su dignidad dependía de la grandeza con que
llevara a cabo ese último acto de despedida.

Actualmente hemos pasado de una muerte familiar a una muerte escondida,


ocultada. Al enfermo casi siempre se le oculta la gravedad de su enfermedad, se
le sobreprotege, ‘otros’ toman las riendas de su destino y se deja al enfermo en la
ignorancia de que va a morir, cerrando la puerta a una comunicación abierta y a la
espontaneidad de la despedida en sus últimos momentos.

El hombre moderno desea que la muerte ocurra en plena inconsciencia (que


sea fácil). Lo que en la actualidad se denomina buena muerte, corresponde a la
muerte maldita de otros tiempos, la muerte inesperada. Pero cuando se pregunta
a un enfermo al final de la vida cuál sería una buena muerte para él, la mayoría
responde que una ‘buena muerte’ es una muerte sin dolor, en su domicilio,
acompañado de sus seres queridos. Debemos tener en cuenta que cada persona
es única, con una historia y aprendizaje diferentes, cada persona tiene derecho a
elegir ‘su muerte’, y respetar esto es respetar la dignidad y libertad del ser
humano.

Aun así, en este ambiente de negación y rechazo, está surgiendo una


creciente concienciación sobre el tema y cada vez es mayor el número de
personas que advierte que tenemos un enfoque equivocado de la muerte, que no
necesariamente tiene que estar ahogada por la angustia y que se puede morir en
paz de acuerdo a las creencias de cada uno.

 Muerte y espiritualidad

La persona, como ser multidimensional, tiene unos aspectos físicos


cognoscibles y otros que pertenecen al terreno de lo intangible y se denominan de
diferentes maneras: conciencia, alma, espíritu. Hay tantas formas de concebir la
espiritualidad como culturas y creencias filosóficas. Lo que está claro es que
tienen que ver con el cuestionamiento existencial de las personas, con la
capacidad humana de vincularse con valores que llevan a la búsqueda de sentido
y que abren la posibilidad auto trascendente. Esta dimensión espiritual del ser
humano, a veces, no llega a expresarse y permanece latente. Una de las
situaciones en las que se hace evidente y adquiere gran importancia es al final de
la vida.

En la dimensión espiritual una persona tiene una serie de necesidades que


debe cubrir. Igual que en el terreno físico la no satisfacción de las necesidades
básicas (comer, beber, dormir, respirar) conlleva un sufrimiento, la no satisfacción
de las necesidades espirituales también produce sufrimiento.

Al final de la vida el ser humano tiene ciertas necesidades peculiares, que pueden
ser:

 Necesidad de ser reconocido como persona, de amar y ser amado.


 Necesidad de encontrar un sentido al sufrimiento de la vida, de la
enfermedad y de la muerte.
 Necesidad de reconciliación consigo mismo y con sus seres queridos.
 Necesidad de revisar su vida y de contar cosas, recordar momentos
importantes, resueltos o por resolver.
 Necesidad de libertad. Poder elegir cómo morir, por quién ser acompañado,
si quiere recibir atención espiritual.
 Necesidad de esperanza. De saber que se paliará el dolor físico, que sus
deseos serán atendidos, que no estará solo cuando llegue el final.
 Necesidad de expresar la religiosidad.

Concepto filosófico y religioso de la muerte.

Definición filosófica

Reducimos la idea de la muerte al concepto positivo de organismo muerto o


cadáver (con lo cual eliminamos la definición de la muerte por medio de la idea de
«aniquilación») sin que por ello consideremos que nos hemos logrado
desentender de la idea de la Nada. La Muerte no será, por tanto, una aniquilación,
sino una transformación del organismo vivo en un cadáver. Y el cadáver no es la
nada. El cadáver conserva, incluso en general, la individualidad propia del
organismo viviente (los escolásticos hablaban de una «forma cadavérica»).

Definiciones religiosas

Para las personas religiosas morir significa la separación del cuerpo y alma,
es decir, la vida no se acaba porque un cuerpo ya no sirve, sino que continúa de la
mejor forma, con su alma, ésta va a ser juzgada por los buenos y malos actos
realizados durante la vida. Una vez que este proceso acaba, el alma va al cielo o
al infierno. Esta explicación es perteneciente al cristianismo. Para ellos la muerte
es el camino desde la vida terrenal hacia el mismo Dios.

En la religión musulmana, la muerte significa lo mismo que para los


cristianos, sus almas serán juzgadas por sus obras realizadas. La diferencia se
encuentra en que ellos no creen que irán al infierno porque su profeta, Mahoma,
intervendrá en la condena.

Luego se encuentra el Hinduismo, esta religión cuenta con más de 700


millones de creyentes y seguidores. Para ellos la muerte no significa el fin de la
vida terrenal y el comienzo de la vida eterna en el paraíso o en el infierno, como a
los cristianos o musulmanes. Cuando una persona muere, ésta comenzará una
nueva vida con la reencarnación, es decir, su alma volverá a este mundo y no en
otro cuerpo humano necesariamente, puede ser en animales también. Lo que
determina en qué reencarnarás es el Karma con el resultado de tus acciones.

Para los budistas la vida tiene mucho sufrimiento, su causa es el deseo,


por eso hay que combatirlo siguiendo el Óctuple camino, es decir, el esfuerzo, la
vida, la conducta, la conciencia, las aspiraciones la concentración y la visión.

 Miedo a la muerte.

La muerte es una realidad angustiante, ya que la gente es consciente de que


existe y de que llegará pero, la mayoría de las veces, se vive con la incertidumbre
de cuándo será el día en que realmente pase. Es precisamente por esa razón que
a lo largo de la vida, la muerte es percibida con una sensación muy angustiante.

Otro factor de miedo es que no se sabe qué es lo que sigue después de la


muerte; además del temor que causa pensar en dejar a todos nuestros seres
queridos, de nunca volverlos a ver. Sin embargo, es normal la angustia que este
proceso de vida provoca, siempre y cuando esté dentro de los parámetros
habituales, es decir, cuando no interfiere con el transcurso del día a día, y que se
pueda seguir viviendo de manera cotidiana sin estar pensando solamente en la
muerte.

Grandes interrogantes de la muerte. Miedo a la muerte

1- ¿Qué es la muerte física?

La cesación de todas las funciones orgánicas, la defunción.

2- ¿Qué hay después de la muerte?

La muerte es profundamente significativa. Descubriendo lo que ésta es en sí


misma conoceremos el secreto de la vida. Aquello que continúa más allá del
sepulcro sólo puede ser conocido por gentes de conciencia despierta. Usted está
dormido y por ende desconoce aquello que está más allá de la muerte. Teorías
hay muchas, cada cual puede formarse su opinión, pero lo importante es
experimentar en forma directa eso que pertenece a los misterios de ultratumba.
Puedo asegurarles que dentro del ultra de esta gran naturaleza viven las almas de
los difuntos.

3- ¿Por qué existe el temor hacia la muerte?

El temor hacia la muerte se debe a la ignorancia, uno siempre teme lo que


desconoce. Cuando la conciencia despierta la ignorancia desaparece y entonces
el temor a lo desconocido deja de existir.

4- ¿El cuerpo físico sabemos que se desintegra en la sepultura después de la


muerte, que pasa o a dónde va el alma?

El alma de los difuntos continúa en las dimensiones superiores de la naturaleza.


Esto significa de hecho que los desencarnados pueden ver el sol, la luna, las
estrellas, los ríos, los valles, las montañas, lo mismo que nosotros, pero en forma
más espléndida.

5- ¿Es verdad que después de llevar una vida de maldad y libertinaje, si nos
arrepentimos en el momento de la muerte, puede salvarse el alma?

Para el indigno todas las puertas están cerradas, menos una, la del
arrepentimiento. Es claro que si nos arrepentimos aunque sea en el último instante
podremos ser ayudados a fin de enmendar nuestros errores.

6- ¿Por qué después de muertos venimos como fantasmas a este mundo?

Es bueno saber que dentro de este planeta existe un universo paralelo, regiones
de una cuarta dimensión donde viven los difuntos; tal mundo aparentemente
invisible interfiere con el nuestro sin confundirse.

7- ¿A dónde va el alma de un ser humano que se quita la vida por sí mismo?


Los suicidas sufren mucho después de la desencarnación; viven aquí y ahora en
la región de los muertos y tendrán que volver a una nueva matriz y renacer en este
valle de lágrimas y morir contra su voluntad al llegar nuevamente a la edad en que
se suicidaron, tal vez en instantes en que están más ilusionados de la vida.

8- ¿Es lo mismo espíritu y alma?

Un espíritu se ES, un alma SE TIENE. Son pues diferentes.

9- ¿Existe un juicio superior después de la muerte y quién lo hace?

Después de la muerte tenemos que revisar la vida que acaba de pasar, la


revivimos en forma retrospectiva, con la inteligencia y el corazón. Concluida tal
retrospección, entonces debemos presentarnos ante los Tribunales de Dios, los
Ángeles de la Ley llamados entre los orientales: SEÑORES DEL KARMA; ellos
nos juzgarán conforme a nuestros actos y de tal juicio, puede resultar el que
regresemos nuevamente a una nueva matriz para renacer en este mundo
inmediatamente, o el que pasemos una época de vacaciones en los mundos de la
luz y de la felicidad o por último el que tengamos que vernos obligados a entrar en
el interior de la tierra donde están los mundos infiernos con todas sus penas y
sinsabores.

10- ¿Cuándo un niño muere al nacer, dónde va su alma?

Escrito está que las almas de los niños entran en el Limbo, la región de los
muertos, más luego volverán a entrar a una nueva matriz y renacerán en este
mundo.

11- ¿A qué se debe el que muere al nacer?

Se debe a la ley del destino; padres que necesitaban pasar por esa dura lección,
que en vidas anteriores fueron crueles con sus hijos y con este sufrimiento
mejoran, aprenden a amar.

12- ¿Sirven de ayuda al alma las misas que se le hacen después de muerto?
Cualquier ritual ayuda a las almas de los difuntos, es claro que las plegarias de los
dolientes llevan consuelo a las almas de los fallecidos.

El hombre y la muerte

“Vive, vive honestamente,

Tarde o temprano atravesaremos el umbral de la muerte.

Porque en la naturaleza de todo hombre,

Ninguno se escapa de esta suerte”.

En algún momento en nuestra vida hemos reflexionado sobre la muerte, ese


tránsito en que el ser vivo deja de serlo. Que en nosotros los humanos vienen a
ser, la separación del alma y el cuerpo. Es la muerte un tránsito del ser personal.

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, la muerte no es un ser o persona


que deambula por el mundo arrancándole la vitalidad a los seres vivos. Si no que
filosóficamente la muerte es la carencia de la vida de un ser vivo. Es pues que
más allá del mito de la parca o la calaca con su guadaña, la muerte es
simplemente la falta de vida en un organismo.

La muerte está ligada a la vida humana como una amenaza constante. Como bien
expresó William Shakespeare en la frase de su obra Hamlet: “Ser o no ser he ahí
el dilema”. Esta sentencia nos muestra la angustia del ser humano, ante lo frágil
de su persona, que en un momento tiene vida pero en otro momento puede perder
la existencia.

Pero humanamente la muerte es un tema más allá de la cesación de la vida de un


ser viviente, ya que representa un tránsito personal en la separación o ruptura de
la unión del cuerpo y el alma. Encaminándose así hacia un nuevo y misterioso
estado del que fue un ser humano.
Por su elemento espiritual el hombre puede trascender a la muerte, es así como
aun recordamos y veneramos a personas que vivieron mucho antes que nosotros,
suceso que no ocurre en otro ser vivo.

“la muerte nos señala el fin de la naturaleza humana, así como la ciencia del
hombre. Pero es allí donde comienza su trascendencia y ascensión espiritual”.
Agustín Basave.

Todo hombre debe encaminar su vida hacia lograr una trascendencia más allá de
la muerte, porque en este sentido se busca alcanzar una realización personal y la
muerte resulta un proceso menos angustiante al no significar tan solo el fin de la
vida, sino más bien resulta un nuevo estado al cual está encaminado todo ser
humano.

Más allá de una angustia personal ante la muerte, todo hombre o mujer de avivar
su ánimo en preparase para afrontarla naturalmente y espiritualmente. Así como la
oruga logra una metamoforsis para convertirse en una mariposa, en el hombre al
ocurrir la muerte ocurre una especie de metamorfosis a la cual es su inevitable por
tanto debe prepararse para afrontarla de la mejor manera que es una plenitud
humana y personal.

La filosofía y la ciencia terminan con la muerte del ser humano. He aquí la última
frase de Sócrates:

“pero ya es hora de irse: yo a la muerte, vosotros a la vida. Quien después de


nosotros se encamine hacia un estado mejor, será desconocido por todos
nosotros”

Temor a la muerte.

Es una incapacidad radica justo en el carácter obsesivo que tiene el individuo,


quien no puede alejar de su mente aquello que le produce temor, alimentándolo
hasta el punto de presentar sintomatología como dificultad para respirar, náuseas
o aumento de la frecuencia cardíaca. En este caso a la muerte. “En general, nadie
quiere morir pero eso es algo natural. Todos tenemos que afrontar la muerte. El
problema es que algunas personas se obsesionan con la idea de que van a morir,
tienen una existencia muy desgraciada y desarrollan un trastorno mental”

Semiología de la muerte.

La última palabra del final de la vida es la muerte. El final de la vida y la muerte


son términos muy serios con los que los médicos afrontamos al problema de la
existencia de una persona como viviente. Cuando de lo que se trata es del final de
la vida de un hombre concreto nos estamos refiriendo al periodo final del proyecto
vital de una persona y es aquí donde la palabra “muerte” adquiere su mayor
trascendencia y complejidad.

El diagnóstico correcto de “muerte clínica” se realiza teniendo en cuenta una serie


de signos objetivos que poseen valor diagnóstico mostrativo de muerte.

Criterios de muerte. Directos o neurológicos, indirecto o cardiovasculares.

Directos neurológicos.

1. Cese de todas las funciones cerebrales valorables clínicamente.

 Coma profundo

 Ausencia de los siguientes reflejos cerebrales:

o Reacción pupilar a la luz

o Reflejos oculocefálicos

o Reflejos oculovestibulares

o Reflejo corneal

o Reflejos orofaringeos

o Reflejos respiratorios: test de apnea


 Test de confirmación en caso de duda

2. Cese irreversible de todas las funciones cerebrales

 Se conoce la causa del coma y es suficiente para que se pierdan las


funciones cerebrales

 Exclusión de posibilidades de recuperación de las funciones cerebrales,


descartar:

o Intoxicación metabólica o por drogas

o Hipotermia

o Shock

 El cese de las funciones persiste tras un adecuado período de observación

o El período de observación depende del juicio clínico

o Cuando el EEG es plano: observación clínica durante 6 horas

o Cuando no se cuenta con EEG: observación clínica durante 12 horas

o En la anoxia cerebral: observación clínica durante 12 horas (menos


si se hace alguna otra prueba)

 Pruebas de confirmación:

o EEG

o Diagnóstico del cese del flujo cerebral

 Angiografía

 Gammagrafía

 Doppler

Indirectos cardiovasculares
La vida es algo que todos somos capaces de comprender intuitivamente.
Implica la presencia de ciertas capacidades que percibimos como propias de los
seres vivos. Se ha sostenido que la vida se define por sus propiedades, de modo
que un organismo está vivo cuando: a) se puede reproducir; b) es potencialmente
adaptable al medio; c) es irritable, es decir, responde y discrimina sobre los
estímulos internos y externos; d) se mueve de modo endógeno o autogenerado, y,
e) se nutre o transforma sustancias para crecer, multiplicarse y mantenerse. Sin
embargo, estas propiedades no son necesariamente copulativas, ya que alguien
puede ser estéril o no estar en capacidad para moverse sin que por ello esté
muerto. Para algunos autores, la última de estas propiedades sería la más
fundamental, ya que ella ocurre de modo organizado en el individuo,
comprendiendo todos los niveles celulares, y sin cuya existencia no son posibles
otras propiedades que se describen como propias de la vida, dado que no existiría
la energía necesaria para llevar a cabo estos procesos. En organismos complejos,
como es el caso del hombre, la función de nutrición depende de un adecuado
aporte de nutrientes y oxígeno a nivel de cada célula o tejido, para lo cual es
condición esencial que exista un mecanismo que provea el intercambio de gases y
permita la distribución de los nutrientes y el oxígeno. Este mecanismo está
constituido por las funciones respiratorias y cardiocirculatoria, sin las cuales no es
posible la nutrición celular. Estas funciones son, entonces, indispensables y, el
cese irreversible de ellas, conduce a la muerte del individuo como un todo, en lo
inmediato, y de las diversas células y tejidos orgánicos, en plazos variables.

La muerte celular es un fenómeno comprobable en el laboratorio: se


reconoce en la microscopia electrónica por la aparición de floculaciones en la
matriz mitocondrial, lesión celular de carácter irreversible. La muerte celular no es
simultánea, ya que hay tejidos más sensibles que otros a la carencia de oxígeno y
nutrientes, como es el caso del sistema nervioso central que, en 3 ó 4 min, puede
presentar lesiones irreversibles, o el corazón, donde éstas aparecen en no más de
120 min. En contraste, se han descrito movimientos de los cilios del epitelio
respiratorio y de los espermatozoides hasta 30 y 100 h, respectivamente, después
de ocurrida la muerte del individuo. Los fanerios, pelos y uñas, continúan
creciendo hasta días después de la muerte.

Es importante destacar que en el ser vivo las diversas funciones biológicas que lo
caracterizan, no operan en forma aislada, sino que están organizadas
armónicamente, de tal modo que el funcionamiento del organismo vivo como un
todo viene dado por la integración de sus partes. Esta organización integrada y
unitaria del individuo se pierde en el instante de morir.

Ahora bien, desde la experiencia del hombre común se reconoce como muerto a
aquel individuo que está inconsciente, no se mueve, no respira y cuyo corazón no
late. Esta noción, común a diversas razas y culturas se ha probado cierta por
siglos, toda vez que cesados irreversiblemente los latidos cardíacos y la
respiración se producen a corto plazo fenómenos de descomposición orgánica,
evidentes para cualquier observador (signos positivos de muerte).

Una reflexión inicial pone de manifiesto que el concepto de muerte de un individuo


como un todo tiene connotaciones negativas: la muerte es la ausencia de vida, es
decir, algo de lo cual el individuo se ve privado; está muerto aquél que ha dejado
de estar vivo. Así, para señalar la muerte de una persona corrientemente se utiliza
la expresión «ha dejado de existir». También es evidente, por la observación
diaria, que condiciones que comprometen a un individuo en alguna de sus partes,
órganos o funciones, no lo conducen necesariamente a la muerte. Así, es posible
que alguien sobreviva aun cuando haya sufrido la amputación de extremidades, la
pérdida de ojos, de un pulmón o riñón, lo que pone de manifiesto que hay órganos
que no son esenciales para la sobrevida de un individuo. También, hoy se puede
reemplazar la función de algunos órganos mediante prótesis o máquinas y
trasplantar órganos de un individuo a otro.

Conducta del personal frente a la muerte.


Los profesionales de la salud inevitablemente enfrentan sus propias limitaciones
personales y profesionales y a plantearse la propia concepción de la muerte.

Tener consciencia de la muerte genera una diversidad de emociones intensas y


una gama de actitudes y creencias que se manifiestan a través de reacciones
como desesperación, miedo y ansiedad, incluso ante la propia muerte.

La actitud que cada cual adopte ante la muerte también dependerá de las
creencias religiosas, de la concepción filosófica, así como de la capacidad para
enfrentarnos con la realidad de la vida, o con la realidad o no de la muerte.

En el ámbito de la salud es evidente la necesidad de abordar las emociones de los


profesionales que pudieran influir en la calidad de los cuidados, especialmente
aquellas experiencias derivadas de procesos de muerte y de duelo de pacientes y
familiares.

Los profesionales que laboran en las unidades de cuidados paliativos requieren de


una alta competencia emocional, ya que deben utilizar estrategias que den como
resultado la satisfacción de las demandas de enfermos terminales y sus familiares
al final de la vida.

Existen reportes como el de Collel, Limonero y Otero (2003) y Gómez Sancho


(2005) que sugieren que la ansiedad ante la muerte en el médico viene dada por
la confrontación con su propia muerte, que cambia sus actitudes y conductas,
disminuyendo la motivación desafiante de sus habilidades e inexplicables cambios
de humor.

Todo esto dio pie a realizar un estudio, con el objetivo de conocer los factores que
pueden influir en las actitudes, creencias y ansiedad del personal de salud ante la
muerte, en un equipo multidisciplinario de cuidados paliativos que maneja
pacientes con cáncer avanzado en el Instituto Nacional de Cancerología. En este
trabajo se evaluó a profesionales que componen el equipo multidisciplinario de la
Unidad de Cuidados Paliativos a través de los siguientes instrumentos de
evaluación: Cuestionario de actitudes ante la muerte, Cuestionario de creencias
con relación al paciente terminal, y la Escala de ansiedad ante la muerte de
Templer.

Dentro de los resultados más importantes se encontró que en la Unidad de


Cuidados Paliativos del Instituto Nacional de Cancerología, el personal de salud es
muy joven (de 20 a 40 años), en su mayoría son mujeres solteras, con grado de
estudios de licenciatura, con experiencia clínica de menos de 10 años, experiencia
de menos de 5 años en atención a pacientes oncológicos, y menos de 1 año en la
atención de pacientes terminales. Lo cual nos hace pensar que el personal de
salud que está integrando las unidades de paliativos es joven, y que son
predominantemente de sexo femenino; que seguramente tiene que ver con el
sistema de crianza en la población mexicana donde resalta el matriarcado
(preponderancia de la autoridad femenina).

Dentro de las creencias acerca del paciente terminal, el personal de salud está a
favor de considerar que lo mejor es morir en casa, piensa que la morfina es un
tratamiento adecuado para el dolor en el cáncer en fase avanzada, y que el
paciente debe recibir además de la atención médica, apoyo psicológico y
espiritual.

Dentro de las actitudes con respecto a la muerte, el personal de salud debe


pensar en la muerte y no evitarlo, y considerarla como una posibilidad real que se
puede presentar independientemente de la edad o por la evolución del ser
humano. Dentro de las actitudes más importantes frente al paciente terminal, el
personal de salud ha generado mayor responsabilidad y atención hacia la vida, por
lo corta que puede resultar. Además reconocen que el contacto con la muerte ha
promovido en ellos, mayor crecimiento personal y les ha permitido aceptar su
propia muerte, aun cuando existe ansiedad ante esta posibilidad; llegando a
concluir que la muerte no es una salida, aún ante lo complicado y difícil que pueda
resultar la vida.

La muerte en el personal de cuidados paliativos no se vive como un fracaso


profesional, sino que los ha llevado a verla como algo natural. Sin embargo, no
pueden evitar pensar en la posibilidad de su propia muerte o de algún familiar
cercano en algunas ocasiones; por lo que recurren a respuestas evasivas
cargadas de temor y ambigüedad, en donde predominan los componentes
afectivo-emocionales.

Aspectos legales de la muerte. Situación legal en Venezuela.

el derecho a la vida es el primer derecho que tiene la persona humana, en


concordada relación con lo dispuesto en el artículo 43 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, correspondiente al Capitulo III (De los
derechos civiles), perteneciente a la Sección Segunda, Titulo III (De los Derechos
Humanos y Garantías, y de los Deberes).

Por otra parte la tendencia converge hacia la concepción que la vida es un


derecho personalísimo, es un derecho subjetivo, es decir, un conjunto de
facultades y responsabilidades inherentes al individuo, y que éste puede ejercitar
para materializar las potestades jurídicas que las normas legales le reconocen. En
otras palabras, significa que cada vez que un individuo goza de una facultad
jurídica, puede exigir de otro un determinado comportamiento.
Es indudable que, el derecho a la vida, le es indispensable al hombre. Los
derechos y acciones, emergen de la vida misma como punto de partida, su esfera
de acción, es su leitmotiv.

Podemos apreciar esta concepción como la razón de ser de los derechos ya sean
personales o reales o cualesquiera que ellos sean, se inician en tanto y por cuanto
el tiene vida. Post mortem, los derechos y acciones del individuo, se ejercen
interpuesta persona, que mantengan vínculos consanguíneos o legales con éste.
Pero nunca per se, siendo esto causal para que otros ejerzan acciones y derechos
mortis causa.

La lógica inteligencia y comprensión indican que, las acciones que se efectúan en


acto post mortem del individuo, le pertenecen al hombre solamente dentro del
marco de su ciclo vital.

De manera que, indefectible e indubitablemente, en concordada relación con lo


previsto en el artículo 17 del Código Civil de Venezuela, se encuentra dispuesto
que para que el nonato sea reputado como persona, es suficiente y bastante como
probanza que haya nacido vivo; de acuerdo con esta concepción, se establecen
en el artículo 76 de la Carta Fundamental de la República Bolivariana de
Venezuela, las disposiciones legales referente a la garantía de asistencia y
protección integral de los niños y niñas, sin discriminación alguna, a partir del
momento de su concepción hasta su completo desarrollo, para que éste se
desarrolle en las mejores condiciones ético, morales y materiales más favorables.

Otra de las tendencias significativas, constituye que el Estado venezolano ratifica


en esas previsiones normativas contenidas en la Carta Magna, su razón de ser, en
cuanto a la garantía y protección de los derechos y acciones jurídicamente
reconocidas, sin las cuales no sería posible el desenvolvimiento del individuo de la
especie humana, ser gregario por naturaleza y ente sociable, sujeto activo y
pasivo de acciones de todas las índoles. En tal virtud, cabe destacar, que es un
imperativo de Ley que el Estado, como ente rector de la conducta humana del
conglomerado social, constituido por el soberano de esa Nación, deba atender las
exigencias de la naturaleza humana o fortificarlas hasta satisfacerlas.

Constituyendo la vida una condición sine qua non para la existencia y el ejercicio
de los derechos y acciones que jurídicamente pueden servir al ser humano. Fácil
resulta colegir y explicar el empeño del Estado en darle carácter de derecho
primario o fundamental y el calificativo de inviolable.

En el plano técnico-jurídico, se afirma que como consecuencia al reconocimiento


del derecho a la vida como un derecho básico, surge la imperativa necesidad,
interpretada como obligación para el Estado, de dictar y emplear medidas que
garanticen y aseguren eficiencia, eficacia y efectividad. En tal sentido, se impone
imperativa y básicamente, la prohibición del hombre por el hombre. Ahora bien, el
hombre solo acepta como justificación de la extinción humana, las causas
naturales o accidentales, siempre que estas no impliquen la intervención voluntaria
de la acción humana (acto volitivo).

El Código Penal venezolano contempla diversas especies de este delito. Además


del llamado doctrinariamente “homicidio simple”, definido en el artículo 407
ejusdem como el hecho del que intencionalmente se haya dado muerte a una
persona, señalando la sanción que ha de servir de base para reparar ante la
sociedad la disposición voluntaria de la vida de otro ser humano, habiendo obrado
el reo con plena intención En la acción humana causante de la muerte puede
obrar la intencionalidad del sujeto activo y se clasificará como muerte dolosa; o
puede sobrevenir la muerte por obrar el sujeto activo con imprudencia,
negligencia, impericia o inobservancia de normas y será muerte culposa, en la
aplicación de esta pena los Tribunales de Justicia apreciarán el grado de
culpabilidad del agente. Se contemplan también otras apreciaciones para
determinar y calificar la acción humana que atenta contra el bien jurídicamente
tutelado (la vida).

Desde el punto de vista legal, aborto, es la interrupción del embarazo en cualquier


época de la gestación antes de que el feto llegue a su término. Sin embargo, es
necesario advertir que, el aborto puede ser de dos tipos: espontáneo o provocado.

Así pues, el primero, se puede dar bajo dos circunstancias:

a) cuando existe una anormalidad en el feto, la placenta y aquél es expulsado por


causas involuntarias, interrumpiéndose así el embarazo

Por otra parte, se encuentran los aspectos constitucionales y bioéticos sobre la


eutanasia y el aborto, Cuando se trata la eutanasia y el aborto se presentan
discusiones acerca del valor ético de la vida, la autonomía de la voluntad y la
libertad. También se discute sobre la violación al Código de Deontología Médica y
al Juramento Hipocrático y la verdadera vocación de la medicina. Se considera
que la vida es un bien indisponible y absoluto, sin embargo el derecho a la vida no
es una zona infranqueable sino que se ha flexibilizado atendiendo a las
circunstancias del caso concreto.

El derecho a la vida, nos habla de una existencia mucho más allá de la mera
existencia física y biológica de un individuo, importa también la calidad de vida, la
salud y junto al derecho a la salud, como parte del derecho a la vida, se
manifiestan o traducen otros factores de relación que nos inducen a pensar que la
vida misma, como mero de derecho, debe significar también una adecuación al
llamado derecho a vivir, lo que incluye un desarrollo pleno de otras facultades
inherentes al ser humano que le vienen manifestadas en las declaraciones de
otros derechos sucesivos, como la salud, alimentación, educación, trabajo,
biodiversidad, etc.( *6)

Ahora bien, en la Constitución Nacional el derecho a la vida es inviolable, implanta


una limitación al Estado y a los particulares de imponer una pena de muerte que
violente el derecho a vivir, de manera que si un sujeto incurre en una norma
tipificada como delito se le impondrá pena distinta a la muerte.

La connotación que se le da a la interpretación de este principio constitucional bien


puede ser a favor o en contra de la eutanasia y el aborto. Se puede llegar a
concebir cuando leemos que el derecho a la vida es inviolable, que se trata de un
principio absoluto, que la vida es un bien indisponible y por tanto la eutanasia y el
aborto podrían calificarse como conductas que no están dentro del marco
constitucional.

Sin embargo, como ya se dijo, al derecho a la vida también le atañe la calidad de


las condiciones de vida, y en consecuencia de él se derivan los derechos
humanos, entre ellos, el derecho a la salud, a desenvolvernos libremente, a la
reproducción y procreación y los derechos sobre el cuerpo. Se puede disponer del
derecho a la vida cuando se trate de eutanasia y aborto, cuando se justifique por
razones de justicia social. Igualmente, el artículo 20 de la Constitución de 1999
consagra el libre desenvolvimiento de la personalidad y el derecho a no recibir
tratos degradantes. Este mandamiento revela el respeto a la autonomía de la
voluntad de cualquier sujeto a disponer y decidir lo que desee hacer, siempre que
se respete la esfera de los derechos de los demás.
Antesala de la muerte.

El médico, éticamente, debe intentar diferir la muerte por todos los medios a su
alcance, si existe la posibilidad de que el enfermo podrá seguir viviendo,
entendiendo «seguir viviendo» como autoconciencia de que se vive y,
preferiblemente, de que se vive en condiciones dignas.

Cuando el enfermo ha sido desahuciado por la ciencia, no es obligación moral del


médico empeñarse en diferir la muerte, menos aún cuando aquél ha declarado no
querer seguir viviendo. Su papel correcto es aliviar el curso de la enfermedad
(cuidados paliativos), si así lo ha aceptado el paciente.

Referente al tratamiento del dolor del paciente terminal, el médico está autorizado
éticamente para utilizar las dosis necesarias de analgésicos y sedantes que logren
su cometido, a pesar de que ellas puedan, eventualmente, acortar la vida del
enfermo. Se trataría de un apresuramiento involuntario de la muerte, justificable
moralmente a la luz del principio del doble efecto.

Si el paciente, haciendo uso de su autonomía, solicita a su médico que le ponga


fin al curso de la enfermedad terminal, éste tendrá en cuenta las normas de moral
objetiva establecidas por la sociedad, pero, en especial, los dictados de su
conciencia. En este caso, para asegurar la trasparencia de la decisión del paciente
y la conducta adoptada por el médico tratante, se recomienda que dicha opción
sea analizada previamente con el equipo multidisciplinario a la luz de los requisitos
exigidos por la ley y la ética.
CONCLUSION
Hablar de la muerte es hablar de la vida, desde el inicio de nuestra existencia está
implicado nuestro fin, por más sanos que estemos no sería raro morir.
La muerte es al mismo tiempo personal e intransferible, nadie puede morir por
nosotros, no podemos retrasar ni cambiar la muerte de una persona por la de otra,
la muerte es a la vez lo más individulizador e igualitario: en ese momento nadie es
más ni menos que nadie.
Puede ser entendida de dos maneras: ante todo de un modo ambiguo, luego, de
una manera restringida. Ampliamente entendida, la muerte es la designación de
todo fenómeno en el que se produce una cesación. En sentido restringido
en cambio es considerada exclusivamente como la muerte humana. Lo habitual ha
sido atenerse a este último significado, a veces por una razón puramente
terminológica y a veces porque se ha considerado que solo en la muerte humana
adquiere plena significación el hecho de morir.
Todo lo que sabemos de la muerte es muy seguro pero nadie puede contar cómo
se vive desde uno mismo, se suele saber lo que es "morirse", pero no lo que es
"morirme". Pero para dar sentido a la muerte e intentar explicar un poco el
morirme siempre ha estado la religión, si la muerte no existiese no habría dioses.
La leyendas más antiguas no pretenden consolarnos sino más bien intentar
explicar cómo evitarla, por ejemplo la "Odisea", de Homero. En cambio otras
posteriores como la concepción antropológica dualista de Platón que alude que la
muerte es solo corpórea, ya que según él, el alma es inmortal y su unión al cuerpo
es accidental, siendo este su cárcel; el alma será liberada para volver al mundo
inteligible y luego reencarnará en otro cuerpo, así sucesivamente hasta llegar a su
mayor grado de perfección y pertenecer por siempre al mundo de las ideas.
Más adelante la concepción cristiana al hablar de la muerte promete una
existencia más feliz y luminosa que la vida terrenal para los que cumplan los
preceptos de la divinidad (al contrario para los que no los cumplan).
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

https://www.significados.com/muerte/

http://bvs.sld.cu/revistas/san/vol17_sup_13/san021713Sup.Esp.htm

http://www.ugr.es/~pwlac/G25_56Rafael_Aguilera-
Joaquin_Gonzalez.html

https://historiadospuntocero.com/ritos-funerarios-en-la-grecia-arcaica-
siglos-viii-vi-a-c/

http://www.filosofia.mx/index.php/forolibre/archivos/el_hombre_y_la_m
uerte

https://www.uninet.edu/criterios/F501.html

http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-
98872004000100015

http://www.infocop.es/view_article.asp?id=5222

http://elespaciodehannie-hannie.blogspot.com/2010/08/vida-muerte-
aspectos-juridicos.html

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