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Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Psicología

Seminario Optativo: “La Teoría de las Representaciones


Sociales y la Psicología del Desarrollo Cognitivo”.

Alumnos: Agustin, Casaletti. 94492/0


Florencia, Contreras. 94488/6

E-mail: aguscasaletti@gmail.com
flor.contreras@hotmail.com

Docente: Tau, Ramiro

Fecha de entrega: 10/12/2015


Representaciones sociales de los partidos políticos y
construcción de identidad

Resumen
El tema abordado en la presente monografía se refiere, de modo general, a las
representaciones sociales en la política. En particular, este trabajo se desprende del
interrogante acerca de cómo se construye la identidad respecto a los partidos políticos, y qué
estrategias utilizan los mismos para captar nuevos seguidores, favoreciendo sus campañas,
aumentando así el apoyo político y, por lo tanto, los votos. Dicha temática se aborda a partir
de la Teoría de las Representaciones Sociales planteada por Moscovici, quien define a las
representaciones sociales como formas de entender el mundo, que permiten tornarlo familiar,
siendo las mismas generadoras de identidad y, por lo tanto, de sentido de pertenencia. Se
explicita el desarrollo genético de dichas representaciones en relación a la construcción de la
identidad política, permitiendo esto realizar una hipótesis acerca de cómo las campañas
políticas buscan lograr una identificación de los individuos de la sociedad con determinado
partido político. Nos abocamos al análisis de diferentes materiales encontrados, como spots
publicitarios, discursos, simbolización de los colores utilizados en las diferentes campañas, así
como también el modo de utilizar los lenguajes verbal y no verbal. Finalizando, se justifica la
elección de la Teoría de las Representaciones Sociales para el abordaje de la problemática, en
contrapunto con la Teoría de la Cognición Social, la cual si bien consideramos que es
pertinente para analizar otras temáticas sobre la política, no resulta adecuada para nuestro
planteo.

Introducción
Motivó la redacción de esta monografía un interrogante que surge a partir de los diversos
acontecimientos políticos y socio-culturales que atravesaron al país este último año, a partir
de las elecciones presidenciales 2015 y frente a un suceso histórico como fue el primer
ballotage en Argentina. Este contexto político produjo efectos, reacciones y acciones diversas
en la sociedad; entre ellos podemos destacar las campañas realizadas, la rivalidad entre los
partidos postulados, la militancia masiva de gran parte de la población. Esto nos hizo pensar
en cómo los ciudadanos llegan a formar parte de estos partidos políticos, defendiéndolos,
promulgándolos; y en cómo se construye la identidad política en base a las representaciones
sociales que las personas elaboran de aquellos partidos políticos, y cómo estos últimos hacen
uso de eso para incrementar la cantidad de votos y de seguidores.
La hipótesis que planteamos es que los partidos políticos son grupos u organizaciones que
otorgan a los ciudadanos un sentido de pertenencia, lo que permite una construcción
identitaria; esta identidad desemboca en o pertenece a las representaciones sociales propias
de ese grupo. A su vez, cada uno de los partidos se vale de las identificaciones con los mismos
de la masa votante para lograr un mayor apoyo político.
Ahora bien, para indagar respecto de las representaciones sociales de cada uno de los partidos
consideramos que sería adecuado y válido llevar a cabo un trabajo de campo que conste de
una batería de pruebas, como entrevistas y encuestas, que nos permita obtener datos
específicos de las representaciones sociales que las personas construyen acerca de los partidos
política.

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Respecto a trabajos previos realizados sobre la temática, consideramos que si bien nos
encontramos con artículos referidos a las representaciones sociales de la política en niños,
adolescentes, militares, entre otros, ninguno de ellos se refiere al período en el cual nos
estamos centrando en el presente trabajo.
En nuestro caso, debido a la brevedad de tiempo del cual disponemos, hemos considerado
realizar un trabajo especulativo, por lo que, para responder al interrogante planteado,
utilizaremos herramientas de la Teoría de las Representaciones Sociales, desarrollada por
Moscovici en 1961.

Desarrollo
Las representaciones sociales son conocimientos generalizados que permiten otorgar un
sentido a la realidad, volver familiar lo extraño, naturalizándolo. Los individuos se sienten
amenazados frente al desconocimiento de lo novedoso que surge en el mundo externo, por lo
cual se construyen representaciones que puedan hacer inteligible un fenómeno que no pueden
explicar. De esta manera, lo no habitual se desliza hacia lo habitual, lo extraordinario se hace
frecuente. En definitiva, las representaciones sociales hacen visible lo invisible, comprensible
lo incomprensible, permiten orientar al sujeto en el mundo social. Las representaciones
sociales le asignan al individuo un lugar en el cual pueda estar, existir, y también le permite
que los intercambios con el otro sean posibles. La identidad aquí juega un rol central ya que
permite la existencia social al formar parte de un grupo con el cual se comparten
representaciones. Debido al contacto tan estrecho entre representaciones sociales e identidad,
los sujetos no renuncian fácilmente a ciertas representaciones sociales ya que ello pondría en
juego la propia identidad, la propia subjetividad, y con ello el sentido de pertenencia al grupo.
Esto se debe al hecho de que la estructura de las representaciones sociales se conforma de un
núcleo central y un núcleo periférico; el primero está vinculado a condiciones históricas,
sociológicas e ideológicas del grupo o del individuo, apareciendo asociado a los valores y
normas, lo que proporciona homogeneidad al grupo, así como estabilidad y coherencia a sus
representaciones; este núcleo presenta menos posibilidades de transformación ya que es
menos dependiente del contexto inmediato. Por otro lado, el núcleo periférico está más
asociado con las características individuales y más sometido al impacto del contexto
inmediato, asegurando una cierta protección del núcleo central; permite modulaciones
personales que generan representaciones sociales individualizadas (Abric; 1994). No se puede
establecer una jerarquía de las representaciones sociales al estar las mismas conformadas por
aquel núcleo de valores, en tanto núcleo refractario a las transformaciones, profundamente
inamovible, y a su vez refractario a la evidencia racional; la modificación de dicho núcleo de
valores pone en juego la modificación de nuestra identidad. Aquellos valores no tienen una
genética, no hay valores mejores que otros; entonces, si el núcleo de las representaciones
sociales son valores que no tienen establecida una jerarquía, no hay representaciones sociales
mejores que otras. Consideramos que lo inamovible de estos factores se debe a que los
mismos se incorporan muy tempranamente, incluso antes de la adquisición de conceptos, del
lenguaje.
Respecto a su estatuto ontológico, las representaciones sociales se encarnan en las prácticas
sociales, sólo existen en la puesta en acto; no son las ideas explícitas de la gente, no hay un
acceso directo y consciente a ellas, sino que el sujeto las encuentra en el mundo, y no es
consciente de ello. La representación social está en la práctica misma, no es algo posterior a
ella. Las prácticas son la representación social; por esto mismo, para hacer posible una
modificación de las representaciones sociales se requiere modificar las mismas prácticas
sociales.

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Nuestro objetivo es plantear una posible hipótesis respecto a cómo se lleva a cabo la
construcción de la identidad en base a un partido político, y cómo los mismos construyen
valores, objetivos y propuestas en base a las necesidades e intereses de la población. Para ello,
en principio abordaremos los diferentes niveles de construcción de las representaciones
sociales que proponen Duveen y Lloyd (2003):
 Sociogénesis: es el proceso a partir del cual se generan las representaciones sociales.
También refiere al carácter histórico de las representaciones sociales, cómo
evolucionan y se transforman. En este nivel, la construcción de las representaciones
sociales otorga a los sujetos de la sociedad una identidad. Las representaciones
compartidas por un grupo son compartidas a condición de que generen identidad, y de
esta manera la identificación con el grupo posibilita la existencia social. En nuestro
caso específico que implica formar parte de un partido político, la identidad social que
otorga el grupo se puede visualizar en el discurso que se utiliza, las ideas que se
proponen, el lugar donde se llevan a cabo esas ideas, las estrategias que se utilizan en
las campañas, entre otros. Como mencionamos anteriormente, los sujetos no renuncian
fácilmente a la identidad social asignada por el grupo, por lo que no resulta fácil que
“se corran” de determinada representación social. Consideramos que en el caso de las
representaciones sociales sobre la política, aquello puede visualizarse en el hecho de
que, mas allá de reconocer los errores del partido político al cual se sigue, los sujetos
no dejan de reconocer y seguir sus ideales.
Mientras la homogeneidad en relación a otros que pertenecen al mismo grupo brinda
seguridad e identidad de pertenencia, lo ajeno, al tener un modo diferente de
comprender, da lugar a la marginación de ese otro ajeno y justifica la discriminación
(Wagner, Hayes y Flores Palacios; 2011).
Sin embargo, no hay que dejar de considerar el hecho de que las representaciones
sociales no son estáticas y no están dadas de antemano y para siempre, sino que cada
grupo social construye sus propias representaciones sociales que varían en los
diferentes grupos y en los diferentes momentos que atraviesan los grupos; este cambio
se trata de un proceso de sociogénesis lento, que se pone en marcha ante la presencia
de nuevos fenómenos que se presentan en la sociedad, por lo cual estamos en
condiciones de afirmar que las representaciones sociales son dinámicas.
 Ontogénesis: se trata del proceso por el cual los sujetos se apropian de las
representaciones sociales existentes en su grupo, a partir de lo cual hay una activación
psíquica de esas representaciones sociales. Este proceso se pone en juego cada vez que
los niños, adolescentes, adultos, se involucran con nuevas representaciones sociales
que hacen posible su participación en el grupo.
Dentro de este nivel, Duveen y Lloyd explican que la influencia de las
representaciones sociales puede tener un carácter imperativo, obligatorio, impuesto, o
un carácter contractual, presentándose en este último caso la posibilidad de adoptar
una determinada identidad social. La incorporación de los individuos a ciertos grupos
sociales (en nuestra temática, grupos con cierta representación política) depende de
que establezcan el contrato de interpretar el mundo en términos de categorías políticas.
En cuanto a la identidad política, consideramos que la misma es producto de
representaciones sociales contractuales, donde los sujetos, a partir de la identificación
con su grupo de pertenencia, se apropian de determinadas representaciones sociales
construidas por el mismo sobre la política, lo que da lugar a la conformación de dicha
identidad política. Es decir, esta identidad se define por referencia a otro, se recorta en
el plano del otro, a través de las prácticas compartidas por el grupo.

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En síntesis, la producción de representaciones sociales a nivel ontogenético, así como
la apropiación de las mismas, otorga subjetividad, identidad, a los individuos.
 Microgénesis: este nivel se encuentra materializado en las interacciones sociales,
donde los individuos debaten, hablan, resuelven conflictos. En estas interacciones, al
ponerse en juego las identidades sociales, se evocan las representaciones sociales; a su
vez, éstas se van construyendo, de-construyendo, re-construyendo, en el transcurso de
los encuentros interpersonales. En éstos se negocian las identidades sociales y se
establecen marcos de referencia compartidos, para lo cual las representaciones sociales
establecen los recursos necesarios; por ejemplo el lenguaje, el cual es un medio
esencial al momento de poner en práctica las interacciones sociales.
Un proceso microgenético que construye la representación social de determinado
partido político tiene que ver con e incluye a la militancia, la campaña publicitaria, el
discurso político mediante el cual se comunica a la sociedad, el acercamiento a los
barrios, la opinión respecto a otros partidos políticos, entre otros, todo ello
considerado como prácticas en las cuales se materializan y se hacen visibles las
representaciones sociales.
La posibilidad de cambio de una representación social siempre nace en este nivel, el
cual es el epicentro de la modificación. En palabras de los autores, “durante las
interacciones sociales los participantes pueden llegar a adoptar posiciones diferentes
de las que tenían al comienzo y, en este sentido, la microgénesis es siempre un proceso
de cambio”. Estos posibles cambios, en caso de presentarse, pueden concluir en
cambios estructurales en las representaciones de los sujetos, los cuales pueden tratarse
de transformaciones ontogenéticas en el desarrollo de las representaciones de dichos
sujetos; también pueden presentarse transformaciones sociogenéticas que dan lugar a
una reestructuración de la representación social.

“La ontogénesis y la sociogénesis son consecuencia de procesos microgenéticos. La


microgénesis constituye, por lo tanto, un verdadero motor para las transformaciones
genéticas de las representaciones sociales” (Duveen y Lloyd; 2003). Este proceso de génesis
de las representaciones sociales se trata de un proceso dialéctico y circular, que no cesa, y los
tres momentos se encuentran interrelacionados.
Detrás de los niveles de construcción genética, es decir, detrás de toda representación social,
existe un trasfondo ideológico, en el sentido de que la ideología es una interpretación del
mundo sobre la que se recortan significados referidos a objetos específicos (Castorina y
Barreiro, 2007). Es necesario aclarar que Castorina y Barreiro explican que no hay
delimitación precisa del término ideología como así tampoco de la noción de representación
social y, a su vez, esto conlleva a que no se pueda establecer una diferenciación específica
entre ambas, sino que las separa un límite brumoso.
Para intentar diferenciarlas, diremos que las representaciones sociales se refieren a objetos
más específicos, circunscriptos, y refieren a un grupo de referencia; en cambio, la ideología es
una versión más global de la realidad social, trascendiendo los grupos de pertenencia. Las
primeras son dinámicas, tienen una ontogénesis plástica, porque las prácticas y las relaciones
dentro del grupo de referencia se van modificando. En cambio, la ideología es más bien
estática, rígida; la ideología como forma de ver el mundo no va a modificarse porque está
atravesada por la dimensión del poder y de la legitimación. En síntesis, la ideología es
siempre de los sectores dominantes; en cambio, las representaciones sociales son gestadas por
cada grupo específico.

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Retomando la idea de que la ideología corresponde siempre a la clase dominante, y pensando
a esta última como un nivel simbólico compartido, con capacidad de poder y de dominación,
que se define por la influencia y la capacidad de coacciones sobre otros sujetos en momentos
determinados, consideramos que los partidos políticos pueden pensarse como clases
dominantes, con un orden jerárquico, que imponen a la sociedad ciertas creencias ya
constituidas.

Análisis del interrogante planteado


En base al marco teórico presentado, hemos decidido realizar un recorte y análisis del
contexto de la situación política del presente año, haciendo hincapié en las campañas
publicitarias de los partidos políticos de cara al primer ballotage de la historia.
Nuestro análisis se centra en la construcción de la identidad de los votantes, en cómo éstos se
sienten identificados con un partido político en particular y cómo intentan lograr dicha
identificación los candidatos mediante sus campañas, tanto respecto a aquellas personas
decididas por determinado partido como también aquellas que aun se encuentran indecisas.
Hacemos hincapié en los spots publicitarios, en el lenguaje verbal y no verbal, en el espacio
geofísico en el cual se encuentra localizado cada partido (bunkers), los colores utilizados en
cada campaña, considerados todos ellos factores fundamentales a la hora de generar cercanía
y empatía con la sociedad. Por ejemplo, en los discursos se escuchan palabras como “juntos”,
“unidos”, “cambio”, “esperanza”, “optimismo”, “familia”, “popular”; asimismo, los colores
de los dos candidatos presentes en el ballotage simbolizan algo que coincide con lo planteado
en sus respectivos discursos: por un lado, el naranja representa el optimismo, y por otro lado
la propuesta multicolor tiene que ver con la amplitud, la diversidad. Por último, se visualiza
en diferentes oportunidades (spots, debates, conferencias) que los candidatos visten de
acuerdo al público al cual se dirigen, es decir, de forma sencilla, más o menos formal,
apuntando a un público amplio y heterogéneo.
Realizando un análisis de los spots así como de los discursos desplegados, se visualizan
diferencias entre los que se presentan en las elecciones primarias y los presentes en el
ballotage. Consideramos que el motivo de esta modificación se debe a lo siguiente: en las
elecciones primarias, los candidatos contaban con individuos simpatizantes de su partido,
debido a que a lo largo del tiempo fueron captando seguidores, es decir, fueron construyendo
una identidad partidaria con la cual parte de la sociedad pudo identificarse, construyendo
representaciones sociales de los diferentes partidos. Luego, ante el acontecimiento del
ballotage, los dos candidatos electos debieron enfrentarse a una situación ante la cual se
presentaba el objetivo de intentar captar los votos del sector de la sociedad que había votado a
los candidatos que quedaron por fuera de la elección, por lo cual se realizaron modificaciones
debido a que ahora los spots, los discursos, los mensajes, las prácticas mismas, se tendrían
que dirigir hacia un sector más amplio y heterogéneo de la sociedad. Ante esto, nos surge un
interrogante: ¿Qué estrategias se ponen en juego por parte de los partidos políticos frente a
esta situación?
Hipotetizamos que cada partido político realiza un análisis de las necesidades e intereses
actuales de la población, y a partir de ello construye un nuevo discurso, ligado al precedente,
donde se añaden contenidos y objetivos adicionales que se suman a aquellos que son la base
de la campaña; así, se busca lograr en la población un sentido de pertenencia, donde se
compartan mediana o totalmente los ideales, objetivos y valores; en base a esto, es posible
lograr que los individuos se identifiquen con determinado partido político, generando a su vez
un sentido de no-pertenencia, de ajenidad, respecto a otros partidos. Este sentido de no-

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pertenencia es producto de la percepción del otro como distinto, amenazante, peligroso; se
construye al otro como diferente, ajeno, discriminándolo, debido a que no pertenece al propio
grupo social. En síntesis, la construcción de la identidad no implica sólo identificarse con un
grupo sino, a su vez, diferenciarse de otro/s, delimitando lo que uno no es.
Para lograr aquel sentido de pertenencia, en primer lugar es necesario que al momento de
realizar los spots políticos se delimite la población a la cual van dirigidos aquellos; el objetivo
general es transmitir una imagen con la cual los individuos se sientan identificados, ya sea por
el vocabulario utilizado, la vestimenta, los colores, las actividades que se muestran
(prácticas), las personas que forman parte de la publicidad, así como también que puedan
identificarse con las necesidades e intereses representados en esta propaganda. Especulamos
que para ello, previamente se realiza un análisis de las necesidades e intereses implícitos y
explícitos de la población. Finalmente, lo que su busca es lograr un cambio en ciertas
representaciones, y así aumentar la cantidad de votos. Citando a Moscovici “cuando se dice
sumariamente “la propaganda lleva a la acción”, “crea actitudes colectivas”, se puede
entender: la propaganda incita a la acción, produce “actitudes”, mediante la creación o
modificación de la representación de lo real” (1961/1979).
La identificación de la población con determinado partido político se debe a que, éste,
mediante sus prácticas, sus discursos, sus objetivos, dirigidos todos ellos a los mismos
individuos, “toca” la identidad de ellos, específicamente, ataca el núcleo de valores, y el
aspecto valorativo es lo que más cerca está de nuestra situación social. Asimismo, la identidad
es la autopercepción del sujeto en el campo social, es el lugar en el cual el sujeto se reconoce
y en el cual cree que los otros lo reconocen. En otras palabras, hay un juego de miradas que
produce identificación.
¿Por qué la Teoría de las Representaciones Sociales nos permite abordar nuestra problemática
de manera más congruente que la Teoría de la Cognición Social?
En primer lugar, si bien en las dos teorías se estudia el conocimiento social como contenido,
diferenciamos una teoría de otra respecto a cómo se interpreta el desarrollo de dicho
conocimiento, basándonos en lo planteado por Duveen y de Rosa (1992), a la vez que en cada
uno de los aspectos presentados demostramos cómo se puede justificar nuestra elección de la
Teoría de las Representaciones Sociales.
Ambas teorías comparten una orientación constructivista, diferenciándose en el hecho de que
la Teoría de la Cognición Social (TCS) se centra en una perspectiva individualista y la Teoría
de las Representaciones Sociales (TRS) considera que la génesis del conocimiento está
inmersa en un encuadre integracionista y social, considerando al sujeto como un “actor
social”. En relación a esto, la TCS interpreta el desarrollo del conocimiento social como la
aplicación de estructuras psicológicas progresivamente maduras a los fenómenos sociales,
modificándose estas estructuras a lo largo del tiempo; en cambio, para la TRS el conocimiento
se desarrolla en la sociedad y dentro del contexto en el cual realiza sus intercambios el sujeto.
En síntesis, para la TCS la estructura “atrapa” a lo social, estando lo social por fuera, y el
individuo con su estructura lo incorpora, lo conoce; en cambio, para la TRS “lo social” en sí
no existe. Consideramos que los conocimientos sobre partidos políticos se construyen a partir
de una interacción e integración constante del individuo con su contexto, donde aquel no es
un actor pasivo donde absorbe determinado conocimiento, sino que él mismo lo construye con
otros, conformando cada vez nuevas representaciones sociales sobre los mismos, y haciendo
propias aquellas representaciones sociales que encuentra en un grupo y que posibilitan que se
identifiquen con el mismo, generando así un sentido de pertenencia.
Por otro lado, en base a las representaciones sociales se construyen fuertes identidades
sociales en el sujeto, lo que las hace inconscientes, a diferencia de la ausencia de construcción

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de identidad a partir de los conocimientos sobre la sociedad. Sabemos que muchas personas,
si bien tienen conocimientos sobre los diferentes partidos políticos, no se identifican con los
mismos, no hay en ellos una identidad conformada que sea producto de la pertenencia a los
mismos; ahora bien, a nosotros se nos presentó el interrogante de cómo se construye la
identidad y la identificación con un partido político, siendo esto producto de las
representaciones sociales que se construyen sobre el mismo, generando un sentido de
pertenencia, que puede observarse por ejemplo en la militancia.
En cuanto a los niveles de construcción del conocimiento, para la TCS no hay una dialéctica
entre los mismos; en cambio, la TRS considera que hay una reciprocidad entre los niveles
sociogenético, ontogenético y microgenético. Ante la situación del ballotage, creemos haber
visualizado modificaciones en las representaciones sociales en lo que refiere al nivel
microgenético, es decir, mediante las discusiones, debates, charlas con pares, en muchas
personas se generó una transformación en sus representaciones como para elegir entre dos
candidatos que no eran de su preferencia. Entonces, hay una identificación con el candidato
elegido en base a una no-identificación con el otro, el cual genera amenaza, extrañeza. Esta
alteración en el nivel microgenético motoriza, a su vez, los otros dos niveles, por lo que hay
una dialéctica entre los tres niveles.
Otro punto de diferencia se basa en que para la cognición social el desarrollo de los
conocimientos de la sociedad se presenta de manera lógica mediante la producción de
conceptos; en esta esfera, el discurso de los valores no tiene demasiada importancia. En
cambio, para la TRS las prácticas mismas constituyen los sistemas de pensamiento, y las
representaciones pueden ser contradictorias, ya que no dependen de la lógica para existir. En
esta última esfera, el mundo de los valores juega un papel central, sin estar limitado por los
cánones de la lógica. En relación a nuestra temática, creemos que es esencial el papel que
juegan los valores de los individuos, y no solamente los hechos, ya que aquellos son los
realmente estables, inamovibles en tanto núcleo de valores de las representaciones sociales,
debido justamente a que definen la propia identidad, en este caso política.
Por último, la TCS distingue forma de contenido: los instrumentos cognoscitivos son formas
vacías que pueden ser llenadas con cualquier conocimiento, de cualquier sociedad y en
cualquier momento; la TRS no distingue entre forma y contenido, siendo el instrumento
cognitivo lo que determina el contenido; es la misma práctica el instrumento de conocimiento.
Podemos pensar a la participación política, en tanto práctica, como un instrumento para
conocer, interactuando con él, el objeto de conocimiento, la política. Consideramos con
Uhlaner a la participación política como un fenómeno instrumental e intencional, que se
desarrolla para lograr fines políticos; ejemplos de la misma pueden ser votar en las elecciones,
colaborar de distintas maneras en una campaña política, contactar funcionarios para pedirles
alguna acción, manifestarse, protestar, entre otros (Delfino, Gisela I.; Zubieta, Elena M.;
2010).
Más allá de la elección realizada, no descartamos la posibilidad de la utilización de la Teoría
de la Cognición Social para llevar a cabo objetivos diferentes a los planteados en la presente
monografía.

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Referencia Bibliográfica

 Abric, Jean Claude (1994) “Prácticas sociales y representaciones”. Traducción:


https://drive.google.com/file/d/0B5UfjjAP0C2FWFVYLXdJVEFsT3c/edit
 Castorina, J. A., & Barreiro, A. (2007). Las representaciones sociales y su horizonte
ideológico. Una relación problemática. En J. A. Castorina et al. Cultura y
conocimientos sociales. Desafíos a la psicología del desarrollo (pp. 197-217). Buenos
Aires: Aique.
 Delfino, Gisela I.; Zubieta, Elena M. (2010) “Participación política: concepto y
modalidades”. Facultad de Psicología - UBA / Secretaría de Investigaciones / Anuario
de investigaciones / volumen XVII
 Duveen, G., & de Rosa, A. (1992). Social Representations and the Genesis of Social
Knowledge. [Representaciones sociales y la génesis del conocimiento]. Papers on
Social Representations, Vol. 1 (2-3), 94-108. [Traducción nuestra para uso interno].
 Duveen, G., & Lloyd, B. (2003). Las representaciones sociales como una perspectiva
de la psicología social. En J. A. Castorina (comp.). Representaciones sociales (pp. 29-
39). Barcelona: Gedisa.
 http://notas.org.ar/2015/11/10/comienza-campana-publicitaria-ballotage-todos-los-
spots/
 Moscovici, S. (1961/1979). El psicoanálisis, su imagen y su público. Buenos Aires:
Huemul. [Parágrafos seleccionados: Observaciones preliminares; Cap. 1; Cap. 3
parágrafo 1; Cap. 6 parágrafo 1; Parágrafos 3 y 4 de la segunda parte del libro, en las
pp. 325 a 339].
 Wagner, W., Hayes, N., & Flores Palacios, F. (2011). Introducción a las
representaciones sociales. En El discurso de lo cotidiano y el sentido común. La teoría
de las representaciones sociales (pp. 63-80). Barcelona: Anthropos.

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