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La falta de un empleo o unos ingresos insuficientes están muy relacionados con la falta de
cobertura de las necesidades básicas, por lo que se consideran indicadores de pobreza.
¿La pobreza es generalizada, alcanzando a la mayor parte de una población, o por el contrario, es
un fenómeno acotado que se localiza geográficamente o en determinados segmentos sociales?
¿Cuáles son las causas que la determinan? ¿Es un fenómeno crónico, con raíces históricas, o está
vinculado a cambios temporales de orden económico, social, o tecnológico? ¿Es consecuencia de
la acción humana, como la guerra o la explotación del hombre por el hombre, o es el resultado de
fuerzas de orden natural como desastres climáticos, terremotos…?
Si comparamos la pobreza con una enfermedad, ¿cuáles son sus síntomas principales? ¿La
subnutrición, la baja escolaridad, la falta de acceso a servicios básicos, el desempleo, la
marginalidad, la violencia, la discriminación, la falta de voz para ser escuchado en el campo
político?
En los debates y trabajos académicos sobre la pobreza, generalmente se relaciona ésta con niveles
bajos de ingresos y se mide a través de la renta de las personas o los hogares. Siempre hemos
tenido la necesidad de establecer líneas de pobreza, es decir, umbrales o niveles específicos de
renta a partir de los cuales se puede empezar a hablar con cierta propiedad de situaciones de
pobreza.
Además de este criterio general, se han elaborado otras formas de aproximarse al fenómeno de la
pobreza en todas sus dimensiones. Existen índices de pobreza que además de los ingresos
consideran el gasto, o el consumo.
Esa renta pasa a ser conocida como la línea de la pobreza. Es evidente que ese procedimiento
contiene cierto grado de subjetividad, ya que tanto la composición de la canasta como su coste
varían en función del clima, de los hábitos alimentarios regionales y de los factores culturales,
entre otros.
La variedad de los alimentos y el precio de éstos varían mucho de unos países a otros, mientras en
algunos países lo habitual es hacer cinco comidas al día e introducir en la dieta alimentos muy
diversos (carnes, pescados, frutas…) en otros (por cuestiones culturales o por cuestiones de
mercado) puede bastarles con hacer tres comidas diarias basadas en alimentos muy poco
variados, tales como el arroz, el maíz o los frijoles, por ejemplo.
Además, la estimación de recursos necesarios para la atención de las demás necesidades básicas
que no son las alimenticias es arbitraria y también varía regionalmente. Lo que para algunos
colectivos puede considerarse imprescindible (tener acceso a internet, mantener un vehículo
privado por familia, ocio y vacaciones) para otros colectivos humanos puede resultar totalmente
prescindible.
El hambre
Uno de los problemas es el hambre. Esta situación de infraalimentación afecta a más
de la mitad de la población, a lo que habría que añadir un alto porcentaje de personas
desnutridas, que son quienes aun consumiendo una cantidad de calorías por encima
de los niveles críticos, acusan deficiencias en proteínas, vitaminas o sales minerales,
a causa de una alimentación nada variada.
Las técnicas relacionadas con la producción agrícola y ganadera permiten que no haya
déficit de alimentos en el mundo, el problema es el injusto reparto de esos alimentos.
En los últimos años vemos como una buena parte de los cereales producidos en los
países pobres se emplean para la fabricación de biocombustibles para el primer mundo,
ignorando las necesidades alimenticias de los países más pobres.
La precariedad sanitaria
También influyen, en este sentido, los difíciles accesos a los centros de salud o a las
medicinas, especialmente en regiones rurales.
Por otra parte, la salud se ha convertido en un negocio para unos pocos. Para muchas
farmacéuticas les resulta más rentable invertir dinero en la producción de fármacos para
las enfermedades del primer mundo (ansiolíticos, colesterol…) que para frenar el
avance de algunas “enfermedades de los países pobres” (malaria, dengue, cólera…).
Pensemos que una población que posee acceso a la educación contará con mejor
capital humano, personas más preparadas y capacitadas para acceder a puestos de
trabajo mejor remunerados.
Además, una población educada podrá ser consciente de sus derechos como ser
humano, y podrá construir una sociedad más justa, a la vez que podrá gestionar y dirigir
mejor las políticas y la economía de su país, haciéndolo más próspero y menos
dependiente de los países ricos.
El crecimiento demográfico
Esta explosión demográfica está acompañada de una explosión urbana (un 50,46% de
la población vive actualmente en ciudades).
Así, aparece una agricultura poco especializada y de baja productividad, que mantiene
una función primordial de subsistencia sin capacidad de ahorro y con escasas
posibilidades de progreso.
A ello se une la sobreexplotación de los bosques por parte de muchas empresas,
privando a muchos pueblos (en especial los indígenas) de su único medio de vida.
La contaminación cada vez más creciente tiene efectos como el calentamiento global y
el efecto invernadero, que acaban afectando al clima del planeta y provocando sequías
e inundaciones con más frecuencia que hace unas décadas.
El hambre
Las técnicas relacionadas con la producción agrícola y ganadera permiten que no haya
déficit de alimentos en el mundo, el problema es el injusto reparto de esos alimentos.
En los últimos años vemos como una buena parte de los cereales producidos en los
países pobres se emplean para la fabricación de biocombustibles para el primer mundo,
ignorando las necesidades alimenticias de los países más pobres.
La precariedad sanitaria
Por otra parte, la salud se ha convertido en un negocio para unos pocos. Para muchas
farmacéuticas les resulta más rentable invertir dinero en la producción de fármacos para
las enfermedades del primer mundo (ansiolíticos, colesterol…) que para frenar el
avance de algunas “enfermedades de los países pobres” (malaria, dengue, cólera…).
Pensemos que una población que posee acceso a la educación contará con mejor
capital humano, personas más preparadas y capacitadas para acceder a puestos de
trabajo mejor remunerados.
Además, una población educada podrá ser consciente de sus derechos como ser
humano, y podrá construir una sociedad más justa, a la vez que podrá gestionar y dirigir
mejor las políticas y la economía de su país, haciéndolo más próspero y menos
dependiente de los países ricos.
El crecimiento demográfico
Esta explosión demográfica está acompañada de una explosión urbana (un 50,46% de
la población vive actualmente en ciudades).
Las causas del desmesurado crecimiento urbano radican en el crecimiento vegetativo
(más natalidad que mortalidad), en la pobreza y la falta de oportunidades de progreso
en las zonas rurales. Todo ello contribuye a la creación de extensos barrios marginales
en las ciudades.
Así, aparece una agricultura poco especializada y de baja productividad, que mantiene
una función primordial de subsistencia sin capacidad de ahorro y con escasas
posibilidades de progreso.
La contaminación cada vez más creciente tiene efectos como el calentamiento global y
el efecto invernadero, que acaban afectando al clima del planeta y provocando sequías
e inundaciones con más frecuencia que hace unas décadas.
Todo ello hace que debamos trabajar más en favor de un sostenimiento medioambiental
MEJOR ACCESO
Eliminar las barreras y aumentar la capacidad de la población pobre de ganarse la vida. Esto
conlleva incrementar su acceso al crédito, los servicios, los recursos naturales y otros
activos, mejorar su capacidad para gestionar los riesgos y vincular la agricultura a pequeña escala
a los mercados y sistemas alimentarios.
Los programas de la FAO abordan la cuestión de la falta de acceso al crédito y a los insumos
agrícolas (semillas y fertilizantes).
Mozambique: esquema de cupón electrónico destinado a dar acceso a los mercados para los
insumos agrícolas
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MAYOR PRODUCTIVIDAD
La FAO ayuda a los agricultores a introducir herramientas y maquinaria para hacer más productiva
la tierra. Mediante el uso de nuevas tecnologías climáticamente inteligentes, la FAO garantiza
también que no dañemos aún más el medio ambiente.
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Creación de empleo digno de tipo agrícola y no agrícola para la población de ambos sexos,
incluidos los jóvenes, mediante la promoción del emprendimiento y el desarrollo de sus
competencias profesionales.
La FAO ayuda a las mujeres dedicadas a la pesca a obtener un reconocimiento legal de su trabajo
por parte del Gobierno y a conseguir mejores condiciones laborales
Costa Rica: mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres dedicadas a la pesca
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NIVEL BÁSICO DE INGRESOS Y PROTECCIÓN SOCIAL
Construir y ampliar sistemas de protección social, tales como los programas de transferencias
de efectivo.
Zambia: las transferencias sociales en efectivo ayudan a romper ciclo de la pobreza y fomentan la
productividad
Al proporcionar insumos agrícolas y formación técnica a los agricultores para que puedan volver a
producir alimentos y obtener ingresos, la FAO ayuda a personas afectadas por situaciones de
emergencia con iniciativas a largo plazo de recuperación y rehabilitación. Estos programas dan
prioridad a los grupos de mujeres y a las familias encabezadas por mujeres, ya que reinvierten de
forma fiable en la sociedad.
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PERSONAS EMPODERADAS
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IGUALDAD DE GÉNERO
La FAO ayuda a los países a diseñar e implementar programas, políticas y leyes sensibles al
género.
La FAO presta asesoramiento a los países en materia de políticas y legislación para ayudarles a
conseguir prácticas y políticas de tenencia de la tierra que sean equitativos desde el punto de vista
del género.
Publicación forestal de la FAO: "Como introducir la cuestión género en el sector forestal: guía
práctica"
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MEJORES POLÍTICAS
La FAO ha desarrollado directrices voluntarias para los Gobiernos y otros actores con el fin de
mejorar los sistemas que se ocupan de los derechos a utilizar, gestionar y controlar las tierras, las
pesquerías y los bosques. Las directrices proporcionan información sobre las prácticas aceptadas
internacionalmente, contribuyen al desarrollo de políticas y aumentan la transparencia de los
sistemas de tenencia.