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Cuando me dices, JESUS yo confío en Ti, no seas como el paciente que le pide al
médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos
divinos, no tengas miedo.
Yo te amo.
Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue
confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora:
¡Oh mi Dios sólo Tú el Señor de mi vida me colmas de paz y verdad sólo a Ti, el
Divino y Paciente me entrego TODA con ilusión y suavemente te vuelves, Dios mío y
muy quedo me dices tu amor y muy quedo repite mi alma: Aquí estoy TODA TUYA,
Señor. Sólo Tú, el Señor de mi vida. Sólo Tú, mi Señor y mi Dios. Sólo Tú, sólo Tú,
sólo Tú Sólo Tú, sólo Tú, sólo Tú Por los siglos y siglos:
TU "Dios mío, ni toda la eternidad será suficiente para decirte cuánto te amo" (André
Frossard).
REFLEXION
Si has entendido bien que debes ser una llama viva de amor, podrás comprender
que tu vida debe ser un holocausto permanente, un dejarte quemar poco a poco,
lentamente, hasta que seas TODA DE DIOS, TODA DE JESUS. Tu vida debe llegar a
ser como la zarza ardiente de Moisés en el monte Horeb, que ardía y no se consumía
( Ex 3,2).
Tu vida debe llegar a estar tan purificada de todo lo humano y material, de todo
pecado e imperfección que el fuego divino no tenga ya nada que quemar, nada que
consumir. Entonces, tú y Dios estaréis tan unidos que formaréis una sola llama de
amor viva.
Ahora bien, esto es un proceso largo y difícil, en el que vas a tener que sufrir muchos
desgarros de cosas queridas. Desgarros en tu cuerpo, pues quizás te veas cada vez
más imposibilitada por la enfermedad o vejez, imposibilitada en tus sentidos, quizás
no puedas oír, ver, caminar, valerte por ti misma o pierdas la memoria o la
inteligencia. Quizás tengas que sufrir la amputación de algún miembro u órgano de
tu cuerpo y te sientas disminuida y minusválida. En el alma puedes sentir el
desamparo de Dios, la soledad o tristeza, la incomprensión, la calumnia, la
persecución.
En una palabra, poco a poco, puedes ir sintiendo que te vas acabando y que vales
muy poco humanamente hablando. Precisamente, en esos momentos de noche
oscura, de pérdidas y desgarros en cuanto al cuerpo o el alma, de cosas materiales e
incluso de placeres buenos y honestos, es cuando Dios te irá llenando más de su luz
y de su amor. El te pide una renuncia total para poder purificarte totalmente, te pide
un vacío total para poder llenar El, TODO tu corazón. El te pide AMOR, pero al ciento
por ciento de tu capacidad. Vete a buscarlo en la fuente de la Eucaristía. Que tu
vida sea Eucaristía, Luz, Fuego, Vida, en una palabra, que sea AMOR.
Que seas "una hostia viva, santa y agradable a Dios" (Rom 12,1).