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Development Manual 10
Environmental Management and ISO 14000
Autor:
ISO
ISBN: 84-8143-161-3
Depósito legal: M-38755-1999
Edita: AENOR N.A. 71.970
Publica: AENOR
Imprime: StockCero, S.A.
Emilio Muñoz, 15 - 28037 Madrid. Tel.: 91 327 32 38
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GESTIÓN MEDIOAMBIENTAL
E ISO 14000
Presentación
Ante la preocupación por la situación medio ambiental local y la del planeta en muchas regiones del
mundo, ISO respondió con la creación del Grupo Asesor Estratégico de Medio Ambiente (SAGE),
en 1991 y del comité técnico ISOITC 207, Gestión Medioambiental, en
1993.
Las primeras normas elaboradas por este comité técnico fueron las de la serie ISO 14000 que,
tuvieron una buena acogida, casi unánime. En la actualidad, se calcula que más de 3500 empresas
disponen de la certificación de su conformidad con la Norma ISO 14001, y muchas más se
encuentran inmersas en el proceso de implantación de un sistema de gestión medioambiental
conforme con esta norma y como paso previo a la certificación. ISO 14001 proporciona a la
industria una herramienta potente para gestionar el impacto de sus actividades en el medio ambiente
y para llevar a cabo sus tareas de una manera menos perjudicial para éste. Además de producir
indudables efectos positivos en materia de concienciación medioambiental, las normas ISO 14000
también contribuyen al cambio radical que se está produciendo en la manera de afrontar los
problemas medioambientales. Este cambio se centra en la sustitución del estilo coercitivo y de
control de los gobiernos, por una nueva combinación de actividades reglamentarias y de iniciativas
voluntarias adoptadas por la empresa, con lo que la responsabilidad relativa a la protección del
medio ambiente recae de forma compartida en la Administración, en el sector privado y en la
sociedad en general.
El objetivo de este manual es la presentación de la serie ISO 14000 a aquellos lectores de los países
en desarrollo que quieran obtener una visión general tanto de las normas publicadas como de las
que se encuentran en fase de preparación, y de los antecedentes relativos a la evolución de dichas
normas. Asimismo, este manual puede ser de interés para quienes estén interesados en conocer y
entender los aspectos de la gestión medioambiental abordados por el comité técnico TC 207 y sus
correspondientes subcomités.
Este manual es el décimo que se publica a partir de las peticiones del comité de ISO para los
asuntos de los países en desarrollo (DEVCO).Su preparación se encargó a una comisión de
redactores procedentes de las distintas presidencias y secretarías del comité técnico 207 y de sus
subcomités, que se relacionan a continuación:
Desde aquí les damos las gracias a todos por sus aportaciones.
Lawrence D. Eicher
Secretario General
INDICE
Introducción
Antecedentes
El papel de las partes interesadas en la gestión medio ambiental
Factores que impulsan la adopción de los sistemas y las herramientas para la gestión
medio ambiental
El papel de las normas internacionales
Funciones y ventajas de los sistemas de gestión medioambiental
El papel de las otras normas de la serie ISO 14000
Conclusiones
Introducción
Antecedentes
ISO14001
ISO 14004
Elementos del SGM según las normas ISO
Resumen
Introducción
Estructura general de las normas ISO de auditoría medioambiental
Características fundamentales de la auditoría medioambiental
La normativa ISO para la auditoría medioambiental
ISO 14010, Directrices para la auditoría medioambiental.
Principios generales
ISO 14011, procedimientos de auditoría de los sistemas de gestión medioambiental
ISO 14012, criterios de cualificación de los auditores medioambientales
Aplicación de las normas ISO relativas a la auditoría medioambiental
Utilización en el marco de ISO14001
Utilización en la certificación/registro por tercera parte y en procedimientos de
acreditación
Revisión de las normas ISO de auditorías y coordinación con la serie ISO 10011
Observaciones finales
CAPÍTULO 4 - Serie de normas ISO 14020 de etiquetado medioambiental
Introducción
Antecedentes
Etiquetado Tipo I
Participación de ISO en el etiquetado Tipo I
Comercio internacional
Etiquetado Tipo II
Participación de ISO en el etiquetado Tipo II
Ejemplo práctico
Etiquetado Tipo III
Inquietudes relativas al etiquetado Tipo III
Principios generales
Evolución de ISO/TC207/SC4
¿Qué es la evaluación del comportamiento medioambiental (ECM)?
Principios para la puesta en práctica de la ECM en una organización
Consideraciones para la puesta en práctica de la ECM en una organización
Visión general de ISOIDIS 14031 (Gestión medioambiental
Evaluación del comportamiento medioambiental-Directrices)
Programa y futuras áreas de trabajo de ISO/TC207/SC 4
Introducción
Historia
Demanda
Una aproximación ilustrada a las características clave del análisis de ciclo de vida
Evitar la transferencia de la contaminación
Del concepto a la técnica
¿Para qué se emplea esta técnica?
La evolución de la normativa aplicada al ACV
El subcomité encargado del análisis de ciclo de vida (ISO/TC207/SC5)
Programa de trabajo
Inventario: ISO 14041
Impacto medioambiental: ISO 14042
Interpretación de los resultados: ISO 14043
Relaciones entre las herramientas aplicables a la organización o a los productos
Introducción
ISO y la gestión forestal: Antecedentes históricos
Avances en materia de gestión forestal sostenible
Fundamentos de la norma internacional ISO 14001
ISO 14001y la gestión forestal sostenible: el concepto "puente"
ISO/TR 14061 "Información de referencia para ayudar a las organizaciones forestales a
utilizar las normas de sistemas de gestión medioambiental ISO 14001 e ISO 14004"
Relaciones entre los principios, criterios e indicadores de GFS y los del SGM en una
organización forestal
Política, objetivos y metas
Programa, implementación y operación
Seguimiento y medición; auditoría y revisión
Utilización del informe técnico de ISO
La creación del comité técnico 207, Gestión medio ambiental (ISO/TC207), por parte de la
Organización Internacional de Normalización (ISO) fue el resultado de una serie de
acontecimientos encadenados que impulsaron el planteamiento de una respuesta
internacional coordinada ante unos retos medio ambientales comunes a todos.
Esta petición de BCSD se produjo en un momento en el que ya se habían iniciado una serie
de iniciativas del Consejo Asesor en Tendencias Técnicas de ISOIIEC y el grupo ad hoc de
planificación a largo plazo, así como del grupo ad hoc de etiquetado medioambiental.
Como resultado, en agosto de 1991, ISO e IEC crearon el Grupo Asesor Estratégico de
Medio Ambiente (SAGE) con el fin de estudiar la situación y plantear las recomendaciones
oportunas.
A SAGE se le encomendó la tarea de analizar la demanda relativa a la normalización en el
campo de la gestión medioambiental. Como punto de partida, todo trabajo propuesto
tendría que asegurar una aproximación común para la gestión medioambiental que
mejorase el funcionamiento empresarial y el medio ambiental facilitando, al mismo tiempo,
el comercio. Con este fin, SAGE estableció seis grupos de trabajo el estudio de los
siguientes temas:
1. la gestión medioambiental;
2. la auditoría medioambiental;
3. el análisis del ciclo de vida;
4. el etiquetado medioambiental;
5. el comportamiento medio ambiental y;
6. los elementos medioambientales relativos a las normas de producto.
Las siguientes declaraciones relativas a su objeto y campo de aplicación proceden del Plan
estratégico marcado por e! comité técnico 207 de ISO.
NOTA: ISO/TC207, Gestión medioambiental, seguirá manteniendo una estrecha colaboración con ISO/TC
176, Gestión y aseguramiento de la calidad, en el ámbito de los sistemas y las auditorías relacionadas con la
gestión.
Cada subcomité (SC) puede crear y disolver sus grupos de trabajo de la forma que estime
oportuno para acometer tareas específicas. Los dos grupos de trabajo (WG) antes citados
dependen de forma directa del Te. El grupo de trabajo 1 - Aspectos medio ambientales en
las normas y productos (WG 1) ya ha presentado una publicación (Guía ISO 64) y el grupo
de trabajo 2 (WG 2) - Aplicaciones forestales, ha completado la preparación de un informe
técnico acerca del material de consulta para ayudar a las organizaciones forestales en la
aplicación de las normas ISO 14001 e ISO 14004 para los sistemas de gestión
medioambiental.
Además de la estructura establecida en estas directrices, TC 207 optó por la creación del
Grupo Asesor de la Presidencia. Este grupo no toma decisiones en el seno del TC, sino que
se encarga identificar la existencia de problemas o temas de estudio, mantiene debates
preliminares acerca de su posible tratamiento y, por medio de la Presidencia, presenta sus
recomendaciones al TC.
Como ocurre con todos los comités técnicos de ISO, entre los integrantes de ISO/TC207 se
incluyen los miembros Participantes (P), Observadores (O) o de Enlace (L). Por lo general,
la representación de los países la asumen los respectivos organismos nacionales de
normalización. La condición de miembro surge por voluntad expresa de ISO. Los
miembros "P" son aquéllos que representan a países que pretenden votar y participar de
forma activa en las deliberaciones, así como acceder a toda la documentación
correspondiente. Los miembros "O" son aquéllos que representan a países que no pretenden
votar, sino sólo participar en las deliberaciones y recibir toda la información pertinente. A
los miembros "L”,que participan en calidad de representantes de un organismo
internacional (por ejemplo, del Programa de Naciones Unidas de Medio Ambiente, etc.), se
les invita a participar en las deliberaciones y se les permite disponer de toda la información,
pero no se les concede el derecho a voto.
Ahmad Husseini
Secretaría ISO/TC207
Canadian Standards Association
178 Rexdale Boulevard
Etobicoke, ON M9W lR3 Canadá
Tel. 416 747 2697
Fax 416 747 2473
e-mail: husseina@csa.ca
1
La gestión medioambiental,
la razón de ser de ISO 14000
Mark Barthel, BSI
INTRODUCCIÓN
Este manual tiene por objeto la iniciación del lector en los principios y prácticas relativas a
la gestión medioambiental. Describe el papel de las normas internacionales y la manera en
que éstas pueden proporcionar un marco para el desarrollo de sistemas y herramientas de
gestión que ayuden a las organizaciones a controlar con eficacia las repercusiones de sus
actividades en el medio ambiente.
En este primer capítulo se sientan las bases para el resto del manual y se exponen los
antecedentes de algunos de los factores que suscitaron la adopción de los sistemas y las
herramientas de gestión medioambiental por parte de organizaciones de todo el mundo. La
redacción de este capítulo (listas acotadas por puntos al final de cada sección y figuras
intercaladas entre el texto) se ha concretado de forma que pueda utilizarse en transparencias
en el marco de los programas de formación y concienciación. Invitamos a nuestros lectores
a utilizados a su antojo para este fin.
El resto del manual analiza las relaciones, elementos y requisitos de las normas
internacionales para los sistemas de gestión medioambiental, la auditoría medioambiental,
el etiquetado ecológico, la evaluación del comportamiento medioambiental, el análisis de
ciclo de vida y la aplicación de los sistemas de gestión medio ambiental en el entorno
forestal. Todas estas normas se desarrollaron en el conjunto de la serie ISO 14000, una
normativa internacional concebida para ayudar a las organizaciones a cumplir con sus
obligaciones y responsabilidades medioambientales.
ANTECEDENTES
Materia prima
Procesos
Energía
Residuos
Transporte/almacenamiento
Diseño
Coste de los fallos
Una buena calificación derivada del análisis de riesgos puede influir de forma positiva en la
clasificación crediticia de la empresa. En la actualidad, muchas instituciones financieras
reconocen la importancia de los sistemas de gestión medioambiental, especialmente,
cuando éstos son validados por tercera parte a través de un proceso acreditado de
certificación/registro. En el caso de algunos países, los bancos y otras instituciones
financieras ya exigen, como condición previa para la concesión de préstamos, que la
empresa solicitante demuestre la implantación de una buena gestión medioambiental,
denegando e! préstamo a aquellas empresas que no cumplan con este requisito. En otros
países, los bancos animan a los empresarios de forma activa a que pongan en marcha
proyectos de protección medioambiental y ofrecen capital de inversión con menor coste
para tal fin. Es probable que ambas tendencias se mantengan en alza. Tanto e! Banco
Mundial como el Banco Europeo de Inversión y e! Banco Europeo para la Reconstrucción
y e! Desarrollo evalúan las solicitudes de préstamo que reciben en función de unos criterios
medio ambientales financieros y no suelen invertir en aquellos proyectos en los que los
promotores no puedan demostrar que se ha tenido en cuenta e! medio ambiente y las partes
interesadas.
Con frecuencia, las organizaciones pasan por alto los intereses de las comunidades locales,
a pesar de que de ellas les llega una gran parte de la plantilla y también los inspectores
locales. Debe prestarse atención al hecho de que toda la normativa existente de SGM
especifica la obligación de tener en cuenta las opiniones de "las partes interesadas" a la hora
de diseñar, implantar y mantener un SGM. Existe, por ejemplo, la posibilidad de que las
personas de la localidad hayan vivido cerca de un emplazamiento determinado antes de que
éste se destinase a su uso actual y que, por tanto, puedan aportar información valiosa acerca
de los antecedentes de ese lugar que sea útil para la aplicación de! SGM.
Bien podría pensarse las empresas sólo están obligadas a respetar las leyes nacionales que
afectan sus actividades a fin de obtener resultados satisfactorios. No obstante, varias
encuestas
recientes demuestran que, en el caso de todas las empresas de éxito, existe un grupo
diverso de partes interesadas que son las que conceden a la empresa su "permiso de
explotación".
Este concepto elevaría la perspectiva de los directivos de la empresa más allá del mero
cumplimiento de la ley, para abarcar la gestión de una gran variedad de expectativas de las
partes interesadas. Para ir más allá de lo reglamentario, hay que contar con programas de
mejora continua puesto que las expectativas y prioridades de las partes interesadas
evolucionan de forma continua. Asimismo, la gestión de estos programas exige la
aplicación de un método sistemático, que puede desarrollarse fácilmente en el marco de un
sistema de gestión medioambiental.
El análisis y la gestión sistemáticas de los impactos medioambientales implican muchas
ventajas para la empresa:
Mejoras en la eficiencia del funcionamiento de la organización
Ventajas competitivas en el mercado
Mejoras en la gestión del riesgo
Reducción de las responsabilidades legales
Mejora del cumplimiento con la legislación y las disposiciones reglamentarias
Mayor grado de credibilidad ante las partes interesadas
Mayor concentración en la atención prestada y en los esfuerzos invertidos.
Gestión medioambiental: las partes interesadas
De lo anterior se puede deducir que todas las partes -ya sean personas u organizaciones
mantienen un interés en el comportamiento medioambiental de una organización
determinada sea cual sea su motivación, que puede ir desde la protección de inversiones
hasta la protección de la salud.
Factores que impulsan la adopción de los sistemas y las herramientas para la gestión
medioambiental
A medida que crece la complejidad de los procesos industriales, también aumentan los
impactos medioambientales generados; cada año, se introducen en el mercado cerca de
2000 nuevos productos y compuestos químicos, que hacen cada vez más urgente la
necesidad de comprender y controlar sus efectos en el medio ambiente. Ante la falta de una
estructura sistemática para el análisis de estas repercusiones, así como de las herramientas
de apoyo adecuadas para cumplir con estos objetivos de gestión, la tarea es complicada y
difícil de controlar.
Los accionistas cuentan con que las organizaciones en las que invierten sean capaces de
gestionar sus riesgos y responsabilidades medioambientales de forma eficaz. En caso
contrario, sus inversiones financieras correrían peligro a causa de los gastos imprevistos
derivados de acciones de rectificación en las instalaciones, sanciones reglamentarias, etc.
Los residentes en las comunidades locales son cada vez más activos en el campo
medioambiental y, en caso de que las actividades desarrolladas en unas instalaciones dadas
pongan en peligro su medio de vida o su salud, están mucho más preparados que nunca
para protestar y denunciar a la empresa ante las autoridades.
Los empleados, especialmente los más cualificados, son cada vez más conscientes de la
calidad que presenta el entorno en el que trabajan y de las repercusiones medioambientales
de su trabajo. Asimismo, asistimos a un cambio en la naturaleza misma de la empresa:
conforme disminuyen los sectores económicos en los que se emplea mano de obra
intensiva, crece el número de empresas con una plantilla más reducida, más preparada y
más capacitada. Con menos empleados fijos, aumenta por tanto el coste real del absentismo
laboral o de un alto índice de movilidad laboral. La aplicación de una perspectiva más
positiva y completa en lo que a la salud y la satisfacción de los empleados se refiere,
redunda en la reducción de estos problemas y en la mejora de la motivación general, a la
par que aumenta la eficiencia de las actividades y disminuye los costes atribuibles a la
formación y selección en materia de recursos humanos.
Cada día somos más conscientes de los costes que conllevan las actividades de fabricación
de productos o de la prestación eficaz de servicios. En la misma medida en la que sigan
aumentando los costes de materiales no renovables tales como el petróleo y los minerales,
también aumentará la obligación de acometer unas prácticas de gestión más eficaces en el
ámbito de nuestros recursos naturales. Aquellas organizaciones que no hayan sometido sus
prácticas de utilización de recursos a un análisis concienzudo, acabarán desperdiciándolos,
con la consiguiente disminución de sus propios ingresos potenciales, al pagar dos veces por
materiales no aprovechados que no generan productos y que deberán tratarse y eliminarse
en su momento. Los verdaderos costes económicos de la mala gestión de recursos se harán
más evidentes a medida que los gobiernos intenten "contener" los costes medioambientales
de las actividades de fabricación, aumentando las tasas de las autorizaciones para verter
residuos.
Todos estos factores exigen la aplicación de una forma de gestión y de unas herramientas
sistemáticas.
Las normas internacionales desempeñan una serie de roles con el fin de apoyar a las
organizaciones en su esfuerzo por lograr mejoras del comportamiento medioambiental,
satisfacer a los interesados y cosechar los beneficios de una efectiva gestión
medioambiental. Algunas de estas normas guardan relación con los métodos basados en
sistemas, quizá conocidos por muchas de las organizaciones gracias a su experiencia en el
área de aseguramiento y gestión de calidad, contemplados en la serie de normas ISO 9000.
Otras se centran en los productos en sí y ofrecen herramientas prácticas para determinar los
impactos medioambientales derivados de la fabricación, el uso y la eliminación de
productos específicos. Las normas ofrecen positivos beneficios empresariales a aquellos
que adopten un método de trabajo más responsable desde el punto de vista medioambiental
o a los que, simplemente, necesiten seguir los requisitos de sus clientes. A modo de
ejemplo, las normas relativas al etiquetado ecológico, con las que se abre la posibilidad de
la diferenciación del producto en el mercado (o, incluso, de penetrar en mercados
exteriores), forman parte de este tipo de normas.
El gráfico que se aprecia bajo el epígrafe "Cultura empresarial clásica" representa una
actitud intencional: la costumbre de esperar para ver qué sucederá invita a una repetición
cíclica de los mismos problemas una y otra vez. Este "método" también acarrea muchos
riesgos; no tiene en cuenta el principio de la prevención. El esquema que aparece bajo el
título "Cultura empresarial regida por el SGM" nos muestra un modo de trabajar mucho
más dinámico con el que se identifican las causas fundamentales de los problemas que, a
continuación, se tratan de manera que no vuelvan a producirse.
Cuando la dirección de una organización decide adoptar esta norma como base de su SGM,
cuenta con la ventaja que aporta tanto la experiencia acumulada como las directrices que,
por tanto, quedan a su disposición. Los redactores de las normas del SGM son expertos
procedentes de muchos sectores industriales y culturas, y cuentan con muy diversa
formación y experiencia profesional. El hecho de aprovechar la pericia englobada en las
normas y de aplicar el procedimiento secuencial empleado en la elaboración de las normas
para diseñar, implementar y mantener el SGM constituyen decisiones que demuestran el
buen sentido empresarial.
Si bien es cierto que ISO 14001 constituye la piedra angular de la serie de normas ISO
14000, sería una equivocación creer que ésta es la única norma disponible o en proceso de
desarrollo. En esta serie se integran otras herramientas de gestión medioambiental
procedentes de la normalización internacional, incluyendo normas para la auditoría
medioambiental, el análisis de ciclo de vida, la evaluación del comportamiento medio
ambiental y el etiquetado ecológico. Estos temas se abordan en los siguientes capítulos.
En la tabla 1 que se muestra a continuación se destacan las normas incluidas en la serie ISO
14000.
Equivalencia con
Norma Título
norma UNE
ISO 14001:96 Sistemas de gestión medioambiental. Especificaciones y UNE-EN ISO
directrices para su utilización 14001:96
ISO 14004:96 Sistemas de gestión medioambiental. Guías y principios UNE 150005:97
generales. Sistemas y técnicas de soporte
ISO 14010:96 Directrices para la auditoría medioambiental. Principios UNE-EN ISO
generales 14010:97
ISO 14011:96 Directrices para la auditoría medioambiental. Procedimientos UNE-EN ISO
de auditoría. Auditoría de los sistemas de gestión 14011:97
medioambiental
ISO 14012:96 Directrices para la auditoría medioambiental. Criterios de UNE-EN ISO
cualificación para los auditores medioambientales 14012:97
ISO/WD 14015 Análisis medioambiental de emplazamientos y entidades
ISO 14020:98 Etiquetado ecológico y declaraciones medioambientales. UNE 150020:99
Principios generales
ISO 14021:99 Etiquetado ecológico y declaraciones medioambientales.
Etiquetado medioambiental. Autodeclaraciones
medioambientales
ISO 14024:99 Etiquetado ecológico y declaraciones medioambientales. UNE 150024:99
Etiquetado ecológico tipo I. Principios generales y
procedimientos.
ISO/DTR 14025 Etiquetado y declaraciones medioambientales. Declaraciones
medioambientales del Tipo III. Principios y procedimientos
ISO/DIS 14031 Gestión medioambiental. Evaluación del comportamiento
medioambiental. Directrices
lS0/DTR 14032 Gestión medioambiental. Evaluación del comportamiento
medioambiental. Estudios de caso de la utilización de ISO 14031
ISO 14040:97 Gestión medioambiental. Análisis de ciclo de vida. Principios y UNE-EN ISO
estructura 14040:98
ISO 14041:98 Gestión medioambiental. Análisis de ciclo de vida. Definición UNE-EN ISO
del objetivo y alcance y el análisis de inventario 14041:99
ISO/DIS 14042 Gestión medioambiental - Análisis de ciclo de vida - Evaluación
de los impactos del ciclo de vida
ISO/DIS 14043 Gestión medioambiental. Análisis de ciclo de vida. Interpretación
del análisis de ciclo de vida
ISO/TR 14048 Gestión medioambiental. Análisis de ciclo de vida. Formato para
la documentación de los datos en el análisis de ciclo de vida
ISOIDTR 14049 Gestión medioambiental. Análisis de ciclo de vida. Ejemplos de
aplicación de ISO 14041
ISO 14050:98 Gestión medioambiental. Vocabulario PNE 150050
ISO/TR 14061:98 Información para ayudar a organizaciones forestales a utilizar
las normas de sistemas de gestión medioambiental ISO 14001 e
ISO 14004
ISO Guide 64:97 Guía para la inclusión de los aspectos medioambientales en las UNE 150060: 99 IN
normas de producto
Conclusiones
INTRODUCCIÓN
Este capítulo ofrece una visión general de los requisitos de las normas para los sistemas de
gestión medioambiental pertenecientes a la serie ISO 14000. Con ello se pretende dar a
conocer dichas normas y orientar a aquellas organizaciones que se encuentran en las fases
preliminares de desarrollo e implantación del SGM. Por este motivo, se insiste
especialmente en aquellos elementos del SGM de ISO 14001 que sientan las bases para el
proceso inicial de desarrollo e implantación del mismo (por ejemplo, la evaluación de
aspectos / impactos, las cuestiones relacionadas con el cumplimiento de las leyes, la
revisión inicial y la formulación de la política). Al igual que el primer capítulo, éste incluye
listas acotadas por puntos en la mayor parte de sus secciones con el fin de que puedan ser
utilizadas para la preparación de trasparencias y presentaciones destinadas a los cursos de
formación.
ANTECEDENTES
Las normas ISO 14001 e ISO 14004 son las más relevantes de la serie ISO 14000 de
sistemas de gestión medioambiental. Éstas hacen posible que la organización adopte un
método sistemático para evaluar las interacciones que presentan sus actividades, productos
y servicios en el medio ambiente. En septiembre de 1996, después de tan sólo tres años de
intenso trabajo, en e! que intervinieron más de 60 países, ISO 14001 e ISO 14004 fueron
publicadas por ISO como normas internacionales y, simultáneamente se adoptaron como
normas europeas.
ISO 14001
Los requisitos necesarios para un SGM conforme con ISO 14001 son los siguientes:
Cabe destacar en este punto la conveniencia de que aquellas organizaciones que aún no
dispongan de un SGM implantado acometan el proceso previo de revisión inicial
preparatoria, con el que podrán definir cuáles son las interacciones con el medio ambiente
que presentan sus actividades, productos y servicios3.
3
Este aspecto se incluye en la nota aclaratoria que aparece en el apartado A.3.l del anexo A.
Si bien es cierto que este tipo de revisión inicial no se plantea como una exigencia en la
norma, el hecho de no realizada dejaría a muchas organizaciones sin los datos necesarios
para el desarrollo de una política medioambiental en consonancia con los requisitos de ISO
14001 (véase más adelante la sección dedicada a los elementos de ISO 14001).
ISO 14004
ISO elaboró la Norma ISO 14004, Sistemas de gestión medioambiental- Guías y principios
generales -Sistemas y técnicas de soporte, con el fin de ofrecer información
complementaria a las organizaciones en relación con el diseño, desarrollo y mantenimiento
al día de un SGM. Esta norma no está destinada a su uso en procesos de certificación.
De hecho, en ISO 14001 se plantean las especificaciones aplicables al SGM, mientras que
ISO 14004 es "un escalón" para facilitar el acceso a dichas especificaciones a aquellas
organizaciones que crean necesitar algo más de orientación e información complementaria
acerca de los principios, sistemas y técnicas de apoyo necesarias para el desarrollo del
SGM.
Deben definirse los límites físicos, funcionales y relativos a la organización con los que se
delimitará el alcance de la revisión inicial. Esta iniciativa también debería incluir la
evaluación de aquellos impactos medio ambientales cuyo control de gestión recaiga de
forma directa en la organización, así como de aquéllos en los que la organización podría
influir de forma menos directa (por ejemplo, mediante la cadena de suministros o por
medio de sus actividades de subcontratación). Es conveniente que la organización se
centre en plantear el alcance y funciones que tendrá el SGM (por ejemplo, el hecho de
concretar si el funcionamiento del SGM se ceñirá al ámbito de un solo emplazamiento o
bien al de toda la organización).
Una buena preparación es una inversión muy rentable. La planificación de este proceso se
puede llevar a cabo empleando las estructuras y procesos aplicables a la gestión de
proyectos (por ejemplo, concretando el objetivo central que deberá alcanzarse,
detallando las tareas clave que deberán realizarse junto con los plazos para ello,
asignando dichas tareas a miembros competentes de la plantilla, supervisando los
avances conseguidos en función de los plazos y objetivos marcados, recogiendo y
analizando la información oportuna y redactando el informe final para la dirección). Las
acciones citadas en la siguiente lista son las que suelen llevarse a cabo durante la fase de
preparación para la revisión inicial.
El análisis de los métodos destinados a la recogida de los datos. Algunas de las técnicas
más habituales para realizar esta tarea son las siguientes:
4. Recopilar la información
Una vez que se cuente con la planificación correspondiente a la revisión inicial y que se
hayan definido los métodos y las técnicas para ello, puede iniciarse el proceso de recogida
de la información relacionada con:
5. Consideraciones generales
Con el fin de cumplir con los objetivos marcados por la revisión inicial, es conveniente que
se tengan en cuenta los siguientes aspectos:
Introducción
Contexto de la revisión
Alcance de la revisión
Planteamientos y objetivos
Metodología aplicada
Fuentes de información
Supuestos empleados y limitaciones de! estudio
Resumen de los resultados
Identificación de las acciones necesarias
Demanda relativa a los recursos
Conclusiones y recomendaciones.
Una vez que complete este proceso, la organización podrá empezar a desarrollar una
política medioambiental plenamente amparada en la realidad de sus actividades
empresariales.
En este paso se procedería a la identificación del máximo número posible de los impactos
medioambientales -ya sean positivos, negativos, existentes o potenciales - relacionados con
cada uno de los aspectos antes identificados. Véanse los ejemplos que se muestran a
continuación.
No obstante, cabe destacar que todos estos factores quedan sujetos a la evolución constante.
La forma de entender y, por tanto, de analizar los asuntos medioambientales evoluciona con
el tiempo y en función de, por ejemplo, la disponibilidad de más evidencia científica o del
agravamiento o la mejora de una situación concreta. Asimismo, lo anterior se ve afectado
por los cambios en las prioridades de la sociedad. La modificación de las preferencias de
las partes interesadas supone una nueva evolución de una perspectiva que, a su vez, afectará
al grado de importancia que la organización concederá a dichos asuntos.
El equipo responsable de la implantación tendrá que concretar cuáles son las prioridades de
las partes interesadas que probablemente sean las más importantes para la organización.
Esto dependerá tanto de la cultura de la empresa como de sus aspiraciones, objetivos y
actividades. Por supuesto, los requisitos impuestos por las autoridades reglamentarias
también deben tenerse en cuenta como prioridades.
Muchas organizaciones confeccionan una lista de preguntas genéricas para aplicar a los
aspectos identificados con el fin de determinar su importancia. De esta forma, estas
preguntas actúan como "criba" con la que se conceden las prioridades correspondientes a
los programas de gestión de la organización, centrando los esfuerzos de ésta.
Algunos ejemplos son los siguientes:
LA ACTITUD: con el fin de plantear una política efectiva en la práctica, es preciso que
todos los miembros de la empresa tengan una actitud positiva hacia el medio ambiente. El
compromiso y la responsabilidad forman los cimientos en los que se apoya la política. La
participación de los mandos intermedios en la elaboración de la política, así como su plena
comprensión de ésta y de sus implicaciones, constituye una tarea fundamental. También es
importante que en la versión final de la política conste la firma del dirigente máximo de la
organización.
Los RECURSOSADECUADOS: será preciso disponer de los recursos adecuados para dar
vida a la política, es decir, para que no quede como un simple papel que haga perder el
tiempo a todos los que en ella intervienen. Se entiende que, al decir recursos, se trata de
tanto la dedicación de la plantilla (su tiempo) como de algún tipo de inversión económica.
La combinación y la asignación de los recursos más adecuados para este fin dependerán de
las prioridades fijadas.
LAS ACCIONES: la gestión medioambiental supone una travesía; no el destino final. Por
ello, la política debería hacerse eco de este hecho al concretar la manera en la que se
procederá a su seguimiento, auditoría, y desarrollo.
Cabe recordar que, según ISO 14001, la política medioambiental es el único documento
que debe quedar a disposición del público. Por ello, es conveniente que su contenido sea
aprovechable al máximo tanto para la organización como para las partes interesadas a las
que se pretenda informar.
Una vez que estos datos se pongan en circulación, también será necesario contar con
procedimientos destinados a su almacenamiento y posterior recuperación inmediata. Esto se
puede conseguir por medio de soportes informáticos o impresos.
La aplicación de los objetivos y las metas puede extenderse ampliamente a gran parte de la
organización o bien ceñirse de forma más específica a un emplazamiento o actividad
concreta. Conviene que las metas y los objetivos sean objeto de revisiones periódicas a
tenor de las revisiones por la dirección y de los cambios en el orden de prioridades de las
partes interesadas.
La medición de los avances conseguidos en relación con estos objetivos se puede efectuar
por medio de indicadores (ICM) tales como:
la cantidad de materia prima empleada en cada unidad de producto;
las inversiones en materia de protección del medio ambiente;
el total de emisiones y de vertidos de efluentes;
el total de kilómetros recorridos por vehículo y unidad de producción;
el total de percances relacionados con el medio ambiente;
la cantidad de denuncias y procesos legales;
la proporción (%) de residuos reciclados;
los valores concretos de agentes contaminantes como, por ejemplo, dióxido de carbono,
dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, partículas, etc.;
el grado de eficiencia energética y el relativo al uso de embalajes, y
el porcentaje de material reciclado presente en los embalajes.
También puede que sea necesario tener en cuenta las etapas de planificación, diseño,
producción, comercialización y disposición final del producto en la medida de lo posible.
En aquellos casos en los que el programa incluya actividades como el desarrollo de nuevas
instalaciones o modificaciones substanciales de los procesos, éste debería incluir los
planteamientos relativos a la planificación, construcción, puesta en marcha, funcionamiento
y, ya en el momento que la organización lo estime oportuno, el cierre de las instalaciones.
El alcance de los recursos asignados al SGM debería ser coherente con la importancia que
tengan los distintos impactos de sus actividades, productos o servicios, permitiendo que la
organización concrete las prioridades de sus programas de gestión para reducir dichos
impactos y mejorar su comportamiento medioambiental.
Tanto este apartado como el relacionado con la estructura y la responsabilidad guardan una
estrecha relación entre sí. Sería inútil invertir tiempo y esfuerzo para crear una estructura en
la organización con una distribución de funciones, responsabilidades y autoridad entre los
empleados cuando éstos no disponen de la formación específica para acometer estas tareas.
Como regla general, la competencia profesional de las personas que forman la plantilla
debería juzgarse en función de su formación y experiencia. La organización es la
responsable de garantizar que la combinación de estas aptitudes sea la adecuada para
desempeñar una tarea determinada.
Los requisitos de formación, sensibilización y competencia profesional van más allá del
ámbito de la plantilla fija de la organización. También los subcontratistas deberán
garantizar que sus empleados disponen de la formación, conocimientos y capacidades
necesarias para desarrollar sus funciones de una forma "responsable con el medio
ambiente".
Habitualmente, las fases en las que se divide un programa de formación de este tipo son las
siguientes:
Además, es imprescindible que toda la documentación sea legible, que esté fechada
(indicando la fecha o fechas de revisión), fácilmente identificable y conservada de manera
ordenada y durante un plazo especificado. Puede que sea preciso conservar documentos
obsoletos con fines legales o para disponer del historial del funcionamiento del SGM a lo
largo del tiempo.
El grado de detalle de la documentación debería ser suficiente para describir los elementos
centrales del sistema de gestión medio ambiental y sus interacciones, así como para ofrecer
orientación para localizar una información más detallada del funcionamiento parcial de este
sistema. En algunos de los apartados de ISO 14001, la documentación constituye un
requisito específico mientras que en otros no. Aparte de estas imposiciones, las decisiones
relativas a los procesos, procedimientos e instrucciones de trabajo que deben quedar
documentados quedan en manos de la organización. Para ello, algunas organizaciones
aplican el criterio básico de documentar todos aquellos procesos o procedimientos que, de
no constar por escrito, fueran susceptibles de generar un impacto medioambiental
significativo.
identificar las operaciones y actividades pertinentes que guarden relación con los
aspectos significativos
planificar la ejecución de dichas actividades en situaciones normales, anormales o de
emergencia (incluyendo las de mantenimiento) y disponer de:
procedimientos documentados para aquellos casos en los que su ausencia podría
suponer desviaciones respecto a la política, los objetivos y las metas;
establecer los criterios operacionales para los procedimientos;
transmitiendo esta información a sus suministradores (proveedores) y subcontratistas.
la investigación y el desarrollo;
el diseño y la ingeniería;
la política de compras y adquisiciones;
la subcontratación;
la manipulación y el almacenamiento de materia prima;
los procesos de producción y de mantenimiento;
los laboratorios;
el almacenamiento de productos;
los transportes y la distribución;
la atención al cliente;
la utilización del producto y la disposición / desmontaje final del mismo o las
alternativas de reciclaje o re utilización, y
la compra, construcción o modificación del inmueble y las instalaciones.
Los procedimientos y planes de emergencia deben ser concretados con el fin de disponer de
la capacidad de reacción adecuada ante imprevistos o accidentes. Es conveniente que la
organización defina y mantenga actualizados los procedimientos para el tratamiento de los
percances de carácter medioambiental y de las situaciones potenciales de emergencia. Los
procedimientos y controles operacionales deben tener en cuenta, siempre que sea oportuno,
las siguientes situaciones:
el comportamiento medioambiental;
los controles operacionales pertinentes, y
la conformidad con los objetivos y las metas;
la identificación,
la conservación y
la disposición (de los registros);
legibles,
identificables,
vinculables a la actividad, producto o servicio en cuestión;
de fácil recuperación;
protegidos frente a daños, deterioro o pérdida;
conservados durante períodos de tiempo específicos.
16) AUDITORÍAS DEL SGM: según la Norma ISO 14001, las organizaciones deben:
establecer y mantener al día los programas y procedimientos para llevar a cabo las
auditorías del SGM de forma periódica;
fundamentar las auditorías en el comportamiento medioambiental y en los resultados
previos;
garantizar que en las auditorías del SUM se contemple:
Pueden consultarse las siguientes normas: ISO 14010, Directrices para la auditoría
medioambiental. Principios generales; ISO 14011, Directrices para la auditoría
medioambiental. Procedimientos de auditoría. Auditoría de los sistemas de gestión
medioambiental; ISO 14012, Directrices para la auditoría medioambiental. Criterios de
cualificación para los auditores medioambientales. Estas normas se describen con mayor
detenimiento en el próximo capítulo de este manual.
17) REVISIÓN POR LA DIRECCIÓN según ISO 14001, las organizaciones deben:
la adecuación y
la eficacia (del SGM);
dejar documentada dicha revisión, y
atender a la necesidad de efectuar cambios en:
la política,
los objetivos
otros elementos del SGM;
en vista de los resultados de auditoría, los cambios de las circunstancias y las demandas que
imponga la mejora continua en el funcionamiento medioambiental global.
La revisión de los objetivos de la política y de los procedimientos deberá ser abordada por
el nivel directivo que los concretó en su día.
INTRODUCCIÓN
Los orígenes de la auditoría parecen remontarse al Imperio Romano, época en la que las
proclamas emitidas por las autoridades se transmitían por medio de mensajeros oficiales. Con
el fin de garantizar la correcta transmisión de estos bandos, se recurrió a la figura de un auditor
quien, conociendo de antemano el mensaje original, acompañaba al mensajero para escuchar su
discurso y confirmar la exactitud del mismo. De esta forma surgió la auditoría, un término
cuya raíz proviene de "escuchar".
A partir de aquel entonces, la auditoría pasó a ser y sigue siendo, un término empleado por los
profesionales de la contabilidad. Existe un amplío número de publicaciones relacionadas con la
auditoría financiera. Ya en el área de los sistemas de gestión de la calidad, la auditoría también
se convirtió en un instrumento de gran valor para comprobar su funcionamiento y adecuación.
Los comienzos de la auditoría medioambiental tuvieron lugar en EEUU a finales de los años
setenta. En aquella época, la auditoría medioambiental era una herramienta de gestión interna
empleada por las empresas para verificar su conformidad con la reglamentación
medioambiental. Posteriormente, el objeto de la auditoría medioambiental se centró en la
comprobación de los sistemas de gestión medioambiental también por razones internas.
Uno de los requisitos de ISO 14001 exige que la organización lleve a cabo auditorías (internas)
del SGM para comprobar si cumple o no con las disposiciones previstas y para determinar si el
estado de conservación y de implantación del sistema resultan adecuados. Con este tipo de
auditoría también se pretende obtener información acerca de los resultados obtenidos para su
uso por parte de la dirección.
Las auditorías externas sientan las bases para la evaluación/certificación/registro por tercera
parte de los sistemas de gestión medioambiental. Debido a la importancia que tienen las
auditorías medioambientales, se constató la necesidad de elaborar una serie de criterios y
procedimientos para la auditoría medioambiental que contasen con un grado de aceptación
universal.
Las normas ISO de auditoría medioambiental son el resultado del trabajo del subcomité técnico
ISO/TC 207/SC 2, Auditorías medioambientales e investigaciones medioambientales
relacionadas.
Esta primera aproximación sería descartada más tarde. El subcomité reconoció la existencia de
las auditorías del funcionamiento y de las auditorías relativas a las declaraciones
medioambientales como categorías distintas de auditoría y al margen de las aplicables al SGM.
No obstante, se llegó a la conclusión de que no existía demanda ni tiempo suficiente como para
elaborar una serie diferenciada de normas para la ejecución de estos tipos de audi torías
medioambientales.
Los criterios de cualificación de ISO 14012 son de aplicación general. Asimismo, se enten dió
que no era necesario proporcionar en ese momento unas directrices de ISO para la ges tión de
los programas de auditoría. Las organizaciones que precisen más información pueden remitirse
a ISO 10011-3, Reglas generales para la auditoría de los sistemas de la calidad (revisión de
ISO 10011-1:1990, ISO 10011-2:1991 e ISO 10011-3:1991).
Este breve repaso histórico explica la razón por la que se elaboraron tres normas separadas
para las auditorías medioambientales a pesar de que, dado el tamaño y el contenido de cada
una, parece evidente que hubiera sido muy fácil presentarlas en un documento único.
Las normas ISO de auditoría medioambiental se elaboraron con rango de directrices; no como
normas de obligado cumplimiento. Esto obedece a que estas normas no están destinadas a su
uso como base para la certificación y a que el estado actual de la auditoría medioambiental
continúa en fase de desarrollo. Podría decirse que estas normas constituyen el reflejo de las
"mejores prácticas" que cuentan con respaldo a escala mundial en materia de auditoría
medioambiental.
Por consiguiente, los elementos que se destacan a continuación son transcendentales para todos
los tipos de auditoría:
un proceso de verificación sistemático y documentado;
la aportación de evidencia que se obtiene y analiza de forma objetiva;
la constatación de que las actividades, hechos, condiciones y sistemas de gestión son
conformes con los criterios de auditoría.
la comunicación al cliente de los resultados de este proceso de verificación.
En todas las auditorías medioambientales siempre se cuenta con la intervención de tres partes:
Las distintas interrelaciones y funciones que asumen a lo largo del proceso de auditoría se
exponen en el siguiente diagrama:
LAS NORMATIVA ISO PARA LA AUDITORÍA MEDIOAMBIENTAL
La Norma ISO 14010 expone los principios generales de la auditoría medioambiental y ofrece
las definiciones de la terminología empleada en este campo. Estos principios generales también
son aplicables a la auditoría medioambiental en sí. Durante la elaboración de este documento,
se tuvieron en cuenta todas las situaciones posibles tanto en relación con las auditorías internas
de la propia organización como en lo que respecta a las auditorías externas. Es por ello por lo
que se establece una diferencia por medio del término "cliente" (la organización que solicita la
auditoría) y "auditado" (la organización sujeta a auditoría). Asimismo, esta diferenciación
resulta de interés para las grandes organizaciones en las que cabe la posibilidad de que la parte
de la organización sujeta a auditoría no guarde una relación directa con la parte que desea que
se realice la auditoría en cuestión.
1. Debería quedar claro que será preciso contar con un grado suficiente de información
relativa al objeto de la auditoría.
2. También debería quedar clara la necesidad de que existan los recursos adecuados (tiempo,
apoyo, etc.) y que se cuente con la cooperación del auditado.
3. Es conveniente que los objetivos y el alcance se definan con claridad antes de que
comience la auditoría. Esta tarea le corresponde al auditor y al cliente. Una vez que se
concreten estos dos aspectos, el auditado debería estar al tanto de lo acordado.
5. Un auditor siempre debería desempeñar su cometido según los criterios generales que son
aplicables a su oficio. Esto es lo que se que se conoce como la profesionalidad en el texto de
la norma. En parte, ello supone que el auditor deberá tener en cuenta los aspectos relativos a
la confidencialidad y la discreción, así como emplear procedimientos de aseguramiento de la
calidad.
7. Otro de los principios destacados es la necesidad de emplear unos criterios vinculados con
los objetivos de la auditoría. El auditor procede a recoger la evidencia que será contrastada
con los criterios, obteniendo de esta forma una serie de hallazgos que, a su vez, indicarán si
se cumplen o no los criterios (en caso negativo, seda una no conformidad o desviación).
8. Puesto que, en todas las auditorías, sólo se toma una muestra de toda la información
disponible, conviene que se preste atención al factor de incertidumbre a la hora de aplicar
los resultados de una auditoría. Más importante aún, a sabiendas de que siempre se trabaja
con una muestra, debería considerarse este factor durante la fase de planificación y
ejecución de la auditoría, es decir, que cuando exista un número de áreas que presenten ese
riesgo, las actividades de auditoría deberían planificarse de forma que sean tenidas en
cuenta adecuadamente. La fiabilidad de los hallazgos de auditoría también desempeña una
función destacada en caso de que se pretenda presentar las conclusiones globales de
auditoría a partir de los hallazgos. En tal caso, sería importante que la posibilidad de pasar
por alto algún hallazgo significativo sea mínima.
Los detalles concretos del SGM siempre variarán en función del tipo de organización y de la
naturaleza e intensidad de los aspectos medioambientales de sus actividades, así como
dependiendo del total de centros afectados. Sin embargo, los pasos más importantes que se
siguen para el procedimiento de auditoría medioambiental, y se recogen en ISO 14011, son
idénticos para todas.
En la Norma ISO 14011 se ofrecen directrices relativas a estas fases de las auditorías del SGM,
definiendo las funciones, responsabilidades y actividades de los que protagonizan este proceso:
el auditor jefe, los auditores y demás integrantes del equipo auditor, el cliente y el auditado.
A. PREPARACIÓN DE LA AUDITORÍA
El alcance de la auditoría define la extensión y los límites de este proceso, es decir, los empla -
zamientos, las actividades y el tipo de información aplicables. Esta tarea recae en el cliente
quien, con la participación del auditor jefe, definirá tanto el alcance como los objetivos.
fases de la auditoría del SGM
Los recursos necesarios para la auditoría pueden ser determinados una vez que se defina
su alcance. Es conveniente que la provisión de estos recursos quede suficientemente
garantizada antes de que comience la auditoría.
También será necesario definir los criterios de auditoría durante las primeras fases del
proceso e informar de los mismos al auditado.
PLAN DE AUDITORÍA
Es conveniente que todas las partes que intervienen - equipo de auditoría, auditado y cliente
- reciban una copia del plan, así como que cualquier dificultad que surja quede resuelta por
medio de la buena comunicación entre las distintas partes.
Las auditorías se llevan a cabo bajo la responsabilidad del auditor jefe, quien se encargará
de asignar las tareas oportunas a todos los componentes de su equipo.
DOCUMENTOS DE TRABAJO
Puede que sea necesario elaborar una serie de documentos de trabajo a lo largo del proceso
de auditoría tales como los impresos empleados para recoger las evidencias y hallazgos, los
procedimientos y listas de comprobación destinados a la evaluación de los elementos del
SGM, y los registros de las reuniones. En tal caso, deberían fijarse las reglas aplicables a la
confidencialidad y al período de conservación de estos documentos de trabajo.
B. REALIZACIÓN DE LA AUDITORÍA
REUNIÓN INICIAL
La experiencia demuestra que es esencial celebrar una primera reunión formal. Los
objetivos marcados para esta reunión de apertura son los siguientes:
Presentar los integrantes del equipo auditor ante la dirección del auditado.
Habitualmente, incluso cuando se trata de una auditoría interna, los miembros del
equipo auditor y los directivos de la zona auditada no siempre se conocen;
Comentar el alcance, los objetivos y el plan de auditoría. En concreto, el
calendario/horario previsto para las distintas actividades debería coincidir con la
disponibilidad del auditado. En caso contrario, será preciso proceder a su
modificación;
Ofrecer una explicación de los métodos que se emplearán durante la auditoría;
Nombrar las personas de contacto entre el equipo auditor y el auditado;
Confirmar la disponibilidad de los recursos necesarios;
Obtener información relacionada con los procedimientos de seguridad y de
emergencia que deban seguirse.
RECOGIDA DE EVIDENCIAS
La tarea del auditor radica en la obtención de evidencias suficientes para satisfacer los
objetivos de la auditoría. A continuación, estas evidencias debería contrastarse con los
criterios antes establecidos. Los auditores disponen de un margen limitado de
posibilidades para obtener evidencias: Pueden estudiar los documentos, visitar los
distintos emplazamientos y entrevistar al personal. Sin embargo, no suelen ser frecuentes
los ensayos, las medidas o los análisis por parte del auditor.
Otra de las tareas del auditor se centra en la verificación de la calidad de los procesos de
muestreo y medida empleados con el fin de conocer el grado de fiabilidad que presentan los
registros medioambientales elaborados por la organización.
HALLAZGOS DE AUDITORÍA
REUNIÓN FINAL
En esta reunión se volverán a presentar los hallazgos de auditoría al auditado con el fin de
garantizar su comprensión y el reconocimiento de que son correctos los hechos en los que
se fundamentan. De esta forma, el auditado dispondrá de la oportunidad de aportar
información complementaria que bien podría ser aceptada por el auditor, cambiando así
las bases en las que se asientan sus hallazgos.
En aquellos casos en los que no sea posible la plena concordancia entre las partes, la
responsabilidad final relativa a los hallazgos recaerá en el auditor jefe.
C. INFORME DE AUDITORÍA
El contenido del informe es flexible, si bien debería incluir, como mínimo, los hallazgos de
auditoría. Mediante acuerdo previo entre el auditor jefe y el cliente podrá incluir otros
temas:
la organización auditada;
el equipo de auditoría;
el alcance, los objetivos, los criterios y los documentos de referencia;
el plan de auditoría;
el resumen del proceso de auditoría;
el período abarcado;
la lista de distribución del informe;
las conclusiones de la auditoría, basadas en los hallazgos de auditoría. El informe de
auditoría debe ser firmado por el auditor jefe.
Tanto los documentos de trabajo como el informe final y los borradores deberían
conservarse durante el período definido por el cliente y acordado con el auditor y el
auditado. Puede que existan otras exigencias adicionales que haya que considerar como,
por ejemplo, las impuestas por las leyes de ámbito nacional.
Conviene que el auditado elabore un plan de acción que contemple los hallazgos que
supongan no conformidades, con el objetivo de resolver estas desviaciones tan pronto
como sea posible. La puesta en marcha de este plan es lo que suele conocerse como el
seguimiento de la auditoría, sin que forme parte de ésta. Las responsabilidades relativas al
plan de acciones y al seguimiento recaen en el auditado.
En esta norma se detallan las cualificaciones para los auditores medioambientales de todo
tipo, siendo este documento aplicable tanto a los auditores externos como a los internos.
Esta circunstancia se indica en la introducción de la norma aunque, si bien es cierto que
los auditores internos deben disponer de las mismas capacidades que los auditores
externos, es posible que los primeros no cumplan plenamente los criterios establecidos en
la norma.
Las normas ISO 14010, 14011 y 14012 son aplicables a las llamadas auditorías
medioambientales "internas" (auditoría por primera parte), así como a las conocidas como
"externas" (auditoría por segunda o tercera parte).
Uno de los elementos del sistema de gestión medioambiental especificado en ISO 14001
es la auditoría del SGM por parte de la organización con el fin de determinar su
conformidad o no con los planes previstos, así como su adecuada implantación y
conservación. Los resultados deben transmitirse a la dirección para su utilización en el
proceso de revisión.
La Norma ISO 14001 no requiere que las organizaciones sigan las directrices expuestas en
ISO 14010, 14011 y 14012 para llevar a cabo sus auditorías internas. Sin embargo, puesto
que estas normas se citan en el capítulo de bibliografía de ISO 14001, parece lógico pensar
que las organizaciones deberían prestar un mínimo de atención a las normas de auditoría de
la serie ISO 14000. La utilización de las directrices de IS0 en las auditorías proporcionará
unos procedimientos consistentes y unos auditores plenamente cualificados, siendo más
fácil demostrar a terceras partes la correcta implantación del requisito de ISO 14001
relativo a las auditorías.
Durante la reunión del subcomité ISO/TC 207/SC2 de junio de 1996, se decidió dar
comienzo a las deliberaciones relativas a la posible revisión de ISO 14010, 14011 y 14012
del año 1999, así como a plantear la posibilidad de aprovechar este proceso de revisión para
fusionar estas tres normas en un documento único.
Para la auditoría, un grupo mixto de estudio mantuvo dos reuniones a lo largo de 1997 y
1998. La recomendación más importante que planteó este grupo a sus respectivos comités
se centró en la posibilidad de desarrollar un documento común de ISO para la auditoría
medioambiental y de la calidad. En marzo de 1998, esta recomendación se materializó en
forma de una propuesta de nuevo proyecto de norma (NWIP) para la elaboración de una
norma conjunta de auditoría medioambiental y de la calidad. El NWIP contó con la
aceptación de ambos subcomités, llevando a la creación de un grupo mixto de estudio
cuya primera reunión se celebrará en noviembre de 1998 con el objetivo de desarrollar la
norma conjunta para finales del año 2001. Se supone que ésta remplazará a las Normas
ISO 10011, 14010, 14011 y 14012.
OBSERVACIONES FINALES
Gracias a las normas ISO de auditoría medioambiental, ISO fue capaz de ofrecer una
rápida respuesta a las acuciantes presiones y demandas planteadas por el mercado
internacional. Dichas normas establecen una serie de directrices para el uso de una
herramienta de gestión muy importante. En la actualidad, ISO/TC 207/SC2 muestra un
gran interés por conocer la reacción del mercado ante estas normas y continuará
supervisando su aplicación en los próximos años. Esta tarea se llevará a cabo con la
intención de disponer de un buen grado de preparación para acometer la revisión de las
mismas, así como a proceder a su modificación en caso de que sea necesaria, en función
de la experiencia acumulada en su aplicación en la práctica y de las nuevas demandas
planteadas por el mercado.
INTRODUCCIÓN
ANTECEDENTES
Durante las investigaciones realizadas por SAGE, quedó claro los planteamientos iban
más allá de los programas de etiquetado medioambiental. En el informe de SAGE se
recomendó el desarrollo de un sistema de clasificación para diferenciar el etiquetado
procedente de un programa de etiquetado medioambiental por tercera parte de las
declaraciones que los fabricantes incluyen en sus productos al margen de programa
alguno. De ahí se llegó a la definición del etiquetado medioambiental Tipo I y Tipo II.
Posteriormente, esta clasificación se amplió para incluir el Tipo III y, sin duda, será
objeto de futuras ampliaciones según aumente la demanda de normalización de otros
tipos.
La mayor parte de las normas destinadas a este campo aún se encuentran en fase de
preparación si bien ya se cuenta con una norma publicada y varías más se encuentran
en una fase, relativamente, avanzada. La comprensión de estas normas resulta más
fácil cuando se estudian los diferentes "tipos" de etiquetado.
ETIQUETADO TIPO I
Los programas de etiquetado medioambiental por tercera parte adoptan formas diferentes.
La más destacada sería la categoría conocida como Tipo I, "etiquetado ecológico" o
"ecoetiquetado" pero, debido a la dificultad que presenta la traducción de este término a
algunos idiomas, se prefirió el uso de un sistema numérico de clasificación.
Los programas de Tipo I se diferencian de los que se basan en un solo atributo - tales
como el etiquetado de consumo energético o de gestión forestal - puesto que se basan en
criterios múltiples y en el ciclo de vida, a pesar de que el proceso de elaboración de
criterios no sea tan estricto en lo referente a la aplicación de los planteamientos del ciclo
de vida como lo sería una verdadera evaluación de ciclo de vida según las normas de la
serie ISO 14040.
El programa pionero del Tipo I fue el Ángel Azul de Alemania que comenzó en 1977 y
que, en la actualidad, sigue siendo el programa más difundido con más de 4 000
productos etiquetados en {unción de más de 75 categorías de producto. Varios programas
parecidos comenzaron a funcionar en los países desarrollados de Europa y América del
Norte en los años 90 y, desde entonces, se ha visto un notable aumento de estos
programas, incluyendo varios procedentes de los países en desarrollo. En la actualidad,
existen cerca de 20 programas de este tipo en todo el mundo, aunque esta cifra es incierta
ya que algunos de ellos presentan un grado de actividad bastante escaso y, por otro lado,
continuamente surgen nuevos programas.
Una las ventajas que presenta esta norma es que posibilita el desarrollo de nuevos
programas, particularmente en los países en desarrollo, y la presencia de una estructura
que permita que el acercamiento de los sistemas existentes a lo largo del tiempo mediante
la aplicación de criterios comunes y acuerdos de reconocimiento mutuo. En la actualidad,
podemos observar unas mejoras de los programas existentes que parecen ser el resultado un
análisis mas completo de su propio funcionamiento y del intercambio de información y de
ideas entre sus responsables.
Comercio internacional
Se han planteado algunas cuestiones en relación con las repercusiones de los programas
Tipo I en el comercio internacional. La posibilidad de que se produzca un impacto negativo
en el comercio surgiría cuando estando los productos certificados de acuerdo a un programa
Tipo I en el país importador permitiera su acceso a un sector importante del mercado
(como, por ejemplo, los concursos públicos) a pesar de que los criterios de etiquetado
incluyan métodos de producción y procesos (MPP) que podrían resultar inadecuados para
las empresas de dicho país.
Utilizando el ejemplo del papel, supongamos que un país del norte de Europa impone
controles muy estrictos respecto al vertido industrial en aguas. Por otro lado, puede que
exista una marca de papel en el mercado fabricado en un país en desarrollo, lugar en el que
en el que la tecnología disponible no permite superar los límites europeos de calidad del
agua, a pesar de que este fabricante sea la empresa líder en materia de protección
medioambiental según los criterios imperantes en su país. Ahora bien, al aplicar los límites
de vertidos al agua impuestos en el norte de Europa para la concesión del etiquetado, es
muy posible que el fabricante del país en desarrollo sea incapaz de cumplirlos, perdiendo
así sus oportunidades comerciales.
Cabe destacar que el ejemplo anterior es sólo un supuesto y que, en función de los casos
que conozco, los organismos que gestionan los programas Tipo I se muestran comprensivos
ante estas- situaciones, otorgando facilidades a los solicitantes de los países en desarrollo a
fin de que no se queden en desventaja. No obstante, todavía se siguen planteando dudas
respecto a la aparición de barreras potenciales al comercio.
El acuerdo TBT se basa en un principio que dicta que, en los que a los asuntos
medioambientales se refiere, es conveniente que todos los estados mantengan su
soberanía en su propio territorio y que no deberían verse obligados a aceptar un producto
del extranjero que pueda ser lesivo para el medio ambiente del país importador. Según el
acuerdo, es posible justificar la existencia de una reglamentación técnica que suponga una
barrera al comercio cuando ésta sea necesaria para satisfacer el legítimo objetivo de
protección del medio ambiente (véase el artículo 2.2 del TBT). Esto podría suponer que,
según las disposiciones del TBT, no resultase aceptable una reglamentación técnica que
pretenda controlar las repercusiones medioambientales asociadas con la producción y el
procesamiento de un producto antes de que éste salga de su país de origen. Aún existen
ciertas dudas a escala internacional a la hora de ratificar esta interpretación del acuerdo
como correcta.
Por otro lado, el método del ciclo de vida, que resulta tan fundamental para todos los
programas Tipo I, incluye el estudio de los métodos de producción y proceso (MPP)
como elementos esenciales de los aspectos medioambientales del producto. En algunas
categorías de producto de mayor implantación, tales como el papel, las repercusiones
medioambientales predominantes del ciclo de vida son las que proceden de las fases de
extracción y transformación de recursos. Por ello, los criterios empleados para la
concesión de uso del etiquetado se basan de forma casi exclusiva en MPP como, por
ejemplo, el origen de la fibra (virgen o reciclada) y los efluentes resultantes del proceso
productivo.
Dado el carácter voluntario de los programas Tipo I, sería posible argumentar que éstos
quedan fuera del marco del TBT También existe la cuestión de si los criterios de cada
programa deberían ser tratados de la misma manera que las normas nacionales voluntarias
en función del anexo 3 del TBT Este anexo es menos restrictivo que el acuerdo en sí.
Este debate lleva ya varios años desarrollándose en la OMC y es poco probable que se
llegue a una conclusión definitiva en un futuro inmediato. Si bien se reconoce que el
etiquetado Tipo I influye en el mercado, resulta muy difícil concretar si se puede entender
como una medida legítima en términos comerciales.
Algunos países en desarrollo han optado por elaborar sus propios programas Tipo I
basados en criterios adaptados a las condiciones locales. Ello puede facilitar el desarrollo
de acuerdos formales de reconocimiento mutuo y ofrecer una marca pata que los clientes
locales y extranjeros puedan reconocer como indicativo de preferencia medioambiental.
ETIQUETADO TIPO II
El etiquetado Tipo II se refiere a las declaraciones que aparecen en los productos o en las
actividades de comercialización asociadas. Habitualmente, nos encontramos con
declaraciones tan familiares como "reciclable", "amigo del ozono", "60% libre de
fosfatos", etc. Algunas son declaraciones medioambientales válidas mientras que otras
resultan tendenciosas.
La dificultad que presentan las diversas directrices nacionales es que, aunque en todas se
intente establecer una serie de principios parecidos, cada una difiere un poco de las otras y
esto trae consigo ciertos problemas, especialmente, para la exportación en un mercado cada
vez mas internacionalizado. Esta situación difiere de la que presenta la existencia de
diferencias entre las leyes de cada país; es decir, aquí existen variaciones e inconsistencias
entre las directrices técnicas desarrolladas por cada país para ayudar a analizar las
declaraciones. Por tanto, supone una situación única para armonizar estas directrices
técnicas. Es aquí donde interviene ISO.
Es posible que, para los países en desarrollo que aún no disponen de leyes contra la
publicidad engañosa, el proyecto de Norma Internacional ISO 14021 (de adhesión
voluntaria) represente el primer paso hacia la mejora de la calidad de los declaraciones
que aparecen en las etiquetas de los productos. Asimismo, se ha llegado a afirmar en
varias ocasiones que, en teoría, las normas de ISO relacionadas con estas declaraciones
Tipo II tendrán su repercusión más inmediata en los mercados de los países en
desarrollo.
El trabajo actual del subcomité ISO/TC 207/SC 3 consiste en fijar un método uniforme
para el análisis de la validez técnica de las declaraciones a fin de confirmar que sean
exactos desde el punto de vista técnico, contrastables desde el punto de vista científico
y que no presenten un carácter tendencioso.
Ejemplo práctico
Esas mismas pilas bien podrían acabar dando la vuelta a medio mundo y ser objeto de
comercialización en un país en desarrollo de Asia. Por desgracia, allí no existe ninguna
instalación para el reciclaje de estos productos, si bien este hecho lo desconocen los
consumidores que, al comprar la pila porque piensan que es un producto que resulta
preferible para el medio ambiente, incurren en una falsa apreciación. Sin duda alguna, las
posibilidades de que esto ocurra cuando el etiquetado de las pilas indica "Reciclable en
Europa" serían mucho menores.
A1 margen de las implicaciones legales que podrían derivarse de este ejemplo, lo cierto
es que el fabricante de pilas aplicó una perspectiva local al etiquetado de sus productos en
vez de una perspectiva internacional. Actualmente, a la vista de la internacionalización de
los mercados, el hecho de limitarse a cumplir con los requisitos locales de etiquetado
puede suponer una práctica temeraria. Por ello la existencia de una norma internacional
en este ámbito podría ser una gran aportación.
El proyecto de Norma ISO 14021 servirá como un gran instrumento que permitirá que los
fabricantes y los consumidores puedan tomar decisiones relativas a la veracidad o no de
las declaraciones. Por otro lado, cuando un fabricante de un país en desarrollo decida
etiquetar sus productos en consonancia con ISO 14021, esto le servirá para demostrar que
ha obrado de forma responsable en el caso de que tenga dificultades con los requisitos
legales de etiquetado de otro país.
El etiquetado Tipo III supone una aproximación distinta a los programas de etiquetado
medioambiental por tercera parte. Con su desarrollo se pretendió evitar algunas de las
dificultades del etiquetado Tipo I. El subcomité S3 asume el proyecto de normalización
de los principios y los procedimientos correspondientes al etiquetado Tipo III que, en su
momento, se publicará como la Norma ISO 14025.
Una de las mayores objeciones que plantea la industria en relación con el etiquetado Tipo
III es el concepto de liderazgo en el que se asienta este método. En función de la naturaleza
misma de los programas de etiquetado Tipo I, sólo una pequeña proporción de los
productos presentes en el mercado para una categoría dada podrá cumplir con los criterios y
ser elegido para ser etiquetado como un producto preferible para el medio ambiente. A
pesar de que, por lo general, la industria se muestra a favor de los programas gestionados
por tercera parte como, por ejemplo, los programas de calidad, sería un tanto difícil en
muchos casos que una asociación sectorial cualquiera prestase su apoyo a un programa
discriminatorio para más de la mitad de los productos de sus afiliados.
Otro aspecto es el que vendría dado por los elementos de juicio que se aplican en el
etiquetado Tipo I. Los programas de este tipo emplean una metodología científica basada
en los principios del análisis de ciclo de vida (ACV) aunque, por motivos prácticos es
menos riguroso que un proceso ACV al completo. Los resultados que se obtienen
mediante este tipo de evaluación nunca son concluyentes, por lo que es preciso aplicar un
cierto grado de subjetividad en los criterios de los programas Tipo I. Estas decisiones
suelen recaer en un consejo o jurado compuesto por los organismos y los individuos más
destacados del sector. Dichas decisiones no son nada fáciles y, en ocasiones, son objeto de
criticas.
Con el etiquetado Tipo III se pretende atajar estas dificultades. Según su estructura, cual -
quier producto es susceptible de llevar el etiquetado medioambiental en el que se desglosa
su comportamiento medioambiental - verificado por tercera parte - a partir de una serie de
índices que son aplicables a la categoría a la que pertenece el producto. Estos índices se
fijan mediante un método de inventario de ciclo de vida parecido al empleado con el
etiquetado del Tipo I. Al contrario de lo que ocurre con éste último, en el etiquetado Tipo
III no se establecen unos limites arbitrarios de aceptación, es decir, el etiquetado
simplemente muestra la "puntuación" correspondiente a ese producto.
De esta forma, los consumidores pueden contrastar las etiquetas y escoger el producto
que prefieran en función de su propia escala de valores de la importancia relativa de cada
índice en vez de depender de la decisión tomada por un consejo o jurado. En este sentido,
el etiquetado Tipo III guarda cierta similitud con el empleado para indicar las propiedades
nutritivas de los alimentos.
Es difícil saber cuándo se publicará ISO 14025 puesto que, en el momento de preparación
de este manual, el proyecto se encontraba aún en una fase muy preliminar y todavía se
estaban planteando una serie de aspectos clave que definirán el verdadero alcance de éste.
Uno de los asuntos destacados ante ISO por varios países en desarrollo es el relativo a
las dificultades que tienen para acceder a unos datos de inventario de ciclo de vida
(ICV) que sean aplicables a sus mercados.
En Europa Occidental y América del Norte existen bases de datos que proporcionan
información del ciclo de vida de la materia prima empleada en los productos. En ellas se
puede encontrar, por ejemplo, los aspectos medioambientales asociados a la producción
de un kilogramo de acero a partir del valor medio ponderado del consumo energético,
las emisiones a la atmósfera y los residuos sólidos atribuibles a los diversos productores
de acero que atienden al mercado de América del Norte. Estas bases de datos aportarían
gran parte de la información necesaria para que, por ejemplo, un fabricante
estadounidense de neveras pueda preparar su etiquetado Tipo III. Asimismo, en los
países desarrollados existen muchas empresas consultoras especializadas que podrían
calcular cualquier dato del que se carezca.
Por el contrario, este tipo de datos y de apoyo técnico no se encuentra tan accesible en
los países en desarrollo. Puesto que se supone que un sistema de etiquetado requiere
grandes cantidades de datos precisos del ICV para cada producto, se entiende entonces
que será muy difícil que los productores de los países en desarrollo puedan formar parte
de este sistema. Por ello, en caso de que avance el uso del etiquetado Tipo III en los
países occidentales, así como la consiguiente demanda de importadores y consumidores
en lo relativo a sus decisiones de compra, cabe la posibilidad de que este aspecto se
convierta en un tema de debate en el marco del comercio exterior.
Una de las tareas asumidas por ISO/TC 207/SC 3 es la evaluación del verdadero alcance de
este asunto, planteando las posibles acciones con las que se podría garantizar el acceso por
parte de los productos de todos los países al etiquetado Tipo 111 en igualdad de
condiciones.
Principios generales
Aunque es cierto que los objetivos contemplados por las normas ISO 14021, 14024 y
14025 se centraron en aquellos tipos de etiquetado medioambiental cuya normalización se
consideró más urgente por uno u otro motivo, también queda claro que estas normas sólo
consiguen abarcar una parte de los sistemas de etiquetado medioambiental que se
emplean hoy en día. Existen varios tipos de productos que quedan fuera de su alcance
como, por ejemplo, los productos forestales que incorporan un etiquetado por tercera
parte que se emite una sola vez, y los que llevan un etiquetado de índole energética.
Asimismo, cada día surgen nuevos tipos de etiquetado medioambiental.
Para aquellos que desarrollan estos nuevos tipos de etiquetado medioambiental, ISO
14020 ofrece unas directrices generales con las que se puede garantizar que las etiquetas
consigan transmitir unos datos útiles para la decisión de compra por parte del consumidor.
John Henry
Secretaría ISO/TC 207/SC 3
Environment & Consumer SAA
1 The Crescent
Homebush, N.S.W 2140 Australia
Te l. 61 29 746 4700
Fax 61 29 746 4766
e-mail: john.henry@standards.com.au
5
Son muchas las organizaciones que se afanan por comprender, demostrar y perfeccionar
su comportamiento medioambiental. Esto es algo que se puede conseguir mejorando la
gestión de los elementos de aquellas actividades, productos y servicios que puedan influir
de forma significativa en el medio ambiente. En la Norma ISO 14001, Sistemas de
gestión medioambiental. Especificaciones y directrices para su utilización, se especifica
que los usuarios deben evaluar y mejorar el funcionamiento de sus sistemas de gestión
medioambiental. Por consiguiente, es preciso disponer de una herramienta que contribuya
a medir y analizar su comportamiento medioambiental.
En los estatutos iniciales de ISO/TC 207/SC 4/WG 1 se citan las tareas relativas al
desarrollo de un documento de directrices genéricas de ECM, mientras que en los de
ISO/TC 207/SC 4/WG 2 se mencionan las relativas al desarrollo de una serie de
documentos con directrices específicas para los distintos sectores industriales. Sin
embargo, surgieron varios factores que llevaron a replantear los estatutos de estos
grupos:
Por consiguiente, ISO/TC 207/SC 4 optó por centrar sus esfuerzos en la preparación de un
documento de directrices genéricas de ECM. Las competencias de los dos grupos de trabajo
se redactaron como sigue con el fin de garantizar sus aportaciones al documento genérico:
Los siguientes puntos proceden del texto de ISO/DIS 14031 y pueden considerarse como
principios para la implantación ECM en una organización.
Esta norma internacional proporciona directrices para el diseño y uso de la evaluación del
comportamiento medioambiental en una organización. Todas las organizaciones pueden
emplear esta norma internacional sin que influya para ello su tipo, tamaño,
emplazamiento o complejidad.
En ISO/TC 207/SC 4 se optó por dotar a ISO 14031 de un amplio grado de aplicación,
abarcando todas aquellas organizaciones que pretendan evaluar su comportamiento
medioambiental al margen de que éstas hayan implantado o no un sistema de gestión
medioambiental. Asimismo, ISO 14031 se elaboró de forma que puede ser aplicada a
cualquier sistema de gestión medioambiental incluyendo, por tanto, a los ajenos a ISO
14001. ISO 14031 sirve como apoyo del contenido del apartado 4.4.1, en el que se pide
que la organización registre la información destinada al Seguimiento de su
comportamiento medioambiental. Sin embargo, cabe destacar que en ISO 14001 no se
exige el uso de ISO 14031.
NOTA - En el marco de los sistemas de gestión medioambiental, se pueden medir los resultados
contrastándolos con la política, las metas y los objetivos medioambientales de la organización. La
definición que se ofrece en esta norma internacional para el comportamiento medioambiental difiere
con la que aparece en ISO 14001:1996 (aparrado 3.8) y en ISO 14004:1996 (apartado 3.8).
PLAN (planificar)
a) planificación ECM;
b) selección de los indicadores ECM (el proceso de selección de los indicadores podría
suponer tanto el uso de los existentes como el desarrollo de nuevos indicadores);
DO (hacer)
ISO 14031 ofrece una serie de directrices para llevar a cabo cada uno de estos pasos.
Los indicadores del comportamiento de la gestión (ICG) constituyen un tipo de ICM que
proporciona información de apoyo para la evaluación de los esfuerzos de gestión
encaminados a influir en el comportamiento medioambiental de las actividades de la
organización. Los ICG guardan relación con la política, las personas, la planificación de las
actividades, las prácticas, los procedimientos, las decisiones y las acciones
correspondientes a todos los niveles de la organización.
A modo de ejemplo, una organización que cuente con una flota de vehículos para la entrega
de sus productos podría determinar que las emisiones procedentes de dichos vehículos
constituyen uno de sus aspectos medioambiental significativos. Por consiguiente, podría
proceder a la selección de los indicadores apropiados para la evaluación del
comportamiento medioambiental.
INTRODUCCIÓN
Los trabajos preliminares acometidos por ISO entre 1991 y 1993 destacaron los
principales elementos para la normalización del sector de la gestión medioambiental
según el rumbo trazado por UNCED en 1992 durante la Cumbre de Río.
Asimismo, todas estas iniciativas podían despertar recelos en otros países ante la
posibilidad de que se produjeran abusos en forma de barreras técnicas al libre comercio.
En este sentido, y a modo de ejemplo, las normas de ISO ya contaban con el
6
Reglamento 880/92/CEE
7
Reglamento 1836/93/CEE
reconocimiento de la OMC como instrumentos prácticos y eficientes para evitar este tipo
de dificultades desde su vertiente técnica.
Además de lo anterior, el tercer motivo vino dado por la gran acogida que tuvo la serie de
normas ISO 9000 de gestión de la calidad. Estas normas comenzaban a gozar de gran
reconocimiento como documentos internacionales de referencia que hacen posible que las
empresas puedan reducir tanto la frecuencia como los altos costes que supone la
inspección por segunda parte (el cliente), al sustituirlas por la inspección por tercera parte
(por ejemplo, por un organismo de certificación).
Los elementos principales que quedaron identificados en 1993 se remitían a dos áreas
diferenciadas: por un lado, la organización, es decir, la estructura de la empresa y, por
otro, los productos y servicios de ésta:
ORGANIZACIÓN
Este primer grupo de técnicas fue la respuesta de ISO ante la necesidad de armonización de
las distintas iniciativas nacionales y regionales en materia de sistemas de gestión
medioambiental.
PRODUCTOS Y SERVICIOS
el etiquetado medioambiental
el análisis de ciclo de vida.
Este segundo grupo respondió a la necesidad de disponer de una base común y racional
para los diversos programas nacionales o regionales de certificación ecológica del producto.
Para los países desarrollados, el interés por las normas relativas al análisis de ciclo de
vida radica en la posibilidad de demostrar que sus productos responden a las inquietudes
en materia de medio ambiente. Al aplicar estas técnicas, consiguen dar fe de que sus
productos se ajustan a los criterios especificados en su momento por otros países,
demostrando así su compromiso con el medio ambiente.
HISTORIA
A pesar de que se pueda creer que el análisis de ciclo de vida se originó a partir de los
trabajos de Lavoisier y, en especial, de su famoso principio de la conservación de la masa,
lo cierto es que este método surgió en la década de los años setenta derivado, en gran
medida, de los trabajos realizados por investigadores norteamericanos. Dichos trabajos
guardaban relación con los estudios de prospección dirigidos al estudio de los posibles
efectos de los cambios estratégicos exigidos para la adaptación a los nuevos modelos de
suministro energético. Una vez analizadas todas las repercusiones, quedó claro que la
disponibilidad de los recursos naturales no podía plantearse al margen del resto de los
impactos medioambientales que afectan al mundo. Este puede entenderse como el
primero de los planteamientos que llevaron a la creación de uno de los principios básicos
del análisis del ciclo de vida.
Todo ello allanó el camino para la elaboración de normes ISO en las que se especificaran
unos requisitos destinados a garantizar la mayor transparencia a lo largo de todo el
proceso. Esto fue una de las condiciones clave para inspirar un grado de confianza que,
más allá de repercutir mutuamente entre aquellos que encargan o realizan el estudio,
también debía incidir en las restantes partes interesadas.
DEMANDA
El análisis de ciclo de vida se creo con el fin de satisfacer las necesidades concretas de las
organizaciones que pretendían incluir el concepto de la protección del medio ambiente en
el marco del desarrollo y la mejora de sus productos. Los principales retos afrontados
fueron los siguientes:
los costes atribuibles a los recursos empleados para fabricar el producto que
tendrán que reflejar los costes reales de la adquisición de materiales (considerando
la escasez, la utilización del suelo, etc.);
los costes atribuibles a la transformación, en los que se reflejan los impactos
medioambientales vinculados a dicha transformación y las emisiones a la
atmósfera, el agua y al suelo, y
los costes atribuibles a la eliminación, en los que se reflejan los costes sociales
inherentes al tratamiento del producto una vez que llega al final de su vida útil.
El análisis del ciclo de vida fue depurado en la década de los ochenta con el fin de solventar
las dificultades de tipo sistemático a las que se enfrentaba al plantear la mejora de las carac
terísticas ecológicas de los productos como, por ejemplo, las que evitan la transferencia
de la contaminación.
Pongamos como ejemplo el caso del dueño de un restaurante que se muestra respetuoso
con el medio ambiente y dispuesto a hacer lo posible para su mejora. Esta persona se ha
dado cuenta de que el uso de papel desechable en los aseos del restaurante (para que los
clientes se sequen sus manos) supone una fuente importante de residuos. Por
consiguiente, el dueño se plantea la posibilidad de aminorar este impacto
medioambiental. En principio, la solución parece fácil: volver a emplear la alternativa
"clásica" de usar toallas de tela.
Al tomar esta decisión, esta persona consigue aminorar una fuente de contaminación (los
residuos generados en los aseos) pero, al mismo tiempo y puesto que se verá obligado a
lavar las toallas a menudo, aumentará el impacto de otra fuente de contaminación por vía
de un mayor consumo de detergentes, agua, energía, etc. Es decir, habrá transferido la
contaminación de un proceso a otro distinto.
Continuando con el ejemplo anterior, supongamos que el dueño del restaurante desea
conocer con mayor exactitud si su decisión - a pesar de la inevitable transferencia de la
contaminación - es acertada o no en su conjunto y desde la perspectiva medioambiental.
Su primera tarea sería la de definir plenamente el sistema analizando todos los datos
relativos a las operaciones inherentes al producto. En el caso del papel, por ejemplo, el
sistema abarcaría su fabricación a partir de pasta o papel reciclado, la gestión forestal, el
transporte y la preparación de la madera, la fabricación del papel-toalla en sí, etc. También
incluiría la gestión de los residuos, el reciclaje y la incineración o eliminación.
Habitual, en la práctica, con el fin de fijar un límite a este sistema, se emplean las dos
reglas siguientes:
Sin duda, la tarea más difícil será la obtención de los datos para hacer un amplio balance
de las aportaciones energéticas y químicas que entran o salen del sistema para repercutir
al medio ambiente. Este tipo de inventario constituye la suma de todos los flujos de
entrada y de salida en el marco de los límites del sistema.
Esta tarea es la más difícil puesto que exige contar con unos datos representativos que se
correspondan correctamente con los objetivos del estudio en cuestión. A modo de ejemplo,
supongamos que el dueño del restaurante opta por la instalación de un secador de manos
eléctrico. Éste se vería obligado a recabar información relativa a la contaminación que
conlleva la generación de la energía eléctrica. Por descontado, podrá encontrar información
fiable acerca de los recientes estudios realizados en Francia en los que se indica que el 75
% de la electricidad generada en ese país proviene de centrales nucleares o bien, en el caso
de Alemania, de centrales térmicas que emplean carbón o lignito. Sin embargo ¿para qué le
servirían estos datos en caso de que su restaurante se encuentre cerca de la frontera entre
Italia y Suiza donde es posible que la electricidad proceda de cuatro países europeos en
función de la hora del día y del precio de la electricidad en el mercado europeo? El dueño
del restaurante se vería obligado a emplear un modelo para la energía que refleje las
condiciones actuales del mercado en cuestión de la forma más fiel posible.
Sería necesario que todos los datos guardasen un punto común entre sí, es decir, un
aspecto de referencia común. Éste podría ser el papel, si bien ello iría en función de la
calidad de la toalla de papel. A modo de ejemplo, el propietario podría plantear el uso de
un papel de dimensiones muy reducidas y con un grado de absorción de agua muy escaso.
No obstante, dado su interés por el respeto al medio ambiente, el motivo de esta
sustitución sería que el material utilizado es tres cuartas veces menor que el de una toalla
de papel normal. Lo más probable, sin embargo, es que sus clientes, en vez de emplear
una sola toalla para secarse las manos, acaben por utilizar cuatro unidades. En tal caso ¡el
balance final sería equivalente a cero! Es por ello por lo que el punto de referencia
aplicado debería ser "la utilización", que se designa como "la unidad funcional". A modo
de ejemplo, el propietario podría emplear "el secado de doscientos pares de manos" como
unidad funcional.
Una vez llegados a este punto, ya sería posible hacer uso de los resultados con el fin de
mejorar una situación. En todos los casos, el principio básico de "cuanto menos, mejor"
resulta aplicable, tanto desde la perspectiva termodinámica como desde la filosófica. Este
principio coincide con el hecho de favorecer el aumento mínimo en lo que a la entropía se
refiere.
Ahora bien, esto podría ser más complicado cuando se trata de un aumento del CO2 por
un lado y de menos óxidos de plomo por otro o bien de más S02 a cambio de menos
óxido de cadmio. La solución residiría en el esfuerzo de vinculación de estos flujos con
los problemas ecológicos con el fin de analizar la situación en función de los problemas
que aquejan al medio ambiente: el efecto invernadero, la lluvia ácida, etc. Esta práctica es
la que se conoce como la evaluación de los impactos potenciales.
De esta forma, queda claro que el interés de este método está en sus aportaciones a la fase
de diseño del producto o a la mejora de los productos existentes.
No obstante, también se dan casos en los que las empresas pretenden emplear estos
resultados como argumento de campañas de marketing muy activas. En ocasiones, las
batallas de publicidad comparativa fueron terribles hasta el punto de que algunos de los
productos sufrieron un gran deterioro en su imagen8.
En cualquier caso había que evitar que la técnica fuera desvirtuada por su propio uso. Con
el fin de aprovechar los beneficios de este método fue necesario poner orden en la
metodología y clarificar la deontología. Esta fue una labor llevada a cabo a través de
normas técnicas, que fueron asumidas primero a nivel nacional en algunos países y ahora,
a nivel internacional, por ISO.
(ISO/TC207/SC5)
La estructura del subcomité encargado de las normas para el análisis de ciclo de vida es la
siguiente:
8
Ejemplos de ello son las campañas publicitarias de detergentes con o sin fosfatos o las de pañales
desechables o lavables, etc.
Programa de trabajo
La primera norma elaborada sirvió para fijar la estructura general del método y de los
principios deontológicos. Los requisitos que se ofrecen en esta norma se centran en la
transparencia de los métodos y los datos empleados.
A modo de ejemplo, en el caso de que existan múltiples flujos de entrada y salida desde y
hacia distintos sistemas, existen varias formas de repartir los flujos entre los sistemas
afectados. Si bien es cierto que la Norma ISO 14040 no fija el procedimiento de
asignación correspondiente, sí que se impone la práctica de concretar abiertamente cuál
fue el procedimiento empleado, así como los motivos que justificaron esa decisión.
Asimismo, como último ejemplo, quedaría la obligación de exponer los resultados del
análisis del ciclo de vida ante el público con el fin de sustentar cualquier tipo de
afirmación que indique que el producto A es superior al producto B desde la perspectiva
medioambiental. Para estos casos, la norma establece la obligatoriedad de llevar a cabo
una completa comprobación externa de la validez del estudio.
Los tres ejemplos anteriores relativos a las disposiciones de ISO 14040 demuestran que la
intención de esta normativa, tanto en su espíritu como en sus objetivos, es la de evitar las
situaciones o aplicaciones abusivas del pasado que podrían haber llevado la consideración
de este método como inútil o arriesgado.
1. una garantía para las empresas que deciden usar el análisis de ciclo de vida,
proporcionándoles una credibilidad para optar por acciones más progresistas en cuanto
a la gestión ecológica de sus productos;
2. una garantía de tratamiento justo en el ámbito de la competencia, al asegurar que todas
las declaraciones de publicidad comparativa hayan quedado sometidas de antemano a un
proceso abierto y documentado de revisión y contraste.
Como es lógico, la Norma ISO 14040 (publicada en junio de 1997) también incluye la
estructura de los métodos aplicables al análisis de ciclo de vida, así como los requisitos
para la aplicación de sus principales conceptos en sus sucesivas fases.
Se prevé que estos documentos ofrezcan requisitos y recomendaciones para las diversas
fases de un análisis de ciclo de vida aunque esta vez, y puesto que con ISO 14040 ya que -
daron resueltos los planteamientos deontológicos, partirán de una base más técnica.
La definición del objetivo y alcance del estudio. Esta fase es fundamental pata
comprobar la validez del resto del estudio cuya magnitud, grado de detalle y, por
consiguiente, costes, vendrán dados por las aspiraciones del cliente en relación con el
tipo de planteamientos sujetos a estudio.
No es difícil imaginar que un análisis de ciclo de vida previsto para definir una política
regional o nacional de reciclaje exigiría cantidades ingentes de datos, así como tomar
grandes precauciones a la hora de fijar los límites del sistema, las reglas de asignación,
etc. Su alcance sería muy distinto al de otro estudio realizado por una empresa que
pretenda optimizar el volumen, la entrada energética o los materiales de un
electrodoméstico.
Es por ello por lo que el desarrollo del análisis de ciclo de vida irá en función del obje tivo
marcado. La transparencia es esencial: el cliente que solicita el estudio debe declarar
abiertamente cuáles son sus verdaderas intenciones ante el realizador de dicho estudio. En
el ejemplo anterior, es evidente que, en caso de que la empresa no comunique al
realizador del estudio sus intenciones de emplear los resultados en el ámbito de la
publicidad comparativa con la competencia, podrían darse ciertos problemas. El hecho de
que estos motivos no se entendiesen plenamente en las primeras experiencias habi das con
el análisis de ciclo de vida justificó que se prestase especial atención a esta fase concreta
de la evaluación en ISO 14041.
El borrador de esta norma fue elaborado por los grupos de trabajo 2 y 3 conjuntamente
hasta llegar a la publicación de ISO 14041 en octubre de 1998. Actualmente, el grupo de
trabajo WG 3 trabaja de forma independiente con un documento de directrices en el que
se ofrecerán varios ejemplos de aplicación de ISO 14041.
En este punto se hace preciso explicar el motivo del título completo de la técnica:
"evaluación del impacto potencial". La palabra "potencial" tiene un significado muy
exacto. En último caso, representa la aproximación a un impacto que es maximizado por
motivos de precaución. Esto se debe a que la modelización más detallada de la relación
exacta entre los flujos y el impacto no es posible. Esta técnica no consigue reflejar al
100% los efectos de la dispersión en el tiempo o el espacio ni los efectos que presentaría
un umbral determinado bajo el cual los efectos del flujo serían nulos. La potencialidad, en
este sentido, radica en la capacidad de provocar daños (peligros), así como en la pro -
babilidad de que éstos ocurran (riesgos).
La publicación del primer proyecto de comité para este tema exigió un gran número de
deliberaciones en el seno de WG 4 Por consiguiente, se prevé que publicación de la norma
para 1999.
NORMAS EUROPEAS
Con el fin de facilitar la implantación de esta medida, algunas de las normas ISO
elaboradas por su comité técnico TC 207 quedan sujetas a un proceso de votación
paralela. Por ello, es probable que ISO 14040 c ISO 14041 sean aprobadas de forma
simultánea como normas europeas (EN), sustituyendo así a la normativa vigente en
ese momento en Europa.
Es preciso recalcar las implicaciones que tiene esta decisión europea en favor de las
normas ISO ya que demuestra la confianza que los países europeos depositan en los
procesos abiertos y democráticos de ISO y, ante todo, su voluntad colectiva contraria
a la transformación de la gestión medioambiental de la empresa en un instrumento
proteccionista.
Las normas de la serie ISO 14000 se desarrollan en documentos separados con el fin de
que los usuarios no se vean comprometidos a aplicar métodos específicos que sean ajenos
a sus políticas y objetivos. Sin embargo, existen vinculaciones potenciales como las que
se pueden encontrar en los requisitos de ISO 14001.
Es, por tanto, evidente que las organizaciones pueden plantearse el uso del análisis de
ciclo de vida con el fin de identificar los aspectos medioambientales de sus productos o
servicios. No obstante, en el anexo A de ISO 14001 se advierte de la posibilidad de que
esto no sea necesario en todos los casos. La clave para resolver esta aparente
contradicción reside en la naturaleza misma de la organización de la que se trate y en los
indicadores que ésta fijará: "para controlar y medir de forma regular las características
clave de sus operaciones y actividades que puedan tener un impacto significativo en el
medio ambiente."
Todo ello supone que el análisis de ciclo de vida puede utilizarse como instrumento de
apoyo para una amplia gama de funciones de gestión. Los datos recabados tienen múl -
iples aplicaciones puesto que, al desarrollar un inventario exhaustivo, la empresa contará
con la posibilidad de racionalizar una gran parte de sus datos medioambientales en un
solo conjunto de información.
De forma más exacta aún, estas vinculaciones dependerán del tipo de información que se
pretenda conseguir, ya sea a partir de los datos centrados en un emplazamiento funcional
y en sus impactos reales o bien en los datos del sistema de producto que muestran los
impactos potenciales más relevantes, tal como se muestra en el siguiente diagrama:
Existen muchas formas de uso de los datos de inventario en función del tipo específico de
impactos reales o potenciales considerados:
En el marco de este proceso, ISO/TC 207/SC 6 recoge los términos y las definiciones
empleadas en los demás subcomités y grupos de trabajo de ISO/TC 207 para ofrecer su
apoyo a la armonización y la coordinación de los mismos. Según sea necesario, SC 6
plantea modificaciones de las definiciones y las remite al usuario o usuarios para su
aceptación.
El objetivo último de las labores acometidas en ISO/TC 207/SC 6 estriba en la
elaboración de una norma internacional exhaustiva de la terminología y las definiciones
empleadas en las normas desarrolladas por los subcomités de ISO/TC 207, Gestión
medioambiental.
Las definiciones que se incluyen en esta norma de vocabulario deberían cumplir con las
normas ISO aplicables a la terminología. Por ello, y para garantizar la eficiencia de su
trabajo, ISO/TC 207/SC 6 se encarga de:
NSF
PO. Box 353, Skoyen 0212 OSLO Noruega
o bien a:
Einar Bache
Secretaría ISO/TC 207/SC 6 Sivilingenior
Oscars gate 20, Postboks 7072 Homansbyen
0306 Oslo, Noruega
Te l. 47 22 59 6711
Fax: 47 22 59 6733
e-mail: einarbache@nts.no
8
INTRODUCCIÓN
En este capítulo se presentan algunos de los antecedentes de los que surgió el concepto de
"Gestión Forestal Sostenible" (GFS), así corno los fundamentos del concepto en e1 que se
ampara la gestión medioambiental según la Norma ISO 14001 y, por último, el
planteamiento relativo al desarrollo de un “puente” entre ambos conceptos.
En aquel momento, la opinión generalizada era que aún era demasiado pronto como para
elaborar guías o normas específicas para los distintos sectores y que, de hacer una
excepción en el caso del sector forestal, se correría el riesgo de que muchos otros sectores
exigieran a TC 207 un trato diferenciado similar. Esto podría perjudicar el carácter
genérico de ISO 14001, es decir, la característica que permite su aplicación a escala
mundial y todos los sectores industriales y empresariales. Por otro parte, hubo quienes
arguyeron que ISO no podía mantenerse al margen de las importantes demandas
planteadas por la sociedad en general y por la empresa. Asimismo, las organizaciones
relacionadas con el medio ambiente mostraron grandes dudas acerca de cualquier tipo de
intervención de ISO en el asunto de la gestión forestal sostenible.
No obstante, a partir de la propuesta realizada por Nueva Zelanda, se optó por la creación
de un "grupo internacional de estudio para analizar el posible uso de las normas ISO para
la consecución de la gestión forestal sostenible". Este grupo se reunió varias veces a lo
largo de 1995 y 1996, presentando un informe en la siguiente reunión plenaria de ISO/TC
207 que se celebró en junio de 1996, en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. El grupo de
estudio constató que la Norma ISO 14001 ofrece una estructura internacional que puede
ser utilizada en la certificación de los sistemas de gestión medioambiental de las
organizaciones forestales y que puede contribuir a la causa de la gestión forestal
sostenible. Aún así, el grupo también recomendó la creación de un "documento puente"
como ayuda para el uso de ISO 14001 en el sector forestal mediante una serie de
directrices para la aplicación de los criterios de gestión forestal sostenible generalmente
aceptados con el fin de que las organizaciones forestales las pudiesen aprovechar a la hora
de fijar los objetivos y metas medioambientales de sus SGM. Como resultado de esta
recomendación, ISO/TC 207/WG 2 decidió crear un grupo de trabajo (TC 207/WG 2)
para la elaboración de un informe con descripciones de la información de referencia
aplicable a la implantación de ISO 14001 c ISO 14004, por parte de las organizaciones
forestales. Asimismo, se estipuló claramente que dicho informe no debería especificar
ningún tipo de niveles de funcionamiento para el sector forestal ni suponer la creación de
algún tipo de etiquetado de producto.
En otros casos, los criterios están previstos como un marco para evaluar la gestión de un
área
Intergubernamentales
No gubernamentales
En las iniciativas citadas se incluyen criterios e indicadores para abordar los siguientes
temas forestales:
Los elementos clave del SGM según ISO 14001 son los siguientes:
Uno de los principios fundamentales de ISO 14001 es que la norma no fija en absoluto
requisitos de comportamiento medioambiental. Es la organización misma, en función de
los tres compromisos básicos antes mencionados, la que deberá plantear su política y sus
propios objetivos, así como sus aspiraciones respecto al comportamiento medioambiental.
Algunos detractores creen que ésta es una de las debilidades de ISO 14001. Para aquellos
que fomentan su uso, es su mejor baza: ISO 14001 proporciona una herramienta de
gestión para alcanzar aquellos objetivos medioambientales aplicables a los procesos,
productos y servicios de la organización, el marco legislativo aplicable y las opiniones de
las partes interesadas en una situación específica. Por tanto, en la práctica, ISO 14001 es
una norma de sistemas de gestión aplicable en todo el mundo que no precisa de ningún
tipo de adaptación a unas condiciones locales o regionales.
ISO 14001 especifica los requisitos para un sistema de gestión medioambiental que, si se
aplica y mantiene al día adecuadamente, garantiza la consecución de la política
medioambiental fijada, es decir, que una vez que los aspectos medioambientales de la
organización sean objeto de mejora continua, el comportamiento medioambiental, en la
práctica, acabará por coincidir de forma plena con la política medioambiental (véase la
figura 1).
ISO 14001 proporciona un sólido sistema de gestión para la consecución de los objetivos
medioambientales; no obstante, la norma no especifica ningún requisito relativo al
comportamiento medioambiental. Por otra parte, los principios, criterios e indicadores de
GFS contienen requisitos generales, si bien no proporcionan detalles de lo que todo esto
supondría en un bosque concreto y en un contexto específico, ni ofrecen información
acerca de cómo conseguirlos. Por tanto, aquellas organizaciones forestales que pretendan
garantizar a las partes interesadas que su gestión forestal seguirá avanzando de forma
continua hacia el objetivo final de la GFS, deberán aplicar una combinación de ambos
métodos.
Este planteamiento es denominado "concepto puente", que es la base de ISO/TR 14061:
es el puente que une el método del sistema de gestión de ISO 14001 ("especificar las
herramientas necesarias para establecer y conseguir una política medioambiental de la
organización sin especificar niveles absolutos de comportamiento") con las amplias
pautas de funcionamiento indicados para la GFS a partir de varios procesos
internacionales (la forma de fijar los objetivos específicos de la política que deberán
satisfacerse, sin especificar los objetivos y las metas que deberían marcarse en el ámbito
de un área forestal concreta ni cómo se deberían gestionar los aspectos medioambientales
de la organización para garantizar que se satisfagan estas metas y objetivos"). Por ello, el
"concepto puente" nos muestra un camino hacia "la gestión forestal sostenible y
duradera".
ISO/T R 14061 fue diseñada para ser utilizada junto con ISO 14001. Constituye un
vínculo entre el enfoque del sistema de gestión de ISO 14001 y el conjunto de políticas y
objetivos funcionales de la gestión forestal, abarcando los principios, criterios e
indicadores de GFS que una organización forestal puede tener en cuenta. En este informe
técnico no se plantea ningún tipo de requisito suplementario de ISO 14001 para el ámbito
forestal. Asimismo, el contenido de este informe no tiene ningún carácter normativo, pero
sí informativo. Tampoco se fija aquí ningún nivel de funcionamiento/comportamiento
para la gestión forestal. Por consiguiente, este informe no se presta en ningún caso como
base para los asertos relativos al comportamiento medioambiental ni para formar parte del
etiquetado de productos.
Dado que la norma ISO 14001 exige que la política medioambiental de la organización sea
apropiada a la naturaleza, magnitud e impactos medioambientales de sus actividades, pro-
ductos o servicios, los principios y criterios generales de GFS deben "traducirse" en
objetivos concretos de la política destinada al área forestal de la organización.
La casilla derecha muestra los principales elementos de ISO 14001, mientras que la
cosilla izquierda contiene algunos de los- elementos más relevantes del concepto de GFS.
Las flechas discontinuas indican los posibles vínculos entre estos elementos de la gestión
forestal sostenible y los requisitos y elementos de ISO 14001.
Según ISO 14001, debe tenerse en cuenta la opinión de las partes interesadas a la hora
de establecer los objetivos medioambientales. En muchas de las estructuras aplicables
a la GFS se destaca la importancia del llamado "proceso de participación pública"
para fijar los criterios locales, así como los indicadores y las normas de
funcionamiento de la GFS. En lo que a la GFS se refiere, las partes- interesadas
podrían ser, entre otras: los grupos defensores de intereses medioambientales, los
aborígenes, los consumidores de productos forestales, los orga nismos públicos y los
habitantes de zonas forestales. Las organizaciones forestales pueden satisfacer este
requisito de ISO 14001 por medio de un proceso público de consulta.
Según ISO 14001, las metas constituyen requisitos de actuación medibles. Como parte
de estos requisitos de seguimiento, la organización debe medir las características clave
de sus operaciones y actividades con el fin de conocer su situación en contraste con
sus metas y objetivos. Los indicadores de GFS y sus requisitos relacionados pueden
utilizarse como punto de partida del proceso de elaboración de metas específicas para
una organización del ámbito forestal. A continuación, los indicadores derivados de
estas metas podrán emplearse para el seguimiento en la práctica del funcionamiento,
como una parte más del SGM.
Las auditorías del sistema de gestión medioambiental se llevan a cabo para constatar la
correcta implantación y conservación del SGM. Esto puede suponer la revisión de los datos
del seguimiento realizado por la organización en contraste con sus metas y objetivos, y con
el fin de concretar si su SGM es capaz de alcanzar dichas metas y objetivos.
En la actualidad, al margen del contenido de este informe, la norma ISO 14001 ya supone
una herramienta muy útil para el acercamiento a la gestión forestal sostenible. De entre
los muchos ejemplos, estaría el caso de la organización sueca Korsnás Forest, que
certificó su gestión forestal en función de los requisitos de esta norma y de los
correspondientes a FSC. Con esta iniciativa, Korsnás se decantó por la aplicación de una
norma para la gestión medioambiental que disfruta de un alto grado de aceptación y, al
mismo tiempo, por el desarrollo de un conjunto de requisitos de actuación considerados
muy relevantes por parte de sus clientes y los consumidores de sus productos.
En muchas ocasiones se interpreta que los métodos ISO 14000 y FSC son excluyentes
entre sí o, incluso, totalmente opuestos. Esto no es oportuno ni constructivo, puesto que
los dos sistemas pueden complementarse. ISO 14001 proporciona una firme implantación
(y elaboración) de los criterios FSC relacionados con los procesos formales de la gestión
forestal. La ventaja aquí radica en la vinculación de la estructura ISO 14000 de la gestión
medioambiental (que disfruta de un amplio grado de aceptación en el mundo empresarial
y por parte de muchos gobiernos) con la correspondiente de FSC (que, al margen de los
compromisos básicos exigidos por ISO 14001, aporta la estructura para los requisitos de
actuación relacionados con la gestión forestal sostenible).
ISO/TR 14061 debe ser utilizado junto con ISO 14001 o ISO 14004. La decisión de
satisfacer una serie de criterios de actuación de origen externo (tales como los que se
mencionan en el apartado 2 del informe) queda en manos de las organizaciones forestales.
En tal caso, este informe técnico de ISO podría ser de ayuda para la implantación
conjunta de ISO 14001 y la gestión forestal sostenible.
En principio, se espera que el informe técnico de ISO sirva para fomentar una mayor
implantación de ISO 14001 en el sector forestal, contribuyendo as( a las buenas
prácticas de gestión forestal y a la conservación de uno de los recursos más valiosos
de nuestro planeta.
Tanto ISO como su comité técnico TC 207 son conscientes de las dificultades a las que se
enfrentan los países en desarrollo y, por consiguiente, harán todo lo posible por resolver aquéllas
que sean de su competencia, a través de su comité para los asuntos de los países en desarrollo
(DEVCO). El mandato de DEVCO, según sus estatutos, son los siguientes:
DEVCO y el comité técnico TC 207 trabajan de forma conjunta en el desarrollo de una serie de
instrumentos destinados a fomentar la comprensión de la serie ISO 14000 en los países en
desarrollo, así como su participación en el correspondiente proceso de elaboración de esta
normativa. Entre éstas se incluiría este manual, el punto de información de TC 207 en Internet
(previsto para junio de 1998) y varios seminarios y jornadas.
En lo que a TC 207 respecta, este comité no dispone ni de las competencias, ni de los recursos
oportunos para acometer iniciativas de gran envergadura, aunque sí que dispone de grandes
recursos en lo relativo a los conocimientos y la dedicación de sus integrantes. Esto factores
pueden aplicarse para solventar las dificultades a las que se enfrentan los países en desarrollo.
En este sentido, las convocatorias presentadas por este comité técnico y sus respectivos
subcomités pueden suponer una importante aportación al proporcionar un foro en el que los
países en desarrollo y los países industrializados puedan plantear sus inquietudes y trabajar de
forma conjunta para conseguir las mejores alternativas. No obstante, para que ello sea posible,
es preciso contar con la asistencia de los representantes de los países en desarrollo. Es por ello
por lo que el comité TC 207 anima a sus miembros más favorecidos a contribuir al apoyo de
esta participación.
La secretaría del comité técnico TC 207 anima a sus miembros a plantear sus comentarios
relacionados con las cuestiones que afectan a los países en desarrollo, a la vez que sus
propuestas para las actividades que se acometerán en el futuro en este campo. Para más
información acerca de esta iniciativas o de cualquier otra cuestión relacionada con ISO 14000
y los países en desarrollo, pueden contactar con:
Ahmad Husseini
Secretaría ISO/TC 207
Canadian Standards Association
178 Rexdale Boulevard
Etobicoke, ON M9W 1R3 Canadá
Te l. 416 747 2697
Fax: 416 747 2473
e-mail: husseina@csa.ca
Anwar El-Tawil
Director, Programa para los países en desarrollo
Secretaría Central de ISO
l, rue de Varembé
Case postale 56
CH-1211 Ginebra 20
Suiza
Tel. + 4122 749 01 11
Fax: + 4122 733 34 30
e-mail: eltawil@iso.ch
ANEXO A - Abreviaturas