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Zenobi, Diego (2010) "Documentos, certificados y sospechas.

Familiares y sobrevivientes de la

'masacre de Cromañón' ante las agencias estatales". En Visacovsky, Sergio E. (comp.), Estados

críticos: la experiencia social de la calamidad. La Plata, Ediciones Al Margen. Pps. 127-150

"Documentos, certificados y sospechas. Familiares y sobrevivientes de la 'masacre


de Cromañón' ante las agencias estatales” 
Diego Zenobi

En las semanas posteriores al incendio ocurrido el 30 de diciembre de 2004 en el


microestadio "República Cromañón"1 los familiares de los fallecidos y los
sobrevivientes del incendio comenzaron a recorrer circuitos burocráticos diversos con el
objetivo de demandar asistencia al Estado y de constituirse como querellantes penales y
demandantes civiles ante la Justicia. De esta manera trabaron relación con un conjunto
de agencias estatales como secretarías, ministerios, hospitales, juzgados, etc. La
acreditación de su condición de víctimas2 frente a tales dependencias aparecía como un
requisito necesario para quienes quisieran ejercer los derechos legales previstos para ese
tipo de circunstancias. Así, a través del vínculo establecido con esas agencias y con sus
operadores, estos familiares y sobrevivientes comenzaban a entablar relaciones con el
Estado en tanto conjunto de instituciones, cuadros administrativos y dependencias
diversas (Melossi, 1982; Hall, 1985).3 A lo largo de ese proceso unos y otros recorrieron
caminos diferentes: mientras que los familiares de los fallecidos debieron dar cuenta de
su vínculo con alguna o algunas de las víctimas fatales, los segundos en cambio


El presente trabajo es una reelaboración de la ponencia titulada "De reales e inventados. Las agencias
estatales y el proceso de acreditación de las 'víctimas' de 'Cromañón'" presentada en el IX Congreso
Argentino de Antropología Social (UNaM), Provincia de Misiones, agosto de 2008.

Licenciado en Cs. Antropológicas. Becario CONICET (UBA-FFYL/CAS-IDES). E-mail:
diegozenobi@yahoo.com
1
La noche en que se desató el incendio se desarrollaba allí un recital de música rock en el que tocaba el
grupo Callejeros y al que asistían unas cuatro mil personas cuya edad promedio eran los veinte años. A
causa del incendio fallecieron 194 jóvenes.
2
Señalo en bastardillas las expresiones de los actores.
3
Con el objetivo de evitar un tratamiento reificado del Estado algunos autores se han ocupado de señalar
que esa composición fragmentada y heterogénea suele ser oscurecida por el "efecto" (Mitchell, 1999) que
hace aparecer al Estado como una estructura omnipresente y abarcativa que cuenta con un "cuerpo"
propio (Peirano, 2002).

1
debieron demostrar su conexión con el incendio, es decir el "haber estado allí" y las
consecuencias sufridas a causa de ello.
Con el objetivo de acreditar aquella condición, esas instituciones exigían la puesta
en circulación de una variedad de documentos tales como libretas matrimoniales,
certificados de defunción, Documento Nacional de Identidad, constancias de atención
médica, partidas de nacimiento, declaraciones testimoniales, etc. Esos documentos
desempeñaban un papel central en tanto productos oficiales que hacían posible refrendar
la condición real de las víctimas. Teniendo en cuenta que a través de la acción de sus
agentes y producciones autorizadas el Estado contribuye a la producción y a la
representación de la realidad social (Bourdieu 1997), como consecuencia de la
circulación de aquellos documentos familiares y sobrevivientes devinieron identidades
reconocidas por el mismo Estado que las instituía. Pero si bien estas identidades han
sido públicamente sancionadas a través de heterogéneas relaciones establecidas con las
agencias que he señalado, ello no significa que esas disposiciones resulten "permanentes
y durables" y mucho menos que logren imponerse "universalmente al conjunto de los
agentes" (Bourdieu 1997 a:13). Las sospechas sobre la existencia de falsos
sobrevivientes lanzadas por un conjunto de actores diversos –abogados, familiares y
funcionarios judiciales- llaman la atención sobre las posibilidades del Estado para
imponer sus creaciones de un modo siempre eficaz. Las dudas sobre la real condición de
algunos sobrevivientes revela que su capacidad para certificar la condición de víctima
puede resultar dudosa para ciertos actores.
Sugiero en este artículo que con el objetivo de comprender los orígenes de
aquellas sospechas es necesario dar cuenta del papel que cumplen en el proceso de
acreditación los documentos y certificados producidos por las agencias oficiales
prestando especial atención a la valoración que de los mismos realizan quienes las
plantean. Según entiendo, las sospechas sobre los falsos sobrevivientes son posibles en
la medida en que quienes las imputan como acusaciones valoran diferencialmente
aquellas ficciones legales, productos estatales, que acreditan a familiares y a
sobrevivientes como víctimas. Esa valoración diferencial es producto de su percepción
en torno de las condiciones de producción de las mismas y del tipo de vínculo con la
masacre que certifican: mientras que los primeros se presentan como un producto de
relaciones biológicas independientes del Estado que los vinculan con sus hijos
fallecidos, los segundos son considerados por éstos como una creación estatal. Ello se
debe a que mientras que los padres y madres de Cromañón autorizan su status de

2
víctimas mediante la certificación de una relación "a priori" concebida como natural y
previa al incendio, los sobrevivientes en cambio producen su vínculo con el evento en el
mismo proceso de acreditación, es decir mediante un procedimiento "ex posfacto".
Sobre el final del trabajo pondré en tensión esta perspectiva con mi propia
consideración de las relaciones filiales como relaciones estatales.
Con el objetivo de dar cuenta de parte del circuito burocrático al que me refiero
realizaré una breve reconstrucción de los primeros pasos seguidos por los familiares y
por los sobrevivientes luego del siniestro. Asimismo analizaré algunos documentos tales
como las resoluciones de la causa penal relativa al incendio. También será incorporada
al análisis la letra del "Programa de Atención a las víctimas del 30 de diciembre de
2004" y las resoluciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) referidas
al mismo. Pero estas leyes, resoluciones y documentos no son letra muerta sino que
encarnan en las preocupaciones, deseos y expectativas de personas concretas. Por ese
motivo propongo abordar el análisis del proceso de acreditación mencionado
considerándolo desde la perspectiva de los miembros de un grupo de familiares de las
víctimas fatales en el que realicé mi trabajo de campo.4

EL ESTADO COMO GARANTE DE LAS MUERTES Y DE LOS VÍNCULOS FILIALES

El reconocimiento de los cuerpos y la Justicia


La noche misma del incendio se confirmó la muerte de 175 jóvenes.5 Debido a la
existencia de fallecimientos en una situación pública el juzgado de turno actuó de oficio
a través de la participación del fiscal correspondiente corroborando las muertes. A partir
de ese momento las víctimas fatales ingresaron a un circuito burocrático y jurídico a lo
largo de cuyo recorrido se delimitaría su individualización. El primer paso en esa
dirección era el reconocimiento de los cuerpos por parte de sus familiares,
reconocimiento que formaba parte de la rutina burocrática-legal establecida para esos
casos.6
Dada la gran cantidad de fallecidos, con el objetivo de centralizar y agilizar la
circulación de información el Centro de Gestión y Participación nº 2 Sur dependiente
del GCBA se constituyó en el lugar al que se convocaba a los padres, madres y

4
Como resultado de la progresiva organización de los familiares a días del incendio con el objetivo de
articular su reclamo de justicia se conformó casi una decena de grupos. Con el paso del tiempo algunos se
fusionaron, otros se fisionaron y otros desaparecieron. Actualmente hay cuatro grupos de familiares y uno
de sobrevivientes.
5
31/12/04, http://www.clarin.com/diario/2004/12/31/um/m-896567.htm
6
Código Procesal Penal, Art. nº 220.

3
familiares en general que demandaban noticias sobre el estado de salud de los chicos.
En caso de que se informara una situación de fallecimiento, el reconocimiento se
realizaba directamente en la Morgue Judicial o bien en la morgue del cementerio de la
Chacarita de la Capital Federal a la que los cuerpos habían sido trasladados luego de la
certificación del deceso. Una vez en el cementerio con el objetivo de identificar a los
fallecidos, sus familiares debían observar fotos numeradas de los cadáveres en varias
computadoras instaladas para ese fin en la Dirección General del cementerio. Ante la
presunción de haber reconocido al pariente, eran trasladados hasta la morgue ubicada a
unas cinco cuadras de allí. En el caso de que en esta segunda observación personal se
confirmara la identificación, debían trasladarse hasta la comisaría 29ª, correspondiente a
la jurisdicción donde ocurrió el incendio, para radicar una denuncia por la muerte. Una
vez efectuada la denuncia el cadáver era transportado a la Morgue Judicial para que se
le realizara la "autopsia necesaria" tal como está previsto para los casos que la justicia
penal define como "muerte violenta".7
Pablo es un abogado "cabeza de querella" y representa a varios familiares en la
causa.8 También es padre de una de las víctimas fatales. Su participación en el grupo se
remonta al origen del mismo los primeros días después del incendio. Recuerda
amargamente el maltrato y la desidia con la que fueron tratados los familiares de las
víctimas en aquel momento por parte de agentes y funcionarios oficiales. El largo
recorrido que seguían los cuerpos así como la gran cantidad de cadáveres que debían ser
procesados médica y burocráticamente produjeron enormes retrasos en la entrega de los
mismos para que los deudos pudieran darles entierro.9 Las treinta y seis horas que
demoraron en entregarle a su hijo fallecido dan cuenta de ello.
Para poder retirar los cuerpos debían cumplirse una serie de pasos administrativos
que para él implicaron llenar una innumerable cantidad de formularios, en los que
debimos reiterar una y otra vez los mismos datos.10 Una de las finalidades de esos pasos
administrativos era que aquellos padres que pretendieran retirar el cadáver certificaran
el vínculo parental con el fallecido. Para ello debían presentar primero su Documento
Nacional de Identidad con el objetivo de dar cuenta de su propia identidad. Luego de

7
Código Procesal Penal, Art. nº 264.
8
En una de sus resoluciones la primera jueza de instrucción de la causa resolvió que teniendo en cuenta
"la multiplicidad de querellantes y la unidad de intereses (…) porque fue un mismo hecho el que provocó
las lesiones", la gran cantidad de abogados representantes debían unificarse en "cabezas de querella". Por
cuestiones de confidencialidad no citaré los números de las resoluciones de la causa penal.
9
31/12/2004, http://www.clarin.com/diario/2004/12/31/um/m-896614.htm
10
http://www.quenoserepita.com.ar/?q=jose_iglesias_0

4
esto, con el objetivo de certificar el vínculo con el difunto, debían presentar la Libreta
matrimonial en la que constan los nacimientos producto de las uniones legales; también
podían presentar la Partida de nacimiento del difunto en donde consta la identidad de
los padres que podía ser contrastada con el DNI presentado.
Hasta aquí las víctimas fatales habían sido individualizadas y se había certificado
el vínculo filial con quienes retiraron los cuerpos. Unas semanas después estas muertes
fueron transformadas en casos jurídicos singulares cuando esos familiares se
presentaron como demandantes civiles contra el GCBA con la finalidad de obtener
indemnizaciones por las muertes.11 Laura, al igual que Pablo, es abogada del grupo de
familiares. Ella considera que la figura jurídica que mejor expresa el daño sufrido por la
pérdida es la de "agravio moral". Al explicar los fundamentos del pedido de
indemnizaciones ante el GCBA señala que ese concepto pretende dar cuenta del dolor
que sufren quienes perdieron a sus hijos y de las posibilidades laborales que ese chico
perdió por haber fallecido. Pero en su relación con la Justicia, además de plantear estas
acciones civiles, estos padres y madres se presentaron como querellantes penales contra
diversos empresarios, músicos y funcionarios estatales. A diferencia de aquellas
acciones de carácter restitutivo el objetivo de las querellas penales era lograr una
condena para quienes consideran como responsables del incendio.12
En lo que respecta a la constitución de los representantes legales de los fallecidos,
de acuerdo con lo especificado por el Código Civil si de un determinado hecho "hubiere
resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederos forzosos".13
De un modo similar, en el caso del derecho penal el código vigente establece que
cuando se trata de hechos que tuvieron como resultado la muerte del "ofendido" podrán
ejercer el rol de querellantes "el cónyuge supérstite, sus padres, sus hijos o su último
representante legal".14 Si tenemos en cuenta que para el caso que aquí me ocupa la gran
mayoría de las víctimas fueron jóvenes solteros y solteras de una edad promedio de 20
años, se comprende que hayan sido sus padres quienes se constituyeron tanto en
querellantes como en demandantes civiles.

11
En la letra de la ley se trata de "restituir el mal hecho a una persona o a sus derechos o facultades"
mediante una "apreciación pecuniaria". Código Civil, Art. nº 1068.
12
Para una lista de los querellados y un mapa de la causa ver,
http://www.quenoserepita.com.ar/introduccion_judiciales
13
Código Civil, Art. nº 1078. Este código considera como herederos forzosos a "aquellos a quienes la ley
reserva en los bienes del difunto una porción de que no puede privarlos, sin justa causa de
desheredación". Art. nº 3.714.
14
Código Procesal Penal, Art. nº 82.

5
En lo que respecta a la causa penal, para que ello fuera posible los padres debían
acreditar su vínculo siguiendo los requisitos exigidos por el Juzgado de Instrucción nº1.
Según consta en una de las resoluciones de la causa, para ello era necesario que
aportaran en el juzgado copias simples o certificadas de la partida de nacimiento de sus
hijos:
"si bien es cierto que a fs. 11.530 se encuentra glosado el poder especial para
querellar conferido a dichos letrados por Eduardo Marconi, padre del fallecido Carlos
Marconi, también lo es que en su legajo (nro. 29) no obra la correspondiente partida
de nacimiento que acredite el vínculo que se invocó entre los nombrados. Por tal
motivo, una vez aportada la misma -en copia autenticada-, se proveerá". 15

Tal como señalaba el juzgado a través de sus resoluciones, no alcanzaba entonces


con nombrar un representante legal sino que también era obligatorio dar cuenta del
vínculo con el fallecido. Hasta tanto no se presentaran esas documentaciones no se
hacía lugar al pedido de estos padres para constituirse en querellantes.

"El Programa": atención médica y mental y subsidios


Teniendo en cuenta que "ante situaciones extremas y excepcionales de crisis como la
acontecida en nuestra Ciudad, corresponde que el Estado se ocupe de paliar con ayuda
directa, las consecuencias inmediatas derivadas de la tragedia"16 desde el GCBA se creó
el "Programa de Atención integral a las víctimas del 30 de diciembre de 2004",
coordinado por la entonces Subsecretaría de Derechos Humanos.17 De esta manera
además de vincularse con el Estado a través de la agencia judicial, los familiares
quedaron bajo la órbita de esta política pública que pretendía "paliar" la situación de
quienes fueran "víctimas de la tragedia de Cromañón" tal como se explicitaba en el
decreto de su creación. Tal categoría incluía a los familiares de las víctimas fatales y a
los sobrevivientes del incendio. Entre los objetivos del Programa estaban los de otorgar
asesoramiento en materia de trámites y gestiones, brindar atención médica y mental así
como otorgar una ayuda económica para cubrir los gastos derivados de los decesos.

15
Por razones de confidencialidad los nombres de las personas a las que las resoluciones hacen referencia
han sido modificados.
16
Considerandos del decreto de su creación, Nº 67/05 del Poder Ejecutivo del GCBA.
17
En ese entonces la Subsecretaría dependía de la Secretaría de Gabinete. Luego de la destitución de
Aníbal Ibarra, producto del juicio político realizado por la Legislatura porteña como consecuencia del
incendio, durante la gestión de su sucesor Jorge Telerman se introdujeron modificaciones en el
organigrama del GCBA. Al ser aprobada la Ley de Ministerios el 23 de marzo de 2006 la Subsecretaría
de Derechos Humanos quedó junto a la Secretaría de Desarrollo Social bajo la órbita del Ministerio de
Derechos Humanos y Sociales. El organigrama fue modificado una vez más en 2007 cuando Mauricio
Macri si hizo cargo del gobierno de la ciudad y entonces el Ministerio volvió a tener su antiguo rango de
Subsecretaría nuevamente. En la actualidad ésta depende de la vicejefatura del Gobierno de la Ciudad.

6
Con el objetivo de asistir a las víctimas y brindar información sobre la atención
médica se puso en marcha la línea telefónica 0800-999-AYUDA, dependiente de la
Dirección de Asistencia a la Víctima de la Subsecretaría mencionada. Las consultas
recibidas eran atendidas por operadores de la Dirección de Salud Mental de la entonces
Secretaría de Salud18 que estaban capacitados para ofrecer contención y orientación a
quienes lo necesitaran. Esta Dirección también contaba con el servicio Salud Mental
Responde que atendía tanto a través de la línea telefónica número 4863-8888 como del
Servicio de Estrés Traumático del Hospital Alvear de la ciudad de Buenos Aires.
Las acciones relativas a la atención médica y mental se estructuraron en base a la
intervención de los prestadores de salud dependientes del GCBA. Por ese motivo a
través del programa se organizó la intervención de diversas agencias como la Dirección
Gral. de Hospitales, la Dirección Gral. Adjunta de la Atención Primaria de la Salud y
los Centros de Salud Comunitaria (Ce.Sa.C.) dependientes de aquella Secretaría de
Salud. Con el objetivo de coordinar la asistencia de quienes vivían en la provincia de
Buenos Aires, la Subsecretaría encargada de llevar adelante el programa trabajó
conjuntamente con el Servicio de Asistencia a las Víctimas de la Secretaría de Derechos
Humanos del gobierno provincial.
A través de las acciones de atención ejecutadas desde esas agencias el Programa
pretendía garantizar a familiares y sobrevivientes cuestiones tales como el "traslado,
tratamiento, provisión de medicamentos y realización de prácticas médicas".19 Con el
objetivo de monitorear el estado de salud de cada uno de los pacientes y la correcta
aplicación de esta política pública quienes se atendieran en los hospitales debían
presentar periódicamente ante sus autoridades las constancias médicas que acreditaban
que estaban cumpliendo con el tratamiento. En cada caso también debía verificarse "la
asignación del recurso solicitado a través de llamados telefónicos".20 La población
beneficiaria de esta atención podría asistir a los centros mencionados hasta que al
paciente se le otorgara el alta médica y social definitiva.21
Además de brindar atención médica el programa pretendía otorgar ayuda
económica a quienes eran considerados como víctimas. En primer término se propuso
cubrir los gastos y erogaciones sufridos por los deudos a causa de los sepelios y los

18
Tal secretaría cuenta actualmente con el rango de Ministerio. Ver nota 17.
19
Ley n° 1.638 sancionada el 07/01/2005, GCBA.
20
"República Cromagnón A dos años de la tragedia: una evaluación de las políticas públicas del Gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires". Elaborado por Andrea Andujar para María Eugenia Estensoro,
Legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Diciembre de 2006. Pp16.
21
Ley n° 1.638 sancionada el 07/01/2005, GCBA.

7
traslados de los fallecidos. Esto se realizó a través de diversos "Fondos de Asistencia";
los primeros días de 2005 el Poder Ejecutivo dictó el decreto que creaba el primero de
ellos y que dependía de la entonces Secretaría de Acción Social.22 El segundo fue
creado por un decreto de junio 2005 y quedaba bajo la órbita de la Secretaría de
Infraestructura y Planeamiento.
La otra herramienta mediante la cual se brindaba ayuda económica a familiares de
las víctimas fatales y sobrevivientes del incendio era el "Subsidio Único para las
Víctimas del 30 de diciembre de 2004"23, administrado por la Subsecretaría de Derechos
Humanos. Tal subsidio fue creado teniendo en cuenta que
"resulta oportuno (…) brindar ayuda material directa, de carácter excepcional, a
las víctimas que en la actualidad se encuentran en situación de vulnerabilidad,
entendida ésta como el desequilibrio e indefensión que experimentan los individuos en
sus condiciones de vida como consecuencia del impacto provocado por algún evento
traumático y que les impide continuar o retomar sus tareas habituales".24

El subsidio constaba de un pago mensual de $600 para los sobrevivientes y de


$1200 para los familiares que en principio se pagarían por el período de siete meses.25
De todos modos, hasta el día de la fecha, el subsidio continúa siendo renovado mes a
mes.
Para que los familiares accedieran a cobrarlo el primer paso necesario era que la
Subsecretaría de Derechos Humanos certificara que la muerte se había producido. Esto
era corroborado desde esa subsecretaría consultando los registros producidos por otras
agencias estatales:
"el fallecimiento se tendrá por acreditado con los datos obrantes en la causa
penal 'Chaban, Emir Omar y otros s/homicidio', (…) y con la documentación existente
en los registros de la Secretaría de Desarrollo Social y de esta Subsecretaría".26

De este modo los documentos producidos en instancias como la Justicia o la entonces


Secretaría de Desarrollo Social venían a ser tomados como índices que acreditaban la
situación de fallecimiento.

22
Decreto Nro. 4 del 3 de enero de 2005, GCBA.
23
Este subsidio fue creado por el decreto 692/05, del 27 de mayo de 2005, algunos meses después de la
creación del programa. En un principio el subsidio se pagaba a través del "Plan Nuestras familias" y
dependía de la entonces Secretaría de Desarrollo Social.
24
Considerandos del decreto de su creación Nº 692/05 del 27 de mayo de 2005. Poder Ejecutivo del
GCBA.
25
Si bien aquella distinción en las cifras a cobrar por unos y por otros no encontraba explicación en la
letra del Programa, puede inferirse que ella se debe a algún tipo de evaluación de parte de quienes lo
crearon sobre la diferente gravedad que revestiría la situación de los diferentes tipos de víctimas.
26
Resolución n° 54 (Subsecretaría de Derechos Humanos), 13 de junio de 2005. Allí se establece el
procedimiento para solicitar el subsidio previsto en el Decreto N° 692/05 que lo creaba.

8
Una vez corroborados los decesos y como un segundo paso necesario, aquellos
familiares que quisieran acceder al Subsidio Único debían acreditar su vínculo con la
víctima fatal. Esto se realizaba a través de la presentación de varios documentos. En
primer término quien demandaba cobrar el subsidio debía acreditar su identidad
mediante una copia de las dos primeras hojas del Documento nacional de identidad,
Libreta cívica o Libreta de enrolamiento. Luego debía certificarse el vínculo con el
fallecido a través de la presentación de una copia de la Partida de nacimiento de éste o
de la Libreta de matrimonio de sus padres, documentos a través de los que podía
corroborarse la relación filiatoria invocada. En caso de no contar con alguno de estos
documentos el solicitante podía optar por entregar una copia de la partida de defunción,
partida en la que constaban la identidad de quienes aspiraban a cobrar el subsidio así
como el tipo de vínculo que mantenían con el fallecido.27
Si, tal como hemos visto, los familiares se habían constituido como demandantes
civiles ante el GCBA y como "querellantes" ante el Juzgado de Instrucción nº 1 a causa
de las muertes, ahora venían a formar parte de las víctimas reconocidas por el Programa.
Así se definía y creaba la población que estaba en "situación de vulnerabilidad" y que
sería objeto de su intervención. Al igual que en los casos anteriores la documentación
requerida para tramitar el subsidio venía a establecer una relación entre un familiar y un
fallecido certificada por la documentación burocráticamente producida y exigida. A
través de un proceso que incluía diversas instancias de registro y acreditación frente a
distintas agencias oficiales, las muertes fueron corroboradas y los vínculos filiales con
las víctimas fatales estatalmente garantizados.

LA ACREDITACIÓN DE LOS SOBREVIVIENTES

Los sobrevivientes del incendio y el "Programa"


Según consideraba en un informe quien fuera director del área de Salud Mental del
Ministerio de Salud porteño, Dr. César Berensky, con respecto a la atención de la salud
mental se dispuso la creación de equipos constituidos por psiquiatras y psicólogos que
trabajaban en un horario ampliado en los servicios de psicopatología de varios
hospitales.28 Hacia fines de Febrero de 2005 estas medidas fueron publicitadas por una
fuerte campaña del GCBA en conjunto con el Ministerio de Salud de la Provincia de

27
Ibidem
28
Informe Atención en Salud Mental de la Tragedia de Cromañón, 30 de Diciembre de 2004. Elaborado
por Dr. Berensky. Octubre de 2006. http://www.estenssorome.com.ar/blog/2006/12/28/sobrevivientes-y-
familiares-de-cromagnon-un-drama-que-continua/

9
Buenos Aires y el Ministerio de Salud de la Nación. De esta manera comenzaron a
difundirse los servicios de atención disponibles y especialmente los sobrevivientes del
incendio iniciaron la demanda de atención médica y psicológica. Con el objetivo de
acceder a aquel tipo de atención quienes lo consideraran necesario debían pedir turno en
los centros de salud previstos aclarando su condición de sobrevivientes del incendio.
Así, a lo largo de los meses sucesivos diversas personas iban incorporándose mediante
consultas a la red implementada a través del Programa. De esta manera a quienes habían
recibido atención hospitalaria la noche del incendio y los días posteriores al mismo,
venían a sumarse quienes comenzaban a recibirla varios meses después de la masacre.
Si a semanas del incendio la cifra de jóvenes fallecidos se había detenido en 194, a
medida que pasaban los días la cantidad de sobrevivientes que requerían atención
médica y mental aumentaba. El número preciso de víctimas fatales contrastaba con el
número de sobrevivientes que progresivamente aparecía como algo abierto e
indeterminado.
En lo que respecta al Subsidio Único, entre los fundamentos de su creación se
señalaba que la asignación de la ayuda económica debía destinarse tanto a quienes
habían perdido un familiar "directo" como a quienes

"hayan padecido o padezcan de afecciones en su salud que por su naturaleza y


origen podrían guardar relación directa con los hechos ocurridos el 30 de
diciembre de 2004"29 (destacado mío)

Para otorgar el subsidio a personas cuya "situación de vulnerabilidad" derivara de


padecimientos producidos por haber esta presentes en el incendio, la Subsecretaría de
Derechos Humanos cotejaba las identidades de quienes lo demandaban con los datos
disponibles en sus registros y en los de la Secretaría de Desarrollo Social. En el
supuesto de que la "situación de vulnerabilidad" a la que refería el subsidio no surgiera
de esos registros o que la persona no se encontrara en ellos podía apelarse a diferentes
mecanismos para demostrarla. Uno de ellos era la presentación ante la Subsecretaría de
la entrada al recital. Quienes seguían este camino eran asumidos por esa agencia oficial
como sobrevivientes del incendio y por lo tanto como potenciales benefactores del
programa. Por su parte, quienes no contaran con la entrada podían presentar una
constancia de atención médica generada en algún hospital el mismo día o los días
posteriores al incendio. Como tercera opción, también estaba abierta la posibilidad de

29
Decreto 692/05, GCBA.

10
presentar una constancia de atención médica o psicológica otorgada meses después en el
marco de las acciones recién descriptas que formaban parte del Programa. En este caso
los requisitos para acceder al Subsidio Único eran los siguientes:
"a) Acompañar constancia médica de que el interesado se encuentra en
tratamiento y su diagnóstico. b) Acompañar constancia de que se encuentra en
tratamiento psiquiátrico o psicológico y está imposibilitado de retornar y/o
continuar con sus tareas habituales".30

Así, las constancias de atención médica y mental fueron consideradas por el


Estado como una acreditación válida para refrendar la condición de sobreviviente del
incendio desde un primer momento, habilitando de ese modo a participar en los diversos
circuitos burocráticos a quienes se presentaban como tales.
Como puede notarse las condiciones necesarias para que los sobrevivientes del
incendio pudieran acceder al subsidio contrastaban con aquellas requeridas a los padres
de los jóvenes fallecidos. En este último caso resultaba necesario dar cuenta del vínculo
con la víctima fatal, vínculo que era en la enorme mayoría de los casos un vínculo
filiatorio. No hacía falta la presentación de constancia de atención médica alguna que
acreditara la "situación de vulnerabilidad". Desde los fundamentos del Subsidio se
consideraba esto como un hecho dado:
"debe considerarse que aquellos que sufrieron la pérdida de un familiar directo se
encuentran atravesando un período de duelo cuyas consecuencias pueden derivar
en momentos de extrañamiento, estados de depresión y pérdida del sentido de la
vida que requieren de instancias apropiadas de contención y elaboración"

En cambio, en el caso de los sobrevivientes era el relato sobre el haber "estado


ahí" lo que permitía acceder a la atención. Una vez en tratamiento, los certificados
expedidos por los expertos oficiales que acreditaban los males sufridos como
consecuencia del incendio, se constituían en el trampolín al subsidio.

La acreditación ante el Juzgado de Instrucción nº1


Así como la hospitalización y las constancias de atención médica fueron un criterio
determinante para demostrar la condición de sobreviviente ante la Subsecretaría de
Derechos Humanos, también lo fueron para la Justicia federal. En este caso haber sido
atendido en un hospital el día del propio incendio y contar con una constancia de ello
era el primer paso para que quienes invocaban tal condición se constituyeran como

30
Resolución nº 54 de la Subsecretaría de Derechos humanos, GCBA.

11
querellantes ante el Juzgado de Instrucción nº 1.31 Frente al pedido de un grupo de
sobrevivientes de ser aceptados como tales en la causa penal, a través de una de sus
resoluciones esa agencia judicial señalaba que
"de las constancias de la causa surge que los mismos fueron atendidos en
distintos nosocomios el día del hecho, lo que alcanza por el momento para tener
por acreditado que concurrieron a 'República Cromañon' y que a causa de ello
sufrieron lesiones" (destacado mío).

Si la posibilidad de ser reconocidos por esta agencia oficial descansaba en la


posesión de la constancia de atención medica, no contar con la documentación
burocráticamente producida implicaba el desconocimiento del status de víctima. Frente
a las presentaciones hechas por otro grupo de sobrevivientes del incendio que
pretendían participar como querellantes sin poder dar cuenta de este tipo de atención,
desde el juzgado se señalaba que
"tratándose de personas que habrían sufrido lesiones en el hecho investigado,
como (…) no han acreditado de alguna manera que estuvieron en el lugar, o que
fueron atendidos en un nosocomio, a fin de mostrar el carácter que invocan, se
deberán presentar para que se les reciba declaración testimonial ante la División
Delitos contra la Salud de la PFA" (destacado mío).

Quien no poseyera las credenciales oficiales exigidas no sería admitido como


víctima y no podría acceder a las prerrogativas que el Estado había especificado para
ellas. Según señala la resolución citada, en estos casos el Juzgado de Instrucción exigía
que esas personas se acercaran a brindar declaración testimonial ante la División Delitos
contra la Salud, dependiente de otra agencia estatal: la Policía Federal Argentina. En
particular, fue en la unidad de “Reconocimientos médicos”, dependiente de aquella
División, en donde estos sobrevivientes debieron declarar. Allí un funcionario policial
aplicaba un formulario en donde se consultaba sobre los males físicos y psíquicos
sufridos a raíz del incendio sin realizarse necesariamente algún tipo de revisación
médica por algún experto oficial con el objetivo de contrastar lo declarado.
Luego de esa declaración el Juzgado esperaba que la agencia policial circulara el
listado correspondiente de declarantes:
“Al pedido de Alberto Torres y Claudia Maidana (fa. 8365/8366) de ser tenidos
como parte querellante, estése a la espera del listado solicitado a la división
Delitos Contra la Salud, ordenado a fs. 8248”

31
En la instancia de instrucción de la causa penal se le ha tomado declaración testimonial a unos 1800
sobrevivientes. De ese total, unos 700 se han constituido en querellantes.

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Una vez que el Juzgado se anoticiaba de que esas declaraciones habían sido
realizadas, aceptaba como querellantes a quienes así lo demandaban y confeccionaba un
legajo igual que aquel que se le generaba a quienes accedían a ser querellantes mediante
la acreditación con constancia de atención médica. Esto es lo que explica Laura:
“Se los tuvo como querellantes sin siquiera verificar, si del texto de su
declaración ante policía surgía que realmente hubieran estado en el lugar. Así,
por ejemplo, nosotros revisando los legajos de sobrevivientes armados por el
juzgado encontramos gente que no estuvo en el incendio y que al declarar ante la
PFA dijo que habían llegado al lugar diez o quince minutos más tarde y que
habían ayudado a sacar gente. A pesar de esto se lo considera formalmente
víctima del incendio, ya que nadie revistó el contenido de las declaraciones”.

A través de este proceso, las constancias de atención médica y las declaraciones,


se constituyeron para la Subsecretaría y para la Justicia en el vínculo mismo entre esas
personas y el evento, concretizando esa relación. Al contar con esos certificados
obtenidos a través del relato, quienes habían sobrevivido al incendio dieron el primer
paso en el proceso de producción de su verdad. En ese sentido resulta central
comprender que para el Estado las marcas ya no estaban en los cuerpos sino en estos
documentos oficiales con valor legal propio.
A lo largo del proceso de acreditación puede notarse que estas agencias
identificaban a "un individuo como único y particular (…) a los fines de conceder
derechos y exigir deberes" (Peirano 2002:37) y que lo hacían a través de la circulación
de diversas producciones oficiales. Si bien el resultado final fue la producción de
víctimas debe notarse que lo que acreditaron unos y otros tipos de víctimas fue distinto.
En el caso de los familiares el dolor y los perjuicios sufridos eran asumidos "a priori"
por las agencias estatales y sólo debían dar cuenta del vínculo con el fallecido. En
cambio, para constituirse en víctimas reconocidas por el Estado, los sobrevivientes
debían demostrar que "estuvieron allí" frente a la Justicia y la Policía Federal. Pero
además también debieron dar cuenta ante el Programa de las alteraciones y los
impedimentos que la masacre trajo a sus vidas mediante las constancias médicas con el
objetivo de acceder al Subsidio Único. Mientras que los familiares ratificaban un
vínculo, los sobrevivientes debían "demostrar" su conexión con el evento y las
consecuencias sufridas a causa de ello. De todos modos, si bien el Estado municipal y la
justicia federal han asumido como válidas las formas de acreditación hasta aquí
descriptas, desde la perspectiva de varios actores ellas no logran demostrar un vínculo
certero entre la condición de sobreviviente y la experiencia vivida por quien la invoca.

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LAS PERSPECTIVAS NATIVAS SOBRE EL PROCESO DE ACREDITACIÓN

Las sospechas sobre los falsos sobrevivientes


En términos generales la relación normal entre los familiares y los sobrevivientes suele
ser de confraternidad ya que unos y otros se consideran y se reconocen como víctimas.
Entre los miembros del grupo de familiares están Vilma, que es madre y sobreviviente,
Adru, madre de una víctima y de dos hijos que sobrevivieron a la masacre, y Andrés y
Mauro, padres de jóvenes que también "estuvieron allí". No obstante ello, puede ocurrir
que algunos familiares coloquen un manto de sospechas sobre la real condición de
sobreviviente de ciertas personas. Que ello ocurra o no depende del contexto y de las
personas implicadas.32 A los fines de este trabajo alcanza con asumir que entre algunos
familiares hay dudas persistentes de que en la familia Cromañón, o a su alrededor, hay
falsos sobrevivientes, es decir personas que nunca estuvieron presentes en el incendio y
que no sólo aseguran haber estado allí sino que cuentan en la justicia con un legajo de
sobreviviente, con constancia de atención médica y cobran el Subsidio Único.
Pablo y Laura en tanto abogados, explican a partir de los inconvenientes de
registro algunas de las causas que permiten la existencia de estos personajes truchos ya
que creen que la construcción de los registros fue deficiente y caótica. Desconfían de la
veracidad de la lista realizada por el GCBA dado que la misma fue confeccionada a
partir de los nombres de quienes dicen ser víctimas y que lograron constituirse como
tales, por lo que cobran el Subsidio Único contemplado en el Programa. Ellos creen que
esa lista está sesgada y que la distorsión de los datos se debe a que no todos los que
cobran subsidios son sobrevivientes reales, entendiendo por ello a las personas que
efectivamente estuvieron en el incendio.
La certeza del registro elaborado en base al pago del subsidio ha sido cuestionada
también por uno de los funcionarios judiciales a cargo de la causa. Se trata de Aguirre,
fiscal de la misma. La evaluación de este experto oficial en relación a los registros
sugiere que el producido desde la Subsecretaría de Derechos Humanos (con datos
aportados desde la Secretaría de Desarrollo Social) incluye a personas que se quemaron
o lastimaron en eventos ajenos al incendio. Según él nada impedía a estas personas
concurrir a algún hospital en los días posteriores al incendio y desplegar un relato sobre

32
Cuando las sospechas sobre algún sobreviviente trucho o falso son dirigidas a ciertas personas en
particular y devienen acusaciones públicas, en tanto tales deben ser puestas en contexto. Para ello hay que
reconstruir el sentido de ciertas disputas, cuestión que excede los objetivos de este trabajo.

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su presencia en el incendio. Simulando haber estado presentes allí y haciéndose de una
constancia que acreditara esa atención médica, el acceso al Subsidio Único estaba
asegurado. Ante la confusión y el caos de los días posteriores al incendio producto del
desborde de los hospitales y el gran número de víctimas, dado que no era sencillo
corroborar si eran sobrevivientes ciertos o no según palabras de este funcionario, el
subsidio resultaba otorgado desde la Subsecretaría que lo administraba.
Pablo, Laura y Aguirre sugieren que dado el contexto de producción en el que
fueron confeccionados, estos documentos producidos por los hospitales no fueron
construidos a partir de relatos verídicos en todos los casos. Sin embargo al ser aceptados
como acreditaciones de la condición de sobreviviente por otras agencias estatales como
la Justicia o la Subsecretaría de Derechos Humanos, ellos habilitaron a las personas
sospechadas a participar en los circuitos burocráticos como tales. Su circulación hacía
posible un efecto de verdad. Gracias a su poder creador, a la "magia del nombramiento"
ejercida a través de sus agencias y de las documentaciones que éstas producen
(Bourdieu, 1997a), el Estado creaba sobrevivientes como una categoría que pasaba a ser
parte del universo de las víctimas que venían a relacionarse con él.
Una de las personas sobre las que caen recurrentemente las acusaciones de ser un
falso sobreviviente es Molinos, abogado de algunos jóvenes que sobrevivieron al
incendio. Sus acciones suelen despertar el rechazo de diversos grupos de la familia
Cromañón que lo consideran un personaje inmoral. Malena, madre de una víctima,
recuerda que Molinos
“intentaba captar clientes diciendo que era un sobreviviente de Cromañón al día
siguiente del incendio en los hospitales, cuando los hospitales todavía estaban llenos de
chicos internados”.

Por ello lo acusa de pretender hacer negocios amparado en la legitimidad que le


otorgaría su condición de víctima. En su relato también demostraba su preocupación
porque haya otros casos de falsos sobrevivientes que pretendan acceder a las
prerrogativas especificadas para las víctimas tales como subsidios a través del
Programa, prioridad en ciertos turnos hospitalarios, etc.
A pesar de que Molinos declaró como sobreviviente y testigo del incendio ante la
División Delitos contra la Salud de la Policía Federal y ante el Juzgado en la etapa de
instrucción, Pablo afirma que la experiencia de la noche del incendio relatada por él
resulta completamente contradictoria en relación a las declaraciones del resto de los
testigos y que es muy endeble. Según Laura, entre otras incoherencias, Molinos cuenta

15
en su declaración testimonial que en el transcurso del incendio una viga de madera cayó
sobre su brazo provocándole un fuerte golpe cuando en realidad todos saben que en el
interior del local no había nada de madera ni ninguna viga por el estilo. Por ello
también desconfía de la constancia de atención médica con la que cuenta, obtenida
según ella a partir de un relato falso. Por estos motivos estos abogados decidieron
excluir los legajos de Molinos y el de su pareja de la nómina de lesionados elevada al
Tribuna Oral Federal nº 24 para el juicio penal oral. La decisión fue tomada ya que de la
lectura de sus respectivos testimonios y de los datos de atención médica, resulta
evidente para ellos que ambos no estuvieron en el local Republica de Cromañón al
momento de los hechos.33 A pesar que Molinos tiene una constancia médica que
documenta que fue atendido la noche del incendio a causa de una luxación en un
hombro y que tiene un legajo judicial que lo acredita, son varios los grupos de
familiares que dudan de su condición o que directamente la denuncian públicamente
como falsa.34
Si bien podría creerse que la existencia de falsos sobrevivientes puede resultar
peligrosa para la causa penal en la medida en que se trata también de potenciales falsos
testigos, para Laura esto no resulta problemático. Según ella de las aproximadamente
1800 personas que tienen legajo como sobrevivientes, sólo unos 250 declararán en el
juicio; se tratará de aquellos que puedan dar testimonios más sólidos, menos endebles,
los que estén mejor preparados. La evaluación para reconocer los testimonios más
consistentes y dejar de lado aquellos de los que se sospecha es realizada a través de la
lectura de la declaración realizada oportunamente ante el juzgado. Al igual que en el
caso de Molinos, la consulta de estos documentos oficiales parece ser considerado por
estos abogados como el mecanismo más adecuado para despejar cualquier duda al
respecto.

Familiares y sobrevivientes como creaciones estatales


Según sugiero aquí las sospechas señaladas por estos actores ponen en cuestión el
accionar estatal al llamar la atención sobre el hecho de que cualquiera puede decir que
es sobreviviente y cobrar un subsidio. Desde su perspectiva el Estado crea
sobrevivientes al garantizar mediante diversas documentaciones (constancia de atención
médica, declaraciones ante la Justicia o la PFA) el vínculo establecido por ellos entre su

33
http://www.quenoserepita.com.ar/elevacion_a_juicio_oral
34
http://www.quenoserepita.com.ar/quien_lo_banca_a_miglino

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experiencia y el incendio a través del relato. De esta manera nos encontramos frente a la
puesta en circulación de documentos construidos a partir de los relatos (reales o falsos)
de la experiencia de haber estado presente en el incendio que, producidos "posfacto", se
constituyen en el nexo causal entre esa persona y el evento al objetivar su experiencia
de aquella noche. Por lo tanto, los mismos no demuestran un vínculo preexistente entre
una persona y el hecho dado que lo instituyen al objetivar la experiencia. Ellos "son" el
vínculo y el vehículo de su construcción. En este proceso los documentos son
escindidos de la experiencia de las víctimas y ésta es objetivada a través de la palabra
experta en un documento legal (Fassin y d’Haillun 2005).
En cambio los familiares se representan el caso propio de un modo inverso.
Mientras que el certificado de atención médica es considerado como causa y no como
consecuencia de "haber estado allí", la relación -"demostrada" y no creada- con la
víctima fatal es concebida como consecuencia de una relación filial “natural”. De esta
manera los documentos puestos en juego por ellos (DNI, Libreta matrimonial, Partida
de nacimiento, certificado de defunción, etc.) vienen a ratificar un vínculo que inclusive
aparece como previo a los documentos mismos, un vínculo filiatorio allende el Estado
que sin embargo éste garantiza e institucionaliza.35 Su vínculo con la masacre deviene
entonces producto de una relación fundamentada sobre el terreno de "lo natural",
reconocida en su dimensión estatal a partir de los certificados mencionados. Así, la
condición de familiar no resulta ser asumida como un resultado de ese proceso de
acreditación.
La perspectiva que opone un vínculo al que considera “natural” a otro que es
representado como una creación estatal implica entonces reconocer que familiares y
sobrevivientes recorren caminos inversos en lo que hace a su constitución frente al
Estado: el fundamento que certifica la condición de víctimas de los padres y madres de
Cromañón está en la relación filial previa a la masacre que ha sido garantizada
mediante diversos documentos; los sobrevivientes en cambio desde su relato del
presente deben dar cuenta de su experiencia para producir esos mismas ficciones legales
que los legitimen como víctimas. Al crearlas se crean a sí mismos. Unos devienen
víctimas en virtud de su relación anclada el pasado, otros lo hacen desde sus relatos del
presente. Esta particularidad resulta una amenaza para quienes creen que luego del

35
En particular las madres al acreditar su vínculo no han hecho otra cosa que certificar el denominado
principio que reza "mater semper certa est". Esta expresión de origen latino hace referencia a un principio
del antiguo derecho romano en virtud del cual se entiende que la maternidad es un hecho biológico
evidente en razón del embarazo.

17
incendio algunas personas con ánimos de lucro han presentado un relato falseado,
logrando constituirse en víctimas para el Estado al acceder a la constancia de atención
médica y al legajo judicial que los considera testigos presenciales de la masacre. Un
comunicado difundido públicamente por Pablo en la página web del grupo recuerda esta
posibilidad al señalar que "las posibilidades de futuros reclamos indemnizatorios (…)
han hecho nacer numerosos intereses"36; en virtud de esta creencia no resulta extraño
escuchar frecuentemente historias que tienen a falsos sobrevivientes como
protagonistas.
En resumen, la diferente valoración social que realizan estos actores de los tipos
de vínculos con la masacre que los documentos ponen en juego hace posible la
distinción entre una categoría -sobreviviente- que es entendida como el producto de
artefactos de registro y acreditación creados en diálogo con el Estado y otra -familiar-
que es postulada como fundamentada sobre una relación exterior al Estado mismo. A
pesar de esta consideración propia de los actores debe tenerse en cuenta que sólo
pudieron constituirse en damnificados ante la justicia y en víctimas ante el Programa
quienes lograron dar cuenta legal y jurídicamente del vínculo con el fallecido a través de
DNI's, libretas matrimoniales, partidas de nacimiento, etc., -es decir a través de las
diversas producciones oficiales puestas en circulación-. Si consideramos que, lejos de
tratarse de relaciones constituidas por fuera del ámbito estatal, las relaciones filiales
deben ser asumidas en tanto vínculos que se instituyen a través suyo, no sólo los
sobrevivientes pueden ser asumidos como puras creaciones. Los familiares también
pueden ser así considerados en la medida en se han constituido en víctimas a partir de la
certificación de esos vínculos producidos a través de una relación con el Estado. No
obstante ello, como he señalado, el modo nativo de experimentar estas categorías está
caracterizado por la consideración de las relaciones filiales como relaciones naturales
independientes de su certificación estatal.

CONSIDERACIONES FINALES
Luego del incendio el Programa reconocía la existencia de una tragedia, la Justicia
hablaba de lesionados, el Subsidio de víctimas y afectados. Todos reconocían a
sobrevivientes y a familiares como categorías específicas de víctimas. He sugerido aquí
que esas categorías deben ser entendidas como productos de las prácticas de circulación

36
http://www.quenoserepita.com.ar/novedades_comunicado

18
de documentos y certificados realizadas entre diversas agencias estatales. La circulación
de esos documentos resultaba finalmente en una operación de construcción de verdad
que revelaba la capacidad creadora del Estado.
Las sospechas de Aguirre, Pablo, Laura y el resto anclan en sus consideraciones
sobre las particularidades del proceso de acreditación de la condición de víctimas frente
al Estado. En tanto "categorías de percepción y (…) formas estatales de clasificación"
(Bourdieu, 1997 a:14) familiares y sobrevivientes son abordadas en su uso práctico de
acuerdo con las con las marcas y resquicios que aquel proceso ha dejado impreso en
ellas. Las dudas en torno de las particularidades del proceso de acreditación son
expresadas bajo la forma de sospechas sobre falsos sobrevivientes.
En el caso que aquí he presentado el Estado cumple un rol crucial en la creación
de realidades sociales en tanto "ficciones sociales sin más fundamento que la
construcción social y que existen realmente en tanto que están reconocidas
colectivamente" (Bourdieu, 1997b:128). Pero si bien sobrevivientes pretende
constituirse en una identidad sancionada legalmente por el Estado esas sospechas
demuestran que no todas sus creaciones son totalmente eficaces en todas las
circunstancias y para todo el conjunto de los agentes de modo tal que esa capacidad
instituyente encuentra límites en el ámbito de su imposición. Las valoraciones de parte
de diversos actores sobre los documentos y certificados que acreditan a las víctimas,
hacen posibles las sospechas sobre falsos sobrevivientes. Éstas llaman la atención sobre
aquellos límites en la medida en que bajo ciertas circunstancias esas creaciones pueden
resultar impugnadas.
De todos modos creo necesario señalar los límites del planteo que aquí realizo
para dejar abiertas otras preguntas. Como se ha visto, una vez puesta sobre el tapete la
duda en relación a los falsos sobrevivientes Pablo y Laura señalaban la posibilidad de
chequear las declaraciones judiciales con el objetivo de despejar esas sospechas. Esto
era así tanto en el caso de la necesidad de constatar la condición de Molinos y su pareja
así como cuando se trataba de chequear los testimonios buscando aquellos menos
endebles para favorecer la incorporación de testigos a la causa penal. Esta
representación de los testimonios producidos en la agencia judicial como herramientas
eficaces para ello nos demuestra que los mismos actores que ponen en duda la eficacia
de procedimientos y categorías sancionadas estatalmente, recurren a herramientas
producidas en el seno de sus agencias con el objetivo de despejar sus dudas. Es así que
si bien las sospechas pueden ser interpretadas como una impugnación a la eficacia

19
creadora del Estado, a pesar de ello la fuerza de la capacidad estatal es atestiguada por
el hecho de que quienes la cuestionan, lo hacen sin embargo, apelando a los mismos
instrumentos burocráticos mediante los cuales el Estado ejecuta sus pases de magia.

BIBLIOGRAFÍA

Bourdieu, Pierre (1997a) "Espíritus de estado. Génesis y estructura del campo


burocrático". Capítulo 4. En Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona,
Anagrama.
----------------------(1997b) “El espíritu de familia”. En Razones prácticas. Sobre la
teoría de la acción. Anexo al capítulo 4. Barcelona, Anagrama.
Fassin , Didier y d'Halluin, Estelle (2005) “The truth from the body: medical certificates
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597-608).
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Structuralist debates” en Critical Studies in Mass Comunication, vol. 2 nº 2.
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Peirano, Mariza G.S. (2002) "'This horrible time of papers': documentos e valores
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