Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Como jefa de enfermeras en la sala de pediatría de un hospital del área, Chris estaba
acostumbrada a encargarse de padres y niños que creían que ella lo sabía todo. Ben no
se adaptaba a este molde. En lo referente a las actividades de la vida diaria, Ben no
aprobaba la forma en que Chris hacía nada: desde pagar las cuentas hasta manejar, hacer
mandados o planear las comidas.
Cuando Ben se casó con Chris sabía que ella era el tipo de persona que se hace cargo de
las cosas y lo sabe todo, o piensa que lo sabe todo. Cada vez que trabajaban juntos en
algún proyecto, terminaban peleando, porque Chris pensaba que su manera de hacer las
cosas era la “forma correcta”.
Desde recién casados, Chris pagaba las cuentas, ya que su sueldo era regular y el de Ben
era esporádico. Chris pagaba las facturas hasta comprobar que el saldo de la cuenta
quedaba en para sorprender a Ben. En vez de sentirse complacido, él le “explicó” la
“forma correcta” de lavar el carro. Chris se enojó tanto por las críticas descomedidas de
Ben que le arrojó los trapos enjabonados y se fue enojada. La constante pugna por el
poder controlaba a esta pareja que no podía trabajar armoniosamente en nada. La
situación mejoró sólo después que Chris tomó una prueba de personalidad que reveló
que ella tenía un temperamento agresivo y controlador. Esto no era una sorpresa; sin
embargo la prueba de Ben reveló que él tenía el mismo tipo de temperamento
dominante. Esto confirmó lo que ambos ya sabían: los dos querían mandar en todo.
Para minimizar los conflictos entre ellos, la persona que les aplicó la prueba les sugirió
que decidieran de antemano quién estaría a cargo de cada tarea. Entonces cada uno
tendría que consentir en seguir al jefe en esa tarea. En lo que tenía que ver con las
finanzas, decidieron que Ben se encargaría de pagar las cuentas mensuales y atendería
los asuntos bancarios, ya que como trabajaba por cuenta propia él dominaba mejor los
asuntos de presupuestos. Chris estaría a cargo de balancear la chequera y preparar los
informes de impuestos, porque tenía experiencia en esa área. Ben era responsable del
mantenimiento de los carros, del trabajo del patio, de comprar las provisiones y de lavar
la ropa; mientras que Chris estaría a cargo de planear las celebraciones de cumpleaños y
de los días festivos, de limpiar la casa y de preparar las comidas. Con el paso del tiempo
la lista cambió. Les tomó meses resolver los asuntos, pero Chris y Ben lograron
sublimar su deseo de controlar cada uno al otro. Debido a que se habían puesto de
acuerdo de antemano en quién iba a hacer qué, llegó a haber un sentido de equidad.
Durante años, el modelo aceptado era que el hombre produjera los ingresos y la mujer
se encargara de los niños y de mantener la casa marchando bien. En la actualidad el
modelo ha cambiado. Las encuestas muestran que casi el 96 por ciento de todas las
mujeres esperan tener un trabajo donde ganen un sueldo si no tienen hijos o cuando los
hijos estén en la escuela. Y el 64 por ciento de las mujeres trabaja medio tiempo o
tiempo completo. Esto crea una confusión tremenda acerca de las responsabilidades
doméstic/as del esposo y la esposa.
Otros no lo quieren creer. Unos tratan de soslayar los pasajes de las Escrituras. Aún
otros los ignoran o los distorsionan. Pero para lograr un matrimonio altamente eficaz, el
asunto del liderazgo de la familia tiene que enfrentarse.
La Biblia contiene varios versículos que designan 1 hombre como la cabeza o líder del
hogar. Una de las declaraciones claves está en Efesios 5:23, 25: “Porque el esposo es
cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la iglesia.
Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella”
(Versión DHH). Ya que pocos hombres serán llamados a dar la vida literalmente por sus
esposas ¿qué quieren decir estos versículos? Estos pasajes le dan una cualidad espiritual
—casi divina— a la posición de “esposo” También suponen que los esposos han de ser
para sus esposas lo que Cristo es para la iglesia.
La dirección general de toda la casa descansa sobre los hombros del esposo. Esto es lo
que significa literalmente la palabra esposo: la cabeza masculina de la casa; el que
maneja o dirige el hogar.
El plan original de Dios era que el esposo y la esposa vivieran juntos en perfecta
armonía. Antes que entrara d pecado, Dios era el líder supremo del hogar. En su
ambiente perfecto, Adán y Eva se sometían voluntariamente a Dice como parte natural
de la vida diaria.
Dios creó al hombre y a la mujer para que se complementaran mutuamente. Así como
una organización exitosa depende de la habilidad de cada empleado para asumir la
posición que se le ha asignado y producir al máximo de habilidades, también el
matrimonio de éxito depende un esposo y una esposa que ejecutan fielmente sus papeles
complementarios. A pesar de que sus responsabilidades y papeles son diferentes,
ambos son igualmente importantes y necesarios para el bienestar de una sociedad
saludable
Permítanme presentar un nuevo tipo de relación para el esposo y la esposa, uno que
toma en cuenta las normas bíblicas y por lo mismo se adapta bien a la unidad familiar.
Una “relación de apoyo mutuo” está basada en el concepto de que los individuos en el
matrimonio pueden trabajar juntos en una colaboración ordenada y armónica. Los
cónyuges que se apoyan entre ellos, ceden voluntariamente su poder de dictar o
controlar a la otra persona. Ninguno exige que su manera de hacer las cosas sea la
única forma de hacerlas, ni insiste en la obediencia ciega. En una “relación de apoyo
mutuo”, la pareja más bien funciona como una corporación exitosa con objetivos
bien definidos y metas compartidas.
La pareja trabaja unida para alcanzar estos fines, reconociendo que cada uno puede
valerse de métodos distintos para lograr el mismo objetivo.
Sí, Harry es el presidente de la “Corporación Van Pelt”; pero como lo hace cualquier
otro ejecutivo bien entrenado, él consulta sus planes y decisiones con su vicepresidenta.
Como tal, y debido a mis habilidades e inclinaciones, yo tengo áreas de responsabilidad
que llevo a cabo por mí misma. En otras consulto con Harry antes de actuar. Tenemos
reuniones frecuentes para discutir los planes y objetivos. A veces él dice: “Querida, tú
sabes más acerca de esto, así que tú toma la decisión final”. Desde mi punto de vista
esto en ninguna manera rebaja su posición o habilidad, sino que aumenta su efectividad.
Él siempre escucha mis opiniones, respeta mi capacidad y experiencia, y desea mi
máxima participación (bueno, casi siempre; y si no la recibiera, sabría que algo anda
drásticamente mal).
Ojalá que yo nunca sea culpable de proclamar públicamente que Harry es el presidente
de la “Corporación Van Pelt”, y sin embargo en el ambiente privado de nuestro hogar
insista en mandar en todo. De lo último que yo quisiera ser acusada es de ser una esposa
dominante, con un marido sometido por su mujer.
Una “relación de ayuda mutua” tiene una distribución más equitativa del poder porque
hay una división clara de las responsabilidades y cada miembro de la pareja tiene un
sentido de control balanceado. Es una relación complementaria y mutuamente sumisa.
Ambos cónyuges se consideran competentes, lo cual contribuye a la autoestima. Cada
persona piensa que su cónyuge es competente, lo cual contribuye a la autoestima de la
otra persona.
Su estrategia tuvo éxito. A medida que la risa reemplazó a la ira, el ser extraño que
había invadido la nave perdió su poder. Si tan sólo un miembro de la tripulación del
Enterprise no hubiera cooperado con el capitán, si se hubiera enojado y hubiera luchado
por tomar el control, la nave habría sido vencida. En el matrimonio sucede igual. La
única forma de ganarle al enemigo es unirte con tu esposo/esposa y proveer un frente
unido para proteger a tu matrimonio de la invasión. Reconoce que si el enemigo logra
dividirlos, ustedes dos perderán.
Los problemas que Jim tenía con su esposa y con sus hijos lo condujeron a buscar
consejo profesional. Él le contó al consejero que tenía una esposa histérica y tres
adolescentes rebeldes y faltos de disciplina. Según Jim, su esposa lo acusaba de haberles
fallado a ella y a los hijos, y lloraba todo el tiempo. Ella se quejaba de que tenía que
hacer todo sola, de que él no mostraba ningún interés en ella, en los hijos ni en el hogar.
La esposa se sentía “invisible” y estaba hasta de que él no ejerciera ningún liderazgo, de
modo que ya no lo consideraba un “hombre”.
Jim era un profesional capaz que contó su historia abiertamente, aunque se mantuvo a la
defensiva. Siendo que ganaba buen dinero y le daba una buena vida a su familia, se
sentía desconcertado por las locas exigencias de su esposa y no entendía lo que ella
deseaba. Él admitió que su relación familiar era muy inestable y que se estaba
deteriorando rápidamente. Los pleitos entre Jim y su esposa se caracterizaban por la
amargura y la hostilidad, seguidos por días de silencio. Jim había llegado al final de su
cuerda y quería saber cómo enderezar a su esposa.
El consejero le pidió a Jim que regresara a varias sesiones él solo para llegar a conocerlo
en un plano personal antes de empezar a trabajar con su esposa. La desesperación lo
forzó a estar de acuerdo.
Jim sobresalía en su trabajo y le caía bien a todo el mundo. Manejaba bien los conflictos
y al paso de los años había disfrutado de numerosos éxitos en el negocio. Jim tenía éxito
en el trabajo, pero no en el hogar. ¿Por qué? Porque en el hogar no podía poner en
práctica las mismas técnicas que usaba en el trabajo. Su consejero le señaló que si él
usara en el hogar los mismos métodos de administración que usaba en el trabajo, los
conflictos domésticos se disiparían. Jim escuchó; el consejo hacía sentido.
Un liderazgo sustentador
El amor mantiene en equilibrio el papel del líder, y por lo no rebaja a nadie. Permite la
discusión abierta y honesta (inclusive las opiniones disidentes) e incluye un sistema
acertado para decisiones, resolver problemas y establecer metas. Cuando un esposo
toma en serio la orden de amar a su esposa tanto como Cristo a su iglesia (Efesios
5:25), establecerá una asociación sustentadora en la cual él nunca forzará a su esposa
a obedecerle, sino que de un modo sabio ofrecerá un liderazgo comprensivo que la
anime a seguirle. Tal liderazgo sustentador producirá armonía y felicidad para ambos
y ciertamente tendrá la bendición de Dios.
Las Escrituras ofrecen una multitud de instrucciones acerca de cómo ser líderes
efectivos en el hogar La autoridad se le otorga a la cabeza que satisface las
necesidades de la familia. Sin embargo ningún lugar se ha concedido autoridad alguna
para que el hombre ordene a alguien a satisfacer sus propias necesidades egoístas. Su
liderazgo comprenderá tanto el amor como la autoridad, pero nunca la tiranía. El
equilibrio correcto entre el liderazgo responsable y e amor no egoísta debe mantenerse.
¿Difícil? Sí. ¿Imposible? No.
Durante un tiempo Jim se esforzó por imponerse y ton~ un papel más activo de líder en
su hogar. En vez de 1uchar por retener el control como él temía, su esposa se lo cedió
con gratitud a medida que él comenzó a involucrarse. El mostró nuevas fuerzas,
liderazgo y valor en pequeñas formas al principio, y con el paso del tiempo de un modo
más notable e importante. A todos se les hizo evidente que los sentimientos de valor
propio de Jim habían mejorado 1 Gradualmente su relación con su esposa y sus hijos
empezó a cambiar. A medida que él mostraba más interés por esposa y se comunicaba
más abiertamente con ella, la mujer se tomó menos frenética e histérica. Él impuso
exigencias firmes a sus adolescentes aunque ellos ~e rebelaban verbalmente. Al
principio cuando él se puso firme, sus hijos lo pusieron a prueba, pero luego
respondieron positivamente Con el paso del tiempo Jim asumió más y más
responsabilidad involucrándose totalmente con la familia y proveyendo un liderazgo
sustentador. La esposa y los hijos, que antes peleaban con él y lo desafiaban, ahora le
respondían con amor.
La familia logró solucionar los problemas. Y todo comenzó cuando el esposo y padre
reconoció que él tenía la culpa y buscó respuestas definidas.