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CONTENIDO

Prólogo de Anibal Basurto


Introducción
Capítulo 1: estrenando locomotora
Somos una generación puente
Consecuencias del cambio de etapa
Conclusiones del apartado
Reflexión final: ¿en qué posición queda la tecnología?
Capítulo 2: pasajeros al tren
Hablemos de personas
Nuevos tiempos, nuevos modos de liderar
Los 6 hábitos del líder altamente eficaz
Fin de la cita
Y ahora, hablemos de los trabajadores
Las personas adecuadas en el lugar adecuado
Talento, la palabra más usada en la nueva economía
El mapa del talento
El éxito en el desempeño
Cómo motivar a las personas
Motivación a través del entorno laboral
Motivación a nivel personal
Pirámide de Maslow para definir motivaciones personales
Toca ponerse en marcha

Capítulo 3: ya se ve el destino
Tendencia 1: adelgazamiento organizacional
Tendencia 2: Brand Employment
Epílogo
Agradecimientos 


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Usted podrá leer algunas páginas al azar a
modo de muestra
INTRODUCCIÓN

La sociedad necesita productos y servicios, y son las empresas públicas


o privadas las responsables de proveerlos. A su vez, las empresas
necesitan personas para realizar buena parte de los procesos internos,
por más que la tecnología tienda a reemplazar muchos puestos
rutinarios. Estas personas asumen distintas responsabilidades dentro
del organigrama de la empresa, pero se podrían agrupar en tres niveles:
en la parte alta están los que planifican y trazan las estrategias
generales, más abajo aparecen los mandos intermedios, encargados de
recibir directrices, transmitirlas hacia abajo y supervisar su
cumplimiento, y finalmente están las personas que ejecutan y ponen en
marcha las acciones. Esto fue lo que aprendimos y lo que venimos
aplicando desde que nos alcanza la memoria. Este libro está orientado a
analizar, por un lado, el papel de los directivos de primer y segundo
nivel, y por otro, el desempeño de los empleados, trabajadores,
colaboradores…, como quiera que les llamemos. Evitaré usar en lo
posible el término “recursos humanos”, tremendamente denigrante
para la dignidad de la persona desde mi punto de vista. Junto con el rol
de ambos perfiles, analizaré también el funcionamiento de las
relaciones laborales bajo los paradigmas de la era industrial, con la
intención de reflexionar si tal modo de conducirse tiene vigor en estos
nuevos tiempos.
A pesar de que ambos estamentos -directivos y empleados- están
“condenados” a entenderse porque se necesitan entre sí, lo cierto es que
no siempre hubo buen entendimiento entre las partes y eso condujo a
infinidad de conflictos que, en no pocas ocasiones, abocaron a la
quiebra del negocio que les daba de comer a todos ellos. En este libro
voy a referirme a ambos “bandos” resaltando las malas prácticas del
pasado que deben ser corregidas si queremos afrontar con éxito esta
nueva etapa, pero evitaré posicionarme a favor de unos u otros,
simplemente porque no tengo especial preferencia por ninguno de
ellos. Considero que todos son necesarios y complementarios, y cada
cual tiene sus pros y sus contras, entendibles y asumibles. Ejerceré un
rol de observador y analista basando los razonamientos en mi propia

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!
experiencia personal, unas veces ubicado en uno de los lados y en
ocasiones, en el otro.
El término “malas prácticas” debo matizarlo, no obstante. Todo lo que
aplicamos en las empresas tuvo su razón de ser en un momento del
tiempo, y es ahí en donde encuentra su lógica. Puede pasar que
posteriormente cambien las circunstancias y aquellos paradigmas
pierdan todo su sentido, pero las cosas no deben ser juzgadas con una
visión diferente al momento en el que se propusieron, si queremos ser
rigurosos en el análisis. Juzgar desde la perspectiva del “ahora” las
medidas que se tomaron para unas circunstancias del “antes” es un
error demasiado frecuente que procuraré evitar. Por eso, usar el
término “malas prácticas” para denominar un tipo de gestión laboral
que ahora vemos denigrante y abusiva, quizá no fuera tan “mala”
entendida desde el contexto de la época industrial y de los objetivos
organizacionales que se perseguían por aquel entonces. Quizá.
De hecho, este libro no tiene como finalidad criticar lo sucedido en el
pasado porque nada se va a arreglar buscando culpables de cosas que
no tienen remedio. La finalidad del texto es reflexionar sobre la validez
de aquellas medidas una vez que debemos trasladarlas a tiempos tan
diferentes como son los actuales. Lo que me importa, en definitiva, es
ayudarles a tomar consciencia de ciertas pautas de comportamiento que
seguimos ejecutando del mismo modo en el que fueron creadas y que
no tienen ningún sentido en el momento presente. De no reflexionar
sobre ellas corremos el riesgo de que se conviertan en rutinas
inamovibles que comprometan la viabilidad de los negocios de la nueva
era económica.
Les decía que esta reflexión la voy a hacer sin posicionarme a favor o en
contra de ninguno de los dos colectivos mencionados, directivos y
empleados. He transitado por las dos laderas de la montaña y he podido
comprobar que en todos los lados “se cuecen habas”. Cada persona
tiene sus propios ideales y su modo de comportarse, y así se va a
evidenciar en las relaciones profesionales independientemente del rol
que le toque ejercer dentro de la organización; la historia empresarial

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está plagada de grandes directivos que, por comparación dejaron en
evidencia a muchos pésimos dirigentes, y también encontramos
alternancia entre excelentes trabajadores compartiendo espacio laboral
con otras personas pasotas y complicadas de gestionar. Mis reflexiones
se irán intencionadamente hacia los extremos con cierta frecuencia, con
el fin de visualizar con más severidad las buenas y malas prácticas de
cada bando. Ya luego ustedes aplicarán los matices oportunos para
convertir el blanco y el negro, en grises. ¡¡¡¡¡ Arrancamos !!!!!


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CAPÍTULO 1:

ESTRENANDO LOCOMOTORA
Seis de la mañana de un lunes cualquiera del año 96. Como maquinista
que soy, me dirijo al hangar para poner en marcha el convoy que tengo
asignado y comenzar a recoger viajeros por las distintas estaciones. Llevo
muchos años haciendo el mismo trabajo y me conozco de memoria todas
las paradas, los horarios, y hasta las caras de muchos pasajeros. Mi
trabajo es rutinario y un poco monótono, pero me sirve para sacar
adelante a la familia.
Una rápida revisión de los parámetros de la máquina, un vistazo al parte
de incidencias y a la hoja de ruta, y todo listo para poner en marcha el
convoy. Recogeré un montón de personas en cada una de las estaciones,
trabajadores en la mayor parte de los casos que al igual que yo, se
encaminan a sus puestos de trabajo.
He de reconocer que le he cogido cierto cariño a la vieja locomotora “de
toda la vida” en la que tendré que ir sentado. Se le van notando los años,
eso sí, pero aunque ya no luce un aspecto moderno, la verdad es que
funciona muy bien y no da problemas. Pero hoy, ¡¡oh sorpresa!!, veo que
en el hangar han dejado una nueva máquina al lado de la anterior, mucho
más moderna y especialmente atractiva por su vanguardista silueta.
Tiene pinta de ser muy tecnológica y me desconcierta que en el panel
superior de la cabina, ese que muestra la información sobre el itinerario,
se lea un rótulo que dice “DESTINO INCIERTO”. Esto despierta en mí un
dilema: ¿cuál de los dos trenes pongo en marcha? ¿”el de toda la vida” o
este nuevo convoy con tan buena pinta? Y otra duda: ¿como reaccionarán
los viajeros al comprobar que se acerca un nuevo tren que se anuncia con
dirección a un “destino incierto”?
Picado por la curiosidad y harto de que mi vida se haya convertido en una
rutina, he decidido probar a circular con el nuevo convoy. Vamos a ver
qué sucede.

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!
SOMOS UNA GENERACIÓN PUENTE

Hay acontecimientos que sólo ocurren una vez cada tantos siglos y a
nuestra generación le ha tocado vivir uno de ellos. Se trata de una
transformación económica de enorme calado y con impacto en todos los
ámbitos de la sociedad, y lo que debemos hacer es analizarlo con el
máximo detalle para comprender el impacto que pueda causarnos en lo
personal, anticiparnos a sus consecuencias y preparar las debidas
medidas de choque. Como ya tenemos un referente de cambio similar
varios siglos atrás, eso nos puede dar pistas sobre lo que se avecina y
cómo afrontarlo.
Ciertamente, a mediados del siglo XVIII se produjo otra enorme
transformación social provocada por la llegada de la máquina de vapor,
que ocasionó el abandono de una economía artesanal basada en el
trabajo manual y la tracción animal, para dar entrada a una economía
de consumo a gran escala consistente en métodos de fabricación
industriales, apoyados por la moderna maquinaria recién llegada.
Aquellos artesanos “de toda la vida” que se ganaban el sueldo
fabricando y vendiendo productos para la sociedad del momento,
vieron atónitos como las nuevas máquinas eran capaces de producir
muchísima más mercancía en bastante menos tiempo y a un coste
inferior. Fue el principio del fin. La revolución económica, laboral y
social iniciada en Inglaterra se trasladó a todos los lugares del planeta y
dejó sin sentido muchos de los oficios artesanales apoyados en
destrezas manuales, haciendo emerger un nuevo modo de fabricación
con mucha más capacidad para generar bienes y llevarlos a cualquier
lugar del planeta. Téngase en cuenta que la llegada de la máquina de
vapor afectó, además de a la fabricación, al transporte de mercancías,
abriendo oportunidades de “globalización” hasta aquel entonces,
desconocidas.
Las destrezas de los artesanos siguieron siendo útiles para la sociedad,
aunque se comenzaron a canalizar de un modo diferente; en lugar de
ejercer en los viejos talleres a pie de calle, los artesanos se trasladaron a
grandes naves para prestar allí sus servicios, asistidos por la moderna

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maquinaria, pasando estas herramientas a convertirse en el elemento
competitivo más importante para la nueva empresa del momento, por
su alta capacidad para ensamblar piezas. Las personas quedaron
postergadas a ocupar un rol secundario consistente en “alimentar” de
materia prima las cadenas de producción y supervisar el correcto
funcionamiento de todo el proceso fabril. La automatización de
procesos daría lugar a la llamada “producción en cadena”, cuyo ejemplo
más fácilmente visualizable son las fábricas de automóviles propuestas
por Henry Ford.
En definitiva, la transformación social nacida de la llegada de la
máquina de vapor cambió la sociedad para siempre y generó nuevos
modos de trabajo, haciendo desaparecer viejos oficios ligados al trabajo
manual y dando lugar a la aparición de nuevas profesiones
inimaginables hasta aquel momento.

Pongamos un ejemplo relacionado con el transporte. Si en la edad


media el flujo de personas y mercancías se realizaba con la
intervención de carruajes tirados por bueyes o caballos, el paso de los
años y la llegada de motores de combustión hizo que esos medios de
transporte perdieran interés y fueran sustituidos por maquinaria con
mayor capacidad de carga. Este cambio impactó en viejas profesiones
tales como herreros, agricultores…, que se quedaron sin carga de
trabajo y fueron reemplazadas por nuevos oficios tales como mecánicos
o conductores de camiones, que no existían en la era artesanal y para
cuyo desempeño hubo que formarse desde cero.

Este preámbulo tiene como objetivo marcar un referente que pueda


servir para intuir lo que va a suceder (ya está sucediendo) en este nuevo
episodio que nos toca vivir, consistente en el abandono de una
economía industrial para entrar en una era que algunos dan en llamar
“de la tecnología” o “del conocimiento”. Como se decía en el
encabezado, somos una generación puente entre dos etapas
económicas, con los problemas u oportunidades que cada uno quiera
ver según su modo de afrontar las transformaciones. Yo lo veo como un
privilegio, y les explicaré por qué.

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Los estudiosos en comportamiento humano nos dicen que uno de los
mayores motivadores que tienen las personas es la oportunidad de
desarrollo intelectual. Para mucha gente, adquirir nuevos
conocimientos y notar que son capaces de abordar retos más
complicados, con plena autonomía y garantías de éxito, es un aliciente
muy poderoso que motiva la acción. Precisamente cambios tan
profundos como los que estamos viviendo en estas dos últimas décadas
dan la oportunidad a los ciudadanos de adquirir nuevos aprendizajes y
utilizar innovadoras herramientas, que suponen una rotura de la
“monotonía” en la que estábamos metidos. Las transiciones de este
estilo no están exentas de miedos y dudas: ¿debo apresurarme a
integrar el nuevo conocimiento o mejor esperaré a que los cambios se
consoliden?, es la pregunta que muchos se hacen. La respuesta es muy
individual y guarda relación con la gestión de emociones que cada uno
sepa hacer, pero lo cierto es que aquellos que se animen a entrar
anticipadamente en una dinámica de aprendizaje constante, tendrán la
posibilidad de cobrar ventaja frente al resto de personas más remisas al
cambio. Por eso digo que es un privilegio y una oportunidad, que
sabrán aprovechar las personas más ambiciosas e inquietas
intelectualmente. De no ser por hechos tan contundentes que nos
patean el trasero y nos fuerzan a salir de la monótona zona de confort
en la que estábamos metidos, muchos de nosotros seguiríamos dentro
de una rutina diaria que poco nos aporta desde el punto de vista del
aprendizaje y la experimentación.

Si lo vemos desde el lado de las empresas, la oportunidad todavía es


mayor. Cuando se compite en entornos relativamente estables,
predecibles, controlables y conocidos -como cuando se consolidó la
etapa industrial-, la gestión de los negocios se rige por un conocimiento
que está al alcance de todos por igual. Son los diferentes matices en la
estrategia y el talento de los equipos lo que marca la diferencia, pero en
todo caso no hay enormes divergencias entre organizaciones que
operan en un mismo sector. Podríamos decir que en entornos
consolidados se juega “con las cartas boca arriba” y todo el mundo
conoce los entresijos de la partida. Todo esto cambia cuando aparece

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modo de muestra
potenciadores del liderazgo, pero estoy convencido que el grueso de la
tarea es un tema de educación adquirida y no de genética heredada. Un
condicionante genético favorecedor del liderazgo es el carisma, rasgo de
la personalidad que ayuda a ser percibido como una persona
interesante y provoca admiración, mientras que la introversión actúa
en sentido contrario y obliga a agregar un esfuerzo adicional para
construirse como líder, no siendo de todos modos, una barrera
insalvable.
Resumiendo todo lo dicho:
Estamos en un momento crucial en el que la gestión de personas
dentro de las organizaciones debe cambiar radicalmente; necesitamos
personas implicadas y motivadas, que además de realizar un cierto
trabajo manual nos aporten ideas que ayuden a mejorar la
organización y los productos.

La responsabilidad de los líderes es promover ese cambio de actitud


en los equipos, orientando los resultados hacia los nuevos objetivos:
creatividad, innovación, participación.

Los líderes no se designan “a dedo” de modo arbitrario o interesado:


son personas que ya existen dentro de la organización y que se han
ganado el reconocimiento por parte de los demás. Puede resultar muy
interesante elevarlos a un nivel superior de responsabilidad para que,
desde allí y aprovechando la influencia “natural” que ejercen sobre
sus seguidores, orientar la acción en la dirección que a la empresa le
interesa.

El liderazgo se construye en base a unos valores y pautas de conducta


personales, y es potestad de uno mismo desarrollarlos y llegar a ese
rol. Nadie nombra ni quita líderes. Los únicos capaces de alcanzar ese
nivel somos nosotros mismos, así como nosotros también somos los
únicos capaces de perder ese papel si de repente nos despojamos de
los valores que atesorábamos y defraudamos a nuestros seguidores.
El liderazgo es un concepto que excede del ámbito laboral e irradia en
todos los otros ámbitos de la vida, incluyendo el ámbito personal.

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Quizá usted se esté preguntando cuáles son esos principios de
comportamiento a los que me estoy refiriendo, tan importantes para ser
reconocido como líder. Si a cualquiera de nosotros se nos preguntara
por los valores que tiene que tener un líder, seguro que saldrían a
relucir docenas de ellos, todos bien encaminados: humildad, ética, afán
de superación, capacidad de análisis, empatía… Como esto nos lleva a
una lista interminable y difícil de manejar, yo los he agrupado bajo 6
preceptos que, parafraseando a Steven Covey, he dado en llamar “los 6
hábitos de los líderes altamente eficaces”. Pasaré a describirlos a
continuación, advirtiendo previamente que el orden en el que van
enunciados no significa que el primero sea más importante que el
segundo, ni que éste vaya por delante del tercero; todos son igual de
importantes y el orden es irrelevante. Si se reconocen como tal y se
potencian, el camino para convertirnos en líderes eficaces estará
trazado. Comenzamos.

LOS 6 HÁBITOS DE LOS LÍDERES ALTAMENTE EFICACES

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! 3
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modo de muestra
pretende descubrir en los procesos de selección. Es cierto que hoy en
día hay cuestiones de actitud que también se tienen muy en cuenta, tal
y como vengo diciendo, por lo que a los requerimientos “de toda la
vida” agréguense esos valores y comportamientos que necesitamos, y
todo ello junto nos determinará si una persona es válida para una
posición o no.
Lo siguiente: saber; una vez que hemos verificado que una persona
vale para un puesto y le hemos dado la oportunidad de trabajar en la
empresa, a ese “saber” previo que atesoraba proveniente de su
formación y experiencia, hay que agregarle otro conocimiento
intrínseco al propio puesto de trabajo y a la empresa, que no pudo
haber sido adquirido por fuera. El empleado debe conocer las
singularidades de las tareas que tendrá que acometer, los
procedimientos y normas que rigen en la compañía, y todas las
cuestiones internas necesarias para que pueda desempeñar su labor
con eficacia. El “saber” complementa al “valer” y conduce a la persona
a alcanzar el resultado óptimo. Se trata de una de las tarea vinculadas
al rol de líder, enseñar a los subordinados las particularidades del
puesto, detectar carencias formativas que pudieran aparecer, y trazar

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planes para suplirlas (rotación por otros puestos o por otra sucursal,
nombramiento de un mentor, cursos…).
Y lo tercero es querer, esto es, estar motivado para hacer las cosas de
modo excelente. De nada sirve haber seleccionado un candidato
válido y haberlo formado adecuadamente, si finalmente esta persona
no cuenta con las ganas de trabajar necesarias, no quiere esforzarse.
Vuelve a ser tarea del líder vigilar los niveles de motivación de los
miembros de su equipo y atender las necesidades de cada uno, bien
sea actuando a nivel individual o bien promoviendo cambios de otro
índole (que luego comentaré) que generen motivación a nivel
colectivo.

La unión de las tres cosas son las que hacen que una persona ofrezca
excelentes resultados en un cualquier puesto dentro de la organización:
que valga para las tareas, que conozca las singularidades del
desempeño, y que tenga el nivel de motivación adecuado.
Si quisiéramos entrar en mayor nivel de detalle y nos preguntáramos,
desde la visión de la empresa, qué conceptos garantizan que una
persona VALGA para un puesto, nos encontraríamos con los siguientes:
Variables que garantizan un buen desempeño:

• Formación, conocimientos
• Experiencia
• Creatividad, imaginación
Variables que garantizan una buena integración en la empresa:

• Ética, honestidad, respeto


• Responsabilidad, autonomía
• Alineamiento con los valores corporativos
Variables que garantizan evolución a futuro:

• Gusto por el aprendizaje


• Gusto por la tecnología

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De todas las características mencionadas, necesarias para que una
persona valga para un puesto, hay una que necesita una profunda
reflexión: la formación previa para el desempeño, que se supone que el
aspirante ha adquirido en su etapa como estudiante. Si analizáramos a
fondo qué está pasando a día de hoy, descubriríamos cosas que
trastocarían los paradigmas que se asentaron en nuestra cabeza hace
años, aquello de que una buena formación garantiza las oportunidades
de empleo. A poco que rasquemos, descubriremos que las
Universidades y buena parte del sistema educativo “formal” perdieron
su sentido práctico como entes capacitadores de profesionales, al menos
en algunos sectores. Les voy a poner dos ejemplos:

El primero es un caso personal. En 2008 me encontraba cursando la


carrera de Administración y Dirección de empresas y por esos años
nació una nueva metodología para la construcción de negocios: Lean
Startup. Hoy es un referente que se aplica en todas las aceleradoras de
negocios del mundo por su alineamiento con las singularidades de esta
nueva era. ¿Tuve algún profesor que hiciera la más mínima mención a
esto, o alguna reseña en algún libro que nos pusiera sobre la pista?
¿Qué creen? En absoluto. Descubrí el concepto por mi cuenta de pura
casualidad, ojeando libros en una librería. Ni tuve conocimiento de algo
tan trascendente ni tampoco sobre estrategia en social media, que ya
llevaba con nosotros unos cuantos años como herramienta de
comunicación con clientes. Los libros académicos abundaban en teorías
del siglo pasado como la del marketing de las “4 pes” establecido por
Porter, en donde la “p” de promotion recogía exclusivamente las
herramientas tradicionales de publicidad, sin la más mínima alusión a
redes sociales. Así es como se estaba formando a los futuros directivos
en las universidades, con conocimiento que ya nacía obsoleto en el
mismo momento en el que estaba siendo impartido a centenares de
alumnos como yo, aspirantes a gestores de empresa.
El segundo ejemplo es más actual. Los que venimos tiempo observando
el horizonte para intuir por dónde van a venir problemas y
oportunidades, estamos siguiendo muy de cerca la evolución del coche
eléctrico por el impacto que va a causar en muchos ámbitos de la

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EPILOGO

Llevan transcurrido 2 décadas desde que comenzaron a circular los


nuevos trenes. ¡¡20 años!! Al principio solamente los más atrevidos se
montaban en ellos y la gran mayoría preferían seguir desplazándose en
los convoyes tirados por las locomotoras “de toda la vida”. Aquellos
osados viajeros del inicio asumieron un riesgo frente a los que apostaron
por la seguridad, pero lo cierto es que los cambios que presentaban los
nuevos vagones, con el tiempo se está demostrando que son muy
interesantes para viajar en esta nueva era. Es más; por ser los primeros
en subirse pudieron elegir en dónde sentarse y hoy en día son unos
privilegiados que viajan en primera clase, justo en dónde mejores vistas
hay. Es el premio que se merecen por haber arriesgado.
Por detrás de ellos ha seguido llegando gente y cada vez parece más claro
que estos nuevos trenes vinieron para quedarse; incluso podemos
asegurar que no pasará mucho tiempo hasta que desaparezcan las viejas
locomotoras, dejando sin servicio a tantos y tantos viajeros que todavía
esperan por ellas día tras día, que no acaban de creerse que el futuro va
por otro lado. Creo que, un día de estos, voy a aprovechar el viaje para
bajarme en todos los apeaderos de la ruta y colocar un cartel con esa
frase que tanto me gusta:

“SI TE GIRAS PARA MIRAR EL PASADO, PIERDES DE VISTA EL FUTURO”

Vienen tiempos muy exigentes, asúmalo. En el rato que usted tardó en


leer este libro miles de emprendedores repartidos por todo el planeta
han estado trabajando en sus proyectos y mañana mismo tendremos
sobre la mesa docenas de nuevas alternativas para resolver problemas
e inquietudes que ahora estamos resolviendo de otro modo. No se sabe
si alguna de ellas acabará siendo competencia suya y atacará a los
mismos clientes, pero es probable que esto suceda algún día. El mundo
va así de rápido y tenemos que prepararnos para hacerle frente. No

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consiste en volverse loco y querer tener lo último de todo, sino en algo
más simple y accesible: conocer cuál es nuestro nivel competitivo en el
mercado que nos toca abordar, reconocer nuestros rivales más
inmediatos, e ir un pasito por delante de ellos. Un pasito, no más.
Cuando ellos nos alcancen, nosotros damos el siguiente paso. Esa es la
dinámica de innovación constante de la que tanto escuchamos hablar, y
la innovación puede provenir de cualquier ámbito de la empresa que
aporte valor para el consumidor, no solamente de la generación de un
producto o servicio diferencial. Por ejemplo, un cambio en el modo de
comunicarnos nos puede abrir la puerta a un nicho de mercado al que
antes no estábamos llegando. O un cambio en el modo de atender a los
clientes cuando llaman por teléfono puede hacer que su relación con
nosotros sea más satisfactoria. O una modificación en el modo de
adquirir recursos financieros nos puede abaratar los costes y
aportarnos una ventaja competitiva en precios. O un modo diferente de
tratar a las personas puede hacer que su grado de implicación aumente
y con ello, que aparezcan ideas que antes no nos estaban compartiendo.

Las personas, sea cual sea su puesto, son el activo más valioso que tiene
una empresa en estos tiempos, porque en tanto no se desarrolle la
inteligencia artificial hasta niveles en los que las máquinas sean capaces
de pensar, toda la innovación que usted puede proponer al mercado
depende de las ideas de la gente. No se puede despreciar tanto capital
intelectual; la vida del negocio le va en ello.
Espero que este texto le haya abierto la mente hacia un entorno que ya
está aquí y que nos ofrece posibilidades impensables para quien quiera
y sepa aprovecharlas. Hay miles de personas haciendo negocios desde
el butacón de su casa, con un ordenador y una conexión a internet,
vendiendo productos o servicios y arañando décimas de cuota de
mercado que antes pertenecían a otra empresa. Esto era imposible tan
solo una década atrás, y demuestra que la tecnología crea
oportunidades que aprovechan las personas con capacidad para ello.
Estoy seguro que en su empresa hay personas con este perfil, y es hora
de identificarlas y delegar en ellas responsabilidades que antes no

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tenían. El mundo es de los ágiles, no de los grandes. ¿Es usted uno de
esos “ágiles”? ¡¡A pensar!! :-)


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AGRADECIMIENTOS

Caty.- siempre me apoyó en todo, y esto no fue una excepción. Para


crear este libro he tenido que buscar horas por todos los lados, y
muchas se las quité a ella. Espero devolvértelas pronto, cariño.

Carla A.L.- a sus quince años se atrevió a leer un libro como este, que
poco tiene que ver con el tipo de lectura que le atrae a un adolescente.
Fue la primera persona que me ayudó a revisar el contenido y darme su
opinión, que considero muy valiosa por tratarse de alguien ajeno al
mundo de la empresa. Si para ella resultó atractivo… esto augura
buenos presagios.
Roberto P.M.- el contenido de este libro se gestó en las docenas de
conferencias y cursos que llevamos impartidas desde que somos socios.
No cabe duda que parte de las reflexiones que les comparto tienen
origen en sus puntos de vista y apreciaciones.

Sue Bernárdez.- una buena “perseguidora” por redes sociales que


siempre acude a nuestras charlas. Se prestó generosamente a revisar el
contenido y su opinión, como responsable de gestión de personas que
fue durante mucho tiempo, me resultó muy útil y esclarecedora.
ISEI (México).- Me dieron la oportunidad, hace diez años, de formar
parte de su equipo docente en una maestría llamada “Dirección en
organizaciones del conocimiento”. Eso me abrió la mente y despertó en
mí una pregunta extraña: ¿qué es eso de la era del conocimiento? Este
libro es el compendio de todo lo que pude explorar, aprender y
experimentar en este tiempo, cambiando mi mentalidad “industrial”
hacia ese sendero que ellos me sugirieron. Gracias por la oportunidad y
vosotros plantásteis la semilla de este libro.
MIRNA PINEDA.- Fue alumna mía en esa maestría del ISEI, pero creo
que estamos en el rol cambiado. Ella tiene mucho que enseñarme y
realmente yo debería ser el alumno. Eres una profesional como la copa
de un pino, Mirna, y tu opinión me merece mucho respeto. Gracias por
prestarte a leer anticipadamente este libro y por darme tus sabios
consejos. Te lo agradezco de corazón.

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JORGE GARCÍA VARGAS.- curiosas estas cosas modernas. Puedes
conectarte con una persona situada a miles de kilómetros, ver su perfil,
intercambiar unas palabras y acabar con la sensación de que nos
conocemos de toda la vida. Gracias por la oportunidad de presentar este
libro ante tu gente en Arizona, Jorge, y espero que en él encontréis
claves para mejorar vuestras organizaciones. Lo deseo de corazón.
A TODOS LOS LECTORES.- mi agradecimiento final es para usted, lector.
Los libros existen porque hay alguien detrás dispuesto a leerlos. Usted
hace que la literatura siga teniendo cabida en un mundo cada vez más
tecnológico y personal, en el que rara vez encontramos hueco para
sentarse delante de unas hojas escritas. Sin usted, estás páginas no
serían posibles.


fin
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