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UNIVERSIDAD CATOLICA

“LOS ANGELES DE CHIMBOTE”


FILIAL SATIPO

Facultad de Ciencias Administrativas y Contables


TRABAJO:
PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL MANEJO DE RIESGO EN
EL COMPORTAMIENTO ORGANIZACIONAL

CURSO : DESARROLLO ORGANIZACIONAL

DOCENTE : BENITO GONZALES, Nerio Fidel

SANCHEZ MOLLEDA, Carlos Alberto


ALUMNO :
OSPINA LIMACHE Sotero Cayo

CARRERA : ADMINISTRACIÓN

CICLO : VI

SEMESTRE : 2018 – I

Satipo – Perú

2018
DEDICATORIA

A Dios como ser supremo y creador nuestro

y de todo lo que nos rodea y por habernos

dado la inteligencia, paciencia y ser nuestro

guía en nuestras vidas.


INTRODUCCIÓN

La historia de América Latina muestra la gran vulnerabilidad de nuestra

Región a los riesgos naturales, los desastres y los cambios climáticos. Entre las

condiciones que generan riesgo en esta parte del mundo se cuentan los

terremotos, las inundaciones, los huracanes, pero también la pérdida de

glaciares, que afecta nuestra provisión futura de agua.

Todo esto exacerba las condiciones de pobreza de nuestra Región, donde más

del 50% de los habitantes están bajo la línea de pobreza. Los desastres hacen a

los pobres más pobres y atentan contra los procesos de desarrollo y su

efectividad.

En este sentido, el papel de los gobiernos y la sociedad civil (con una

responsabilidad común pero diferenciada) es estar preparados para la probable

ocurrencia de estos fenómenos. Una condición que aumenta esta exposición al

riesgo, tan dañina como la precariedad de infraestructura, es la escasa

participación social, que magnifica por inacción o por desorden los efectos de

un fenómeno natural.

Sin embargo, es necesario entender que la gestión de riesgos está conformada

por una serie de iniciativas o propuestas, que buscan eliminar las diferentes
condiciones que generan vulnerabilidad. Y para que estas propuestas funcionen,

no sólo deben estar diseñadas adecuadamente en términos técnicos, sino deben

estar planeados de tal manera que puedan ser asumidos sosteniblemente por las

personas.

Partiendo de la premisa que no hay éxito en la gestión de riesgos (como en todo

proceso de desarrollo) si la población no participa, este artículo busca plantear

un modelo para lograr esta participación. Para ello, usaremos como base

conceptual el Marketing social, que busca precisamente que las personas

adopten los productos (o propuestas técnicas) sociales y ambientales,

clasificación donde la gestión de riesgos se encuentra.

En primer lugar, haremos una revisión conceptual de gestión de riesgos y de

participación ciudadana. A renglón seguido plantearemos como puede

desarrollarse un proceso de trabajo en gestión de riesgos, pero no desde el punto

de vista técnico sino para asegurar la participación ciudadana en estos procesos.

Somos convencidos que sin participación no habrá éxito en procesos que

buscan ayudan a las personas e instituciones a gestionar el riesgo de desastres.

Por ello, creemos que este artículo puede ser un aporte importante al éxito de

los procesos de reducción de riesgos de desastres y, por ende, al desarrollo de

nuestra Región.
INTRODUCTION

The history of Latin America shows the great vulnerability of our Region to

natural risks, disasters and climate changes. Among the conditions that generate

risk in this part of the world are earthquakes, floods, hurricanes, but also the loss

of glaciers, which affects our future water supply.

All this exacerbates the conditions of poverty in our Region, where more than

50% of the inhabitants are below the poverty line. Disasters make the poor

poorer and undermine development processes and their effectiveness.

In this sense, the role of governments and civil society (with a common but

differentiated responsibility) is to be prepared for the probable occurrence of

these phenomena. A condition that increases this exposure to risk, as harmful as

the precariousness of infrastructure, is the scarce social participation, which

magnifies by inaction or by disorder the effects of a natural phenomenon.

However, it is necessary to understand that risk management is made up of a

series of initiatives or proposals that seek to eliminate the different conditions

that generate vulnerability. And for these proposals to work, not only must they

be adequately designed in technical terms, but they must be planned in such a

way that they can be assumed sustainably by the people.


Starting from the premise that there is no success in risk management (as in

any development process) if the population does not participate, this article

seeks to propose a model to achieve this participation. To do this, we will use

as a conceptual basis Social Marketing, which seeks precisely that people adopt

social and environmental products (or technical proposals), classification where

risk management is located.

First, we will make a conceptual review of risk management and citizen

participation. Next, we will consider how a work process in risk management

can be developed, but not from the technical point of view but to ensure citizen

participation in these processes.

We are convinced that without participation there will be no success in

processes that seek to help people and institutions to manage disaster risk.

Therefore, we believe that this article can be an important contribution to the

success of disaster risk reduction processes and, therefore, to the development

of our Region
PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL MANEJO DE RIESGO EN EL

COMPORTAMIENTO ORGANIZACIONAL

Está muy difundida la idea según la cual los desastres, en buena medida, son

culpa de la gente expuesta a la vulnerabilidad, riesgo y peligro. Es decir, se

tiende a desconocer que estas poblaciones están expuestas a la vulnerabilidad

por múltiples razones, como veremos más adelante, reduciendo la explicación a

que por “ignorancia” o desidia, la gente no se cuida. Pero además, hay la

inclinación por asumir que esta gente, dada su “inconciencia”, no está en la

capacidad de hacer nada frente a una amenaza de desastre. Por el contrario, el

imaginario común, estas personas aparecen como poco colaboradoras; sin

capacidad de actuar autónomamente; como un estorbo en las medidas de

prevención y emergencia. En el fondo prevalece la idea de ver a estas

poblaciones como víctimas de las circunstancias. Es decir, son culpables y

víctimas a la vez.

Puede que muchos de estos supuestos sean parte de la realidad; pero es una

versión parcial, muchas veces motivada por una visión pesimista de las

capacidades de las poblaciones pobres para hacer frente a las adversidades.

Se tiende así a descalificar las ideas, intereses, prácticas y aspiraciones de estas

poblaciones, bajo el supuesto que su condición de pobreza material la condena

a la inacción y a la recurrencia de conductas riesgosas.


Tal vez, la base del problema de esta versión pesimista de las capacidades para

enfrentar la adversidad que supone la vulnerabilidad y el riesgo ante los

desastres, está en que, por lo general, quienes se “hacen cargo” de esta

problemática, se auto califican como profesionales técnicos, expertos en

desastres, portadores de la solución. Desde esta postura, los “otros”, los

afectados, “no saben”, por eso están en esa situación de vulnerabilidad y peligro

permanente.

Ante esto, afirmamos que hacer frente al riesgo, la vulnerabilidad y el peligro

ante a los desastres, no es cuestión sólo de “especialistas”, o en el mejor de los

casos, de que la población participe ocasionalmente como “mano de obra”. Se

trata más bien de impulsar la participación ciudadana; es decir, de reconocer,

social y políticamente, de que todas las personas, especialmente las más

vulnerables, tienen derecho a construir su bienestar, su calidad de vida, y sobre

todo a aumentar sus capacidades de controlar los riesgos.

La participación ciudadana hace posible la movilización de la voluntad y

recursos de los actores sociales alrededor de la reivindicación de sus derechos.

Es el medio y los resultados del aumento de sus capacidades personales y

colectivas para alcanzar mayores niveles de calidad de vida. Así, la participación

no es un favor que se le otorgar a la gente, es ante todo un derecho. Consiste en

intervenir activamente en las decisiones y acciones relacionadas con la

planificación, la actuación y la evaluación de las actividades.


La exposición al riesgo, la vulnerabilidad, como hemos señalado, son parte de

la vida cotidiana de nuestras poblaciones. Ante la eventualidad de ciertas

amenazas muchas veces resulta difícil intervenir para que estas no ocurran. Lo

que si podemos es intervenir sobre la vulnerabilidad. Es decir, potenciar los

factores que nos puedan proteger frente a los riesgos.

Enfrentar el riesgo del desastre potenciando elementos de protección

comunitaria pasa necesariamente por una acción concertada y articulada de

todos los actores locales; no puede ser dejado sólo en manos de las autoridades

o de los “expertos” , pues la complejidad de esta tarea es enorme. Supone

aumentar la capacidad de la comunidad para hacer frente a los frecuentes

peligros, de tal manera que les permita prevenir y atenuar considerablemente

minimizando los daños que pueden provocar los desastres. Mientras menor sea

esta capacidad, mayor será la vulnerabilidad. En un plano mayor, se trata que

esta problemática forme parte de las agendas públicas, para que movilicen a la

población, las dote de recursos materiales y de conocimiento para saber convivir

con el riesgo. En este sentido, es fundamental desechar el asistencialismo, que

refuerza la dependencia, la vulnerabilidad y debilita la emancipación de la gente,

su autonomía y autoestima colectiva, claves en el enfrentamiento de la

adversidad.

Participación ciudadana se define como la relación que se establece entre los

individuos en su calidad de ciudadanos y el gobierno municipal o local con el


fin de hacer valer sus derechos, responder a sus deberes e influir favorablemente

en sus políticas y funcionamiento.

Cuando hablamos de reducción de riesgo de desastres estamos hablando de

acciones que involucran a ciudadanos y sus organizaciones, así como de

gobiernos (nacionales o locales), por lo tanto, estamos hablando de participación

y relaciones en la búsqueda de respuestas apropiadas para enfrentar desastres y

reducir la pobreza.

Tomando en cuenta que los procesos de planificación participativa también se

deben establecer las áreas geográficas sobre las cuales se desarrollan estas

acciones, consecuentemente el municipio es la unidad espacial considerada

como base para el análisis de necesidades o el planteamiento de soluciones. Es

a partir de esta unidad que se puede hablar de otras formas de asociación

intermunicipal, es decir de las mancomunidades o de las distribuciones por

cuencas hidrográficas ya que todas ellas conllevan a un mismo objetivo como

es la satisfacción de las necesidades sentidas por la población el uso y manejo

adecuado de los recursos naturales, desarrollo económico social, el uso

adecuado del suelo urbano, rural y el aprovechamiento del recurso humano con

que se cuenta.

Considerando las reacciones de los ciudadanos frente a los diferentes procesos

que se desarrollan en la localidad, de las oportunidades que se les brinda y las

herramientas e instrumentos que se ponen a disposición a través de las leyes y


reglamentos, valoramos hasta qué punto la ciudadanía tiene conocimiento y

hace uso adecuado de los espacios que se les pone a disposición.

Por cuanto, cada ciudadano tiene el deber y el derecho de participar en cada

espacio que se disponga tanto para aportar a las políticas públicas como para

consensuar acciones que permitan la participación mayoritaria en pro del

desarrollo local.

La Constitución de la República y las Leyes orgánicas referidas la:

participación ciudadana, municipios, el Sistema Nacional para la Prevención,

Mitigación y Atención a Desastres (SINAPRED); Ley de Ordenamiento

Territorial y al Plan Nacional de Gestión de Riesgo, expresan claramente que

existen las bases jurídicas para una real participación ciudadana, por

consiguiente falta que la ciudadanía se apropie y haga suyo los espacios y las

herramientas que se les brinda. Para tal efecto, el gobierno central y los

gobiernos municipales deberán facilitar y crear condiciones para una efectiva

participación.

Asimismo, el Marco de Acción de Hyogo (2005-2015) reconoce como una

prioridad de acción: “Velar que la reducción de riesgos de desastres constituya

una prioridad nacional y local dotada de una base institucional de aplicación”.

Considera como actividad necesaria: Promover la participación de la

comunidad en las actividades de reducción de riesgos de desastres mediante la

adopción de políticas específicas, el fomento de la acción concertada, la gestión


estratégica de los recursos de voluntarios, la atribución de funciones y

responsabilidades y la delegación y transferencias de la autoridad y los recursos

necesarios.

Como repuesta al impacto recurrente de los desastres, se crean mecanismos y

conforman estructuras de cara a la reducción de los riesgos de desastres. No

obstante, las comunidades cada día deben fortalecer sus capacidades como una

forma de enfrentar las problemáticas y necesidades de los territorios que ven en

estas estructuras una forma de aportar en la reducción de la pobreza y

especialmente en el salvaguardo de la vida que es el bien más preciado de los

ciudadanos. Por tanto, los esfuerzos de reducción de riesgos de desastres deben

incorporarse sistemáticamente en las políticas, planes y programas de desarrollo

sostenible y reducción de la pobreza.

LOS ACTORES LOCALES:

Cuando hablamos de los actores de la comunidad nos estamos refiriendo a los

niños, jóvenes, ancianos, a los trabajadores, comerciantes, empresarios, a las

amas de casa, líderes, dirigentes, a las autoridades del gobierno, de las

municipalidades, de los servicios de salud, de las escuelas, la policía, los

bomberos, los representantes de las iglesias, entre otros. Todos ellos son actores

en la medida de que el despliegue y movilización de sus capacidades y recursos,

contribuyen a la gestión de los riesgos.


Como decíamos anteriormente, la acción aislada de unos pocos actores no es

suficiente para hacer frente a la complejidad de la gestión de riesgos. Se requiere

formar una fuerza colectiva comunitaria organizada que sea consciente de sus

derechos a conquistar el bienestar, pero también que se sienta capaz de actuar

de manera concertada, conciliando intereses, definiendo prioridades,

negociando conflictos. La experiencia nos enseña que uno de los mayores

obstáculos para la participación protagónica de los actores comunitarios es

precisamente el escaso reconocimiento de sus derechos ciudadanos y

capacidades, tanto en lo que se refiere a alcanzar mejores niveles de bienestar

como de participar activamente en los asuntos que le atañen a su vida.

EMPODERAR A LA COMUNIDAD:

Se trata, entonces de empoderar a los actores de la comunidad para movilizar y

hacer un manejo adecuado de los recursos disponibles, para que capitalicen su

experiencia creativa de hacer frente a la adversidad y no sucumbir ante ella; para

el reforzamiento de la solidaridad comunitaria y el aumento de sus capacidades

personales y colectivas para afrontar creativamente y concertadamente las

situaciones de riesgo, vulnerabilidad y peligro.


LINEAMIENTOS PARA LAS ESTRATEGIAS DE PARTICIPACIÓN

COMUNITARIA

Estrategias y roles de los actores en la ejecución de acciones de manera

participativa con la comunidad organizada. 1) Agenda de Riesgos:

Incorporar la Agenda de Riesgos en las instituciones públicas locales y de

las organizaciones de base, de tal manera que esta problemática se

constituya en un eje programático del desarrollo local, evitando así que sólo

se atienda la emergencia y una vez concluida esta, todo quede igual que

antes, hasta la próxima emergencia.

2) Aumentar la Participación Ciudadana:

Hacer los estudios de riesgo, los proyectos y los planes de gestión de riesgo

con las propias organizaciones de la comunidad y con todos aquellos

ciudadanos, adultos y niños, que estén interesados en participar,

empoderándolos para que sean ellos mismo los que negocien sus propuestas

con las autoridades locales y del gobierno central. Esto se puede plasmar

en la formación de comités de defensa civil del barrio y zonal, articulados

al nivel distrital y a su vez al provincial, para establecer la gestión del riesgo

con corresponsabilidad de los actores locales desde el diagnóstico, la

formulación de propuesta, la ejecución, seguimiento, evaluación y control.


3) Valorar el Aporte Profesional:

Ampliar la participación de la población, empoderarla, no significa

renunciar a las capacidades profesionales y técnicas. Hay cierta tendencia

a “diluir” el aporte profesional, bajo el supuesto de que la “la gente siempre

tiene la razón”. Hay que trabajar desde las propias capacidades

profesionales, pero sin imponer nuestra “verdad” profesional, sino en

diálogo con la gente, con la realidad.

4) Aumentar las Capacidades de la Población:

Esta estrategia es vital para el empoderamiento de la comunidad. La gente

desde luego conoce su realidad, pero en ese conocimiento hay una serie de

creencias, supuestos, opiniones que no necesariamente ayudan a tener una

visión crítica de su entorno. Problematizar su realidad, tomar conciencia de

la necesidad de cambio, desmitificar supuestos es un proceso educativo de

máxima importancia para generar capacidades de cambio y compromiso

ciudadano. Es fundamental que la gente no solo tenga información sobre

los riesgos; eso es importante pero insuficiente para el cambio; se requiere

formar capacidades para aumentar su autoestima, que valore lo que tienen,

sentido de pertenencia a su comunidad, que busque el bien común, la

participación de todos, el manejo democrático de los conflictos. Las

medidas preventivas que puede servir para evaluar las capacidades

desarrolladas por la comunidad, tanto en el sistema educativo formal como

comunitario, pueden ser, por ejemplo, el desarrollo de simulacros masivos,


tomando en cuenta las normas y procedimientos de los bomberos y

protección civil o acciones de prevención diseñadas por la propia

comunidad, producto de la, con el propósito de validar los planes de

respuesta diseñados en función a la realidad de cada espacio territorial.

5) Trabajar con un enfoque Multisectorial:

No es posible atender la complejidad de los desastres, tanto en la

prevención, emergencia, recuperación y reconstrucción, si no se adopta un

enfoque pan disciplinario y multisectorial. Para ello es necesario impulsar

la concertación y horizontalidad en el manejo de las relaciones entre la

organización de base, grupos sociales, las instituciones de la localidad tanto

públicas como privadas, para hacer sinergia social. Ello se expresa en

formular planes participativos, multisectoriales (sectores públicos y

privados), transversales (que sus actividades deben estar comprendidas en

cada programa cotidiano propuesto o proyecto), multidisciplinario

(incorpora diferentes profesiones), que se incorporen en los planes

cotidianos de la comunidad del distrito y de cada sector., promover la

participación de la comunidad en las brigadas de respuesta, coordinadas

con el Cuerpo de Bomberos , Cruz Roja, Policía Nacional u otro actor

local.
PRINCIPIOS RECTORES DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA:

 Voluntariedad:

La participación ciudadana está reconocida como un derecho humano y con

el claro propósito de participar voluntariamente. Universalidad: significa

que debe proporcionar a la ciudadanía la igualdad de condiciones.

Institucionalidad asumida y efectiva: se institucionaliza y se convierte en

un derecho exigible por la ciudadanía y en una obligación del estado y sus

representantes para su efectividad. Equidad: proporciona a todos los

sectores de la sociedad, incluyendo aquellos de mayor vulnerabilidad los

instrumentos jurídicos y políticos necesarios para colocarlos en un plano de

igualdad.

 Pluralidad:

Implica el reconocimiento de la diversidad de valores, opiniones y prácticas

dentro de la ciudadanía. Solidaridad: permite actuar en procura del bien

común, más allá de los intereses particulares.

 Participación Ciudadana en el Municipio:

El fortalecimiento de los procesos de descentralización y autonomía en los

municipios permiten desarrollar instrumentos y crear capacidades tanto

para la prevención y respuesta como para la conformación de las instancias

y los mecanismos de participación ciudadana como:

 Comité de Desarrollo Municipal:


Constituye una estructura de carácter consultivo del gobierno local,

el cual tiene como propósito contribuir a la formulación de estrategias

de desarrollo local a través de la planificación participativa.

 Planificación Estratégica y Municipal:

Es una herramienta de la planificación municipal y permite la

participación de los diferentes sectores de la sociedad en igualdad de

condiciones.

 La Ley N° 337 y la Ley N° 40 contemplan como un derecho la

participación de la ciudadanía en Comités8 de Prevención,

Mitigación y Atención a Desastres y en todas las acciones que

desarrolle el SINAPRED.

Sin embargo, a pesar de contar con estos instrumentos legales la

participación de todos los ciudadanos no es todavía suficiente para

enfrentar los desastres. Se requiere de una participación más efectiva de

todos los sectores que hacen posible el desarrollo municipal.


GESTIÓN DE RIESGOS DE DESASTRES Y PARTICIPACIÓN

CIUDADANA

 Concepto de Gestión de Riesgos:

La historia de la acción de los gobiernos y la sociedad civil ante

fenómenos como El Niño, terremotos o erupciones volcánicas ha

mostrado que el enfoque es primordialmente gestión del desastre. Es por

ello que tradicionalmente no se ha prestado atención a la vulnerabilidad

(que implícitamente y equivocadamente se considera como

“condición de operación”) sino únicamente a las consecuencias fatales

que genera el fenómeno natural desencadenado.

Sin embargo, el concepto moderno de Gestión del Riesgos no acepta el

desastre como algo inevitable. Por el contrario postula la idea que “no

existen los desastres naturales”, ya que el desastre es considerado una

consecuencia de la intervención del hombre lo cual le quita su

característica de natural. Se define el desastre como: “Situación (….)

como resultado de un proceso peligroso de origen natural, socio natural

o antropogénico que, al encontrar condiciones propicias de

vulnerabilidad (…) causa alteraciones intensas, graves y extendidas”

(Lavell, 2006)
Es decir, los desastres no dependen sólo de los peligros naturales, sino que

la acción del hombre genera las condiciones de vulnerabilidad necesarias

para generar el desastre. Este concepto cobra gran importancia para

marcar las posibilidades de acción anticipada ante los desastres. Es por

ello que la gestión de riesgo se define como: “(…) Un proceso social cuyo

fin último es la reducción y atención, o la previsión o control permanente

del riesgo de desastres en la sociedad (…). Comprende los procesos de

planificación, de formulación e implementación de políticas y estrategias,

acciones e instrumentos concretos de reducción y control.” (Lavell, 2006)

 Relación entre Gestión de riesgos y participación ciudadana:

El concepto de gestión de riesgo comprende dos términos importante.

Empezando por el segundo, diremos que “riesgo” es algo potencial,

asociada directamente a la vulnerabilidad de una sociedad. Sin embargo,

la vulnerabilidad puede ser detectada ex ante y reducida, reduciendo así

el riesgo a desastres.

Por otro lado, el término gestión implica lograr resultados por medio de

otros. Implica un proceso que incluye no sólo la planificación y

visualización de la problemática, sino también la toma de decisiones y la

operatividad de los procesos, lo cual pasa necesariamente por la acción de

los diversos actores, de tal manera que hagan suyas las propuestas y las

ejecuten, no por imposición, sino por convicción, lo cual es absolutamente


necesario si consideramos que el riesgo y la vulnerabilidad dependen

directamente de los procesos humanos.

La participación de los diversos actores se hace además importante en las

dos perspectivas de la gestión de riesgo: la gestión llamada correctiva,

que busca visualizar y reducir las condiciones de vulnerabilidad y riesgo

existentes en una sociedad; y la gestión de riesgo prospectiva, que busca

que los nuevos procesos no generen nuevas condiciones de

vulnerabilidad. (Ministerio de Economía y Finanzas, 2007)

Ahora bien, en una sociedad no sólo debemos tomar en cuenta la

capacidad de resistencia a un peligro, el cual viene asociado a los procesos

técnicos (construcción, ordenamiento territorial, etc.) sino también su

capacidad de resiliencia, es decir la característica del tejido social que le

permite trabajar no sólo para reducir sus condiciones de vulnerabilidad

sino también, para una vez desencadenado el evento que genera peligro

natural, poder recuperarse de sus consecuencias.

Ambas capacidades (resistencia y resiliencia) no se generan

espontáneamente sino son resultado de procesos de formación de

capacidades. Y es aquí donde la educación a todo nivel juega un papel

fundamental.
 Gestión de riesgos y transversalidad

Para que esto suceda, es necesario que se genere la necesaria

transversalidad del tema al interior de las instituciones. Entendemos la

transversalidad como la introducción de los temas en las actividades que

hace día a día la institución, tanto en procesos curriculares (si los

desarrolla), como en la gestión misma de la institución (que asigne los

recursos humanos, financieros y administrativos a lograr resultados en

estos temas).

Normalmente se da una confusión entre la transversalidad y la

multidisciplinariedad (tratar el tema con diferentes profesionales sin

coordinación entre ellos) y la interdisciplinariedad (tratar el tema con

diferentes profesionales para temas puntuales). El concepto de

multidisciplinariedad es el que más se aplica en la gestión de riesgo, es

decir tratar un tema desde diferentes enfoques, sin coordinación entre

ellos. Por la misma definición, la multi y la inter disciplinariedad no

generan sostenibilidad, la primera por que se da espontáneamente y la

segunda porque necesita un motivo puntual. La transversalidad por el

contrario significa que los actores no sólo consideran el tema relevante

para su vida, sino además han asimilado y trabajado metodologías para

incorporar los temas en las actividades que desarrollan día a día. (Solano,

2007)
 Errores recurrentes en la gestión de riesgos

En base a los conceptos vertidos en el acápite anterior, podemos decir que

en la gestión de riegos en América Latina se incurren en los siguientes

errores:

a) Privilegiar la infraestructura sobre los otros tres aspectos

Es común que cuando hablemos de gestión de riesgos, la primera

mirada es hacia la infraestructura. Esto no tendría nada de peligroso,

si también se trabajara la necesaria generación de capacidades

(personales e institucionales) para que esta infraestructura fuera

usada en forma adecuada. Esto se puede interpretar como un

pensamiento que antepone el aspecto económico a los otros tres ejes

de la sostenibilidad (social, ambiental e institucional). Sin embargo,

está demostrado que las mejores inversiones para el desarrollo

integral de un espacio (y por ende para la gestión de riesgos) son

aquellas que toman en cuenta todos estos ejes al momento de

intervenir en un espacio.

b) No entender la importancia de que la población se sienta parte

de los procesos de gestión de riesgos:

Cuando hablamos del riesgo, estamos hablando de un impacto

potencial, que si bien es cierto se podría manifestar a través de la

infraestructura, es causada e impacta en la población. Por ello, será

imposible lograr resultados en cualquier proceso de gestión de riesgos


si la población no hace suyos los procesos que se emprendan. Esta es

una deficiencia que se percibe tanto en el sector público como en el

privado y está relacionada con el siguiente aspecto.

c) Reducir la acción en gestión de riesgos a lo asistencial:

Con frecuencia se considera que para atender las necesidades sociales

se requiere únicamente infraestructura o dinero. Y muchas veces los

pobladores, incluidas sus autoridades, opinan que la gestión de

riesgos se debe plantear en términos de miles de soles, más o menos,

sin pensar para qué. Esto no sería grave si este dinero se invirtiera

también en generar capacidades humanas.

d) No elevar las capacidades humanas en el sector público:

Esta situación se repite gobierno tras gobierno. Una “excelente

estrategia” para obtener la aprobación popular consiste en pagar

sueldos bajos a los empleados públicos, a quienes suele considerarse

incompetentes y “ociosos”. En países como el Perú, a través de la

historia, los puestos públicos han sido el botín político de los distintos

gobiernos. Sin embargo, cabe destacar que es el empleado público

quien debe ser el enlace entre la población y las instituciones para

generar desarrollo (en este caso, procesos de gestión de riesgos

exitosos), ya que es parte importante del eje institucional para tal fin.

El que no haya cumplido esta función en el pasado no significa que


su perfil deba ser de baja calidad profesional. La realidad demuestra

que los empleados públicos están dedicados a cumplir labores

rutinarias y no se han convertido en verdaderos impulsores de

desarrollo, en algunos casos por no contar con la capacidad para

hacerlo o por el exceso de controles que la propia actividad pública

les impone. Este desconocimiento del papel de las instituciones en el

desarrollo hace que la función pública se haya desvalorado y se

considere como “una gran decisión” el contar con un sector público

subremunerado.

e) Desconocer el verdadero papel de la educación en la gestión de

riesgos: En una construcción de procesos de gestión de riesgos que

se basen en la formación de capacidades humanas, el sector

educación se convierte en un eje fundamental. La educación no

abarca solo lo formal (en sus diversos niveles y modalidades) sino

también lo no formal (que se da en la sociedad). Es por ello que la

educación en gestión de riesgos no se puede limitar a simulacros y

charlas, sino también sobre todo a lograr que los diferentes actores

identifiquen sus necesidades, toman sus decisiones y actúen en

consecuencia. Es por ello, que la educación en gestión de riesgos

debe educar precisamente en lograr que cada persona gestione sus

riesgos, lo cual no se logra con procesos aislados.


f) Considerar que una sola institución puede asumir un tema

transversal como la gestión de riesgos:

Por definición, los temas transversales son importantes para la

sociedad y el desarrollo. Son aquellos que requieren ser abordados

para conseguir el desarrollo sostenible de los pueblos, y la gestión de

riesgos es uno de ellos. Sin embargo, no se aborda transversalmente,

sino en forma fragmentada, sin que el Estado y la sociedad tengan

una visión común sobre ellos. Está demostrado que una sola

institución no puede encargarse de la gestión de riesgos del país, pues

se necesita que todas las instituciones incorporen este tema como eje

de trabajo.

3. Qué buscar con la participación ciudadana en gestión de riesgos

Bajo el enfoque planteado, la participación ciudadana es fundamental para el

éxito de los procesos de gestión de riesgos. Por Participación ciudadana

entendemos como el proceso mediante el cual un proponente de procesos

(público o privado) y la sociedad establecen alianzas, realizan procesos de

comunicación (en doble vía) y generan soluciones a problemas comunes (OEA,

2001).
Una participación ciudadana efectiva y eficiente en gestión de riesgos, debe dar

como resultado reducción de la vulnerabilidad, reducción o eliminación de

conflictos y sostenibilidad de los procesos.

 Reducción de la Vulnerabilidad: Es decir, que tan susceptible es una

unidad social de sufrir daños por acción de un peligro o amenaza

(Ministerio de Economía y Finanzas de Perú, 2007). Para ello, la

participación ciudadana efectiva y consciente ayuda a:

 Disminuir la exposición: que está relacionada con las actividades

que llevan a cabo los grupos humanos. Por ejemplo, su estructura

productiva, su ubicación en el espacio geográfico, etc.

 Disminuir la fragilidad: relacionado con las condiciones de su

infraestructura y de sus relaciones sociales, y que tan capaces son

de resistir el impacto de un fenómeno natural.

 Aumentar la resiliencia: Es decir, la capacidad de recuperación o

adaptabilidad de una unidad social frente a fenómeno natural.

 Reducción o eliminación de conflictos: Según el Consejo Nacional del

Ambiente (Conam, 1999), los conflictos son situaciones en las cuales

colisionan intereses o ideas y es escasa la probabilidad de resolver estas

diferencias en el corto plazo. Es decir, situaciones donde el diálogo ya se

ha agotado y se hacen valer derechos a través de la vía legal o de la acción

de fuerza. Ahora bien, no todo problema es un conflicto o está condenado


a convertirse en uno. Un problema se convierte en conflicto cuando una

de las partes afectadas hace valer sus derechos. Es decir, todo conflicto

presupone la existencia de un problema, pero no todo problema llega a

convertirse en conflicto.

Sabatini (1995) reivindica la importancia de la Participación Ciudadana y las

capacidades humanas para evitar los conflictos, cuando menciona que las causas

de estos son:

 Debilidad en la gestión del Estado.

 Sistemas de gestión que no incluyen la negociación voluntaria entre las

partes.

 En la negociación y el diálogo se antepone lo científico-legal a lo humano-

social.

 No se consideran los puntos de vista locales en la relación entre las partes.

Existen dos errores muy recurrentes en el abordaje de conflictos (presentes o

potenciales):

 Creer que los conflictos se evitan o resuelven con argumentos técnicos

claros. Por ejemplo, muchos tomadores de decisiones creen que resolver

los problemas se limita a dar cifras o hablar de la inaceptabilidad técnica

de las demandas, cuando los conflictos tienen una raíz humana

(sensaciones, percepciones, creencias, mitos, etcétera), y es así como

deben abordarse para darles soluciones sostenibles.


 Considerar que los conflictos se forman por intereses políticos, cuando

estos sólo usan el descontento para generar los conflictos, pero dicho

descontento ya existe por demandas insatisfechas de la población.

La gestión de riesgos puede ser una fuente de conflictos, si es que no se asume

la necesidad de la Participación Ciudadana cuando:

 Se busca remediar los focos de vulnerabilidad, como construcciones,

ubicación inadecuada en el territorio, diseño de plantas o viviendas

inadecuadas, etc. (gestión correctiva). Esto implica inversión y cambios

en la forma de vivir de las personas, lo cual es fuente de resistencia y

posible conflicto.

 Se busca introducir conceptos de gestión de riesgo en nuevas inversiones,

construcciones o actividades económicas (gestión preventiva). Las

personas prefieren hacer lo que ya conocen y no arriesgarse en nuevas

formas de afrontar su vida diaria, por eso también se cuestionará medidas

como estas. Además, un argumento es la creencia que “no pasará nada”

muy común como justificación para la inacción.

 Se desea tomar medidas que disminuyan el riesgo una vez sucedido un

desastre, pues las personas en estas situaciones están más atentas a

solucionar sus necesidades urgentes. Si este tema no se ha organizado

preventivamente, es muy difícil que las personas participen.

No consideramos como conflicto los reclamos de la población que, una vez

sucedido un desastre, demanda atención inmediata a sus urgencias de vivienda,

alimento, abrigo, etc. Este aspecto no forma parte de la gestión de riesgo (por

definición potencial) sino de la atención del desastre. Pero aún en estas


circunstancias es necesario tener una participación ciudadana organizada para

tener resultados en el abordaje de estas necesidades en forma eficiente y eficaz.

c. Sostenibilidad de la gestión de riesgos: Asumir todos los aspectos anteriores

en un todo orgánico, dan como resultado un proceso de gestión de riesgos

sostenible y por ende, contribuye a la sostenibilidad de un proceso de desarrollo.

Es necesaria por supuesto la sostenibilidad económica, es decir contar con

financiamiento, flujo de fondos, etc., que permitan afrontar los gastos e

inversiones que la gestión de riesgos implica. Pero también es necesario, como

dijimos, que la genta haga suyos los procesos (sostenibilidad social), que no se

afecten los recursos naturales y la calidad del ambiente (sostenibilidad

ambiental, factor de riesgo en sí mismo) y que además se fortalezca la

institucionalidad para que de sustento en el largo plazo a los procesos de gestión

de riesgo. Es necesario dejar en estos temas la “lógica de proyectos” (con

resultados limitados en corto plazo) para abordar una “lógica de procesos

sostenibles” (con resultados que desencadenan otros resultados), y eso sólo se

logra con la participación activa e informada de los actores de la sostenibilidad,

las personas
CONCLUSIONES

La gestión de riesgos es fundamental en América Latina, región donde existen diversos

factores desencadenantes de desastres, sean terremotos, inundaciones, huracanes, etc.

Pero, como todo proceso que contribuya al desarrollo, no se trata de un proceso técnico

reducido a construcciones o inversiones, sino sobre todo se trata de procesos que debe

involucrar en forma sostenible a la población proclive a ser afectada por estos factores de

riesgo.

A lo largo de los años, se ha reducido el involucramiento a proceso de

comunicación, muchas veces desligados de los proceso de gestión de riesgos

que se desarrollan. Sin embargo, es necesario que las personas se involucren en

los proceso, para ello, debemos identificar con claridad los problemas, el

público con el cual se trabajar, los objetivos y propuestas. En base a ello, se debe

desarrollar procesos que hagan que la gente asuma estos procesos de gestión de

riesgos y los haga suyos. Es en este contexto que la comunicación se convierte

en una herramienta que ayude en el propósito de involucrar a la población, que

no sólo obtendrá conocimientos, sino también alternativas técnicas que no sólo


conocerá y valorará, sino que también sabrá aplicar en los momentos que sea

necesario.

En resumen, podemos decir que un proceso de gestión de riesgos debe plantear

con claridad el binomio propuesta clara más compromiso. Sólo así podremos

tener éxito en los procesos participativos de gestión de riesgos y reducir las

posibilidades que los desastres afecten en forma significativa a nuestras

comunidades.
BIBLIOGRAFÍA

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Caracas. III Coloquio sobre Microzonificación Sísmica: “Camino hacia

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políticas públicas”.

(material digitalizado)

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