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Preparé esta misa con la lectura de Isaías, “ungido para servir a los pobres”, y el evangelio del
Buen Pastor, del capítulo 10 de san Juan. Aunque no son las mismas que hemos escuchado
ahora ustedes ven que todas las lecturas están conectadas en el mismo misterio, en la misma
dirección…es el P. Hurtado el que las une.
Venir del aeropuerto directamente a este Santuario es como entrar al Templo de Israel de
Jerusalén e ir directo al Santo de los Santos. Es sobrecogedor ver al Cristo sufriente en la
hospedería y en la enfermería y luego venir aquí, sobre la tumba del Padre Hurtado y celebrar la
eucaristía, recordando al que dio luz y empezó todo.
A mí la lectura de Isaías me viene perfecto para indicar no solamente que Isaías refleja a Jesús,
sino que Alberto Hurtado y todos nosotros hemos sido ungidos para servir a los pobres. Venir al
Santuario es entrar en esa dinámica, entrar en el evangelios de Lucas: la misión de Jesús, su
entrega a los pobres, su dedicación a los que parece que en la sociedad no han encontrado
espacio. Los marginados, separados y excluidos son los nuevos pobres de nuestro mundo. Hasta
el siglo XVIII eran los míseros y luego fueron los proletarios: ahora son los excluidos. Pero es
siempre lo mismo: aquellos para los cuales no hay sitio en la sociedad. Son muchos. “Que los
pobres estarán siempre con vosotros” es una profecía que desgraciadamente se va realizando
generación tras generación, pero Dios unge siempre a un grupo de gente, a veces más monjas que
frailes; Dios continúa su labor.
Me preguntaron en Buenos Aires: ¿dónde están los problemas del mundo ahora y qué hace la
Iglesia? Aparte de decirles que ellos eran la Iglesia, por lo tanto qué hacían ellos, les recordé las
declaraciones de un librepensador español. Él se considera agnóstico, pero que recientemente
hizo unas declaraciones diciendo: “a qué viene este ataque de los políticos españoles a la Iglesia
(el Papa también lo ha recordado en su visita reciente y no les ha gustado a los españoles), ¿a qué
viene este ataque?: yo, que soy agnóstico, pero en cualquier parte del mundo donde voy, donde
haya sufrimiento, allí está una monja o un sacerdote, en cualquier parte del mundo. Piensen lo
que piensen, sean del país que sean, donde hay sufrimiento, donde hay segregación, donde la
humanidad llega a extremos, allí está la Iglesia. Por lo tanto, cada uno que crea lo que quiera,
pero no se puede negar que la Iglesia está presente entre los pobres.” Y viniendo aquí es evidente.
No es solamente la predicación, es la realidad de jesuitas, laicos, voluntarios, muchos quienes de
alguna manera contribuyen con su vida, con su servicio, buscando empleo precisamente donde
hace falta, donde se puede servir a los demás.
Todos sabemos que esta unción de la que nos habla Isaías, y que vivió el P. Hurtado tan
profundamente, no es exterior, no es un rito. Es la transformación de la persona por el Espíritu de
Dios, que nos mueve interiormente y nos lleva por el camino de Jesús. Yo creo que el signo de
que eso es verdad es el entusiasmo, la alegría, la naturalidad con que se hace el servicio. Y eso es
lo que yo estoy viendo al llegar aquí. Hay una naturalidad. Esto es natural, esto es lo que hacemos
porque esto es lo que haría Cristo, y ahí es donde todos nos unimos.
Este año tuve la oportunidad de ir a México en abril, para la reunión de nuestras universidades, y
allí pude ver la tumba de Miguel Pro. Yo creo que son los santos modernos, quienes nos dicen que
Infocap
Jueves 11 de Noviembre de 2010
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Jueves 11 de Noviembre de 2010
Para mí es muy importante, muy emotivo el venir a Chile en estos momentos. Ayer entramos al
Hogar de Cristo, la obra de Alberto Hurtado. Allí hay mucha historia, no solamente de servicio a
los que más lo necesitan, sino también de voluntariado, de muchísimas personas que están
contribuyendo y cooperando y que indican la capacidad que tiene Chile de reaccionar al
sufrimiento de los demás con un corazón generoso. La manera como Chile ha reaccionado al
terremoto y a la cuestión de los mineros indica, verdaderamente, un sentido ciudadano y un
sentido de profunda compasión y de profunda solidaridad que nos ha impresionado y nos sigue
impresionando a todos. Creo que Chile ha dado mucha luz al resto del mundo en un momento
sumamente crítico. Estuve en abril en Haití donde pobreza es extraordinaria, pero también la
capacidad de reacción es mucho más débil. El Gobierno no existe prácticamente y las ruinas
todavía siguen en la calle. Han abierto la calle para que puedan pasar los coches pero las ruinas
siguen donde cayeron. Hay edificios que están todavía a medio caer. Incluso el aeropuerto. En
cambio, Chile ha tenido una reacción y un dinamismo extraordinarios que han sido una verdadera
inspiración. Y ha sido una reacción que va más allá de las distintas fes: cristianos, musulmanes y
otros. Creo que estos momentos críticos son momentos claves donde la humanidad muestra lo
que es. No los deseamos y pedimos para que no se repitan. Pero cuando suceden, muestran lo
mejor o lo peor de la humanidad. Y en Chile, ciertamente, han mostrado lo mejor y eso nos
inspira.
Siempre pido que me digan qué temas interesan. Y me han dicho que, a lo mejor, empezar
hablando algo de las prioridades de la Compañía de Jesús. Yo diría, y es una cosa de la que estoy
convencido, que los desafíos que tenemos los jesuitas son exactamente los retos que tienen
ustedes. Los grandes retos de la religión han sido siempre el hambre, la pobreza, la guerra, la
violencia, la falta de sentido, la falta de alegría, la falta de solidaridad del sufrimiento, y la gran
preocupación de las grandes religiones ha sido siempre cómo disminuir el sufrimiento de la
humanidad. Por qué la humanidad tiene que sufrir tanto. Por qué la pobreza sigue tan extendida
cuando hay medios que pueden ayudar a superarla. Esa es la real preocupación del hinduismo, del
budismo, del taoísmo, del confucianismo, del cristianismo, del Islam, de todas las religiones.
Cómo ayudar a la humanidad a vivir más humanamente. Cómo acompañar a la humanidad en la
búsqueda de una sociedad mejor.
Nuestra preocupación es cuál es nuestro punto de entrada, cómo entramos en esos retos. Y ahí,
evidentemente, hay una diferencia entre laicos y jesuitas, profesionales y no profesionales, etc.
Ahí tenemos nosotros nuestra propia vocación y eso determina la manera como nosotros
hacemos el discernimiento para entrar y contribuir desde nuestra llamada que creemos que es
una llamada de Dios. Otros entran desde otros puntos de vista, pero todos colaboramos y
África y China
Luego, están las prioridades ya de tipo apostólico. Tenemos una que nos viene del Papa -la
Compañía de Jesús tiene un voto especial de obediencia al Papa- que son las casas romanas: la
Universidad Gregoriana, el Instituto Bíblico, el Instituto Oriental, los servicios a la Santa Sede
orientadas a la formación del clero. ¿Qué relación tiene esto con la prioridad de los pobres? Que
la mayoría de los estudiantes ahora vienen del tercer mundo. Es un servicio a iglesias pobres. Al
mismo tiempo estas universidades están ahora en un proceso de rehacerse en términos de
prestar servicios a otras instituciones que trabajan con los pobres. Creo que la Compañía de
Jesús se siente llamada, en este momento, a dar profundidad a todo lo que hace. Estamos en un
mundo en el que -con todas las mejores técnicas que tenemos- el peligro de superficialidad es
extraordinario. En México tuvimos una reunión de universidades y se habló de la globalización de
la superficialidad. Basta ver los periódicos: sin saber nada, ni de religión ni de muchas cosas, se
dictamina, se enjuicia a la gente, hasta se hacen juicios públicos, se atreven a acusar, se destruyen
familias, personas. No es culpa de nadie, es un sistema: un sistema de venta, un sistema de
información en el que hay mucho de ‘respétame en lo que hago’. Hoy para cualquier estudiante
la gran tentación es copiar y pegar, que es mucho más fácil que ir a la biblioteca adjunta. Es
copiar y pegar porque toda la información la tenemos en Google. Dicen que Google tiene ahora
más información que toda la información que ha acumulado la humanidad en cinco mil años.
Pero ¿quién puede confirmar que esa información es correcta, quién enjuicia esa información?
No hay tiempo para pensar.
Luego tenemos el apostolado intelectual, precisamente para dar esta profundidad. Creemos que
la Compañía de Jesús tiene una tradición intelectual de formación, de estudios, y eso es muy
importante hoy para la Iglesia y para la sociedad. Seguir entrando en la profundidad y no vivir en
la superficialidad. Preguntarse por qué, cuáles son los fundamentos, cuáles son las alternativas y
estudiarlas a fondo.
La quinta prioridad son las personas desplazadas, refugiados, inmigrantes. Y eso, como ustedes
saben, es un fenómeno enorme. Los últimos cuatro años de mi servicio en Japón fue trabajar en
un centro diocesano de inmigrantes y es un flujo continuo porque la humanidad no se resigna a
simplemente morir, entonces los más audaces salen buscando una posibilidad de vivir ellos
mismos, de crecer, de tener nuevas oportunidades y también de sostener a sus familias. He visto
filipinos en Japón y latinoamericanos que viven como ratas, en sitios pequeñísimos sin nada, para
pagar poco porque la vivienda en Japón es carísima y mandan todo el resto de dinero a la familia.
Es un sistema que contribuye a los países que envían inmigrantes pero no contribuye a la
humanización de nuestro mundo, al contrario, está creando más deshumanización. Hace dos años
el número de desplazados, inmigrantes, refugiados, emigrantes internos, era cerca de los 400
millones. Y sigue creciendo y es una realidad que no vamos a parar, que no va a cambiar. Tres
realidades que no van a cambiar en los próximos años y que tenemos que aprender a vivir con
ellas son la migración, la pobreza y la violencia. Es un sistema en el que no hay seguridad, no hay
posibilidades de supervivencia, entonces los menos imaginativos van a la violencia. Y repito: los
menos imaginativos. Por eso la educación es tan importante para educar la imaginación y ver
otras posibilidades de salir de los problemas, que no sean solamente los puños o la pistola.
Hay una sexta prioridad que se está desarrollando tácitamente y que probablemente tendremos
que reconocer, que son los jóvenes. En muchísimas provincias, ya es prácticamente una prioridad.
Es importantísimo porque los jóvenes son los que nos dan una esperanza para el futuro. En los
artículos que yo leo sobre filosofía, sociología, etc., los autores tienen poca esperanza de que
nosotros, los mayores, cambiemos de una manera radical porque ya tenemos nuestras
costumbres, nuestros hábitos hechos. Y entonces ¿dónde está la esperanza? La esperanza es la
Otra cuestión que me han dicho que puede ser de interés es qué temas emergentes van
marcando este tiempo en la Compañía de Jesús. Si lo formulamos en términos más religiosos
diríamos “dónde Dios nos ha ido llamando en estos últimos tiempos”. Es evidente que los temas
emergentes cambian según los Continentes y aquí es donde yo les puedo decir uno o dos, porque
en cada Continente hay temas distintos. Nosotros les llamamos fronteras.
Una frontera que hemos tenido siempre, desde el principio de la Compañía de Jesús, es la
evangelización. Pero la evangelización toma color distinto según el Continente. En Europa es
evangelización en un mundo muy secularizado y con una secularización agresiva, fuerte, militante
casi. Es una secularización que tiene que ser anti algo, anti teísta, o anti eclesial. Quizás porque la
historia ha hecho a las iglesias demasiado poderosas en sus países y entonces tienen una
reacción negativa. He vivido en Japón que es un país muy secularizado desde hace 300 años, pero
una secularización respetuosa, en paz. Respetan al budismo, al cristianismo, al Islam porque ven
ahí valores, un proceso de humanización que rescatar. En Estados Unidos es una evangelización
en un mundo donde hay miles y miles de católicos que se van separando de la Iglesia, porque
tienen problemas con sus obispos, porque los documentos de la Iglesia son difíciles de leer, etc.
En Latinoamérica será una evangelización en un mundo donde todavía hay injusticia, diferencias,
desigualdades que son ya masivas. Ahí la evangelización toma un color específico y lo ha tomado
desde hace muchas décadas. Tratamos de hacer ese mapa de retos y buscar la mayor necesidad,
emergencia, más universalidad, ir a donde otros no pueden ir, ir a esas fronteras, que son
conjuntos de desafíos donde todos vemos que hay problemas pero no sabemos qué se puede
hacer. Ahí tenemos que ir, a estudiar el problema, ver qué se puede hacer, buscar alternativas.
En todos estos desafíos, tenemos siempre la llamada a un servicio profético que no es solamente
hablar. A veces, sobre todo los que se designan a sí mismos como profetas, creen que basta solo
con hablar. El profeta, tal como nos dicen los biblistas, primero revela lo que está oculto, lo que
los Gobiernos quieren ocultar. Esto en Japón es una necesidad conocida porque parte de la
cultura japonesa es esconder los problemas. No es que se nieguen, es que no se ven. Existe una
autocensura muy fuerte porque el problema que sale a flote, crea otros problemas. Y es
importante en una sociedad que tiene como ideal la armonía. En cambio el profeta busca una
armonía después del conflicto. Vamos a ver cuál es la realidad, vamos a buscar una solución y allí
vamos a tener la armonía, no en negar la realidad. Aquí tenemos una vocación que es dejar que
el pueblo rehaga la realidad. Si uno es profeta, no basta con mostrar la realidad; tiene que
prometer, ofrecer alternativas. Y esto es una preocupación de todos los grupos que tratan de
servir, y cada vez que hay una reunión internacional de políticos hay una reunión paralela de
ONG, grupos cristianos o islámicos o protestantes, buscando una alternativa y el eslogan puede
ser ‘otro mundo es posible’ o ‘la justicia es posible’. Ahora se habla también de ‘otra Iglesia es
posible’. Esa alternativa es parte del servicio profético. Y el profeta, cuando habla a Israel, le dice
“caminamos a un mundo nuevo, donde habrá cielos nuevos y tierra nueva”, o Ezequiel promete la
vuelta a Israel: “vamos a ser otra vez el pueblo de Dios”, o Jeremías habla de responder con
realismo a una situación de opresión para preparar el futuro y siempre hay un futuro. Y el profeta
que no ofrece alternativas, es un profeta de mal agüero. No es Dios prometiendo a su pueblo un
Preguntas
-¿Cree usted que la inserción sigue siendo un vehículo apropiado de opción por los pobres o, tal
como parece haberse impuesto en nuestro Chile, lo es el modelo de trabajar para los pobres sin
estar insertados?
- Estoy convencido de la inserción. Cuando más cerca estemos de los pobres –y la inserción es una
manera de acercarse y participar en su vida- más nos enriquecen espiritualmente. San Ignacio, en
su tiempo, envió a dos jesuitas teólogos, al concilio de Trento. Y el Concilio de Trento no fue un
concilio para solucionar los problemas de los pobres, fue para solucionar los problemas de la
Iglesia, en medio de la reforma protestante, etc. pero les dijo que en sus tiempos libres dieran
catequesis a niños y vivieran en el hospital, como los pobres, y desde allí iban al concilio. Esa
manera de pensar me parece que es extraordinariamente creativa porque desde los pobres la
teología se ve distinta. Porque desde los pobres la Iglesia está preocupada por los problemas de
humanidad más profundos que caminan no solamente a través de teorías, o teológicas o
filosóficas, o lo que sea. La teología no salva. Lo que salva es la fe, es la apertura del corazón a
Dios, al futuro, a los demás, etc., de manera que cuando estos dos jesuitas, Laínez y Salmerón,
iban del hospital al Concilio, imagino que irían silbando la música de los pobres, no la música de
los cardenales. Ahora, ¿cómo se hace esta inserción?, ahí es donde viene ya una serie de
decisiones, de discernimientos que es local.
- Carlos Bresciani S.J.: ¿Cuál cree usted que es el modo de aproximarse a un lugar de frontera
donde estamos en diálogo intercultural, interreligioso? Estoy pensando también en el contexto
latinoamericano de las culturas indígenas, en donde la Compañía está presente.
- De la experiencia asiática yo diría que lo primero que hace falta es desprenderse de todos los
prejuicios que llevamos dentro. Tenemos muchos prejuicios por las culturas indígenas. Son
culturas milenarias, de miles de años. Son culturas profundas que han ayudado a generaciones y
generaciones a vivir humanamente, negociar problemas, negociar relaciones. Un respeto básico a
este esfuerzo de una humanidad que ha caminado bien durante miles y miles de años, creo que
es fundamental. Si vamos, tenemos que ir con gran humildad. Ir a aprender más que a enseñar.
Ir a ver cómo Dios ha estado trabajando allí antes que nosotros. Antes de que llegaran los
cristianos misioneros, Dios estaba ya allí trabajando años. La primera función en términos
puramente ignacianos sería descubrir los signos, cómo ha estado Dios trabajando en esa cultura,
Gracias por venir aquí hoy. Sé que algunos han viajado 1.400 o 2.000 kilómetros. Es difícil venir
desde fuera y hablar. Le pregunté al Provincial antes de venir que me dijera qué líneas podrían
ser de interés. He elegido algunos puntos de los que recibí algunas preguntas que han hecho
ustedes y dejaremos tiempo para nuevas preguntas.
1. Preocupaciones
Me preguntan qué es lo que a mí me preocupa en el momento actual de la Compañía. Yo diría
cuatro cosas: la formación, la crisis de la que estamos saliendo, las condiciones para el
discernimiento y el riesgo de que la Compañía esté distraída.
Formación
Me preocupa la formación en general porque ella es el futuro de la Orden y de lo que quería san
Ignacio: la solidez de nuestra vida, la relación, la entrega…
En esencia lo que me preocupa es que la espiritualidad ignaciana es dinámica y que cuando nos
introducimos en ella pasan cosas. A medida que la Compañía nos acepta, vamos cambiando,
vivimos un proceso de transformación. Eso está muy bien expresado en los documentos recientes
del P. Kolvenbach sobre la formación. Y hay un librito en el que están los distintos aspectos de la
formación en distintos estadios. Y para cada estadio hay objetivos y procesos. Esto está muy bien
hecho y yo no pienso sacar por el momento documentos nuevos sobre la formación.
Se supone que algo pasa en cada estadio de la formación. Mi pregunta es: eso que tiene que
pasar, ¿pasa? A veces me da la impresión de que tenemos esquemas de formación en que, como
en la universidad o en los colegios, las personas se gradúan. Dos años de noviciado y todo el
mundo hace los votos, menos los que no son para la Compañía. Pero muchas veces vamos a los
votos cargados con un par de problemas que había que solucionar en el noviciado para que
pasara lo que tenía que pasar. Por ejemplo, en alguna provincia –yo hablo con libertad porque no
conozco Chile, por lo tanto no estoy criticando a Chile–, a veces en el noviciado se ve que una
persona tiene un problema bastante profundo y lo mandan al psiquiatra. Eso está muy bien,
probablemente necesita ayuda psicológica, pero ella le consume seis meses o un año de
noviciado. Eso no es para hacer en el noviciado porque en el tiempo que estamos yendo al
psiquiatra estamos concentrados en nosotros mismos y el noviciado es precisamente para salir
de uno mismo. Eso se hace antes, se pone un paréntesis. Nos encontramos con una contradicción
interna que afecta mucho el crecimiento de la persona. A veces se llega a los votos con un par de
problemas que todavía hay que resolver y profundizar, pero el novicio hace los votos y va al
juniorado y el rector no tiene ni idea de que este novicio viene cargado con dos cuestiones que
resolver. Y en el juniorado no pasa nada. Y va a filosofía, al magisterio y a la teología con los dos
mismos problemas. Y llega el momento de la profesión y entonces la presentación de profesión
dice: “Esta persona tiene problemas, pero son problemas muy antiguos. Ya los tenía en el
noviciado y los tuvo en filosofía y los tuvo en magisterio y teología y ahora ya lleva 20 años en la
Compañía… pues hay que admitirlo a últimos votos”. Esta no es la manera como habría actuado
san Ignacio.
3. Nuestra misión
¿Cuál es nuestra misión hoy? Nuestra misión, por supuesto, viene determinada por el
discernimiento local. Yo no puedo decir cuál es la misión de Chile. Saberlo es fruto de un
discernimiento que tienen que hacer ustedes con sus colaboradores. Quisiera referirme a la visión
del Evangelio que nos debe orientar, a la actitud pastoral fundamental y al estilo comunitario.
La visión tiene que ser la del Evangelio y por lo tanto tenemos que aprender a incorporarla. Y una
parte muy importante de nuestra formación es todo el proceso de incorporar la visión del
Evangelio de una manera inteligente, con una filosofía seria, con una teología adecuada. Es todo
un proceso de interiorización y de incorporación. Digo incorporación porque se parece a
encarnación. En tiempos de Ignacio se hablaba de las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva,
pero san Ignacio en los Ejercicios establece cuatro semanas. En la espiritualidad hindú hay cuatro
estadios y al último estadio, que correspondería a la cuarta semana a la contemplación para
alcanzar amor lo llaman en inglés “embody vision”, “visión hecha cuerpo”. Si nuestra
espiritualidad no se hace cuerpo, es teórica. No basta con definir, nombrar o encontrar la palabra
justa: hay que hacerla cuerpo, o sea que nuestro cuerpo exprese el Evangelio. La encarnación, la
eucaristía, la resurrección son todas corporales. Mientras la espiritualidad cristiana no se dé en el
cuerpo, no ha llegado a su madurez. La visión, por lo tanto, es la del Evangelio, pero hecha
cuerpo.
La actitud fundamental de san Ignacio, y yo creo que tiene que seguir siendo la nuestra, es
eminentemente pastoral: ayudar a las almas. Santificarnos a nosotros, pero ayudar a las almas. Y
esta es una ayuda integral, total. Ayudar a las almas a crecer, a las personas a ser como Cristo, a
llegar a la estatura de Cristo. ¿Qué es para mí lo más serio de los abusos sexuales a menores? Que
esta dirección pastoral se ha corrompido, se ha roto completamente, y en lugar de llevar a las
personas a Cristo, los traemos a nosotros para abusar, para sacar ventaja de ellos; esto es un
abuso completo de nuestra misión. Se tergiversa totalmente la dirección de la pastoral. Y eso no
solamente con niños; puede pasar con personas mayores, puede pasar con todo tipo de personas.
Cuando, en lugar de ayudar, estamos atrayendo a la gente hacia nosotros, porque queremos ser
más populares, queremos gozar más o lo que sea, estamos rompiendo completamente la misión
que Dios nos ha dado.
El estilo es comunitario, y esto sí es nuevo. Uno de los temas de la Congregación XXXV que se está
estudiando más en todo el mundo, en distintas comunidades, y se ha recibido muy bien, –y se
está estudiando porque es un tema que no es fácil–, es la comunidad. ¿Por qué la Congregación
XXXV habla del tríptico identidad-comunidad-misión y por qué habla de “comunidad como
misión”? Es algo nuevo en nuestro lenguaje. Esto se está estudiando con mucho interés y creo
que es un tema importante porque se refiere a nuestro estilo. Nuestra manera de trabajar tiene
que ser con la comunidad al centro.
Yo he pasado por diversas maneras de comprender la comunidad. Desde la mal entendida
fórmula de san Juan Berchmans, mea maxima paenitentia vita communis, que era bastante
negativa y no ayudaba mucho a la vida de comunidad, a la communitas ad dispersionem, que
también fue un término popular, sobre todo entre los que vivían fuera y que no gustaba al
P.Kolvenbach quien decía que lo correcto era communitas ad missionem, para la misión. Ahora se
PREGUNTAS
- Óscar Jiménez: En estos momentos estoy sirviendo a 2.000 km de acá, en el norte, a petición del
obispo de la Diócesis, en el terreno de la espiritualidad. Estoy colaborando desde hace tres años.
La primera pregunta es qué posibilidad hay en la Compañía de que el cargo de General no sea
vitalicio. La segunda es referida a la distinción que hay en la Compañía con jesuitas de cuatro
votos y de tres votos: ¿qué posibilidad hay de que eso se unifique y haya una sola calidad de
jesuitas? Porque lo primero me parece anacrónico y lo segundo me parece discriminatorio y que va
Queridos jóvenes:
Nos acompaña hoy el padre Adolfo Nicolás, quien está de visita en Chile hasta mañana. Él fue
elegido General de la Compañía de Jesús el 19 de enero de 2008, al inicio de la Congregación
General N° 35 de la Compañía de Jesús. Es el vigésimo noveno sucesor de san Ignacio de Loyola en
la conducción de la Compañía de Jesús. Quisimos invitarlo por el testimonio y mensaje que él
entrega. Ha vivido más de cuarenta años de su vida en Asia, sobre todo en Japón, donde estudió y
además trabajó como profesor de teología en la Universidad Sofía de Tokio. Fue provincial de los
jesuitas en Japón y también ejerció el cargo de presidente de la Conferencia de Provinciales
de Asia Oriental y Oceanía.
El padre Nicolás se mantiene en constante movimiento. Por su cargo de General ha visitado ya
gran parte o todos los continentes de nuestro planeta. Su vida ha estado marcada por el diálogo y
el conocimiento de otras culturas y religiones. En diversas entrevistas ha expresado sus deseos de
poder transmitir el Evangelio de Cristo de una manera vital, dinámica, flexible, más cercana.
Queremos que esto sea provechoso para la formación de todos ustedes.
Padre General: Están aquí junto a usted jóvenes vinculados a los jesuitas en Chile. Jóvenes de
diversas procedencias. Alumnos de colegios vinculados a la Compañía de Jesús y a la Red de
Educación ignaciana. También ex alumnos. Se encuentran presentes jóvenes pertenecientes a la
Comunidad de Vida Cristiana (CVX), jóvenes del Centro Universitario Ignaciano de la Universidad
Alberto Hurtado, jóvenes pertenecientes a las parroquias encomendadas a los jesuitas, jóvenes
que trabajan y son voluntarios de UTCh, del servicio jesuita a migrantes, y otros tantos jóvenes
vinculados a la espiritualidad ignaciana.
Hace dos años hemos conformado una Red Juvenil Ignaciana, que nos vincula y articula mejor en
el apostolado juvenil y que quiere potenciar nuestra identidad común. Si bien hay distintos
carismas entre los jóvenes que se encuentran aquí, hemos aprendido que lo que tenemos en
común, que es la espiritualidad ignaciana, los Ejercicios Espirituales, el carisma apostólico, nos
hace mucho bien para vivir esto juntos y caminar unidos en el Señor.
Lo hemos invitado hoy para que nos ayude con su inspiración a fortalecer este camino, para que
nos ayude a ponernos más cerca de Jesucristo. Le agradecemos poder hoy estar con nosotros.
Buenas tardes. Muchas gracias por la reflexión y por la introducción. El tema que podemos
reflexionar juntos, que es el tema de toda la Iglesia y del momento, es qué podemos hacer o qué
pueden hacer ustedes los jóvenes en este momento de la historia y de la Iglesia. No es un
momento fácil. No es un momento simple. Es más bien difícil, complejo, en un mundo que está
cambiando con una rapidez enorme.
El otro día leí que los trabajos que ustedes, estudiantes, desearán más cuando se gradúen a partir
del año 2012, todavía no se han creado. O sea, el mundo está cambiando a esa velocidad. Los que
se gradúen ese año, buscarán trabajo y les gustará un trabajo que todavía no sabemos lo que es.
Van saliendo cosas nuevas, necesidades nuevas, oportunidades nuevas, a una velocidad que es
muy difícil seguir.
Estamos en tiempos donde la comunicación tiene una rapidez increíble. Dicen que Google tiene
más información que toda la información que tenía la humanidad en los últimos cinco mil años.
Claro, el problema está, como ustedes se imaginan, en quién me prueba a mí que esta
información es correcta y verdadera. No hay manera de comprobarlo ni tampoco hay facilidad
para pensar, para reflexionar, y estoy seguro, porque lo he visto en Japón, en Filipinas, España,
Estados Unidos y en muchos otros sitios, que la mayor tentación que tienen ustedes en la
universidad o en el colegio es copiar y pegar. ¿Verdad o no? Yo creo que sí. Copiar y pegar.
Porque la información está ahí. No hay tiempo para pensar. No hay tiempo para ir a la biblioteca.
No hay tiempo para trabajar los temas. Y entonces, Google lo hace más fácil.
En estos tiempos, con este tipo de cambios, ¿cuál es nuestra misión?
La misión del cristiano sigue hoy tan viva como en cualquier época anterior. Los cambios sociales,
académicos o culturales, no afectan el hecho de que la humanidad siga necesitando personas que
sirvan, personas que dediquen su vida al servicio. La humanidad sigue sufriendo. Seguimos
teniendo violencia, pobreza, hambre, injusticia y la humanidad sigue sintiéndose sola. Hay mucha
soledad, mucha falta de esperanza y mucha falta de alegría.
La misión
La misión nace de una confluencia de factores. O sea, la misión no es simple. No es que a mí un
sacerdote me dice: “eh, tú vas para cura”, o un ingeniero me dice “por qué no eres ingeniero
como yo”, o mi padre que es médico dice “yo quiero que tú seas médico”. Así no es como nace la
misión. La misión es siempre compleja. Porque tiene que salir desde dentro. Y sale de dentro
como resultado de una serie de factores. Y estos factores yo diría que son tres, como un proceso.
Primero: La misión es el encuentro con una necesidad importante: de un terremoto, pobreza,
violencia, enfermedad. Hay un encuentro con una realidad que es dura, que hace sufrir, que
requiere una respuesta de ayuda. Cada vez estas necesidades se van haciendo más amplias. Por
las comunicaciones que tenemos, hoy es todo el país que llama a todo el país. Pero no solo el país.
Hoy las necesidades son mucho más internacionales. Esta mañana he podido visitar brevemente
Un techo para Chile y también Un techo para mi País, que es ya una red internacional y está
sirviendo a 19 países. Ahora están ocupados con Haití y cómo ayudar a un pueblo que sigue
caminando entre las ruinas de un terremoto que sucedió antes del de Chile y todavía no se ven
signos de gran cambio. O sea, hoy las necesidades se van ampliando. Por lo tanto, primero es un
encuentro con esas necesidades.
Segundo: Hay un corazón que es capaz de sentir. Y yo esto lo subrayaría. Si se acuerdan del
Evangelio, cada vez que pasa algo es porque Jesús ha dejado que una necesidad de la gente le
La Iglesia
Un campo en el que se nos pide nuestro servicio y el de ustedes jóvenes, es la Iglesia. ¿Cómo
responde la Iglesia a los problemas que están emergiendo hoy? La Iglesia responde como
respondan ustedes, porque ustedes son la Iglesia. La Iglesia no es el Papa y los obispos solos. Si no
existieran ustedes, los obispos no tendrían nada que hacer. Y lo mismo los sacerdotes. El
sacerdote y el obispo están al servicio de la comunidad que es la Iglesia y que responde a las
necesidades del tiempo. Yo creo que, objetivamente hablando, la Iglesia es la única oferta que
tenemos en el mundo que se preocupa de la comunidad amplia que es la humanidad. Todos los
clubes tienen como fin servir a los que están dentro, a los miembros de los clubes. La Iglesia es la
única organización cuyo fin es servir a los de fuera.
Al mismo tiempo, todos sabemos que la Iglesia tiene sus limitaciones. Todos sabemos que el
“factor humano” está siempre en la Iglesia y eso, sinceramente, creo que nos hace sentirnos en
casa. La Iglesia no es para los perfectos. En Japón, a veces los misioneros han presentado una
Iglesia tan ideal, tan perfecta, que muchos japoneses dicen “es un mensaje magnífico, pero no
para mí. Es demasiado difícil. Eso es para los buenos.” Y cuando un misionero invita a un japonés a
bautizarse dice: “¿quién, yo? ¿Yo me puedo bautizar? Pero si yo fumo, bebo, tengo esto y lo
otro.” La Iglesia es una Iglesia de personas como nosotros, imperfectos, limitados, pero con buen
corazón. Y como la Iglesia es una Iglesia imperfecta, nos sentimos en casa. Si la Iglesia fuera solo
para los perfectos, yo no estaría ahí. La Iglesia es para todos: buenos y malos, pecadores y no
pecadores. ¿Por qué? Porque Dios va mucho más allá de nuestros pecados, mucho más allá de
nuestras limitaciones, acepta a todos y, conociendo nuestras limitaciones, ha sido y continúa
siendo el Padre de todos.
El tesoro de la Iglesia no está en el factor humano. El factor humano es “lo normal”, digamos, del
material de la Iglesia. El tesoro de la Iglesia es que Cristo es la cabeza, Cristo es la inspiración,
Cristo es el centro de la Iglesia, y Cristo es el que hace posible una posibilidad nueva. Y san Pablo
diría “a pesar de todo”, que es una expresión muy importante para entender el cristianismo. “A
pesar de todo”, hay perdón. “A pesar de todo”, podemos crecer. “A pesar de todo”, nos podemos
perdonar. Porque Dios nos perdona a pesar de todo. Siempre que se sientan deprimidos, digan
eso: “a pesar de todo”, porque ese el mensaje del Evangelio.
La vocación
Y ahí es donde nuestra vocación se desarrolla. El problema de la vocación no es solamente para
vocaciones especiales. Todos tenemos una vocación. La Iglesia y la sociedad necesitan todas las
vocaciones posibles, pero como vocaciones. Y explico por qué subrayo esto. Es evidente, en estos
últimos años que en muchas partes del mundo las vocaciones se están debilitando. ¿Cuáles eran
las vocaciones tradicionales? No solamente sacerdotes y monjas, sino maestros de escuelas,
profesores de colegios y universidades, médicos, enfermeras. Estas eran vocaciones. Eran
El camino ignaciano
En nuestra vocación tenemos que armonizar el reto que suponen las necesidades humanas: la
respuesta que queremos dar todos y el contexto social que determina mucho nuestro camino. Y
nuestro camino, por lo que me han dicho de todos ustedes, lo que une a este grupo, es un camino
inspirado en san Ignacio. La espiritualidad: el modo de elegir, de pensar y de buscar de san
Ignacio. ¿Cuál es este camino? Es un camino que aparece muy claro en los Ejercicios Espirituales.
Es un camino que trata de hacernos personas libres. Solamente si somos libres podemos escoger
bien. Y el camino de san Ignacio es básicamente liberarnos interiormente.
Cuando me he reunido en otros sitios con jóvenes, una curiosidad que siempre he tenido es:
ustedes jóvenes que quieren ser libres -y es un deseo genuino, auténtico, magnífico- ¿por qué
permiten a las tiendas de tejidos que les digan cómo tienen que vestir? ¿Por qué dejan que les
quiten la libertad cuando viene la moda, por qué todos visten así? Entonces, en nombre de la
libertad, pierden ustedes su libertad. Esas son preguntas que tenemos que hacernos siempre,
porque no es solamente algo de ustedes –no crean que estoy tratando de criticarlos-, sino que
nos pasa a todos. Nos dejamos influenciar por la moda, por lo que está en el mercado, por la
propaganda, etc.
Yo creo que una opción es una fiesta que pide todo. Que pide todo no quiere decir que todos
tienen que ser monjas o sacerdotes. Que pide todo quiere decir que todos tenemos que
encontrar nuestra vocación, sea cual sea. Entonces, encontrarán la felicidad. Recuerden que el
Evangelio dice: el que esté dispuesto a perderlo todo, puede ganarlo todo. Este valor es muy
ignaciano y evangélico, y es el gran reto para los jóvenes de todas las edades. Yo no soy tan niño
ni tan joven, y lo que sigue siendo para mí hoy día es un reto continuo. Y, claro, en ese caso hay
que decidir: sí o no. Ese es el reto que el Evangelio nos pone y yo les dejo en el aire.
Muchas gracias.
Como hoy celebramos la memoria de san Ignacio, podemos reflexionar juntos sobre las lecturas
que acabamos de escuchar. Las lecturas nos presentan tres dimensiones distintas, pero
complementarias, de la espiritualidad de San Ignacio. Las tres de una manera un poco dramática,
pero por eso mismo nos ponen el contraste que supone seguir el camino de Cristo o no seguirlo.
La vida es decidir
La primera lectura tiene un tono un poco impresionante. Dios nos desafía. Nos reta. “Pongo
delante de ti la vida o la muerte. Elige la vida y vivirás. Elige la muerte y no vivirás”. San Ignacio
era plenamente consciente de que la vida es una elección continua, sin parar. De la mañana a la
noche estamos tomando pequeñas decisiones, grandes decisiones, en casa, en los negocios, con
la educación de nuestros hijos, con la compra o la venta, todo lo que sucede alrededor nuestro
está basado en una serie continua de decisiones. No hay escape. La vida es decidir. Y todo el
proceso de la espiritualidad ignaciana es ayudarnos a decidir bien.
Dios, evidentemente, no es políticamente correcto. Nosotros estamos siempre buscando
eufemismos, cómo decir las cosas sin ser incorrectos. Y hay grupos que dicen: “nosotros estamos
a favor de la elección” (for choice) y san Ignacio dice “todos estamos eligiendo”. No puedes decir
“elijo o no elijo”. Si yo digo “yo decido no elegir”, quiere decir que mi elección es por dejar las
cosas como están. Es una decisión.
Dios no es políticamente correcto y llama las cosas por su nombre. El problema no es si elijo o no
elijo. El problema es si elijo la vida o la muerte: decir esto es políticamente incorrecto. San
Ignacio lo entiende perfectamente y está en sintonía con el gran poeta italiano Dante, mucho
anterior a él, que empieza la Divina Comedia –este poema a la vida, a la historia–: “En medio del
camino de nuestra vida, me encontré en una selva oscura. Me di cuenta que el camino estaba
errado.” Así empieza un poema que es un poema a la vida, un poema a la historia. Todos estamos
en un camino y todo sucede en medio del camino de nuestra vida. Siempre. Estamos en medio de
conflictos, de situaciones difíciles. Y nos encontramos en una selva oscura: confusos, perdidos, sin
saber qué hacer.
Así se encontraba Ignacio después de que lo hirieron en Pamplona y le operan, sale mal, se opera
otra vez, y está confuso y quiere entretenerse y pide lecturas. Está en el medio del camino de su
vida; está en el momento en el que va a tomar una decisión capital. Y eso es una parábola de
nuestra vida. Nuestra vida es en medio de confusiones, en medio de dificultades, en un mundo
que está cambiando tenemos que tomar decisiones. Y la espiritualidad de san Ignacio comienza
aquí. Él aprende a decidir precisamente cuando parece que no tenía ya ninguna decisión pues se
había terminado su carrera. Al terminarse “su carrera”, aprende a decidir. Creo que es una gran
lección para todos nosotros.
Si he aprendido algo en estos dos años y medio que llevo de General (todavía soy un aprendiz) es
esto: que hay que decidir sin parar, continuamente, porque la vida es así. Y la pregunta que nos
Cristo es el centro
La segunda lectura nos da otra dimensión de la espiritualidad ignaciana también presentada de
una manera dramática. Aquí es Cristo como el tesoro, el centro de la vida cristiana, de la vida
espiritual. Cristo como el que toma el puesto de todo lo demás. San Ignacio quizá, mirado desde
ahora, nos parece como un hombre que no podía ser más que religioso. Pero no era así. San
Ignacio era bastante “mundanillo”. Había pasado una juventud bastante alegre, pero centrado en
las cosas que no eran importantes: honor, dignidad, fama, y debía tener un par de tropiezos a su
haber, de los que sabemos muy poco, pero se especula que no eran muy edificantes.
Ese es san Ignacio. San Ignacio de repente pega un viraje, cambia. Hace dos semanas estaba yo en
Valencia o en Gandía, celebrando el centenario de san Francisco de Borja: un amigo de San
Ignacio con el que se entendieron muy bien. Tanto que cuando entró a la Compañía, san Ignacio le
dijo: “tenlo secreto porque el mundo no tiene oídos para oír tal campanada”. Francisco de Borja
era lo que san Ignacio quería ser: un grande de España, con poder, con prestigio, con familia.
Tenía todo. De repente, lo deja. ¿Por qué? Por este manjar. Un rasgo decisivo de la espiritualidad
ignaciana que estas lecturas nos permiten destacar: Cristo es el centro. Y cuando uno descubre
que Cristo es el centro, todo lo demás pierde sentido. Todo lo demás se hace secundario.
El que san Ignacio dejara de ser un hidalgo famoso, o guerrero que se distinguió por su valor, y
entrara por el camino de la pobreza, del seguimiento de Cristo; que Francisco de Borja dejara
todo su poder y todo su prestigio y todo su honor para seguir a Cristo es como si Madonna se
metiera en un convento para ser monja. O como si nos dijeran que Elvis Presley no murió, sino
que entró en un convento en Antofagasta. Y allí está. Es algo así. Lo que pasa es que pensamos
que Francisco de Borja siempre iba con las manos juntas, san Ignacio debía ser un monaguillo de
su parroquia. Pero no, ellos eran los famosos de entonces, dedicados totalmente a valores
mundanos, que de repente hacen “¡tac!”. Es como si estuviéramos en una carrera hacia el honor
y el prestigio, siguiendo a personas como Ignacio y Borja, y de repente los dos que van a la cabeza
empiezan a correr en dirección contraria. Y entonces nos preguntamos: “¿qué han visto estos
señores?”. “¿Qué han visto que de repente han cambiado toda su vida?” Y entonces no sabemos
si seguir corriendo o volver para atrás. Así es la figura de san Ignacio, así es la figura de Francisco
de Borja, de sus amigos. Así es como san Ignacio quería que todos siguiéramos, porque así es
como san Pablo habla a los filipenses también.
Cristo es el tesoro y una vez que se ve eso como tesoro, ya la carrera que teníamos antes no sirve,
ya todo es secundario, basura. Cristo cambia todo. Ya no estamos en un bosque oscuro; ya
hemos salido a la luz y ahora el camino de nuestra vida nos ofrece horizontes nuevos. Yo creo que
esta es la imagen del método ignaciano. Es: cómo puedo hacer yo para que mi vida deje de ser mi
vida y empiece a ser la vida de Cristo. Porque esa es la vida que da vida a otros. Ésa es la vida que
ofrece caminos que valen la pena. De mil maneras.
Estoy un poco afónico, o sea, si a mitad de camino me quedo sin voz, hablan ustedes. Quizá al
principio, diez o quince minutos, yo puedo decir algo, reflexionando un poco sobre ecos de lo que
dije ayer1 para la formación o alguna cuestión que yo veo, y luego entramos en preguntas. Tengo
una página con preguntas de novicios y juniores, pero otros tienen otras preguntas. A mí me
interesa más la conversación que el rollo que yo traigo. De manera que en el principio procuraré
no pasar de quince minutos, no más, alguna consideración general a partir de la charla de ayer; la
Compañía es la misma.
Todo lo que dijimos ayer está relacionado con la formación, ese es el punto de mira para hoy. Lo
más importante, porque ha sido siempre el caballo de batalla y ha sido siempre el punto más
difícil de la formación, es cómo integrar lo que san Ignacio quiere que vivamos con una vida
intensa de estudios: eso ha sido siempre el asunto. En mis tiempos nos hablaban de ser fieles a la
oración y evitar distracciones en ella. Como les dije ayer, creo que son mucho más importantes
las distracciones en nuestra vida. Y las distracciones en la oración a veces son un reflejo de las
distracciones en nuestra vida y a veces es falta de integración en el modo de estudiar, en el modo
de orar, porque el modo de orar cambia. Por eso san Ignacio en los Ejercicios da distintos modos
de orar y hay muchos más: modos orientales, modos africanos, modos benedictinos,
carmelitanos, etc. Pero tenemos que aprender el nuestro.
Cómo hacemos la integración de estudio y vida interior, esa es la cuestión fundamental. Cómo
estar concentrados en el estudio pero no de tal manera que perdamos la identidad total de
nuestra vida. Sin seguir mis notas, a mí me resultó muy interesante el que en cuestiones de
educación hay ahora muchísima más investigación y de cuando en cuando salen nuevos estudios
sobre la composición del cerebro humano. Y hay una explicación que está bastante bien fundada
en biología y neurología que dice que todos tenemos cinco cerebros. El cerebro reptílico –y es
bueno repasarlos– que es el más antiguo y que está a la raíz del cerebro. Es común con los
reptiles, por eso su nombre, y controla todo lo que es movimiento (actividad, digestión,
respiración), todo lo que es físico, vegetativo, etc., está controlado por este cerebro. Por eso, a
muchas personas que sufren daño cerebral les queda la vida vegetativa. Antes se decía (ahora ya
no se usa porque es políticamente incorrecto) “viven en estado vegetal”, claro, es un poco
denigrante. Eso está controlado por el cerebro reptílico, por eso es el más primitivo, el más
protegido, porque está dentro y es común a los reptiles.
Luego sigue el sistema límbico, que está en el mismísimo centro del cerebro. Y este cerebro lo que
hace es poner en orden todos los datos que recibe del cerebro reptílico (datos exteriores). Es el
cerebro que busca la síntesis, la armonía de distintos estímulos y distinta información.
Luego viene ya la gran masa encefálica, que en la persona humana es mucho más grande que en
cualquier otro animal. Esta masa encefálica está dividida en dos por el neocórtex. El lado derecho,
que es la sede de todo lo que tiene que ver con imaginación, creatividad, etc., es una parte del
cerebro que está muy en contacto con la realidad y de la realidad toma datos para crear
relaciones nuevas. Toda la creatividad, el arte, la poesía, la pintura, la música tiene que ver con
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Encuentro con los jesuitas. 11 de nov.