caminando y el estómago le rugía de hambre. De repente, nota en la cima de un árbol que hay un racimo de hermosas uvas moradas e intentó alcanzarlas apoyándose en sus patas traseras, pero no llegó.
Intentó alcanzarlas saltando, pero
tampoco llegó; una y otra vez fallaba hasta que sus patas ya no podían más y entonces cayó al suelo extenuado.
Estando tumbado en el suelo, se pudo dar cuenta que dos pajarillos la
estaban observando; levantándose, se sacudió el polvo y se marchó diciendo.
-Mejor paso de esas uvas, seguro están verdes-
Retomó así su camino, y en cuanto ya había ganado distancia, los
pajarillos picotearon las uvas y éstas cayeron al suelo, donde se dieron un banquete.
Mirando de lejos, el coyote pensó:
-Tal vez si hubiese pedido ayuda, estaríamos comiendo los tres-.
Moraleja: A veces nuestro orgullo puede más que nuestro juicio, hasta el punto en que somos capaces de despreciar las cosas, sólo porque parecen inalcanzables.