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Marina Soto (trad.

)
MARTIAL’S ROME

Empire and the Ideology of Epigram

VICTORIA RIMELL
CAMBRIDGE UNIVERSITY PRESS

© Victoria Rimell 2008

First published in print format 2009

ISBN-13 978-0-511-48089-8 eBook (NetLibrary)

ISBN-13 978-0-521-82822-2

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El espacio del epigrama


si tibi mens eadem, si nostri mutua cura est,
in quocumque loco Roma duobus erit.
Ep.10.13.9-10

En cada capítulo de este libro mencioné la importancia de la concepción del espacio en la


visión poético-global de Marcial. Estos “poemitas” y “libritos” (libelli) continuamente se jactan de
ocupar sólo pequeños espacios, lo cual se presenta en parte como una habilidad neo-calimaquea, y
en parte como una necesidad socialmente determinada que transforma por completo la estética
calimaquea: no es menos probable los libros de Marcial se presenten como fragmentos de mala
calidad y no pulidos que como creaciones finamente tramadas o filigranadas. Además, una poética
conciente de lo espacial pareciera emerger de (y fundirse con) las “realidades” de la existencia del
poeta y de la vida en las calles de Roma: se componen poemas comprimidos en momentos breves,
en departamentos llenos de personas, en una metrópolis sofocante a punto de estallar de gente; la
mayoría dispuestos a atropellarse los unos a los otros con tal de obtener lo que quieren e ir a dónde
desean. Los “Epigramas” nacen de esta visión de la ciudad flavia y su sociabilidad intensa y
despiadada; los libros de más de 89 poemas cada uno continuamente representan el rumor y las
redes de interacción que constituyen la Roma moderna, y se vuelven inseparables de ellos. También
sugerí que la forma lúdica y original en que Marcial pone a prueba la relación entre poesía y ciudad,
lo privado y lo público, la imaginación y lo “real”, constantemente invoca las paradojas en el núcleo
de su estética. Como vimos desde distintos puntos de partida en todos los capítulos hasta ahora,
una de las estrategias poéticas más obvias de Marcial es explotar la subjetividad y maleabilidad de
la percepción –del espacio, del tiempo y de las medidas-. Es el primer poeta, y, sin lugar a dudas, el
primer poeta romano, en concentrarse exclusivamente en el epigrama y utilizarlo para construir una
obra masiva y monumental (12 libros, y algo más). Nos muestra cómo esta forma poética diminutiva,
casual, desechable -y que sin embargo había sido originalmente creada para ser tallada en la piedra
y durar para siempre-, puede convertirse en la épica (post-Ovidio, y nos sentimos casi tentados a
decir posmoderna) de su tiempo, pese a ser lo suficientemente delicada como para que la posemos
en nuestras manos, lo suficientemente liviana como para que se nos escape por los dedos. Al
experimentar hasta qué punto la poesía puede volverse material y sumergirse por complete en la
“vida real” de una ciudad, Marcial captura una Roma en miniatura, un microcosmos “oximorónico”
de espacios monumentales, pero reducidos y apretados. Al mismo tiempo, visualiza a la más
minúscula y humilde de las formas poéticas expandiéndose hasta llenar la ciudad más grande de la
tierra y convertirse en ella. Sin embargo, como señalé en el capítulo 4, este expansionismo poético
tiene un doble filo, y no está libre en lo absoluto de ansiedades o arrepentimientos.
En este capítulo final, quiero analizar más directamente el cambio de espacio, y su
representación paradójica, que realiza Marcial, reuniendo y conectando varios puntos que
mencioné a lo largo del libro. En especial, discutiremos en detalle cómo se utiliza el tropo del exilio
en los epigramas, y veremos qué sucede cuando, en varios momentos de los doce libros numerados,
el poeta habla de abandonar Roma, y escribe o recibe epigramas desde lo que la ciudad, el imperio
y la escritura de poesía son percibidos de forma distinta. Este verso urbanocéntrico está
constantemente poniendo a prueba la relación entre Roma y “fuera de Roma” o “no Roma”,
ofreciendo una visión nueva, de varias capas, de un pastoral imperial, y de los binarismos
adentro/afuera, ciudad/campo, centro/periferia que obsesionan a la imaginación poética romana.

Llegar lejos

En el momento en el que Marcial escribe, la idea del poema como un viaje ya es una metáfora muy
utilizada, así como el tropo del libro de poesía personificado que abandona el estudio (escritorio)
de su creador y es “enviado” al mundo como su representante (veáse particularmente Epistolas 1.20
de Horacio y Tristia 1.1 y 3.1 de Ovidio)1. Sin embargo, la poesía nunca antes tuvo tanta movilidad.
En parte debido a la conveniencia del códex, y en parte porque el epigrama se presenta como lo
más novedoso en entretenimiento liviano, los poemas de Marcial pueden llegar lejos de verdad. Un
festinatus libellus puede estar listo y decorado, o solo semi decorado, pero preparado para salir, en
cuestión de segundos. Esta velocidad es, implícitamente, lo que permite que el Libro 8 parta con el
magistrado Arcano, quien regresa a su trabajo en Narbo Paterna (ahora Narbonne), capital de la
Gallia Narbonensis, en 8.72: en una de las muchas modificaciones frívolas que Marcial hace del
poema de apertura de Catulo (todo pulido y arreglado para nuestro disfrute), esta colección nondum
murice cultus asperoque / morsu pumicis aridi politus “no está todavía adornada con púrpura ni
pulida por la mordida de la seca pómez” (8.72.1–2), y tiene que salir “a las corridas” (properas, 3).
Además de abrirse camino como el mejor a través de la topografía de Roma (un puñado de
poemas tuercen/transforman el modelo de las cartas de Ovidio del comienzo del exilio, en las que
recorre la ruta al palacio de Augusto en el Palatino ein Tristia 1.12), los epigramas pueden ir
ubicumque, “a cualquier lado” (1.2.1), y ubique, “a todas partes” (8.3.4), gracias a su portabilidad y
al hecho de que sus lectores estaban dispersos por todas las naciones. Martial está siempre
jactándose de que sus libros se leen en todo el mundo, incluso en los rincones más alejados y más
recientemente descubiertos del imperio: son estudiados como revistas obscenas3 por centuriones
en “la escarcha gética”4 que extrañan su hogar, y cantada por nativos britones en 11.3; “todos”
(viejo, joven, niño, incluso una casta jovencita frente a su conservador marido) lo lee en Viena,
según escucha en 7.88. El Libro 7 acaba de ser enviado a “la gética Peuce y al abatido Histro” (ad
Geticam Puecen Histrumque iacentem, 7.84.3), áreas de Alemania recientemente subyugadas por
Domiciano en la expedición sarmática del año 92, que es celebrada al comienzo del Libro 7. En 8.61
Marcial está “desperdigado por todas las naciones bajo dominio de Roma” (spargor per omnes
Roma quas tenet gentes, 5), una imagen que captura tanto la fragmentación en migajas de sus
pequeños libritos, como la forma en la que el dominio del mercado por parte del epigrama se alía
con la conquista imperial y funciona como una herramienta para la romanización.
Así como un libro (luego del exilio de Ovidio) puede encarnar a su autor, en Marcial los
poemas y los libros se fusionan, metafórca y literariamente, con sus miles de lectores, sujetados

1
Tal como sugiere Hinds (2007), “Tristia se encuentra entre los intertextos más importantes de Marcial… Los
libros de Marcial están obsesionados de forma planificada, especialmente en sus aperturas y cierres, con la
poética de los libros de exilio de Ovidio, y particularmente con las personificaciones del libro en los
equilibrados prefacios 1.1 y 3.1 de Tristia”. Veáse también Casali (2005) 19–36.
2
Véase por ejemplo 1.70, 5.6, 5.22, 10.20, 11.1.
3
Me refiero a la insinuación de 11.3.4: a rigido teritur centurione liber.
4
El adjetivo geticusis evoca inmediatamente el exilio de Ovido en Tomis, ‘tierra de los géticos’ (véase por
ejemplo Ex Ponto 1.7.2, 1.8.6).
contra pechos, abrazando caderas y muslos en bolsillos (haec sunt, singula quae sinu ferebas / per
convivia cuncta, per theatra, “estos son los que en un momento solías llevar en tu regazo a cada
banquete, a cada teatro”, 2.6.7-8), permitiéndole al poeta bestseller de Roma no solo viajar a lo
largo del mundo, sino también estar simultáneamente en múltiples lugares. Esta es la versión
idiosincrática, “de la vida real”, que el epigrama tiene de la ambición de Ennia de “seguir viviendo
en las bocas de los hombres”, que resuena a lo largo de mucha de la poesía latina. También es una
de las maneras en la que el epigram trasciende su propia, distintiva poética del cierre: el marcado
“fin” del Libro 4, por ejemplo, una recopilación que “ya estaba terminada incluso en la primera
página” (4.89.6), se esfuerza como un animal para seguir desenrollándose, para seguir galopando y
galopando hasta el infinito, obligando al copista a tirar de las riendas: tu procedere adhuc et ire
quaeris, / nec summa potes in schida teneri, ‘”querés ir más lejos y seguir andando, no hay nada que
te retenga en la página final” (4.89.3–4).
Marcial nos hace ser muy concientes de que él está intentando llevar a cabo el sueño de
Ovidio en el epílogo de las Metamorfosis: ser leído dondequiera que llegue el dominio romano. Sin
embargo, como vimos en el capítulo 2, mientras el poeta de la época augusta fantasea sobre la fama
después de la muerte, una existencia más allá de la los límites espaciales y temporales de la persona
del poeta, los Epigramas visualizan este objetivo en el aquí y ahora, concretan el sueño y el especio
del imperio en el presente. En esto, como ya vimos, Marcial es influido en buena medida por la
conceptualización de Ovidio del exilio como una muerte en vida, como un medio para pensar más
allá del marco de lo mortal, más allá de Roma, e incluso más allá de los límites del imperio. No
obstante, mientras en Ovidio, tal como señala Hardie, “la expectativa de la fama” y “el poder del
poeta de trascender los límites que restringen al mundo real” se transmutan en “un deseo
desesperado de lograr una presencia epistolaria en Roma”5, en Marcial, Roma es un concepto
mucho más flexible, movible y abarcativo, y los epigramas hacen travesuras burlándose de lo que
en retrospectiva aparece como la direccionalidad limitante, casi sin imaginación de la ambición de
Ovidio. El exilio de Ovidio (que en sí mismo absorve otras empresas literarias desde el exilio, entre
ellas la de Cicerón) encuadra cada movimiento imperial para enviar corpulentos libros de poesía a
través de largas distancias, desde lugares alejados. Lo que Marcial hace, en el curso de (lo que
termina siendo) la colosal obra que crea a lo largo de su vida, es tomar la idea de ese viaje y aplicarle
todo el genio e ingenio liberadores de la miscelánea del epigrama, para que se divida, se doble, se
suelte, dé un giro completo, se estire y se contraiga.6
Experimenta, por ejemplo, con el cambio de roles: en el Libro 7, es (¿provocativamente?) el
poeta situado en Roma quien primero requiere el regreso de Domiciano de su campaña contra los
Sármatas y luego lo celebra7. En otra parte, en lugar de mostrar al poeta enviando su libro desde
tierras distantes hasta ese centro del universo que es Roma, y el emperador, es desde Roma que los
epigramas son empaquetados y despachados hacia los emperadores y funcionarios que se
encuentran en otros países, ya sea en campaña o de vacaciones. Por ejemplo, el Libro 5 comienza:

Hoc tibi, Palladiae seu collibus uteris Albae,


Caesar, et hinc Triviam prospicis, inde Thetin,
seu tua veridicae discunt responsa sorores,
plana suburbani qua cubat unda freti,
seu placet Aeneae nutrix seu filia Solis

5
Hardie (2002) 284.
6
Véase por ejemplo Fitzgerald (2007) 189, donde explica cómo los libros de Marcial “invierten la dirección
de la poesía de exilio de Ovidio”. Quiero basarme en eso y complejizar esa discusión.
7
Véase 7.5-8, con los comentarios de Pitcher (1998, 69-70).
sive salutiferis candidus Anxur aquis,
mittimus, o rerum felix tutela salusque,
sospite quo gratum credimus esse Iovem.
tu tantum accipias: ego te legisse putabo
et tumidus Galla credulitate fruar.

This I send you, Caesar, whether you’re enjoying Alba’s hills,


looking out at Trivia on one side and Thetis on the other,
or whether the truth-telling sisters are learning your replies,
where the flat sea sleeps on the town’s edge,
or whether Aeneas’ nurse, or the daughter of the sun,
or shining Anxur with her heath-giving waters please you,
o blessed protector and saviour of the world,
whose safety gives us faith in the gratitude of Jove.
I only hope you will accept it. I shall believe you’ve read it,
and bask proud in my Gallic gullibility.

Dondequiera que esté Domiciano, este libro lo alcanzará. En 7.80, de manera similar, se dan
instrucciones a Faustino de que envíe este libro a Marcelino, un general que se encontraba en
campaña en la recientemente conquistada Dacia: incluirá al mensajero esclavo como regalo extra,
y, a cambio, Faustino le enviará un esclavo captivo ab Histro, “de la cautiva Istro” (11), quien será
puesto a alimentar las ovejas en Tibur. Y no es solo el poeta y sus amigos quienes dispersan los
Epigramas hasta todos los límites de un imperio que se expande rápidamente, para que funcionen
como banderas que marquen la presencia de Roma en el exterior, por la conquista en sí misma. Los
turistas (trasladándose de forma inversa sobre los pasos de los romanos exiliados) están haciendo
el mismo trabajo constantemente, exportando múltiples copias como suvenires de su viaje a la
capital (véase 8.3.7–8: me tamen ora legent et secum plurimus hospes / ad patrias sedes carmina
nostra feret, “todavía me leen, y muchos extranjeros llevarán mis poemas a sus patrias”). Mientras
tanto, en De Spectaculis 4 y 5 se castiga a los delatores romanos en el Coliseo enviándolos al exilio,
el mismo destino que ellos le hicieron sufrir a otros. Como señala Fitzgerald, este giro sorpresivo es
aún más efectivo porque sigue a De Spectaculis 3, en donde los extranjeros de tierras tan lejanas
como el norte de Gran Bretaña y Etiopía se movilizan en la dirección opuesta para acudir en masa a
ver el gran espectáculo en Roma8.
La inversión de la transmisión ovídica y del exilio, con la poesía dirigiéndose desde lugares
lejanos hasta Roma, también se siente en una serie de poemas que exponen el cambiante diálogo
entre la ciudad y el campo, o los suburbios: los remates de 7.31, 10.37 y 10.94, por ejemplo, son
que los regalos de carne, pescados, frutas y vegetales, que parecen tan auténticamente naturales,
en realidad fueron recientemente comprados en los mercados de Roma, en medio de la sudorosa
Subura (por ejemplo, 10.37.19: omnis ab urbano venit ad mare cena macello, ‘cada cena marítima
viene del mercado de la ciudad’)9. El los epigramas, las propiedades en el campo -símbolo de estatus-
en general son yermas o no están cultivadas, por lo que uno se equivocaría si, al encontrarse con
Bassus manejando una carreta con “todos los productos agrícolas de una granja próspera” (3.47.6)
cerca de Porta, supone que está volviendo a Roma: urbem petebat Bassus? immo rus ibat (“Iba

8
Fitzgerald (2007) 42-4.
9
Naturalmente, Marcial no es comppletamente consistente cuando dice estas cosas. En 7.49, por ejemplo,
envía a su amigo Severo un obsequio de huevos y fruta que fueron producidos en su ‘jardín suburbano’ en
Nomentum.
Bassus en camino a Roma? Todo lo contrario, se dirigía al campo”, 15). Marcial retoma y explora la
idea de la rus in urbe, “el campo en la ciudad”, de la cual vemos más variaciones en, por ejemplo,
12.57, sobre la mansion de Sparsus en las Colinas de Roma, que tenía viñedos, en 8.68, donde la
lujosa casa de Entellus en la ciudad ofrece un idilio rural preferible a los legendarios huertos de
Alcinous, o en 11.18, donde hay más rus en las ventanas del departamento de Marcial en la ciudad
que en la mínuscula propiedad en el campo que acaban de regalarle.
Los Epigramas en sí son muchas veces compuestos fuera de Roma: el Libro 3 (según nos dice
el poema de apertura) escrito en Gaul, y el Libro 12 en Bilbilis, España (ya lo habíamos visto dejar
Toma al final del Libro 10, segunda edición). Para el provinciano español que busca fama y fortuna
en la gran ciudad, la poesía y la identidad poética están fundamentalmente conectadas con el lugar
y el espacio. Tal como insinúa en 1.61, Catulo es Verona, Mantua es más conocida por haber
producido a Virgilio, la tierra de Aponus basa su fama en el éxito de Stella, Horacio y Livio, los
Pelignos resuenan con el nombre Ovidio, y así. Uno de los datos más interesantes de cultura general
sobre la literatura romana es que, hasta mucho más tarde en la historia, ninguno de los grandes
escritores había nacido en Roma (Julio César es la única excepción). En el Libro 10, mientras anuncia
su partida hacia España, Marcial parece hacer una conexión entre su deseo de regresar a su país
natal y el hecho de que muchas veces escribe sobre “gente que se encuentra extremadamente lejos”
(10.96.1-4):

Saepe loquar nimium gentes quod, Avite, remotas


miraris, Latia factus in urbe senex,
auriferumque Tagum sitiam patriumque Salonem
et repetam saturae sordida rura casae.

Do you wonder, Avitus, when I have grown old in Latium’s city,


why I often speak of far-off peoples,
that I thirst for gold-rich Tagus and my native Salo,
and return to the rough fields of a well-stocked cottage?

Marcial discutiblemente saca más provecho de sus orígenes provincianos que cualquier otro
poeta imperial. Pero también presenta su “extranjeridad” o doble identidad como una
multiplicación de puntos privilegiados de observación desde los que puede desarrollar mejor las
ambiciones del epigrama de extensión y universalidad. El epigrama debe tomar el lugar más alto y
singular en las exploraciones político-literarias y la señalización del territorio imperial, que incluye
todas las grandes épicas romanas, desde el “poema como mundo” de Lucrecio hasta la Eneida de
Virgilio, las Metamorfosis de Ovidio, el Bellum Civile de Lucano –“poemas de geografía universal”10
– así como la poesía de exilio (Ovidio y Séneca), el Satiricón de Petronio, Agricola y Germania de
Tácito y la Historia Natural de Plinio. Marcial sabe que el alcance de la regencia imperial y los
orígenes de Roma están fuertemente conectados, en la imaginación cultural romana, con la ideal (y
el ideal) del exilio11. Marcial utiliza la elasticidad del epigrama, y su capacidad de tomar múltiples
formas, para desarmar y jugar con los elementos contrastantes del “sueño romano” imaginado en
la literatura Latina, de la épica fundamental de Virgilio en adelante: Eneas es el primer exiliado, un
valiente refugiado de Troya que navega hasta Italia y el futuro territorio de Roma, y el desarraigo de
este héroe épico se anticipa en la primera Égloga de Virgilio, en la que Melibeo es forzado a huir de

10
Tal como lo llama Barchiesi (2005b, 404).
11
Tal como señala Edwards, “exilio, aislamiento y desplazamiento estaban asociados a Roma desde el
comienzo de la historia de la ciudad” (1996, 12).
su patria, y al final de Geórgicas 4, donde un anciano cultiva su jardín cerca de Tarento, luego de
haber sido desplazado de su hogar en Cilicia. También acecha en las cartas de Ovidio desde el exilio
(en Tristia 1.3, por ejemplo, la última noche del poeta en Roma es comparada con la última noche
de Eneas en Troya12), y la tercera Sátira de Juvenal (donde la figura de Umbricio detesta la ciudad y
resuelve abandonarla para siempre, de la misma forma que Eneas dejó Troya, un sarcástico reflejo
del absorbente deseo de Ovidio de regresar). En los Epigramas, la sombra de Eneas como refugiado
e inmigrante se alza sobre los delatores exiliados en De Spectaculis 4 (el delator es Ausonia profugus
ab urbe, “un fugitivo en exilio de la ciudad ausonia”, en la línea 5 de este poema, de la misma forma
en la que Eneas es fato profugus, en la Eneida 1.2), y en 10.58, un poema que mencioné en el
capítulo 2, el poeta en sí mismo es “arrojado al océanod de la ciudad” (iactamur in alto / urbis, 7–
8), evocando la tercera línea de la Eneida de Virgilio, terris iactatus et alto. Podemos rastrear una
larga tradición de escritores exiliados y de respuestas literarias al exilio en la historia romana13, que,
juntas, abarcan dolor, castigo, aislamiento, crisis de identidad, pérdida artística, amor y
resentimiento hacia Roma, así como “innovación en el cambio”, heroísmo, nostlagia, esperanza y
re-fundación.
Mientras Tristia de Ovidio emerge como el modelo más palpable de los experimentos de
Marcial en la escritura de distancia, y la amenaza del castigo en manos de un emperador
impredecible ciertamente pone en peligro a los hábiles, escurridizos y a veces provocativos
epigramas sobre Domiciano, o dirigidos a él en particular14, los epigramas usan la metáfora del exilio
en formas ambiciosas y totalmente novedosas. Aunque a veces al exilio se lo presenta como basado
en la limitación (Marcial escribe el Libro 2 desde Gaul ya que declara que no vivir en Roma no está
a su alcance), es, al menos para el poeta, una estrategia para la imaginación, que representa la
libertad de moverse velozmente adonde él quiera, tomar la posición literaria que desee, ver Roma
desde cualquier ángulo. La “pose” del exilio, para la cual la bandera es generalmente la “despedida”
del libro personificado (vade liber . . . . ibis in urbem . . .), muchas veces se convierte en una
plataforma que sirve para jactarse de la auto-confianza y el “ser más” literarios: Marcial aprendió
de Ovidio, y no va a realizar los mismos errores, aunque a veces nos hace deleitarnos en el
dramatismo de cruzar esa línea15. Cualquier viaje que él realice a lugares exóticos, serán vacaciones
voluntarias, oportunidades para promocionar su obra, visitas a familia y amigos, o sencillamente
para cambiar de aire. Desaparecen el oscuro aislamiento psicológico, el vaivén emocional y la
atmósfera de desesperación de Ovidio.
Hay un sentimiento fuerte en Marcial de que, a medida que la romanización y las tecnologías
avanzan, el mundo parece más pequeño, y menos aterrador, porque es más fácilmente abarcado
por la imaginación. En efecto, esta idea va directamente al corazón del del proyecto de

12
Veáse el análisis de los paralelos en Videau-Delibes (1991) 29-49.
13
Sobre las justificaciones para consolar el exilio, véase un resumen en Edwards (1996) 110-33, y
especialmente los argumentos en Tusc. de Cicerón 5.106-9, repetidos por Camillus de Livio (cf. Ogilvie (970) y
Livio 5.54), y por Ovidio (cf. Nagle (1980) 35). Séneca en Córsega parece haberse consolado leyendo Ovidio
(Griffin (1976) 62).
14
Tal como lo describe Casali en su análisis sobre el prefacio a los Epigramas I (2005, 23), “De la misma manera
en que, para Ovidio, la insistencia obsesiva del discurso del exilio sobre el Ars no tiene al final otro efecto que
no sea el de reivindicar el Ars y su potencia, para Marcial los movimientos del exilio ovidiano sirven más para
subrayar, y reivindicar, la “peligrosidad” de las propias elecciones poéticas que para protegerse realmente”.
15
Tal como señala Pitcher (1998) 61, “en Ovidio, Marcial descubre cómo dirigirse a un emperador, conciente
de la necesidad de evitar ofenderlo”. Pitcher también analiza la comparación de Domiciano y Júpiter que
Marcial hace en, por ejemplo, los epigramas 4.1, 6.10, 7.56, 7.99, 8.24, 8.36, estableciendo como telón de
fondo de estos cumplidos la imagen de Augusto como Júpiter que Ovidio traza en la poesía de exilio. Véase
también el análisis en Fitzgerald (2007) 186–90.
agigantamiento/empequeñecimiento del epigrama. Desde los comienzos del imperio, el interés de
los romanos en la geografía y las representaciones gráficas del mundo se fue extendiendo hasta
llegar a textos como Historia Natural de Plinio y Agricola de Tácito, donde finalmente se traza un
mapa y un catálogo de las Islas Británicas –la región más misteriosa y más al norte del imperio–,
después de 100 años de campaña16. Tal como escribe Tácito, ita quae priores nondum comperta
eloquentia percoluere, rerum fide tradentur (“mientras los escritores previos tuvieron que
representar los territorios no descubiertos por medio de la retórica, yo les daré la información
fehaciente”, Agricola 10.1). “Las Noticias” en la Roma de Flavio son realmente internacionales,
como muestra el epigrama 9.35: el chismoso Philomusus sabe “qué es lo que Pacorus está
considerando en su palacio Arsacian”, el número de “anfitriones Rhenish y Sarmatian”, lo que el
“jefe Dacian” escribe en sus cartas, “cuántas veces el oscuro Syene es inundado por la lluvia Pharian.
. . Cuántos barcos abandonan la costa libia. . .” (3–8), y sin embargo, no impresiona a nadie. Y en
11.53, Gran Bretaña está tan romanizada y completamente integrada en el mundo conocido que
Claudia Rufina (‘”pequeña pelirroja”), nacida de los ‘”azules británicos” (llamados así porque se
pintaban con añil), ¡puede pasar por la más absoluta matrona Romana!17
Por lo que no resulta llamativo que, como sostiene Pitcher, los poemas de aperture del Libro
3 (especialmente 3.2, 3.4 y 3.5) claramente aludan, pero también se opongan, a Tristia 1.1:18
mientras Ovidio está refugiado en “el límite del mundo, una tierra muy alejada de la mía” (nobis
habitabitur orbis /ultimus, a terra terra remota mea, Tr. 1.1.127–8), Marcial está esperando el
momento oportuno en Roman Gaul (que, tal como les recuerda a los lectores 3.1.2, recibe su
nombre de la toga romana19). Si bien está a bastante distancia de Roma (longinquis mittit ab oris,
3.1.1), la ciudad Forum Cornelii (3.4.4) es una colonia reconocida, fácilmente hallable en un mapa:
tanto que casi se la puede señalar desde el camino (“si Roma te pregunta de dónde venís, decí que
del lado de Aemilia”, 3.4.1–2). El epigrama, naturalmente recorta Tristia 1.1 en pedacitos y los
vuelve a unir, resumiendo una historia larga (e implícitamente bastante aburrida): breviter tu multa
fatere (3.4.5). Y mientras el no-titulado libro de duelo de Ovidio busca, ni siquiera un patron, sino
un oído compasivo, alguien que pueda dar fe de la inocencia del poeta (Tr. 1.1.27-30), el libellus de
Marcial ya tiene un amigo protector y rico en la persona de Faustinus, quien permitirá que el libro
se vanaglorie en púrpura, esté ungido en aceite de cedro y cubierto de adornos pintados, con su
“título sonrojado en escarlata” (3.2.7-11). No hay necesidad de rogar o auto justificarse, el libro es
simplemente para anunciar que “Marco te envía saludos”, et satis est, “y esto es suficiente”
(3.5.11)20. El epigrama sobrevuela zumbando con confianza y domina el territorio romano, hacienda
que pasos gigantes parezcan pequeños.

Regreso e inversión: el Libro 12

El Libro 12, escrito desde Bilbilis, España, también empieza una alusión a Tristia 1.1, y la
metamorfósis de Marcial es similar: como Ovidio, Marcial es un extranjero ahora (nunc peregrine
liber, 12.2.2; cf. venias magnam peregrinus in urbem, “que entres a la gran ciudad siendo
extranjero”, Tr. 1.1.59), que envía un volumen sin título desde el exterior hacia Roma, en lugar de

16
Véase el análisis en Evans (2003).
17
El nombre de Claudia también recuerda a Claudius, y por lo tanto a sometimiento de las islas británicas. Ella
es “territorio nombrado”, marcada por la conquista, pero al mismo tiempo con un nombre que suena a
imperial.
18
Véase Pitcher (1998) 56–60. También Fusi (2006) 47–51 y ad loc.
19
A la Gallia Cisalpina también se la llamaba Gallia togata, por su uso de la toga. Véase Fusi (2006) ad loc.
20
Roman (2001, 124): “En general, Marcial adapta los motivos creados en el contexto de la ‘poesía en el exilio’
y los reescribe en términos de la ‘poesía como suele ser’”.
al revés (3.2.1-4). Sin embargo, a diferencia de Ovidio, Marcial ya cuenta con un patrono poderoso
y compasivo en Stella, y mientras al libro de Ovidio le falta el título porque está (poco) adornado21
(y por lo tanto, poniéndose en peligro de ser tomado por el inmoral Ars Amatoria, Tr. 1.1.65-8),
Marcial prescinde de los títulos, y de cualquier atisbo de culpa, porque es considerablemente
reconocido y querido: quid titulum poscis? versus duo tresve legantur, / clamabunt omnes te, liber,
esse meum. / “¿Para qué pedís un título? Dejá que lean dos o tres versos, y todos, libro, clamarán
que sos mío” (12.2.17-18). Los “hemanos” del libro de Ovidio se encuentran en bibliotecas privadas,
mientras que los de Marcial se alojan en la biblioteca pública de Domiciano, tot (“muchísimos”,
12.2.6) en comparación con los volúmenes numerados de Ovidio22. Más adelante en el libro, Marcial
se esfuerza para dejar en claro que, al final de su viaje, sus poemas serán bienvenidos por el “más
tranquilo” de los emperadores, Nerva (12.6.1), y que los “terrores” de tiranos anteriores
(refiriéndose a Domiciano, pero inevitablemente aludiendo también al castigo de Ovidio y a la
oposición a la indulgencia de Augusto) “dieron media vuelta y se fueron” (longi terga dedere metus,
12.6.4). Además, el Libro 12 tal como lo conocemos comienza con un prefacio epistolar dirigido a
Terencio Prisco, en el que el poeta anuncia una próxima cena adventoria para su amigo en Galia, en
la que se le entregará una copia de su libro, antes de que sea enviado a Roma en 12.2. En otras
palabras, Marcial ya realizó una conocida volte-face: este libro escrito “en el exilio” lo primero que
hace es que sus importantes lectores vengan a él, en lugar de ser al revés. Sin embargo, el prefacio
a los Epigramas 12 también imagina una confusión así como la inversión de las direcciones: Marcial
abandonó los placeres de la ciudad motu proprio (reliquimus, 13), aunque ahora parece que son
ellos los que se alejaron de él (quasi destituti, 14). 12.8 invierte las perspectivas una vez más,
imaginando a Roma en la sucesión de Trajano, dirigiéndose a las tribus extranjeras, los nobles de
Parthia, los jefes de Seres, los tracios, sáramatas, getanos y britones, y exhortándolos a venir a Roma
(venite, 10) para que vean al nuevo César. El mismo Trajano había nacido en España, en Italica, cerca
de Sevilla, y en el siguiente epigrama dirigido a él, 12.9, los “extranjeros” españoles son “nuestros
íberos” (nostros Hiberos, 1), mientras que el adjetivo peregrinus, utilizado con tanta obviedad al
comienzo de 12.2 para describir su libro “extranjero” (peregrine liber, 12.2.2), se reformula para
acompañar al sustantivo pax en 12.9:

Palma regit nostros, mitissime Caesar, Hiberos,


et placido fruitur Pax peregrina iugo.
ergo agimus laeti tanto pro munere grates:
misisti mores in loca nostra tuos.

Palma governs our Iberians, most gentle Caesar,


and Peace overseas enjoys her placid power.
Happily, we thank you for so great a gift:
You’ve exported your mores to our lands.

La Peregrina Pax, entonces, es la paz romana exportada, pero bajo la autoridad de un


emperador “extranjero”, nacido en España (que estaba lejos de Roma, en el Danubio, cuando se
convirtió en princeps, y que regresó a la capital alrededor de dieciocho meses después de

21
Ut titulo careas... (Tr. 1.1.61).
22
Véase el análisis en Pitcher (1998) 62-4.
comenzado su reino, cuando Marcial ya se había marchado a España23); así como este volumen es
el libro “extranjero” de un autor nacido en España que había vivido toda su vida adulta en Roma. En
la última línea de este epigrama hay, nuevamente, cierta ambigüedad en la dirección: misisti mores
in loca nostra tuos, “has enviado tus modales a nuestra tierra” (4), ¿se refiere a la influencia de un
emperador romano nacido en España sobre sus tierras nativas, o a la noble influencia española de
Trajano sobre Roma o la Italia romana? ¿Dónde están nostra loca, dado que, para Marcial, Roma
como Bilbilis cuentan como “hogar”? ¿Es este un libro español, o romano-español? ¿Qué significa
escribir un poema enviado a Roma desde el exterior para un emperador que no solo proviene de la
misma área, sino que además es probable que ni siquiera esté en Roma en ese momento, por
encontrarse estacionado en alguna otra región del vasto imperio?
Epigramas 12 es un libro difícil y enigmático por varias razones. Como un nostos24 de cierre
y como capítulo final de lo que sería una épica de doce libros antes de la muerte de Marcial en 103
o 10425, parece melancólico, fracturado, anticlimático, lo cual nos hace muy conscientes del
intervalo de tres años (de acuerdo con el prefacio epistolar) entre este y el último volumen
numerado (que probablemente fue la segunda edición del Libro 10, publicada en el 98, dos años
después de la salida del Libro 11). Generalmente se lo fecha en octubre de 101 o 102, pero incluye
epigramas dirigidos a Nerva y Parthenius (quienes ya estaban muertos hacía tiempo para esa época),
así como a Trajano, y un poema mencionando una antología más breve de epigramas selectos de
los Libros 10 y 11 (12.4), que fue considerado como prefacio “fuera de lugar” a esa colección, que
no sobrevivió26. Concluye bruscamente con una plegaria para el nuevo gobernador de España,
Instantius Rufus. Sullivan y Shackleton Bailey27 toman literalmente la referencia muy familiar, y por
supuestos potencialmente metefórica, que Marcial hace de un brevis libellus (12.1.3), compuesto
en paucissimis diebus (Pref. 21), lo cual los lleva a la conclusión de que la estructura básica de este
libro español había sido rellenada con epigramas viejos que parecían ser apropiados para este libro,
ya sea por el mismo Marcial o por un editor que reunió fragmentos errantes de poesía luego de la
muerte de Marcial, incluso tanto más tarde como en 104. Las teorías de este tipo (así como las que
se oponen, como las de Lorenz) se enardecen debido a la discrepancia entre las familias de
manuscritos γ y β: a la primera le faltan los poemas 4, 5, 6, 11, 15, 28, 29, 36, 47, que aparecen en
la segunda. Se ha sugerido tanto que el volumen más corto es el más “original”, y que el volumen
más largo apareció luego de muerte de Marcial, como exactamente lo inverso28.
Es difícil elegir una posición. Sin embargo, parece una evasión de responsabilidades
sencillamente decidir que el libro probablemente (a) no había sido compilado por Marcialy y que,
por lo tanto, (b) es una mezcolanza aleatoria repleta de fragmentos sueltos, en la que el contexto y
la posición tienen poco significado. Sin lugar a dudas, este es un libro extraño (muchas cosas
relacionadas con Marcial son extrañas). Pero vale la pena recordar que los Libros 10–12 juntos

23
Trajano era un military exprimentado, y se decía que se había hecho cargo de la campaña personalmente,
marchando a pie en la línea de frente. Su reinado estuvo determinado por dos grandes guerras de conquista,
en Dacia y en Parthia, lo cual implicó que él pasara largos períodos lejos de Roma.
24
Tal como lo consideran, por ejemplo, Holzberg (2002, 35-9) y Lorenz (2002, 228-31, 233).
25
Plinio le habla a un amigo de la reciente muerte de Marcial en Epistolas 3.21, lo cual nos ayuda a datarla en
103 o 104. Véase Sherwin-White (1966) 263.
26
White (1974) cita al epigrama 12.4 como evidencia de que los libelli privados eran la forma más común de
presentar los poemas a los patronos. Véase la reacción de Fowler (1995, 41), quien sostiene que el poema
juega un rol distintivo en el Libro 12, junto con la reciente discusión de Fitzgerald (2007, 158-9).
27
Véase un resumen en Lorenz (2002) 234, con n. 106 en Sullivan (1991) 52-3, Shackleton Bailey (1993) ad
Loc.
28
Para esta perspectiva, véase Lorenz (2002) 234-8.
conforman un extraño trio29, que nos lleva hacia adelante y para atrás en el tiempo y el espacio, con
puntos de apoyo en dos o, mejor, múltiples mundos. En otras palabras, el acertijo de por qué el
Libro 12 incluye “poemas del pasado” podría verse posiblemente como parte integral de las
reflexiones poéticas sobre la hibridez espacial/temporal/cultural y la dislocación, más que como un
simple accidente del destino (aunque, por supuesto, es perfectamente posible, en teoría, que la
colección haya sido acoplada por un editor tardío que no consideraba nada de esto).
Cuando leemos el libro en profundidad, encontramos múltiples versiones de una suerte de
esquizofrenia epigramática culminante sobre la identidad y la geografía. Ya hemos visto cómo el
“exilio” post-Ovidio de Marcial a España y el ascenso de un emperador nacido en España crean el
marco para un colapso epigramático, tanto de espacios como de tiempos. Por eso este libro está en
riesgo de convertirse en español, y no ser romano-español (Pref. 26–7): el “exilio” a la vez deja Roma
y es abandonado por ella (Pref. 13–14); Marcial da la bienvenida a su auditorio de Roma (ab urbe,
Pref. 19), así como envía sus poemas a Roma; la travesía a tierras lejanas es en sí misma un regreso,
aunque también hace que el poeta anhele el regreso a Roma30. Más aún, España, u observar Roma
desde España, un movimiento que mira adelante hacia el final de la obra de MArcial y su vida,
también es el lugar de la nostalgia: en 12.3, Priscus es el nuevo Mecenas, y a lo largo de Tristia,
Nerva y Trajano son y no son Augusto reencarnado (así como son lo opuesto de Domiciano: véase
12.5, 12.15); 12.8 mira hacia atrás (desde la supuesta fecha de publicación) a la a la sucesión de
Trajano, un momento en el que Roma estaba mirando hacia un futuro nuevo (Traiani . . . cum futuros
/ tot per saecula conputaret annos, 3–4).
Conjurar a Bilbilis como un idilio rural en 12.18 y 12.31 es un pivote para un tipo más amplio
de nostalgia pastoral, pero nuevamente las comparaciones entre la tierra natal de Marcial, regresiva
y de la “época dorada”, y el sucio ruido de la Roma moderna son generalmente indirectas y tienden
a superponerse o infiltrarse las unas a las otras. El extenso 12.18 está dirigido (casi seguramente) al
poeta contemporáneo Juvenal, que comenzó a publicar sus sátiras alrededor del año 10031:

Dum tu forsitan inquietus erras


clamosa, Iuvenalis, in Subura
aut collem dominae teris Dianae;
dum per limina te potentiorum
sudatrix toga ventilet vagumque
maior Caelius et minor fatigant:
me multos repetita post Decembres
accepit mea rusticumque fecit
auro Bilbilis et superba ferro.
hic pigri colimus labore dulci
Boterdum Plateamque – Celtiberis
haec sunt nomina crassiora terris – :
ingenti fruor inproboque somno
quem nec tertia saepe rumpit hora

29
Holzberg (2002, esp. 221) saca mucho provecho de esta posible “estructura de tres libros” (su postura es
más rígida que la mía), e incluso sostiene que los Libros 10, 11 y 12 trabajan en paralelo con la tríada de Tristia
1–3. Véase también Hinds (2007) sobre la gran constelación de “motivos de Tristia” en el Libro 12.
30
La paradoja de la partida como regreso y viceversa también se refleja en el tema de “llevarse como traer”
de 1.28, donde, como Asinius, el ladrón de servilletas de Catulo en el poema 12, Hermogenes “nunca trajo
(attulit) una servilleta a la cena, pero siempre se llevaba (rettulit) con él una servilleta de la cena” (21-2).
31
Watson y Watson (2003) 143–50 comentan detalladamente este poema. El satirista Juvenal también
aparece en 7.24 y 7.91.
et totum mihi nunc repono quidquid
ter denos vigilaveram per annos.
ignota est toga, sed datur petenti
rupta proxima vestis a cathedra.
surgentem focus excipit superba
vicini strue cultus iliceti,
multa vilica quem coronat olla.
venator sequitur, sed ille quem tu
secreta cupias habere silva;
dispensat pueris rogatque longos
levis ponere vilicus capillos.
sic me vivere, sic iuvat perire.

While you, Juvenal, might be wandering


restless in the noisy Subura,
or treading mistress Diana’s hill,
your sweaty gown flapping as
you cross those VIP doorways, worn out
trudging big and small Caelian,
I’m here in Bilbilis, the town proud of her
iron and gold, revisited after many a December:
it’s welcomed me and made of me a rustic.
In my idleness I make the pleasant trek
to nearby Boterdus and Platea – such are the
uncouth names in Celtiberia.
I enjoy sleep marathons, often opening my eyes
past the third hour of the day, and
reward myself in full for thirty
years of wakefulness.
The toga is unknown round here, but when I ask
I’m handed the nearest garment from a broken chair.
When I rise, a fireplace warms me, piled proud
with oak from a nearby wood and crowned with pots
courtesy of the bailiff’s wife.
The huntsman comes in next, one you’d rather fancy
hanging out with in a secret grove.
The soft-skinned bailiff gives my boys their rations
and asks me permission to cut his long hair.
I want to live and die like this.

Marcial desarrolla de esta manera un tema literario familiar –la superioridad del campo
sobre la ciudad– que recuerda a poemas como Tibullus 1.1, el segundo Epodo, las Epístolas 2.2 o las
Sátiras 2.6 de Horacio, y las segundas Geórgicas de Virgilio (el topos se originó en la poesía bucólica
helenística). Es posible que también juegue con la famosa tercera sátira de Juvenal, donde
Umbricius, quien ha decidido alejarse de Roma y retirarse al pacífico aislamiento de Cumae,
despotrica sobre su gran odio hacia la ciudad. Como ya mencioné, tanto Marcial como Juvenal en la
Sátira 3 trabajan sobre la misma ironía imperial del urbanita que persigue el viaje fundacional de
Eneas a Roma, pero de forma inversa. En la Sátira, los claros contrastes son corrompidos más allá
de la redención cuando el degenerado Umbricius se dirige a Cumae, acceso al centro vacacional
costero de Baiae en la bahía de Nápoles, que es asimismo reconocido por ser la entrada al
Inframundo (donde Eneas retrocede sobre sus pasos, además de tener un atisbo de su futuro en la
Eneida 6). El poema da entender que Umbricius deja un infierno por otro, y en el proceso, provoca
una sátira obscena y urbanocéntrica. De manera similar, el elogio abierto de la vida en el campo en
el Epodo 2 de Horacio se ve socavado cuando se expone la voz de la razón es la de Alfius, un
prestamista hipócrita y rapaz nacido y criado para vivir la cruel vida de la ciudad. Predeciblemente,
también hay indicios de un enredo satírico de ideales discretos a lo largo de 12.18: primero, como
señalan Lindsay y Patricia Watson, mientras que palabras que connotan abundancia y lujo se aplican
peyorativamente a la vida urbana en las fantasías rurales de, por ejemplo, Tibullus 1.1 o las
Geórgicas 2, Marcial (como Statius en la Silvae32) “importa” las riquezas de la ciudad a su casa de
campo, integrándolas en una imagen de sencilla abundancia rústica33. Entonces, una “orgullosa pila”
de leños lo recibe cuanto se levanta (19); el hogar está abastecido (cultus) de troncos provenientes
de un bosque cercano; cultus es una expresión en uso, después de Ovidio, para la sofisticación
urbana34. Bilbilis, como la pila de leños, es superba, “orgullosa” de sus recursos naturales de oro y
hierro en la línea 935, pero el mismo adjetivo superbus fue usado en relación con el tirano Domiciano,
de nuevo conectado con el oro, tres poemas antes en 12.15 (un epigrama que no aparece en la
familia de manuscritos γ). Aquí Marcial describe cómo Nerva o Trajano llevaron los tesoros de los
palacios de Domiciano a los templos, donde el público podía verlos (12.15.3-5):

miratur Scythicas virentis auri


flammas Iuppiter et stupet superbi
regis delicias gravesque lusus.

Jupiter marvels at the Scythian flames


of vibrant gold, and looks amazed at the whims
and oppressive playthings of a proud king.

Puesto en relación con 12.15, el paraíso rural y nostálgico de Marcial en Bilbilis trae ecos de
otro recuerdo del pasado romano: la tiranía de Domiciano evocando a lo lejos en el tiempo a
Tarquinius Superbus, el último rey de Roma. Mientras tanto, Marcial hace una broma en 12.18 sobre
vivir la vida sencilla del pobre y “rústico” (8) desde la perspectiva de un caballero malcriado por las
seducciones urbanas: en el campo, la toga es “desconocida”, y sin embargo él tiene a alguien para
que le pase su ropa que está apoyada en una “silla rota”, un recurso cómico que indica la extrema
pobreza en el estilo del Hécale de Calímaco, o de Filemón y Baucis de Ovidio; realiza viajes de un día
a Boterdus y Platea, pero se disculpa de manera snob por sus nombre “burdos”; y se fija que su
capataz sea un “dulce” de piel suave, del tipo que con el que te gustaría retozar en un “bosquecito
secreto”; un locus amoenus post-ovídico, sofisticado y perfumado de bellezas púberes como
Narciso y Hermafrodito.
Efectivamente, en 12.21, Marcial vuelve a su anhelo como si fuera un elegista sufriendo por
el amor a su “amante Roma” (dominae urbis, 12.21.9). Afortunadamente, sus deseos son

32
Véase una discusión sobre Silvae 1.3 y 2.2 en Newlands (2002) 119-153.
33
Watson y Watson (2003) ad loc.
34
Véase por ejemplo Medicamina 1–7 de Ovidio.
35
Marcial parece hablar aquí no solo desde la perspectiva del nativo orgulloso, sino también como un
colonizador que informa cuál es el valor de España: oro, hierro, alfarería, etc.
satisfechos en alguna medida, y también son pospuestos, por su mecenas española Marcella, quie
es tan refinada que es más romama que los romanos, aunque (y aquí está de nuevo esa palabra
clave) sea producto de un peregrini partus (“nacimiento extranjero”, 7):

Municipem rigidi quis te, Marcella, Salonis


et genitam nostris quis putet esse locis?
tam rarum, tam dulce sapis. Palatia dicent,
audierint si te vel semel, esse suam;
nulla nec in media certabit nata Subura
nec Capitolini collis alumna tibi;
nec cito ridebit peregrini gloria partus
Romanam deceat quam magis esse nurum.
tu desiderium dominae mihi mitius urbis
esse iubes: Romam tu mihi sola facis.

Who would think that you, Marcella, were a citizen


of ice-cold Salo, born right here in my native lands?
You have so rare and sweet a quality.
If the Palatine hears you speak just once, it will say you are its own.
No woman born in the heart of the Subura, no daughter
of the Capitol can rival you; no time soon will a foreign birth
produce another treasure who makes a better Roman bride.
You ask that I stop pining for my mistress city:
But you alone make Rome for me.

En el dístico final, Marcella y Roma son una misma: una mujer deseable, una domina
irresistible, de esas que no se puede vivir con ellas, pero tampoco sin ellas. “Domina” es un término
cargado con toda la emoción erótica y los juegos de poder de la elegía de amor romana, y se repite
para referirse específicamente a Marcella en 12.31.7 (munera sunt dominae), cuando Marcial
reflexiona sobre el hogar idílico con jardines que ella le ha otorgado. Esta idea no es nueva: la poesía
en el exilio de Ovidio también fusiona mujer (esposa) y ciudad como el objeto de amor perdido36.
Tal como analiza Edwards, esta imagen también tiene una larga historia en el pensamiento europeo:
en el siglo XVI, por ejemplo, Du Bellay imagina a Roma como una amante seductora tentándolo a
abandonar a Francia, su esposa legítima, mientras que Goethe en sus Elegías romanas hace de
Roma el escenario para una serie de encuentros eróticos, por lo que la consumación sexual se
convierte en la metáfora dominante para la intimidad intelectual, espiritual y emocional con la
ciudad37.
En 12.18, sin embargo, la imagen de la mecenas femenina como personificación tanto de
Roma como de “no Roma”, así como la idea de que es difícil percibir la diferencia entre un verdadero
romano y un extranjero, da lugar a la “plegabilidad” y al desplazamiento de espacios e identidades
en la imaginación epigramática. Este es un libro de espacios pequeños, en el que el mundo puede
ser achicado por el hecho de ser conocido y abarcado bajo el nombre del imperio. En el prefacio a
este “breve” volumen, Marcial llama a Bilbilis “un pusillus locus” (“lugar diminuto”, Pref. 15-16); el
poema 12.4 exhibe cómo incluso las colecciones pequeñas pueden ser “comprimidas” y “limadas”
más aún; el campo de Marcial en Bilbilis es su parva regna (“pequeño reino”) en 12.31.8, su tierra

36
Ovidio, Tristitia, 1.3.62-4.
37
Edwards (1996) 130-1.
en Nomentum es parva rura en 12.57.1. Paradójicamente, una colección tan “breve” puede
condensar no solo muchas ocasiones diversas sino muchos lugares distintos, cubriendo una área
geográfica vasta, debido a la forma en que (resalta la idea de que) “Roma” no se extiende solamente
hasta el área metropolitana de verdes suburbios y centros vacacionales costeros, sino hasta tan lejos
como España. El prefacio del Libro 12, que analiza los pros y los contras de la vida en Roma y en la
provincia, y parece debatirse dolorosamente entre las dos, introduce un volumen que –como
podríamos esperar– se mueve ansiosamente entre distintos roles y ubicaciones. Nos encontramos
hacienda malabares entre fantasías pastorales (contaminadas) y visiones “nostálgicas” de los
placeres de Roma, entre la dura realidad de la vida en el campo (e.g. 12.72), y las amargas
memorias/experiencias de la vida opresiva de la ciudad (e.g. 12.82 o 12.59, donde alguien vuelve a
Roma solo para verse atacado desde todos los flancos por basiatores, haciéndolo arrepentirse de su
decisión). El epigrama 12.57, donde volvemos brevemente a la otra casa de Marcial en Nomentum,
cerca de Roma, nos acerca más y más a la ciudad a través del simbólico rus in urbe de Sparsus, la
“casa de campo” con los recortes en las colinas (demostrando que está Roma, y además está Roma.
. .). Aquí, la ubicación importa, y sin embargos Roma también es dondequiera que esté Marcella
(12.21). Bilbilis, también imita muy bien a Roma en 12.62 y 12.68: 12.62 celebra el regreso de Priscus
de Roma a España en la Saturnalia (que a la vez es un “regreso” a los días de Saturno, 16), y toda la
ciudad estará adornada con regalos para el pueblo, “como si fuera un mercado ausonio” (Ausonio
similis macello, 9), mientras que en 12.68, los clientes matutinos que Marcial trató de evitar yéndose
de Roma, están molestándolo también en el exterior, y decide “regresar” (redeo38) si sigue
perdiendo horas de sueño. De manera similar, se nos hace acordar de los espectáculos urbanos, y
la violencia de la arena (al menos del libro De Spectaculis y del Libro 1) en la imagen de 12.14 de
una tramposa cacería de liebre: non derit qui tanta tibi spectacular praestet (“siempre habrá alguien
que proporcione este tipo de espectáculos”) dice Marcial en la línea 7, refiriéndose a la inclinación
de Priscus de exigir excesivamente a su caballo and terminar tirado en el piso. Y verdaderamente
volvemos a los espectáculos en 12.28, cuando espiamos a Hermogenes robando servilletas en el
teatro (spectacula, 15).
Inversamente, Roma está llena de extranjeros y productos del exterior. Se importan vasos
de cristal del Nilo en 21.7439, y en 12.32, inmigrantes de aspecto salvaje que llegaron a Roma son
echados a la calle cuando no pueden pagar el alquiler40. En este estallido épico, digno de Juvenal,

38
Nótese que el verbo redire se repite cinco veces en distintos contextos con diferentes significados dentro
del espacio de diez poemas (12.59.11, 12.60.10, 12.62.16, 12.67.2, 12.68.6).
39
Véase también e.g. 7.30, donde Caelia duerme con hombres de todo el mundo en Roma, pero ninguno de
ellos romano de nacimiento.
40
Marcial muchas veces ve a los provincianos esperanzados yendo hacia Roma como pobres perdedores, y a
los inmigrantes golpeados por la pobreza como extranjeros sin estatus. E.g. 3.14 (“El famélico Tuccius dejó
España para venir a Roma. Lo recibieron con la historia del subsidio. Y se volvió por el puente Mulvian”). En
3.4, Marcial comenta que él mismo se vio forzado a irse de Roma por la pobreza, y que está escribiendo desde
Galia. Véase también 4.5: “Hombre honesto y pobre, verdadero en su lengua y su corazón, te estás dirigiendo
a Roma: ¿en qué pensás, Fabianus?”. No podrá hacer ninguno de los trabajos sucios y de baja categoría que
los recién llegados terminan hacienda en Roma (proxenetismo, prostitución, peleas o actuación): y entonces
¿de qué va a vivir? Solo los canallas pueden sobrevivir en Roma, y ese también es el mensaje para Sextus, que
quería ser poeta, en 3.38: Marcial le pregunta “¿qué motivo, qué expectativa te lleva a Roma, Sextus? ¿Qué
esperás o buscás allí?”. Él responde que defenderá casos más elocuentemente que Cicerón y superará a los
otros retóricos en el foro. Y si eso no funciona, será poeta, y estará en lo alto junto a Virgilio. Marcial le
responde, explotándole la burbuja: “Estás loco. Todos esos que ves con las capas llenas de escarcha son Nasos
y Virgilios”. Naturalmente, también tenemos el lado “opuesto”, el romano que se va al exilio voluntario lleno
de sueños y esperanzas, y termina decepcionado: como en 7.4.6, donde Cinnamus abandona Roma para evitar
Marcial nos hace imaginar a la peluda madre de Vacerra, a su “enorme” hermana y a su envejecida
esposa pelirroja arrastrando sus obscenas pertenencias desde el departamento en un sótano al igual
que las Furias emergiendo de la oscuridad del Hades (4-6). El pelo rojizo y los cuerpos fornidos de
las mujeres tienen la intención de recordarnos a las monstruosas e intimidantes tribus nórdicas, de
las que se describen en Agricola y Germania de Tácito. La cruel burla de Marcial establece una
nueva, poética, conquista. Al mismo tiempo, este poema marca la habilidad de Roma y del epigrama
tanto de llegar hasta los bordes más lejanos del imperio, como de unir espacios y culturas: no solo
combinando bárbaros y romanos, sino también al imaginar la integración incluso de espacios míticos
(la irrupción de criaturas del inframundo en el mundo exterior).
En 12.32, los bárbaros de clase baja son los nuevos refugiados, exiliados en Roma, habiendo
reproducido (de alguna manera) el viaje “original” de los troyanos a las costas de Italia, llenos de
sufrimiento y esperanza. Personifican los desencajamientos y los giros graciosos y amargos que
terminaron definiendo al Libro 12, y eso no puede descartarse fácilmente, considerándolo resultado
de una edición descuidada o desordenada después de la muerte de Marcial. Así como el exilio le
proporciona a Ovidio una miríada de oportunidades creativas, un área nueva para la imaginación en
la que puede innovar y también revisar/reescribir el trabajo de su vida en el momento en el que
esta se acerca a su fin, podríamos decir que el retiro de Marcial en el exilio en España está diseñado
para amplificar el mundo del epigrama de manera, estableciendo esta poesía como “el” género que
mejor puede abarcar un caleidoscopio de perspectivas sobre el espacio la identidad romana en una
nueva era imperial.
Efectivamente, la imagen del afuera plegado con el adentro, de ser un exiliado en la misma
Roma, atraviesa el corpus de Marcial, reestableciendo la habilidad del epigrama para plegar
espacios y capturar un mundo a la vez enorme y pequeño. Séneca consuela a su madre desde el
exilio en Córcega en el Ad Helviam al observer que Roma es una ciudad llena de exilios: ella sostiene
que estar lejos de la tierra natal de uno “es insoportable”, pero la ciudad estalla de gente que ha
“abandonado el lugar donde nacieron para venir a la ciudad más grande, incluso la más hermosa,
pero que no es la propia” (6.2-3). Como sugiere Hinds, las alusiones de Marcial a Tristia insinúan que
el exilio ovidiano ofrece un modelo “para el cliente abyecto y el arte determinadamente no sublime
del epigramista, quien encuentra sus desventajas proclamadas sin siquiera dejar Roma”41. Fitzgerald
afirma que la arena del Coliseo en De Spectaculis 4 y 5 ya prevé los terrenos arenosos del exilio que
pronto serán el destino de este grupo de informantes42. Y en el epigram 10.5, poema que analicé en
el capítulo 2, el enemigo de Marcial estará exiliado en la ciudad, en el sentido de que todos lo
evitarán, incluso los mendigos: erret per urbem pontis exul et clivi, / interque raucos ultimus
rogatores / oret caninas panis inprobi buccas (“Déjenlo caminar a lo largo de la ciudad, exiliado de
puentes y laderas, y que termine último entre los vagabundos de voz seca, mendigando
insignificantes migas de pan que solo sirven para los perros”, 3–5). Ya hemos visto cómo 10.58
imagina al mismo Marcial como un refugiado épico, al igual que Eneas, pero él es sacudido por los
mares extranjeros de la mismísima ciudad.
Mientras Roma, especialmente sus espacios públicos repletos de gente y las calles
laberínticas y oscuras, puede esconder por completo el duro mundo exterior que representa, el
imperio ya no parece un espacio inimaginablemente vasto, y las distancias son regularmente

“las nefastas leyes del Foro” para convertirlo en caballero. Pero en el exterior, sus habilidades son inútiles, y
se convertirá en un fugitivo deprimido, forzado a volver a su viejo trabajo de barbero para poder vivir.
41
Hinds (2007).
42
Fiztgerald (2007) 42.
comprimidas a través de la lupa del epigrama43: cuando Domiciano vuelve a Roma en 8.11, por
ejemplo, el ruido de las celebraciones llega hasta al Rin y “aterra” (terruit, 4) las tribus germanas,
“los sármatas, y el Danubio y Getae” (3)44. El clamor se centra en el Circus Maximus, donde nadie se
da cuenta de que la carrera ya comenzó, después de cuatro comienzos falsos; el Circo, junto con la
arena del anfiteatro, se vuelve el punto de enfoque simbólico para las miniaturizaciones del
epigrama, microcosmos que puede contener y representar a espectadores, como víctimas humanas
y animales, de todas partes del mundo. Como vimos (en el capítulo 3), la forma en la que Marcial
evoca el modelo de Ovidio del universo en evolución al imaginar el Coliseo como un cosmos. Sin
embargo el alcance de la arena para encerrar e incluso intensificar las fuerzas extranjeras se vuelve
enfático en varios puntos de los Epigramas, no solo en De Spectaculis. En 2.57, por ejemplo, un león
que ataca y mata un par de esclavos que están rastrillando la arena exhibe “un repentino regreso
de de un savaljismo que displays no debería haber existido en las colinas de Libia” (3–4); en 8.26, el
rugido de uno de los leones africanos es tan fuerte “como lo que se oye en las tierras no exploradas
de Massylian cuando la selva se enfurece con innumerables leones” (1–2), mientras que en 8.26, “el
ladrón de Ganges. . . no temió a tantos tigres en el oriente como tu Roma, Germanicus, vio por
primera vez” (1–3). El epicentro compactado de la arena, como vimos, también se desparrama para
abarcar Roma por completo, como en 1.3, donde el libro de Marcial enfrenta las narices de los
críticos-rinocerontes en un recital, o en 3.36, cuando el poeta imagina la vida de un cliente de bajo
rango como un campamento de entrenamiento para gladiadores, preguntando, “¿no creés que ya
me gané una espada de madera (o sea, la licencia)?” (10). Los Epigramas se especializan en el efecto
similar al del acordeón, presumiento una y otra vez cómo esta poesía puede distender y contraer
(el mundo).

Más allá del pastoral

Los libros de Marcial están enraizados en una reconceptualización radical del espacio, que
buscan expresar. Hacen esto utilizando como telón de fondo los emprendimientos literarios
romanos, de Virgilio a Statius, los cuales reflexionan de manera sutil sobre los orígenes de Roma, su
lugar en el mundo, qué significa ser “romano”, y la relación entre centro y margen, urbano y rural,
en la psiquis imperial. El género pastoral, siempre la más urbana de las formas, y en sí mismo
sinónimo de la cultivación poética, tiene una historia fascinante en latín, marcado por su dificultad
y su habilidad (tal como señala Gifford) “tanto de contener como de parecer que evade tensiones y
contradicciones”45. El género pastoral romano explora y deconstruye mitos de libertad, la conquista
y la época dorada, encontrando siempre modificaciones más complejas de la tensión dialéctica
entre ciudad y campo. El campo es a la vez “hogar” y lugar de exilio, a la vez la ubicación suprema
para la poesía o la filosofía y el mundo pre-artístico que no puede proporcionar estímulo o elevación,
a la vez el lugar de retiro para la vejez (para “el futuro”)y (por lo tanto) el sitio para la nostalgia
regresiva. Es un ámbito que, a través de la literatura Latina, está en flujo (real e imaginario) continuo:

43
Compárese nuevamente la poesía de exilio de Ovidio, donde, como analiza (1999, 187), el espacio entre
Tomis y Roma se expande a una “inmensa nada” (véase Tr. 1.5.61-2): en Marcial se abarca fácilmente,
capturado y condensado. Aunque las distancias también pueden expandirse: véase por ejemplo 1.86, donde
el vecino de Marcial en una misma cuadra está tan cerca que podría estirarse y tocarlo con su mano, pero es
como si estuviera en Siena en el Nilo, ya que Marcial no puede cenar con él, no puede verlo, ni escucharlo. El
poema juega con la paradoja de prope como procul: “En toda Roma no hay nadie tan cerca de mí, y sin
embargo tan lejos” (10).
44
Compárese 7.7, donde la mente de todos está tan fijada en Domiciano y su guerra en Alemania que incluso
la multitud en el Circo no sabe qué carrera se está corriendo.
45
Gifford (1999) II.
marcado por la Guerra, recortado y re-etiquetado por la colonización y la redistribución de tierras,
modernizado por los ricos, estirado aún más hacia lo lejos por la maquinaria del imperio. De la
misma manera, la ciudad, que aparece como una bestia que crece, con el centro fijo y el parásito
que se expande, como una caja de pinturas de múltiples colores para el artista y, al mismo tiempo,
como un mórbido drenaje de cualquier pensamiento creativo. En este breve resumen, nos hemos
balanceado de la agitación de la tradición y modernismo, cinismo y lo onírico que son las Églogas
de Virgilio, y el pico de las fantasías rurales de la sátira centrada en la ciudad (Sátiras y Épodos de
Horacio, y Juvenal en particular), a la “tecno pastoral” de Calpurnius Siculus, donde el campo es el
enemigo de la poesía, y los estilos de vida de la villa en las Epístolas de Plinio y Silvae de Statius,
que ven al campo domado y centralizado para las clases ociosas46. En Roma, la producción de
literatura está íntimamente conectada con la reflexión sobre dónde están ubicadas la escritura y la
imaginación, de dónde vienen, y a dónde pertenecen.
La poética de la paradoja de Marcial se alimenta con avidez de esta tradición. Como Statius
y sus predecessores, Marcial da forma a esta ambición al marcar nuevas perspectivas en el paisaje
cambiante del imperio. Como hemos visto en este capítulo, se inspira mucho en la idea del exilio
como un nuevo terreno para contemplar la poesía como/y a Roma, y su identidad provincial (como
la de Statius, para quien Nápoles se volvió una Roma alternativa y epicentro47) es una herramienta
para visiones cambiantes y originales del mundo. Sin embargo, Marcial, como con muchas cosas,
toma el discurso de la movilidad que conecta al portable y fragmentado libro de epigramas con la
diáspora y mezcla de pueblos que está tan insertada en las ideas romanas del origen del imperio, y
lo lleva hasta el extremo. Así como el epigrama puede ir a donde quiera, y lo hace, también Roma,
en estos poemas, es un concepto infinitamente movible. Como por ejemplo en el poema 10.13,
donde Marcial sopesa si debe evolver a su España nativa y a su querido amigo Manius:

Ducit ad auriferas quod me Salo Celtiber oras,


pendula quod patriae visere tecta libet,
tu mihi simplicibus, Mani, dilectus ab annis
ex praetextata cultus amicitia,
tu facis; in terris quo non est alter Hiberis
dulcior et vero dignus amore magis.
tecum ego vel sicci Gaetula mapalia Poeni
et poteram Scythicas hospes amare casas.
si tibi mens eadem, si nostri mutua cura est,
in quocumque loco Roma duobus erit.
.

If Celtiberian Salo lures me to gold-bearing shores, if


I would love to see my home-town roofs perched high upon the hill,
then you, Manius, dear to me from my years of innocence,
whose friendship I cultivated in my boyhood gown,
are the cause. In Iberia’s land there is no sweeter man,
none more worthy of my true love.
With you I could lodge in the Gaetulian huts of sun-parched
Carthage, or the cottages of Scythia, and love them.
If you think the same, if these feelings of mine are mutual,

46
Véase especialmente Newlands (2002, 119-53) sobre Silvae 1.3 y 2.2.
47
Véase el análisis en Newlands (2002), 163, 174, 284-5, 320.
any place will be Rome for the two of us.

Mientras que en la primera Égloga de Virgilio, Meliboeus, echado de su casa de campo para
hacer lugar para los soldados veteranos, se ve a sí mismo y a otro como si los hubieran exiliado a
lugares horrible como “las áridas África y Scythia” (64-5), Marcial está listo para amar esas tierras
distantes (o no tan distantes). Este epigrama establece la conexión familiar entre el retiro en España
y el exilio a países exóticos en las márgenes del imperio, y juega a reducir y estirar las distancias.
Pero también erosiona la posibilidad del exilio, tal como lo conocemos, en el mundo del epigrama;
un mundo que, como señala Fitzgerald, “no tiene centro”48. En in imperio que se expande, y en un
mundo donde el “epigrama como Roma” puede ir, y estar, en cualquier parte, Roma es tanto una
idea como un lugar. Esta es una ramificación crucial de la visión imperialista que Marcial tiene del
epigrama: no solo que sea la representación de Roma, sino que se convierta en Roma. Entonces,
especialmente para los soldados estacionados en las áreas no exploradas del norte de Bretaña, para
los empleados públicos que trabajan largos períodos en pequeñas ciudades en Galia, España o el
norte de África, para los emperadores romanos en campaña militar, o para los “extranjeros”
romanizados, el De Spectaculis no es simplemente un suvenir de los juegos, es los juegos, así como
el Libro 11 es la Saturnalia del año 96, y así con todos. Cualquier lugar, enfatiza 10.13, puede ser
Roma. Si bien los Epigramas transforman el mapa del espacio, en formas provocativas y traviesas,
también se esfuerzan para trascender la geografía: nuevamente, volvemos a la idea de que estos
poemas son limitados/inspirados por su materialidad pura, por el hecho de que están incrustados y
depende de su contexto y ocasión, y sin embargo al mismo tiempo son mucho más que eso: son
ejercicios de la imaginación que puedan cambiar de forma o tamaño, y pueden colarse por las
grietas más pequeñas (esto es, irónicamente, debido en parte a su materialidad, debido a su
corruptibilidad e inconsistencia).
Sin embargo, una de las consecuencias del juego del epigrama con la movilidad (de la poseía,
de los lugares y de las distancias) es que, más que nunca en la literatura latina, tendemos a perder
cualquier sentido real de la separación de ciudad y campo, centro y margen.
Hilvanados a lo largo del corpus, encontramos múltiples rastros de la fantasía pastoral: el
sueño de la parcela de tierra, el otium que uno nunca puede encontrar en Roma (1.55), el cliché
cómico de la chimenea hogareña, la esposa sencilla y las largas noches de sueño ininterrumpido
(2.90, 10.47), la casa de campo como un escape (2.38, 4.64, 10.30) y como lugar ideal para el retiro
en la vejez (4.25, 10.44), la rica gloria de conseguir ser dueño de una propiedad en el campo (8.61,
9.97). Sin embargo, dentro de la populosa miscelánea urbana del libro de epigramas, no hay utopía,
ni ninguna ubicación, que pueda mantenerse completamente separada e impoluta. Spisak considera
que el Libro 10 está unificado por un “ideal pastoral”, a medida que el desilusionado poeta se
prepara para abandonar Roma para ir a su ciudad nativa, Bilbilis, en España49. Pero esta es una
lectura limitada que se basa en seleccionar ciertos poemas específicos entre sus vecinos, y elegir
subrayar ciertos puntos en esos poemas para poder justificar un sentido de armonía general. Así,
los idilios rurales convencionales ofrecidos en 10.30, 10.47 y 10.96, por ejemplo, se presentan como
si no tuvieran contacto con 10.94 (cf. 10.37.19), donde el jardín infértil de Marcial en Nomentum lo
obliga a comprar manzanas en un mercado romano, y hacerlas pasar por productos cultivamos en
la casa de campo; o con la ambivalencia de 10.51, donde Fastinus tiene todo el tiempo libre que
quiere en su villa de la costa, pero se pierde los famosos teatros, baños y foros de Roma; o con los
poemas de apertura (10.6 y 10.7), que celebran el regreso de Trajano a Roma; o con la tragedia de

48
Fitzgerald (2007) 198.
49
Spisak (2002), cf. Merli (2006), quien ve una “marcada antítesis” entre ciudad y campo en el Libro 10.
10.26, donde le centurión Varus muere antes de poder regresar a su amada ciudad; o con 10.13,
donde, como hemos visto, Bilbilis, e incluso Cártago, pueden volverse Roma. Lo que Spisak tiene
que preservar como un claro “contraste urbano-rural”, puede no ser considerado complicado y
recortado sólo si estamos decididos a extraer “ciclos” discretos y a no leer el libro como un entero.
Como en los “poemas de la villa” en Silvae de Statius, en Marcial vemos cómo se reduce el
espacio entre ciudad y campo50, pero los Epigramas explotan todas las complejidades y paradojas
de las representaciones romanas de la vida en el campo versus la vida en la ciudad para trazar un
zigzag entre espacios y superponerlos de manera nunca antes vista. Más que nunca, el rus es parte
de la experiencia urbana, mientras que los clichés de la difícil vida en la ciudad se sienten de igual
forma en el campo. El poeta, junto con sus amigos y enemigos, lidia con desilusiones y frustraciones
(Libro 12, Prefacio), condiciones incómodas y oscuras (11.18, 11.34, 8.14), techos con goteras (7.36),
problemas con el efectivo (1.85, 6.5). En el Libro 12, como vimos, Marcial se esfuerza para aferrarse
al otium que tanto deseó, y es acosado por el aburrimiento y las molestias de la vida provincial. Una
de las descripciones más largas de los placeres de la vida en el campo, en Bilbilis (1.49), está
moldeado sobre el socarrón Épodo segundo de Horacio, donde se revela que el encomio de los
placeres rurales proviene de la boca del usurero Alfius. Los poemas están escritos en el mismo metro
inusual (una combinación de trímetros y dímetros yámbicos), y también hacen eco de los rasgos
generales del paisaje y el estilo de vida, como aguas tentadoras, comida abundante y descanso feliz,
la imagen de Marcial de una cacería invernal en las colinas de España sigue de cerca el Épodo 2.29-
36. Tal como observa Howell del poema de Horacio, “el objetivo de la broma es que el encomio en
sí mismo está expresado de manera muy convincente”51, pero el objetivo también es que nunca
puede ser tan convincente la segunda vez. En particular, la imagen de la cacería de la liebre en las
líneas 25-6 de 1.49 se encuentra en un libro famoso por su “ciclo” de siete epigramas sobre la
inteligente, provocativa liebre escapando de las garras del león todas las veces en la arena del
anfiteatro; de hecho, 1.49 está enmarcado por dos de esos poemas, 1.48 y 1.51 (luego del dístico
1.50). Como sostienen varios críticos, Marcial sugiere la identificación del epigrama o del
epigramista con la liebre, lepus, el animal pequeño, delicado, travieso y ambicioso52 que “juega”
(ludit, 1.6.4) con el clemente rey león53, y cuyo nombre es en sí mismo una “mala pronunciación”
epigramática de la palabra clave catuliana para los neotéricos ingeniosos, lepos (“encanto”), o
lepidus (“ingenioso”, “encantador”). Sin embargo en 1.49.23-6, bruscamente, la liebre es atrapada
y asesinada:

ibi inligatas mollibus dammas plagis


mactabis et vernas apros
leporemque forti callidum rumpes equo –
cervos relinques vilico.

There you will slaughter deers snared in


pliant nets, and native boars,
and run the cunning hare to death on a strong horse,
leaving the stags to the bailiff.

50
Véase especialmente Silvae 4.3.
51
Howell (1980), 213.
52
Se la llama ambitiose lepus en 1.51.2, se la describe como tenuis en 1.51.6 y 1.22.4, parvus en 1.22.2,
improbus en 1.48.7.
53
E.g. Fitzgerald (2007) 83 considera a este ciclo como “una alegoría de la clementia del emperador”.
Por lo tanto, no solo el idilio pastoral en 1.49 está contaminado más allá de la redención: Marcial,
como otros antes que él, también está sugiriendo que este tipo de poesía no puede sobrevivir fuera
de la resplandeciente y sofisticada arena que en 1.3 ya se ha expandido para inundar toda Roma.
1.49 se lee como una extensión sorpresa del show espectacular que aparece en flashes a lo largo
del Libro 1, y eso sirve como una metáfora dominante para la colección en el prefacio. Aunque
parezca llevarnos lejos, permitámonos tener un pequeño escape nostálgico junto con su
destinatario Licianus, de hecho (también) nos lleva de vuelta a la ciudad y estruja espacios, hasta
llegar al microcosmos epigramático más representativo, el Coliseo.
Entonces, ¿los Epigramas desarrollan el género pastoral, o acaso marcan el punto en el que
el pastoral se pierde, y debe ser relegado al pasado? Nuevamente, el expansionismo imperial de
Marcial tiene un potencial doble filo. Al (re)inventar una forma poética que puede dilatarse para
abarcar el mundo entero, para que no quede ningún espacio que no sea romano, o donde el
epigrama no sea leído, la noción de retirada (recessus), tan central en la literatura de la época de
Augusto y Nerón, parece obsoleta. Cuando se ha recessus a Anxur, Marcial se queja en 10.58, había
tiempo para cultivar las musas con Faustinus, pero ahora nos maxima Roma terit, “la magna Roma
nos tritura” (6), y “la vida se desperdicia en esfuerzos improductivos” (8). ¿Puede uno lograr el otium
en esta poesía y en este clima? ¿Y puede esa pérdida ser recompensada por la hiperestimulación
urbana? ¿Queda algún lugar en el que uno pueda estar realmente exiliado? Como vimos en el
capítulo 4 sobre la Saturnalia, las conquistas pueden también venir a expensas de la verdadera
libertad y el espacio de la imaginación. Marcial lo describe en 8.55 diciendo que Roma se ha “vuelto
más grande” con su emperador (creverit et maior cum duce Roma suo, 2), la ciudad ha dejado de
producir virgilios; pero dejen que haya mecenas, y “tu propio campo te dará un Virgilio”
(Vergiliumque tibi vel rua rura dabunt, 6). De manera similar, Marcial usa una metáfora del arado
para describir la producción poética en 1.107.7-8. Es el campo el que engendra arte, y artistas.
Incluso se puede ver el resquebrajamiento de la distinción entre espacio privado y público
en los Epigramas: por ejemplo, en 1.3, que está moldeado en base a las Epístolas 1.20 de Horacio,
y la imagen del libro esclavo escapando los confines seguros del estudio de su creador para buscar
la emoción del mundo externo, el libellus sufre el mismo tratamiento agresivo dentro y fuera; de
hecho, cualquier agresión que reciba de los críticos maliciosos será mejor que las crueles
correcciones de la pluma del poeta. Al hacer su verso completamente público, y al empujarlo a los
confines de la tierra, Marcial también tiene que sacrificar la exclusividad, y exponerse a toda la
crueldad y complejidad de un mundo multicultural. Sin embargo, esta poesía hiper trófica se inclina
a modernizar a través de la reconceptualización del espacio, y furtivamente impone las perspectivas
y restricciones epigramáticas sobre todos los romanos. Marcial siempre preferirá ser un Marsus que
un Virgilio (8.55.24). Sin embargo, al igual que Virgilio en la Eneida, su obra de escala épica alcanza
una audiencia de gente desplazada –viajeros, extranjeros y pioneros- en busca de maneras de
expresar nuevas identidades en un mundo cambiado.

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