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-*MANZANA 25 Y 26

HURTADO CANAL, YADIRA ANTUANE; MEDINA ZAMORA, MAYRA YOSMARA, SONCO


QUISOCAPA, KAREN RUDDY

Crayla Alfaro citó: “El Camino Real de Puquin, Corca y


Cotabambas. Este Camino es nombrado como Camino
Real de Corca, Camino de Wakachaca y de los
Cotabambas. Por otro lado, es reconocido como el Camino
Troncal del Cuntisuyu, por integrar a los pueblos del
Condesuyos y la Costa Peruana. El camino se desplaza
por la Plaza de Francisco, Puente Almudena, Puquin,
pasando el Abra de Taytamañayacuna, ingresa al pueblo
de Corca. Desde el pueblo de Corca, el camino bifurca
para dirigirse a los pueblos de Chinchaysuyu como:
Chinchaypuquio y Cotabambas. El otro ramal continúa por
el Tambo de Chanca, Huillcaconga y HuancaWaka y
desciende al puente de Wakachaca en el Rio Apurímac.”
(Gasparini-Margolles, 1978)

Debido a la preocupación de la ciudadanía y sus autoridades


por la carencia de un edificio aparente para el
abastecimiento, en 1905, el prefecto del Cusco, el coronel
Don Pedro José Carrión, convoco a un concurso de
proyectos para el edificio del nuevo mercado o “recova” con
el objeto de ordenar el comercio al aire libre en las plazas a
través de un edificio dotado de condiciones de higiene y
ornato público explotando las posibilidades del uso del
concreto como tecnología nueva.

Para tal efecto, se decidió edificar el mercado o la “recova”


en Plaza San Francisco que en esas épocas era una
explanada o descampado en la que no existía ningún tipo de
intervención.
A pesar del avance de las obras, la construcción del nuevo mercado se frustro por razones
desconocidas de la fecha. En la década de 1920, quince años después, en la gestión del
alcalde y diputado por cusco Don Manuel Silvestre Frisancho, se retoma nuevamente la
necesidad de construir un edificio de mercado.

Se decidió reubicar el emplazamiento del nuevo edificio hacia el oeste de la ciudad, en el


barrio de san Pedro, considerado entonces el área de expansión inmediata de la ciudad,
donde también se venía construyendo la estación del ferrocarril a Santa Teresa
(Quillabamba). Se seleccionó para el emplazamiento la pampa de Qhasqaparo, ubicada frente
al templo de san pedro, donde además se ubicada el camal o matadero de la ciudad desde
épocas coloniales. Para tales efectos, se tuvo que adquirir parte de los huertos del monasterio
de santa clara, en marzo de 1921 y reubicar el camal hacia la calle Umanchata, donde
posteriormente se construyó un edificio.

Esta mutilación de las propiedades del convento de santa clara y la ubicación del nuevo
edificio genero la creación de un sector con trazo octogonal y nuevas calles que
posteriormente se denominaron Túpac Amaru, Roberto Gohring, y Micaela bastidas,
interrumpiendo la prolongación de la calle trinitarias hasta el encuentro con la calle
Qhasqaparo.

El proyecto se elaboró siguiendo los lineamientos de la propuesta elaborada por el ing.


Teodoro Elmore en 1905, para el mercado o recova que debió hacerse en la plaza san
francisco, es decir, un bloque central aislado en sus cuatro frentes destinado al mercado
propiamente dicho. Posteriormente, se dio en concesión la construcción de los pabellones
auxiliares del mercado a la firma Comercial cesar Lomellini y Compañía por el termino de
cinco años y dos meses, en 1925.

El mercado de San Pedro o “Mercado Frisancho” fue la superficie cubierta más grande que
hasta entonces se había construido, edificación totalmente desvinculada en su diseño de lo
que era la tradición constructiva cusqueña en el momento de su ejecución. Se inauguró el 7
de junio de 1925 por el Alcalde y Diputado por Cusco Don Manuel Silvestre Frisacho,
nombrando como administrador al Sr. Emilio Astete.
EL CONVENTO DE SANTA CLARA Y LA MUJER
MESTIZA CUSQUEÑA: (1560 – 1600)

Como institución el recogimiento, basado en


principios éticos cristianos, fue usado de manera
más amplia, teniendo una variedad de funciones
dentro del universo secular. Los primeros beaterios
y casas de recogimiento fueron los lugares desde
los cuales, fruto de la mezcla cultural, la mujer
permaneció alejada de la actividad masculina de la
colonización e intervención en la realidad desde
donde fue confesada por la Iglesia para la
progresiva institucionalización de la vida religiosa
femenina en el Perú.

Es así, que las primeras Instituciones monásticas femeninas establecidos en el Perú fue el de
Santa Clara del Cusca, sin dejar de mencionar el de San Juan de la Penitencia, que se fundó
en Lima en 1553, para que se "recogiesen, criasen y doctrinasen doncellas mestizas pobres".
20 Santa Clara, establecido como recogimiento en la década de los 1550, y elevado al rango
de monasterio en 1560.

El 6 de junio de 1558, entraron en clausura 24 jóvenes, interviniendo en su elección el cabildo,


el guardián de San Francisco y Doña Francisca. El cabildo nombró en su lugar a Jerónimo de
Costilla, como regidor más antiguo y este desando tener para sí el título de patrón. Recibida
la cédula expedida por Felipe II, por la que se autorizó su clausura solemne, se procedió a su
erección en monasterio; pero, la vida claustral no parece haber empezado hasta el año1564.
Según las constituciones el monasterio debía tener siempre 20 monjas españolas y 12
mestizas, además de 40 doncellas recogidas. Siendo el Convento el centro de expansión de
la orden franciscana femenina. Del cual salieron las monjas fundadoras de Santa Clara de la
Concepción de Guamanga. La fundación de Santa Clara se vincula directamente con esa
nueva y creciente población mestiza que empieza a ser vista como un peligro potencial.
Procura el oportuno "remedio" de las muchachas. El nuevo "Monasterio de Mestizas" servirá
para enseñar a las jóvenes mestizas incorporarlas a la nueva sociedad en vías de formación.
El cabildo estipula que ellas podrán elegir su estado (casarse o profesar).
La peculiaridad de Santa Clara del Cusco, se evidencia en su doble función institucional como
recogimiento y convento. Ya que daba asilo temporal, proveía un hogar para huérfanas, servía
como escuela para niñas seglares y al mismo tiempo era una institución religiosa donde las
monjas practicaban su vocación. Su función adaptativa como recogimiento/convento fue
dictada por los requerimientos sociales del Cusco de mitad del siglo XVI. Se estableció una
clara distinción entre aquellas niñas que tenían dote y las que no.

Continuando con los antecedentes que nos brinda Rubén Vargas Ugarte dice que, los
monasterios, se hizo costumbre admitir algunas niñas en calidad de internas, las cuales
permanecían a la sombra de los claustros hasta completar el periodo de su formación. Está
formación es comprendida en lo que se llama las primeras letras y luego una buena dosis de
conocimientos caseros, propios de la mujer hacendosa y otros que venían a servirle de
adorno, como el canto y la música. No necesitaban tampoco mayor bagaje científico.
Justamente en las diversas instituciones religiosas tenían la función de brindar una educación
elemental a la mujer, en la cual aprendían a leer y escribir. Visto de otro modo la educación
en todas las épocas fue una verdadera necesidad para todos, porque era el medio más eficaz
para conseguir el desarrollo.

Santa Clara (San Juan de Letrán). Se da como posible origen y antecedente a San Juan de
Letrán como institución claustral dedicada especialmente para las mujeres mestizas de la
ciudad del Cusco, a iniciativa del cabildo civil de la ciudad, con el fin de proteger a las doncellas
mestizas abandonadas en gran número por ambos padres, y huérfanas hijas de españoles
muertos en batallas, que estaban esparcidas casi en todo el territorio sureño. Según Nancy
Van Deusen, se creó: "El 30 de abril de 1551 fue fundado un "Recogimiento" para mestizas
en Chaquilchaca, en la parroquia de Santiago, con la primera denominación de San Juan de
Letrán, bajo la tercera orden de predicadores de San Francisco". Teniendo como su primera
abadesa a una mujer de virtud Francisca de Ortiz, regentando la abadía hasta el último día de
su vida. La casa de recogidas mestizas abrió sus puertas en el año de 1558, ya para 1560 se
eleva como "Monasterio de Clausura Santa Clara", gracias al empeño de la población y la
aprobación de una Real Cédula emitida por el Rey de entonces Felipe II.

(Navarro Linares, 2012)


SANTA CLARA – GEORGE KUBLER

Historia: Este convento franciscano, fundado en 1560, tiene


según Wethey, la más antigua de las iglesias e Cusco. La obra
comenzó en 1599; la primera iglesia se derrumbó; la segunda
construcción se inició en 1603 y se terminó en 1622. La torre
actual se construyó en la segunda mitad del siglo XVII. La
iglesia no perdió más que un campanario como consecuencia
del terremoto de 1650. Se derrumbó además un ángulo del
claustro, causando desperfectos en una de las galerías del
piso superior.

Construcción: La iglesia y la torre son de excelente


mampostería. Los arcos y bóvedas de la nave son de ladrillo,
protegidos por una techadumbre de tejas. La cúpula con
nervaduras de ladrillo, que se eleva sobre la capilla mayor, ha hecho pensar a Wethey en
cúpulas similares de Sucre, en Bolivia.

Las galerías del claustro principal llevan columnas e piedra con arcos y enjutas de ladrillo, en
sus dos pisos. Todas las habitaciones que dan al claustro tienen paredes de adobe. El
segundo claustro, que las monjas llaman el “claustro colorado”, está desde hace largo tiempo
en ruinas. Solo se mantienen en pie fragmentos de sus arcos. Este claustro es utilizado ahora
como patio de servicio por las treinta y cinco monjas del convento.

Daños: La iglesia es la que menos desperfectos ha sufrido en Cusco. Inmediatamente


después del terremoto de 1950, los daños en Santa Clara parecían tan considerables que la
abadesa del convento pidió que se desmontara en seguida la parte alta del claustro, para
evitar mayores daños al claustro bajo. Muchas autoridades compartían este punto de vista,
hasta que se vio que solo la galería oriental había sufrido desperfectos de gravedad.

Las paredes de adobe del resto del convento están en mal estado. Como suele suceder en
Cusco, los ángulos mal ajuntados se han abierto y lienzos enteros de pared se inclinan
peligrosamente, sufriendo además todo el edificio la demoledora presión de la pesada cubierta
de tejas y madera. La serie de celdas del lado occidental es inhabitable. En toda esta parte
del edificio se ven restos de pinturas murales de la época colonial, que han quedado al
descubierto cuando se produjo el terremoto, al caer el enlucido de yeso que las cubría.

Trabajos preliminares: El ala oriental del edificio se ha desmontado hasta el corredor del
claustro. Se están construyendo nuevas celdas de adobe para las monjas, sobre la planta
primitiva. No se ha acabado de retirar los escombros del lado occidental. Las monjas ocupan
las celdas de la galería meridional. Se ha apuntalado el ángulo noroeste de la fachada del
claustro. Toda la obra de mampostería de la torre se ha reforzado nuevamente con cemento.

Trabajos futuros: Más que reparaciones, la iglesia necesita que se renueve su decoración. La
antiestética pintura jaspeada que cubre la mampostería debe desaparecer. Las galerías del
claustro tienen que ser consolidadas y restauradas. Habrá que reconstruir el ala occidental,
conservando en la medida de lo posible las pinturas murales. El actual patio de servicio carece
de interés artístico y puede dedicarse a usos no conventuales. Debe limpiarse la entrada del
convento y restaurarse según la forma que tenía en el siglo XVII. (Kubler, 1951)

En el mercado Leguía la cosa va para más, tenduchos oscuros, tétricamente ófricos sirven de
comedores al pueblo humilde, y afuera sobre el barro y las aguas pluviales estancadas, los
potajes guisados con manteca rancea y carnes de tercera clase para la gente mucho más
pobre aún.

Y así por donde uno vaya el olor de la manteca y de la carne a medio cocerse, lo persigue, lo
aplana, y le da la impresión de que también se esta impregnando en esos olores. (Calvo,
2013) (Loredán, 1952)
En el mercado centrar en la parte superior del muro del
segundo cuerpo existen perforaciones decorativas con
escalonamientos crecientes y decrecientes formando
una especia de rombo cruzado por barras metálicas,
elemento que por su tratamiento implica una influencia
incaista.

En la calle Túpac Amaru, se observa una composición


de fachada repetitiva y rítmica. Utilización de molduras y
acornisamiento.

En la calle Concebidayoc se utilizan elementos decorativos logrando una composición simple.


(Paliza, 1934)

TIPOLOGIA DE VIVIENDAS

La tipología arquitectónica de vivienda de esta época


si bien tiene influencia externa, no sufre en la misma
medida el proceso ecléctico de la arquitectura limeña
de la misma época, explicable por las limitaciones
económicas.

Dentro de la nueva tipología se pueden encontrar dos


corrientes. La primera de evolución o transición, en la
que se tiene una estructura mixta combinada y no se abandona totalmente el patrón colonial.
Y la segunda cuya concepción es totalmente ajena a las tipologías coloniales, la importada.

La primera denominada como de evolución o transición, no se desarrolla necesariamente en


un periodo previo a aquella de cambio radical puede ser paralela o posterior, porque estos
nuevos patrones no son el resultado de una evolución tipológica sino un patrón importado e
implantado. Mientras que las tipologías de evolución son el resultado de una adaptación de la
tipología colonial hacia las nuevas concepciones y formas vigentes.
SINTESIS DE LA EVOLUCION ARQUITECTONICA

Para inicios de este periodo, la influencia estilística


existente era la neoclásica, que había sido introducida en
Sudamérica aún a fines del siglo XVIII.

El Cusco desde fines del siglo XVIII, había ido perdiendo


su importancia como centro administrativo y comercial, y
por ende su anterior esplendor económico,
encaminándose a la ruina. Como lógica consecuencia la
producción arquitectónica se vio limitada en cantidad y calidad.

La arquitectura religiosa monumental, no volvió a producir nuevas estructuras. La arquitectura


religiosa se limitó a la construcción de nuevos altares, en los que se desplazó el barroco por
el neoclásico, aunque este se mezcló con reminiscencias barrocas en un primer momento.

La arquitectura civil, también fue restringida y se empobreció. El patrón espacio-funcional se


mantuvo inalterado. Son algunos elementos como, galerías, balcones, puertas, patios,
jardines y la decoración, los que modifican sus líneas de ornamentación.

Primero, aunque con muy poca fuerza se introduce el rococó y luego el neoclásico. El rococó
desaparecerá a mediados del siglo XIX, y en el neoclásico se extiende hasta las primeras
décadas del siglo XX.

En el periodo de 1821 – 1840, tanto como en el de 1841 – 1900, la arquitectura cusqueña se


halla inmersa en la influencia neoclásica, pero siendo el periodo crítico de la decadencia.

El neoclásico en la arquitectura cusqueña no tiene exponentes destacables y de importancia,


por el estilo en sí, este no se domina, su manejo es especulativo.

En la arquitectura publica correspondiente a este periodo, el neoclásico se expresa en el Arco


de Santa Clara y el Panteón de Almudena, ambos sobre todo por la nueva tipología
arquitectónica introducida. El primero de carácter historicista conmemorativo y el segundo
respondiendo a la idea de salubridad acorde con la ideología de la ilustración.

Con el inicio de la recuperación económica de la ciudad, es posible advertir cierta renovación


en la arquitectura cusqueña de producción privada particular. Se introduce la variable de
simetría la que se utiliza en la composición de planta y elevación partiendo de un eje central.
A pesar de lo limitado de los recursos, se busca la renovación, aunque esta generalmente se
limita a la modificación de las estructuras pre-existentes mediante nuevos elementos. Se
extiende el uso del hierro, ser renueva y modifican los elementos arquitectónicos. La ciudad
colonial, escueta, se va llenando de recursos decorativos.
La tipología de vivienda practicada en este periodo, no altera la concepción espacio-funcional
colonial, se mantiene la distribución alrededor del pario, zaguán, el primer nivel destinado a
depósitos y servicios y el segundo nivel es de uso social e íntimo. Introducen y modifican los
elementos arquitectónico-decorativos, al igual que en las estructuras modificadas en este
periodo.

Al siglo XX, la arquitectura cusqueña arriba con el patrón espacio-funcional de la casa colonial.
El neoclásico había modificado las fachadas; la composición colonial simple y austera va
escaseando.

(Paliza, 1934)

LA IMAGEN DE LA CIUDAD INCA

Desde lo ideológico-representativo, la ciudad inca del


Cusco, fue también el centro religioso de primera
importancia en el Tawantinsuyo. Existen abundantes
datos sobre el patrón de asentamiento de Cusco como
centro ceremonial que no fue excluyente de lo urbano.
Tal como ha sido destacado por varias investigaciones,
los contornos del centro principal del Cusco, que lo
constituían Saqsaywaman, los ríos Tullumayo y
Huatanay hasta su unión, delineaban como ya se adelantó, la figura de un puma. Los incas,
según Sarmiento Gamboa, le dieron forma de puma a su ciudad, porque la tuvieron en “alta
estima”. Por otro lado, sus habitantes antiguos consideraban que Cusco era el “ombligo del
universo”, es decir su centro y, por lo tanto, se ubicaban alrededor las provincias con menor
estatus político y religioso.

La forma de puma de la ciudad, coincide en el aspecto ideológico, con el culto al felino muy
generalizado. Los incas especialmente tuvieron una especial consideración a dicho animal,
así es posible observar que en la portada del Qorikanca, se tenía en ambos lados del dintel,
dos umas de piedra en actitud yacente. Existen pumas e escultura en Chinchero, Huánuco
Pampa, Cusillachayoc, etc. También se observa muy seguidos pumas en la cerámica
precolombina. La ciudad del Cusco, como manifiesta Zuidema, representa en su traza urbana,
la estructuración social de sus habitantes. La concepción espacial que la dividía en Cusco alto
y bajo (Hanan y Hurin) aún se conserva en muchos lugares del área andina. En el altiplano
se llama aun Alassa y Masaa. Se firma que esta división tiene connotación con el reinado
cronológico de los incas. Los primeros cinco monarcas fueron del Hurin y restantes del Hanan,
aunque se piensa que existió un gobierno compartido de ambos.
Con Pachacútec se completa la reestructuración de la ciudad incaica, Aunque con algunas
modificaciones, es esta la que los españoles vieron a su llegada.

La imagen urbana de la ciudad, según la mayoría de los cronistas, ofrecía magnificencia y


organización, Sorprendió a los españoles su infraestructura de relación con las actividades
agrícolas y en general con la naturaleza.

La forma de la ciudad en si debió ser armónica con relación a la conformación misma del valle,
y tendente a lo uniforme dado las pocas diferencias de tipo constructivo arquitectónico de sus
edificaciones donde predominaban aquellas de solo un piso, aunque es posible, sin embargo,
que algunas fueran de dos niveles. A esto hay que agregar la enorme diferencia de calidad
arquitectónica y tecnológica propiamente, entre la parte mobiliaria de la ciudad nuclear y las
edificaciones de los barrios periféricos de esta. Esta diferencia se vería seguramente resaltada
el área no edificada que existía entre ambas.

Los techos de paja, la mampostería de pierda y adobe, confirieron a la textura urbana, una
imagen pareja e integrada. No había edificios que resaltaran desproporcionadamente por su
forma y magnitud, aunque el Qorikancha, el Sunturwasi y la llamada fortaleza de
Sacsaywaman, debieron constituirse en los elementos dominantes e hitos arquitectónicos
dentro del contexto urbano.

(Villegas & Estrada, 1943)

HISTORIA DEL MERCADO DE SAN PEDRO DE CUSCO

Citando a (Calvo, 2013):

La zona del Barrio de San Pedro fue ocupada por los Killke y Chanapata en tiempos anteriores
a los Inca. Siglos después, los últimos se apoderaron de este sector, donde construyeron
andenes y el Puente de Chaquillchaka sobre el río Sipaspugio. Por esta zona también
atravesaba el Qhapaq Ñan que conducía al Kontisuyo y que dividía al Cusco en dos sectores:
Hanan, parte Alta y Urin, parte Baja. De este camino aún quedan como evidencia el muro de
la Calle Santa Clara sobre el que se encuentra el Colegio Nacional de Ciencias y algunas
paredes de la Calle Hospital.

La historia de San Pedro empieza con la fundación del Hospital General de Naturales, cuya
primera piedra fue colocada el 13 de julio de 1556, siendo Corregidor de Cusco el Capitán
Garcilaso de la Vega. Este hospital para la población indígena era considerado el más
importante del Perú. Contaba con 300 camas y gozaba de muchos beneficios y de buena
renta, ya que atendía a muchos indígenas enfermos provenientes de todo el sur. Sin embargo,
este hospital estaba construido entre las jurisdicciones de dos parroquias: de Belén y Santa
Ana. La parroquia del Hospital de Naturales, conocida más tarde como Parroquia de San
Pedro, fue creada a raíz de los problemas que surgieron entre los nativos Cañaris y
Chachapoyas de Santa Ana y las panakas de Uscamayta y Hahauinin de Belén.

En esta parroquia, también se construyó el Templo de Santa Clara en terrenos cedidos en


1603 por el Cabildo de la ciudad en el lugar conocido como la Alameda. Según el cronista
Diego de Esquivel y Navia, el 30 de abril de 1622 las monjas clarisas se trasladaron a su
nuevo monasterio, dejando la casa que ocupaban en la Plazoleta de las Nazarenas.

Al frente de este monasterio, con licencia otorgada en 1690, se construyó el colegio


franciscano de San Buenaventura, sobre el andén que da a la Calle Santa Clara y la Plaza de
San Francisco.

El Puente de Chaquillchaka fue usado tal cual lo dejaron los Inka hasta el siglo XVII. En esa
época fue rebautizado como Puente Almudena, aunque también era llamado Puente de los
Barbones; este es el único sobreviviente de los 43 que tenía la ciudad. El actual Templo de
San Pedro, levantado en reemplazo de la iglesia del Hospital de Naturales (destruido por el
terremoto de 1650), se empezó a construir en 1688, utilizando piedras de andenes incaicos
que existían en el cerro Pikchu. Las obras fueron costeadas por el cura de la parroquia, don
Andrés de Mollinedo, sobrino del obispo Manuel de Mollinedo y Angulo. Este templo recibió a
sus primeros feligreses en 1699. Un retrato de este obispo, el gran mecenas del Cusco
colonial, se conserva en la sacristía del mismo.

Hacia fines del siglo XIX, la gente empezó a llamar al Barrio de San Pedro en lugar de
Parroquia de los Naturales, porque lo identificaban por el nombre de su iglesia y no por el
nombre original de la parroquia.

Hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, los historiadores de la ciudad al referirse al
mercado, mencionan principalmente dos: el de la Plaza de Armas y la Plaza San Francisco.
El de la Plaza de Armas era de diario, mientras de San Francisco, conocido como “baratillo"
funcionaba los sábados por la tarde. Esta imagen se conservó hasta inicios del siglo XX.

En realidad, el término mercado se refería a una explanada donde se extendían puestos de


venta sobre el suelo en forma precaria, casi itinerante; posteriormente esta actividad se
trasladó hacia la Plaza San Francisco en forma permanente.

Debido a la preocupación de la ciudadanía y sus autoridades por la carencia de un edificio


aparente para el abastecimiento, en 1905, el Prefecto del Cusco, el Coronel Don Pedro José
Carrión, convocó a un concurso de proyectos para el edificio del nuevo mercado o “recova”
con el objeto de ordenar el comercio al aire libre en las plazas a través de un edificio dotado
de condiciones de higiene y ornato público explotando las posibilidades de uso del concreto
como tecnología nueva.

Para tal efecto, se decidió edificar el mercado o la “recova” en la Plaza San Francisco, que en
esas épocas era una explanada o descampado en la que no existía ningún tipo de
intervención.

A pesar del avance de las obras, la construcción del nuevo mercado se frustró por razones
desconocidas a la fecha. En la década de 1920, quince años después, en la gestión del
Alcalde y Diputado por Cusco, Don Manuel Silvestre Frisancho, se retoma nuevamente la
necesidad de construir un edificio de mercado.

Se decidió reubicar el emplazamiento del nuevo edificio hacia el Oeste de la ciudad, en el


Barrio de San Pedro, considerado entonces el área de expansión inmediata de la ciudad,
donde también se venía construyendo la estación del ferrocarril a Santa Teresa
(Quillabamba). Se seleccionó para el emplazamiento la pampa de Qhasqaparo, ubicada frente
al Templo de San Pedro, donde además se ubicaba el camal o matadero de la ciudad desde
épocas coloniales. Para tales efectos, se tuvo que adquirir parte de los huertos del Monasterio
de Santa Clara en marzo de 1921 y reubicar el camal hacia la calle Umanchata, donde
posteriormente también se construyó un nuevo edificio Esta mutilación de las propiedades del
Convento de Santa Clara y la ubicación del nuevo edificio generó la creación de un sector con
trazo octogonal y nuevas calles que posteriormente se denominaron Túpac Amaru, Roberto
Góhring y Micaela Bastidas, interrumpiendo la prolongación de la Calle Trinitarias hasta el
encuentro con la Calle Qhasqaparo.

El proyecto se elaboró siguiendo los lineamientos de la propuesta elaborada por el Ing.


Teodoro Elmore en 1905, para el mercado o recova que debió hacerse en la Plaza San
Francisco, es decir, un bloque central aislado en sus cuatro frentes destinado al mercado
propiamente dicho y dos bloques auxiliares aislados en sus cuatro frentes. Posteriormente, se
dio en concesión la construcción de dos pabellones auxiliares del mercado a la Firma
Comercial César Lomellini y Compañía por el término de cinco años y dos meses, en 1925.

El Mercado de San Pedro o “Mercado Frisancho” fue la superficie cubierta más grande que
hasta entonces se había construido, edificación totalmente desvinculada en su diseño de lo
que era la tradición constructiva cusqueña en el momento de su ejecución. Se inauguró el 7
de junio de 1925 por el Alcalde y Diputado por Cusco Don Manuel Silvestre Frisancho,
nombrando como administrador al Sr. Emilio Astete.

La creciente demanda y el crecimiento poblacional obligaron a ampliar el mercado, con tales


propósitos se tuvo que demoler el bloque sur para extender la edificación hacia ese extremo.
Dicha ampliación se construyó en 1955 (época de demoliciones y ampliaciones posteriores al
sismo de 1950) esta labor lastimosamente desmereció la edificación anterior, se simplificó la
complejidad de la estructura de tijerales sin lograr ni siquiera parecerse.

Posteriormente, desde su construcción y ampliación, el Mercado de San Pedro se volvió en


el núcleo comercial del Centro Histórico, generando el crecimiento comercial y la apropiación
de la vía pública por el comercio ambulatorio, fenómeno que creció hasta convertirse en un
problema social descontrolado.

La infraestructura del mercado ha sido superada por la condición de ser principal dentro de la
estructura de la ciudad, sin considerarse el explosivo crecimiento urbano y su necesidad de
desconcentración. La influencia del mercado se manifiesta en todo el ámbito inmediato,
debido a la aparición de comercios relacionados con los de abastos, deviniendo en el sector
comercial más dinámico de la ciudad. En las calles aledañas se observa tiendas de ropas,
telas, bazares, zapaterías y otros, que por su fuerte demanda han generado actividades
propias tornadas en tradicionales. EI crecimiento de la vocación comercial de este sector ha
propiciado la aparición del comercio informal cada vez más descontrolado que ha invadido y
apoderado del espacio público.

Entre los años 1970 y 1990, el comercio ambulatorio en la zona de San Pedro creció de
manera incontrolable. Casi diez mil comerciantes llegaron a ocupar quince manzanas del
barrio entre el Arco de Santa Clara, la Estación de San Pedro, la Calle General Buendía, las
avenidas del Ejército y Grau, así como las calles Lechugal, Teqte y Concebidayoq. Fue tal la
explosión del comercio informal que la Avenida del Ejército, habilitada para descongestionar
el tránsito vehicular a finales de los años 70, fue ocupada en poco tiempo por los
comerciantes.

El renacimiento del Barrio de San Pedro se empezó a gestar en los años 90. El matadero o
camal de Umanchata fue demolido por el alcalde Daniel Estrada Pérez debido a los malos
olores y a los desechos sólidos y líquidos que generaba; en su lugar, se construyó un complejo
deportivo y se realizó la mejora de las calles aledañas, como Umanchata, Qheswa y otras.

La erradicación del comercio ambulatorio y proyectos impulsados por la Municipalidad de


Cusco con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo,
así como por el Centro Guamán Poma de Ayala fueron el comienzo de una nueva etapa para
San Pedro. Los comerciantes asentados alrededor del mercado de Qhasqaparo y calles
aledañas fueron reubicados en diferentes centros comerciales. Se remodeló la Calle Tupaq
Amaru, convirtiéndola en un amplio paseo peatonal para los vecinos y visitantes. La
construcción de la Plazoleta de San Pedro ha permitido a la ciudad ganar un espacio para las
ferias de artesanía, salud, gastronomía y otras, para destacar la calidad arquitectónica del
Templo de San Pedro.

Hoy se respira aires de rehabilitación y cultura viva y su gente ha vuelto a sonreír y a sentirse
orgullosa de vivir en este histórico barrio. Actualmente en el Mercado de San Pedro se tiene
una variada estructura de vendedoras. Sirve para el abastecimiento del sector, y no tanto de
la ciudad; por costumbre, es concurrido por la población que viene de diferentes partes de la
ciudad. Tras larga campaña de intelectuales y vendedoras del propio, ha venido
promoviéndose la valoración. Este mercado muestra todavía costumbres locales: puede verse
una sección de expendio de comidas y platos cusqueños y otros de cotidianidad culinaria.
Otra sección importante es el de la venta de flores y plantas medicinales; en este rubro
también se encuentra la venta de “despachos” tradicionales. Otras secciones importantes
comprenden la venta de frutas y las juguerías, se aprecia un festival cotidiano de jugos,
atendidas por amables señoras especializadas en diferentes clases de jugos demandados por
cusqueños y turistas, quienes concurren para disfrutarlos. Otras secciones destacan por
albergar a talleristas de venta de trajes típicos, venta de telas tradicionales como “bayetas”.
También se tiene en importancia a quienes efectúan la confección y venta de trajes de las
“mamachas” que gustan todavía vestir a la usanza del traje de mestiza, llevando mandiles,
polleras, enaguas blancas con grecas de adorno.

En este mercado también se observa bastante


concurrencia en días de fiestas ocasionales, como
en Semana Santa cuando acuden a comprar
maicillos, empanadas, suspiros, panes, torta, etc.
En otras secciones se compran artesanías
utilitarias domésticas como “wishllas”, canastas,
etc. Hay pues, un conjunto de importantes servicios
que tienen que continuar promoviéndose, ligadas a
las costumbres y usos sociales de la población.
Todo esto va encontrando interés en el turismo,
viéndose a numerosos guías de turismo que llevan
a grupos de visitantes a apreciar estos aspectos de
la vida urbana tradicional.

(Peña Huallpamaita, 2016)


EL SIGLO XX. LA APERTURA DE LA MODERNIDAD

Los primeros años del presente siglo, la ciudad inicia su


aprestamiento paulatino a la “modernidad”. La llegada
del tren, la energía eléctrica, el automóvil y las grandes
obras de infraestructura sanitaria, fueron los pilares
fundamentales para este proceso, el cual repercutió
evidentemente en la conformación final del actual centro
histórico. El ensanche de vías para el tranvía y el
automóvil, la nivelación de las mismas en función de los
vehículos y las instalaciones sanitarias, otorgaron los perfiles definitivos del sistema vial de
Cusco. Las obras del Mercado de San Pedro y la Estación de igual nombre, terminarían por
definir la zona con las modificaciones que ocasionaron respectivamente al convento de Santa
Clara y al hospital de los Naturales.

La construcción de una línea férrea, que conecto por la calle Tres Cruces de Oro, a las dos
estaciones, marcaría un nuevo eje de interés comercial para la ciudad.

La demolición de la Casa de la Moneda y la posterior construcción del Hotel de Turistas en


ese mismo lugar, puso fin a la lista de las principales obras que tuvieron repercusión urbana,
antes de la década del 50. Para 1950, año del infausto sismo en la historia de la ciudad, la
expansión urbana había superado ya los actuales límites del denominado Centro Histórico.
Se encontraba en un periodo incierto económicamente y con una población de alrededor de
70,000 habitantes. La fuerte presencia de una migración campesina inicial, instalo los
primeros tugurios en casonas parcialmente deshabitadas por sus propietarios originales, la
mayoría de ellas localizadas alrededor del Mercado San Pedro y los barrios de Belén y Santa
Ana.

A nivel social, los sectores altos de la ciudad, parecían más vinculados al eje Alto Perú-Rio de
la plata que a Lima. La circulación más dinámica de información y de bienes con estas
regiones así lo confirman. Este hecho junto al consumo de productos de proveniencia europea
vía la importación facilitada y promovida por la Compañía ferroviaria inglesa a cargo de la
explotación de la línea Puno-Cusco, completaron los elementos culturales y de usos para
acompañar el proceso de transformación física y social de la ciudad en este periodo de
apertura al mundo y articulación al resto del país.

(Villegas & Estrada, 1943)


Bibliografía

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Rehabilitacion en el Centro historico del Cusco.

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