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Esta mutilación de las propiedades del convento de santa clara y la ubicación del nuevo
edificio genero la creación de un sector con trazo octogonal y nuevas calles que
posteriormente se denominaron Túpac Amaru, Roberto Gohring, y Micaela bastidas,
interrumpiendo la prolongación de la calle trinitarias hasta el encuentro con la calle
Qhasqaparo.
El mercado de San Pedro o “Mercado Frisancho” fue la superficie cubierta más grande que
hasta entonces se había construido, edificación totalmente desvinculada en su diseño de lo
que era la tradición constructiva cusqueña en el momento de su ejecución. Se inauguró el 7
de junio de 1925 por el Alcalde y Diputado por Cusco Don Manuel Silvestre Frisacho,
nombrando como administrador al Sr. Emilio Astete.
EL CONVENTO DE SANTA CLARA Y LA MUJER
MESTIZA CUSQUEÑA: (1560 – 1600)
Es así, que las primeras Instituciones monásticas femeninas establecidos en el Perú fue el de
Santa Clara del Cusca, sin dejar de mencionar el de San Juan de la Penitencia, que se fundó
en Lima en 1553, para que se "recogiesen, criasen y doctrinasen doncellas mestizas pobres".
20 Santa Clara, establecido como recogimiento en la década de los 1550, y elevado al rango
de monasterio en 1560.
Continuando con los antecedentes que nos brinda Rubén Vargas Ugarte dice que, los
monasterios, se hizo costumbre admitir algunas niñas en calidad de internas, las cuales
permanecían a la sombra de los claustros hasta completar el periodo de su formación. Está
formación es comprendida en lo que se llama las primeras letras y luego una buena dosis de
conocimientos caseros, propios de la mujer hacendosa y otros que venían a servirle de
adorno, como el canto y la música. No necesitaban tampoco mayor bagaje científico.
Justamente en las diversas instituciones religiosas tenían la función de brindar una educación
elemental a la mujer, en la cual aprendían a leer y escribir. Visto de otro modo la educación
en todas las épocas fue una verdadera necesidad para todos, porque era el medio más eficaz
para conseguir el desarrollo.
Santa Clara (San Juan de Letrán). Se da como posible origen y antecedente a San Juan de
Letrán como institución claustral dedicada especialmente para las mujeres mestizas de la
ciudad del Cusco, a iniciativa del cabildo civil de la ciudad, con el fin de proteger a las doncellas
mestizas abandonadas en gran número por ambos padres, y huérfanas hijas de españoles
muertos en batallas, que estaban esparcidas casi en todo el territorio sureño. Según Nancy
Van Deusen, se creó: "El 30 de abril de 1551 fue fundado un "Recogimiento" para mestizas
en Chaquilchaca, en la parroquia de Santiago, con la primera denominación de San Juan de
Letrán, bajo la tercera orden de predicadores de San Francisco". Teniendo como su primera
abadesa a una mujer de virtud Francisca de Ortiz, regentando la abadía hasta el último día de
su vida. La casa de recogidas mestizas abrió sus puertas en el año de 1558, ya para 1560 se
eleva como "Monasterio de Clausura Santa Clara", gracias al empeño de la población y la
aprobación de una Real Cédula emitida por el Rey de entonces Felipe II.
Las galerías del claustro principal llevan columnas e piedra con arcos y enjutas de ladrillo, en
sus dos pisos. Todas las habitaciones que dan al claustro tienen paredes de adobe. El
segundo claustro, que las monjas llaman el “claustro colorado”, está desde hace largo tiempo
en ruinas. Solo se mantienen en pie fragmentos de sus arcos. Este claustro es utilizado ahora
como patio de servicio por las treinta y cinco monjas del convento.
Las paredes de adobe del resto del convento están en mal estado. Como suele suceder en
Cusco, los ángulos mal ajuntados se han abierto y lienzos enteros de pared se inclinan
peligrosamente, sufriendo además todo el edificio la demoledora presión de la pesada cubierta
de tejas y madera. La serie de celdas del lado occidental es inhabitable. En toda esta parte
del edificio se ven restos de pinturas murales de la época colonial, que han quedado al
descubierto cuando se produjo el terremoto, al caer el enlucido de yeso que las cubría.
Trabajos preliminares: El ala oriental del edificio se ha desmontado hasta el corredor del
claustro. Se están construyendo nuevas celdas de adobe para las monjas, sobre la planta
primitiva. No se ha acabado de retirar los escombros del lado occidental. Las monjas ocupan
las celdas de la galería meridional. Se ha apuntalado el ángulo noroeste de la fachada del
claustro. Toda la obra de mampostería de la torre se ha reforzado nuevamente con cemento.
Trabajos futuros: Más que reparaciones, la iglesia necesita que se renueve su decoración. La
antiestética pintura jaspeada que cubre la mampostería debe desaparecer. Las galerías del
claustro tienen que ser consolidadas y restauradas. Habrá que reconstruir el ala occidental,
conservando en la medida de lo posible las pinturas murales. El actual patio de servicio carece
de interés artístico y puede dedicarse a usos no conventuales. Debe limpiarse la entrada del
convento y restaurarse según la forma que tenía en el siglo XVII. (Kubler, 1951)
En el mercado Leguía la cosa va para más, tenduchos oscuros, tétricamente ófricos sirven de
comedores al pueblo humilde, y afuera sobre el barro y las aguas pluviales estancadas, los
potajes guisados con manteca rancea y carnes de tercera clase para la gente mucho más
pobre aún.
Y así por donde uno vaya el olor de la manteca y de la carne a medio cocerse, lo persigue, lo
aplana, y le da la impresión de que también se esta impregnando en esos olores. (Calvo,
2013) (Loredán, 1952)
En el mercado centrar en la parte superior del muro del
segundo cuerpo existen perforaciones decorativas con
escalonamientos crecientes y decrecientes formando
una especia de rombo cruzado por barras metálicas,
elemento que por su tratamiento implica una influencia
incaista.
TIPOLOGIA DE VIVIENDAS
Primero, aunque con muy poca fuerza se introduce el rococó y luego el neoclásico. El rococó
desaparecerá a mediados del siglo XIX, y en el neoclásico se extiende hasta las primeras
décadas del siglo XX.
Al siglo XX, la arquitectura cusqueña arriba con el patrón espacio-funcional de la casa colonial.
El neoclásico había modificado las fachadas; la composición colonial simple y austera va
escaseando.
(Paliza, 1934)
La forma de puma de la ciudad, coincide en el aspecto ideológico, con el culto al felino muy
generalizado. Los incas especialmente tuvieron una especial consideración a dicho animal,
así es posible observar que en la portada del Qorikanca, se tenía en ambos lados del dintel,
dos umas de piedra en actitud yacente. Existen pumas e escultura en Chinchero, Huánuco
Pampa, Cusillachayoc, etc. También se observa muy seguidos pumas en la cerámica
precolombina. La ciudad del Cusco, como manifiesta Zuidema, representa en su traza urbana,
la estructuración social de sus habitantes. La concepción espacial que la dividía en Cusco alto
y bajo (Hanan y Hurin) aún se conserva en muchos lugares del área andina. En el altiplano
se llama aun Alassa y Masaa. Se firma que esta división tiene connotación con el reinado
cronológico de los incas. Los primeros cinco monarcas fueron del Hurin y restantes del Hanan,
aunque se piensa que existió un gobierno compartido de ambos.
Con Pachacútec se completa la reestructuración de la ciudad incaica, Aunque con algunas
modificaciones, es esta la que los españoles vieron a su llegada.
La forma de la ciudad en si debió ser armónica con relación a la conformación misma del valle,
y tendente a lo uniforme dado las pocas diferencias de tipo constructivo arquitectónico de sus
edificaciones donde predominaban aquellas de solo un piso, aunque es posible, sin embargo,
que algunas fueran de dos niveles. A esto hay que agregar la enorme diferencia de calidad
arquitectónica y tecnológica propiamente, entre la parte mobiliaria de la ciudad nuclear y las
edificaciones de los barrios periféricos de esta. Esta diferencia se vería seguramente resaltada
el área no edificada que existía entre ambas.
Los techos de paja, la mampostería de pierda y adobe, confirieron a la textura urbana, una
imagen pareja e integrada. No había edificios que resaltaran desproporcionadamente por su
forma y magnitud, aunque el Qorikancha, el Sunturwasi y la llamada fortaleza de
Sacsaywaman, debieron constituirse en los elementos dominantes e hitos arquitectónicos
dentro del contexto urbano.
La zona del Barrio de San Pedro fue ocupada por los Killke y Chanapata en tiempos anteriores
a los Inca. Siglos después, los últimos se apoderaron de este sector, donde construyeron
andenes y el Puente de Chaquillchaka sobre el río Sipaspugio. Por esta zona también
atravesaba el Qhapaq Ñan que conducía al Kontisuyo y que dividía al Cusco en dos sectores:
Hanan, parte Alta y Urin, parte Baja. De este camino aún quedan como evidencia el muro de
la Calle Santa Clara sobre el que se encuentra el Colegio Nacional de Ciencias y algunas
paredes de la Calle Hospital.
La historia de San Pedro empieza con la fundación del Hospital General de Naturales, cuya
primera piedra fue colocada el 13 de julio de 1556, siendo Corregidor de Cusco el Capitán
Garcilaso de la Vega. Este hospital para la población indígena era considerado el más
importante del Perú. Contaba con 300 camas y gozaba de muchos beneficios y de buena
renta, ya que atendía a muchos indígenas enfermos provenientes de todo el sur. Sin embargo,
este hospital estaba construido entre las jurisdicciones de dos parroquias: de Belén y Santa
Ana. La parroquia del Hospital de Naturales, conocida más tarde como Parroquia de San
Pedro, fue creada a raíz de los problemas que surgieron entre los nativos Cañaris y
Chachapoyas de Santa Ana y las panakas de Uscamayta y Hahauinin de Belén.
El Puente de Chaquillchaka fue usado tal cual lo dejaron los Inka hasta el siglo XVII. En esa
época fue rebautizado como Puente Almudena, aunque también era llamado Puente de los
Barbones; este es el único sobreviviente de los 43 que tenía la ciudad. El actual Templo de
San Pedro, levantado en reemplazo de la iglesia del Hospital de Naturales (destruido por el
terremoto de 1650), se empezó a construir en 1688, utilizando piedras de andenes incaicos
que existían en el cerro Pikchu. Las obras fueron costeadas por el cura de la parroquia, don
Andrés de Mollinedo, sobrino del obispo Manuel de Mollinedo y Angulo. Este templo recibió a
sus primeros feligreses en 1699. Un retrato de este obispo, el gran mecenas del Cusco
colonial, se conserva en la sacristía del mismo.
Hacia fines del siglo XIX, la gente empezó a llamar al Barrio de San Pedro en lugar de
Parroquia de los Naturales, porque lo identificaban por el nombre de su iglesia y no por el
nombre original de la parroquia.
Hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, los historiadores de la ciudad al referirse al
mercado, mencionan principalmente dos: el de la Plaza de Armas y la Plaza San Francisco.
El de la Plaza de Armas era de diario, mientras de San Francisco, conocido como “baratillo"
funcionaba los sábados por la tarde. Esta imagen se conservó hasta inicios del siglo XX.
Para tal efecto, se decidió edificar el mercado o la “recova” en la Plaza San Francisco, que en
esas épocas era una explanada o descampado en la que no existía ningún tipo de
intervención.
A pesar del avance de las obras, la construcción del nuevo mercado se frustró por razones
desconocidas a la fecha. En la década de 1920, quince años después, en la gestión del
Alcalde y Diputado por Cusco, Don Manuel Silvestre Frisancho, se retoma nuevamente la
necesidad de construir un edificio de mercado.
El Mercado de San Pedro o “Mercado Frisancho” fue la superficie cubierta más grande que
hasta entonces se había construido, edificación totalmente desvinculada en su diseño de lo
que era la tradición constructiva cusqueña en el momento de su ejecución. Se inauguró el 7
de junio de 1925 por el Alcalde y Diputado por Cusco Don Manuel Silvestre Frisancho,
nombrando como administrador al Sr. Emilio Astete.
La infraestructura del mercado ha sido superada por la condición de ser principal dentro de la
estructura de la ciudad, sin considerarse el explosivo crecimiento urbano y su necesidad de
desconcentración. La influencia del mercado se manifiesta en todo el ámbito inmediato,
debido a la aparición de comercios relacionados con los de abastos, deviniendo en el sector
comercial más dinámico de la ciudad. En las calles aledañas se observa tiendas de ropas,
telas, bazares, zapaterías y otros, que por su fuerte demanda han generado actividades
propias tornadas en tradicionales. EI crecimiento de la vocación comercial de este sector ha
propiciado la aparición del comercio informal cada vez más descontrolado que ha invadido y
apoderado del espacio público.
Entre los años 1970 y 1990, el comercio ambulatorio en la zona de San Pedro creció de
manera incontrolable. Casi diez mil comerciantes llegaron a ocupar quince manzanas del
barrio entre el Arco de Santa Clara, la Estación de San Pedro, la Calle General Buendía, las
avenidas del Ejército y Grau, así como las calles Lechugal, Teqte y Concebidayoq. Fue tal la
explosión del comercio informal que la Avenida del Ejército, habilitada para descongestionar
el tránsito vehicular a finales de los años 70, fue ocupada en poco tiempo por los
comerciantes.
El renacimiento del Barrio de San Pedro se empezó a gestar en los años 90. El matadero o
camal de Umanchata fue demolido por el alcalde Daniel Estrada Pérez debido a los malos
olores y a los desechos sólidos y líquidos que generaba; en su lugar, se construyó un complejo
deportivo y se realizó la mejora de las calles aledañas, como Umanchata, Qheswa y otras.
Hoy se respira aires de rehabilitación y cultura viva y su gente ha vuelto a sonreír y a sentirse
orgullosa de vivir en este histórico barrio. Actualmente en el Mercado de San Pedro se tiene
una variada estructura de vendedoras. Sirve para el abastecimiento del sector, y no tanto de
la ciudad; por costumbre, es concurrido por la población que viene de diferentes partes de la
ciudad. Tras larga campaña de intelectuales y vendedoras del propio, ha venido
promoviéndose la valoración. Este mercado muestra todavía costumbres locales: puede verse
una sección de expendio de comidas y platos cusqueños y otros de cotidianidad culinaria.
Otra sección importante es el de la venta de flores y plantas medicinales; en este rubro
también se encuentra la venta de “despachos” tradicionales. Otras secciones importantes
comprenden la venta de frutas y las juguerías, se aprecia un festival cotidiano de jugos,
atendidas por amables señoras especializadas en diferentes clases de jugos demandados por
cusqueños y turistas, quienes concurren para disfrutarlos. Otras secciones destacan por
albergar a talleristas de venta de trajes típicos, venta de telas tradicionales como “bayetas”.
También se tiene en importancia a quienes efectúan la confección y venta de trajes de las
“mamachas” que gustan todavía vestir a la usanza del traje de mestiza, llevando mandiles,
polleras, enaguas blancas con grecas de adorno.
La construcción de una línea férrea, que conecto por la calle Tres Cruces de Oro, a las dos
estaciones, marcaría un nuevo eje de interés comercial para la ciudad.
A nivel social, los sectores altos de la ciudad, parecían más vinculados al eje Alto Perú-Rio de
la plata que a Lima. La circulación más dinámica de información y de bienes con estas
regiones así lo confirman. Este hecho junto al consumo de productos de proveniencia europea
vía la importación facilitada y promovida por la Compañía ferroviaria inglesa a cargo de la
explotación de la línea Puno-Cusco, completaron los elementos culturales y de usos para
acompañar el proceso de transformación física y social de la ciudad en este periodo de
apertura al mundo y articulación al resto del país.
Calvo, R. (2013).
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Blog Cusco: http://santaclaracusco.blogspot.com/2014/03/iglesia-y-convento-de-santa-
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Sosa Campana, J. (23 de Octubre de 2017). Filiación de la orden de las Clarisas del Cuzco con la Casa
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Rehabilitacion en el Centro historico del Cusco.